Una de mis fantasías está relacionada con hacer un trío, con dos hombres y una mujer. Bueno, no necesariamente tiene que ser esa cantidad, pueden ser dos hombres y dos mujeres. Todo empieza cuando me imagino que las mujeres empiezan a jugar entre ellas, mientras se besan y se tocan muy suavemente, en forma paralela los dos hombres nos quedamos viendo anonadados los movimientos hipnóticos que emiten los cuerpos de ellas.
Mi amigo y yo, les hacemos más peticiones a las chicas, pero antes de que ellas sigan accediendo a hacerlas, se voltean a ver entre ellas en forma pícara y nos dicen: - si ustedes quieren seguir jugando, van a tener que hacer lo que nosotras les pidamos.
Él y yo nos miramos asombrados, -¿Qué tienen en mente? – pregunté.
- Tu amigo, te la tiene que chupar si quieren que nosotras sigamos adelante– una de ellas respondió.
Su amiga se ríe y se acerca a mi amigo, lo toma por un brazo y lo gira, después lo empuja hacia abajo para que él quede de rodillas. Él y yo cruzamos una mirada de duda, enseguida cierra los ojos y pone su boca alrededor de mi pene. Ellas sonríen por lo que han conseguido, la idea de ver a un hombre chupándole el pene a otro es un estímulo visual muy poderoso.
Acto seguido, una de ellas se acerca a mi lado y su mano derecha se posa sobre mi pierna, lentamente mueve su mano hasta tocar mi glúteo y después siento cómo uno de sus dedos hace su entrada triunfal por mi ano.
- Esto es te preparará para lo que viene – Fue lo que me susurró al oído.
Cuando ha pasado cierto tiempo de tener a mi amigo y su lengua pegados en mi falo, una de ellas dice–: ¡Ya basta!, ahora toca que cambien de posición.
Fue mi turno de agacharme, mientras mis manos recorrían su abdomen y luego sus firmes muslos. Vi es pene erecto, que bombeaba sangre y que estaba frente a mí. Luego tomé sus testículos con mi mano izquierda y con mi mano derecha tomé la base de su pene, abrí mi boca lo más que pude y me la metí en la boca. Yo no sabía qué hacer, sólo movía la cabeza de arriba hacia abajo mientras mi lengua se movía incontrolable sobre su glande.
Después de un periodo de tiempo que me pareció una eternidad, una de ellas nos detuvo en seco
- Bueno, ya estuvo bien de tanta mamada. ¡Sepárense! – ordenó.
Mi amigo y yo nos separamos, sin si quiera cruzar la mirada. Los dos sabíamos que nos había encantado probar esa experiencia. Las dos amigas les habían encantado ver toda la acción y ya tenían una clara idea de lo siguiente que tenía que suceder.
- Tú, el último en chuparla quiero que te pongas de rodillas en aquel sillón – me dijo de forma directa.
Yo obediente, respondí a su deseo, definitivamente yo quería probar más. Las chicas agarraron a mi amigo por su pene y lo fueron guiando hasta donde yo estaba. Una de ellas juntó saliva y la escupió para preparar el camino, mientras que esparció la saliva por mi entrada. La otra hacía lo mismo pero con el pene de él.
El agarró su masa y empezó empujarla suavemente dentro de mí. Poco a poco él iba deslizándose más adentro mientras yo me iba dilatando cada vez más. Sentía como mis entrañas se expandían para recibirlo y podía oír un pequeño gemido qué el emitió cuando apreté mis músculos alrededor de su pene. Después empezó a hacerse para atrás y luego para delante, y así una vez tras otra. La sensación era fantástica, la cual provocó que me empezara a salir algo de líquido brilloso y viscoso. Una de la amigas cuando se percató de eso inmediatamente hizo su trabajo y con su boca me quitó los rastros del líquido. La otra compañera procedió a meterle el dedo ahora a mi amigo. Me penetraba mientras él era penetrado.
- ¡Oh por dios! – gritó - ¡no aguanto más! – exclamó.
Me agarró fuerte del torso mientras aumentaba la velocidad de sus embestidas y sentí algo fluyendo dentro de mí. Una de las mujeres retiró el pene de mi amigo y se lo dio a la otra chica para que lo limpiara.
- Ahora vamos a invertir de nuevo los papeles – exclamó la que tenía la boca desocupada. – Acuéstate boca arriba sobre esa mesa – le dijo a mi amigo.
- Levanta las piernas – le pidieron.
- Y tú, acércate a él. – lo ordenaron.
Yo me acerqué a él, mientras ellas le agarraban las piernas a mi amigo para después ponerlas sobre mis hombros. Abría bien sus piernas para dejar un poco abierta su raja, en espera de que yo hiciera el resto del trabajo. De nueva cuenta ambas cooperaron con su saliva para facilitar la entrada.
Una de ellas sostuvo mi pene y lo dirigió contra la piel de mi amigo, lo fue empujando y yo podía sentir como poco a poco iba taladrando su hueco. Podía sentir como lo tenía muy apretado, cosa que me gustaba, la presión era deliciosa. Empecé a balancear mi cuerpo para delante y para atrás, primero con movimientos pequeños, rítmicos, como canciones repetitivas. Lo penetraba, una y otra vez. Con cada movimiento sentía que cada vez me acercaba más llegar a la meta. Ellas ayudaron con su trabajo porque cada una cooperó con uno de sus dedos que entraban en mí, mientras con la otra mano tocaban mi escroto con movimientos precisos y experimentados.
- ¡Ah! ¡Voy! ¡Me estoy viniendo! – exclamé.
Con esas palabras ellas sacaron mi pene y lo guiaron a la boca de mi amigo. El no puso ninguna resistencia, mientras el semen le llenaba su lengua y sus encías.
Después que terminamos con todo lo que nos habían pedido, sin importar que estábamos cansados, los dos sonreímos y nos voltéanos a ver, ahora a nosotros nos tocaba cobrarles el favor a ellas…
Mi amigo y yo, les hacemos más peticiones a las chicas, pero antes de que ellas sigan accediendo a hacerlas, se voltean a ver entre ellas en forma pícara y nos dicen: - si ustedes quieren seguir jugando, van a tener que hacer lo que nosotras les pidamos.
Él y yo nos miramos asombrados, -¿Qué tienen en mente? – pregunté.
- Tu amigo, te la tiene que chupar si quieren que nosotras sigamos adelante– una de ellas respondió.
Su amiga se ríe y se acerca a mi amigo, lo toma por un brazo y lo gira, después lo empuja hacia abajo para que él quede de rodillas. Él y yo cruzamos una mirada de duda, enseguida cierra los ojos y pone su boca alrededor de mi pene. Ellas sonríen por lo que han conseguido, la idea de ver a un hombre chupándole el pene a otro es un estímulo visual muy poderoso.
Acto seguido, una de ellas se acerca a mi lado y su mano derecha se posa sobre mi pierna, lentamente mueve su mano hasta tocar mi glúteo y después siento cómo uno de sus dedos hace su entrada triunfal por mi ano.
- Esto es te preparará para lo que viene – Fue lo que me susurró al oído.
Cuando ha pasado cierto tiempo de tener a mi amigo y su lengua pegados en mi falo, una de ellas dice–: ¡Ya basta!, ahora toca que cambien de posición.
Fue mi turno de agacharme, mientras mis manos recorrían su abdomen y luego sus firmes muslos. Vi es pene erecto, que bombeaba sangre y que estaba frente a mí. Luego tomé sus testículos con mi mano izquierda y con mi mano derecha tomé la base de su pene, abrí mi boca lo más que pude y me la metí en la boca. Yo no sabía qué hacer, sólo movía la cabeza de arriba hacia abajo mientras mi lengua se movía incontrolable sobre su glande.
Después de un periodo de tiempo que me pareció una eternidad, una de ellas nos detuvo en seco
- Bueno, ya estuvo bien de tanta mamada. ¡Sepárense! – ordenó.
Mi amigo y yo nos separamos, sin si quiera cruzar la mirada. Los dos sabíamos que nos había encantado probar esa experiencia. Las dos amigas les habían encantado ver toda la acción y ya tenían una clara idea de lo siguiente que tenía que suceder.
- Tú, el último en chuparla quiero que te pongas de rodillas en aquel sillón – me dijo de forma directa.
Yo obediente, respondí a su deseo, definitivamente yo quería probar más. Las chicas agarraron a mi amigo por su pene y lo fueron guiando hasta donde yo estaba. Una de ellas juntó saliva y la escupió para preparar el camino, mientras que esparció la saliva por mi entrada. La otra hacía lo mismo pero con el pene de él.
El agarró su masa y empezó empujarla suavemente dentro de mí. Poco a poco él iba deslizándose más adentro mientras yo me iba dilatando cada vez más. Sentía como mis entrañas se expandían para recibirlo y podía oír un pequeño gemido qué el emitió cuando apreté mis músculos alrededor de su pene. Después empezó a hacerse para atrás y luego para delante, y así una vez tras otra. La sensación era fantástica, la cual provocó que me empezara a salir algo de líquido brilloso y viscoso. Una de la amigas cuando se percató de eso inmediatamente hizo su trabajo y con su boca me quitó los rastros del líquido. La otra compañera procedió a meterle el dedo ahora a mi amigo. Me penetraba mientras él era penetrado.
- ¡Oh por dios! – gritó - ¡no aguanto más! – exclamó.
Me agarró fuerte del torso mientras aumentaba la velocidad de sus embestidas y sentí algo fluyendo dentro de mí. Una de las mujeres retiró el pene de mi amigo y se lo dio a la otra chica para que lo limpiara.
- Ahora vamos a invertir de nuevo los papeles – exclamó la que tenía la boca desocupada. – Acuéstate boca arriba sobre esa mesa – le dijo a mi amigo.
- Levanta las piernas – le pidieron.
- Y tú, acércate a él. – lo ordenaron.
Yo me acerqué a él, mientras ellas le agarraban las piernas a mi amigo para después ponerlas sobre mis hombros. Abría bien sus piernas para dejar un poco abierta su raja, en espera de que yo hiciera el resto del trabajo. De nueva cuenta ambas cooperaron con su saliva para facilitar la entrada.
Una de ellas sostuvo mi pene y lo dirigió contra la piel de mi amigo, lo fue empujando y yo podía sentir como poco a poco iba taladrando su hueco. Podía sentir como lo tenía muy apretado, cosa que me gustaba, la presión era deliciosa. Empecé a balancear mi cuerpo para delante y para atrás, primero con movimientos pequeños, rítmicos, como canciones repetitivas. Lo penetraba, una y otra vez. Con cada movimiento sentía que cada vez me acercaba más llegar a la meta. Ellas ayudaron con su trabajo porque cada una cooperó con uno de sus dedos que entraban en mí, mientras con la otra mano tocaban mi escroto con movimientos precisos y experimentados.
- ¡Ah! ¡Voy! ¡Me estoy viniendo! – exclamé.
Con esas palabras ellas sacaron mi pene y lo guiaron a la boca de mi amigo. El no puso ninguna resistencia, mientras el semen le llenaba su lengua y sus encías.
Después que terminamos con todo lo que nos habían pedido, sin importar que estábamos cansados, los dos sonreímos y nos voltéanos a ver, ahora a nosotros nos tocaba cobrarles el favor a ellas…
1 comentarios - Una fantasía bisexual