Esta es la historia de Emanuel, un ganador de 24 años que tiene anécdotas muy interesantes para contar, llenas de chicas y amigas y por supuesto con muchas historias sexuales. Esta historia es ficción, sin embargo eso no quiere decir que se basa en algunos hechos reales…
Capítulo 36: Imaginación
Después de mucho tiempo, volvía a estar de novio y parecía que las cosas iban bien. Eliana era muy fogosa, le gustaba mucho el sexo y era bien provocadora. En la facultad me buscaba mucho, y se vestía bien trola a pesar de que el invierno se iba aproximando. Los otros chicos no podían creer la suerte que tenía de andar de novio con una mina así.
Pero la persona que más molesta se puso por mi noviazgo fue Cintia. Cuando se enteró que estaba en una relación con Eli, cambió completamente su forma de tratarme. Era mucho más formal y hasta un poco odiosa y se notaba que estaba resentida. Y una mujer resentida nunca es bueno. A pesar de eso parecía que lo aceptaba y que se había dado por vencido. Pobre de mí al creer eso.
El invierno llegó y con él los exámenes. Dado que el trabajo me ocupaba un gran tiempo había decidido tomarme la facultad un poco más light, a la fuerza tuve que entrar en razón de que no iba a poder hacer todo. Por lo que decidí focalizarme en dos materias de quinto, en una de cuarto y en la de segundo que tenía que sacar sí o sí. Para esa tenía una ayuda muy importante, la de mi novia. Los fines de semana pasaba un buen rato en la casa de ella, leyendo y estudiando juntos y se nos hacía mucho más fácil entender las cosas. Además yo la ayudaba a ella para repasar cosas viejas y ella me lo agradecía con una increíble chupada cada unas cuantas horas. Era una fanática de la pija.
Junio pasó volando y cuando llegó Julio y las mesas los días se hacían eternos. Aprovechando que a las noches era el único momento en el que podía estudiar bien, me iba a la casa de Eli y después de comer nos sentábamos con los apuntes a leer distintas cosas y a hacer resúmenes y repasos. Diego, Andrea y Rocío se juntaban con nosotros en más de una ocasión y nos quedábamos hasta altas horas de la noche y algunas veces decidíamos hacer una especie de pijama party, pero sacándole la parte de party por estudio.
En el trabajo, Roberto era muy razonable con respecto a ese tema y los días que tenía que rendir o estudiar me dejaba faltas siempre y cuando llevara un certificado al día siguiente. La que estaba molesta por eso era Cintia. Los días que iba se la notaba enojada y con cara de mala. Georgina parecía sorprendida por esa reacción y me confesó que los días que yo no iba estaba mucho más relajada. Sin embargo había vuelto a la ropa sexy y atrevida que había abandonado en el mes de Junio. A pesar del frío, las polleras cortas hasta las rodillas, las camisas escotadas y las remeras apretadas reaparecieron mágicamente y a pesar de su enojo, cada vez que me hablaba o me decía algo, lo hacía moviéndose de manera muy sensual y mostrándome sus cualidades con mucho disimulo. Sabía que estaba mal, pero no podía dejar de mirarla.
- El sábado 19 festejo mi cumple, que en realidad es el 16.- Nos dijo Rocío cuando estábamos esperando para rendir la materia.
Ya habíamos pasado todos los exámenes y nos quedaba solo ese y estábamos emocionados de poder rendir y empezar con las vacaciones. Eliana me dijo que se iba a volver al pueblo la primer semana y que se iba a quedar en Rosario la segunda, para poder visitar a la familia, cosa que yo acepté sin ningún problema. Entramos a rendir y a pesar de la complejidad del examen, todos salimos bastante satisfechos de cómo nos fue y contentos de que estábamos de vacaciones por unos días. Para celebrar fuimos a almorzar algo y cuando me tuve que ir a la oficina acordamos en vernos el sábado en el cumpleaños.
Llegué al trabajo y descubrí que nuevamente íbamos a estar solos Cintia y yo ya que Georgina tenía examen ese día. Roberto trabajó un rato y después salió de la oficina. Al principio no pasó nada, trabajé un buen rato en mi escritorio sobre unas facturas que nos habían llegado ese día, pero al cabo de unos minutos ella entró en la oficina. Tenía puestos unos zapatos negros y marrones, un pantalón negro bien ajustado y una camisa blanca bien pegada al cuerpo que le marcaba muy bien el escote. Se paró en frente de mi escritorio y me dejó unos papeles para que yo contabilizara y después apoyó sus manos e inclinó su cuerpo hacia adelante dejando sus tetas a plena vista. Me habló por unos segundos pero no escuché, miraba fijo esas gomas increíbles. Después se paró y cuando llegó al marco de la puerta se dio media vuelta y me dijo:
- Se que estás de novio, pero también sé que te caliente mucho. Y no me importa la pibita esa con la que salís, no voy a parar hasta que me cojas como antes.
Me dejó atónito. Me costó terminar de trabajar ese día y mucho más cuando volvió a entrar a mi oficina, esta vez con un botón desabrochado de la camisa haciendo que se le vea el corpiño y las tetas. Cintia sabía cómo provocarme. Al día siguiente fue igual, no le importó que estuviera Georgina sentada en frente mío, cada vez que entraba para hablarle a alguno de los dos, buscaba la manera de acercarse a mi y mostrarme sus piernas o su escote. Terminé completamente excitado y a pesar de que me fui a la casa de Eli y nos pegamos una cogida terrible, las ganas no se me fueron así nomás.
El sábado llegó después de una semana larga y el cumple de Rocío fue el escape perfecto. A las pocas horas ya estábamos algo ebrios y sueltos. Eliana fue la primera en liberarse (ya era bastante liberal) y el manoseo y los besos desubicados no tardaron en llegar. Andrea y Diego se reían de nosotros y se burlaban imitándonos. Pero a ella no le importaba y siguió avanzando hasta que tuvo su mano adentro de mi pantalón. Ahí fue cuando no soporté más.
- Vámonos ya para tu casa.- Le dije al odio mientras intentaba hacerme una paja en frente de todos.
Saludamos y a pesar de los comentarios de “No pueden ser tan calentones”, nos fuimos. El taxi se hizo muy largo y ella no pudo esperar y siguió con su manoseo intento a pesar de las miradas feas del taxista. Cuando llegamos fuimos directo a la pieza y nos tiramos en la cama. Los besos se fueron poniendo cada vez más hot y las manos empezaron a descontrolarse. El alcohol hacía que no nos importara nada. Eli me sacó la remera de forma violenta y se dedicó a chuparme el pecho y la panza, besándome cada una de las abdominales. Lo hacía como loca, le pasaba la lengua por todos lados.
- Esperame acostado que tengo un regalito.- Me dijo y después se paró y se fue al baño.
Me saqué las zapatillas y el jean y me acosté en bóxer en la cama. Agarré el celular para ver qué hora era y descubro que tengo un whatsapp. Miro y era de Cintia. Al principio pensé en ignorarlo, pero qué me podía mandar ella a las 4 de la mañana. Abrí la conversación y vi unas 5 ó 6 fotos en las que estaba acostada en la cama con una ropa interior muy sexy. Tenía puesta una tanguita negra divina y un corpiño oscuro de encaje muy sensual. En una se apretaba las tetas con los brazos, en la otra estaba boca abajo y se tocaba la cola, en otra tenía la mano adentro de la tanguita. “Acá estoy. Solita y pensando en vos” escribió después y por último mandó un video. La intriga me comió la cabeza. Lo abrí y enseguida le bajé el volumen. Al principio se vio su cara y estaba diciendo algo, pero no se entendía sin volumen. Pero lo importante vino después, bajó la cámara hasta su pecho y se estaba tocando las gomas bien despacito. La cámara volvió a subir, necesitaba escuchar lo que decía. Subí el volumen. “Te extraño mucho. Extraño tu pija hermosa. Quiero tu lechita. ¿Cuándo vas a venir a darme lechita papi?” decía con vos de puta calentona. Volvió a bajar la cámara y enseguida bajé el volumen. Se empezó a tocar y el video captaba todo. Sus dedos entraban y salían de su concha. Lo hacían bien despacito y suave. No podía dejar de mirar. Me estaba poniendo bien duro…
- ¡Sorpresa!- Gritó Eliana cuando volvió a entrar a la habitación.
Enseguida bloqueé el celular y lo dejé en la mesita de luz. Eliana de verdad me había sorprendido. Tenía puesta una tanga bien finita roja, que tenía un triangulo minúsculo en la parte de atrás y un corpiño del mismo color pero era casi transparente. Se acercó despacito hacia mi y sacó unas esposas de la naca y me dijo “Ahora te toca a vos”. Sin reprochar estiré los brazos a las esquinas y dejé que me esposara. Cuando estuve prisionero volvió a besarme y a pasarme la lengua por todo el cuerpo. Cuando llegó al bóxer y vio que estaba bien duro me la agarró fuerte con la manó y me miró con ganas de deseo. Me lo sacó enseguida y empezó a chupar.
Lo hacía suave, sensual, despacio. La agarraba con una mano y movía su cabeza hacia arriba y hacia abajo a medida que me pajeaba. Su lengua recorría cada centímetro de mi verga que no daba más, explotaba. Cerré los ojos y me dediqué a disfrutar de ese hermoso pete, pero cuando lo hice la imagen de Cintia se apareció en mi cabeza. Acostaba boca abajo, con el culito parado, exhibiendo esa tanga negra divina. Después boca arriba, apretándose las tetas. Abrí los ojos y miré al techo y después a Eli que me la seguía mamando. ¡Qué placer!
Se levantó y se acomodó sobre mi pancita. La tanga la tenía completamente enterrada en la concha que ya estaba totalmente mojada. Suavecito se fue moviendo en forma de círculos sobre mi cuerpo, tenía una magia hermosa adentro. Sus manos recorrían todo mi cuerpo y después el suyo. Llegó a sus tetas y se las apretó cerrando los ojos y diciendo “Mmmm” de placer. La miraba fascinado. Después se sacó el corpiño y lo tiró hacia atrás a medida que se empezaba a mover más rápido. Tenía la pija al palo.
Fue bajando por mi cuerpo hasta terminar sobre mi cintura con mi pija sobre su culito y su concha. Se movió unos segundos más ahí y no pude resistir metérsela toda. Cuando la tuvo adentró ya no había sensualidad, solo calentura. Fue moviéndose cada vez más rápido hacia adelante y hacia atrás. Mi verga entraba y salía de su conchita dándonos placer a los dos. Eliana no se podía contener, se apretaba bien fuerte las gomas. Estaba que reventaba de placer.
- Quiero tu lechita.- Me dijo.
Cerré los ojos. No podía creer lo que me acaba de decir. Lo mismo que me había dicho Cintia. Abrí nuevamente los ojos, pero no era mi novia quien estaba sentada sobre mi cuerpo, sino mi compañera de trabajo. Cintia se movía como una loca, estaba desesperada por mi semen. Se apretaba las gomas bien fuerte y la imagen me calentaba mucho. “¡Sí!” decía a cada rato. “Mmmm” gemía de placer. Parpadeé dos veces y volvía a estar mi novia, pero quería terminar de otra forma. “Dale” le dije con vos de placer y ella entendió que el semen estaba por venir. Cerré los ojos y sentí como ella se levantaba y se volvía a arrodillar para chupármela. En la realidad era Eliana, pero en mi cabeza era otra. Cintia me la chupaba bien fuerte. No daba más…
Acabé una gran cantidad de semen que fue a parar a su boca y a su cara. Ella obediente se tragó lo que pudo y se limpió el resto. Después me desató y se acostó al lado mio mientras yo la abrazaba. De a poquito se fue quedando dormida mientras yo miraba el techo. En mi mente acababa de cogerme a Cintia y me había vuelto loco. Giré la cabeza y miré al celular, el culpable de lo que había pasado esa noche.
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