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Un ganador. Capítulo 34

Un ganador. Capítulo 34

Esta es la historia de Emanuel, un ganador de 24 años que tiene anécdotas muy interesantes para contar, llenas de chicas y amigas y por supuesto con muchas historias sexuales. Esta historia es ficción, sin embargo eso no quiere decir que no se basa en algunos hechos reales…

Capítulo 34: Miércoles de oficina
   Abril llegó y yo me encontraba a los pies de dos bombones. Por un lado tenía a Cintia, mi compañera de trabajo, la hija de mi jefe, la morocha, flaquita, alta, con unas piernas divinas y con unas gomas preciosas y un culo perfecto. En el otro lado estaba Eliana mi nueva compañera de la facultad, morocha, flaquita y petisita, con unas tetas perfectas y una cola divina. Ambas eran excelentes en la cama, adictas al sexo y con mucha actitud a la hora de coger.
   Eli se ganó su puesto durante los siguientes días, calentándome a más no podes cada vez que me la cruzaba en la facultad e invitándome a pasar el viernes a la noche en su casa. Después de una cena rápida con mi familia, salí disparando hasta su casa para coger una, dos y hasta tres veces hasta las 7 de la mañana que decidí pegarme la vuelta. Me hacía acabar de una manera espectacular y sus tetas me tenían cautivo. Parecía que iba a ser mi nueva adicción.
   Pero al día siguiente me llamó Cintia y me dijo que quería pasar una noche conmigo, por lo que después de comer me fui hasta su depto para hacerlo, una, dos, tres y hasta cuatro veces. En la pieza, el baño, en la cocina y en el comedor, pasamos por todos los ambientes de la casa. Cintia no solo había puesto la cola dentro de la rutina, sino que dejaba que le acabe en todo el cuerpo, por lo que esa noche terminó completamente cubierta de mi semen. Sabía darme lo que quería.
   Por otro lado Andrea y Diego parecía que tenían un futuro bastante próximo. Sorprendiéndonos a todos, se mostraron juntos a los besos y abrazos en frente de todos, revelando una faceta que sin duda nunca nadie había visto en ninguno de los dos. Esteban y Bruno no podían creer como Diego se había transformado y lo jodían con que de repente se había convertido en un hombre de familia. Carla y Paola estaban un poco celosas de que ahora nosotros teníamos otro grupito de amigas y se pudieron peor cuando se enteraron que yo estaba en algo con Eliana. Luz apareció en una reunión que tuvimos a mitad de mes y nos contó que estaba muy metida en el curso de fotografía y que estaba viendo de mudarse a un departamento más cerca del centro y de donde estaba estudiando. Me causó un poco de cosa verla, pero ella parecía que lo sobrellevaba bastante bien. A pesar de eso, se notó algo de distancia entre nosotros dos. Las cosas con Luz iban a estar tensas por un buen rato.

   El lunes 21 de abril caminando por la facultad me crucé a Eliana que a pesar de que el calor ya no era tan agobiante ella no dejaba de vestirse muy sexy, con un shortcito azul oscuro bien corto y una remera rosa bastante escotada. Después de saludarla se puso a contarme de unos apuntes que había que sacar, pero yo solo me concentré en sus tetas.
   - ¿Qué miras?- Me preguntó riéndose.- ¿Se te perdió algo?
   - No podés ponerte ese escote y pretender que no te mire.- Le respondo riéndome.
   - Vení.- Me dijo ella y me agarró de la mano.
   Fuimos caminando por el pasillo vacío de la facultad hasta los baños del el segundo piso. Me empujó contra la puerta del de mujeres y entré de golpe, no había nadie. Me metió adentro de un cubículo y me arrinconó contra la pared. “Tengo que ir a clases ya” le dije de sorpresa “Estoy llegando tarde” agregué al ver que empezaba a besarme el cuello y a meterme mano por debajo de la remera. “No vas a llegar” me dijo ella sacándome la remera y apoyándola sobre la tapa del inodoro.
   Se empezó a deslizar por todo mi cuerpo, pasando su lengua por mi pecho y mi panza y terminó frente a mi pantalón que ya tenía algo que asomaba adentro. Me lo desabrochó y me lo bajó hasta los tobillos de un solo movimiento y agarró mi pija con su mano para metérsela derechito en la boca. Cerré los ojos y me dediqué a disfrutar de su pete.
   Eli la chupaba muy bien. Movía su boca hacia adelante y hacia atrás mientras que pasaba su lengua por todo el tronco. Cuando llegaba a la cabeza la lamía en forma de círculos y la apretaba bien fuerte con sus labios. Sentía un placer increíble. A medida que lo hacía, me pajeaba moviendo su mano hacia arriba y hacia abajo y de lado al otro. No podía creer lo atrevida que había resultado ser. Y más aun me sorprendió cuando se dio cuenta que estaba a punto de acabar y se paró para colocarme frente al inodoro, pararse atrás mío y pajearme hasta que largara todo la leche. “La próxima me la trago, hoy tengo que seguir en la facu y no da hacerlo con aliento a lechita” me dijo al oído para retirarse segundos después. Yo salí del baño totalmente desorbitado y fui hasta el salón de clases para sentarme al fondo y echarme una siesta mental. Me había matado.

   - ¿Qué me vas a regalar el miércoles?- Me preguntó Cintia ese mismo día a la tarde.
   - ¿Por?- Le pregunté metido en un mar de papeles.
   - Es mi cumple tonto.- Me dijo riéndose.
Miré a Georgina que me miraba sorprendida y después volví a mirar a Cintia.
   - Tenés razón, perdón estoy con la cabeza en otro lado.- Le dije revolviendo algunos papeles tratando de disimular. No me acordaba para nada.
   Salí de trabajar a las 7 y empecé a recorrer los locales del centro viendo que podía regalarle. Pasé por un negocio de ropa y terminé comprándole una remerita blanca (bien escotada) bastante linda. Al día siguiente volvió a preguntarme, pero como esta vez ya estaba preparado le respondí “nada” con una sonrisa malvada en la cara. Ella se terminó haciendo la tonta y cuando se fue le guiñé un ojo a Georgina.

   El miércoles llegué y la oficina estaba decorada con una guirnalda al lado de la puerta y había un taper con torta en el escritorio de ella. La saludé con un beso y un abrazo y seguí de largo hasta mi escritorio. Ella me siguió por atrás y se paró en frente de mi y me miró como diciéndome “dale, dame el regalo”, pero obviamente me hice el boludo y se terminó yendo riéndose. El día pasó tranquilo, con poco trabajo lo que hizo que Georgina se terminara yendo un ratito antes. Roberto se fue a las 7.30 (él ya sospechaba que algo pasaba entre su hija y yo, por lo que trataba de quedarse hasta último momento) y manifestando que tenía que terminar de cerrar algunas cuentas me quedé.
   Cintia volvió a acercarse a mi escritorio minutos más tarde y este vez, terminé sacando el paquete de abajo del escritorio y se lo di. Ella me lo agradeció con un abrazo y al ver la remera me confirmó que le encantaba. “Es más, me la pruebo ya” me dijo apoyando la bolsa sobre el escritorio. Tomándome completamente por sorpresa, se desabrochó la camisa que tenía y se la sacó dejándola al lado del regalo. Tenía puesto un corpiño blanco de encaje precioso y encima estaba que explotaba. Agarró la remera y se la puso y sí, le quedaba perfecta y le marcaba las gomas de una manera increíble. No podía correr la vista de ahí y ella se dio cuenta y aprovecho para apretárselas con los brazos e inclinar su cuerpo hacia adelante.
   - ¿Te gusta cómo me queda?- Me preguntó con vos de puta.
   - Me encanta.- Le contesté con vos de baboso.
   El siguiente paso fue cruzarme a su lado del escritorio y comerle la boca de un beso. Ella me lo devolvió poniendo sus manos sobre mi nuca y apretando su cuerpo contra el mío y sus tetas contra mi pecho. El beso enseguida se convirtió en un besuqueo violento y un manoseo hot. La agarré fuerte del culo y la senté contra el escritorio. Ella tiró su cuerpo hacia atrás y los papeles empezaron a volar. Mis manos estaban descontroladas, ese corpiño y lo que había debajo me habían puesto como loco. Le saqué la remera y metí mi cabeza entre sus tetas que se las empecé a chupar como loco. Su cuerpo se movía y cada vez más papeles caían al piso. Le pasé mi lengua por la panza y llegué hasta la pollera apretadita que tenía que se la saqué con violencia hasta que terminó en el piso. El culote se le deslizó por las piernas enseguida y una vez que estuvo completamente desnuda me arrodillé y coloqué sus piernas sobre mis hombros. Cintia se acostó sobre el escritorio y más papeles cayeron al piso.
   Le fui chupando la conchita con ganas. Le pasaba la lengua por todos lados y la movía a gran velocidad. “¡Sí papi!” decía la chica del cumpleaños a medida que le lamía el clítoris. Lo había bien rápido de lado a lado, hacia arriba y hacia abajo, ella movía la cintura hacia todos lados del placer. Sumé mis dedos que enseguida entraron en su conchita. Se los sacaba y se los metía a gran velocidad, mientras que mi lengua bailaba sobre su clítoris. “¡Ay papi! ¡Sí!” gemía ella de placer. “¡Sí cogeme, cogeme!” gritó bien fuerte.
   Me paré, me bajé el pantalón y el bóxer de un saque mientras ella se acomodaba bien contra el borde y le metí la pija, que ya la tenía bien dura, en la concha. La tomé por las piernas y me la empecé a coger lo más fuerte que pude. Movía mi cintura hacia adelante y hacia atrás y mis muslos chocaban contra el cuerpo de Cintia. Le levanté bien las piernas y ella las apoyó sobre mi cuerpo a medida que me la seguía cogiendo. “¡Sí papi dale!” me decía ella cada vez que mi pija entraba en su concha. “¡Cogeme dale!” gritaba como loca.
   Y la hice acabar enseguida. Soltó un “¡sí!” de placer pleno y abrió sus brazos tirando más papeles al piso. Pero yo no paraba de moverme, seguía cogiéndomela igual de fuerte, igual de rápido. Quería que acabara muchas veces, quería que tuviera un buen regalo de cumpleaños, pero sobre todo quería llenarla de semen. Así que le seguí dando en esa pose, con sus piernas levantadas y apoyadas sobre mi cuerpo, ella recostada sobre mi escritorio, gimiendo y gritando de placer. No tardó en acabar una segunda vez, nuevamente con un grito de aprobación.
   Se levantó y se volvió a sentar y me separó un poco. Se paró y se dio vuelta y con las dos manos tiró los pocos papeles que quedaban sobre mi escritorio al piso. Se agachó y apoyó su cuerpo sobre el escritorio y levantó su colita en señal de “quiero pija”. La tomé por la cintura y llenándome la verga de saliva se la volví a meter. En cuestión de segundos ya me la estaba cogiendo bien fuerte. Cintia no paraba de pedirme más y de gemir como una loca. Estaba completamente caliente y terminó por acabar una tercera vez. Cuando lo hizo le saqué la verga y me empecé a pajear sobre su colita que segundos más tarde se la estaba llenando de semen.
   - Te invitaría a coger a casa un rato más, pero tengo que ir a lo de mi viejo para festejar con la familia.- Me dijo ella mientras nos cambiábamos y levantábamos los papeles del piso.
   - Cuando llegues a tu casa llamame.- Le digo mirándola.- Me pego una vuelta y voy a darte un poco más de tu regalo.
   Esa noche iba a dormir poco y nada.


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1 comentarios - Un ganador. Capítulo 34

elnelsonperez +1
me pajie jopdidamente!
HistoriasDe
Jajaja buenisimo! Lo tomo como un alago a la forma de escribir