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• Mi hermanita juguetona.

En mi casa constantemente teníamos problemas; mi hermana conmigo, mi hermana con mis viejos, mi hermana con el vecino, mi hermana con el mundo. Ella es una chica bastante enérgica, salidora, extrovertida, de charlar demasiado y a veces bastante bocona lo que normalmente acarrea sus problemas con la gente en general.

La realidad es que en mi familia Belén era una preocupación para mis viejos, a mí no me interesaba en absoluto mientras no fuera yo a quien jodiera. Ella y Milena son las mejores amigas desde pequeñas, jamás nos hemos mudado, al igual que la familia de Mile; ella acá en casa era una hija más, pasaba más tiempo con nosotros que en su casa generalmente cosa que con el tiempo hizo que me fuera gustando y atrayendo más y más.

De verla en fotos pequeña con sus dos coletas y jugando a verla ahora; alta con el pelo largo siempre suelto castaño oscuro, el mismo color de sus ojos, casi café; y qué mencionar de los cambios de su actualmente hermoso cuerpo. Una cola forjada por el gimnasio y hockey más un par de tetas grandes, hermosas. Y por respeto a que es la mejor amiga de mi hermana jamás me le acerqué o charlé con ella con otra intención que no fuera la usual de toda la vida: amistosa.

Durante la última primavera, mis papás tuvieron que viajar ambos a Brasil, y como soy el mayor de los dos, tuve que quedarme a cargo de que la bestia de mi hermana no diera inicio a alguna guerra en el barrio ni nada parecido. Cuando nuestros viejos se fueron, empezaron las negociaciones con ella; había sido fácil para ella insinuar y hacerle creer a nuestros padres que iba a hacerme caso antes de que se fueran pero ahora que estábamos solos, era distinto.

– Bueno, ahora que ya se fueron, podés volver a ser la misma. –
– Bobo. – me decía entre risas. – No voy a hacer nada, no sé por qué me tratás como si fuera alguna ladrona, convicta o algo por el estilo. –
– Porque sé cómo sos. Te dijeron que hoy no podías salir, ¿me vas a hacer caso? –
– Sí, dejame pensarlo... – se quedó callada dos segundos. – No. Me voy a juntar con Mile. –
– Te deseo suerte encontrando la llave. – le dije y me fui.

Sentí que empezó a gritarme que le devolviera su llave, que necesitaba salir de la casa, el finde ya había comenzado y que ella no se iba a quedar. Soy un forro, si fuera buen hermano tendría que haberla dejado salir pero tenía cosas que hacer, estudiar entre las principales. Intenté por este finde por lo menos que mis papás iban a estar afuera poder controlarla. Pero no tardó mucho en hacerme la vida imposible. Yo estaba cómodamente en mi habitación mirando la tele cuando ella entró sin más.

– Julián, dame mis llaves. No me vas a tener acá encerrada todo el fin de semana. –
– Es solo esta noche. Es hoy que no podés salir y lo sabés. Ya mañana te las devuelvo. –
– ¡Pero no seas tan idiota! Me tengo que ir a lo de Mile. – y cerró la puerta con fuerza lo que a mí no me movió ni un pelo, estaba acostumbrado a eso.
– Eso no ayuda en nada, Belén. No podés salir. Charlá con Mile por celular o la compu, ella no se va a ir a ningún lado por hoy. –

Me miraba con cara de pocos amigos, y sonará extraño pero a veces me daba una sensación de que estaba metiendo la pata, cada vez más y más. Yo soy mayor, tengo veintitrés años y le saco tres a ella, lo mismo físicamente. Mi hermana es de altura media, tiene el pelo largo medio ondulado en las puntas y castaño, unos ojazos celestes que tuvo la suerte de heredar de nuestra madre; y físicamente, no me animaba mucho a mencionarla hasta lo que pasó luego pero; tiene unas tetas normales, algo pequeñas pero firmes, y una hermosa cola que no pasaba desapercibida.

Volviendo al momento en que quería ahorcarme por las llaves. Se fue acercando a mí, tomó el control de la mesita de luz, apagó la tele y se sentó sobre mi cuerpo, apoyando su cola en mi entrepierna y con algo de fuerza dicho sea de paso. Ahí es cuando todo cambió. Estaba con un short muy cortito como de tela de jean, de bermuda; y una musculosa, curiosamente sin corpiño. Apoyó ambas manos en mis hombros y me miraba con la típica bronca que tiene cuando no la dejan hacer lo que quiere. Empezó a pedirle la llave nuevamente, porque sino iba a escaparse trepándose la reja, lo cual no podía hacer pero algo iba a inventar. Le dije que no lo iba a hacer.

Cuando la etapa de furia no sirve, empiezan las amenazas. Que no me iba a hablar más, que le iba a contar cosas de mí a mi ex (como si fuera a causarme algún problema) y que iba a decirle a Milena que yo pensaba en ella y que me gustaba, cosa que tampoco me jodía y no demostré señal de debilidad alguna, se venía la otra etapa: meditación y reconciliación. Ella es muy expresiva a la hora de hablar, hace muchos gestos tanto con la cara como expresiones corporales, y cada movimiento, con bronca que hacía, hacía que su conchita me fuera acariciando más y más la pija. Lo sentía y lo pensaba de esa manera, pero no podía pensar así de mi hermana.

– Me voy a calmar un poquito, pero necesito que me des la llave, quiero salir. Es finde. No me quiero quedar acá por favor. –
– Si estuvieran los viejos, ¿hubieses hecho todo este quilombo? – le dije y empezó a hacerme un gesto con la cara que no conocía. – ¿Entonces...? ¿Por qué a mí sí y a ellos no? Tengo la misma responsabilidad sobre vos ahora mismo, perdón, Belu. –
– ¡Sos un imbécil, te odio! ¡¿Qué clase de hermano sos que no me apoyás en lo que necesito?! –

Ese gesto que no reconocía era una etapa nueva: llorar y rendirse, suponía. Me gritó eso llorando, y pegándome una trompada que sabía que si quería realmente pegarme más fuerte, lo hacía; y se fue reventando la puerta al cerrarla. La dejé porque la conocía, teníamos el mismo carácter así que en cierto modo conocía cómo tratarla. Me sentí realmente una mierda porque quería que saliera, que se juntara con Mile pero los padres de ella la iban a delatar si la llegaban a ver en la casa.

Pasadas algunas horas, bajé para hacer algo de comer. Intenté que fuera algo que reconciliara el momento con mi hermana así que le hice su comida favorita... hamburguesas. Con las dos hamburguesas listas, fui hasta su habitación, la única habitación de la casa a la que prácticamente recurría una vez al mes si era demasiado necesario. Toqué la puerta varias veces pero no obtuve respuesta así que decidí pasar; estaba todo completamente oscuro, me hice camino hasta la cama de mi hermana con el celular.

Me llevé puesto un par de cosas en el camino que jamás supe que fueron hasta que prendí la luz luego cuando salí, y mayor fue mi sorpresa cuando la primera cosa que ilumino al llegar a su cama era su hermosa cola descubierta entre las sábanas. Eran incontables la cantidad de veces que la vi en bikini en verano, y me parecía obviamente lo más normal pero ¿por qué esta vez era distinto? Sentía mi pija latir, una y otra vez como un corazón agitado; y poco a poco se iba endureciendo.

Me estaba excitando con la cola de mi hermana, que no era para menos esos preciosos y redondos cachetes y una bombachita pequeña rosa que los separaba; ni que hablar del bultito que se le marcaba un poquito más adelante por sus labios vaginales apretaditos en la tela. No podía despertarla y que supiera que estuve ahí mirándola así que sutilmente intenté taparla, dejé que las sábanas cubrieran esa hermosa cola y luego de un minuto, empecé a despertarla.

Cuando me vio, no dudó en girarse para no verme y pedirme que me fuera, lo cual era normal pero el olor a la hamburguesa la hizo reaccionar. Me causó gracia que con comida pudiera solucionar esta situación, por lo menos temporalmente. Se sentó en su cama apoyándose contra una almohada y prendió el velador de su mesita, donde estaban las hamburguesas. No dudó en tomar una y meterle un mordisco. Me gustaban ese tipo de cosas de ella, que a pesar de ser la niña de la casa, mi hermana y toda una mujer... hacía cosas como comer en la cama y no quejarse de que su habitación oliera al típico puesto de comida que te encontrás en alguna esquina. Se terminó la primer hamburguesa sin dirigirnos la palabra, solo mirábamos ridículamente las cosas de alrededor de su habitación hasta que terminara.

– Tenías razón... si iba a lo de Mile, sus papás le iban a contar a papi y mami. – me dijo más serena y todavía saboreando la hamburguesa.
– ¿Creés realmente que lo hacía porque no quería? Por mí quedate el finde entero con ella, pero me dijeron que no podías y... – y se abalanzó sobre mí para abrazarme.
– Gracias por no odiarme, soy la peor. Te amo. – me dijo entre lágrimas.

Nos quedamos un buen rato abrazados, la sentía a ella llorar, probablemente arrepentida por lo que me dijo, era la primera vez que la veía así. Con el impulso desde su cama, se quedó arrodillada sobre su colchón frente a mí... y a pesar del frágil y sensible momento, mi mente no pudo evitar el observar por encima de su hombro las dos montañitas que formaban su preciosa cola y la bombacha que pasaba justo por la mitad.

Cuando paró de llorar, se levantó y se puso un short que había tirado en el piso y con hamburguesa en mano, nos fuimos a terminar de cenar abajo, ver una peli y quedarnos casi dormidos en el sillón de la sala. Mañana iba a ser un día distinto, ella afuera, yo más tranquilo en casa estudiando, como cualquier otro día y todo lo que pasó se iba a olvidar.

La fui a despertar al mediodía para almorzar algo, y le dejé su llave al lado del plato con la comida. Su cara era otra, estaba feliz y volví a recibir ese abrazo acompañado de un beso esta vez en el cachete. Comió enérgica y era la Belén que todos conocíamos. No tardó en irse a de lo de Mile, vivía en diagonal a nuestra casa y yo me quedé parte de la tarde estudiando y en la PC.

Casi al anochecer, mi hermana volvía con todas las pilas a casa diciéndome que se iba a la fiesta de no sé quién, y no podía impedirle que fuera, su día de castigo ya lo había cumplido así que no le dije nada, que fuera tranquila y que no volviera en pedo, me respondía que no con una sonrisa. Mientras me explicaba a dónde se iba, suena el timbre. Atiendo y era Milena, preciosa como de costumbre aunque con un gesto en la cara extraño. – ¿Hoy la dejás salir, papi? – me dijo en un tono irónico por lo que había ocurrido el día anterior. Solo sonreí.

Se prepararon ambas, estaban las dos preciosas con esos vestidos cortos y ajustados al cuerpo. Las tetas y cola de Milena sobresalían, parecía que el vestido iba a explotar y mi hermana no se quedaba atrás con sus encantos. Se despidieron ambas y me quedé en casa jugando en la PC y mirando unas películas. Ni me preocupé por mi hermana, sabía que iba a estar bien, no me hice problema en absoluto.

Eran alrededor de las cuatro de la mañana cuando me quedé dormido en el sillón de mi habitación y un ruido en la casa me despertó. La puerta de la habitación de mi hermana estaba abierta y veía la luz salir de ahí. Me asomé y estaba el vestido de ella tirado en el piso, un corpiño y algunas que otras pavadas más y sentía risas venir desde el baño. Me adentré y me acerqué a la puerta que estaba cerrada y le grité preguntándole si estaba bien y sentí la voz de Milena. No entendía lo que estaba sucediendo y seguía haciendo preguntas, no recibía respuesta alguna de ninguna de las dos. – ¡Pasá, bobo! – sentí a mi hermana decir. Entré con la mano en los ojos, y Milena se reía. – Miranos Julián. – me dijo y eso hice.

Mi primer estímulo fue una erección que parecía que me habían inyectado nitroglicerina en la poronga. Mi hermana y Milena prácticamente desnudas y abrazándose, sus tetas se rozaban una con la otra, no podía creer lo que estaba viendo. – ¡Sacanos fotos, Juli! – me dijo mi hermana acariciándose las tetas y apuntándome el celular con la mirada. Ella me excitaba, la veía partible, estaba prácticamente desnuda frente a mis ojos con su mejor amiga pero no dejaba de ser mi hermana y obviamente estaba hasta la cabeza de chupada.

– Yo chicas... me voy, las dejo que sigan jugando... –
– ¡No, Juli, no seas malo! – me dijo Milena haciéndome pucherito.
– No seas tonto, vení acá y sacanos fotitos. – insistía mi hermana.
– Uh, bueno. – acepté y rogaba que al otro día ellas no recordaran nada.
– Aparte queremos jugar con vos, no solitas. – me decía Milena.

Les di la espalda por unos segundos para buscar el celular y de paso acomodarme la verga dentro del pantalón, las sentía a ellas reír. No sabía qué carajo estaba haciendo dentro de ese baño con mi hermana y su amiga desnudas. Me di vuelta apuntando ya con la cámara y las vi a ambas dándose un beso, Milena tocándole la cola a mi hermana y ella una teta a su amiga. Cuando me miraron se separaron y sonrieron, ambas abrazadas; Milena ya desnuda y mi hermana tapando su cola y la de Milena con el camisón que usaba normalmente cuando salía de bañarse.

• Mi hermanita juguetona.

Saqué un par con ellas sonriéndome contentas por lo que hacían, los pezones de mi hermanita se rozaban con los de Milena, sus tetas eran más grandes de lo que me imaginaba y mi hermana, era la primera vez en tanto tiempo que le veía sus tetitas, preciosas de igual manera más allá del tamaño. Se dieron un par de picos tímidos, seguramente por mi presencia. Mi hermana es ¿lesbiana? Yo no lo sabía, o quizá era por el alcohol. Milena tomó el camisón que cubría a mi hermana y de un tirón lo dejó en el piso. Ella me miró vergonzosa, cruzamos unas miradas distintas pero se dejó llevar por la situación y el apoyo de su amiguita. – Es tu hermanito, en casa sos una dulzura... ¿y acá estás timidona? – le dijo Milena dándole una palmadita en la cola. Se miraron, se dieron un beso y me sonrieron tocándose todas.

fotos

Se acariciaban suavemente y recorrían cada rincón de sus cuerpos una a la otra, lo hacían sin sorpresas, como si fuera algo de todos los días. Notaba a Milena que tenía fascinación por la colita de mi hermana y ella obsesionada con las tetas de su amiga. Yo estaba duro, pasmado; por momentos entendía lo que hacía y por otros pensaba que estaba viviendo el mejor sueño de mis veintitrés años de vida.

Entre risas, mi hermana giraba el cuerpo de Milena. – Mostrate vos ahora, que a vos te gusta. – le dijo mi hermanita juguetona, dejándome a la vista la cola de Milena y lo que me puso al palo de una vez por todas, el pubis peludito de mi hermana de fondo y por supuesto la exquisita cola de Milena, podía ver los labios de su conchita y el agujerito de la cola que me tentaban a besárselo, hacerme dueño de ese cuerpo.

lesbiana

El dedito de mi hermana le acariciaba suavemente el ano a Milena que la notaba gemir suavemente. Y de un movimiento sorpresivo, ella agarró a mi hermanita desde sus brazos – ¡Mostrale a tu hermanito esa colita! – y mi hermana con un grito de vergüenza se giró. No la notaba tanto como a la de Milena hasta que ella la retó. – Usa las manitos, estirate los cachetitos, perrita. – le dijo ella apoyando cada mano sobre cada cachete de la cola de mi hermana y Belén igual, estiró ambos cachetes para dejarme al descubierto su pequeño ano que, lo prohibido me podía, me la imaginaba cogiéndomela salvajemente, estaba tan preciosa, tan vulnerable, tan niña.

ducha

Sin perder más el tiempo, se metieron a la ducha. Milena se ataba el pelo, me dejaba sus tetas totalmente descubiertas, hermosas y lo mismo mi hermanita que me sonreía tímidamente al verla completamente desnuda. El agua acariciaba sus cuerpitos adolescentes hirviendo por la situación y Milena se las ingeniaba para siempre dejar a Belu expuesta a mi mirada, a ella la inhibía pero al mismo tiempo la calentaba más saber que se mostraba desnudita ante mi mirada.

amiga

incesto

Seguían jugando bajo la ducha y yo seguía parado en el baño mirándolas chapotear como niñas. Los besos seguían sin cesar, las caricias constantes y poses exageradas para que yo les siguiera sacando fotos tras fotos. Por momentos lo olvidaba, verlas a ambas, en especial a mi hermanita así hacía que me olvide de dónde estaba parado y qué hacía existiendo sobre la Tierra. Reían como niñas jugando con muñecas y empezaban a interactuar conmigo también. – ¡Dale fotógrafo! ¿Estas tomas no te convencen para unas fotitos? – me decía Milena apoyando su pierna sobre la tina y exponiéndome toda su concha para unas fotos.

hermana

familia

Mi hermana la miraba a ella disfrutando de exponerme la cola de esa manera, mostrándome su conchita bien mojada por el agua. Siento que por momentos se sintió con menos protagonismo y me lo hizo saber. – ¡Yo, yo! ¡Yo también quiero fotos, hermanito! – me dijo ella con una voz que desconocía totalmente, una voz aniñada que me derretía. Milena se acomodó y me hizo una seña con los ojos de que le prestara atención a ella. – ¡Qué hermosa colita! – le dijo Milena dándole una palmada y mi hermanita se abría nuevamente los cachetes para que le sacara una foto. Ese agujerito cerrado, pequeño y la conchita de mi hermana me tenían insanamente sacado.

• Mi hermanita juguetona.

Empezaron a jugar con el jabón líquido. Mi hermana inició todo poniéndose detrás de Milena con la botella en mano y dejando caer el jabón entre medio de sus grandes tetas. – Parece lechita... – le dijo Milena al oído y mirándome de reojo. Me sonreían y vi apropiado sacar la foto. El cuerpo de Mile era excepcional, de otro mundo.

fotos

Se siguieron abrazando, toqueteando de punta a punta, besándose y lamiéndose completamente todo. No me interesaba no participar directamente en las caricias, mirarlas a las dos en acción disfrutando tanto de lo que hacían era todo un placer, un sueño. Esta vez, con la idea de poder quedarme con las fotos de alguna manera, saqué más y más, todas las que podía ya que mis modelitos estaban felices de la situación.

lesbiana

ducha

Se enjabonaron el cuerpo entero, ayudándose una a la otra para bañarse. Yo me quedé apoyado contra la pared del baño y las observaba detalladamente. Se tenían toda la confianza, la veía a mi hermana recorrer todo el cuerpo de Milena, le acariciaba con exquisita delicadeza los labios de la conchita y ella lo disfrutaba, se notaba en su mirada y rotaban. Verla a Milena acariciarle la conchita, la cola, las tetas a mi hermana era un calvario. El agua tibia, sus cuerpos y mi calentura hacían del baño un sauna. Por momentos se miraban, se hablaban en secreto y me miraban cosa que me importaba poco porque yo estaba concentrado en sus preciosos cuerpos. – ¡Fotito, Juli, esta te la regalamos! – me dijo mi hermana y ambas se inclinaron un poco dejando sus hermosos culos. Empezaron con unos besos mientras me mostraban, se estiraban los cachetes para que no me perdiera ningún detalle.

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incesto

Tomé un par de fotos de ese épico momento. Lo que hubiese sido tener esas dos colitas para coger era el sueño de cualquier flaco sobre la faz de la Tierra. Luego de esa pose y ese momento especial, mi hermana cerró el agua de la ducha y las veía a ambas salir. Milena la ayudaba a mi hermana a secarse pasándole una toalla por su conchita, ella sonreía, le hacía cosquillas. Yo seguía ahí parado mirándolas y disfrutando.

hermana

Pasaron al lado mío mirándome ambas de una forma muy extraña. Milena enganchó su mano en el cuello de mi remera y me llevó con ellas. Mi hermana buscaba su ropa en sus respectivos cajones y Milena dentro de una mochila en el piso. Se agachó para buscarla dejándome a propósito todo su ojete a mi disposición, me imaginaba embistiendo esa colita, pero qué lejos me veía si estas dos eran lesbianas. Se puso una tanga muy finita rosa, y se acercó a mi hermanita que la ayudó a ponerse una bombachita chiquita blanca, dándole otra palmada en la cola y mordiéndosela.

Ambas se miraban y reían, mi hermanita por su parte me saludó dando un salto hacia su cama luego de otra nueva nalgada de parte de Milena, se iba a acostar así nomás sin nada. Milena por su parte, apagó la luz principal de la habitación y se acostó al lado de mi hermana en su cama, yo seguía ahí parado como una estatua esperando alguna indicación...

– Bueno Juli... ya te enteraste de suficiente. – me dijo ella tapándose y tapando a mi hermana.
– Demasiado... – les dije yo por todo el show que habían hecho.
– No vuelvas a dejar a mi gatita acá encerrada. – me dijo fingiendo una carita de enojada y furiosa por lo que había hecho. – ¿Mañana nos hacés el desayuno? –
– Veré... – le dije sonriendo y me iba de la habitación, sabía que ya no tenía que estar ahí.
– Julián... – me dijo ella y me di vuelta a verla.
– Mi lechita, mi rica lechita... con dos de chocolatada y dos de azúcar por favor... – me dijo con una voz que alimentaba mi lujuria. – Y me gustan las que tienen dulce de leche. – me sonreía.

Notaba que no se quedaba quieta y mi hermana la miraba fijamente a la cara, ella me miraba a mí con esos ojos penetrantes y paralizantes. – Para que no te olvides que con tu hermanita queremos un rico desayuno. – me dijo y me tiró con algo al cuerpo. Estiré lo que tenía y era la tanga que se había puesto hace unos segundos frente a mis ojos; rosa, pequeña y calentita, había estado hace milésimas metida entre medio de ese precioso ojete.

– ¿Dos de azúcar y dos de chocolatada entonces? – le repetí.
– Por favor... – y me tiró un beso desde lo lejos.



Fuente de información: el contenido escrito es de mi autoría; no así el contenido gráfico, las fotos no me pertenecen.
Simple aficionado por la escritura. Cualquier tipo de comentario, opinión o crítica será más que bienvenida.


¡SPOILER! (selecciona el texto escrito en blanco luego de la flecha para leer) → El relato no es real, es total y completamente de mi imaginación.

13 comentarios - • Mi hermanita juguetona.

marbimarbi
Muy bien relatado, bien calentito.
Niwo_55
¡Wow! Imprecionante, si no hubiera tenido el mensaje al ultimo, no me hubiera enterado que era ficcion. Muy bien relatado, te felicito.
JDano10122
Wow si que sabes hacer buenas historias.
ren6o
Muy bueno. Buen laburo. Van puntines.
netorecc
Me imagino que continúa porfavooor je
Omralay
Gracias por compartir. Van puntos
eldanus
buenisimo tu relato van 10 puntos
jorvac164
Sin palabras!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!.Van 10!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ffll22
infernales las nenus