Para templar el mal carácter de mi madre se me ocurre buscarla un buen polvo. Gracias a un amigo pongo en práctica la idea con unos resultados interesantes.
**************************************
Contaba yo 18 años, a punto de cumplir 19 cuando lo que voy a contar comenzó, para ser justos yo lo empecé. Me llamo Manuel, soy un chico normal de un barrio del sur de Madrid. Mi padre Juan José, de cuarenta y cinco trabaja para el ministerio de Hacienda, por ello en el barrio levanta ciertas simpatías, como suele pasar todo el mundo le ve como el enemigo. En realidad mi padre es un buen hombre, un funcionario de oficina, algo regordete y con una coronilla calva que amenaza con conquistar toda su cabeza. Mi madre, María, es muy distinta a él, es ama de casa, de cuarenta, una mujer guapa, rubia teñida, con las raíces morenas, de ojos verdes, bajita y con muchas curvas, hablando en plata tiene unas tetas y un culo inmensos. De puertas para afuera es una mujer amable, correcta en el trato, si bien en casa saca a relucir un carácter, que da un poco de miedo, es una sargento. Fue esto último el principal motivo que me llevó a cometer una locura tras otra.
Me cayó una bronca terrible por volver a las seis de la mañana un sábado, estaba en un estado de semiconsciencia mientras mi madre me seguía por el pasillo poniendo el grito en el cielo. Entré al baño para vomitar y continué escuchándole vociferar, mi padre trataba de calmarle. Cuando llegué a mi cuarto y cerré la puerta tras de mí, ella aporreó y me dejó claro que no había terminado, que me preparase para una resaca infernal acompañada de más reproches por su parte. Me desplomé en la cama, y me pareció un logro no morir al tocar el colchón. Cerré los ojos para empezar a buscar el sueño, entonces lo escuché, al otro lado de la pared, en la habitación de mis padres. El cabecero de su cama coincide con el mío, mi madre aun se quejaba de mi actitud frente a la vida, la voz de mi padre era débil, pero el mero tono dejaba claro lo que el buen hombre decía en susurros. Con los ojos aun cerrados me reí, procurando no hacer ruido, mi padre intentaba tener suerte con mi madre, con el humor de que ella estaba la respuesta no me sorprendió. Le mandó a freír espárragos.
Las malas ideas que me abordaron las atribuyo al alcohol, su puesta en práctica a que soy idiota. Allí en mi lecho de muerte, con mi madre rechazando a mi viejo se me vino a la cabeza la causa de todo su mal carácter: le hacía falta un buen polvo. Mi padre bueno, él no era, o al menos no aparentaba, ser un amante consumado. Ella necesitaba un macho, un hombre con más cojones que ella, que la diese lo suyo y templase esa mala leche que se gastaba. Lo peor de este planteamiento alcohólico no fue sino que empecé a pensar en candidatos, tipos de mi rutina, hombres del barrio, incluso algún colega. En una nube de rostros que se follaban a mi madre me quedé dormido. No recuerdo que soñé, solo la terrible resaca, los ojos apretados intentando filtrar la luz, taparme los oídos para mitigar las voces de mi madre y la constante sensación de mareo.
Aquel sábado infernal coleó en mi mente mucho tiempo, y un día terminé confesando todo a un colega del instituto. Javito, repetidor, me pasaba el porro mientras se descojonaba de mi historia, llegué a decirle que había pensado en él y casi se atraganta con una calada. Aun con todo me daba la razón en mi planteamiento, los dos éramos igual de idiotas, y nos habíamos pirado las dos últimas horas de clase.
- Ya te digo yo que sí, un buen polvo le calmaría.- Dio otra calada.- Qué si tan interesados estás voy ahora para tu casa y...- Se aguantó la risa cuanto pudo pero finalmente estalló en una carcajada.
- Como que ibas a tener alguna opción, mi madre te tiene enfilado.- Me uní a su risa.- Le metes ficha y te arranca la cabeza.- Le di un golpe en el brazo para que me pasara el porro.
- Si tan necesitada está me bastan dos palabras para tenerla de rodillas.- Fardó y se dejó caer en el banco del desierto parque en que nos encontrábamos.
- Yo no he dicho que este necesitada, he dicho que la hace falta un buen meneo.- Puntualicé, empujado por la verborrea del momento.
- ¿Hace cuanto que no follan tus padres?- Me soltó Javito a bocajarro.
- Joder no sé, la verdad es que diría que bastante.- Concedí.
- Pues entonces ella está necesitada, y te digo yo que con dos palabras me la follo.- En ese momento empecé a plantearme realmente la propuesta de Javito, que en realidad era mía.
- ¿Venga cuáles son esas dos palabras mágicas?- Me moría de curiosidad.
- De rodillas puta.- Soltó y no pude evitar reírme a carcajadas.
- Son tres imbécil.- Javito se puso a contar con los dedos.- Y lo único que lograrías con eso sería que mi madre te diese una hostia.
- No creo, yo a tu madre le se manejar. ¿Qué te apuestas?- Javito era un chulo, y me apeteció seguirle el rollo.
- Lo que quieras, cincuenta euros.- Me parecía una cantidad razonables.- En cualquier caso yo gano, si tan bueno eres ella dejará de estar de mala leche y si no me llevo cincuenta pavos.- Me acercó su mano y se la estreché cerrando el trato.
- Pues te vas a enterar.- Se levantó y empezó a andar.
- ¿A dónde vas?- Le pregunté tras una carrerita para alcanzarle.
- A tirarme a tu madre, ¿o prefieres que me pase por allí cuando este tu padre?
Debía estar más colocado de lo que creía porque el plan me parecía perfecto desde cualquier ángulo. Le seguí hasta mi portal, e ningún momento hizo un gesto de duda, el cabrón estaba envalentonado por el porro, supuse. Llamó al portero automático, mi madre contestó, a regañadientes le abrió. Subí con él, y me quedé en el último descansillo de la escalera antes de llegar a nuestro piso. Tocó el timbre, mi madre le abrió y yo escuché la conversación desde abajo, aguantándome la risa.
- Me ha dicho Manu, que se ha dejado un cuaderno que si se lo podía llevar.- Empezó Javito, su voz temblaba un poco.
- ¿Dónde se lo ha dejado?- Le preguntó ella, con un tono seco, era cierto que no le caía bien.
- No sé, déjame pasar y lo miro.- Continuó él.
- Déjeme, dirás.- Ya estaba marcándole territorio.- Pasa, y no me hagas perder el tiempo.
Entraron y cerraron la puerta tras de sí. Con cuidado abrí yo unos segundos después. Me fui hasta mi cuarto para encontrarme a Javito allí haciendo que rebuscaba entre mis cosas, oía a mi madre en la cocina. Le hice gestos poniendo en duda su valor y escuché como ella se acercaba, me metí detrás de la puerta.
- ¿Lo has encontrado?- Le preguntó.
- Sí, sí.- Medio asomado vi como movía un cuaderno en su mano.
- Pues andando, que tu también deberías estar en clase.
Javito me lanzó una mirada antes de irse y yo se la devolví burlona. Salió de mi habitación siguiendo a mi madre. Yo me preparé para salir cuando no hubiese moros en la costa, pero mi amigo me sorprendió con un arrebato de valor.
- De rodillas puta.- Le escuché desde el pasillo, la voz aun le temblaba un poco.
- ¿Cómo has dicho?- Mi madre elevó el tono.
- De rodillas puta.- Esta vez sonó más convencido.- Vamos, que se te nota las ganas de un buen polvo, guarra.
Yo pensaba que perdía a mi amigo en ese instante. Me asomé con cuidado para ver como mi madre recortaba la distancia con él rápidamente. Ella vestía con unas mallas de licra negras que marcaban toda la rotundidad de sus piernas y su culo, llevaba una camiseta vieja, de propaganda, y el delantal para completar el modelito de ama de casa castiza. Se paró frente a Javito, le llegaba por el pecho, parecía enfadadísima.
- Repítemelo.- Le miraba directamente a los ojos, yo iba a ganar cincuenta euros de un momento a otro.
- Que te arrodilles y me comas la polla, puta maruja.- Le espetó él.
- ¿Eres todo un machote, verdad?- El tono de mi madre cambió, nunca la había oído hablar así.- Tan grande, y tan mayor, con esa pelusilla que te sale.- Le acarició la barba de tres días, la nueva actitud de mi madre descolocó a Javi.- Qué pasa, ¿te ha comido la lengua el gato? Menudo crio estás hecho todo boquilla, por un momento he pensado que ibas en serio, y que me habías calado.
Ella se dio la vuelta y volvió a avanzar por el pasillo, esta vez más despacio. Mi amigo dejó caer el cuaderno y le dio alcance.
- Quieres un macho, pues vas a tener uno.- Improvisando, algo nervioso Javito le agarró el culo con las dos manos.
- A ver si es cierto.- Ella se giró y le cogió el paquete.- Pues parece que sí que eres un macho.- Le frotó la entrepierna, y aunque no podía verlo estoy seguro que él empezaba a tener un buen bulto ahí.- Un par de cosas antes de empezar, esto no se lo cuentas a nadie, sin tonterías,- me dio la impresión de que apretaba con fuerza- y más te vale estar a la altura de tus palabras, follame bien.
- Te voy a follar como a una perra.- En ese momento me di cuenta que mi amigo se había olvidado de que yo estaba allí.
Desató con prisa y torpeza el nudo del delantal de mi madre, lo arrojó a un lado. Entonces fue a por la camiseta, vieja y de mala calidad, la rasgó sin inmutarse, las tetas de mi madre quedaron al aire, aun confinadas por un sujetador blanco. Ese fue el siguiente objetivo de mi amigo, sus manos fueron a las copas, agarraron con fuerza carne y tela, y las vaciaron. La enormes tetas de mi madre por fin quedaron al aire, enmarcadas pro el sujetados aun abrochado que ella se ocupó de soltar. Si bien mientras se peleaba con el cierre, y para ponerle las cosa más difíciles Javito se lanzó a comerle una de aquellas ubres, se encaramó como un ternero. El pezón moreno, que como su homólogo hacía un preciosos contraste con la piel clara de ella, desapareció en la boca de él. Mi madre dejó escapar unos gemidos de placer, y fue incapaz de alcanzar su espalda para librase de la atadura del sostén. En esto de no ayudar mi amigo empezó a jugar con el pecho libre, apretándolo, exprimiéndolo, estirando del pezón, erecto, hacía el techo. El deleite de Javito me dejó clara la plasticidad de los senos de mi madre, así como su rotundo tamaño, también que eran zonas especialmente erógenas para ella, a juzgar por el coro de gimoteos de placer que llevaba emitiendo desde hacía un rato. Por fin se libró del sujetador y se entregó por completo a su amante, este había cambiado su boca de lado, ahora ella le acariciaba con la izquierda la cabeza mientras la derecha se abría camino bajo el pantalón de él. Siguieron enganchados en mitad el pasillo, yo desde mi cuarto agazapado espiando, ella echada hacía atrás sujeta solo por mi amigo, él había sobado y salivado cada palmo de sus tetas y aun parecía querer más.
Apoyó a mi madre contra la pared y se agachó frente a ella. No paré lo que estaba sucediendo por la actitud que mostraba mi madre, sumisa, calmada y caliente, al menos dos de las tres cosas me beneficiaban, y la tercera parecía beneficiar y mucho a mi amigo. Además yo había incitado aquello, que demonios lo mismo funcionaba. Javi se arrodilló, aun agarraba las tetas de mi madre, le tenían encandilado. Cuando por fin las soltó fue para bajarle a ella las mallas, expuso unas bragas blancas a juego con el sujetador. Ella levantó una pierna y después otra para librarse de las mallas del todo, y cuando él se disponía a quitarle las bragas le detuvo.
- Estoy un poco peludita machote, ¿eso te gusta?- Seguía coqueteando con voz de puta.
- Peludo o calvo te voy a comer todo el coño a base de bien.- La respuesta de Javito le gusto mucho.
Se deshicieron de ese último obstáculo y emergió al fin una matita de bello negro y rizado entre las piernas de mi madre. Solo pude imaginarme la fragancia de hembra que emanaba de allí, Javito por su parte dio una sonora respiración captando cada matiz de ese aroma. Empezó con los dedos, sin piedad se los clavó, con su mano derecha vertical, hacia arriba, casi levanta a mi madre de la fuerza. La masturbaba con violencia, ella gemía como loca, le pedía más. Le pidió que le comiese el coño y eso hizo él. Hundió su cara entre sus piernas, yo pude ver como llevaba la lengua fuera desde antes de llegar, como un perro acalorado. Mi madre gritaba con tanta fuerza como cuando me abroncaba, eso no le bastaba, se puso a mover las caderas hacía delante y atrás, su culo chocaba contra la pared haciendo ruido. Parecía estar follándose la cabeza de mi amigo, que vicio tenía, estaba en efecto necesitada. Cuando tuvo suficiente no se cortó en anunciarlo a todo volumen.
- ¡Me corro, me corro, machote sigue, me corroooooooooooooo...!- Cuando Javito apartó la cabeza la humedad era palpable en su entrepierna y esta vez el olor me llegó a mí.
- Ahora te toca a ti.- Dijo mi amigo, reparó entonces en mí y añadió:- De rodillas puta.
Se levantó Javito y ella se deslizó con la espalda pegada a la pared, hasta quedar en cuclillas frente a él. Él ya se estaba quitando los pantalones y dejando a la vista una polla bastante dura ya. Era grande, las cosas como son, el cabrón de mi amigo montaba un buen manubrio y esto no solo lo pensaba yo.
- ¡Qué pedazo pollón!- Exclamó mi madre sujetándolo con una mano y midiéndolo a palmos con la otra.- Qué te dan para comer, joder.
- ¿Qué pasa que tu marido la tiene pequeña?- Le preguntó Javito animándole y girándose para que yo tuviese mejor visual, aquello me fastidió un poco.
- ¿Pequeña?, lo de ese no se puede ni considera una polla, encima no se la he visto así de dura nunca.- Tiró de la cabeza circuncidada y gorda hacia abajo y esta volvió a su posición como un muelle.- Me muero de ganas de que me folles con esto, pero primero te voy a hacer una mamada que te vas a caer de culo.
Javito fue a darle la réplica, pero antes de que pudiese abrir la boca mi madre ya se había llenado la suya con el glande y un par de dedos más de su polla. Se le hincharon los carrillos un tanto y emitió un sonido de gusto con la boca llena. No dejaba de masturbarle mientras se esmeraba en chupar a base de bien la cabeza del rabo de mi colega. Javito se echaba hacia atrás disfrutando de los lengüetazos de mi madre. Ella empezó a poner a prueba su garganta avanzando con ganas sobre la polla de él. Llegó más allá de la mitad y siguió ganando terreno a la carne.
- Que polla más rica tienes.- Descansó un segundo y después pasó a sus huevos. Los chupó con cuidado.- Que pedazo cojones te gastas cabrón.
- Pedazo viciosa estás hecha, ya lo sabía yo. Si se lo he dicho a...- Javito se quedó un segundo cortado, y mi madre le miró extrañada.- Levanta que te voy a dar lo tuyo.
Le ayudó a ponerse de pie, y le volvió de cara a la pared. Mi madre seguía dejándose hacer, le ofreció gustosa el culo. Javito agradeció el regalo con un azote que hizo temblar su enorme pandero. Se escupió en la polla y extendió la saliva, la apuntó a la entrada de su coño, ahora apenas veía un perfil de los dos. El cuerpo atlético de Javi se aplastó contra la redondez de mi madre, y esta quedó emparedada entre carne y pared. Soltó una especie de bufido mientras él se apretaba, se la estaba clavando, al fin recibía lo que tanto necesitaba. Javito empezó a mover las caderas adelante y atrás y una cascada de gemidos se sucedió, las piernas de mi madre temblaban ligeramente. Diez minutos le estuvo propinando profundas penetraciones que aplastaban sus tetas contra la pared. La follada se volvió frenética a continuación y duró más del doble hasta que el deseó les empezó a desbordar.
- ¿Soy un macho o no, puta?- Tiró de su pelo hacia atrás mientras sus cuerpos chocaban con un sonido húmedo.
- Sí joder, eres un buen macho.- Se besaron.- Que ganas tenía de que me cogiese por banda uno de verdad.- Se inclinó un poco ganando espacio con la pared, sus tetas ahora colgaban moviéndose armónicamente con las embestidas del otro.
- Menuda perra estás hecha, no me extraña que tengas tanta mala hostia, el coño lo tienes a estrenar.- Javito no para de aumentar el ritmo, le iba a partir, respiraba como un toro bravo.
- Calla y dame que estoy a punto.- Le obedeció.
Mi madre se corrió, en mitad del pasillo, por segunda vez. Javito la sacó a tiempo, soltó un par de corretones de semen denso sobre el culo y la espalada de ella. Se apoyó contra la otra pared, recuperando el aliento.
- Límpiame un poco María.- Su polla empezaba a decaer, se la sujetó en alto frente a mi madre.
- Te lo has ganado.- Se agachó y se puso a ello.- Esto sí que es follar, estás hecho un semental. Qué pena no tenerte más a mano.
- Tu tranquila, ya me pasaré cuando tu marido este currando.- La tomó por la cabeza para que volviese a la mamada.
- Ya veremos si te vuelvo a abrir la puerta, que la escusa de los apuntes no podía ser peor.- De una lamida le quitó los restos de semen que quedaban en la punta de su polla.- Porque te me has puesto chulo, si no te había mandado a la mierda cuando me has dicho que lo de "de rodillas puta".
- Te gustan los hombres de verdad, ¿eh?
- Pues claro, que te crees.- Se levantó.- Y a ti te gustan las tetas grandes.- Le seguía sujetando la polla. Miró el reloj.- ¿Cuanto tardas en volver a ponerte a tono?
- Contigo poco.- Le contestó él sonriente.
- Más te vale, que tengo que hacer la comida.
Se le llevó cogido de la polla a su cuarto. Yo estaba procesando lo que había pasado, me jodía deberle cincuenta euros a Javito, que se hubiese follado a mi madre no tanto, al fin y al cabo ella había puesto mucho de su parte y era todo idea mía. A los diez minutos me empezaron a llegar los primeros gemidos apagados de mi madre a través de la pared, otros diez y estaba claro que habían retomado la follada. Me marché entonces de casa y esperé en el parqué a mi colega, le había puesto en un mensaje que se pasase al terminar. Por allí apareció henchido de gloria y orgullo. Le dediqué un sarcástico aplauso.
- ¿Qué te había dicho?- Declaró con soberbia.
- Ya, bueno, podías haber esperado a que me fuese para ponerte al tema.
- Claro, y tú no haber mirado, ¿no serás un salido al que le va ese rollo?- No hice caso de la pregunta, lo cierto es que no me había excitado especialmente.
- Bueno a ver si ha funcionado, ya te diré.- Me encaminé a casa.
Entre con cierto recelo, me sorprendió escuchar a mi madre canturrear una canción que sonaba por la radio. Estaba de buen humor, de muy buen humor. Se mantuvo así un par de días, feliz y dulce tanto con mi padre como conmigo. Pronto se la pasó, volvió a tener su carácter quejoso y enfadado. Recurrí de nuevo a Javito, si algo funciona hay que seguir con ello, pero me dijo que no podía volver a visitar a mi madre, al menos por un tiempo, acababa de volver con su novia el cabrón. Conociendo de buena tinta la solución a mi problema me puse a buscar a otro macho para mi madre, y no tardé en encontrar un montón de candidatos posibles, de hecho confeccioné una lista. El próximo nombre llegará pronto.
**************************************
Contaba yo 18 años, a punto de cumplir 19 cuando lo que voy a contar comenzó, para ser justos yo lo empecé. Me llamo Manuel, soy un chico normal de un barrio del sur de Madrid. Mi padre Juan José, de cuarenta y cinco trabaja para el ministerio de Hacienda, por ello en el barrio levanta ciertas simpatías, como suele pasar todo el mundo le ve como el enemigo. En realidad mi padre es un buen hombre, un funcionario de oficina, algo regordete y con una coronilla calva que amenaza con conquistar toda su cabeza. Mi madre, María, es muy distinta a él, es ama de casa, de cuarenta, una mujer guapa, rubia teñida, con las raíces morenas, de ojos verdes, bajita y con muchas curvas, hablando en plata tiene unas tetas y un culo inmensos. De puertas para afuera es una mujer amable, correcta en el trato, si bien en casa saca a relucir un carácter, que da un poco de miedo, es una sargento. Fue esto último el principal motivo que me llevó a cometer una locura tras otra.
Me cayó una bronca terrible por volver a las seis de la mañana un sábado, estaba en un estado de semiconsciencia mientras mi madre me seguía por el pasillo poniendo el grito en el cielo. Entré al baño para vomitar y continué escuchándole vociferar, mi padre trataba de calmarle. Cuando llegué a mi cuarto y cerré la puerta tras de mí, ella aporreó y me dejó claro que no había terminado, que me preparase para una resaca infernal acompañada de más reproches por su parte. Me desplomé en la cama, y me pareció un logro no morir al tocar el colchón. Cerré los ojos para empezar a buscar el sueño, entonces lo escuché, al otro lado de la pared, en la habitación de mis padres. El cabecero de su cama coincide con el mío, mi madre aun se quejaba de mi actitud frente a la vida, la voz de mi padre era débil, pero el mero tono dejaba claro lo que el buen hombre decía en susurros. Con los ojos aun cerrados me reí, procurando no hacer ruido, mi padre intentaba tener suerte con mi madre, con el humor de que ella estaba la respuesta no me sorprendió. Le mandó a freír espárragos.
Las malas ideas que me abordaron las atribuyo al alcohol, su puesta en práctica a que soy idiota. Allí en mi lecho de muerte, con mi madre rechazando a mi viejo se me vino a la cabeza la causa de todo su mal carácter: le hacía falta un buen polvo. Mi padre bueno, él no era, o al menos no aparentaba, ser un amante consumado. Ella necesitaba un macho, un hombre con más cojones que ella, que la diese lo suyo y templase esa mala leche que se gastaba. Lo peor de este planteamiento alcohólico no fue sino que empecé a pensar en candidatos, tipos de mi rutina, hombres del barrio, incluso algún colega. En una nube de rostros que se follaban a mi madre me quedé dormido. No recuerdo que soñé, solo la terrible resaca, los ojos apretados intentando filtrar la luz, taparme los oídos para mitigar las voces de mi madre y la constante sensación de mareo.
Aquel sábado infernal coleó en mi mente mucho tiempo, y un día terminé confesando todo a un colega del instituto. Javito, repetidor, me pasaba el porro mientras se descojonaba de mi historia, llegué a decirle que había pensado en él y casi se atraganta con una calada. Aun con todo me daba la razón en mi planteamiento, los dos éramos igual de idiotas, y nos habíamos pirado las dos últimas horas de clase.
- Ya te digo yo que sí, un buen polvo le calmaría.- Dio otra calada.- Qué si tan interesados estás voy ahora para tu casa y...- Se aguantó la risa cuanto pudo pero finalmente estalló en una carcajada.
- Como que ibas a tener alguna opción, mi madre te tiene enfilado.- Me uní a su risa.- Le metes ficha y te arranca la cabeza.- Le di un golpe en el brazo para que me pasara el porro.
- Si tan necesitada está me bastan dos palabras para tenerla de rodillas.- Fardó y se dejó caer en el banco del desierto parque en que nos encontrábamos.
- Yo no he dicho que este necesitada, he dicho que la hace falta un buen meneo.- Puntualicé, empujado por la verborrea del momento.
- ¿Hace cuanto que no follan tus padres?- Me soltó Javito a bocajarro.
- Joder no sé, la verdad es que diría que bastante.- Concedí.
- Pues entonces ella está necesitada, y te digo yo que con dos palabras me la follo.- En ese momento empecé a plantearme realmente la propuesta de Javito, que en realidad era mía.
- ¿Venga cuáles son esas dos palabras mágicas?- Me moría de curiosidad.
- De rodillas puta.- Soltó y no pude evitar reírme a carcajadas.
- Son tres imbécil.- Javito se puso a contar con los dedos.- Y lo único que lograrías con eso sería que mi madre te diese una hostia.
- No creo, yo a tu madre le se manejar. ¿Qué te apuestas?- Javito era un chulo, y me apeteció seguirle el rollo.
- Lo que quieras, cincuenta euros.- Me parecía una cantidad razonables.- En cualquier caso yo gano, si tan bueno eres ella dejará de estar de mala leche y si no me llevo cincuenta pavos.- Me acercó su mano y se la estreché cerrando el trato.
- Pues te vas a enterar.- Se levantó y empezó a andar.
- ¿A dónde vas?- Le pregunté tras una carrerita para alcanzarle.
- A tirarme a tu madre, ¿o prefieres que me pase por allí cuando este tu padre?
Debía estar más colocado de lo que creía porque el plan me parecía perfecto desde cualquier ángulo. Le seguí hasta mi portal, e ningún momento hizo un gesto de duda, el cabrón estaba envalentonado por el porro, supuse. Llamó al portero automático, mi madre contestó, a regañadientes le abrió. Subí con él, y me quedé en el último descansillo de la escalera antes de llegar a nuestro piso. Tocó el timbre, mi madre le abrió y yo escuché la conversación desde abajo, aguantándome la risa.
- Me ha dicho Manu, que se ha dejado un cuaderno que si se lo podía llevar.- Empezó Javito, su voz temblaba un poco.
- ¿Dónde se lo ha dejado?- Le preguntó ella, con un tono seco, era cierto que no le caía bien.
- No sé, déjame pasar y lo miro.- Continuó él.
- Déjeme, dirás.- Ya estaba marcándole territorio.- Pasa, y no me hagas perder el tiempo.
Entraron y cerraron la puerta tras de sí. Con cuidado abrí yo unos segundos después. Me fui hasta mi cuarto para encontrarme a Javito allí haciendo que rebuscaba entre mis cosas, oía a mi madre en la cocina. Le hice gestos poniendo en duda su valor y escuché como ella se acercaba, me metí detrás de la puerta.
- ¿Lo has encontrado?- Le preguntó.
- Sí, sí.- Medio asomado vi como movía un cuaderno en su mano.
- Pues andando, que tu también deberías estar en clase.
Javito me lanzó una mirada antes de irse y yo se la devolví burlona. Salió de mi habitación siguiendo a mi madre. Yo me preparé para salir cuando no hubiese moros en la costa, pero mi amigo me sorprendió con un arrebato de valor.
- De rodillas puta.- Le escuché desde el pasillo, la voz aun le temblaba un poco.
- ¿Cómo has dicho?- Mi madre elevó el tono.
- De rodillas puta.- Esta vez sonó más convencido.- Vamos, que se te nota las ganas de un buen polvo, guarra.
Yo pensaba que perdía a mi amigo en ese instante. Me asomé con cuidado para ver como mi madre recortaba la distancia con él rápidamente. Ella vestía con unas mallas de licra negras que marcaban toda la rotundidad de sus piernas y su culo, llevaba una camiseta vieja, de propaganda, y el delantal para completar el modelito de ama de casa castiza. Se paró frente a Javito, le llegaba por el pecho, parecía enfadadísima.
- Repítemelo.- Le miraba directamente a los ojos, yo iba a ganar cincuenta euros de un momento a otro.
- Que te arrodilles y me comas la polla, puta maruja.- Le espetó él.
- ¿Eres todo un machote, verdad?- El tono de mi madre cambió, nunca la había oído hablar así.- Tan grande, y tan mayor, con esa pelusilla que te sale.- Le acarició la barba de tres días, la nueva actitud de mi madre descolocó a Javi.- Qué pasa, ¿te ha comido la lengua el gato? Menudo crio estás hecho todo boquilla, por un momento he pensado que ibas en serio, y que me habías calado.
Ella se dio la vuelta y volvió a avanzar por el pasillo, esta vez más despacio. Mi amigo dejó caer el cuaderno y le dio alcance.
- Quieres un macho, pues vas a tener uno.- Improvisando, algo nervioso Javito le agarró el culo con las dos manos.
- A ver si es cierto.- Ella se giró y le cogió el paquete.- Pues parece que sí que eres un macho.- Le frotó la entrepierna, y aunque no podía verlo estoy seguro que él empezaba a tener un buen bulto ahí.- Un par de cosas antes de empezar, esto no se lo cuentas a nadie, sin tonterías,- me dio la impresión de que apretaba con fuerza- y más te vale estar a la altura de tus palabras, follame bien.
- Te voy a follar como a una perra.- En ese momento me di cuenta que mi amigo se había olvidado de que yo estaba allí.
Desató con prisa y torpeza el nudo del delantal de mi madre, lo arrojó a un lado. Entonces fue a por la camiseta, vieja y de mala calidad, la rasgó sin inmutarse, las tetas de mi madre quedaron al aire, aun confinadas por un sujetador blanco. Ese fue el siguiente objetivo de mi amigo, sus manos fueron a las copas, agarraron con fuerza carne y tela, y las vaciaron. La enormes tetas de mi madre por fin quedaron al aire, enmarcadas pro el sujetados aun abrochado que ella se ocupó de soltar. Si bien mientras se peleaba con el cierre, y para ponerle las cosa más difíciles Javito se lanzó a comerle una de aquellas ubres, se encaramó como un ternero. El pezón moreno, que como su homólogo hacía un preciosos contraste con la piel clara de ella, desapareció en la boca de él. Mi madre dejó escapar unos gemidos de placer, y fue incapaz de alcanzar su espalda para librase de la atadura del sostén. En esto de no ayudar mi amigo empezó a jugar con el pecho libre, apretándolo, exprimiéndolo, estirando del pezón, erecto, hacía el techo. El deleite de Javito me dejó clara la plasticidad de los senos de mi madre, así como su rotundo tamaño, también que eran zonas especialmente erógenas para ella, a juzgar por el coro de gimoteos de placer que llevaba emitiendo desde hacía un rato. Por fin se libró del sujetador y se entregó por completo a su amante, este había cambiado su boca de lado, ahora ella le acariciaba con la izquierda la cabeza mientras la derecha se abría camino bajo el pantalón de él. Siguieron enganchados en mitad el pasillo, yo desde mi cuarto agazapado espiando, ella echada hacía atrás sujeta solo por mi amigo, él había sobado y salivado cada palmo de sus tetas y aun parecía querer más.
Apoyó a mi madre contra la pared y se agachó frente a ella. No paré lo que estaba sucediendo por la actitud que mostraba mi madre, sumisa, calmada y caliente, al menos dos de las tres cosas me beneficiaban, y la tercera parecía beneficiar y mucho a mi amigo. Además yo había incitado aquello, que demonios lo mismo funcionaba. Javi se arrodilló, aun agarraba las tetas de mi madre, le tenían encandilado. Cuando por fin las soltó fue para bajarle a ella las mallas, expuso unas bragas blancas a juego con el sujetador. Ella levantó una pierna y después otra para librarse de las mallas del todo, y cuando él se disponía a quitarle las bragas le detuvo.
- Estoy un poco peludita machote, ¿eso te gusta?- Seguía coqueteando con voz de puta.
- Peludo o calvo te voy a comer todo el coño a base de bien.- La respuesta de Javito le gusto mucho.
Se deshicieron de ese último obstáculo y emergió al fin una matita de bello negro y rizado entre las piernas de mi madre. Solo pude imaginarme la fragancia de hembra que emanaba de allí, Javito por su parte dio una sonora respiración captando cada matiz de ese aroma. Empezó con los dedos, sin piedad se los clavó, con su mano derecha vertical, hacia arriba, casi levanta a mi madre de la fuerza. La masturbaba con violencia, ella gemía como loca, le pedía más. Le pidió que le comiese el coño y eso hizo él. Hundió su cara entre sus piernas, yo pude ver como llevaba la lengua fuera desde antes de llegar, como un perro acalorado. Mi madre gritaba con tanta fuerza como cuando me abroncaba, eso no le bastaba, se puso a mover las caderas hacía delante y atrás, su culo chocaba contra la pared haciendo ruido. Parecía estar follándose la cabeza de mi amigo, que vicio tenía, estaba en efecto necesitada. Cuando tuvo suficiente no se cortó en anunciarlo a todo volumen.
- ¡Me corro, me corro, machote sigue, me corroooooooooooooo...!- Cuando Javito apartó la cabeza la humedad era palpable en su entrepierna y esta vez el olor me llegó a mí.
- Ahora te toca a ti.- Dijo mi amigo, reparó entonces en mí y añadió:- De rodillas puta.
Se levantó Javito y ella se deslizó con la espalda pegada a la pared, hasta quedar en cuclillas frente a él. Él ya se estaba quitando los pantalones y dejando a la vista una polla bastante dura ya. Era grande, las cosas como son, el cabrón de mi amigo montaba un buen manubrio y esto no solo lo pensaba yo.
- ¡Qué pedazo pollón!- Exclamó mi madre sujetándolo con una mano y midiéndolo a palmos con la otra.- Qué te dan para comer, joder.
- ¿Qué pasa que tu marido la tiene pequeña?- Le preguntó Javito animándole y girándose para que yo tuviese mejor visual, aquello me fastidió un poco.
- ¿Pequeña?, lo de ese no se puede ni considera una polla, encima no se la he visto así de dura nunca.- Tiró de la cabeza circuncidada y gorda hacia abajo y esta volvió a su posición como un muelle.- Me muero de ganas de que me folles con esto, pero primero te voy a hacer una mamada que te vas a caer de culo.
Javito fue a darle la réplica, pero antes de que pudiese abrir la boca mi madre ya se había llenado la suya con el glande y un par de dedos más de su polla. Se le hincharon los carrillos un tanto y emitió un sonido de gusto con la boca llena. No dejaba de masturbarle mientras se esmeraba en chupar a base de bien la cabeza del rabo de mi colega. Javito se echaba hacia atrás disfrutando de los lengüetazos de mi madre. Ella empezó a poner a prueba su garganta avanzando con ganas sobre la polla de él. Llegó más allá de la mitad y siguió ganando terreno a la carne.
- Que polla más rica tienes.- Descansó un segundo y después pasó a sus huevos. Los chupó con cuidado.- Que pedazo cojones te gastas cabrón.
- Pedazo viciosa estás hecha, ya lo sabía yo. Si se lo he dicho a...- Javito se quedó un segundo cortado, y mi madre le miró extrañada.- Levanta que te voy a dar lo tuyo.
Le ayudó a ponerse de pie, y le volvió de cara a la pared. Mi madre seguía dejándose hacer, le ofreció gustosa el culo. Javito agradeció el regalo con un azote que hizo temblar su enorme pandero. Se escupió en la polla y extendió la saliva, la apuntó a la entrada de su coño, ahora apenas veía un perfil de los dos. El cuerpo atlético de Javi se aplastó contra la redondez de mi madre, y esta quedó emparedada entre carne y pared. Soltó una especie de bufido mientras él se apretaba, se la estaba clavando, al fin recibía lo que tanto necesitaba. Javito empezó a mover las caderas adelante y atrás y una cascada de gemidos se sucedió, las piernas de mi madre temblaban ligeramente. Diez minutos le estuvo propinando profundas penetraciones que aplastaban sus tetas contra la pared. La follada se volvió frenética a continuación y duró más del doble hasta que el deseó les empezó a desbordar.
- ¿Soy un macho o no, puta?- Tiró de su pelo hacia atrás mientras sus cuerpos chocaban con un sonido húmedo.
- Sí joder, eres un buen macho.- Se besaron.- Que ganas tenía de que me cogiese por banda uno de verdad.- Se inclinó un poco ganando espacio con la pared, sus tetas ahora colgaban moviéndose armónicamente con las embestidas del otro.
- Menuda perra estás hecha, no me extraña que tengas tanta mala hostia, el coño lo tienes a estrenar.- Javito no para de aumentar el ritmo, le iba a partir, respiraba como un toro bravo.
- Calla y dame que estoy a punto.- Le obedeció.
Mi madre se corrió, en mitad del pasillo, por segunda vez. Javito la sacó a tiempo, soltó un par de corretones de semen denso sobre el culo y la espalada de ella. Se apoyó contra la otra pared, recuperando el aliento.
- Límpiame un poco María.- Su polla empezaba a decaer, se la sujetó en alto frente a mi madre.
- Te lo has ganado.- Se agachó y se puso a ello.- Esto sí que es follar, estás hecho un semental. Qué pena no tenerte más a mano.
- Tu tranquila, ya me pasaré cuando tu marido este currando.- La tomó por la cabeza para que volviese a la mamada.
- Ya veremos si te vuelvo a abrir la puerta, que la escusa de los apuntes no podía ser peor.- De una lamida le quitó los restos de semen que quedaban en la punta de su polla.- Porque te me has puesto chulo, si no te había mandado a la mierda cuando me has dicho que lo de "de rodillas puta".
- Te gustan los hombres de verdad, ¿eh?
- Pues claro, que te crees.- Se levantó.- Y a ti te gustan las tetas grandes.- Le seguía sujetando la polla. Miró el reloj.- ¿Cuanto tardas en volver a ponerte a tono?
- Contigo poco.- Le contestó él sonriente.
- Más te vale, que tengo que hacer la comida.
Se le llevó cogido de la polla a su cuarto. Yo estaba procesando lo que había pasado, me jodía deberle cincuenta euros a Javito, que se hubiese follado a mi madre no tanto, al fin y al cabo ella había puesto mucho de su parte y era todo idea mía. A los diez minutos me empezaron a llegar los primeros gemidos apagados de mi madre a través de la pared, otros diez y estaba claro que habían retomado la follada. Me marché entonces de casa y esperé en el parqué a mi colega, le había puesto en un mensaje que se pasase al terminar. Por allí apareció henchido de gloria y orgullo. Le dediqué un sarcástico aplauso.
- ¿Qué te había dicho?- Declaró con soberbia.
- Ya, bueno, podías haber esperado a que me fuese para ponerte al tema.
- Claro, y tú no haber mirado, ¿no serás un salido al que le va ese rollo?- No hice caso de la pregunta, lo cierto es que no me había excitado especialmente.
- Bueno a ver si ha funcionado, ya te diré.- Me encaminé a casa.
Entre con cierto recelo, me sorprendió escuchar a mi madre canturrear una canción que sonaba por la radio. Estaba de buen humor, de muy buen humor. Se mantuvo así un par de días, feliz y dulce tanto con mi padre como conmigo. Pronto se la pasó, volvió a tener su carácter quejoso y enfadado. Recurrí de nuevo a Javito, si algo funciona hay que seguir con ello, pero me dijo que no podía volver a visitar a mi madre, al menos por un tiempo, acababa de volver con su novia el cabrón. Conociendo de buena tinta la solución a mi problema me puse a buscar a otro macho para mi madre, y no tardé en encontrar un montón de candidatos posibles, de hecho confeccioné una lista. El próximo nombre llegará pronto.
2 comentarios - Buscando machos para mi madre