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La pija gruesa del negro que me da de vez en cuando (gay)

La pija gruesa del negro que me da de vez en cuando (gay)

La pija gruesa del negro que me da de vez en cuando (gay)

La pija gruesa del negro que me da de vez en cuando (gay)

La pija gruesa del negro que me da de vez en cuando (gay)

La pija gruesa del negro que me da de vez en cuando (gay)


Tremenda pija ¿no? Ya me ha tocado como 5 veces... conocí a este tipo que vive a una hora de mi casa y de vez en cuando trato de coordinar para verlo cuando ando pasando por ahí. ¡Pero qué pija! Gruesa y se mantiene re-dura. Y el tipo tiene un aguante... te cuento:

Esta vez que lo vi, al llegar lo abracé. Es un señor no muy atractivo y panzón... pero en ese abrazo enseguida sentí ese bulto apretando contra mi pancita ya que es más alto que yo. Le pedí permiso para pasar al baño y arreglarme y me dijo que claro... que tomara mi tiempo. Ahí dentro saqué dos botellitas de enema, y le hice una buena limpieza a mi culito. Luego me puse las medias y tanguita que se ven en las fotos.

Cuando salí, me miró y se mordió el labio de abajo y me dijo que me veía re-sexy. Me llevó a su pieza de la mano y me dijo que me subiera a su cama que era de las grandes. No tardó en quitarse la ropa y subirse también. Se acostó y vi que por una vez traía la verga flácida, así que me acerqué medio gateando y empecé a lamberle la punta de la verga justo por debajo del glande, y luego lamberla como paleta hasta empezar a besarla y succionarla con un poco de ritmo haciendo que entrara y saliera de mis labios hasta chuparla lo suficientemente fuerte como para metérmela entera a la boca. Pronto sentí cómo se hinchaba, pulsando y ocupando más lugar hasta que la punta se fue enterrando en mi garganta, cosa que me resultaba algo incómodo, pero a la vez me excitaba tanto que la pijita se me puso super hinchadita pensando en lo mucho que lo estaba haciendo gozar. “Ahhh... sí, putita... así. Te encanta mamar verga, ¿no?” “mmhmmm” respondía yo con la voz afeminada. Le hice cada truquito con la lengua y me estuvo follando la boca por más de veinte minutos. Me enterraba la morcilla entera y sacando la lengua le lambía los huevos mientras hacía que la cabezota de su verga entrara y saliera de mi garganta.

Yo estaba tan excitado que hubiera seguido así toda la tarde, pero de repente se paró y dio vuelta a la cama diciéndome que me quedara así en cuatro. Luego adiviné sus intenciones cuando me hizo el hilito de la tanga a un lado y empezó a lamberme el culito. Pronto me estaba follando con la lengua mientras yo me agarraba de la cobija y apretaba la cara contra la cama para que no se escucharan tanto los gemidos de placer que me ocasionaba. Levantaba la colita mientras me chupaba, lambía y besaba el culito de una manera impresionante. Yo seguía perdiéndome en el placer y hasta empecé a temblar. Con su voz de macho me dijo “¿Querés poronga?” y yo con la voz afeminada le contesté que sí. “Sí señor. Encájeme esa poronga grandota por favor que me urge.” El negro no se hizo de rogar. Sentí la cabezota apretar contra mi ano y de repente ya había entrado. El dolor que me ocasionó esa cabezota al entrar fue demasiado. Apreté el culito en vano y pegué un pequeño grito agudo. “Ay, no. No se mueva por favor señor que la tiene muy grande y hace mucho que no me cojen.” Me di cuenta que yo ya había empezado a jadear como lo hacen las putas en las pornos... cada vez más casi como si tuviera asma. El negro espero unos segundos y luego me la enterró hasta el fondo. “Ay, no...” me quejé. Pero por más que apretaba y contraía mi anito no podía detener esa poronga enorme que ya entraba y salía a su gusto. Agarrándome de la cadera me empezó a coger super fuerte... se escuchaba el ritmo de su carne golpeando contra mi culo y sus huevos pegando contra mis huevitos que seguían escondidos en la tanguita blanca.

Luego me acostó, y me dio por un rato levantando mi pierna izquierda... yo seguía jadeando como una puta. Sentía inmenso placer por las embestidas y la estirada de culo que me estaba dando... y a veces sentía que no iba a aguantar. Me puso boca arriba y me ordenó que levantara las piernas tipo V y seguía dándome. “Me encanta tu conchita de nene... abrila bien.” Con mis manos yo trataba de estirarme el anito un poco más y el me sacaba la poronga grandota, negra e hinchada y me la mostraba, golpeándome los huevitos con ella. Se sentía como bastón de policía o algo por el gran peso que tenía. La cabecita de mi pijita se asomaba por arriba de la tanguita y le dije. “Mire qué contraste. Ese pollón negro de macho hace que mi pijita parezca un clítoris.” “Así es mi puta. Ahora abrí bien la conchita que te voy a dar más pija. ¿O no querés más?” Yo la verdad estaba media indecisa pero por supuesto que le dije “Sí señor. Deme más pija por favor.” Me dio tan duro... sentí que se iba a romper la cama. La tabla de la cabecera chocaba contra la pared y yo ya jadeaba y daba gritos de placer y dolor en voz alta mientras me daba pijazos sin merced. Su panzota me aplastaba los huevitos a veces y me daba tan duro... sentía como chocaba su dura pija contra mi próstata y me llenaba tanto que a veces pensaba que de seguro se iba a hacer un enchastre, pero no... sí lo traía bien limpio.

Después de un rato más, pidió disculpas para ir a mear y aproveché para confirmar que lo traía limpio todavía. Me toqué el anito con un dedo y lo sentí muy sensible, entreabierto y bien lubricado. Miré mi dedo y sí estaba bien limpio. Me lo olí y sólo tenía olor a verga.

Ya cuando volvió me dio para que tuviera otra vez... haciéndome suplicarle que me diera más, y siempre me lo encajaba cada vez que le pedía y me empezaba a dar re-duro otra vez. “¿Dónde querés que termine?” me preguntó ya después de más de una hora de estar cojiéndome como si fuera actor de porno. “En la cara.” le respondí. “¿Querés que te embarre la carita de putita con mi leche de macho?” “Ay sí, por favor...” le rogaba yo. “Y ¿por qué en la cara?” “Porque quiero mirar esa vergota que tiene de cerca mientras froto esta cosita que parece un clítoris.” Yo ya había empezado a hacerme una paja mientras me seguía hundiendo su verga en mí una y otra vez. Me retorcía con placer mientras me pajeaba... (con el pulgar y los tres dedos me alcanzaba). “No te toques” me ordenó... “si señor” le respondí, y en eso empezó a darme con el doble de fuerza y velocidad... yo sentía cómo mis tetitas y todos mis músculos se movían como gelatina en un terremoto. Me arrancó las medias y empezó a chuparme los pies... luego paró y se bajó de la cama indicándome que hiciera mi cabeza a la orilla. Parado con la verga arriba de mi cara me dijo “ahora sí masturbate putita.” Y yo no pude resistir sacar la lengua y lamberle la cabezota y justo abajo mientras me masturbaba y miraba esa hermosa poronga de cerca. Yo fui el primero en acabar y sentí como mi lechita me salpicó todo el torso. El negro tardó más, pero ya después de varios minutos más largó unos chorros descomunales de leche que cayeron sobre mi cuerpo con esa inconfundible mezcla de líquido espeso y calentito.

Ahora después de escribir el cuento, seguro que me voy a embarrar la pijita con aceite y hasta meterme un dedo o dos si no lo traigo demasiado adolorido todavía y luego acabar otra vez pensando en lo que acabo de vivir esta tarde.

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