Aurora es una amiga de mi mujer, varios años mayor que ella y divorciada, muy dinámica según mi esposa. Un sábado quedaron de reunirse en casa de Aurora, mi mujer me pidió que la acompañará para ayudarle con algunas cosas ya que la dichosa amiga tenía unos meses de haberse divorciado y estaba acomodando su nueva casa de soltera.
Llegamos y la casa estaba un poco apartada en el campo. Bastante solitaria para una mujer que ya llega a los sesenta años. La casa estaba casi vacía y había muchas cajas de mudanza y muebles empacados en el garaje. La intención de mi mujer era que yo desempacara los muebles de su amiga y los colocara según los deseos de esta, en pocas palabras ese sábado sería el tipo de la mudanza.
Comenzamos a desempacar y a colocar las cosas, con varios cambios de lugar para cada una, dos mujeres decidiendo donde queda mejor cada cosa, podrán imaginar los cambios y lo desesperante de la situación. Aurora había bajado bastante de peso mucho antes de su divorcio, haciendo ejercicio y dieta, cosa que mi mujer admiraba mucho para una mujer de la edad de Aurora. Al momento del almuerzo Aurora improvisó una ensalada de lechuga y zanahoria, acompañada de una pechuga de pollo; yo fui el primero en sentarme ya que estaba cansado de mover muebles de un lado a otro. El almuerzo sería en la cocina. Aurora tomó una pequeña escalera para alcanzar los aderezos que tenía en la parte superior de la despensa. No sé si fue el cansancio o la falta de atención pero hasta el momento no me había percatado de las piernas de Aurora; al estar subida en la escalera y reclinada hacia delante tratando de encontrar el aderezo indicado, pude ver que sus piernas lucían bastante bien, gracias al ejercicio y la dieta, me disponía a reclinarme para ver que más compartía esa falda levantada cuando mi mujer me llamó para que me lavara antes de comer, di un pequeño salto hacia atrás pero ella no me estaba viendo.
Aurora me indico que tendría que subir a su habitación, que era la única con jabón y toallas en el baño. Entre a su habitación, comencé a asearme cuando de reojo vi algo que parecía ropa interior saliendo de una canasta para ropa sucia, yo no había cerrado la puerta del baño, pues solo me lavaría y pensé que mi mujer podría querer lavarse y me insistiría que la dejara entrar, vi de reojo hacia fuera y al no ver a nadie fuera de la habitación y no escuchar ruido me dispuse a satisfacer mi curiosidad y saber como eran esas prendas que asomaban en le baño.
Tire de la prenda y era un sostén de color café, casi transparente, imagine los pezones de Aurora en una prenda así, y mi miembro empezó a endurecerse, mi curiosidad pedía más y quité la tapa de la canasta, había blusas, faldas, pantalones, ya comenzaba a desesperarme y pensaba en dejar todo en su lugar temiendo ser descubierto, cuando allí estaba, una pequeña tanga que hacia juego con el sostén café, mi reacción fue casi instantánea al acerca aquella prenda hasta mi cara para olerla, la vagina de Aurora había derramado bastante jugo sobre aquella prenda, era indudable, di dos respiraciones profundas para deleitarme con aquel olor, luego mire esa prenda contra la luz, tratando de imaginarme a su dueña usándola. La voz de mi mujer corto ese éxtasis momentáneo, me apresuré a guardar esa prenda con las demás, aparenté como que terminaba de lavarme las manos, cuando entro mi mujer y muy sonriente me dijo que les desocupara el baño, con Aurora quedamos frente a frente en el marco de la puerta, un ligero roce de su cuerpo avivó más mi erección, sentí sus pezones duros rozando mi pecho y por un segundo su pubis rozo mi miembro duro.
Bajamos a almorzar, mi mujer casi de forma compulsiva había hecho una lista de donde debía de colocar el resto de muebles que hacían falta de desempacar. Aurora se sentó frente a mí y mi mujer a la izquierda, era una mesa de regular tamaño. Por error deje caer el tenedor y al agacharme a recogerlo vi que Aurora tenía las piernas abiertas bajo la mesa, casi instantáneamente las cerró y se puso de pie, yo me sentí descubierto, ella me alcanza otro tenedor. Luego ella por alcanzarme la sal, la dejó caer de mi lado, yo al agacharme vi de reojo que abría las piernas, y bastante, para mi sorpresa, dejando ver su ropa interior, trate de tardarme lo más posible, siendo razonable como para recoger un salero. Ella seguía conversando con mi mujer y no me vio, por lo que supuse que había sido un movimiento inconsciente. Me apresuré con los muebles. Mi mujer contestó una llamada en el móvil. Era mi suegra que necesitaba que la llevara de compras, Aurora le dijo a mi mujer que no se preocupara, que ella terminaría de arreglar todo. Mi mujer inmediatamente le dijo que no, que yo me quedaría gustoso a ayudarla.
Fue tan rápida la forma en que acordaron que yo me quedara con Aurora y mi mujer fuera de compras con su mamá, que en un instante ya estabamos solos. Mi mujer no es celosa de Aurora, para ella es como una mamá más, por la diferencia de edades entre ambas y lo protectora que es Aurora con ella. Rápidamente terminé de colocar las cosas en el orden que indicó mi mujer. Terminamos como en media hora, ella me ayudó mucho y ambos estabamos sudados, ella me ofreció una cerveza y yo accedí rápidamente. Tomé asiento en la sala, ella puso algo de música suave y se sentó frente a mí, había tomado unos sorbos de cerveza cuando ella me dijo:
“Nunca te habría imaginado oliendo una de mis prendas...” casi me ahogo cuando me dijo eso, yo no sabía como responder y ella volvió a hablar.
“Que diría tu mujer si supiera lo que haces cuando no te ve” y pude responderle “Creo que lo mismo que a ti al saber que te diste cuenta y no dijiste nada en el momento”, sonrío y tomo un sorbo de cerveza, cruzó las piernas y me volvió a hablar.
“Que diría si supiera me mirabas las piernas bajo la mesa, y dos veces...”, le respondí: “Yo creo que lo mismo que a ti si supiera que le abriste las piernas a su esposo dos veces”. Ella soltó una carcajada y dijo: “Si alguien te escuchara pensaría que nos hemos ido a la cama dos veces, y eso no ha pasado”, contesté “Bueno tu me entiendes, las dos veces que me agache abriste las piernas y la segunda vez lo hiciste más”, “Dime ¿Te gustó lo que viste?”, Contesté: “Si, tus piernas están en gran forma, increíblemente bellas, igual que el resto de tu cuerpo...”, “¿A qué resto te refieres?” Dijo, tomando un sorbo de cerveza y sonriendo pícaramente, “A tus caderas, tus nalgas, tu espalda, tus tetas” ella me miró fijamente y abrió las piernas y dijo: “¿Te gustaría algo de lo que tengo aquí?” Yo le respondí: “Todo lo que tienes allí me gustaría...” me incorporé y caminé hacia ella, no se inmuto y me puse de rodillas frente a ella, con las manos la sujete de los tobillos suavemente y le abrí un poco más las piernas, ella su subió la falda dejando ver una tanga negra y transparente, que mostraba su vello púbico, por su edad no me sorprendió ver un pequeño triángulo blanco, acerque las manos a sus muslos, que estaban bien formados por el ejercicio, la tome por la cintura y la acerque a mi cuerpo, sus piernas me rodearon por la cintura y nuestra bocas comenzaron a comerse mutuamente.
Casi le arranco la blusa y ella de un tirón me quitó la camisa, saque una de sus tetas de la copa del sostén y comencé a mamarla como loco, ella me dio un pequeño empujón y se quito el sostén, sus tetas eran grandes un poco caídas a causa de la edad pero aún en una forma que invitaba a gozarlas, me quitó el pantalón casi de un jalón, me tomo la verga con las dos manos y me dijo:
“Sabes que esa tanga que olías la moje un día que tu mujer se quejaba de que eras muy ganoso, y que ella no quería tener sexo contigo porque se sentía como una puta cuando te la cogías, ya que te gustaba experimentar mucho”.
Le respondí “No me lo imaginaba, pero hoy vas a probarme todo”. La empujé sobre el sofá y le arranque la tanga, le abrí las piernas y ella con un poco de pena dijo: “Si hubiera sabido esto me habría depilado toda, ver mi montecito blanco me da un poco de pena”, sin decir nada le abrí las piernas rápidamente y mi lengua comenzó a abrir esa conchita blanca. Ella no tardo en acomodarse y su jugo rápidamente empezó a mojarme la boca, me excitó mucho, yo aguantaba bastante la respiración para meter por mas tiempo y a mayor profundidad la lengua. Su vagina estaba caliente y muy mojada, sus gemidos ya habían pasado a gritos, su cadera tembló en un espasmo de placer, acompañado por un fuerte grito, allí ya me sujetaba del pelo y pareciera que quisiera que le metiera la cabeza por la concha. Su cuerpo se relajo después de ese éxtasis, y yo seguía con la verga erecta, ya con las primeras gotas de jugo. Ella me tumbó sobre el sofá y dijo: “Que delicia me has hecho, ahora yo tengo que igualarte”, empezó a mamarme la verga y a succionarla con tal fuerza que yo sentía pequeñas gotas de jugo salir por la punta hacia su boca, que delicia, luego empezó a mamarme y casi a tragarse mi verga, sentía sus labios llagar a la base de mi miembro, por momentos ella contenía la respiración para poder meterse todo mi pedazo de carne en la boca, y con las manos me jalaba las bolas, un poco fuerte dándome una mezcla de dolor y placer deliciosa, después de un buen rato, se vino un chorro de semen abundante, yo tenía más de una semana de no cogerme a mi mujer, Aurora se trago todo, me dejo la verga reluciente, después de eyacular seguía mamándome y succionando hasta que ya no había nada para sacar. Yo sentía que casi me desmayaba, ya que nunca había sentido tanto placer.
Se puso de pie y dijo: “Yo ya me quite la sed, que leche tan rica”, extendí la mano y tomé la suya la jale y quedó acostaba boca abajo sobre mí, comencé a besarla nuestras bocas eran una mezcla de semen y jugos vaginales, yo nunca había pensado hacer algo así, pero con ella se dio tan natural, se levantó un poco y dijo: “Que delicia, un beso así nunca lo había tenido”, ella tenía las manos en mi cabeza y jugueteaba con mi pelo mientras nos besábamos, yo le acariciaba las nalgas y se las apretaba apasionadamente. Mi verga comenzó a endurecerse y era momento de hacer mía a Aurora, ella abrió las piernas e introdujo mi verga dentro de su vagina, estaba caliente y goteaba. Después me confesó que se había hecho una cirugía y su vagina estaba firme y apretada como la de una mujer joven, gimió fuerte al tener dentro a este narrador, la música suave que sonaba había cambiado a un reggae con tambores cuyo ritmo era imitado por las caderas de Auroraba, mi verga entraba y salía, nuestros cuerpos sudaban ya, sus tetas grandes subían y bajaban también al ritmo del reggae, y su rostro miraba al techo gimiendo de placer, yo posaba mis manos sobre sus caderas dejando que ella impusiera el ritmo de las penetradas, los dos estallamos en un orgasmo al mismo tiempo, eyaculé dentro de su vagina con embestidas fuertes, acompañadas de gritos de placer de parte de los dos, fue sublime, dejó caer su cuerpo sobre el mío, ambos sudados, y gimiendo aún de placer, mi miembro palpitaba dentro de su vagina, ella paso los brazos por mi cuello y yo le sujete las nalgas y seguimos besándonos apasionadamente, mi verga poco a poco se fue deshinchando y abandonando su vagina.
Un sonido repetitivo nos regresó a la realidad, era mi mujer avisando que estaba por terminar las compras y regresaba por mí en unos treinta minutos, Aurora se descontroló un poco y me dijo que nos fuéramos a la ducha y yo le dije que recordara que estabamos moviendo muebles y era lógico sudar. Yo la volví a besar sujetándola de las caderas y ella siguió besándome luego dijo: “”Nos tenemos que vestir, tu mujer regresará pronto.” Se volteó e inclinó para alcanzar su ropa, yo me puse de rodillas rápidamente aprovechando su posición y la sujeté de las caderas y comencé a pasar la lengua entre sus nalgas hasta llegar a ese agujerito que era mi próxima conquista, ella me dijo: “¿Qué haces?”. Sin apartarme mucho de su culo le dije: “Te meto la lengua entre las nalgas, y lamo tu culo para calentarlo y cogérmelo”. Ella respondió un poco asustada: “Yo nunca lo he hecho anal...” y eso me éxito más, pensar en una mujer de su edad y que yo sería el primero en hacerlo, hizo que mi verga se pusiera muy dura.
La acosté sobre el sofá y le abrí las piernas, la punta de mi verga estaba ya en la entrada de su ano, sus ojos eran una mezcla de miedo y curiosidad, me puse abundante saliva en la mano y la esparcí sobre mi verga, también le puse bastante alrededor del ano. Mi verga estaba muy hinchada, me excitaba pensar que sería el primero y lo fui, deje ir poco a poco mi miembro dentro de su culo, el dolor hacia que se apretara como un anillo alrededor de mi verga y yo seguía metiéndola más y más, con la mano jugueteaba con su clítoris, sus gemidos de dolor pasaron a gemidos de placer cuando su ano se acostumbró al grosor de mi miembro, era un deleite hacerle sexo anal y verla a los ojos. Eyacule dentro, y su culo palpitaba y yo me deleitaba con cada palpitación. Poco a poco le fui sacando la verga. Nos vestimos aprisa sin decir nada, luego nos besamos. Sentí como que fuera un beso de despedida. Llegó mi mujer y nos fuimos a casa. Antes de dormirnos me dijo: “Espero que no te enojes, pero cuando regresamos y tu te duchabas, llamó Aurora, pidiéndome que la ayudaras con varias cosas de su casa, poner cuadros, algunas fugas de agua, cosas que tu sabes reparar, y yo le dije que si sin consultarte.” Aparentando enojo acepte ayudar a Aurora a reparar su casa.
Llegamos y la casa estaba un poco apartada en el campo. Bastante solitaria para una mujer que ya llega a los sesenta años. La casa estaba casi vacía y había muchas cajas de mudanza y muebles empacados en el garaje. La intención de mi mujer era que yo desempacara los muebles de su amiga y los colocara según los deseos de esta, en pocas palabras ese sábado sería el tipo de la mudanza.
Comenzamos a desempacar y a colocar las cosas, con varios cambios de lugar para cada una, dos mujeres decidiendo donde queda mejor cada cosa, podrán imaginar los cambios y lo desesperante de la situación. Aurora había bajado bastante de peso mucho antes de su divorcio, haciendo ejercicio y dieta, cosa que mi mujer admiraba mucho para una mujer de la edad de Aurora. Al momento del almuerzo Aurora improvisó una ensalada de lechuga y zanahoria, acompañada de una pechuga de pollo; yo fui el primero en sentarme ya que estaba cansado de mover muebles de un lado a otro. El almuerzo sería en la cocina. Aurora tomó una pequeña escalera para alcanzar los aderezos que tenía en la parte superior de la despensa. No sé si fue el cansancio o la falta de atención pero hasta el momento no me había percatado de las piernas de Aurora; al estar subida en la escalera y reclinada hacia delante tratando de encontrar el aderezo indicado, pude ver que sus piernas lucían bastante bien, gracias al ejercicio y la dieta, me disponía a reclinarme para ver que más compartía esa falda levantada cuando mi mujer me llamó para que me lavara antes de comer, di un pequeño salto hacia atrás pero ella no me estaba viendo.
Aurora me indico que tendría que subir a su habitación, que era la única con jabón y toallas en el baño. Entre a su habitación, comencé a asearme cuando de reojo vi algo que parecía ropa interior saliendo de una canasta para ropa sucia, yo no había cerrado la puerta del baño, pues solo me lavaría y pensé que mi mujer podría querer lavarse y me insistiría que la dejara entrar, vi de reojo hacia fuera y al no ver a nadie fuera de la habitación y no escuchar ruido me dispuse a satisfacer mi curiosidad y saber como eran esas prendas que asomaban en le baño.
Tire de la prenda y era un sostén de color café, casi transparente, imagine los pezones de Aurora en una prenda así, y mi miembro empezó a endurecerse, mi curiosidad pedía más y quité la tapa de la canasta, había blusas, faldas, pantalones, ya comenzaba a desesperarme y pensaba en dejar todo en su lugar temiendo ser descubierto, cuando allí estaba, una pequeña tanga que hacia juego con el sostén café, mi reacción fue casi instantánea al acerca aquella prenda hasta mi cara para olerla, la vagina de Aurora había derramado bastante jugo sobre aquella prenda, era indudable, di dos respiraciones profundas para deleitarme con aquel olor, luego mire esa prenda contra la luz, tratando de imaginarme a su dueña usándola. La voz de mi mujer corto ese éxtasis momentáneo, me apresuré a guardar esa prenda con las demás, aparenté como que terminaba de lavarme las manos, cuando entro mi mujer y muy sonriente me dijo que les desocupara el baño, con Aurora quedamos frente a frente en el marco de la puerta, un ligero roce de su cuerpo avivó más mi erección, sentí sus pezones duros rozando mi pecho y por un segundo su pubis rozo mi miembro duro.
Bajamos a almorzar, mi mujer casi de forma compulsiva había hecho una lista de donde debía de colocar el resto de muebles que hacían falta de desempacar. Aurora se sentó frente a mí y mi mujer a la izquierda, era una mesa de regular tamaño. Por error deje caer el tenedor y al agacharme a recogerlo vi que Aurora tenía las piernas abiertas bajo la mesa, casi instantáneamente las cerró y se puso de pie, yo me sentí descubierto, ella me alcanza otro tenedor. Luego ella por alcanzarme la sal, la dejó caer de mi lado, yo al agacharme vi de reojo que abría las piernas, y bastante, para mi sorpresa, dejando ver su ropa interior, trate de tardarme lo más posible, siendo razonable como para recoger un salero. Ella seguía conversando con mi mujer y no me vio, por lo que supuse que había sido un movimiento inconsciente. Me apresuré con los muebles. Mi mujer contestó una llamada en el móvil. Era mi suegra que necesitaba que la llevara de compras, Aurora le dijo a mi mujer que no se preocupara, que ella terminaría de arreglar todo. Mi mujer inmediatamente le dijo que no, que yo me quedaría gustoso a ayudarla.
Fue tan rápida la forma en que acordaron que yo me quedara con Aurora y mi mujer fuera de compras con su mamá, que en un instante ya estabamos solos. Mi mujer no es celosa de Aurora, para ella es como una mamá más, por la diferencia de edades entre ambas y lo protectora que es Aurora con ella. Rápidamente terminé de colocar las cosas en el orden que indicó mi mujer. Terminamos como en media hora, ella me ayudó mucho y ambos estabamos sudados, ella me ofreció una cerveza y yo accedí rápidamente. Tomé asiento en la sala, ella puso algo de música suave y se sentó frente a mí, había tomado unos sorbos de cerveza cuando ella me dijo:
“Nunca te habría imaginado oliendo una de mis prendas...” casi me ahogo cuando me dijo eso, yo no sabía como responder y ella volvió a hablar.
“Que diría tu mujer si supiera lo que haces cuando no te ve” y pude responderle “Creo que lo mismo que a ti al saber que te diste cuenta y no dijiste nada en el momento”, sonrío y tomo un sorbo de cerveza, cruzó las piernas y me volvió a hablar.
“Que diría si supiera me mirabas las piernas bajo la mesa, y dos veces...”, le respondí: “Yo creo que lo mismo que a ti si supiera que le abriste las piernas a su esposo dos veces”. Ella soltó una carcajada y dijo: “Si alguien te escuchara pensaría que nos hemos ido a la cama dos veces, y eso no ha pasado”, contesté “Bueno tu me entiendes, las dos veces que me agache abriste las piernas y la segunda vez lo hiciste más”, “Dime ¿Te gustó lo que viste?”, Contesté: “Si, tus piernas están en gran forma, increíblemente bellas, igual que el resto de tu cuerpo...”, “¿A qué resto te refieres?” Dijo, tomando un sorbo de cerveza y sonriendo pícaramente, “A tus caderas, tus nalgas, tu espalda, tus tetas” ella me miró fijamente y abrió las piernas y dijo: “¿Te gustaría algo de lo que tengo aquí?” Yo le respondí: “Todo lo que tienes allí me gustaría...” me incorporé y caminé hacia ella, no se inmuto y me puse de rodillas frente a ella, con las manos la sujete de los tobillos suavemente y le abrí un poco más las piernas, ella su subió la falda dejando ver una tanga negra y transparente, que mostraba su vello púbico, por su edad no me sorprendió ver un pequeño triángulo blanco, acerque las manos a sus muslos, que estaban bien formados por el ejercicio, la tome por la cintura y la acerque a mi cuerpo, sus piernas me rodearon por la cintura y nuestra bocas comenzaron a comerse mutuamente.
Casi le arranco la blusa y ella de un tirón me quitó la camisa, saque una de sus tetas de la copa del sostén y comencé a mamarla como loco, ella me dio un pequeño empujón y se quito el sostén, sus tetas eran grandes un poco caídas a causa de la edad pero aún en una forma que invitaba a gozarlas, me quitó el pantalón casi de un jalón, me tomo la verga con las dos manos y me dijo:
“Sabes que esa tanga que olías la moje un día que tu mujer se quejaba de que eras muy ganoso, y que ella no quería tener sexo contigo porque se sentía como una puta cuando te la cogías, ya que te gustaba experimentar mucho”.
Le respondí “No me lo imaginaba, pero hoy vas a probarme todo”. La empujé sobre el sofá y le arranque la tanga, le abrí las piernas y ella con un poco de pena dijo: “Si hubiera sabido esto me habría depilado toda, ver mi montecito blanco me da un poco de pena”, sin decir nada le abrí las piernas rápidamente y mi lengua comenzó a abrir esa conchita blanca. Ella no tardo en acomodarse y su jugo rápidamente empezó a mojarme la boca, me excitó mucho, yo aguantaba bastante la respiración para meter por mas tiempo y a mayor profundidad la lengua. Su vagina estaba caliente y muy mojada, sus gemidos ya habían pasado a gritos, su cadera tembló en un espasmo de placer, acompañado por un fuerte grito, allí ya me sujetaba del pelo y pareciera que quisiera que le metiera la cabeza por la concha. Su cuerpo se relajo después de ese éxtasis, y yo seguía con la verga erecta, ya con las primeras gotas de jugo. Ella me tumbó sobre el sofá y dijo: “Que delicia me has hecho, ahora yo tengo que igualarte”, empezó a mamarme la verga y a succionarla con tal fuerza que yo sentía pequeñas gotas de jugo salir por la punta hacia su boca, que delicia, luego empezó a mamarme y casi a tragarse mi verga, sentía sus labios llagar a la base de mi miembro, por momentos ella contenía la respiración para poder meterse todo mi pedazo de carne en la boca, y con las manos me jalaba las bolas, un poco fuerte dándome una mezcla de dolor y placer deliciosa, después de un buen rato, se vino un chorro de semen abundante, yo tenía más de una semana de no cogerme a mi mujer, Aurora se trago todo, me dejo la verga reluciente, después de eyacular seguía mamándome y succionando hasta que ya no había nada para sacar. Yo sentía que casi me desmayaba, ya que nunca había sentido tanto placer.
Se puso de pie y dijo: “Yo ya me quite la sed, que leche tan rica”, extendí la mano y tomé la suya la jale y quedó acostaba boca abajo sobre mí, comencé a besarla nuestras bocas eran una mezcla de semen y jugos vaginales, yo nunca había pensado hacer algo así, pero con ella se dio tan natural, se levantó un poco y dijo: “Que delicia, un beso así nunca lo había tenido”, ella tenía las manos en mi cabeza y jugueteaba con mi pelo mientras nos besábamos, yo le acariciaba las nalgas y se las apretaba apasionadamente. Mi verga comenzó a endurecerse y era momento de hacer mía a Aurora, ella abrió las piernas e introdujo mi verga dentro de su vagina, estaba caliente y goteaba. Después me confesó que se había hecho una cirugía y su vagina estaba firme y apretada como la de una mujer joven, gimió fuerte al tener dentro a este narrador, la música suave que sonaba había cambiado a un reggae con tambores cuyo ritmo era imitado por las caderas de Auroraba, mi verga entraba y salía, nuestros cuerpos sudaban ya, sus tetas grandes subían y bajaban también al ritmo del reggae, y su rostro miraba al techo gimiendo de placer, yo posaba mis manos sobre sus caderas dejando que ella impusiera el ritmo de las penetradas, los dos estallamos en un orgasmo al mismo tiempo, eyaculé dentro de su vagina con embestidas fuertes, acompañadas de gritos de placer de parte de los dos, fue sublime, dejó caer su cuerpo sobre el mío, ambos sudados, y gimiendo aún de placer, mi miembro palpitaba dentro de su vagina, ella paso los brazos por mi cuello y yo le sujete las nalgas y seguimos besándonos apasionadamente, mi verga poco a poco se fue deshinchando y abandonando su vagina.
Un sonido repetitivo nos regresó a la realidad, era mi mujer avisando que estaba por terminar las compras y regresaba por mí en unos treinta minutos, Aurora se descontroló un poco y me dijo que nos fuéramos a la ducha y yo le dije que recordara que estabamos moviendo muebles y era lógico sudar. Yo la volví a besar sujetándola de las caderas y ella siguió besándome luego dijo: “”Nos tenemos que vestir, tu mujer regresará pronto.” Se volteó e inclinó para alcanzar su ropa, yo me puse de rodillas rápidamente aprovechando su posición y la sujeté de las caderas y comencé a pasar la lengua entre sus nalgas hasta llegar a ese agujerito que era mi próxima conquista, ella me dijo: “¿Qué haces?”. Sin apartarme mucho de su culo le dije: “Te meto la lengua entre las nalgas, y lamo tu culo para calentarlo y cogérmelo”. Ella respondió un poco asustada: “Yo nunca lo he hecho anal...” y eso me éxito más, pensar en una mujer de su edad y que yo sería el primero en hacerlo, hizo que mi verga se pusiera muy dura.
La acosté sobre el sofá y le abrí las piernas, la punta de mi verga estaba ya en la entrada de su ano, sus ojos eran una mezcla de miedo y curiosidad, me puse abundante saliva en la mano y la esparcí sobre mi verga, también le puse bastante alrededor del ano. Mi verga estaba muy hinchada, me excitaba pensar que sería el primero y lo fui, deje ir poco a poco mi miembro dentro de su culo, el dolor hacia que se apretara como un anillo alrededor de mi verga y yo seguía metiéndola más y más, con la mano jugueteaba con su clítoris, sus gemidos de dolor pasaron a gemidos de placer cuando su ano se acostumbró al grosor de mi miembro, era un deleite hacerle sexo anal y verla a los ojos. Eyacule dentro, y su culo palpitaba y yo me deleitaba con cada palpitación. Poco a poco le fui sacando la verga. Nos vestimos aprisa sin decir nada, luego nos besamos. Sentí como que fuera un beso de despedida. Llegó mi mujer y nos fuimos a casa. Antes de dormirnos me dijo: “Espero que no te enojes, pero cuando regresamos y tu te duchabas, llamó Aurora, pidiéndome que la ayudaras con varias cosas de su casa, poner cuadros, algunas fugas de agua, cosas que tu sabes reparar, y yo le dije que si sin consultarte.” Aparentando enojo acepte ayudar a Aurora a reparar su casa.
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