Relato de una orgía en la embajada de Italia
Segunda parte: Gina la insaziabile
La vida continuó, aún tenía que seguir trabajando y asistiendo a las clases de italiano. Lo único diferente fue que empecé a salir con Catalina. O bueno, por lo menos eso le hacía creer a la hueca rubia que parecía enamorase de mi cada día más. Nuestros compañeros de clase lo fueron notando; Catalina y yo llegábamos, generalmente, juntos a clase y del mismo modo nos íbamos.
Pero Catalina no era la pareja ideal ni estaba cera de serlo. Salía con ella únicamente porque frecuentemente me surgía el deseo de coger con esta flaca, pero cualquier otro plan con ella me resultaba tedioso, de hecho una completa tortura. Es que de verdad que era una mujer tonta, bastante.
Catalina además de generarme aburrimiento, no gozaba de mi total atención en las clases. Y es que había una variedad de chicas tomando el curso y yo no podía pasarlas desapercibidas. Rápidamente les cuento.
Jisset. Esta mujer era la mayor de mis obsesiones en ese momento. Era la típica mujer que está buena por donde se le mire. Un lindo y redondo culo, unos grandes y muy firmes senos; de verdad que eran enormes. Una silueta armoniosa que hacía resaltar aún más los atributos que mencione anteriormente. Su rostro también era precioso. Sus ojos eran grandes y de color negro, un negro muy intenso. Igual que el de su pelo, que además era largo y liso. Sus labios eran carnosos, muy provocativos. Su nariz era bien respingada y sus cejas muy bien delineadas. Jisset era una mujer casi perfecta, por cierto bastante joven, lo que contribuía a que vistiera siempre algo muy informal. Por lo general un jean ajustado y una blusa escotada.
También estaba Gina. Ella quizás no era la más atractiva allí. De hecho no es muy linda, más bien lo contrario. Pero su rostro deja ver que es una chica que siempre anda caliente, se nota con solo verla a la cara; Gina es una ninfómana. Ella es de esas típicas mujeres que siempre están hablando de la revolución de las vaginas, por ende asegura que puede coger cuando quiera y con quien quiera, ya que eso le asegura su libertad. Sus senos son de un tamaño mediano, ni muy grandes ni muy pequeños, son firmes y lo mejor de todo es que Gina los deja ser libres. Nunca usa ningún tipo de corpiño, brassier o sostén. Sus piernas son algo delgadas pero a la vez muy bien torneadas. Del culo de Gina no quiero contarles, precisamente porque es casi inexistente.
Es morena, de ojos oscuros y muy grandes. Su pelo cae hasta sus hombros en forma de ondas. También he de contarles que Gina era la mejor, o por lo menos a la que más se facilitaba aprender el italiano. Era brillante.
Muy diferente a las demás chicas de la clase era Claudia, la hermosa madura del curso de italiano. Siempre se sentaba en la parte de adelante del salón. A mí me fascinaba hacerme en el asiento que quedara justo atrás de ella ya que Claudia usaba siempre unos jeans muy ajustados, que se escurrían de a poco y permitían contemplar la mitad de su trasero decorado por una fina tanga.
Ya que mencioné su trasero, voy a describírselos. Era grande, pero me refiero a que era grande hacia los lados, es decir, era ancho. Pero no tan parado como yo deseaba. De todas formas era un lindo y maduro culo. Pero lo mejor que tenía Claudia estaba por delante. Sus senos siempre se veían apretados y atrapados en una camisa muy ceñida, como queriendo escapar de allí pero sin poder conseguir la libertad. Supongo que el profesor se deleitaba viendo a esta provocativa madura en primera fila.
Y mientras tanto yo perdía mi tiempo con Catalina. Habíamos cogido tantas veces que ya me resultaba aburrido hacerlo con ella. Pero ahí estábamos, saliendo ya casi por más de un mes, en clase sentándonos uno junto al otro.
A pesar de haber tantas distracciones me iba bastante bien en las clases. Me daba la capacidad para ir aprendiendo y a la vez coquetear con Gina sin que Catalina lo notara. Siempre la miraba de reojo y notaba que ella me hacía una devolución de intenciones con esa seductora forma de mirar.
Un día después de clase salí junto a Catalina como de costumbre, empezamos a hablar de los demás compañeros de clase, de algunos mal y de otros bien. Cuando hablamos de Gina, le comenté a Catalina que esa chica me causaba curiosidad, le dije que pensaba que era una mujer bastante interesante, bastante liberal, seguramente muy abierta de mente. Catalina pensaba lo mismo, de hecho ella tenía mayor confianza con Gina y la conocía mejor confirmando así lo que yo pensaba de ella. “Podeos invitarla algún día después de clase a fumar un churro con nosotros ¿no te parece?”
Le dije que sí. Que realmente sería muy bueno llevarse bien con la estudiante más destacada. Catalina la invitó pero Gina rechazó la invitación argumentándole que ese día estaría ocupada. Al siguiente día fui yo quien me animé a hacerle la invitación y en esta ocasión aceptó. Quedamos de vernos el sábado en la tarde en un parque cercano a su casa.
Ese sábado me encontré desde muy temprano con Catalina para ir a almorzar y luego ir a tomar algo solo los dos. Aproximadamente a las cinco de la tarde llegamos al parque en que habíamos quedado de encontrarnos con Gina, cundo llegamos no la encontramos, así que decidimos esperarla por un rato antes de fuma el porro. Pasó media hora y no aparecía, pensábamos que ya no iba a venir, y justo cuando ya dábamos por hecho que Gina no aparecería allí, llegó. Trajo con ella una buena cantidad de licor así que ese sería nuestro plan de sábado en la tarde, beber y fumar en el parque.
Gina, a diferencia de Catalina, tenía una gran capacidad para hacer conversación, conocía sobre casi cualquier tema y hablaba de cualquier cosa sin sonrojarse. Llegó un momento en que empezó a preguntarnos por nuestra relación, si realmente estábamos muy enamorados, cuánto tiempo llevábamos saliendo y ese tipo de cosas. Luego se enfocó en hacerle preguntas a Catalina.
- “¿Sos celosa?”, preguntaba Gina mirando fijamente a los ojos a Catalina
- “Algo, pero no tanto. Lo suficiente como para respetar la libertad de mi novio”
- “No te creo… pareces bastante celosa”
- “Te digo que no, es la verdad no soy tan celosa”, respondía Catalina dejando entrever algo de ira en s voz.
- “¿Qué pasa si beso a tu novio?... ¿si lo beso ahora mismo?”
Catalina permaneció en silencio, sin saber que responderle a Gina, y mientras se esforzaba por encontrar la respuesta adecuada ante la incómoda situación en que le habían puesto, Gina acercó su cara a la mía y empezó a besarme. Yo la correspondí, mientras tanto levantaba mis manos, dejándole ver la palma de mis manos a Catalina, como tratando de decirle ¿qué querés que haga?
Catalina se tragó su orgullo con tal de convencer a Gina de que no era celosa. Pero le resultaba difícil, más viendo que Gina y yo no nos deteníamos y luego viendo a Gina agarrar mis manos y dirigirlas hacia sus senos. Hasta ahí legó el esfuerzo de Catalina.
- “Para, para… ¿qué haces?”
- Ves que si sos celosa, le decía Gina mientras que separaba su cara de la mía.
Y una vez que se detuvo me hizo la misma pregunta. “¿Sos celoso?”. La verdad soy bastante celoso, pero como por Catalina no sentía nada le dije que no, que no era celoso. A continuación hizo lo mismo con Catalina, empezó a besarle y a poco a poco a tomarse confianza para tocarle los senos; pasabasus manos alrededor de la cintura a veces más hacia abajo, hacia su culo. Catalina pareció un poco incómoda cuando Gina empezó pero a medida que la iba tocando se iba dejando llevar.
Gina desapunto el pantalón de Catalina y empezó a tocarla allí en su concha. Catalina, para esa altura, ya parecía bastante excitada así que no le preocupaba mucho estar haciendo esto en un parque público. Yo, a pesar de estar muy caliente, le pedí a Gina que se detuviera, no por celos, si no para sugerirle ir a otro lugar; bueno, ya saben, en caso de que quisiera continuar con lo que habíamos empezado allí en el parque. “Ya que estamos cerca de mi departamento podemos ir allá. Está mi hermano pero está durmiendo, ¿no sé si les suena la idea?”. El plan de Gina me sonaba a la perfección, a Catalina no tanto, pero convencerla no fue problema.
Una vez que llegamos Gina nos invitó a esperarla un momento en la sala, ella iría a su cuarto a buscar algo. Aprovechando que ya veníamos algo calientes, y mientras Gina volvía, empecé a besar a Catalina allí en la sala. Para cuando volvió Gina, Catalina ya no tenía su camisa puesta, estaba solo en sostén. Gina apareció y me pidió que me apartara, que la dejara a ella hacer ese trabajo, que la dejara llevar a Catalina al punto más alto de excitación. Me hice a un lado y mientras Gina le pasaba la lengua a Catalina por casi todo su cuerpo, yo aprovechaba para armar otro porro. Lo encendí mientras Gina le comía la concha a Catalina, cada vez que Gina levantaba su cabeza se lo pasaba y luego ella a Catalina, y así se fue consumiendo mientras Gina le daba una mamada a Catalina; corrijo, una tremenda mamada que hacía retorcer a la joven rubia. Y una vez que Catalina estuvo en el punto más álgido Gina me dijo “Cógetela”.
Penetré lentamente a Catalina mientras le veía sus ojitos que estaban rojos y pequeñitos por el faso que habíamos fumado. Mientras yo cogía con Catalina, Gina se paró enfrente mío y empezó a desnudarse lentamente, también a tocarse y acariciarse la vagina. Conseguía que mi excitación fuera creciendo exponencialmente, ello implicaba que empezaba a moverme más fuerte sobre la delgada rubia, la cogía cada vez más duro mientras que Gina me seducía; de hecho logró calentarme tanto que fue inevitable acabar en Catalina. La rubia parecía satisfecha, por lo menos de momento, yo estaba agotado, demasiado agitado, pero Gina no daba respiro. “Ahora te toca conmigo, pero te vas a poner un condón; a mí no me coges así sin forro”. Le pedí que me diera un par de minutos para recuperar el aliento, pero Gina no entendía nada, quería coger ahora mismo. Consiguió que mi pene se pusiera duro nuevamente dándome una espectacular mamada. Me tumbó en el sillón y a continuación me montó; se movía rápidamente mientras posaba sus manos tras su cabeza, yo la agarraba fuertemente de sus caderas contribuyendo a que sus movimientos fueran más rápidos y más fuertes. Estuvo allí saltando sobre mí por unos diez minutos, luego fue disminuyendo el ritmo de sus movimientos hasta que se detuvo. Se levantó y se acercó hasta el lugar en donde estaba acostada Catalina.
La rubia parecía muy tranquila, muy relajada allí acostada, pero su calma se vio interrumpida cuando Gina le pasó la lengua un par de veces por la concha, una vez que logró reactivarla, cruzo sus piernas con las de Catalina, formando una especie de tijera y empezaron a moverse. Ver esto me calentó muchísimo, así que sin pensarlo dos veces me acerque a ellas, me dirigía hacia Catalina, quería que me la chupara mientras cogía con Gina. Pero Gina me detuvo, me agarró fuertemente y fue ella quien introdujo mi pene en su boca. Se detuvo por un instante para sacarme el condón ya que dijo que detestaba el sabor del condón. Y mientras estábamos los tres allí, el hermano de Gina se despertó y se acercó a la sala. “¿Qué haces acá?... Andate Fabio, déjanos tranquilos”.
El hermano de Gina, en medio de un estado de estupefacción y con gran cara de asombro, se dio vuelta y volvió a encerrarse en su cuarto. Una vez que Gina terminó de hablarle a su hermano volvió a meterse mi pene en su boca.
Catalina cerraba sus ojitos mientras que restregaba su vagina contra la de Gina, las dos dejaban escapar unos cortos pero agudos gemidos. Luego de un rato Gina se detuvo, se sacó mi pene de su boca y dejó de moverse contra Catalina. Me pidió que me pusiera otro condón y luego se dio vuelta, se acostó en el piso, quedando boca abajo, y me pidió que la cogiera, pero mientras lo hacía debía seguir comiéndole la concha a Catalina. La penetré fuertemente, la mamada que me había hecho me había dejado muy caliente, así que no di espera para cogerla con el mayor ritmo posible; Catalina se agachó un poco hasta dejar su vagina frente a mi cara. Le recorría una otra vez su vagina con mi lengua pero cuando Gina empezaba a pedirme que la cogiera más duro y gritaba, me olvidaba por completo de complacer a Catalina. De tal modo que me concentré totalmente en coger con Gina y acabar rápidamente. Yo estaba exhausto, pero para Gina la faena aún no terminaba. “Cata, te queda de trabajo levantar nuevamente esa pija, yo voy a mi cuarto a traer una cosa y ya vuelvo”.
Catalina y yo nos quedamos allí en la sala esperando a que Gina volviera, mientras eso ocurría Catalina me la chupaba buscando excitarme nuevamente y luego de un par de minutos lo consiguió. Sin dar espera se recostó contra la pared, me agarró de las mano y me haló hacia ella, luego condujo mi pene hacia su concha y empezamos a coger allí recostados contra la pared hasta que llegó Gina.
Gina entro nuevamente en la sala, en una mano traía un pequeño frasco y una caja de condones, en la otra mano sujetaba la mano de su hermano que, para ese momento, ya estaba desnudo. “Vamos a hacer lo siguiente, Cata va a coger con mi hermano, mientras nosotros nos repetimos”. De entrada me opuse, no iba a permitir que cualquiera cogiera con Catalina en mi cara. “Deja los celos. Si dejas que mi hermano coja con Catalina, yo dejo que me cojas por el culo…”. Fue imposible negarme a la tentadora oferta de Gina.
Gina se llenaba el culo de lubricante mientras yo veía como su hermano se cogía a la rubia. La verdad eso me iba llenando, poco a poco de ira. Gina me invitó a penetrarla y en un comienzo lo hice muy despacio, le deslizaba mi pene con mucha suavidad pero al ver como su hermano cogía con Catalina iba incrementando el ritmo. Y Gina gritaba, de hecho las dos chicas estaban pasándola muy bien, eran constantes los gemidos que rebotaban en las cuatro paredes de la sala de ese departamento. Gina por ratos me pedía que me detuviera, pero yo estaba cegado, no tenía oídos para complacer sus deseos, solo pnesaba en satisfacer los míos. En el momento en que sacudía el peso de mi cuerpo en el trasero de Gina vi como Catalina se acercaba hacia nosotros. Se agachó y empezó a besar y a acariciar a Gina mientras yo la cogía salvajemente. Mientras tanto el hermano de Gina permanecía allí tumbado en suelo buscando recuperar el aliento.
Verlas besándose fue el empujón necesario para animarme a terminar, y lo hice, lo hice allí, en el apretado culo de Gina. Por fin todos estábamos exhaustos y satisfechos o eso pensé. Luego de descansar por un par de minutos, Catalina y yo nos despedimos de Gina y salimos a la calle. Estando en la parada del colectivo Catalina me preguntó si podía pasar la noche en mi departamento, se había quedado aún caliente y quería pasar la noche quemando todos los cartuchos. Por supuesto accedí, eso sí, luego de darnos un relajante baño en la tina.
Este relato es 99% real. Los nombres de los personajes y algunas situaciones fueron modificadas para proteger la identidad de las personas.
Bueno gente, esta ha sido la segunda parte de esta serie de relatos. Si les gustó no se olviden de comentar y de compartir. Y ya saben si quieren las fotos (soft) de ls protagonistas del relato no se olviden de pedírmelas
Segunda parte: Gina la insaziabile
La vida continuó, aún tenía que seguir trabajando y asistiendo a las clases de italiano. Lo único diferente fue que empecé a salir con Catalina. O bueno, por lo menos eso le hacía creer a la hueca rubia que parecía enamorase de mi cada día más. Nuestros compañeros de clase lo fueron notando; Catalina y yo llegábamos, generalmente, juntos a clase y del mismo modo nos íbamos.
Pero Catalina no era la pareja ideal ni estaba cera de serlo. Salía con ella únicamente porque frecuentemente me surgía el deseo de coger con esta flaca, pero cualquier otro plan con ella me resultaba tedioso, de hecho una completa tortura. Es que de verdad que era una mujer tonta, bastante.
Catalina además de generarme aburrimiento, no gozaba de mi total atención en las clases. Y es que había una variedad de chicas tomando el curso y yo no podía pasarlas desapercibidas. Rápidamente les cuento.
Jisset. Esta mujer era la mayor de mis obsesiones en ese momento. Era la típica mujer que está buena por donde se le mire. Un lindo y redondo culo, unos grandes y muy firmes senos; de verdad que eran enormes. Una silueta armoniosa que hacía resaltar aún más los atributos que mencione anteriormente. Su rostro también era precioso. Sus ojos eran grandes y de color negro, un negro muy intenso. Igual que el de su pelo, que además era largo y liso. Sus labios eran carnosos, muy provocativos. Su nariz era bien respingada y sus cejas muy bien delineadas. Jisset era una mujer casi perfecta, por cierto bastante joven, lo que contribuía a que vistiera siempre algo muy informal. Por lo general un jean ajustado y una blusa escotada.
También estaba Gina. Ella quizás no era la más atractiva allí. De hecho no es muy linda, más bien lo contrario. Pero su rostro deja ver que es una chica que siempre anda caliente, se nota con solo verla a la cara; Gina es una ninfómana. Ella es de esas típicas mujeres que siempre están hablando de la revolución de las vaginas, por ende asegura que puede coger cuando quiera y con quien quiera, ya que eso le asegura su libertad. Sus senos son de un tamaño mediano, ni muy grandes ni muy pequeños, son firmes y lo mejor de todo es que Gina los deja ser libres. Nunca usa ningún tipo de corpiño, brassier o sostén. Sus piernas son algo delgadas pero a la vez muy bien torneadas. Del culo de Gina no quiero contarles, precisamente porque es casi inexistente.
Es morena, de ojos oscuros y muy grandes. Su pelo cae hasta sus hombros en forma de ondas. También he de contarles que Gina era la mejor, o por lo menos a la que más se facilitaba aprender el italiano. Era brillante.
Muy diferente a las demás chicas de la clase era Claudia, la hermosa madura del curso de italiano. Siempre se sentaba en la parte de adelante del salón. A mí me fascinaba hacerme en el asiento que quedara justo atrás de ella ya que Claudia usaba siempre unos jeans muy ajustados, que se escurrían de a poco y permitían contemplar la mitad de su trasero decorado por una fina tanga.
Ya que mencioné su trasero, voy a describírselos. Era grande, pero me refiero a que era grande hacia los lados, es decir, era ancho. Pero no tan parado como yo deseaba. De todas formas era un lindo y maduro culo. Pero lo mejor que tenía Claudia estaba por delante. Sus senos siempre se veían apretados y atrapados en una camisa muy ceñida, como queriendo escapar de allí pero sin poder conseguir la libertad. Supongo que el profesor se deleitaba viendo a esta provocativa madura en primera fila.
Y mientras tanto yo perdía mi tiempo con Catalina. Habíamos cogido tantas veces que ya me resultaba aburrido hacerlo con ella. Pero ahí estábamos, saliendo ya casi por más de un mes, en clase sentándonos uno junto al otro.
A pesar de haber tantas distracciones me iba bastante bien en las clases. Me daba la capacidad para ir aprendiendo y a la vez coquetear con Gina sin que Catalina lo notara. Siempre la miraba de reojo y notaba que ella me hacía una devolución de intenciones con esa seductora forma de mirar.
Un día después de clase salí junto a Catalina como de costumbre, empezamos a hablar de los demás compañeros de clase, de algunos mal y de otros bien. Cuando hablamos de Gina, le comenté a Catalina que esa chica me causaba curiosidad, le dije que pensaba que era una mujer bastante interesante, bastante liberal, seguramente muy abierta de mente. Catalina pensaba lo mismo, de hecho ella tenía mayor confianza con Gina y la conocía mejor confirmando así lo que yo pensaba de ella. “Podeos invitarla algún día después de clase a fumar un churro con nosotros ¿no te parece?”
Le dije que sí. Que realmente sería muy bueno llevarse bien con la estudiante más destacada. Catalina la invitó pero Gina rechazó la invitación argumentándole que ese día estaría ocupada. Al siguiente día fui yo quien me animé a hacerle la invitación y en esta ocasión aceptó. Quedamos de vernos el sábado en la tarde en un parque cercano a su casa.
Ese sábado me encontré desde muy temprano con Catalina para ir a almorzar y luego ir a tomar algo solo los dos. Aproximadamente a las cinco de la tarde llegamos al parque en que habíamos quedado de encontrarnos con Gina, cundo llegamos no la encontramos, así que decidimos esperarla por un rato antes de fuma el porro. Pasó media hora y no aparecía, pensábamos que ya no iba a venir, y justo cuando ya dábamos por hecho que Gina no aparecería allí, llegó. Trajo con ella una buena cantidad de licor así que ese sería nuestro plan de sábado en la tarde, beber y fumar en el parque.
Gina, a diferencia de Catalina, tenía una gran capacidad para hacer conversación, conocía sobre casi cualquier tema y hablaba de cualquier cosa sin sonrojarse. Llegó un momento en que empezó a preguntarnos por nuestra relación, si realmente estábamos muy enamorados, cuánto tiempo llevábamos saliendo y ese tipo de cosas. Luego se enfocó en hacerle preguntas a Catalina.
- “¿Sos celosa?”, preguntaba Gina mirando fijamente a los ojos a Catalina
- “Algo, pero no tanto. Lo suficiente como para respetar la libertad de mi novio”
- “No te creo… pareces bastante celosa”
- “Te digo que no, es la verdad no soy tan celosa”, respondía Catalina dejando entrever algo de ira en s voz.
- “¿Qué pasa si beso a tu novio?... ¿si lo beso ahora mismo?”
Catalina permaneció en silencio, sin saber que responderle a Gina, y mientras se esforzaba por encontrar la respuesta adecuada ante la incómoda situación en que le habían puesto, Gina acercó su cara a la mía y empezó a besarme. Yo la correspondí, mientras tanto levantaba mis manos, dejándole ver la palma de mis manos a Catalina, como tratando de decirle ¿qué querés que haga?
Catalina se tragó su orgullo con tal de convencer a Gina de que no era celosa. Pero le resultaba difícil, más viendo que Gina y yo no nos deteníamos y luego viendo a Gina agarrar mis manos y dirigirlas hacia sus senos. Hasta ahí legó el esfuerzo de Catalina.
- “Para, para… ¿qué haces?”
- Ves que si sos celosa, le decía Gina mientras que separaba su cara de la mía.
Y una vez que se detuvo me hizo la misma pregunta. “¿Sos celoso?”. La verdad soy bastante celoso, pero como por Catalina no sentía nada le dije que no, que no era celoso. A continuación hizo lo mismo con Catalina, empezó a besarle y a poco a poco a tomarse confianza para tocarle los senos; pasabasus manos alrededor de la cintura a veces más hacia abajo, hacia su culo. Catalina pareció un poco incómoda cuando Gina empezó pero a medida que la iba tocando se iba dejando llevar.
Gina desapunto el pantalón de Catalina y empezó a tocarla allí en su concha. Catalina, para esa altura, ya parecía bastante excitada así que no le preocupaba mucho estar haciendo esto en un parque público. Yo, a pesar de estar muy caliente, le pedí a Gina que se detuviera, no por celos, si no para sugerirle ir a otro lugar; bueno, ya saben, en caso de que quisiera continuar con lo que habíamos empezado allí en el parque. “Ya que estamos cerca de mi departamento podemos ir allá. Está mi hermano pero está durmiendo, ¿no sé si les suena la idea?”. El plan de Gina me sonaba a la perfección, a Catalina no tanto, pero convencerla no fue problema.
Una vez que llegamos Gina nos invitó a esperarla un momento en la sala, ella iría a su cuarto a buscar algo. Aprovechando que ya veníamos algo calientes, y mientras Gina volvía, empecé a besar a Catalina allí en la sala. Para cuando volvió Gina, Catalina ya no tenía su camisa puesta, estaba solo en sostén. Gina apareció y me pidió que me apartara, que la dejara a ella hacer ese trabajo, que la dejara llevar a Catalina al punto más alto de excitación. Me hice a un lado y mientras Gina le pasaba la lengua a Catalina por casi todo su cuerpo, yo aprovechaba para armar otro porro. Lo encendí mientras Gina le comía la concha a Catalina, cada vez que Gina levantaba su cabeza se lo pasaba y luego ella a Catalina, y así se fue consumiendo mientras Gina le daba una mamada a Catalina; corrijo, una tremenda mamada que hacía retorcer a la joven rubia. Y una vez que Catalina estuvo en el punto más álgido Gina me dijo “Cógetela”.
Penetré lentamente a Catalina mientras le veía sus ojitos que estaban rojos y pequeñitos por el faso que habíamos fumado. Mientras yo cogía con Catalina, Gina se paró enfrente mío y empezó a desnudarse lentamente, también a tocarse y acariciarse la vagina. Conseguía que mi excitación fuera creciendo exponencialmente, ello implicaba que empezaba a moverme más fuerte sobre la delgada rubia, la cogía cada vez más duro mientras que Gina me seducía; de hecho logró calentarme tanto que fue inevitable acabar en Catalina. La rubia parecía satisfecha, por lo menos de momento, yo estaba agotado, demasiado agitado, pero Gina no daba respiro. “Ahora te toca conmigo, pero te vas a poner un condón; a mí no me coges así sin forro”. Le pedí que me diera un par de minutos para recuperar el aliento, pero Gina no entendía nada, quería coger ahora mismo. Consiguió que mi pene se pusiera duro nuevamente dándome una espectacular mamada. Me tumbó en el sillón y a continuación me montó; se movía rápidamente mientras posaba sus manos tras su cabeza, yo la agarraba fuertemente de sus caderas contribuyendo a que sus movimientos fueran más rápidos y más fuertes. Estuvo allí saltando sobre mí por unos diez minutos, luego fue disminuyendo el ritmo de sus movimientos hasta que se detuvo. Se levantó y se acercó hasta el lugar en donde estaba acostada Catalina.
La rubia parecía muy tranquila, muy relajada allí acostada, pero su calma se vio interrumpida cuando Gina le pasó la lengua un par de veces por la concha, una vez que logró reactivarla, cruzo sus piernas con las de Catalina, formando una especie de tijera y empezaron a moverse. Ver esto me calentó muchísimo, así que sin pensarlo dos veces me acerque a ellas, me dirigía hacia Catalina, quería que me la chupara mientras cogía con Gina. Pero Gina me detuvo, me agarró fuertemente y fue ella quien introdujo mi pene en su boca. Se detuvo por un instante para sacarme el condón ya que dijo que detestaba el sabor del condón. Y mientras estábamos los tres allí, el hermano de Gina se despertó y se acercó a la sala. “¿Qué haces acá?... Andate Fabio, déjanos tranquilos”.
El hermano de Gina, en medio de un estado de estupefacción y con gran cara de asombro, se dio vuelta y volvió a encerrarse en su cuarto. Una vez que Gina terminó de hablarle a su hermano volvió a meterse mi pene en su boca.
Catalina cerraba sus ojitos mientras que restregaba su vagina contra la de Gina, las dos dejaban escapar unos cortos pero agudos gemidos. Luego de un rato Gina se detuvo, se sacó mi pene de su boca y dejó de moverse contra Catalina. Me pidió que me pusiera otro condón y luego se dio vuelta, se acostó en el piso, quedando boca abajo, y me pidió que la cogiera, pero mientras lo hacía debía seguir comiéndole la concha a Catalina. La penetré fuertemente, la mamada que me había hecho me había dejado muy caliente, así que no di espera para cogerla con el mayor ritmo posible; Catalina se agachó un poco hasta dejar su vagina frente a mi cara. Le recorría una otra vez su vagina con mi lengua pero cuando Gina empezaba a pedirme que la cogiera más duro y gritaba, me olvidaba por completo de complacer a Catalina. De tal modo que me concentré totalmente en coger con Gina y acabar rápidamente. Yo estaba exhausto, pero para Gina la faena aún no terminaba. “Cata, te queda de trabajo levantar nuevamente esa pija, yo voy a mi cuarto a traer una cosa y ya vuelvo”.
Catalina y yo nos quedamos allí en la sala esperando a que Gina volviera, mientras eso ocurría Catalina me la chupaba buscando excitarme nuevamente y luego de un par de minutos lo consiguió. Sin dar espera se recostó contra la pared, me agarró de las mano y me haló hacia ella, luego condujo mi pene hacia su concha y empezamos a coger allí recostados contra la pared hasta que llegó Gina.
Gina entro nuevamente en la sala, en una mano traía un pequeño frasco y una caja de condones, en la otra mano sujetaba la mano de su hermano que, para ese momento, ya estaba desnudo. “Vamos a hacer lo siguiente, Cata va a coger con mi hermano, mientras nosotros nos repetimos”. De entrada me opuse, no iba a permitir que cualquiera cogiera con Catalina en mi cara. “Deja los celos. Si dejas que mi hermano coja con Catalina, yo dejo que me cojas por el culo…”. Fue imposible negarme a la tentadora oferta de Gina.
Gina se llenaba el culo de lubricante mientras yo veía como su hermano se cogía a la rubia. La verdad eso me iba llenando, poco a poco de ira. Gina me invitó a penetrarla y en un comienzo lo hice muy despacio, le deslizaba mi pene con mucha suavidad pero al ver como su hermano cogía con Catalina iba incrementando el ritmo. Y Gina gritaba, de hecho las dos chicas estaban pasándola muy bien, eran constantes los gemidos que rebotaban en las cuatro paredes de la sala de ese departamento. Gina por ratos me pedía que me detuviera, pero yo estaba cegado, no tenía oídos para complacer sus deseos, solo pnesaba en satisfacer los míos. En el momento en que sacudía el peso de mi cuerpo en el trasero de Gina vi como Catalina se acercaba hacia nosotros. Se agachó y empezó a besar y a acariciar a Gina mientras yo la cogía salvajemente. Mientras tanto el hermano de Gina permanecía allí tumbado en suelo buscando recuperar el aliento.
Verlas besándose fue el empujón necesario para animarme a terminar, y lo hice, lo hice allí, en el apretado culo de Gina. Por fin todos estábamos exhaustos y satisfechos o eso pensé. Luego de descansar por un par de minutos, Catalina y yo nos despedimos de Gina y salimos a la calle. Estando en la parada del colectivo Catalina me preguntó si podía pasar la noche en mi departamento, se había quedado aún caliente y quería pasar la noche quemando todos los cartuchos. Por supuesto accedí, eso sí, luego de darnos un relajante baño en la tina.
Este relato es 99% real. Los nombres de los personajes y algunas situaciones fueron modificadas para proteger la identidad de las personas.
Bueno gente, esta ha sido la segunda parte de esta serie de relatos. Si les gustó no se olviden de comentar y de compartir. Y ya saben si quieren las fotos (soft) de ls protagonistas del relato no se olviden de pedírmelas
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