No sé si sea un relato que a todos guste, ojalá las chicas lo disfruten mucho...
Llego a casa y tu estás en ella. No te esperaba. Es época de calor y llevas un vestido ligero. Entramos a mi cuarto a ver televisión, pero yo no puedo dejar de ver tus piernas. Me encantan. Me excita muchísimo tenerlas tan cerca, me hace pensar el sin fin de escenas de cómo deseo cogerte. Sé que lo tuyo no es tener novio ni estar sujeta a una relación, pero entre nosotros hay algo.
Nos sentamos en la cama y, antes de pensar en prender la televisión, te comienzo a acariciar el cabello y tus hombros, te beso suavemente mientras acaricio tus piernas que me tienen loco. Te quito el vestido, estás preciosa. Te quitas el sujetador y la tanga, me quedo viendo tu cuerpo desnudo en mi cama. Es la primera vez que te veo desnuda. Tu piel pálida y suave, tu respiración profunda y tus ojos clavados en mí.
Me desnudo frente a ti, quiero que veas lo excitado que estoy por verte así. Comienzo a besarte, a enredarme con tu cabello, a darte diminutas mordidas en tus pequeños y deliciosos pechos. Escuchar cómo cambia el ritmo de tu respiración me hace estar aún más excitado. Bajo y bajo.
– ¿Qué vas a hacer?
– No te preocupes. Déjame a mí. Cierra los ojos y no pienses, sólo siente...
Me acerco más y más. Beso tus piernas, las acaricio, recorro desde tus pies a tus muslos, sé que me estoy acercando más y más. Mis labios rozan la cara interna de tu muslo, siento tu olor y me gusta mucho. Retraso lo más posible llegar ahí, sé que estás disfrutando sin aún haber hecho contacto, quiero que esto se prolongue todo lo posible.
Mis labios son acariciados por tus pelitos, mientras huelo tu aroma y mi exhalación fuerte irrumpe en la pasividad de los vellos de tu vagina. Tu respiración cambia, mueves tus piernas... ya sabes lo que viene.
Cada vez estoy más cerca, pero esta vez mi lengua se escabulle de mi boca y acaricia tus labios vaginales. Suave y despacio. Tu cuerpo se estremece y el mío te acompaña, mi pene está que revienta por la excitación. Cierro mis ojos para guardar este momento en mi mente, una vorágine de imágenes, olores y sabores vienen a mi cabeza.
Mi lengua ya tiene su juego, empieza a recorrer una y otra vez tus labios vaginales, que cada vez se sienten más húmedos. Mis dedos recorren tu cuerpo, quiero que seas solo mía en este momento, pues sé que en unas horas seguiremos siendo sólo amigos. Adquiriendo dotes de exploradora mi lengua se adentra entre tus labios vaginales. Los separa. Siento lo excitada que estás, el interior de tu vagina está tibio y húmedo.
Tus muslos, tus caderas, tu cintura, tus costillas... mis dedos recorren tu cuerpo hasta llegar a aferrarse de tus senos. Mis oídos son invadidos por tus murmullos que, entre quejidos, se hacen notar.
–Sigue así... que rico se siente.
Me excitas cada vez más. Mis labios se posan sobre tu vagina, mientras mi lengua revolotea dentro de ella. Mi diafragma se expande y mis pulmones se hinchan, desde mi boca succiono el aire que he atrapado entre ella y tu vagina. Tus piernas están inquietas, tu cuerpo se mueve y, en la cúspide de tu vagina, se deja ver tu clítoris.
Mi lengua traviesa se aproxima primero, tu respuesta es instantánea. Tu cuerpo se tensa, tus manos aprietan mi cabeza. Le debo dedicar a tu clítoris un tiempo de estimulación. Te beso y luego mi lengua frota en círculos tu punto de excitación. De tu boca ya no salen murmullos y quejidos, son fuertes gemidos de placer.
Despacio mis labio buscan aprisionar tu clítoris, quiero que disfrutes todo lo que yo te estoy disfrutando. Tus manos se aferran a mi espalda y cabeza. Siento tu ansiedad y excitación producidas por el placer que sientes ahora.
Separo mi rostro de tu cuerpo y mis manos se aferran a tus piernas, con un giro rápido busco que te pongas en cuatro patas. Te afirmas del respaldo de la cama y miras por sobre tu hombro buscando responder qué me preparo a hacer. Mis manos amasan tu trasero mientras mis ojos recorren toda la imagen de tenerte, aquí y ahora, sobre mi cama desnuda y entregándote confiada a mí.
Una de mis manos se escabulle y baja a tu vagina, un dedo busca superar la meta de mi lengua e ingresa entre tus labios vaginales. Mi otra mano se aferra a tu cadera mientras mi boca busco hacer contacto con tus nalgas. Mis labios primero, mis dientes después.
Con mis mejillas acaricio tu suave piel. Bajo desde tu trasero hacia tu muslo. Mi dedo explorador se mueve de arriba hacia abajo, sin descanso ni titubeos.
Tu estás en la misma posición. Yo quiero estar a tus servicios. Me pongo boca arriba bajo de ti, mis ojos solo se pueden posar en tu vagina frente a ellos. Te aferras al respaldo de la cama con fuerza y bajas sobre mi cara. Mi boca y sus componente te esperan con ansias.
El juego no cesa. Tu vagina es penetrada por mi lengua, tu cuerpo es recorrido por mis manos y tu límite está por hacerse presente. Te mueves al ritmo que tú deseas para que mi boca hurguetee tu vagina. Tu respiración rápida. El ritmo acelerado del movimiento de tus caderas. Y tus quejidos cada vez más constantes. Has llegado al orgasmo. Mi boca lo siente cuando de tu húmeda y tibia vagina se desprende más fluidos que antes.
Sé que este es el único momento que serás mía, y vaya que lo estás siendo.
Me levanto y busco un condón, me lo pongo rápido. Vuelvo a posarme detrás de ti, te tomo de las caderas y levanto tu trasero. Mi pene quiere entrar en esa mojada cavidad que mi lengua disfrutó por muchos minutos. Tú, sudada y cansada, tomas mi pene y lo direccionas a su objetivo. Con un movimiento rápido y fuerte meto mi pene en tu vagina. Mis labios buscan tu oreja cuando mi mano te toma del cuello y te acerca a mí.
–Podemos jugar todo lo que quieras...
Llego a casa y tu estás en ella. No te esperaba. Es época de calor y llevas un vestido ligero. Entramos a mi cuarto a ver televisión, pero yo no puedo dejar de ver tus piernas. Me encantan. Me excita muchísimo tenerlas tan cerca, me hace pensar el sin fin de escenas de cómo deseo cogerte. Sé que lo tuyo no es tener novio ni estar sujeta a una relación, pero entre nosotros hay algo.
Nos sentamos en la cama y, antes de pensar en prender la televisión, te comienzo a acariciar el cabello y tus hombros, te beso suavemente mientras acaricio tus piernas que me tienen loco. Te quito el vestido, estás preciosa. Te quitas el sujetador y la tanga, me quedo viendo tu cuerpo desnudo en mi cama. Es la primera vez que te veo desnuda. Tu piel pálida y suave, tu respiración profunda y tus ojos clavados en mí.
Me desnudo frente a ti, quiero que veas lo excitado que estoy por verte así. Comienzo a besarte, a enredarme con tu cabello, a darte diminutas mordidas en tus pequeños y deliciosos pechos. Escuchar cómo cambia el ritmo de tu respiración me hace estar aún más excitado. Bajo y bajo.
– ¿Qué vas a hacer?
– No te preocupes. Déjame a mí. Cierra los ojos y no pienses, sólo siente...
Me acerco más y más. Beso tus piernas, las acaricio, recorro desde tus pies a tus muslos, sé que me estoy acercando más y más. Mis labios rozan la cara interna de tu muslo, siento tu olor y me gusta mucho. Retraso lo más posible llegar ahí, sé que estás disfrutando sin aún haber hecho contacto, quiero que esto se prolongue todo lo posible.
Mis labios son acariciados por tus pelitos, mientras huelo tu aroma y mi exhalación fuerte irrumpe en la pasividad de los vellos de tu vagina. Tu respiración cambia, mueves tus piernas... ya sabes lo que viene.
Cada vez estoy más cerca, pero esta vez mi lengua se escabulle de mi boca y acaricia tus labios vaginales. Suave y despacio. Tu cuerpo se estremece y el mío te acompaña, mi pene está que revienta por la excitación. Cierro mis ojos para guardar este momento en mi mente, una vorágine de imágenes, olores y sabores vienen a mi cabeza.
Mi lengua ya tiene su juego, empieza a recorrer una y otra vez tus labios vaginales, que cada vez se sienten más húmedos. Mis dedos recorren tu cuerpo, quiero que seas solo mía en este momento, pues sé que en unas horas seguiremos siendo sólo amigos. Adquiriendo dotes de exploradora mi lengua se adentra entre tus labios vaginales. Los separa. Siento lo excitada que estás, el interior de tu vagina está tibio y húmedo.
Tus muslos, tus caderas, tu cintura, tus costillas... mis dedos recorren tu cuerpo hasta llegar a aferrarse de tus senos. Mis oídos son invadidos por tus murmullos que, entre quejidos, se hacen notar.
–Sigue así... que rico se siente.
Me excitas cada vez más. Mis labios se posan sobre tu vagina, mientras mi lengua revolotea dentro de ella. Mi diafragma se expande y mis pulmones se hinchan, desde mi boca succiono el aire que he atrapado entre ella y tu vagina. Tus piernas están inquietas, tu cuerpo se mueve y, en la cúspide de tu vagina, se deja ver tu clítoris.
Mi lengua traviesa se aproxima primero, tu respuesta es instantánea. Tu cuerpo se tensa, tus manos aprietan mi cabeza. Le debo dedicar a tu clítoris un tiempo de estimulación. Te beso y luego mi lengua frota en círculos tu punto de excitación. De tu boca ya no salen murmullos y quejidos, son fuertes gemidos de placer.
Despacio mis labio buscan aprisionar tu clítoris, quiero que disfrutes todo lo que yo te estoy disfrutando. Tus manos se aferran a mi espalda y cabeza. Siento tu ansiedad y excitación producidas por el placer que sientes ahora.
Separo mi rostro de tu cuerpo y mis manos se aferran a tus piernas, con un giro rápido busco que te pongas en cuatro patas. Te afirmas del respaldo de la cama y miras por sobre tu hombro buscando responder qué me preparo a hacer. Mis manos amasan tu trasero mientras mis ojos recorren toda la imagen de tenerte, aquí y ahora, sobre mi cama desnuda y entregándote confiada a mí.
Una de mis manos se escabulle y baja a tu vagina, un dedo busca superar la meta de mi lengua e ingresa entre tus labios vaginales. Mi otra mano se aferra a tu cadera mientras mi boca busco hacer contacto con tus nalgas. Mis labios primero, mis dientes después.
Con mis mejillas acaricio tu suave piel. Bajo desde tu trasero hacia tu muslo. Mi dedo explorador se mueve de arriba hacia abajo, sin descanso ni titubeos.
Tu estás en la misma posición. Yo quiero estar a tus servicios. Me pongo boca arriba bajo de ti, mis ojos solo se pueden posar en tu vagina frente a ellos. Te aferras al respaldo de la cama con fuerza y bajas sobre mi cara. Mi boca y sus componente te esperan con ansias.
El juego no cesa. Tu vagina es penetrada por mi lengua, tu cuerpo es recorrido por mis manos y tu límite está por hacerse presente. Te mueves al ritmo que tú deseas para que mi boca hurguetee tu vagina. Tu respiración rápida. El ritmo acelerado del movimiento de tus caderas. Y tus quejidos cada vez más constantes. Has llegado al orgasmo. Mi boca lo siente cuando de tu húmeda y tibia vagina se desprende más fluidos que antes.
Sé que este es el único momento que serás mía, y vaya que lo estás siendo.
Me levanto y busco un condón, me lo pongo rápido. Vuelvo a posarme detrás de ti, te tomo de las caderas y levanto tu trasero. Mi pene quiere entrar en esa mojada cavidad que mi lengua disfrutó por muchos minutos. Tú, sudada y cansada, tomas mi pene y lo direccionas a su objetivo. Con un movimiento rápido y fuerte meto mi pene en tu vagina. Mis labios buscan tu oreja cuando mi mano te toma del cuello y te acerca a mí.
–Podemos jugar todo lo que quieras...
1 comentarios - El momento en el que eres mía
Mis labios buscan tu oreja cuando mi mano te toma del cuello y te acerca a mí.
–Podemos jugar todo lo que quieras..."
Me encantó!!! Me hiciste imaginar cada palabra...me hiciste sentir dentro... Gracias por eso!
Besos
Mimilau