Hola de nuevo!! como saben soy muy fiel jojo así que les dejo el siguiente capítulo para que disfruten y se diviertan si saben a qué me refiero. Me han estado pidiendo un punto de vista de Laura y realmente creo que es buena idea, pero no sé cómo escribirlo sin que se pierda... ese aire inocente de la chica xD. De todos modos continuemos donde nos quedamos, para no salirnos del tema jeje
Tuvieron que pasar dos días para que nos decidiéramos que sin ninguna duda Daniel iba a romperle el culo a Laurita. Yo era la que estaba más nerviosa porque no deseaba que mi chica sufriera, aunque me moría de ganas de verla.
Durante estos dos días, habíamos mantenido a Laura alejada de Daniel con el propósito de aumentar su apetito sexual, Por otro lado nadie había tocado a Daniel desde entonces, y le dábamos de comer saludable para que produjera el semen más delicioso de siempre. Vale, lo admito, él era más bien como nuestra fuente de leche, pero las tres lo amábamos mucho.
Finalmente llegó el sábado, y con ello el día en el que una polla iba a estar por atrás de Laura. Kim se mostraba entusiasmada. Daniel no se lo podía creer porque era un sueño poder penetrar y tuvimos que darle advertencias de que no se pajeara. Si iba a ser el primer anal de mi hija, quería que la llenara de leche.
Fui a comprar con Kim algunas cosas para la noche, como velas rojas aromáticas y unas sábanas más suaves y cojines de terciopelo. También llevé una botellita extra de lubricante.
Llegamos a casa como a las ocho de la noche. Apagué mi teléfono para que nadie nos interrumpiera y después nos metimos todos a la ducha. Laura me contó que su corazón estaba acelerado de la emoción y yo le dije que no tenía de qué temer, ya que precisamente para éste día había estado metiéndose cosas por atrás.
Salimos del baño secos y fuimos a la habitación. Antes de eso le dije a laura que se vistiera con una blusita ceñida, unas pantis muy coquetas y ajustadas, y un short cortito, todo para que tuviéramos el placer de desnudarla.
El cuarto estaba ambientado como un motel, con sábanas limpias en la cama matrimonial y cojines. Las velas estaban prendidas y despedían un rico aroma a vainilla.
Laurita fue directo a la cama y se sentó. Yo miré el reloj. Eran casi las diez de la noche, e íbamos a parar hasta que cayéramos rendidos. Yo vestía con un camisón coqueto. Kim ya estaba desnuda y Daniel usaba unos boxers donde ya se le marcaba el paquete.
—Mamá, creo que deberíamos dejar que Daniel y Laura lo hagan sólos.
—¿Te parece, hija?
—Sí. Está bien.
Kim y yo nos fuimos al sofá de mi recámara para ver cómo se desarrollaba la acción. Daniel me miró preguntando si ya podía comenzar y yo le di el visto bueno. Mi hija menor estaba sonrojada y cruzada de piernas, lo que ayudaba a aumentar la gracia de sus curvas.
Su papi se acercó a ella. Laura no perdió tiempo y sensualmente comenzó a darle besitos en el vientre y en la polla por debajo del boxer. Sus ojitos estaban cerrados, pero logró hacerle a un lado la ropa y mostrar el enorme paquete de Daniel, que ya comenzaba a reaccionar por la chica. A Kim y a mí nos pareció que se veía más grande.
Laura sonrió y lo tomó con su delicada manita. Ni siquiera alcanzaba a cerrarla por completo y después se lo llevó a la boca para darle la primera mamada de la noche. Los ojos de Daniel estaban cerrados y movía las caderas, penetrando a mi hija por la boca. Su pene entraba con facilidad y salía empapado de saliva, que escurría hasta sus huevos.
Mientras Laura mamaba, él le quitó la blusa. Después Daniel la empujó para que se recostara. Acto seguido procedió a quitarle el short y las pantis. La abrió de piernas y clavó su boca en la estrecha vaginita de la chica, saboréandola con un sonido de succión, bebiendo de sus juguitos virginales. La chica se reía y jadeaba a la vez. Se pellizcaba sus tetas y apretaba las piernas para que su papá no se fuera.
Estuvo durante un buen tiempo comiéndole la vagina a la chica. Su polla estaba tan erecta que apuntaba más arriba de lo usual, con las venas bombeando sangre.
Después de eso Daniel se acostó en la cama. Laura se le subió encima para besarlo y él no perdió un momento para tocarla por cada rincón de su cuerpo, desde sus pompis hasta la entrada de su vagina. Kim se estaba masturbando con el consolador de su hermana, hundiéndolo hasta su vagina y dejando un pequeño margen para volver a sacarlo. Yo sólo miraba a mi hija menor disfrutando. Daniel le dio una nalgada fuerte y dejó roja la nalga de Laura, pero ella no se quejó. Besó el cuello del hombre, bajando por su vientre y ofreciéndonos una vista perfecta de su colita. Cuando llegó hasta la polla, se acomodó como una diva y comenzó a masturbarla con fuerza mientras saboreaba el glande con la lengua.
—No olvides los huevos, amor —le dije.
Laura me miró con una sonrisa y bajó hasta esa parte, lamiéndolos hasta empaparlos de saliva. Daniel suspiraba de inmenso placer mientras la nenita se lo comía. Se metía la verga hasta donde podía y luego la sacaba envuelta en mucha saliva. La lengua de mi hija bajaba y subía y mientras lo hacía, sus ojitos de chica estaban puestos en mí, lujuriosos.—Creo que ya va siendo hora de que la penetres —dijo Kim.
Laura también pensaba lo mismo y se limpió la saliva de la boca. Daniel de inmediato se acostó sobre la chica con cuidado de no aplastarla y empezó a restregar su cuerpo con el de ella. Desde ese ángulo yo podía ver a Daniel y a su pene meciéndose mientras jugaba a que penetraba a la nena.
Poco después Kim salió del cuarto y regresó con una soga.
—¿Qué vas a hacer, Kim?
—Vamos a divertirnos más.
Se acercó a la pareja y le dijo unas cosas a Laurita. La chica asintió y se puso de espaldas. Entonces su hermana ató sus muñecas, como esposándola para que no se pudiera mover. Yo estaba algo alterada pero seguí mirando porque Kim era incapaz de dañar a su hermana. Luego Laura se volvió a girar de tal forma que sus manitas quedaron aplastadas por su cuerpo.
Se acostó en la orilla de la cama, así que su cabeza quedó fuera del colchón. Kim fue por el lubricante con sabor y bañó la polla de Daniel con la sustancia sabor vainilla. Incluso sus huevos quedaron cubiertos. Después se acercó a Laura y ésta, al percibir el sabor, empezó a mamar con más ímpetu. Podía ver su lenguita recorriendo a Daniel, que estaba parado afuera de la cama. La boca de mi hija iba besaba y lamía literalmente todo de Daniel. A su vez, el hombre le clavó la verga entre los labios y sostuvo su cabecita para que siguiera adentro.
Kim, excitada. Se acomodó entre las piernas de su hermana para darle una monumental mamada. Yo me acerqué con curiosidad. El pecho de mi nena estaba sonrojado. La saliva le escurría por la comisura de sus labios mientras Daniel le follaba la boca. Kim le mordía el clítoris y le penetraba el ano con dos dedos.
Sin poder contenerme también me uní a la fiesta. Besé y mordí las piernas de Laura. Sus gemidos se hicieron más fuertes, llenos de placer.
—Más… más… —decía cuando Daniel le sacaba la verga y se la volvía a hundir hasta la garganta.
Kim estimulaba el clítoris de la chica con sus manos mientras le rosaba el ano con la lengua. Yo mordía la parte interna de los muslos de mi hija hasta dejarles deliciosas marcas. Ahora comprendía porque a Laura le gustaba jugar a las mordidas cuando era más pequeña.
Fui por el consolador de baterías. Kim se lo metió de una vez por el culo y puso la vibración al máximo. Laura soltó la polla y comenzó a retorcerse como loca. Kim siguió mamándole la vagina. Yo le mordía los pezones y Daniel de nuevo la callaba hundiéndole la polla hasta la campanilla.
En un momento Laura gritó de placer. Daniel eyaculó en su boca tanto semen que le rodó fuera de los labios. Kim se detuvo y le sacó el consolador. Yo igual paré. Dejamos que Daniel vaciara los huevos en la boca de la chica.
—A ver, amor. Muéstrame.
Laura abrió la boca. Tenia mucho semen dentro. Kim, más morbosa que antes, se acercó y escupió un poco de saliva dentro de la boca de Laura para que ella jugueteara. Yo también escupí un poquito, aunque menos entusiasmada por los juegos de saliva que tanto le gustaban a Laura.
Oímos cuando Daniel tomó la foto de la exquisita mezcla que había en la chica. Luego, ella cerró los labios y se tragó todo. Cuando los volvió a abrir, no quedaba nada.
Desatamos a Laura. Daniel se acostó. Su pene estaba medio erecto. Laura se acomodó entre sus piernas y siguió lamiendo al hombre por toda esa zona. Mientras tanto, Kim volvió a meterle el consolador de baterías. Yo, por otro lado, me coloqué sobre la cabeza de Daniel para que me comiera la vagina y de paso veía a mi chica saborear a ese hombre.
No tardo mucho para que ese pedazo de carne volviera a estar erecto. Ya era hora de darle a Laura por atrás.
Kim hizo que Laura se pusiera a gatas. Le dio un cojín para que apoyara la cabeza. Hizo que abriera un poco más sus piernas y luego le volvió a amarrar las muñecas a la espalda. Daniel se puso lubricante en la polla y yo le dejé unas gotas en el culo de mi chica. Hundí un dedito en su agujero para lubricar por dentro y me sorprendió lo caliente que estaba. Gotas de jugo brillaban en su vagina.
Laura estaba bien atada, con la cola al aire. Daniel se acercó lentamente, dirigiendo su pene a ese agujerito rosado. Yo ayudé abriendo las nalgas de mi hija. El contacto con el glande rojo se hizo de inmediato. Oí que Laura gemía un poco y después, Daniel fue empujando hasta hundir la mitad de su polla adentro.
—Está… caliente —dijo Laura.
—Hazlo —le dije a Daniel y de un sólo movimiento hundió su verga en el ano de la chica. Laura gritó —. No te detengas. Sigue. Dale todo a mi nena.
El hombre sacó su miembro y volvió a meterlo. Primer lento y luego rápido. Aumentó la velocidad. La tomó de las caderitas y siguió metiendo y sacando. Metiendo y sacando. El cuerpo de la chica se retorcía. Le salían algunas lagrimitas y su cara estaba muy roja.
—¿Nos detenemos, Laura?
—No. No.
La chica estaba como poseída. Por reflejo trataba de sacarse de la soga y mordía la sábana para contener sus gemidos. Yo veía cómo su agujerito se dilataba y agregué más lubricante. Así, lo que antes le estaba dando dolor a mi hija, se volvió un gran placer.
Laura ya no gritaba, sino que jadeaba. Mantenía los ojitos cerrados y una sonrisa de relajación mientras Daniel le penetraba el culo a un ritmo elevado. Eso sí, mi nena estaba babeando.
Daniel sacó su miembro. Kim le desató las manos a su hermana y ésta se giró boca arriba. Se abrió de piernas sosteniéndose de las rodillas. Eso hizo que su papi volviera e metérsela hasta el fondo.
Su hermana volvió a acomodarse de tal forma que podía lamer tanto la polla de Daniel que entraba como el clítoris de la hermana. Yo Ayudaba a lubricar echando saliva en la penetración. Yo también participé restregando mis tetas en la cara de mi beba hermosa, que como si fuera niñita me las chupó y apretó. Deseé tener algo de leche para darle. De tan cerca que estaba podía oír sus gemidos y eso me encendió todavía más.
Me fui con Kim. Logré hacerme espacio entre las bien abiertas piernas de mi hija y uní mi boca a la de su hermana. Entre las dos le dábamos a Laura el mejor sexo oral de su vida, mordiendo sus labios, su clítoris y luchando contra el deseo de penetrarla con nuestras propias manos. Kim se alejó al ver que yo quería todo para mí. Se dirigió a la boca de la chica para besarla y escupirle dentro. No sé por qué a Laura le gustaba esa filia, pero me daba igual.
—Me vengo… —avisó Daniel mientras la perforaba mucho más rápido. Yo deslicé mi lengua por todo el cuerpo de mi hija que se sacudía y finalmente, Daniel eyaculó adentro de su culo.
Laura alcanzó el orgasmo plenamente y así fue cuando de su vaginita salió un chorrito de líquidoFue tan, tan hermoso.
Daniel sacó su miembro y sonrió de placer.
Mientras yo vi a Laura y me di cuenta de que tal vez las cosas se habían puesto algo rudas para ella. Estaba de piernas bien abiertas. Le salía semen del culito. Su vagina estaba roja debido a nuestras lamidas. Tenía rasguños en las piernas. Estaba sudando. Sus tetitas también tenían marcas de dientes y Kim le había llenado la cara de saliva.
—Creo que debemos de darle un baño.
Laura intentó levantarse pero tenía las piernas débiles y dijo que el ano le dolía un poco. Era comprensible después de tremenda follada.
Daniel apenas volvió a eyacular unas gotas en su boca.
—¿Te divertiste, amor?
Una sonrisa coqueta, agotada, fue la mejor respuesta que me pudo dar.
Me puse tan cachonda escribiendo esto xD. Bueno, eso era algo que no necesitaban saber, gracias por disfrutar de mis escritos, y recuerden decirme qué tal les ha parecido, nos vemos, besitos en sus poshas 🙂
Tuvieron que pasar dos días para que nos decidiéramos que sin ninguna duda Daniel iba a romperle el culo a Laurita. Yo era la que estaba más nerviosa porque no deseaba que mi chica sufriera, aunque me moría de ganas de verla.
Durante estos dos días, habíamos mantenido a Laura alejada de Daniel con el propósito de aumentar su apetito sexual, Por otro lado nadie había tocado a Daniel desde entonces, y le dábamos de comer saludable para que produjera el semen más delicioso de siempre. Vale, lo admito, él era más bien como nuestra fuente de leche, pero las tres lo amábamos mucho.
Finalmente llegó el sábado, y con ello el día en el que una polla iba a estar por atrás de Laura. Kim se mostraba entusiasmada. Daniel no se lo podía creer porque era un sueño poder penetrar y tuvimos que darle advertencias de que no se pajeara. Si iba a ser el primer anal de mi hija, quería que la llenara de leche.
Fui a comprar con Kim algunas cosas para la noche, como velas rojas aromáticas y unas sábanas más suaves y cojines de terciopelo. También llevé una botellita extra de lubricante.
Llegamos a casa como a las ocho de la noche. Apagué mi teléfono para que nadie nos interrumpiera y después nos metimos todos a la ducha. Laura me contó que su corazón estaba acelerado de la emoción y yo le dije que no tenía de qué temer, ya que precisamente para éste día había estado metiéndose cosas por atrás.
Salimos del baño secos y fuimos a la habitación. Antes de eso le dije a laura que se vistiera con una blusita ceñida, unas pantis muy coquetas y ajustadas, y un short cortito, todo para que tuviéramos el placer de desnudarla.
El cuarto estaba ambientado como un motel, con sábanas limpias en la cama matrimonial y cojines. Las velas estaban prendidas y despedían un rico aroma a vainilla.
Laurita fue directo a la cama y se sentó. Yo miré el reloj. Eran casi las diez de la noche, e íbamos a parar hasta que cayéramos rendidos. Yo vestía con un camisón coqueto. Kim ya estaba desnuda y Daniel usaba unos boxers donde ya se le marcaba el paquete.
—Mamá, creo que deberíamos dejar que Daniel y Laura lo hagan sólos.
—¿Te parece, hija?
—Sí. Está bien.
Kim y yo nos fuimos al sofá de mi recámara para ver cómo se desarrollaba la acción. Daniel me miró preguntando si ya podía comenzar y yo le di el visto bueno. Mi hija menor estaba sonrojada y cruzada de piernas, lo que ayudaba a aumentar la gracia de sus curvas.
Su papi se acercó a ella. Laura no perdió tiempo y sensualmente comenzó a darle besitos en el vientre y en la polla por debajo del boxer. Sus ojitos estaban cerrados, pero logró hacerle a un lado la ropa y mostrar el enorme paquete de Daniel, que ya comenzaba a reaccionar por la chica. A Kim y a mí nos pareció que se veía más grande.
Laura sonrió y lo tomó con su delicada manita. Ni siquiera alcanzaba a cerrarla por completo y después se lo llevó a la boca para darle la primera mamada de la noche. Los ojos de Daniel estaban cerrados y movía las caderas, penetrando a mi hija por la boca. Su pene entraba con facilidad y salía empapado de saliva, que escurría hasta sus huevos.
Mientras Laura mamaba, él le quitó la blusa. Después Daniel la empujó para que se recostara. Acto seguido procedió a quitarle el short y las pantis. La abrió de piernas y clavó su boca en la estrecha vaginita de la chica, saboréandola con un sonido de succión, bebiendo de sus juguitos virginales. La chica se reía y jadeaba a la vez. Se pellizcaba sus tetas y apretaba las piernas para que su papá no se fuera.
Estuvo durante un buen tiempo comiéndole la vagina a la chica. Su polla estaba tan erecta que apuntaba más arriba de lo usual, con las venas bombeando sangre.
Después de eso Daniel se acostó en la cama. Laura se le subió encima para besarlo y él no perdió un momento para tocarla por cada rincón de su cuerpo, desde sus pompis hasta la entrada de su vagina. Kim se estaba masturbando con el consolador de su hermana, hundiéndolo hasta su vagina y dejando un pequeño margen para volver a sacarlo. Yo sólo miraba a mi hija menor disfrutando. Daniel le dio una nalgada fuerte y dejó roja la nalga de Laura, pero ella no se quejó. Besó el cuello del hombre, bajando por su vientre y ofreciéndonos una vista perfecta de su colita. Cuando llegó hasta la polla, se acomodó como una diva y comenzó a masturbarla con fuerza mientras saboreaba el glande con la lengua.
—No olvides los huevos, amor —le dije.
Laura me miró con una sonrisa y bajó hasta esa parte, lamiéndolos hasta empaparlos de saliva. Daniel suspiraba de inmenso placer mientras la nenita se lo comía. Se metía la verga hasta donde podía y luego la sacaba envuelta en mucha saliva. La lengua de mi hija bajaba y subía y mientras lo hacía, sus ojitos de chica estaban puestos en mí, lujuriosos.—Creo que ya va siendo hora de que la penetres —dijo Kim.
Laura también pensaba lo mismo y se limpió la saliva de la boca. Daniel de inmediato se acostó sobre la chica con cuidado de no aplastarla y empezó a restregar su cuerpo con el de ella. Desde ese ángulo yo podía ver a Daniel y a su pene meciéndose mientras jugaba a que penetraba a la nena.
Poco después Kim salió del cuarto y regresó con una soga.
—¿Qué vas a hacer, Kim?
—Vamos a divertirnos más.
Se acercó a la pareja y le dijo unas cosas a Laurita. La chica asintió y se puso de espaldas. Entonces su hermana ató sus muñecas, como esposándola para que no se pudiera mover. Yo estaba algo alterada pero seguí mirando porque Kim era incapaz de dañar a su hermana. Luego Laura se volvió a girar de tal forma que sus manitas quedaron aplastadas por su cuerpo.
Se acostó en la orilla de la cama, así que su cabeza quedó fuera del colchón. Kim fue por el lubricante con sabor y bañó la polla de Daniel con la sustancia sabor vainilla. Incluso sus huevos quedaron cubiertos. Después se acercó a Laura y ésta, al percibir el sabor, empezó a mamar con más ímpetu. Podía ver su lenguita recorriendo a Daniel, que estaba parado afuera de la cama. La boca de mi hija iba besaba y lamía literalmente todo de Daniel. A su vez, el hombre le clavó la verga entre los labios y sostuvo su cabecita para que siguiera adentro.
Kim, excitada. Se acomodó entre las piernas de su hermana para darle una monumental mamada. Yo me acerqué con curiosidad. El pecho de mi nena estaba sonrojado. La saliva le escurría por la comisura de sus labios mientras Daniel le follaba la boca. Kim le mordía el clítoris y le penetraba el ano con dos dedos.
Sin poder contenerme también me uní a la fiesta. Besé y mordí las piernas de Laura. Sus gemidos se hicieron más fuertes, llenos de placer.
—Más… más… —decía cuando Daniel le sacaba la verga y se la volvía a hundir hasta la garganta.
Kim estimulaba el clítoris de la chica con sus manos mientras le rosaba el ano con la lengua. Yo mordía la parte interna de los muslos de mi hija hasta dejarles deliciosas marcas. Ahora comprendía porque a Laura le gustaba jugar a las mordidas cuando era más pequeña.
Fui por el consolador de baterías. Kim se lo metió de una vez por el culo y puso la vibración al máximo. Laura soltó la polla y comenzó a retorcerse como loca. Kim siguió mamándole la vagina. Yo le mordía los pezones y Daniel de nuevo la callaba hundiéndole la polla hasta la campanilla.
En un momento Laura gritó de placer. Daniel eyaculó en su boca tanto semen que le rodó fuera de los labios. Kim se detuvo y le sacó el consolador. Yo igual paré. Dejamos que Daniel vaciara los huevos en la boca de la chica.
—A ver, amor. Muéstrame.
Laura abrió la boca. Tenia mucho semen dentro. Kim, más morbosa que antes, se acercó y escupió un poco de saliva dentro de la boca de Laura para que ella jugueteara. Yo también escupí un poquito, aunque menos entusiasmada por los juegos de saliva que tanto le gustaban a Laura.
Oímos cuando Daniel tomó la foto de la exquisita mezcla que había en la chica. Luego, ella cerró los labios y se tragó todo. Cuando los volvió a abrir, no quedaba nada.
Desatamos a Laura. Daniel se acostó. Su pene estaba medio erecto. Laura se acomodó entre sus piernas y siguió lamiendo al hombre por toda esa zona. Mientras tanto, Kim volvió a meterle el consolador de baterías. Yo, por otro lado, me coloqué sobre la cabeza de Daniel para que me comiera la vagina y de paso veía a mi chica saborear a ese hombre.
No tardo mucho para que ese pedazo de carne volviera a estar erecto. Ya era hora de darle a Laura por atrás.
Kim hizo que Laura se pusiera a gatas. Le dio un cojín para que apoyara la cabeza. Hizo que abriera un poco más sus piernas y luego le volvió a amarrar las muñecas a la espalda. Daniel se puso lubricante en la polla y yo le dejé unas gotas en el culo de mi chica. Hundí un dedito en su agujero para lubricar por dentro y me sorprendió lo caliente que estaba. Gotas de jugo brillaban en su vagina.
Laura estaba bien atada, con la cola al aire. Daniel se acercó lentamente, dirigiendo su pene a ese agujerito rosado. Yo ayudé abriendo las nalgas de mi hija. El contacto con el glande rojo se hizo de inmediato. Oí que Laura gemía un poco y después, Daniel fue empujando hasta hundir la mitad de su polla adentro.
—Está… caliente —dijo Laura.
—Hazlo —le dije a Daniel y de un sólo movimiento hundió su verga en el ano de la chica. Laura gritó —. No te detengas. Sigue. Dale todo a mi nena.
El hombre sacó su miembro y volvió a meterlo. Primer lento y luego rápido. Aumentó la velocidad. La tomó de las caderitas y siguió metiendo y sacando. Metiendo y sacando. El cuerpo de la chica se retorcía. Le salían algunas lagrimitas y su cara estaba muy roja.
—¿Nos detenemos, Laura?
—No. No.
La chica estaba como poseída. Por reflejo trataba de sacarse de la soga y mordía la sábana para contener sus gemidos. Yo veía cómo su agujerito se dilataba y agregué más lubricante. Así, lo que antes le estaba dando dolor a mi hija, se volvió un gran placer.
Laura ya no gritaba, sino que jadeaba. Mantenía los ojitos cerrados y una sonrisa de relajación mientras Daniel le penetraba el culo a un ritmo elevado. Eso sí, mi nena estaba babeando.
Daniel sacó su miembro. Kim le desató las manos a su hermana y ésta se giró boca arriba. Se abrió de piernas sosteniéndose de las rodillas. Eso hizo que su papi volviera e metérsela hasta el fondo.
Su hermana volvió a acomodarse de tal forma que podía lamer tanto la polla de Daniel que entraba como el clítoris de la hermana. Yo Ayudaba a lubricar echando saliva en la penetración. Yo también participé restregando mis tetas en la cara de mi beba hermosa, que como si fuera niñita me las chupó y apretó. Deseé tener algo de leche para darle. De tan cerca que estaba podía oír sus gemidos y eso me encendió todavía más.
Me fui con Kim. Logré hacerme espacio entre las bien abiertas piernas de mi hija y uní mi boca a la de su hermana. Entre las dos le dábamos a Laura el mejor sexo oral de su vida, mordiendo sus labios, su clítoris y luchando contra el deseo de penetrarla con nuestras propias manos. Kim se alejó al ver que yo quería todo para mí. Se dirigió a la boca de la chica para besarla y escupirle dentro. No sé por qué a Laura le gustaba esa filia, pero me daba igual.
—Me vengo… —avisó Daniel mientras la perforaba mucho más rápido. Yo deslicé mi lengua por todo el cuerpo de mi hija que se sacudía y finalmente, Daniel eyaculó adentro de su culo.
Laura alcanzó el orgasmo plenamente y así fue cuando de su vaginita salió un chorrito de líquidoFue tan, tan hermoso.
Daniel sacó su miembro y sonrió de placer.
Mientras yo vi a Laura y me di cuenta de que tal vez las cosas se habían puesto algo rudas para ella. Estaba de piernas bien abiertas. Le salía semen del culito. Su vagina estaba roja debido a nuestras lamidas. Tenía rasguños en las piernas. Estaba sudando. Sus tetitas también tenían marcas de dientes y Kim le había llenado la cara de saliva.
—Creo que debemos de darle un baño.
Laura intentó levantarse pero tenía las piernas débiles y dijo que el ano le dolía un poco. Era comprensible después de tremenda follada.
Daniel apenas volvió a eyacular unas gotas en su boca.
—¿Te divertiste, amor?
Una sonrisa coqueta, agotada, fue la mejor respuesta que me pudo dar.
Me puse tan cachonda escribiendo esto xD. Bueno, eso era algo que no necesitaban saber, gracias por disfrutar de mis escritos, y recuerden decirme qué tal les ha parecido, nos vemos, besitos en sus poshas 🙂
15 comentarios - Mis hijas y yo; una familia muy cariñosa cap 13
Saludos!!!
No se me ocurre como puede continuar, pero seguro que vos y tu imaginación nos sorprenderán a todos!
Gracias!