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La fantasía hecha realidad

Hola compañeros Poringueros, Les traigo una pequeña historia, algo simple pero que hace algún tiempo quería compartir. Cualquier comentario sera grandemente apreciado, porf avor dejen alguna crítica constructiva, cualquier detalle me ayudara a poder mejorar. Consideren por favor que es la primera vez que escribo algo y se que la cantidad de errores es muy grande al igual que los aspectos a mejorar. Desde ya agradezco cualquier comentario. Espero sea de su agrado.

Soy un joven reservado, no usare la palabra tímido porque no le temo a la gente, solamente prefiero no interactuar con ella. Es de mi agrado sin embargo observar y luego recrear situaciones con los individuos que me rodean en mi diario vivir, intentando imaginar cómo son las personas y qué sucedería en determinadas circunstancias. Mi mente suele volar y tomar los giros más inesperados cuando alguna mujer participa en mis fantasías, y es que no solamente imagino sexo. Voy mucho mas allá de algo tan simple y trato de comprender qué tipo de mujeres son, qué dirían, qué les gusta y qué no, qué tipo de secretos pueden guardar y cómo son en realidad cuando nadie puede verlas, en la intimidad de la alcoba cuando desnudan más que solo su cuerpo.

Para darles una ligera idea de cómo soy, el autor de esta pequeña historia erótica les contare detalles acerca de mi. No esperen algo impresionante, no mentiré y es que quiero que tengan una idea lo mas cercana a la realidad posible. De 24 años de edad, tez morena y ojos oscuros, usualmente con el ceño fruncido con una actitud totalmente apática a la gente a mi alrededor. Aquellos que logran conocerme pueden decir que soy muy diferente a la persona que mi exterior refleja, en realidad soy jovial y me gusta bromear cuando me siento cómodo. De lo contrario de mí no boca no saldrá mas que un frío "Hola que tal".

De igual manera mi personalidad al hacer el amor cambia radicalmente, soy insaciable y mi vigor está muy por encima del promedio. Me encanta satisfacer y que me den satisfacción, una relación recíproca produce mejores resultados por lo que siempre daré mi todo a mi pareja.

Jamás he tenido una novia, eso no es para mi. Pocos pueden captar mi atención por más de algunos minutos e incluso mis amigos son en cantidad pocos. Las relaciones en las que he participado han sido fugaces y los sentimientos rara vez involucrados. Prefiero algunas noches de sexo y luego seguir por otro camino a buscar algo más profundo, no creo estar en la situación correcta para pedir algo mas y mucho menos darlo.

Ya con una idea en mente de mi persona es hora de plantarles una idea de la mujer que co-protagonizará esta historia. Hace algunos meses fui contratado para una empresa extranjera para el manejo de una cuenta de ventas en línea, no lo suficientemente interesante como para ahondar mas en el tema. Era mi primer día, algo nervioso y con pocas expectativas me encontraba en el elevador yo con un portafolio en la mano y las manos heladas cuando las puertas se abrieron y pude descubrir la silueta mas perfecta que he visto en mi vida, con una blusa blanca semi-transparente descubriendo un bonito brassiere de encaje que denotaba el más exquisito gusto, una falda negra que ceñía sus piernas y resaltaba su bella figura, cabellos lacios de color miel que caían sobre su hombro derecho se encontraba ella, Elizabeth. Inclinó su bello rostro y pude ver que sin pronunciar palabra preguntaba si iba a salir de el elevador. Logrando salir de mi estupefacción logré asentir y tomar un par de pasos para darle paso. Luego volteé mi cabeza y con una sonrisa picarezca me despidió y supe que había entendido la causa de mi reacción. Al cerrarse las puertas aún tomó a mi cerebro algunos segundos procesar lo sucedido, para mi fue una pequeña eternidad y es que son escasas las mujeres que logran tener tal impacto.

Elizabeth manejaba una cuenta diferente por lo que rara vez lograba verla. Cada vez que la hacía guardabas las imágenes mentales que obtenía de ella. Se vestía con una elegancia distintiva de las mujeres de clase. Ella tenia un atributo muy poco común, y es que la sensualidad era inherente a su persona; sin la necesidad de vestir de manera provocativa evocaba más erotismo que aquellas que solo saben hacerlo vistiendo ropas que descubren su cuerpo. Esto era ya parte de ella, su forma de caminar, hablar y sus gestos eran tan provocadores que tenía a la mitad de los empleados de aquellas oficinas a sus pies. Era en extremo raro que durante el almuerzo no se discutiera sobre el atuendo de el día de Eli, como le decían aquellos que tenían la dicha de intercambiar palabra con ella.

Era domingo y recibí una llamada de mi jefe inmediato, necesitaba que fuera a la oficina a revisar algunos reportes de la semana y al apenas tener algunos meses en la cuenta aún era al mandadero de mi manager. De haber sabido la oportunidad que el destino me estaba ofreciendo hubiera ido corriendo con una sonrisa en el rostro e irradiando felicidad.

Luego de revisar los reportes, al entrar al elevador se encontraba ella, bajando de el piso de arriba. Mi corazón me traiciono y sus latidos irregulares eran imposibles de controlar.

Usaba tacones negros, jeans ajustados y una blusa color celeste algo floja, el cabello recogido y anteojos. Era algo digno de ver, la palabra arte queda corta para describir tal mujer. Su aroma y presencia embriagaba mi ser y fue necesario convocar todas mis fuerzas para articular palabra cuando preguntó si estaba libre. Capte la esencia de la pregunta, pero aún no logro recordar sus palabra exactas. -Claro, dije. Luego comentó acerca de un bar a algunas cuadras donde servían las mejores margaritas que había probado. Era obvio que no se encontraba en sus mejores momentos, sus expresiones no denotaban felicidad, era algo mas como conformismo, se sentía sola y yo era el primero que se topaba con ella, pudo haber sido cualquier infeliz.

Me extendió su mano y se presentó, hice lo mismo y la acompañe a el lobby de el edificio. Nos detuvimos un momento, rompí el silencio y le dije que el primer trago iba por mi parte. Con una pequeña sonrisa me dijo que le encantaría mi compañía por esta tarde.

Al inicio la conversación tomó un rumbo monotono, era difícil sacarle las palabras y las cadenas que halaban de mis ojos hacia abajo en dirección a sus pechos pesaban casi tanto como mi fuerza de voluntad. Decidí ser un caballero y verla a los ojos durante el tiempo que me fuera posible.

Hablo sobre su trabajo, su familia y su ex novio. No me sorprendió que haya sido un tipo detestable. Un malnacido que incluso atrevió a levantar su mano hacia la diosa que tenia frente a mi. Cualquier individuo que realice semejantes actos de cobardía contra una mujer no tiene derecho a llamarse a sí mismo hombre le dije. Levantó la mirada y me dijo que el dolor físico era incluso agradable cuando se aplica con cariño guiñando a la vez.

Creo que las margaritas están haciendo efecto mencioné, y me respondió "crees?"

Bajo la mesa sentí un roce contra mi pierna, éste se repetía lentamente mientras la conversación estaba en espera.

Mencioné tener una botella de vino tinto en mi apartamento, convenientemente cercano a nuestra ubicación, regalo de cumpleaños de un amigo argentino y cómo seria un desperdicio beberla solo.

Estoy de acuerdo dijo, creo que es mi deber ayudarte a evitar tal desperdicio.

No me tomo mas de un segundo levantar la mano y pedir la cuenta.

Pedí un taxi, abrí la puerta y deje pasar a mi acompañante, motivo de todas las miradas envidiosas de los hombres que se encontraban cercanos a aquella escena.

Recostó su cabeza cobre mi hombro y cruzó sus piernas, apoyando a la vez su mano izquierda sobre mi brazo y no mencionó una sola palabra durante el corto trayecto.

Cerrando la puerta luego de que Elizabeth entrara tomo mi brazo, y apoyo su figura contra mí. Las luces aun apagadas y pudiendo escuchar nada más que nuestra respiración. Algunos segundos pasaron, el silencio se interrumpió cuando me dijo que notaba mi forma de verla, siendo la única persona que nunca había atrapado observando con lascivia su cuerpo. Me preguntó si le parecía atractiva, sin dejarme responder acerco sus labios a los míos y con un delicado beso embriagó mi ser, ya no era yo dueño de mi cuerpo, la realidad sobrepasaba con creces mis expectativas y me demostraba que incluso los mas desdichados somos aveces otorgados momentos de indescriptible felicidad.

Leche y miel, el sabor mas cercano a lo que mis labios tenían la dicha de degustar.Mi brazos sujetaban sus caderas, y sus pechos presionados contra mi mientras intentaba absorber la mayor cantidad de sensaciones experimentadas. Pero aún faltaba mucho....

Ante tal situación mi miembro no dudo en activarse, la sangre fluía con tal frenesí dentro de mí que mi pantalón no pudo ocultar la presencia de mi pene erecto. Con naturalidad Elizabeth deslizo su mano desde mi cuello y mi pecho para llegar a mi zona íntima y acarciarme. Besando su cuello me encontraba cuando recuperé mi voluntad y agachando mi cuerpo sujete sus muslos y levante su delicado cuerpo. Sus brazos enrollados alrededor de mi cuello sin interrumpir sus dulces besos. La llevé en mis brazos hacia mi habitación y con delicadeza la recosté sobre mi cama. Incliné mi cuerpo sobre ella y besé su cuello mientras sus manos recorrían mi espalda para luego halar de mi camisa y desnudar mi torso. Sus piernas abiertas y nuestras pelvis unidas moviéndose contra ellas mismas.
Desnudé lentamente su cuerpo, aunque quería tenerla lo antes posible el desnudarla con rapidez hubiera restado sabor al delicado platillo que tenia frente a mi. Desabroché su sostén y fui testigo de los pechos de quien cientos de veces había desnudado en mis locas fantasías. Firmes y a la vez suaves con pezones rosados como flores de sakura, llevé mis labios hacia ellos, succioné de ellos a la vez que mis labios y rostro presionados contra ellos experimentaban la suavidad de su piel. Recorrí su cuerpo con mis labios, besando su abdomen y continuando mi trayecto hacia el sur. Retirando sus ajustados jeans mientras su diminuta tanga negra asomó, mostrando en relieve sus labios. Sus manos acariciaban y tiraban de mi pelo, sugiriendo que iba por bueno camino. Con la punta de mi lengua continué, tocando suavemente su pequeño clítoris, al mismo tiempo removía la pieza restante de ropa interior que aun cubría su cuerpo, ya rojo de excitación.

Introducí mi lengua en ella, mientras mis labios rodeaban los suyos y con movimientos circulares dentro de ella saboreé su dulce interior. Sus piernas por momentos apretaban mis rostro y sus manos presionaban mi cabeza contra ella, sabía que un orgasmo se acercaba. No me equivocaba, más rápido logro articular entre gemidos mientras mi lengua se movía rápidamente de lado a lado rozando su clítoris. Un grito y abundante liquido brotando de su interior hizo evidente un delicioso orgasmo, aproveché para lamer a mis anchas tal líquido mientras cada lamida la hacía retorcer de placer.

Me erguí sobre mi mismo y levantó sus piernas posicionandolas sobre mis hombros. Sujete la base de mi miembro erecto mientras lo guíaba en su interior, cálido y húmedo. Se deslizó con facilidad debido al juego previo, como todas mis acciones con anterioridad inicié despacio, disfrutando al máximo la sensación. Sentía como apretaba sus músculos para aumentar la sensación de la penetración. Con su mano sobre mi cadera guiaba el ritmo, si iba más rápido con un poco de resistencia me detenía y regulaba mi velocidad. Sus pies acariciaban mi rostro y por momentos mi pecho, pero lo que más me gustaba era cuando introducía sus dedos en mi boca. Algunos minutos después abrió sus piernas y sujeto mis caderas con ellas, me incline hacia ella mientras la penetraba cada vez con mas rapidez. Me besaba con intensidad y con fuerza mesaba mis cabellos o incrustaba sus uñas en mi espalda, el segundo orgasmo estaba cerca. Acercó sus labios a mi oído y me pidió teminar dentro de ella. Sabía que era seguro, no lo pediría de lo contrario. Aumente el ritmo, no podía más. Enterré mi rostro en su cuello inhalando su aroma y libere mi carga en su interior justo al mismo tiempo que sentía otra descarga de fluidos provenientes de ella, recompensado así su segundo orgasmo con el mio.

Aun pasamos algunos momentos abrazados, unidos de la manera más intima posible en lo que respecta a lo físico. Mi erección disminuyendo, totalmente exhausto en tan solo alrededor de unos 30 minutos, no fue necesario cambiar de posición mas de una vez, solamente de intensidad.

Dejare el resto de la historia para alguna otra ocasión. O quizá una diferente, ya veremos mi estado de ánimo.

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