Mi historia con el cartonero
Mi nombre no importa, tengo 44 años, estoy casada con un hombre hermoso que me ama, tiene 41 años, nuestra vida sexual es muy activa. Tengo dos hijos, uno de 22 y mi nena de 20. Soy abogada profesión que ejerzo hace unos cuantos años. Tres veces por semana cuando vuelvo del trabajo, me visto frente al espejo, me pongo calzas con unas tanguitas muy chiquitas, me encanta mirarme y prepararme para ir al gimnasio, después en la cama le cuento a mi marido, como me miraban la cola, le doy algunos detalles y cosas que nos calientan a los dos y cogemos muy fogozamente, mantenemos esa llama que arde y nos quema. Por el camino que suelo volver, están reunidos los cartoneros preparando las cosas para subirlas al camión, siempre me miran con deseo, alguno me grita algo desde lejos pero no le doy mayor importancia. Una tarde noche que volvía como siempre, había un muchacho nuevo, debía tener unos treinta años, lo vi revolviendo en la basura, tenía unos brazos fuertes y en uno de ellos un tatuaje casero, de esos que se hacían antes con tinta, era una especie de ancla, tenía un buen físico, pero era un poco barrigón, cuando pasé a su lado, por el contrario de los otros chicos, ni siquiera se movió, solo se incorporó un poco y me dijo.
-Como te partiría ese ogetazo putona...
En realidad los chicos no solían hablar así eran bastante respetuosos, iba a darme vuelta para decirle algo pero en realidad, sentí como me calentó lo que me dijo, preferí seguir caminando, me sentía rara, nunca me había pasado algo así.
En casa me bañe y me acariciaba en la ducha pensando en los brazos fuertes de este muchacho, su panza prominente, pensaba en el olor que debía tener, y después de tocarme un rato, pensé que estaba loca, que estaba haciendo, era una locura.
Esa noche, después de cenar mi marido me preguntó en nuestro cuarto por el gimnasio, si había estado bueno. Le dije que había ido un muchacho nuevo, que me miraba con mucho descaro. cuando nos empezamos a tocar, y el metio sus dedos en mi conchita, sintió lo mojada que estaba.
-Parece que te calentó ese muchacho...
-Si me miraba el culo y sentía que estaba pensando algo así como... como te partiria ese ogetazo putona...
En ese mismo instante tuve un orgasmo, sentía que por primera vez lo estaba engañando a mi marido.
Lo dos días siguientes que fui al gimnasio volví por otro lado, no quería encontrarmelo a este muchacho, pero la verdad es que no podía sacarmelo de la cabeza, todo el tiempo me venía el tatuaje que tenía en sus brazos, lo poderoso que veía sus brazos.
Un día de la semana siguiente, cuando estaba por volver del gimnasio, me dieron unas ganas irrefrenables de volver por donde estaban los cartoneros, me sentía caliente, me hablaba todo el tiempo mientras hacía gimnasia diciendome que estaba loca que a donde pensaba llegar, pero no podía sacarmelo de la cabeza. Cuando terminé mi rutina, me fui al vestuario, me saque la tanga y me enterré la calza bien profundo en mi culo, note cuando salía como me miraban unos cuantos hombres a mi paso. Cuando estaba llegando a donde están ellos, sentía mi corazón latir con fuerza, el estaba cerca de donde estaba la otra vez, me vio y se incorporó enseguida, me miró el culo sin ningún disimulo.
-Sabés como te metería la lengua y te chuparía todo ese ogetazo... putona...
Sentía que me temblaban las piernas, me parecía que no podía hacer una locura, menos en mi casa, me acerque a él y le dije...
-Tengo unos cartones en casa, podrás pasar mañana a las cuatro a buscarlos... estoy sola en casa...
Se rió y me apretó un cachete del culo.
-Te gusto la oferta putona... ehhh? y se rió... los demás miraban asombrados, le di mi dirección y al momento estaba arrepentida. Me quede preocupada, si bien no había nadie en casa me parecía una locura, quise tranquilizarme pensando que estaban los porteros abajo, que ellos controlaban la entrada, que no tenía que bajar a atenderlos, mi cabeza iba a mil por hora, me corté un dedo picando cebolla, estaba mal, no sabía que hacer.
Esa noche volvía a estar muy fogoza con mi marido, esperaba que el me cogiera muy fuerte, quería sentirlo en el culo, se lo insinué, pero se que a él no le gusta el sexo anal.
Me desperté preocupada, pero en el estudio a las tres de la tarde le dije a la secretaría que tenía que irme, tomé un taxi y no podía parar mi cabeza, como iba a meter a ese desconocido en casa, en que estaba pensando. Me puse la calza sin ropa interior y una remera escotada, cuatro menos cinco sonó el timbre, el corazón parecía que me iba a explotar.
-Quién es...? dije con la voz quebrada
-El cartonero...
-Subí por favor... avisale al portero que venís a buscar unos cartones.
Cuando tocó el timbre del piso, sentía que el corazón se me salía por la boca. Le abrí la puerta me corrí un poco hacia atrás el cerró la puerta detrás de él.
Le señale un mueble que está al costado de la entrada;
-Ahí estan los cartones...
El se quedó mirandome fijo a los ojos. Sin saber como, guiada por una fuerza extraña estaba de rodillas delante de él, liberando su pija y empezando a chuparla, el olor era fuerte pero eso me calentaba, la pija me parecía que estaba acorde con sus brazos, dura cabezona, llena de venas bien marcadas, el olor tambien me excitaba, el me tomaba la cabeza y de a ratos la dejaba clavada al fondo, yo metí una de mis manos bajo la calza y empecé a pajearme, estuvimos un rato así hasta que me dijo.
-Vamos al cuarto, me muero de chuparte el culo como te prometí... culona puta...
Como me calentaba que me hablara así, miraba mi casa tan prolija, me sentía enferma, pero cada vez más caliente, sin poder parar.
Me quedé en cuatro sobre la cama, me bajo la calza y empezó a chuparme el culo como un desesperado, sus dedos jugaban habilmente con mi conchita, me chupo un montón hasta que me sacó un primero orgasmo que me hizo quedar caída sobre la cama. Sin decir nada puse una almohada bajo mi pelvis, y moví mi culo sensualmente. El se sacó toda su ropa, se acomodó detrás de mi y de a poco me la fue metiendo en el culo, como extrañaba sentir una verga en mi culo. La suya era bien gruesa, no tenía forro puesto tuve miedo, pero no me moví, quería que me hiciera lo que quisiera, perdida toda voluntad, la única que tenía era ser su puta en ese momento.
-Te gusta que te parta el ogt eh...?
-me encanta...
-Vamos a ser buenos amigos... eh doña...
Sentí una descarga en mi conchita y mucho miedo por como iba a pilotear la situación, pero mi calentura era cada vez mayor.
Después me hizo poner de frente a él, en la pose del misionero, pero volvió a metermela por el culo. Me empezó a besar y yo correspondía sus besos, estaba recaliente, Vio la foto de mi mesa de luz junto a mi marido.
-Ese de la foto es tu marido?
-Si.
-Y sabe la puta que tiene en casa...? -Y me escupìo la boca mientras yo tenía un segundo orgasmo abriendo mi boca y pidiendole que me escupa más, cada vez más caliente y le grite
-Porque no me escupis con la poronga hijo de puta...
Eso lo calento mas, me dio bien duro y cuando estaba por llegar me la metió en la boca y me descargo bien profundo. Trague todo lo que me dió. Nos quedamos un rato en la cama, le pedí que tenía que irse, porque podía volver alguién de mi familia, y por suerte no tuvo problemas en salir, agarro un par de cartones, me llamó desde la puerta y me estuvo comiendo la boca un largo rato mientras me apretaba bien fuerte el culo.
-Nos vemos pronto putona. y salió de mi casa.
Mi nombre no importa, tengo 44 años, estoy casada con un hombre hermoso que me ama, tiene 41 años, nuestra vida sexual es muy activa. Tengo dos hijos, uno de 22 y mi nena de 20. Soy abogada profesión que ejerzo hace unos cuantos años. Tres veces por semana cuando vuelvo del trabajo, me visto frente al espejo, me pongo calzas con unas tanguitas muy chiquitas, me encanta mirarme y prepararme para ir al gimnasio, después en la cama le cuento a mi marido, como me miraban la cola, le doy algunos detalles y cosas que nos calientan a los dos y cogemos muy fogozamente, mantenemos esa llama que arde y nos quema. Por el camino que suelo volver, están reunidos los cartoneros preparando las cosas para subirlas al camión, siempre me miran con deseo, alguno me grita algo desde lejos pero no le doy mayor importancia. Una tarde noche que volvía como siempre, había un muchacho nuevo, debía tener unos treinta años, lo vi revolviendo en la basura, tenía unos brazos fuertes y en uno de ellos un tatuaje casero, de esos que se hacían antes con tinta, era una especie de ancla, tenía un buen físico, pero era un poco barrigón, cuando pasé a su lado, por el contrario de los otros chicos, ni siquiera se movió, solo se incorporó un poco y me dijo.
-Como te partiría ese ogetazo putona...
En realidad los chicos no solían hablar así eran bastante respetuosos, iba a darme vuelta para decirle algo pero en realidad, sentí como me calentó lo que me dijo, preferí seguir caminando, me sentía rara, nunca me había pasado algo así.
En casa me bañe y me acariciaba en la ducha pensando en los brazos fuertes de este muchacho, su panza prominente, pensaba en el olor que debía tener, y después de tocarme un rato, pensé que estaba loca, que estaba haciendo, era una locura.
Esa noche, después de cenar mi marido me preguntó en nuestro cuarto por el gimnasio, si había estado bueno. Le dije que había ido un muchacho nuevo, que me miraba con mucho descaro. cuando nos empezamos a tocar, y el metio sus dedos en mi conchita, sintió lo mojada que estaba.
-Parece que te calentó ese muchacho...
-Si me miraba el culo y sentía que estaba pensando algo así como... como te partiria ese ogetazo putona...
En ese mismo instante tuve un orgasmo, sentía que por primera vez lo estaba engañando a mi marido.
Lo dos días siguientes que fui al gimnasio volví por otro lado, no quería encontrarmelo a este muchacho, pero la verdad es que no podía sacarmelo de la cabeza, todo el tiempo me venía el tatuaje que tenía en sus brazos, lo poderoso que veía sus brazos.
Un día de la semana siguiente, cuando estaba por volver del gimnasio, me dieron unas ganas irrefrenables de volver por donde estaban los cartoneros, me sentía caliente, me hablaba todo el tiempo mientras hacía gimnasia diciendome que estaba loca que a donde pensaba llegar, pero no podía sacarmelo de la cabeza. Cuando terminé mi rutina, me fui al vestuario, me saque la tanga y me enterré la calza bien profundo en mi culo, note cuando salía como me miraban unos cuantos hombres a mi paso. Cuando estaba llegando a donde están ellos, sentía mi corazón latir con fuerza, el estaba cerca de donde estaba la otra vez, me vio y se incorporó enseguida, me miró el culo sin ningún disimulo.
-Sabés como te metería la lengua y te chuparía todo ese ogetazo... putona...
Sentía que me temblaban las piernas, me parecía que no podía hacer una locura, menos en mi casa, me acerque a él y le dije...
-Tengo unos cartones en casa, podrás pasar mañana a las cuatro a buscarlos... estoy sola en casa...
Se rió y me apretó un cachete del culo.
-Te gusto la oferta putona... ehhh? y se rió... los demás miraban asombrados, le di mi dirección y al momento estaba arrepentida. Me quede preocupada, si bien no había nadie en casa me parecía una locura, quise tranquilizarme pensando que estaban los porteros abajo, que ellos controlaban la entrada, que no tenía que bajar a atenderlos, mi cabeza iba a mil por hora, me corté un dedo picando cebolla, estaba mal, no sabía que hacer.
Esa noche volvía a estar muy fogoza con mi marido, esperaba que el me cogiera muy fuerte, quería sentirlo en el culo, se lo insinué, pero se que a él no le gusta el sexo anal.
Me desperté preocupada, pero en el estudio a las tres de la tarde le dije a la secretaría que tenía que irme, tomé un taxi y no podía parar mi cabeza, como iba a meter a ese desconocido en casa, en que estaba pensando. Me puse la calza sin ropa interior y una remera escotada, cuatro menos cinco sonó el timbre, el corazón parecía que me iba a explotar.
-Quién es...? dije con la voz quebrada
-El cartonero...
-Subí por favor... avisale al portero que venís a buscar unos cartones.
Cuando tocó el timbre del piso, sentía que el corazón se me salía por la boca. Le abrí la puerta me corrí un poco hacia atrás el cerró la puerta detrás de él.
Le señale un mueble que está al costado de la entrada;
-Ahí estan los cartones...
El se quedó mirandome fijo a los ojos. Sin saber como, guiada por una fuerza extraña estaba de rodillas delante de él, liberando su pija y empezando a chuparla, el olor era fuerte pero eso me calentaba, la pija me parecía que estaba acorde con sus brazos, dura cabezona, llena de venas bien marcadas, el olor tambien me excitaba, el me tomaba la cabeza y de a ratos la dejaba clavada al fondo, yo metí una de mis manos bajo la calza y empecé a pajearme, estuvimos un rato así hasta que me dijo.
-Vamos al cuarto, me muero de chuparte el culo como te prometí... culona puta...
Como me calentaba que me hablara así, miraba mi casa tan prolija, me sentía enferma, pero cada vez más caliente, sin poder parar.
Me quedé en cuatro sobre la cama, me bajo la calza y empezó a chuparme el culo como un desesperado, sus dedos jugaban habilmente con mi conchita, me chupo un montón hasta que me sacó un primero orgasmo que me hizo quedar caída sobre la cama. Sin decir nada puse una almohada bajo mi pelvis, y moví mi culo sensualmente. El se sacó toda su ropa, se acomodó detrás de mi y de a poco me la fue metiendo en el culo, como extrañaba sentir una verga en mi culo. La suya era bien gruesa, no tenía forro puesto tuve miedo, pero no me moví, quería que me hiciera lo que quisiera, perdida toda voluntad, la única que tenía era ser su puta en ese momento.
-Te gusta que te parta el ogt eh...?
-me encanta...
-Vamos a ser buenos amigos... eh doña...
Sentí una descarga en mi conchita y mucho miedo por como iba a pilotear la situación, pero mi calentura era cada vez mayor.
Después me hizo poner de frente a él, en la pose del misionero, pero volvió a metermela por el culo. Me empezó a besar y yo correspondía sus besos, estaba recaliente, Vio la foto de mi mesa de luz junto a mi marido.
-Ese de la foto es tu marido?
-Si.
-Y sabe la puta que tiene en casa...? -Y me escupìo la boca mientras yo tenía un segundo orgasmo abriendo mi boca y pidiendole que me escupa más, cada vez más caliente y le grite
-Porque no me escupis con la poronga hijo de puta...
Eso lo calento mas, me dio bien duro y cuando estaba por llegar me la metió en la boca y me descargo bien profundo. Trague todo lo que me dió. Nos quedamos un rato en la cama, le pedí que tenía que irse, porque podía volver alguién de mi familia, y por suerte no tuvo problemas en salir, agarro un par de cartones, me llamó desde la puerta y me estuvo comiendo la boca un largo rato mientras me apretaba bien fuerte el culo.
-Nos vemos pronto putona. y salió de mi casa.
11 comentarios - Mi historia con el cartonero
Tremenda historia y muy bien relatada.
Morbo a raudales, me encanta el peligro y este relato me colmó además de recalentarme 🔥
Gracias por compartir 👍
Yo comenté tu post, la mejor manera de agradecer es comentando alguno de los míos...
Yo comenté tu post, la mejor manera de agradecer es comentando alguno de los míos.
van porotos ya
No me importa si esta basado en la realidad o es producto de imaginacion.Solo me gustaria saber si sos mujer y de profesion abogada.
Tambien que sentis con los comentarios donde te dan titulos, como putona rica.
Un beso grande si sos hembra y un abrazo si sos machito.
Va punto