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Sabiendo lo que hoy sé

Llevo una vida normal. Con mis 50 años y 25 de casado, siempre fiel además, pocas son las cosas que a uno lo pueden sacar de la rutina. Y hasta llega el momento en que prefiere hacer la vista gorda ante la posibilidad de que esas insinuaciones que uno parece reconocer sean verdaderas. Todo lo que pueda hacer trastabillar nuestra rutina, nos acobarda, y así vamos por la vida. Malena mi mujer, seguía siendo hermosa como cuando la conocí ya terminando sus estudios universitarios.
Lentamente contruímos una relación que nos llevó sin prisa pero sin pausa al casamiento y a partir de allí tuve una buena vida, tal como la soñaba. A veces hubiera deseado que ella fuera mas activa en la cama, y que no tuviera tantas reservas, pero la verdad que la pasábamos bien, y como ya dije, con el tiempo uno se adapta y disfruta de lo que tiene.
¿ Si tengo fantasías? Siempre las tuve. Tríos, orgías, intercambio de parejas. Toda la batería de fantasías sexuales que puedan imaginarse. Hasta me excité pensando en mi mujer teniendo sexo con otros hombres. Pero mas allá de algunas insinuaciones que fueron rechazadas de plano, nunca pude hacer que mi mujercita me acompañara en estos sueños y por supuesto, mucho menos que siquiera pensara en participar de algo así. Pero, como ya dije, el saldo final era positivo. En definitiva, cada uno tiene sus gustos y disfruta de los placeres como le parece. Si a ella no le iban estas ideas, estaba todo bien.
Fue en un Congreso de ONG de servicios, donde asistí como representante de la organización que integro, el que me permitió aunque sea mentalmente vivir esas fantasías y comprobar que eran posibles y que había quien las había vivido.
Nada mas al llegar, nos organizaron en grupo y me tocó compartir el mío con un hombre algo menor que yo, de buena pinta, con buena ropa y el físico cuidado, que daba todo el aspecto de ser un seductor, uno de esos tipos que con solo proponérselo podía conseguir las mujeres que quisiera.
Mario, tal era su nombre, se convirtió en el centro de nuestro grupo, y a pesar de que no llegué a intimar mucho con él, en cambio disfrutábamos del relato de sus experiencias de viajes y aventuras. Realmente había tenido la posibilidad de recorrer buena parte del mundo y de disfrutar de las diferentes culturas esparcidas por el mundo.
La verdad, que no me acerqué mucho al principio porque me pareció demasiado pedante, pero con el paso de las reuniones me convencí de que lo que contaba era verdad. Que había vivido cada una de las experiencias que relataba.
Pero el sumun fue la última noche, cuando entre copas y copas en la sobremesa, y cuando todos estábamos un poco bebidos salió el tema de las mujeres. Al principio Mario se limitó a escucharnos hablar de nuestras fantasías y de lamentarnos de tener una vida tan rutinaria, sometidos por el trabajo, la familia y los compromisos sociales, hasta que por fin uno del grupo le preguntó que nos podía el contar de sus experiencia con mujeres de otros lugares.
Apuró su whisky, y mientras hacía señas al mozo que le sirviera otro, se recostó en el sillón.
- La verdad que he tenido oportunidad de intimar con mujeres de muchos lugares, y les digo que no hay tantas diferencias entre unas y otras. La diferencia la hace la imaginación, y la voluntad de la mujer de satisfacer al hombre. Cuando encontrás una mujer con una imaginación despierta y decidida a todo para verte feliz, entonces tienes a posibilidad de tocar el cielo con las manos...
Se hizo un silencio espeso. Pasaron unos segundos y Mario volvió a enfrascarse en su bebida.
- Bueno, pero no nos dijiste cual fue la mujer mas perra que conociste, insistió otro de los oyentes, y sobre todo de que país, insistió.
- Claro, Mario, vamos, no hace falta que des nombres pero nos gustaría un relato minucioso, algo que valga la pena para una noche como ésta, dijo otro, sonriendo.
Mario sonrió.
- Veo que todos Uds. son unos degenerados. Lo que quieren son algunas historias que haga volar sus fantasías. Está bien, no haré nombres, y les contaré la mejor experiencia que tuve con una mujer, aunque me parece que van a desilusionarse. Pero antes, como veo algunas copas vacías empecemos por cargar combustible, dijo mientras llamaba al mozo.
Cuando todas las copas estuvieron llenas empezó su relato.
- Por esas cosas del destino que son inexplicables, siempre tuve bastante éxito con las mujeres, desde mi adolescencia, y eso me permitió ganar experiencia que luego se convertía en mayores ventajas para el futuro. Sin embargo, ninguna de las mujeres con las que me relacioné significó mucho para mí, y hasta el día de hoy sigo soltero, aunque no solo, dijo sonriendo con malicia, gesto que fue acopañado por al risa cómplice de todos nosotros.
- Pero todo esto cambió cuando ingresé a la universidad. Allí tenía la posibiildad de enroscarme con toda clase de mujeres, y cometí el error de enamorarme de una, y como siempre pasa en estas cosas, ella no se enamoró de mí. Le gustaba estar conmigo, teníamos sexo, pero jamás aceptó ser mía exclusivamente. Comenzamos a relacionarnos en el salón de clases, luego pasamos a la cafetería, nos encontramos en la biblioteca, hasta que una tarde arreglé para salir con ella. Esa noche fuimos al cine, a bailar y a la salida, en el auto nos besamos, y en un callejón oscuro la acaricié con ternura, tengan en cuenta que realmente la amaba, pero la muy perra me avanzó decidida y en un abrir y cerrar de ojos, había desabrochado mi pantalón y me estaba comiendo la verga como las mejores. Jamás me la habían chupado de esa manera. Tal es así que en cuestión de minutos me corrí en su boca, sin tiempo para avisarle ni sacarla, y la muy puta se tragó todo sin un solo gesto. Resultaba claro que no era la primera vez que lo hacía. No conforme con lo hecho, siguió con su tarea bucal, y cuando me la puso dura de nuevo, se sacó la bombacha y sentándose sobre mí la acomodó y se la clavó hasta las cachas. Apoyada en mis hombros comenzó a subir y bajar mientras me decía al oído: “ Ahora me vas a esperar calentón, me vas a dar lo mío”, y siguió montándome como una desquiciada, hasta que por fin se corrió como una salvaje. Tembló, se tensó y quedó sobre mí abrazándome fuerte. Luego de un rato reaccionó, separó su cabeza de la mía y mirándome a los ojos me dijo “ ahora dame tus mocos”, y yo, como si tuviera un control remoto, comencé a vaciarme dentro de ella gimiendo y llorando de placer. Nunca me había pasado. Nunca ninguna mujer me había dominado de esa manera.
La verdad que el relato me excitó. Sentía mi verga dura dentro de pantalón y una rápida mirada a mi alrededor me mostró que todos estaban como yo.
- Vaya con la nena, dijo alguien, era muyyyy puta, no lo tomes a mal, pero no elegiste bien para enamorarte.
- Uno no elige de quien enamorarse, y yo estaba totalmente loco por ella. Al día siguiente la busqué con desesperación y cuando la encontré quise besarla, pero me detuvo en el aire.
- “Qué haces?
- Quiero besarte.
- Ni lo sueñes
- Pero anoche....
- La pasamos bien, pero no te da ningún derecho sobre mí. Si te portas bien, alguna otra noche podremos disfrutar juntos, pero eso no te convierte en mi dueño.
- Pero, mira, tengo que decirte algo...
- No me vengas con chorradas, como que estás enamorado y todo eso. Estoy aquí para estudiar y recibirme. Cuando tengo tiempo y ganas me divierto, la paso bien, y eso con el que tengo ganas en ese momento. Esto es así, lo entiendas o no, y ahora te dejo que tengo clases.
Mario apuró otro trago.
- Y así fue. Durante esos años varias veces tuve sexo con ella y cada vez fue mejor que la anterior, pero entendí que ella no iba a quedarse conmigo y me lo hizo entender de la peor manera, de la manera mas cruel que ninguna mujer tiene para decirte que solo eres un número.
- Ahora la historia se pone interesante, comentó otro de los oyentes.
- Y ni te imaginas como. Bueno, la cuestión que después de mucho tiempo comencé a abrigar la esperanza de que estaba convenciéndola de que se quedara conmigo solamente y se olvidara de sus otras aventuras. Aunque les parezca mentira, yo estaba dispuesto a olvidar todo, y casarme con ella, y entonces ocurrió …
- Cuenta, cuenta, dijeron varios al unísono.
- Una noche sus padres habían viajado y ella estaba sola en casa y me invitó que fuera. Me puse feliz. Sentía que por fin yo era alguien especial para ella. Podía haber invitado a cualquier otro pero me invitaba a mí. Era el momento. Esa noche iba a declararle mi amor y pedirle que se casara conmigo. Faltaban meses para que terminaramos de cursar.
Llegué a su casa temprano y me hizo pasar. Ya en el living la besé y la acaricié excitándome como siempre que estaba con ella.
- Veo que hoy has venido decidido y me alegro, dijo ella separándose de mí.
- Jamás hubiera esperado que me invitaras a mí para que estuvieramos solos en tu casa sabiendo que tus padres no viene hasta dentro de un par de días. Me quedaré todo este tiempo contigo y te poseeré como nunca antes, le dije volando de calentura.
Me miró con malicia, y rompió a reir.
- Mario, me alegro que estés así, porque es lo que quiero. Sabes, está será mi última noche como estudiante. A partir del lunes cambiaré mi vida. Pero sigues sin entender nada. Voy a cambiarme. Tu encárgate de abrirle a los invitados.
Me cayó como un balde de agua fría. Era una fiesta. No ibamos a estar solos. Que mal que había entendido todo.
Cuando ella subió, sonó el timbre y un compañero de la universidad cruzó el umbral. Me saludó muy amigable, y luego otra vez el timbre y dos muchachos mas entraron, y los cuatro nos sentamos a conversar y tomar unas cervezas que había sobre la mesa esperando al resto de la gente. Pero nadie mas llegó por el momento, y por fin, ella bajó de su dormitorio. Traía una mini mas que corta, zapatos de taco aguja, y una remera corta que apenas era algo mas que un corpiño. Cuando llegó abajo, le dio un beso a cada uno de los recién llegados, y se sirvió una copa de cerveza que tomó junto con nosotros.
Por fin, no aguanté mas y pregunté.
- ¿ Cuanta mas gente tiene que venir?
Las carcajadas inundaron el salón.
- Mario, Mario. Ya estamos todos. Esta va a ser una fiesta muy privada dijo uno de los jovenes, mientras su mano acariciaba la pierna de la hembra que tenía sentada a su lado.
Me costó unos segundos entender. En realidad no quería entender, pero cuando el muchacho que estaba al otro lado comenzó también a acariciar su otra pierna, y el tercero, ubicándose a su espalda comenzó a magrearle las tetas por encima de la remera, todo quedó mas que claro. Ella había preparado una orgía para despedirse de los estudios, y yo iba a ser uno más. Pero en ese momento me hice el firme propósito de no participar, de lo convertirme en una pieza mas de este perverso juego que ella jugaba con los hombres sin un mínimo de vergüenza, ni respeto por los sentimientos, así que me quedé allí sentado, frente a ellos, tomando mi copa y sin decir nada.
Ella me miró, como esperando que me uniera a la fiesta, pero cuando entendió mis intenciones, simplemente me borró del cuadro y se dedicó a los tres machos que estaban sobre ella como aves de presa.
No pasó mucho tiempo para que su remera hubiera volado y con sus tetas al aire ahora recibiera besos y lengüetazos de sus invitados, mientras las manos de ellos cada vez buscaban mas arriba en sus piernas. Ella se dejaba hacer disfrutando de esa posesión grupal, donde se había convertido en una ofrenda voluntaria al dios del sexo. El espectáculo era morboso, y a pesar de la herida fatal que estaban recibiendo mis mas puros sentimientos, estaba excitado como nunca.
El que estaba detrás de ella, dejó su lugar y mientras avanzaba hacia ella se iba desnudando, dejando por fin a la vista una verga dura y enrojecida de regular tamaño, quizás algo mas pequeña que la mía, pero totalmente furiosa. Subió al sillón parándose al medio de las piernas de ella, y en esa posición le ofreció su vara, y ella pasándose la lengua por los labios, la recibió en la boca con mucho placer. La tomó de la cabeza y en esa posición comenzó a masturbarse entre sus labios. Ver ese culo tensarse, empujar y retroceder era todo un espectáculo. Sus compañeros los dejaron que gozaran un rato, mientras procedían también a desnudarse. Cuando lo consiguieron aparecieron dos vergas de buen tamaño, mas grandes y mas gruesas que la mía. Una, especialmente era un verdadero monstruo, con dos abultadas pelotas que colgaban. El muchacho no era particularmente musculoso ni desarrollado, pero tenía un aparato de campeonato.
Por fin, el muchacho se bajó del sillón, y ahora entre los tres la pusieron de pie y la terminaron de desnudar, pero dejándole la pollerita corta. Realmente daba mas morbo verla así que desnuda. Al que se la habían estado mamando se sentó en el silón e hizo que ella se sentara sobre él, empalándola hasta el fondo, y los otros dos se pusieron a los costados para que ella mientras cabalgaba les chupara las vergas, un rato a cada uno.
El que estaba clavándola le comentó a sus amigos algo que estaba viendo.
- Muchachos, miren, estrenamos tatuaje, dijo señalando el final de la espalda de la hembra.
- “ Se feliz”, que linda frase. La verdad que adentro tuyo siempre soy feliz, puta, le dijo, vamos movete, movete que me sacás, ordenó.
Los muchachos me contaban lo bien que la estaban pasando y me pedían que me uniera a la fiesta, que había para todos, que esta puta no tenía suficiente ni con todos los estudiantes del curso, a los que por otra parte, ya se los había comido a casi todos. Yo hervía por dentro de furia y también de calentura. Sentía que algo dentro de mí se estaba rompiendo para siempre.
Cuando el que la estaba poseyendo se vació dentro de ella, la levantaron y la arrodillaron sobre el sillón con la espalda hacia afuera. En esa posición otro de los muchachos la empaló despacio, y el que había acabado dio la vuelta al sillón y le dio su verga morcillona para que se la limpiara.
El que la tenía clavada comenzó un mete y saca profundo.
- La verdad que soy feliz, putita, tenías razón al elegir la frase del tatuaje. Con una puta como vos todos somos felices, no muchachos?, dijo mirándome especialmente a mí que estaba pálido.
Cuando la verga estuvo reluciente, el que estaba siendo mamado, se retiró y se sentó en un sillón disfrutando del acoplamiento perfecto que se estaba dando allí cerca suyo.
Fue en ese momento que la hembra empezó a acabar como una loca, gritando y gimiendo como si le fuera la vida en ese clímax. El macho que la poseía la esperó que se tranqulizara, que completara su vuelo, para luego volver a arremeter con ganas y dando muestra que era el final. Poco después fue su turno de tirarle dentro toda su simiente.
Cuando terminó se retiró y entre los tres la levantaron y la llevaron a la escalera para subir a los dormitorios. Ella se dejaba llevar mientras la manoseaban, la besaban y al llegar al pie de la escalera, el tercero de los muchachos les ordenó a los otros dos que la levantaran, lo que hicieron, mientras ella colaboraba aferrándose a los cuellos de los machos, y en esa posición le separó las piernas y avanzó con su verga monstruosa hasta que lentamente, la penetró en el aire, sostenida por los tres machos, para empezar de inmediato a bombearla. Cuando la tuvo bien ensartada, la acercaron a él y ella se aferró de su cuello y lo envolvió con sus piernas y así, como si fuera un parásito que está chupando la savia de su anfitrión, fue llevada escaleras arriba, para seguir lo que habían empezado abajo.
Yo me quedé allí sentado sin saber que hacer. Al rato, los ruidos de arriba indicaban que la estaban destrozando a vergazos, y como un zombie subí la escalera y llegué a la puerta del dormitorio, aunque no estaba preparado para lo que ví.
Allí sobre la cama, ella montaba a uno de los machos, mientras el otro la sodomizaba. El que la había traído escaleras arriba ahora disfrutaba del espectáculo listo para reemplazar a alguno, con su verga que no se había vaciado y estaba mas grande y terrorífica que antes. Rezé para que no pasará lo que pasó. Quien primero se vació fue el que la estaba enculando y como me temía, fue la verga monstruosa la que ocupó el lugar y luego de renegar un buen rato consiguió meterla la cabeza dentro del culo, haciéndola gritar como si la estuvieran matando. Quien estaba debajo de ella le tapó la boca.
- Aguanta perra, aguanta que ya casi entró, le dijo el macho a su espalda, mientras seguía tratando de meterse hasta el fondo, cosa que conseguía despacio y con mucho esfuerzo.
Cuando al fin consiguió meter la mitad, no aguantó mas y le echó todo lo que tenía que no era poco, como se vio cuando la sacó porque un verdadero río de semen comenzó a brotar de su cuerpo.
Ella acabó un par de veces mientras esto pasaba y por fin el que estaba debajo de ella también se vació y luego de un rato giró y se levantó quedando mi amada despatarrada sobre la cama y semiinconsciente.
Los tres machos consideraron que debían dejarla descansar un rato y así desnudos como estaban bajaron para ir a tomar algo.
Yo me quedé allí paralizado. Hasta que por fin, la furia y la calentura me pudieron. Me desnudé y me acerqué a la cama. Me acosté detrás de ella que estaba de costado, leí su tatuaje y levantando una de sus piernas apunté a su culo y la pude meter sin esfuerzo, tal era la manera en que lo tenía dilatado. Comencé a bombearla mientras lloraba en silencio. Luego de un rato, ella acarició mi cabeza y me dijo: “ Goza, goza tu también” y me vacié por completo dentro de su culo.
Me levanté, me vestí y me fuí de esa casa
En la semana los otros invitados contaron como se la cogieron de todas las maneras posibles y en toda la casa, durante todo el fin de semana. Ya no volví a hablar con ella, y luego de terminados los estudios no volví a verla nunca más. Pero me marcó para siempre. Jamás pude tomar en serio a otra mujer, y disfruté de todas las que pude, se los aseguro, pero jamás encontré una perra que me calentara como ella, y que fuera tan insaciable.
Mario quedó en silencio. Todos quedamos mudos. Yo terminé mi trago y luego de saludar me fui a dormir, aunque debo confesar que la historia dio vueltas en mi cabeza toda la noche, y dormido o despierto, me fui en seco en la mitad de la noche.
Al día siguiente saludé al grupo y volví a mi casa. Mi mujer estaba en el gimnasio cuando llegué, así que desempaqué mi ropa y me dí una ducha, quedándome con mi pijama y sentado en la sala mirando televisión.
Al llegar Malena me besó cariñosamente, y fue a darse un duchazo para que luego pudiéramos charlas tranquilos.
Salió del baño envuelta en una toalla, y fue al dormitorio a vestirse. Desde mi lugar podía verla dejar caer la toalla, mientras elegía su ropa interior. A pesar de la distancia, el tatuaje que tenía al final de su espalda que decía “ Sé feliz” se distinguía perfectamente sobre su blanca piel.
- Malena, en este viaje me encontré con un compañero de estudios tuyo, un tal Mario,dije , y juraría que por un segundo vi temblar su cuerpo, antes de volver a poner la atención en el televisor...

11 comentarios - Sabiendo lo que hoy sé

metalchono
¡A veces, el mundo es un pañuelo! 😉
rossigerardo
larguiiiiiisimo
pulga53
Es un poco extenso, pero me pareció que si lo cortaba se perdía la continuidad y el impacto del final. Gracias por leerlo.
zvlv
Con que cara uno puede volver a ver a la mujer?
wilson_2010
Tremendo relato, me encantaría que cuentes cuál ha sido su reacción después de haberle recordado a Mario
kramalo
muy bueno. Pero vos ya sabias con quien te habias casado, o no?
maxy2402
Te juro que senti un escalosfrios inexplicable
MarioLeyenda
Muy bueno. Me sorprendió ese final. Pensé que volvía caliente como una pipa a la casa. Dispara para cualquier lado: historias de ella , mario se descarga , el 50ton voyeur. .... Mm mm se me relame la japi