You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

La semilla inutil - Capitulo 4: El final de un buen chiste

Aclaracion: Todos los personajes involucrados en actos sexuales son mayores de edad. Con respecto a los demas, se reserva la informacion.

* A partir del presente capitulo, estos pueden contener lenguaje ofensivo y situaciones maduras (ademas de las sexuales)

- Bah, ya se dice demasiado de mí.
Estaba con Merrian conversando (no tirando, sorprendente) acerca de los rumores (totalmente ciertos) que ya sabía media universidad. Ella no se había enterado por mí, fueron sus amigas las que le preguntaron y, aunque ni afirmó ni negó, no estaba furiosa ni mucho menos. Le pregunté si le importaba.
- Obvio, nene. Pero no me quita el sueño. Se dice tanto de mí... o acaso crees que no sé cómo me llaman todos los chicos de por aquí? Me dicen El Cuerpo.
La miré extrañado, de verdad lo sabía.
- Lo ves? - se cayó un minuto-. No escucho a nadie. Ven, que se me antoja chuparte la pinga.
Como señale antes, las mamadas me aburrían. En menos de dos minutos, la tenía clavada contra las escaleras, invadiendo su intimidad de la manera más morbosa.
- Ay, dame más. No te detengas, ya voy a llegar…
Cumplio lo prometido, llegando a su climax. Los movimientos voluntarios de su vulva me hicieron eyacular tambien, mas de lo habitual. Al retirarme de ella, pude ver como mis gotas escurrian entre los labios de la concha de El Cuerpo.
Habia algo que me intrigaba, asi que aproveche para preguntarle como asi me habia permitido derramar mi esperma dentro de ella: su respuesta me dejo un tanto pensativo:
- Desde que tuve mi primera vez me puse el inyectable: todos los meses voy al centro medico.
Le pregunte si no temia quedarse esteril:
- No: ya tendre tiempo de preocuparme por eso mas adelante, querido.
Por aquellos días había ingresado al laboratorio de orquesta de guitarras (creo haber señalado que disponía de un día libre). Las dos primeras sesiones todo era lectura de partituras, hasta que un día, mientras afinaba mi instrumento, sentí que alguien me hablaba con una voz a medio camino entre el niño y la mujer.
- Hola, estoy haciendo una actividad. Una parrillada. Puedes ir? Te dejo la dirección donde va a ser.
Mire hacia donde venía la voz. Era una muchacha menuda, de piel canela, delgada y con cara de gato de basurero. Su cabello era muy liso y usaba lentes grandes. Tenía en los ojos un brillo un tanto osado. La ropa, aunque de su talla, le quedaba suelta.
- Ahhhh, claro -le dije, por decir algo.
- Gracias -dijo, y salió.
Aquel encuentro me pareció raro. No la conocía de nada y esa chica se me antojó un tanto fea. Ademas que tambien habia repartido invitaciones para todos, y volvio a ir los siguientes dos dias: supuse que buscaba amigos.
Al día siguiente vi entrar al laboratorio a una chica linda. Era delgada, con una cintura estrecha y, al parecer según me percaté las siguientes sesiones, fanática de los zapatos de tacón. Tenía los ojos grandes, la boca de labios muy gruesos y sensuales que, cuando algo no le cuadraba, fruncía en un puchero de niña engreída. Para mayores señas, era una típica chica fresa.
Llegó con una guitarra más ancha que la dueña. No suelo ser crítico, pero leía mejor de lo que tocaba. No habló con nadie y se retiró callada. Reconozco que me gustó, estaba buena y, sí bien no era exuberante, de cara era mucho más linda que Merrian.
Esa noche me la corrí pensando en esa chica.
Por esos días gradué a uno de mira alumnos con la solemne frase que me dijo mi único profesor de guitarra: No tengo nada más que enseñarte. Me quedé con 50 dólares menos en mi presupuesto, cuando la madre de mí flamante egresado me dio 100 adicionales.
- A manera de liquidación, profesor -me dijo.
Casi la beso, por no decir me la tiro. Salí de la casa donde tantas clases dicte, en Magdalena del mar. Hice planes mentales, que iban desde una cena con Merrian hasta una salida al cine (también con ella).
Mis proyectos se estrellaron con las negativas de mí no se que era de mí. La propuesta de cenar fue respondida por un «tengo tarea»; la de ir a un concierto, «no me dejan»; la del cine, «saldré con mis amigos»..., esto último me hizo preguntar:
- Podríamos salir en mancha...
Reaccionó como si le hubiera dicho puta.
- Estás loco? No pasa nada -cambió de expresión y me dijo -: y si mejor vamos a tirar?
No se por qué, pero estalle. Estábamos en su cuarto y no había nadie en su casa. Había llegado hace pocos minutos, para hacer mis propuestas en persona y la señorita me mandó a la mierda.
- Se puede saber por qué no podemos salir?
Ella estaba hermosa, llevaba una minifalda que no le había visto jamás, una blusa escotada. Se había maquillado muy bien y se había cepillado el pelo.
- Escucha bien -me dijo, hosca -. Tu no eres mi gil, ni mi marido ni mi amante ni nada. Tiramos y punto.
- Claro, debí imaginarlo. Es más, pude sospecharlo. Pero tu ni te enteras que...
- Qué? -dijo, burlona-. Te has enamorado de mí?
Sentí mucha rabia. Estaba dispuesto a irme, y me levanté para hacerlo, pero ella se me plantó adelante.
- No eres para mí, no soy para ti. Quédate y sigamos como hasta ahora.
La esquivé con mala suerte, ella ser interpuso y terminé casi arrollandola. Quedó acorralada contra la pared donde me oculte la primera vez que llegué a su cuarto.
Me arrojó los brazos al cuello y alzó su pierna derecha. Por puro instinto sujeté su muslo. Nos besamos con pasión desenfrenada, mi condenada pinga estaba dura.
- Métemela - ronroneó El Cuerpo.
Me bajé un poco los pantalones. Empuje el calzón de Merrian a un lado para entrar en ella. Me recibió con su quejido habitual, ese que yo conocía tan bien. Acerqué mis labios a su oído.
- Te quiero -le dije.
No obtuve respuesta. La embestí con mi ariete 7 veces, cuando mi clímax nos sorprendió a ambos. Derramé en su interior todo lo que pudo significar lo que tuvimos.
Ella me clavó las uñas en la espalda. Al parecer lo repentino del asunto le hizo venirse también. Me retiré de donde una vez fui tan feliz (su vagina, no su cuarto). Mientras miraba como se aseaba introduciendo sus dedos en su concha, extrayendo la mayor cantidad de semen que podía, como se limpiaba y como se acomodaba la ropa lo mejor que podía, comprendí que cualquier intento por recuperar lo que sea que hubiéramos tenido sería en vano, por lo menos por mi parte: la relación estaba condenada.
- Seguimos como hasta ahora? - me dijo sin mirarme, hablando con el vacío.
Me acerqué a su puerta, la abrí y, antes de salir, me volví hacia ella:
- No, gracias.
Me aleje de su casa, recorriendo con los ojos la calle que no vería nunca más. Al llegar a la esquina voltee para ver si se asomaba a su ventana. Conté hasta 3 segundos...
... y me fui a tomar mi bus.

Continuara...

Tuve un pequeño problema con la publicacion el dia domingo pasado. No conocia bien las reglas y fue borrado. Los capitulos anteriores (por si recien se enganchan con este) pueden verlos en mi perfil (hasta que aprenda a poner los links sin que me los borren)
Mañana de todas maneras subo el capitulo 5 que llava por titulo El aspersor humano: habra nueva co protagonista. Nos leemos el domingo

0 comentarios - La semilla inutil - Capitulo 4: El final de un buen chiste