Despues de años viviendo en Cordoba capital, aterrice, por motivos de trabajo, en la gran ciudad porteña: Buenos Aires. A pesar que la vida aqui no es facil para los que somos del interior, de a poco me fui acostumbrando. Al principio se me dio por andar en auto porque, ingenuamente, pense que iba a llegar mas rapido pero despues de un par de semanas descubri que lo mejor era moverse en subte o en tren.
En las horas pico, tanto el subte como el tren estan llenos de gente que, literalmente "te llevan puesto". Te empujan, te atropellan, te aprietan, te codean, te apoyan y, finalmente, te tocan por todos lados. Sin mencionar el calor, el chivo, los venderores ambulantes, los pungas y demas condimentos. Al principio iba con la cabeza en otra cosa pero una vez que me relaje empece a ver y a sentir lo que pasa detras de esa escena disfrazada de aglomeracion.
La primera experiencia fuerte fue en el tren Sarmiento, iba a visitar a un amigo en Moreno. Me fui a Once a tomar el tren un viernes tipo 18.30 sin pensar que estaba en hora pico y ni en el malon de gente que deja la capital para ir al GBA o al interior de la PBA. Vi que el tren estaba repleto de pasajeros y espere el siguiente, que tambien salia repleto; entonces espere el posterior y finalmente dije, listo, no me queda otra.
Me subi al ultimo vagon a los pechones porque eso parece un partido de rugby. Cuando arranco el tren vi que en la parte de atras del ultimo vagon eramos casi todos varones. Aparentemente, cada uno iba en la suya, uno con el mp3, el otro con su celular, varios mirando por la ventanilla o al techo. Y otros, varios diria yo, tratando de hacer contacto visual. La situacion era de por si, incomoda para viajar pero.....para otras cosas era perfecta. Yo iba con una mano en el bolsillo del jean y la otra tratando de agarrarme pero no habia de donde, entonces, mirando alrededor hice lo que todos hacian, me deje llevar por el bamboleo del vagon, de un lado para el otro.
De repente siento algo que me roza la entrepierna e instintivamente me corro hacia mi izquierda donde, evidenemente, habia otra persona y apenas podia moverme unos centimetros. Al rato, de nuevo, miro para abajo y veo un flaco con la mano en el bolsillo jugando con sus dedos tratando de tocarme el bulto. Mi primera reaccion fue de verguenza. Luego de miedo por si alguien miraba. Entonces me corri lo mas que pude para evitar el roce.
Pero empece a notar que habia a mi alrededor movimientos similares, de traslacion o rotacion, de acercamiento o acomodacion, sin embargo, no eran para esquivar el roce sino para provocarlo. Y por primera vez senti una calentura galopante y el bichito de la curiosidad que me picaba. Note que la expresion de sus rostros era de satisfaccion disimulada con cara de seriedad, distraccion o cansancio.
En mi afan de evitar el roce, sin querer, termine apoyando mi muslo en el bulto de un oficial de prefectura naval que venia al lado mio, quien, oh sorpresa, se quedo quieto pero ejerciendo con firmeza una fuerza contraria a la mia, de modo que me acariciaba con su verga que iba poniendose cada vez mas gomosa.
A todo esto, la gente subia y bajaba del tren pero nadie se movia de su posicion de privilegio. Al ver, y sentir, la chota del milico en mi muslo yo tambien me puse al palo. Esto provoco que el tipo que antes me rozaba tuviera motivos mas que suficiente para estirar su mano y sobarme el ganso.
Continuara en la Parte II
En las horas pico, tanto el subte como el tren estan llenos de gente que, literalmente "te llevan puesto". Te empujan, te atropellan, te aprietan, te codean, te apoyan y, finalmente, te tocan por todos lados. Sin mencionar el calor, el chivo, los venderores ambulantes, los pungas y demas condimentos. Al principio iba con la cabeza en otra cosa pero una vez que me relaje empece a ver y a sentir lo que pasa detras de esa escena disfrazada de aglomeracion.
La primera experiencia fuerte fue en el tren Sarmiento, iba a visitar a un amigo en Moreno. Me fui a Once a tomar el tren un viernes tipo 18.30 sin pensar que estaba en hora pico y ni en el malon de gente que deja la capital para ir al GBA o al interior de la PBA. Vi que el tren estaba repleto de pasajeros y espere el siguiente, que tambien salia repleto; entonces espere el posterior y finalmente dije, listo, no me queda otra.
Me subi al ultimo vagon a los pechones porque eso parece un partido de rugby. Cuando arranco el tren vi que en la parte de atras del ultimo vagon eramos casi todos varones. Aparentemente, cada uno iba en la suya, uno con el mp3, el otro con su celular, varios mirando por la ventanilla o al techo. Y otros, varios diria yo, tratando de hacer contacto visual. La situacion era de por si, incomoda para viajar pero.....para otras cosas era perfecta. Yo iba con una mano en el bolsillo del jean y la otra tratando de agarrarme pero no habia de donde, entonces, mirando alrededor hice lo que todos hacian, me deje llevar por el bamboleo del vagon, de un lado para el otro.
De repente siento algo que me roza la entrepierna e instintivamente me corro hacia mi izquierda donde, evidenemente, habia otra persona y apenas podia moverme unos centimetros. Al rato, de nuevo, miro para abajo y veo un flaco con la mano en el bolsillo jugando con sus dedos tratando de tocarme el bulto. Mi primera reaccion fue de verguenza. Luego de miedo por si alguien miraba. Entonces me corri lo mas que pude para evitar el roce.
Pero empece a notar que habia a mi alrededor movimientos similares, de traslacion o rotacion, de acercamiento o acomodacion, sin embargo, no eran para esquivar el roce sino para provocarlo. Y por primera vez senti una calentura galopante y el bichito de la curiosidad que me picaba. Note que la expresion de sus rostros era de satisfaccion disimulada con cara de seriedad, distraccion o cansancio.
En mi afan de evitar el roce, sin querer, termine apoyando mi muslo en el bulto de un oficial de prefectura naval que venia al lado mio, quien, oh sorpresa, se quedo quieto pero ejerciendo con firmeza una fuerza contraria a la mia, de modo que me acariciaba con su verga que iba poniendose cada vez mas gomosa.
A todo esto, la gente subia y bajaba del tren pero nadie se movia de su posicion de privilegio. Al ver, y sentir, la chota del milico en mi muslo yo tambien me puse al palo. Esto provoco que el tipo que antes me rozaba tuviera motivos mas que suficiente para estirar su mano y sobarme el ganso.
Continuara en la Parte II
1 comentarios - Tren y subte de Buenos Aires. Parte I
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