Se llama Diana. La puedo describir fisicamente pero eso seguro no les dirá mucho: es alta, culona y tiene carita angelical y piel de muñeca.
Si ustedes la vieran dirían, tal vez, que es medio gordita y le faltaban tetas. Pero yo no estaría de acuerdo con esta descripción, porque para mí es el sexo hecho persona. Seguro les pasó, porque a todos nos ha sucedido: se cruzan con una chica, o un chico claro, e inmediatamente se imaginan a esa persona desnuda. Cuando yo ví a Diana por primera vez la imaginé desnuda... transpirada, y a mi encima de ella, entre sus piernas y llenándole la concha de leche.
La primera vez que la vi fue en la casa de su hermana, anoche, cuando fui con mi novia a una reunión de sus compañeros de trabajo. Ella vivía con su hermana y también tenía novio; pero ninguno de los dos iba a estar esa noche. Lo averigué después, claro.
Cuando la ví supe que tenía que tenerla y me dejó de importar mi novia, la reunión y todo lo demás. Me costaba concentrarme porque su voz me engatusaba. Supe, como se saben estas cosas, que a ella también le pasaba algo conmigo: no por nada que dijera sino por alguna mirada cómplice y varias miradas esquivas. Charlamos y charlamos, mi novia estaba hablando con sus compañeros: nadie parecía notar nada raro.
La noche para mi fue una eternidad pero al fin nos fuimos todos. Lo siguiente que sucedió sucedió como en un sueño, al punto que no estoy seguro si todo lo que sucedió, sucedió en el orden y en la forma que les voy a contar.
Sí puedo decirles que me despidió con un beso y el beso fue esos besos en la mejilla que bordean la comisura de la boca y prometen más que la declaración más directa. Pero no dijo nada, sólo el brillo en sus ojos.. Subí a un Taxi con mi novia, la llevé a su casa -en la otra punta de la ciudad-, recordé que a la mañana siguiente tenía algo que hacer y me disculpé por no quedarme a dormir con ella. Volví en el mismo taxi pero no a mi casa, claro, sino a lo de Diana. Fue una locura ¿Qué tal si las miradas cómplices eran parte de mi imaginación? Pero no importaba, el corazón, literalmente me galopaba.
Toqué el portero. Me contestó. Dije quien era. Bajó.
"Soy compañera de María"; dijo cuando me abrió la puerta.
"Lo se", contesté.
"Pasá".
En el ascensor nos besamos. Olvidamos apretar el botón y nos quedamos ahí como extasiados. Pasaron los minutos y ella se escabulló de mi abrazo, giró y apretó el botón. Al mismo momento que tocaba el botón se apoyó en mi y sintió mi pija, que estallaba, en su culo. "Ah", suspiró. Yo le besé el cuello mientras mis manos subían a sus tetas y las apretaban suave pero firmemente. Sus tetas era más grandes de lo que pensé. Por supuesto, que ahora me pregunté como eran sus pezones y si ella iba a gritar cuando me los pusiera en la boca.
Salímos del ascensor. Mi pija no se separaba de su culo. Así caminamos un par de metros hasta su puerta.
"Para, boludo, no encuentro las llaves"
Respiré hondo, la solté. Buscó las llaves, abrió la puerta.
Y entramos. De la mano.
Si ustedes la vieran dirían, tal vez, que es medio gordita y le faltaban tetas. Pero yo no estaría de acuerdo con esta descripción, porque para mí es el sexo hecho persona. Seguro les pasó, porque a todos nos ha sucedido: se cruzan con una chica, o un chico claro, e inmediatamente se imaginan a esa persona desnuda. Cuando yo ví a Diana por primera vez la imaginé desnuda... transpirada, y a mi encima de ella, entre sus piernas y llenándole la concha de leche.
La primera vez que la vi fue en la casa de su hermana, anoche, cuando fui con mi novia a una reunión de sus compañeros de trabajo. Ella vivía con su hermana y también tenía novio; pero ninguno de los dos iba a estar esa noche. Lo averigué después, claro.
Cuando la ví supe que tenía que tenerla y me dejó de importar mi novia, la reunión y todo lo demás. Me costaba concentrarme porque su voz me engatusaba. Supe, como se saben estas cosas, que a ella también le pasaba algo conmigo: no por nada que dijera sino por alguna mirada cómplice y varias miradas esquivas. Charlamos y charlamos, mi novia estaba hablando con sus compañeros: nadie parecía notar nada raro.
La noche para mi fue una eternidad pero al fin nos fuimos todos. Lo siguiente que sucedió sucedió como en un sueño, al punto que no estoy seguro si todo lo que sucedió, sucedió en el orden y en la forma que les voy a contar.
Sí puedo decirles que me despidió con un beso y el beso fue esos besos en la mejilla que bordean la comisura de la boca y prometen más que la declaración más directa. Pero no dijo nada, sólo el brillo en sus ojos.. Subí a un Taxi con mi novia, la llevé a su casa -en la otra punta de la ciudad-, recordé que a la mañana siguiente tenía algo que hacer y me disculpé por no quedarme a dormir con ella. Volví en el mismo taxi pero no a mi casa, claro, sino a lo de Diana. Fue una locura ¿Qué tal si las miradas cómplices eran parte de mi imaginación? Pero no importaba, el corazón, literalmente me galopaba.
Toqué el portero. Me contestó. Dije quien era. Bajó.
"Soy compañera de María"; dijo cuando me abrió la puerta.
"Lo se", contesté.
"Pasá".
En el ascensor nos besamos. Olvidamos apretar el botón y nos quedamos ahí como extasiados. Pasaron los minutos y ella se escabulló de mi abrazo, giró y apretó el botón. Al mismo momento que tocaba el botón se apoyó en mi y sintió mi pija, que estallaba, en su culo. "Ah", suspiró. Yo le besé el cuello mientras mis manos subían a sus tetas y las apretaban suave pero firmemente. Sus tetas era más grandes de lo que pensé. Por supuesto, que ahora me pregunté como eran sus pezones y si ella iba a gritar cuando me los pusiera en la boca.
Salímos del ascensor. Mi pija no se separaba de su culo. Así caminamos un par de metros hasta su puerta.
"Para, boludo, no encuentro las llaves"
Respiré hondo, la solté. Buscó las llaves, abrió la puerta.
Y entramos. De la mano.
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