hola! mil gracias por sus puntos, favoritos y a mis nuevos seguidores Continuación, algo mas caliente que las anteriores, a disfrutar!!
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La mayoría de las familias invitadas de Lorena ya se habían marchado, y para las cinco de la tarde, sólo nosotros y una pareja más con su trío de hijos quedábamos en la mesa del jardín. Todos conversaban, los menores seguían jugando en la piscina. La única que estaba de mala uva era yo, que no podía olvidar el maldito beso de Lorena.
Ella estaba sentada justo frente a mí y no parecía estar interesada en la conversación que su esposo sostenía con sus invitados. En vez de eso me miraba con coqueteo y por debajo de la mesa me acariciaba la pierna con su pie. Yo me sonrojaba y al parecer esa reacción le gustaba.
Desvié la mirada hacia la piscina y vi que Daniel estaba jugando con Laura y Kim en el agua. Pensé en cuánto me gustaría acostarme con mi mejor amigo, y al verlo convivir con mi familia pensé que se veía muy paternal. Dudaba que entre sus planes estuviera el casarse con una mujer divorciada.
Volví la vista a Lorena. Ella me guiñó un ojo y con un ademán de la cabeza me indicó que la siguiera. Yo negué. Ella volvió a insistir, mostrándome una sonrisa seductora. El calor en mi pecho creció y pensé que sería un buen momento para confrontarla y decirle que no estaba interesada en ella de ninguna manera.
La seguí hasta el interior de la casa. Iba a reclamarle por su comportamiento hacia mí, pero me tomó de la mano y me guió por las escaleras.
—¿A dónde vamos? —pregunté y mi respuesta fue una carcajada suya.
No tuve que esperar mucho tiempo para saber la respuesta. Llegamos justo hasta su habitación. Yo me resistí a entrar, pero ella tiró de mí y me metió casi por la fuerza. Oí el seguro de la puerta y me giré rápidamente. Me sentía tonta, como una adolescente a punto de ser ultrajada.
Ya sabía lo que estaba planeando. Lorena se me acercó y colocó sus manos en mi cintura. Sus ojos destellaban de seducción y mi respiración se aceleró. Acercó su rostro a mi cuello y comenzó a darme pequeños besitos en la garganta. No fue hasta después de cinco segundos que me di cuenta de lo bien que se sentía. Sus labios eran más suaves que los de los hombres, y el olor de su piel era muy dulce.
Su boca se movió de mi cuello hasta mi mentón y se detuvo sólo unos segundos antes de posarse en mi boca. Aquél acto aceleró el latir de mi corazón y antes de que me diera cuenta, mis manos ya estaban puestas en su cadera y bajaban hasta su generoso trasero. Era la primera vez que tocaba a Lorena de ese modo, y me estaba gustando lo que sentía. Siempre me había fascinado acariciar los músculos de los hombres, pero con una mujer… con esa tersura de su piel, simplemente no pude resistirme.
Y mientras me empujaba hacia la cama y caíamos juntas, yo me pregunté en dónde había quedado toda esa fuerza de voluntad que tenía hacía tan sólo unos momentos. Traté de resistirme por última vez, pero no lo logré. Se sentía tan bien tenerla sobre mí y comiéndome a besos, que de repente comencé a desabrocharme la blusa.
Lorena se percató de esto y literalmente me arrancó los botones de un jalón. Aquel día yo no llevaba sostén, así que mis pechos quedaron a merced de ella. Cuando sus manos se posaron sobre mí, un escalofrío me recorrió toda la espalda y mientras pellizcaba mis pezones, sus labios se fundieron con los míos y sentí la caricia de su lengua frotándose contra la mía.
La piel de seda de nuestras piernas estaba en contacto. Se sentía tan diferente tener a una mujer sobre mí. Y era tan fantástico que dejé de hacer comparaciones con un hombre. Lorena me llenó de besos el cuello y luego descendió por mis pechos, llenándolos de besitos que más que excitación me produjeron ternura. Deslizó su lengua por mi vientre hasta que llegó a mis shorts. Yo ansiaba que me los quitara y hundiera esa deliciosa boca entre mis piernas, pero no lo hizo. Se limitó a besarme por encima de la ropa, lo cual también me volvió loca.
Después se acostó boca arriba y con claras intenciones de que quería que yo siguiera el juego. Lo hice casi sin dudar, poniéndome a horcajadas sobre mi amiga y realizando los mismos deliciosos besos que ella me dio.
El calor en mi cuerpo aumentaba y con ello la necesidad de desnudarme. La despojé de la blusa sacándosela por la cabeza y me pegué a sus pechos. Era la primera vez que lamía los senos de otra mujer, y me encantó.
—Los de Kim son más grandes ¿verdad?
Al oír el nombre de mi hija, la imagen de sus tetas me vino a la mente. En qué momento Kim había reventado los sostenes. No me importó en ese momento de dicha lujuriosa pensar en las tetas de mi hija, en sus pezones rosaditos y en la piel tersa que los cubría. Imaginé que eran las suyas y no las de Lorena. Y para mi sorpresa, ese sólo pensamiento me excitó más de lo que pensé.
—Creo que ya no veré las tetas de mi hija con la misma indiferencia —dije, riendo mientras mordía los pezones de Lorena. Me gustaba la sensación de peso y su suavidad.
—Oh, mamá —Lorena imitó la voz de Kim.
—Calla —ahora comprendía por qué a los hombres les gustaban tanto los pechos.
Queriendo cambiar de aires dejé esos hermosos melones y bajé por su vientre. Estaba dispuesta a lamer todo el cuerpo de mi amiga. Sentía como mi vagina se mojaba y al tocar la suya, mis dedos se deslizaron en una capa de jugos.
De repente tocaron a la puerta. Me detuve y Lorena se levantó. Casi odie que la interrupción. Mi amiga abrió la puerta y quien entró fue Holy.
—Pasa, cariño.
—¿Lorena? Oye… no creo que…
Lorena tomó a su hija de la mano y la acercó a la cama. En la cara de Holy había una sonrisa pícara. Mi mente, que estaba bajo los influjos de la lujuria, vieron por primera vez ese cuerpo con deseo. Sus piernas apretadas y de piel levemente bronceada, sus pechos debajo del sostén de su bikini rojo.
Lorena se acercó a su nena. Se arrodillo y le empezó a dar besitos a sus rodillas.
—¿Por qué no le quitas el sostén? —me sugirió Lorena y remató sus palabras con un guiño de sus ojos.
Yo tragué saliva. La excitación era tanta en mí que mis manos se movieron solas. Me puse detrás de Holy y lentamente deshice el nudo de su bra. La prenda cayó. Mis dedos se pusieron sobre la tersa piel de sus hombros. Lorena deslizaba sus manos sobre las piernas de la chica. Eran piernas esbeltas, torneadas.
Ella continuó. De repente Holy giró el cuello ofreciéndome su boca. Me relamí los labios y pensé que estaba a punto de besar a una chica. Aquella idea no me desagradó para nada y le concedí ese beso. Al sentir su pequeña lengua buscando la mía, mis sentidos se dispararon y en pocos segundos, Holy me estaba dando un beso francés a toda regla.
Entonces oí un gemido muy tierno de su dulce voz. Vi que Lorena le estaba quitando la parte inferior del bikini. Separó las piernas de su hija y pegó su boca a la hermosa vagina de la chica. Holy empezó a retorcerse de placer y buscó mi boca, pero yo no dejé que me besara. Quería oir sus gemidos mientras su mamá lamía toda su entrepierna.
—¿Por qué no me tocas? —me preguntó Holy. Yo estaba tan abstraída viendo como una mujer a toda regla le pegaba una buena mamada al clítoris de su propia hija, y me había olvidado que yo también tenía permiso para disfrutar.
Abracé a Holy por la espalda, buscando tocar sus pequeñas tetas con mis manos. Sus pezones estaban parcialmente duros y me pareció increíble que de verdad estuviera excitada.
Los dedos de Lorena jugaban con los juguitos de su hija.
—Mira. Está muy mojada —dijo, mostrándome el lubricante natural de la vaginita de Holy. La chica tomó la mano de su madre y lamió enérgicamente sus dedos.
Mis tetas estaban frotándose contra la espalda de Holy. Ella se arqueó cuando su mamá le metió dos dedos.
—¿No la lastimarás?
---Ha tenido la verga de su padre muchas veces dentro. Mis dedos no le harán daño.
—Sorprendente.
—Además hace gimnasia. Es muy flexible —a continuación Lorena separó mucho las piernas de Holy. Yo la sujeté de las rodillas para mantenerla abierta mientras su mamá se daba un festín con sus juguitos.
—¿Qué más has hecho con tu hija?
—Anoche intentamos tener sexo anal, pero aun no está lista.
Me reí y vi a Holy. Sus mejillas estaban totalmente ruborizadas y me ofreció su lengua. Yo metí un dedo dentro de su boca y ella empezó a mamarlo como si fuera un pene. Al sacar mi dedo esta estaba llenó de saliva y me apresuré a metérmelo a la boca.
—¿Han eyaculado en su pecho?
—No quiere —dijo Lorena con una sonrisa —. A Holy le encanta tragarse el semen ¿verdad, amor?
—Sí… ah. Mami. Sigue.
Apreté los pezoncitos de Holy y luego volví a separarle las piernas. Lorena casi le quería arrancar los labios a su chica. Holy se arqueó y empezó a gemir. ¡Dios! Que hermoso sonido que está siendo llevada a la cumbre del placer. Holy tuvo un orgasmo y se dejó caer de la cama.
Pero mi amiga no se detuvo. Tenía un voraz apetito por su hija. Yo me desnudé rápidamente porque ya no aguantaba lo que estaba sucediendo. Mi mano rápidamente buscó mi clítoris y comencé a masturbarme viendo a Holy gemir y apretarse sus tetitas.
De repente Holy se dio media vuelta de tal manera que sus tetas quedaron boca abajo. Su mamá, detrás de ella, le separó las pompas y comenzó a comerle el culo con la lengua. Eso hizo que la chica soltar más gemiditos.
Yo me acosté sin apartar la mirada. Lorena escupió en el agujerito de su hija y lentamente le deslizó un dedo por el ano. Holy se quejó un poco. Luego metió un segundo dedo y vi que la chica soltaba una pequeña lágrima.
—Para. La estás lastimando.
—No —dijo Holy quien se separó más las nalgas y rápidamente se puso en cuatro patitas, como un perrito.
—Es entrenamiento, Karen. Tengo que entrenar a Holy para que pueda soportar cuando su papá la penetre por el trasero.
Lorena metió un tercer dedo. La joven mordió la almohada y su mamá comenzó a penetrarla con más rapidez.
—Ya… ya, mamá.
—De acuerdo. Karen, aprende esto: cuando la chica dice que ya, es que ya.
¿Para qué me iba a servir ese consejo? Holy se dio la media vuelta y su mamá se apresuró a acostarse sobre ella para llenarla de besos. La cara de Holy estaba totalmente roja y parecía muy, muy tierna la imagen de madre e hija besándose. La chica abrió la boca y Lorena depositó un hilito de saliva dentro.
—A Holy le encanta mi saliva —dijo mirándome con una sonrisa.
El corazón casi se me salía de la garganta. Tenía tres dedos dentro de mí y casi estaba deseando que Holy me comiera el coño. La nena sacó la lengua y su mamá le dio un suave masaje con sus labios. Luego descendió hasta sus pechos y comenzó a morderle los pezones con mucha suavidad.
De pronto sentí una mano en mi tobillo. Holy me miraba con una divertida sonrisa mientras su mamá volvía a darle sexo oral. Yo me acerqué a la chica para besarla y dejé que una gotita de mi saliva se deslizara dentro de su boca. Ella la saboreó. Se tocó el clítoris hasta empaparse los dedos de sus jugos y me los ofreció. Yo chupé sus dedos, sintiendo ese delicioso néctar.
—Creo que también le gusta mi saliva.
—Parece inocente pero es toda una putita ¿verdad, amor? Le encanta que la llenen de saliva. Anda, lame su rostro. Asegúrate de mojarlo.
Lo hice. Deslicé mi lengua por toda la cara de la chica, desde sus mejillas hasta sus ojos. Todo quedó mojado. Eso aumentó la excitación de Holy que de inmediato buscó su propia entrada y empezó a meterse los dedos. Lorena se apartó y miró orgullosa. Yo estaba sorprendida al ver que casi los cinco dedos entraban en la vagina de Holy. Claro que al ser una chica tenía la mano pequeña, pero todavía así era sorprendente.
—Llama… a papá. Quiero que me la meta toda.
—No, amor. Hoy sólo Karen.
—Se ve que le encantan las vergas —dije sonriendo y acariciando el cuello de la chica. Lorena rió por lo bajo.
—¿Ves? No tiene nada de malo hacer cosas con tu hija. Mi esposo y yo disfrutamos mutuamente de esto. No es a diario, pero siempre que podemos. Tú también podrías hacerlo con tus chicas. Laurita, si me permites decirlo, se ve deliciosa.
— Si vieras sus nalgas —reí —Está para comérsela.
—Eso es todo por hoy —dijo Lorena y yo la miré con rostro preocupado. No. Yo quería seguir viendo como se follaba a su propia hija.
Pero Lorena insistió en que no y me dejó con las ganas. Prometió que lo volveríamos a hacer, y yo, honestamente, esperaba con ansias la siguiente vez para ver a madre e hija dándose placer. ¿qué pasa conmigo?
***********
Espero qe les haya gustado a todos, nos vemos enla siguiente parte.
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cap 4http://www.poringa.net/posts/relatos/2770974/Mis-hijas-y-yo-una-familia-muy-carinosa-cap-4.html?notification#comment-117479
La mayoría de las familias invitadas de Lorena ya se habían marchado, y para las cinco de la tarde, sólo nosotros y una pareja más con su trío de hijos quedábamos en la mesa del jardín. Todos conversaban, los menores seguían jugando en la piscina. La única que estaba de mala uva era yo, que no podía olvidar el maldito beso de Lorena.
Ella estaba sentada justo frente a mí y no parecía estar interesada en la conversación que su esposo sostenía con sus invitados. En vez de eso me miraba con coqueteo y por debajo de la mesa me acariciaba la pierna con su pie. Yo me sonrojaba y al parecer esa reacción le gustaba.
Desvié la mirada hacia la piscina y vi que Daniel estaba jugando con Laura y Kim en el agua. Pensé en cuánto me gustaría acostarme con mi mejor amigo, y al verlo convivir con mi familia pensé que se veía muy paternal. Dudaba que entre sus planes estuviera el casarse con una mujer divorciada.
Volví la vista a Lorena. Ella me guiñó un ojo y con un ademán de la cabeza me indicó que la siguiera. Yo negué. Ella volvió a insistir, mostrándome una sonrisa seductora. El calor en mi pecho creció y pensé que sería un buen momento para confrontarla y decirle que no estaba interesada en ella de ninguna manera.
La seguí hasta el interior de la casa. Iba a reclamarle por su comportamiento hacia mí, pero me tomó de la mano y me guió por las escaleras.
—¿A dónde vamos? —pregunté y mi respuesta fue una carcajada suya.
No tuve que esperar mucho tiempo para saber la respuesta. Llegamos justo hasta su habitación. Yo me resistí a entrar, pero ella tiró de mí y me metió casi por la fuerza. Oí el seguro de la puerta y me giré rápidamente. Me sentía tonta, como una adolescente a punto de ser ultrajada.
Ya sabía lo que estaba planeando. Lorena se me acercó y colocó sus manos en mi cintura. Sus ojos destellaban de seducción y mi respiración se aceleró. Acercó su rostro a mi cuello y comenzó a darme pequeños besitos en la garganta. No fue hasta después de cinco segundos que me di cuenta de lo bien que se sentía. Sus labios eran más suaves que los de los hombres, y el olor de su piel era muy dulce.
Su boca se movió de mi cuello hasta mi mentón y se detuvo sólo unos segundos antes de posarse en mi boca. Aquél acto aceleró el latir de mi corazón y antes de que me diera cuenta, mis manos ya estaban puestas en su cadera y bajaban hasta su generoso trasero. Era la primera vez que tocaba a Lorena de ese modo, y me estaba gustando lo que sentía. Siempre me había fascinado acariciar los músculos de los hombres, pero con una mujer… con esa tersura de su piel, simplemente no pude resistirme.
Y mientras me empujaba hacia la cama y caíamos juntas, yo me pregunté en dónde había quedado toda esa fuerza de voluntad que tenía hacía tan sólo unos momentos. Traté de resistirme por última vez, pero no lo logré. Se sentía tan bien tenerla sobre mí y comiéndome a besos, que de repente comencé a desabrocharme la blusa.
Lorena se percató de esto y literalmente me arrancó los botones de un jalón. Aquel día yo no llevaba sostén, así que mis pechos quedaron a merced de ella. Cuando sus manos se posaron sobre mí, un escalofrío me recorrió toda la espalda y mientras pellizcaba mis pezones, sus labios se fundieron con los míos y sentí la caricia de su lengua frotándose contra la mía.
La piel de seda de nuestras piernas estaba en contacto. Se sentía tan diferente tener a una mujer sobre mí. Y era tan fantástico que dejé de hacer comparaciones con un hombre. Lorena me llenó de besos el cuello y luego descendió por mis pechos, llenándolos de besitos que más que excitación me produjeron ternura. Deslizó su lengua por mi vientre hasta que llegó a mis shorts. Yo ansiaba que me los quitara y hundiera esa deliciosa boca entre mis piernas, pero no lo hizo. Se limitó a besarme por encima de la ropa, lo cual también me volvió loca.
Después se acostó boca arriba y con claras intenciones de que quería que yo siguiera el juego. Lo hice casi sin dudar, poniéndome a horcajadas sobre mi amiga y realizando los mismos deliciosos besos que ella me dio.
El calor en mi cuerpo aumentaba y con ello la necesidad de desnudarme. La despojé de la blusa sacándosela por la cabeza y me pegué a sus pechos. Era la primera vez que lamía los senos de otra mujer, y me encantó.
—Los de Kim son más grandes ¿verdad?
Al oír el nombre de mi hija, la imagen de sus tetas me vino a la mente. En qué momento Kim había reventado los sostenes. No me importó en ese momento de dicha lujuriosa pensar en las tetas de mi hija, en sus pezones rosaditos y en la piel tersa que los cubría. Imaginé que eran las suyas y no las de Lorena. Y para mi sorpresa, ese sólo pensamiento me excitó más de lo que pensé.
—Creo que ya no veré las tetas de mi hija con la misma indiferencia —dije, riendo mientras mordía los pezones de Lorena. Me gustaba la sensación de peso y su suavidad.
—Oh, mamá —Lorena imitó la voz de Kim.
—Calla —ahora comprendía por qué a los hombres les gustaban tanto los pechos.
Queriendo cambiar de aires dejé esos hermosos melones y bajé por su vientre. Estaba dispuesta a lamer todo el cuerpo de mi amiga. Sentía como mi vagina se mojaba y al tocar la suya, mis dedos se deslizaron en una capa de jugos.
De repente tocaron a la puerta. Me detuve y Lorena se levantó. Casi odie que la interrupción. Mi amiga abrió la puerta y quien entró fue Holy.
—Pasa, cariño.
—¿Lorena? Oye… no creo que…
Lorena tomó a su hija de la mano y la acercó a la cama. En la cara de Holy había una sonrisa pícara. Mi mente, que estaba bajo los influjos de la lujuria, vieron por primera vez ese cuerpo con deseo. Sus piernas apretadas y de piel levemente bronceada, sus pechos debajo del sostén de su bikini rojo.
Lorena se acercó a su nena. Se arrodillo y le empezó a dar besitos a sus rodillas.
—¿Por qué no le quitas el sostén? —me sugirió Lorena y remató sus palabras con un guiño de sus ojos.
Yo tragué saliva. La excitación era tanta en mí que mis manos se movieron solas. Me puse detrás de Holy y lentamente deshice el nudo de su bra. La prenda cayó. Mis dedos se pusieron sobre la tersa piel de sus hombros. Lorena deslizaba sus manos sobre las piernas de la chica. Eran piernas esbeltas, torneadas.
Ella continuó. De repente Holy giró el cuello ofreciéndome su boca. Me relamí los labios y pensé que estaba a punto de besar a una chica. Aquella idea no me desagradó para nada y le concedí ese beso. Al sentir su pequeña lengua buscando la mía, mis sentidos se dispararon y en pocos segundos, Holy me estaba dando un beso francés a toda regla.
Entonces oí un gemido muy tierno de su dulce voz. Vi que Lorena le estaba quitando la parte inferior del bikini. Separó las piernas de su hija y pegó su boca a la hermosa vagina de la chica. Holy empezó a retorcerse de placer y buscó mi boca, pero yo no dejé que me besara. Quería oir sus gemidos mientras su mamá lamía toda su entrepierna.
—¿Por qué no me tocas? —me preguntó Holy. Yo estaba tan abstraída viendo como una mujer a toda regla le pegaba una buena mamada al clítoris de su propia hija, y me había olvidado que yo también tenía permiso para disfrutar.
Abracé a Holy por la espalda, buscando tocar sus pequeñas tetas con mis manos. Sus pezones estaban parcialmente duros y me pareció increíble que de verdad estuviera excitada.
Los dedos de Lorena jugaban con los juguitos de su hija.
—Mira. Está muy mojada —dijo, mostrándome el lubricante natural de la vaginita de Holy. La chica tomó la mano de su madre y lamió enérgicamente sus dedos.
Mis tetas estaban frotándose contra la espalda de Holy. Ella se arqueó cuando su mamá le metió dos dedos.
—¿No la lastimarás?
---Ha tenido la verga de su padre muchas veces dentro. Mis dedos no le harán daño.
—Sorprendente.
—Además hace gimnasia. Es muy flexible —a continuación Lorena separó mucho las piernas de Holy. Yo la sujeté de las rodillas para mantenerla abierta mientras su mamá se daba un festín con sus juguitos.
—¿Qué más has hecho con tu hija?
—Anoche intentamos tener sexo anal, pero aun no está lista.
Me reí y vi a Holy. Sus mejillas estaban totalmente ruborizadas y me ofreció su lengua. Yo metí un dedo dentro de su boca y ella empezó a mamarlo como si fuera un pene. Al sacar mi dedo esta estaba llenó de saliva y me apresuré a metérmelo a la boca.
—¿Han eyaculado en su pecho?
—No quiere —dijo Lorena con una sonrisa —. A Holy le encanta tragarse el semen ¿verdad, amor?
—Sí… ah. Mami. Sigue.
Apreté los pezoncitos de Holy y luego volví a separarle las piernas. Lorena casi le quería arrancar los labios a su chica. Holy se arqueó y empezó a gemir. ¡Dios! Que hermoso sonido que está siendo llevada a la cumbre del placer. Holy tuvo un orgasmo y se dejó caer de la cama.
Pero mi amiga no se detuvo. Tenía un voraz apetito por su hija. Yo me desnudé rápidamente porque ya no aguantaba lo que estaba sucediendo. Mi mano rápidamente buscó mi clítoris y comencé a masturbarme viendo a Holy gemir y apretarse sus tetitas.
De repente Holy se dio media vuelta de tal manera que sus tetas quedaron boca abajo. Su mamá, detrás de ella, le separó las pompas y comenzó a comerle el culo con la lengua. Eso hizo que la chica soltar más gemiditos.
Yo me acosté sin apartar la mirada. Lorena escupió en el agujerito de su hija y lentamente le deslizó un dedo por el ano. Holy se quejó un poco. Luego metió un segundo dedo y vi que la chica soltaba una pequeña lágrima.
—Para. La estás lastimando.
—No —dijo Holy quien se separó más las nalgas y rápidamente se puso en cuatro patitas, como un perrito.
—Es entrenamiento, Karen. Tengo que entrenar a Holy para que pueda soportar cuando su papá la penetre por el trasero.
Lorena metió un tercer dedo. La joven mordió la almohada y su mamá comenzó a penetrarla con más rapidez.
—Ya… ya, mamá.
—De acuerdo. Karen, aprende esto: cuando la chica dice que ya, es que ya.
¿Para qué me iba a servir ese consejo? Holy se dio la media vuelta y su mamá se apresuró a acostarse sobre ella para llenarla de besos. La cara de Holy estaba totalmente roja y parecía muy, muy tierna la imagen de madre e hija besándose. La chica abrió la boca y Lorena depositó un hilito de saliva dentro.
—A Holy le encanta mi saliva —dijo mirándome con una sonrisa.
El corazón casi se me salía de la garganta. Tenía tres dedos dentro de mí y casi estaba deseando que Holy me comiera el coño. La nena sacó la lengua y su mamá le dio un suave masaje con sus labios. Luego descendió hasta sus pechos y comenzó a morderle los pezones con mucha suavidad.
De pronto sentí una mano en mi tobillo. Holy me miraba con una divertida sonrisa mientras su mamá volvía a darle sexo oral. Yo me acerqué a la chica para besarla y dejé que una gotita de mi saliva se deslizara dentro de su boca. Ella la saboreó. Se tocó el clítoris hasta empaparse los dedos de sus jugos y me los ofreció. Yo chupé sus dedos, sintiendo ese delicioso néctar.
—Creo que también le gusta mi saliva.
—Parece inocente pero es toda una putita ¿verdad, amor? Le encanta que la llenen de saliva. Anda, lame su rostro. Asegúrate de mojarlo.
Lo hice. Deslicé mi lengua por toda la cara de la chica, desde sus mejillas hasta sus ojos. Todo quedó mojado. Eso aumentó la excitación de Holy que de inmediato buscó su propia entrada y empezó a meterse los dedos. Lorena se apartó y miró orgullosa. Yo estaba sorprendida al ver que casi los cinco dedos entraban en la vagina de Holy. Claro que al ser una chica tenía la mano pequeña, pero todavía así era sorprendente.
—Llama… a papá. Quiero que me la meta toda.
—No, amor. Hoy sólo Karen.
—Se ve que le encantan las vergas —dije sonriendo y acariciando el cuello de la chica. Lorena rió por lo bajo.
—¿Ves? No tiene nada de malo hacer cosas con tu hija. Mi esposo y yo disfrutamos mutuamente de esto. No es a diario, pero siempre que podemos. Tú también podrías hacerlo con tus chicas. Laurita, si me permites decirlo, se ve deliciosa.
— Si vieras sus nalgas —reí —Está para comérsela.
—Eso es todo por hoy —dijo Lorena y yo la miré con rostro preocupado. No. Yo quería seguir viendo como se follaba a su propia hija.
Pero Lorena insistió en que no y me dejó con las ganas. Prometió que lo volveríamos a hacer, y yo, honestamente, esperaba con ansias la siguiente vez para ver a madre e hija dándose placer. ¿qué pasa conmigo?
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Espero qe les haya gustado a todos, nos vemos enla siguiente parte.
12 comentarios - Mis hijas y yo: una familia muy cariñosa (cap 5)
excelente, me encanta
van puntos.
Van puntos...