Era un día como cualquier otro, un martes para ser mas precisa. Terminaba de cargar un seguro nuevo, cuando lo veo entrar a la oficina.
Casi me caigo de espalda al verlo. ¿Cuanto tiempo había pasado? Dos años practicamente y sin embargo ahí estaban las emociones, los sentimientos, la pasión que me incitaba cada vez que estaba cerca suyo: Vicente. El amor antes de Damián, uno de esos amantes que dejan una huella imborrable, no solo en tu corazón, sino también en tu sexo.
-Dejá que yo lo atiendo- le digo a Tamara, que ya se disponía a recibirlo.
-Tome asiento por acá, por favor- le digo indicándole la silla frente a mi escritorio.
-Tanto tiempo sin verlo, ¿en que puedo ayudarlo?- le pregunto, tratando de parecer lo mas serena posible, aunque por dentro me moría por saltarle encima y comérmelo a besos, o mejor aún..., chuparle la pija como sé que a él tanto le gusta.
-Bueno, me he decidido por volver a Buenos Aires, y como esta Compañía siempre me trato bien...-
"Claro que te trató bien, pienso en ese momento, si hasta te cogiste hasta el cansancio a una de sus empleadas, y después la dejaste..., me dejaste."
-..., me gustaría asegurar mi taxi con ustedes- prosigue.
-A ver...- digo ingresando algunos datos en la computadora -¿Es el mismo vehículo que tenía antes o es uno nuevo-
-Es uno nuevo, usado pero lo acabo de comprar- me aclara.
-Permítame los papeles, por favor-
Me los da, y en ese momento, bajando la voz, le pregunto:
-¿Cuando volviste?-
-Hace un mes-
-¿Hace un mes?- me escandalizo, siempre en susurros -¿Y porque no me llamaste?-
-Estuve ocupado con otras cosas-
-Si, seguro- asiento sintiéndome despechada.
-¿Y como está tu marido?- me pregunta entonces, como echándome en cara el motivo por el que nuestra relación no pudo prosperar.
-Ah, es por eso..., no tengo la culpa de haberme enamorado de vos estando casada, sabes que me hubiera separado si me lo pedías- le digo tratando de justificarme.
-Ese es el problema, jamas te lo hubiera pedido- me aclara.
Se produce un silencio incómodo, de esos que no sabes como romper.
-Igual- continua -Ahora estoy saliendo con alguien, por eso no creí conveniente llamarte-
-Pero viniste a mi oficina- le recuerdo.
-¿Hice mal?- pregunta como resignado a recibir una respuesta negativa.
-No, claro que no- admito condescendiente.
Mis compañeras comienzan a mirar hacia mi escritorio, para ver de que se trata todo ese cuchicheo, por lo que me pongo de inmediato con el seguro. Cuando salimos a sacarle las fotos al auto, aprovecho nuestra momentánea privacidad y le digo:
-Me gustaría verte mas tarde-
-Te dije que estoy con alguien, es una buena mujer, no me gustaría engañarla- me dice.
-Dije verte, no cogerte- le replico en tono burlón.
-Jaja...- se ríe -Tal vez podríamos tomar algo-
Al final quedamos en vernos por la tarde. A las seis salgo y ya lo veo esperándome en la esquina, a bordo de su taxi recién asegurado. Me subo y vamos a una confitería que queda a unas pocas cuadras, no la nombro porque ya estuve allí varias veces, y nunca sola, jaja. Tomamos un café y charlamos, me cuenta sus cosas desde que se fue a Tucumán hasta que decidió regresar. De su hija, que sigue en tratamiento. Me cuenta también de su nuevo amor, Graciela, una tucumana viuda como él, con la que piensa pasar el resto de su vida. Me está hablando de ella, de lo buena mina que es, y de como lo ayudó a superar ciertos problemas, cuando lo interrumpo preguntándole:
-¿Te coge como yo?-
Se ríe.
-No, claro que no, nadie me coge como vos...- hace una pausa y prosigue -Mariela, vos me ayudaste en el peor momento de mi vida, me salvaste, yo no me olvido de eso, siempre vas a ser importante para mí, pero...-
-..., pero de garchar ni hablemos- completo por él.
-No soy bueno siendo infiel- se excusa.
-Yo no quiero garchar con vos, Vicente- le digo de corazón, agarrándole las manos -Lo que quiero es hacer el amor, eso es lo que sentí siempre que estaba con vos, que hacíamos el amor-
Se queda en silencio, pensando seguramente en mis palabras. Está con la guardia baja, así que aprovecho el momento.
-Una última vez, es lo único que te pido, una última vez y nunca mas- le reclamo suplicante, acordándome de lo que me había pedido Damián en su momento.
"Un último polvo y adiós para siempre".
A lo que me hace llegar este tipo, a suplicarle para que me coja. Por suerte no me rechaza.
Salimos de la confitería y vamos a un telo. Pese al tiempo transcurrido, fue como si hubiera sido ayer la última vez que estuvimos juntos. Nos besamos, nos abrazamos, nos acariciamos, todo con el apasionamiento de dos personas que han estado alejadas mas de lo que hubiesen deseado.
Si bien la pija de Vicente no supera la media, chupársela para mí es como una experiencia religiosa. La mastico, la chupeteo, la recorro de arriba abajo con la lengua, la beso, la muerdo, me la paso por las mejillas, la nariz, por sobre los labios, por el cuello, me empapo con su fragancia y vigor. La tiene terriblemente dura, soltando ya esas persistentes y salobres gotitas que me dedico a saborear con sumo deleite.
Se la dejo a punto caramelo, así que me levanto y me desnudo frente a sus ojos, soltando prenda tras prenda, permitiendo que se vuelva a regocijar con mis formas después de todo este tiempo. Me recuesto de espalda en la cama, me abro de piernas y lo invito a que ahora sea él quien disfrute de mi sexualidad. Se echa sobre mí, me besa, me chupa los pezones, me muerde las tetas, y cuando llega a mi vientre, recorre con la lengua la hendidura roja y fragante que se abre ante él. Estoy que echo fuego, caliente a mas no poder, la humedad de mi sexo parece miel de tan espesa y pegajosa. Aun así él parece disfrutarla con sumo gusto. Me encanta como me chupa la concha, como me muerde el clítoris y lo retuerce entre sus dientes, pero lo que quiero es su pija, quiero que me la meta y me coja cuanto antes.
-¡Cojeme...!- le pido entre plácidos suspiros -¡Quiero sentirte...!-
Intenta ponerse un forro, pero se lo impido.
-Quiero sentirte así...- le digo agarrando el sobrecito de "Prime" y arrojándolo a un lado.
Se me sube encima, pero no me complace de inmediato, sino que antes pasea su verga por toda mi canaleta, haciendo que me desespere y me retuerza de ganas por debajo de su cuerpo. Al fin se apiada de mí, y me penetra. Volver a sentirlo después de todo este tiempo es como..., si jamas se hubiera ido. Empujo hacia adelante, amoldando mi pelvis con la suya, sintiéndolo en toda su extensión, duro, caliente, vigoroso.
Cuando empieza a moverse, el placer se multiplica por mil, expandiendose desde ese punto crítico de nuestros cuerpos hacia los confines mas alejados. Me aferro a él con brazos y piernas, manteniéndolo unido a mí, concibiendo entre ambos un solo movimiento, frenético, brutal, apasionado.
-¡Ahhhhhh..., ahhhhhhh..., ahhhhhhhh...!- mis jadeos se mezclan con sollozos de placer.
Me siento llena, colmada de satisfacción, hasta me parece sentir el palpitar de su verga en lo mas profundo de mis entrañas, marcando el ritmo de la felicidad. Nos besamos, nos chupamos, nos lamemos, todo sin dejar de cogernos, amándonos como si en vez de dos años solo hubiera pasado un día.
Me acuerdo cuando estábamos juntos, no podía estar un día sin que me la pusiera, era (es) una adicción, una necesidad extrema, lo que necesitaba en ese momento para sentirme viva y completa. Pero ahora..., ahora también me resulta estimulante, ojalá fuera algo duradero, pero como sabía que se terminaría esa misma tarde, trataba de aprovechar cada segundo.
Estaba en cuatro, recibiendo mazazo tras mazazo desde atrás, cuando empieza a sonar mi celular. No le hago caso, pero insisten. No era mi marido porque tengo personalizada sus llamadas, pero aunque no atiendo, dando por entendido que estoy ocupada, muy ocupada, siguen llamando.
-Quizás sea algo urgente- me dice Vicente instándome a atender.
No quiero parar, pero cuando me la saca, no tengo mas remedio. Saco el celular de mi cartera, y veo la pantalla: es Julio, el hijo del Cholo. Ya me había estado llamando antes y hasta mandando mensajes, algunos bastante explícitos, debo decir, sabía que debía hablar con él, pero no ahora. Atiendo y le digo solo cuatro palabras:
-¡Ahora no me jodas!-
Apago el celular, lo tiro dentro de la cartera y me vuelvo a poner en cuatro, ansiosa por seguir sintiendo esos bombazos que me estremecen hasta el alma.
-¿Quien era?- me pregunta Vicente con obvia curiosidad.
-Nadie importante- le digo, pidiéndole, implorándole que me siga cogiendo.
Me la pone, me vuelve a sujetar de la cintura con manos seguras y firmes, y entra a darme de nuevo eso que tanto me gusta. Los gritos de ambos retumban entre las paredes de esa habitación. Es la última vez que voy a estar con él, que lo sentiré dentro de mí, por lo que cada momento cuenta. Quiero mas, mas, mas, pero..., Vicente acaba antes de que llegue a mi propio orgasmo, siento la clavada final y la densa ebullición del semen filtrándose por cada recodo de mi sexo. Sin dejar que me la saque todavía, llevo una mano hacia mi entrepierna y con unas cuantas sacudidas acabo con él. Nos derrumbamos juntos, aun enganchados, frotándonos el uno contra el otro, asegurándonos de que la esencia de ambos se mezcle y combine en una sola. Me aparto el pelo de la cara, y suelto un largo y relajado suspiro.
-¡Tan bueno como lo recordaba!- exclamo con una sonrisa de satisfacción plena y absoluta.
-¡Incluso mejor!- coincide Vicente.
-Es una lástima que...- quiero convencerlo de que volvamos a ser amantes, pero me gana de mano.
-A mí también me gustaría seguir viéndote, pero..., ahora tengo una familia, y no quiero perderla- veo la sinceridad en sus ojos, así que no le insisto.
-Entonces..., es la última, y para un último polvo no estuvo nada mal, gracias- le doy un beso en la boca y me levanto.
Ya que no vamos a ser amantes, tengo que volver con mi familia, yo tampoco quiero perderla.
Salimos del telo y me alcanza hasta mi casa. Como es un taxi no hay problema en que me deje en la misma puerta, claro que unas cuadras antes me paso al asiento de atrás. Cuando llegamos me despido con un simple "chau", no puedo abrazarlo, ni besarlo, ni hacerle todo lo que me gustaría. Una vez mas nuestros destinos se separan, como hace dos años. Adiós Vicente, hasta un próximo Remember...
Casi me caigo de espalda al verlo. ¿Cuanto tiempo había pasado? Dos años practicamente y sin embargo ahí estaban las emociones, los sentimientos, la pasión que me incitaba cada vez que estaba cerca suyo: Vicente. El amor antes de Damián, uno de esos amantes que dejan una huella imborrable, no solo en tu corazón, sino también en tu sexo.
-Dejá que yo lo atiendo- le digo a Tamara, que ya se disponía a recibirlo.
-Tome asiento por acá, por favor- le digo indicándole la silla frente a mi escritorio.
-Tanto tiempo sin verlo, ¿en que puedo ayudarlo?- le pregunto, tratando de parecer lo mas serena posible, aunque por dentro me moría por saltarle encima y comérmelo a besos, o mejor aún..., chuparle la pija como sé que a él tanto le gusta.
-Bueno, me he decidido por volver a Buenos Aires, y como esta Compañía siempre me trato bien...-
"Claro que te trató bien, pienso en ese momento, si hasta te cogiste hasta el cansancio a una de sus empleadas, y después la dejaste..., me dejaste."
-..., me gustaría asegurar mi taxi con ustedes- prosigue.
-A ver...- digo ingresando algunos datos en la computadora -¿Es el mismo vehículo que tenía antes o es uno nuevo-
-Es uno nuevo, usado pero lo acabo de comprar- me aclara.
-Permítame los papeles, por favor-
Me los da, y en ese momento, bajando la voz, le pregunto:
-¿Cuando volviste?-
-Hace un mes-
-¿Hace un mes?- me escandalizo, siempre en susurros -¿Y porque no me llamaste?-
-Estuve ocupado con otras cosas-
-Si, seguro- asiento sintiéndome despechada.
-¿Y como está tu marido?- me pregunta entonces, como echándome en cara el motivo por el que nuestra relación no pudo prosperar.
-Ah, es por eso..., no tengo la culpa de haberme enamorado de vos estando casada, sabes que me hubiera separado si me lo pedías- le digo tratando de justificarme.
-Ese es el problema, jamas te lo hubiera pedido- me aclara.
Se produce un silencio incómodo, de esos que no sabes como romper.
-Igual- continua -Ahora estoy saliendo con alguien, por eso no creí conveniente llamarte-
-Pero viniste a mi oficina- le recuerdo.
-¿Hice mal?- pregunta como resignado a recibir una respuesta negativa.
-No, claro que no- admito condescendiente.
Mis compañeras comienzan a mirar hacia mi escritorio, para ver de que se trata todo ese cuchicheo, por lo que me pongo de inmediato con el seguro. Cuando salimos a sacarle las fotos al auto, aprovecho nuestra momentánea privacidad y le digo:
-Me gustaría verte mas tarde-
-Te dije que estoy con alguien, es una buena mujer, no me gustaría engañarla- me dice.
-Dije verte, no cogerte- le replico en tono burlón.
-Jaja...- se ríe -Tal vez podríamos tomar algo-
Al final quedamos en vernos por la tarde. A las seis salgo y ya lo veo esperándome en la esquina, a bordo de su taxi recién asegurado. Me subo y vamos a una confitería que queda a unas pocas cuadras, no la nombro porque ya estuve allí varias veces, y nunca sola, jaja. Tomamos un café y charlamos, me cuenta sus cosas desde que se fue a Tucumán hasta que decidió regresar. De su hija, que sigue en tratamiento. Me cuenta también de su nuevo amor, Graciela, una tucumana viuda como él, con la que piensa pasar el resto de su vida. Me está hablando de ella, de lo buena mina que es, y de como lo ayudó a superar ciertos problemas, cuando lo interrumpo preguntándole:
-¿Te coge como yo?-
Se ríe.
-No, claro que no, nadie me coge como vos...- hace una pausa y prosigue -Mariela, vos me ayudaste en el peor momento de mi vida, me salvaste, yo no me olvido de eso, siempre vas a ser importante para mí, pero...-
-..., pero de garchar ni hablemos- completo por él.
-No soy bueno siendo infiel- se excusa.
-Yo no quiero garchar con vos, Vicente- le digo de corazón, agarrándole las manos -Lo que quiero es hacer el amor, eso es lo que sentí siempre que estaba con vos, que hacíamos el amor-
Se queda en silencio, pensando seguramente en mis palabras. Está con la guardia baja, así que aprovecho el momento.
-Una última vez, es lo único que te pido, una última vez y nunca mas- le reclamo suplicante, acordándome de lo que me había pedido Damián en su momento.
"Un último polvo y adiós para siempre".
A lo que me hace llegar este tipo, a suplicarle para que me coja. Por suerte no me rechaza.
Salimos de la confitería y vamos a un telo. Pese al tiempo transcurrido, fue como si hubiera sido ayer la última vez que estuvimos juntos. Nos besamos, nos abrazamos, nos acariciamos, todo con el apasionamiento de dos personas que han estado alejadas mas de lo que hubiesen deseado.
Si bien la pija de Vicente no supera la media, chupársela para mí es como una experiencia religiosa. La mastico, la chupeteo, la recorro de arriba abajo con la lengua, la beso, la muerdo, me la paso por las mejillas, la nariz, por sobre los labios, por el cuello, me empapo con su fragancia y vigor. La tiene terriblemente dura, soltando ya esas persistentes y salobres gotitas que me dedico a saborear con sumo deleite.
Se la dejo a punto caramelo, así que me levanto y me desnudo frente a sus ojos, soltando prenda tras prenda, permitiendo que se vuelva a regocijar con mis formas después de todo este tiempo. Me recuesto de espalda en la cama, me abro de piernas y lo invito a que ahora sea él quien disfrute de mi sexualidad. Se echa sobre mí, me besa, me chupa los pezones, me muerde las tetas, y cuando llega a mi vientre, recorre con la lengua la hendidura roja y fragante que se abre ante él. Estoy que echo fuego, caliente a mas no poder, la humedad de mi sexo parece miel de tan espesa y pegajosa. Aun así él parece disfrutarla con sumo gusto. Me encanta como me chupa la concha, como me muerde el clítoris y lo retuerce entre sus dientes, pero lo que quiero es su pija, quiero que me la meta y me coja cuanto antes.
-¡Cojeme...!- le pido entre plácidos suspiros -¡Quiero sentirte...!-
Intenta ponerse un forro, pero se lo impido.
-Quiero sentirte así...- le digo agarrando el sobrecito de "Prime" y arrojándolo a un lado.
Se me sube encima, pero no me complace de inmediato, sino que antes pasea su verga por toda mi canaleta, haciendo que me desespere y me retuerza de ganas por debajo de su cuerpo. Al fin se apiada de mí, y me penetra. Volver a sentirlo después de todo este tiempo es como..., si jamas se hubiera ido. Empujo hacia adelante, amoldando mi pelvis con la suya, sintiéndolo en toda su extensión, duro, caliente, vigoroso.
Cuando empieza a moverse, el placer se multiplica por mil, expandiendose desde ese punto crítico de nuestros cuerpos hacia los confines mas alejados. Me aferro a él con brazos y piernas, manteniéndolo unido a mí, concibiendo entre ambos un solo movimiento, frenético, brutal, apasionado.
-¡Ahhhhhh..., ahhhhhhh..., ahhhhhhhh...!- mis jadeos se mezclan con sollozos de placer.
Me siento llena, colmada de satisfacción, hasta me parece sentir el palpitar de su verga en lo mas profundo de mis entrañas, marcando el ritmo de la felicidad. Nos besamos, nos chupamos, nos lamemos, todo sin dejar de cogernos, amándonos como si en vez de dos años solo hubiera pasado un día.
Me acuerdo cuando estábamos juntos, no podía estar un día sin que me la pusiera, era (es) una adicción, una necesidad extrema, lo que necesitaba en ese momento para sentirme viva y completa. Pero ahora..., ahora también me resulta estimulante, ojalá fuera algo duradero, pero como sabía que se terminaría esa misma tarde, trataba de aprovechar cada segundo.
Estaba en cuatro, recibiendo mazazo tras mazazo desde atrás, cuando empieza a sonar mi celular. No le hago caso, pero insisten. No era mi marido porque tengo personalizada sus llamadas, pero aunque no atiendo, dando por entendido que estoy ocupada, muy ocupada, siguen llamando.
-Quizás sea algo urgente- me dice Vicente instándome a atender.
No quiero parar, pero cuando me la saca, no tengo mas remedio. Saco el celular de mi cartera, y veo la pantalla: es Julio, el hijo del Cholo. Ya me había estado llamando antes y hasta mandando mensajes, algunos bastante explícitos, debo decir, sabía que debía hablar con él, pero no ahora. Atiendo y le digo solo cuatro palabras:
-¡Ahora no me jodas!-
Apago el celular, lo tiro dentro de la cartera y me vuelvo a poner en cuatro, ansiosa por seguir sintiendo esos bombazos que me estremecen hasta el alma.
-¿Quien era?- me pregunta Vicente con obvia curiosidad.
-Nadie importante- le digo, pidiéndole, implorándole que me siga cogiendo.
Me la pone, me vuelve a sujetar de la cintura con manos seguras y firmes, y entra a darme de nuevo eso que tanto me gusta. Los gritos de ambos retumban entre las paredes de esa habitación. Es la última vez que voy a estar con él, que lo sentiré dentro de mí, por lo que cada momento cuenta. Quiero mas, mas, mas, pero..., Vicente acaba antes de que llegue a mi propio orgasmo, siento la clavada final y la densa ebullición del semen filtrándose por cada recodo de mi sexo. Sin dejar que me la saque todavía, llevo una mano hacia mi entrepierna y con unas cuantas sacudidas acabo con él. Nos derrumbamos juntos, aun enganchados, frotándonos el uno contra el otro, asegurándonos de que la esencia de ambos se mezcle y combine en una sola. Me aparto el pelo de la cara, y suelto un largo y relajado suspiro.
-¡Tan bueno como lo recordaba!- exclamo con una sonrisa de satisfacción plena y absoluta.
-¡Incluso mejor!- coincide Vicente.
-Es una lástima que...- quiero convencerlo de que volvamos a ser amantes, pero me gana de mano.
-A mí también me gustaría seguir viéndote, pero..., ahora tengo una familia, y no quiero perderla- veo la sinceridad en sus ojos, así que no le insisto.
-Entonces..., es la última, y para un último polvo no estuvo nada mal, gracias- le doy un beso en la boca y me levanto.
Ya que no vamos a ser amantes, tengo que volver con mi familia, yo tampoco quiero perderla.
Salimos del telo y me alcanza hasta mi casa. Como es un taxi no hay problema en que me deje en la misma puerta, claro que unas cuadras antes me paso al asiento de atrás. Cuando llegamos me despido con un simple "chau", no puedo abrazarlo, ni besarlo, ni hacerle todo lo que me gustaría. Una vez mas nuestros destinos se separan, como hace dos años. Adiós Vicente, hasta un próximo Remember...
27 comentarios - Remember...
Como dijeron mas arriba, sos la mejor lejos....
te dejo todos mis puntos de hoy, te los mereces por este y todos los relatos.
Bso!
Me dejaste muy demasiado caliente como siempre preciosa!!
Excelente relato, y a la espera ansiosa del próximo relato!! +10
Muy bueno amiga...!!! me encantó la mezcla de remembranzas con perrez...
Volveré con puntos...
Van 9 puntos
Yo también tuve un remember hace poco y me hiciste recordarlo.
Besos!
gran relato marita
besos Misko