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Compendio II
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Son tantas cosas que he descubierto con mi marido, que él es “mi persona favorita”, como dice esa canción de Rio Roma.
Él no es de esos chicos que entra en una habitación y llame demasiado la atención. Es alto, de cabello corto y negro, delgado, con brazos que no prometen mucho (pero que sí tienen fuerza cuando la necesitan), ojitos café, una nariz redondita, unos labios delgaditos y una sonrisa infalible.
Y su traserito, bien parado y redondito.
XD
No es de esos que se las “da de canchero” o que destaque su presencia, le cuesta conversar a solas con una mujer y es tan despistado para entender miradas de mujer, que a veces parece ser creído.
Pero una de las cosas más geniales que tiene al momento de conocerle es la manera de mirar a los ojos.
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Sus ojos son brillantes y cuando converso con él, me siento relajada.
Sabe muchísimo y de todo un poco, por lo que una siempre queda entretenida y se concentra increíblemente para darte toda su atención.
Pero eso es una cosa que se ve por sus ojos. Lo otro, que se lo dije la primera vez que hablamos juntos, es que tiene ese espíritu de lucha que no se rinde jamás.
😛
Me siento como si estuviera casada con alguien como Naruto, porque es valiente y caballeroso enterito y me da la confianza (y me lo ha demostrado un par de veces) que no se va a rendir por mí.
Y creo que por eso el sexo es tan rico.
XD
“Todos te dicen que se la pueden; pero no todos se pueden la pega.” Me ha dicho su amiga del trabajo, porque ella y su pareja se han metido con más chicos, pero pocos le han dado la talla.
Y mi marido es de esos que si se la pueden.
A Liz y a mí nos calienta terriblemente, porque nos da por horas y horas y no se cansa.
Y aunque me duele un poquito decir que el sexo es genial (Porque hay muuucho sentimiento y realmente, es hacer el amor), para él no es lo que piensa todo el día.
Están las cosas de la casa, las pequeñas y preocuparse que nosotras estemos bien.
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Y es muy romántico: nos da besos a escondidas, para que ninguna se sienta mal y para que las peques no se confundan.
Pero si nos sentamos a ver la tele con él, las manos se nos van a sus piernas, porque sabemos que su cosa está ahí, latente y que si él quisiera, se la chuparíamos encantadas por horas y horas o pasaríamos encerradas en el dormitorio, despreocupándonos de todo.
😕
Pero volviendo de las ramas, el sábado fue Liz la que nos preguntó si queríamos hacer otro trio.
XD
Es que él tiene razón y una realmente lo disfruta plena si nos come a solitas.
Pero ¿Quién tras conocerte menos de un año, te ofrece que vivas en su casa, te trata bien sin ningún interés y más encima, te promete llevarte a conocer otro país y cumple con esa promesa?
El miércoles fuimos al consulado y a hacernos exámenes médicos para poder viajar y nos vamos el martes por la mañana, para llegar el martes al mediodía, en un vuelo de 15 horas (¡Todavía me rompe la cabeza todo eso! XD).
Y Liz y yo queríamos darle las gracias.
XD
Si fuera por nosotras, tendríamos tríos 3 veces a la semana, pero lo agotaríamos terriblemente.
En cambio así: ella por la mañana y yo por la noche, todos quedamos contentos toda la semana.
Y él aceptó, porque somos sus niñas, así que el día se nos hizo larguísimo.
Jugó con las pequeñas, vio Peppa, “Mi pequeño Pony” y “Pocoyo” hasta que se aburrieron; les hizo reír a carcajadas, bailando el “Shake it off” de Taylor Swift con nosotras y finalmente, las llevó al dormitorio del lado y se aseguró que el monitor funcionara bien y que estuviera cargado.
Liz y yo, en cambio, nos encargamos de la loza y fuimos derechito a los baños.
Queríamos oler rico para él y amononarnos lo más posible.
A él, le vuelvo loquito con los clásicos: su colita de caballo y calzones y sostén blanco.
Me lavé el pelo, me depilé un poquito y me eché cremita en las piernas, para que me las sintiera suave, me cepillé bien los dientes y la lengua, para que mis besos fueran mentolados y me perfumé un poquito.
Fui la primera en llegar y estábamos acaramelados: besitos tiernos de pololo y su ocasional agarrón a las pechugas.
Pero llegó Liz vestida para matar.
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Un calzón negro, semi- transparente; un peto rosado, que le cubría los pechos y mostraba el ombligo, labial rojo intenso, se hizo las pestañas y también se enrizó el pelo y se lo tomó.
XD
Pero lo divertido es que en un trio para chicos, la visual ayuda mucho.
Me paré y me puse a su lado y como si fuera la portada de un comic, le expusimos nuestros generosos atributos.
Nos reíamos y hacíamos poses imponentes, inspirando para que los pechos se vieran más grandes y él ahí, tratando de esconder su erección.
Le bajamos el pantalón juntitas y fue como descubrir un tesoro maravilloso.
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Rosadita, paradita y dura.
Las 2 nos moríamos de ganas por comérsela y le pasamos unas lamidas juntas de lujo, que le hizo quejarse de lo rico.
¡Es que su pene nos vuelve locas!
Él es nuestro macho y nosotras somos sus gatas, sus yeguas…
Lo que él desee de nosotras.
Y yo lamiendo su base, mientras que Liz se mete la puntita en las mejillas y le mira a los ojos con una cara de caliente.
Entonces, la suelta y la pruebo yo.
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¡Manjar angelical!
Y yo la pruebo, enterrándola hasta la punta de mi garganta.
¡Le baja un escalofrío descomunal y estoy más que segura que si lo hago así un rato, se va a correr por montones!
XD
Pero no es la gracia.
Queremos disfrutarla juntas.
Y se la empezamos a besar por los lados, como si fuera una armónica.
Él nos agarra la cola, porque lo volvemos loquito y como él es, nos hace el quite al calzón y nos empieza a meter el dedito en el ano.
🤤
¿Creen que nos molestaba?
¡Chupábamos con más empeño e impaciencia!
La cabecita, con su juguito, se veía brillante y le dábamos besitos y chupadas. Él se quejaba y se sacudía entero, pero nosotras queríamos que nos bañara con su semen, así que no le dejábamos descansar.
Su pene se sacudía de un lado para otro y para puro reventarle la cabeza, se la envolví en mis pechos y le dimos un par de lamidas.
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¡Fue la erupción del Vesubio y las ruinas de Pompeya!
Quedamos con las caras manchadas, con ese olorcito tan fuerte y varonil y su pene seguía botando juguito sin parar, manchando mis pechitos.
Y como si fuera crema para la piel, la esparcíamos en la cara o la chupábamos.
Le pedí a Liz que limpiara el resto de su pene y lo que me había salpicado en los pechos.
¡Me hizo cosquillas! Pero fue como darle espinacas a Popeye.
XD
Y viéndola así de dura, nos acomodamos: Ella, en su cara. Yo, en su pene.
Las 2 suspiramos intensamente, porque él es un genio: Su lengua chupa tan recontra bien, que una puede confundirse con lo rico que se siente su pene en una.
Y cuando te toma con sus manos, se siente bárbaro, porque te agarra toda la carnosidad de la cola.
En cambio su pene se siente duro y caliente, como el acero.
Por eso, no me gustan tanto los consoladores. Se siente rico, pero no tiene el calorcito y la pulsación de un pene verdadero y venoso.
En mi categoría de preferencias está dedearse una misma, el consolador, que te dedee alguien más, sexo oral y finalmente, el pene de mi marido.
Y ahí estamos, las 2 gozando del mismo chico que nos gusta y nos miramos y se nos hace agua la boca.
-o-
No es que deseemos besar a una mujer o que nos baje la calentura, porque el resto de la semana seguimos siendo las mismas: Nos incomoda vernos con poquita ropa y nos saludamos como buenas amigas, sin siquiera pensar en besos.
Pero mi marido, más encima, es excelente besando y nos hemos malcriado a que nos bese.
Por lo que es casi una regla que lo hagamos, pero es solamente por el momento.
😕
Debo tener tendencias medio “Bi”.
El asunto es que el beso es rico, pero es algo del momento.
Va con suspiros intensos, porque nos está haciendo ver estrellitas a las 2 y se siente delicioso.
Y nos acariciamos la cabeza y se siente más intenso, porque no queremos que se detenga.
Y me siento tan relajada, que empiezo a acariciar sus hombros y a apretar sus pechos.
X0
¡Es una experiencia de otro mundo!
Pero no es permanente, porque una misma busca metérselo más y más adentro.
Al final, siempre terminamos apoyadas en el hombro de la otra.
Yo, porque me estoy enterrando incesantemente el pene de mi amado esposo y ella, porque las lamidas de mi marido le hacen volar.
Las 2 suspiramos, porque él no se detiene y nos desbarata entera, en un interminable terremoto.
Una se empieza a quejar, porque va a llegar el bueno y la otra no tarda en seguirle, porque nos sentimos igual.
¡Quedamos agitadas y es increíble!
Pero veo el reloj y son casi las 10.
La noche es joven y el placer que nos espera, durara hasta el amanecer.
😉
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2 comentarios - Y al día siguiente… (I)