En mi anterior viaje de trabajo a Brasil, había conocido a Mariana. Una chica argentina de más de 30 que era clienta de la agencia donde trabajo. El último día, me consiguió dos negros para que me cojan. La experiencia la había contado antes, y la pueden leer en el link que puse arriba. Ahora, resulta, que Mariana venía a Argentina también por trabajo.
Nos pusimos en contacto y salimos a tomar algo luego de trabajar. Nos contamos algunas novedades (tampoco tanto, no éramos amigas, tan solo conocidas por el trabajo) hasta que llegó el tema de la orgía que habíamos echo con los negros.
Me preguntó si la había pasado bien, si lo había disfrutado. Me contó que seguía cogiendo con los chicos. Y después me dijo "espero que me organices algo parecido vos aca... tenés que ser buena anfitriona".
Yo le expliqué que ni por casualidad tenía los contactos sexuales que ella aparentaba tener alla (chongos sueltos si, pero para lo que ella quería no). "Mirá, no te pido dos negros para cada una. Pero salir y hacer una buena fiesta, que te parece? Me acompañas?".
Mariana tenía una personalidad muy avasallante. Si bien tenía unos 35 años aparentaba muchos menos y por supuesto, su experiencia llevaba por delante a todos. No me negué, aunque tenía mis dudas. Del bar donde estábamos salimos y nos fuimos a otro donde van mayoría de turistas.
Creo que Mariana no dejó de hablar con ninguno. En el idioma que sea. Hizo calentar a medio bar. Repartió besos por todos lados. Yo iba atrás y le seguía el juego. Todo terminó cuando llegamos a un grupo de australianos, que estaban en Buenos Aires por un torneo de rugby juvenil. Si si... no pasaban los 20/21 años los pendejos.
"Acá nos quedamos", dijo y yo no me opuse para nada. Estaba todo el equipo, pero nos quedamos charlando con 2 de ellos. Rubios, ojos claros, un físico descomunal. Me encantaban. Con una de sus manos rodeaba por mucho mi brazo de lo grandote que era. Esa sensación de sometimiento me excitaba.
Terminamos a los besos en un rincón oscuro del bar. Mariana se fue con el chongo suyo para el baño. Yo seguí con el mío, arrinconada contra la pared. Pasé mi pierna rodeando la suya, para franelearme en su muslo. El chico no perdía oportunidad y me metía mano por todos lados. Tenía el jean desabrochado y la remera casi a la altura de mis tetas.
Al rato llega Mariana con su chico, que había recibido un pete en uno de los baños del lugar. "Nos vamos Juli", me dijo. Mariana le dijo algo al oído a su macho. Pude ver su sorpresa en la cara.
Se acercó a mi chongo, y le dijo algo al oído que no pude entender. El chico se sorprendió, se empezó a reír y a chocar las manos entre ellos. La miré a Mariana, que solo sonreía. Yo no entendía nada, pero seguía el juego.
Los dos desaparecieron. Me acerqué a Mariana y le pregunté que pasaba. "Le dije si no había un par de amigos más que tuvieran ganas de venir con nosotras...". Yo no podía creer lo que escuchaba. Al rato caen los dos pibes con otros dos más. Algo más bajitos, pero también físicos bien marcados.
Nos fuimos los 6 para afuera. Lamentablemente, no me quedó otra que poner mi departamento para la fiestita, por lo que encaramos para mi casa. Por suerte era tarde y día de semana, así que no debía haber mucha gente despierta.
Yo no tenía más que agua o gaseosa para tomar, poco importó en ese momento. Pusimos música, pedí por favor que no subieran el volumen y nos pusimos a bailar. El chongo que me había chapado no demoró en agarrarme de la cintura de atrás.
Mariana bailaba muy perra entre los otros dos. El cuarto se acercó a mi y sin casi tocarme me comió la boca. Yo lo abracé, mientras tenía atrás al otro que empezaba a desvestirme.
En segundos terminé desnuda, arrodillada ante los rugbiers que se bajaron los pantalones y me pusieron sus pijas en la boca. El grandote que me había chapado primero tenía una pija bastante grande, pero que en su cuerpo pasaba más desapercibida. En cambio, el otro que era más petisito y menos armatoste tenía un tubo bien ancho que no me llegaba a entrar en la boquita.
Me tenían agarrada de los pelos. Yo no dominaba la situación, sino ellos. Me iban pasando de pija en pija, yo solo atinaba a abrir la boca, tomar aire y recibir carne hasta donde soportara mi garganta.
Sin soltarme del pelo, me arrastraron hasta sentarme en el sillón. El grandote abrió mis piernas y enterró su lengua en mi concha súper mojada. Mariana se había ido a mi habitación con los otros dos y ya se podían sentir sus gemidos. El de la pija ancha se paró al lado mío y me la puso en la mejilla.
Moví mi cabeza y me tragué lo que pude mientras lo pajeaba. El otro no paraba de cogerme con la lengua. Empecé a gemir cada vez más fuerte y en el momento que iba a acabar lo agarré fuerte de los pelos y lo aplasté contra mi concha. Temblé un rato hasta que me relajé y lo solté.
Se paró y sin sacarme la vista de encima con esos ojazos verdes que tenía me la clavó despacio. Mi concha estaba muy mojada y su pija se deslizó suavemente hasta dentro. Muy adentro.
Empezó a acelerar el ritmo, hasta que después de un rato estaba pegándome una cogida terrible que hizo mover el sillón de lugar. Terrible la fuerza que tenía ese pendejo. En un momento sacó su pija y casi sin tocarla, acabó encima mío.
Mientras me limpiaba la leche y evitaba que chorreara al sillón, el otro se acomodó para cogerme. Este fue más suave. Controlaba más las embestidas, aunque la sacaba por completo y me la enterraba de golpe. Me encantaba.
El otro se volvió a acomodar al lado mío. Su pija estaba aun durísima y me la ofrecía para que se la chupara. El que me cogía no aguantó mucho más y acabó otra vez en mi panza.
Me agarraron entre los dos, se dijeron algo que no entendí y me pusieron en el piso. Me hicieron arrodillar y otra vez, estaba rodeada de las dos pijas. Terrible los nenes seguían durísimos. Al rato apareció Mariana. "Esto me gusta de los pendejos, no se cansan nunca de coger!". Buscó una botella de agua y se volvió a mi habitación.
Me pusieron en 4. Levanté mi cola y sentí como me tocaban desde las piernas a la espalda. Una de las pijas se apoyó en la entrada de mi concha. Era la del pibito que me había cogido primero, la reconocí por el ancho. La metió, se acomodó y agarrándome de los pelos me pegó una cabalgada violenta que me tiró al piso.
Acostada me siguió taladrando. Yo trataba de agarrarme de algo, pero me movía para donde él quería. El otro se pajeaba al lado, mirando todo mientras esperando el turno. Cuando le tocó, me agarró de la cintura y me volvió a poner en 4 como perrita. Mi concha chorreaba mis flujos. Los sentía bajar por mis muslos. Mi respiración estaba agitada. Pero lo último que quería en ese momento es parar.
Y por suerte no paró. Pero el ritmo de este era más suave y yo estaba a punto de acabar. Me afirmé en el piso y empecé a mover mi cola para atrás con más velocidad. Cuando se dio cuenta, el pendejo dejó de bombearme para dejar que yo me moviera. Agarró mi cola bien firme y acompañaba mis embestidas.
El otro, mientras, se acercaba y me ponía su pija en la boca. Levanté una mano del piso y me aferré a su pija. Le hice un pete y una paja un rato hasta que acabó chorreándome toda la cara. Justo después de acabar yo, el pendejo sacó su pija y me acabó en la espalda.
Ahora si, sus vergas perdieron dureza pero seguían con ganas. Me agarraron y empezamos a chapar entre los 3. Yo les tocaba las pijas mojadas de leche y ellos me metían mano por todos lados. El petiso me clavó los dedos y me hizo una paja fenomenal, así de parada como estaba, que me hizo acabar de nuevo. Mis piernas temblaron tanto que caí al piso y quedé rendida tratando de recuperar el aliento.
Mariana apareció alzada entre los otros dos pendejos que la levantaban como a un trofeo. "No sabés lo que cogen estos nenes Juli, tenés que probar!". Cuando llegaron donde estaba yo, la soltaron a ella y me agarraron a mi llevándome a mi habitación. Nos estaban usando como 2 putitas.
Me soltaron tirándome en la cama. Uno de los dos me agarró de los tobillos y me arrastró hasta el borde donde estaba él. Se arrodilló encima mío con su pija ya durísima en mi cara. Como pude por la posición incómoda se la empecé a chupar. El otro se encargó de mi concha. Me hacía delirar el nene y olvidarme de la pija en mi boca.
Cuando dejaba de chupar, el chabón me agarraba de los pelos y me la volvía a meter hasta la garganta. Después de un rato, el que estaba peteando grita algo y saltando de la cama choca las manos con el otro y cambian de posición. Estaban jugando conmigo y la verdad que lo hacían muy bien.
Yo no podía participar mucho en ese jueguito porque no los entendía. Necesitaba que me hablen despacio y estar muy atenta para comprender el inglés; y no era el momento de pedir que repitiera porque no entendí la pregunta. Así que dejé que hicieran lo que quisieran conmigo.
El que estaba chupándome la concha se paró y me la puso. Así de una. Y me cogió un rato largo. Me agarró de las rodillas, me traía y alejaba de su cuerpo. Se sentía el golpe violento de mi cola contra sus piernas. Era terrible la fuerza que tenían estos pibitos.
El otro arrodillado al lado mio intentaba que se saliera su pija de mi boca. No acababan más. Supuse que Marianita se había encargado de haberles sacado un par de polvos al menos.
El que estaba peteando no me avisó que acababa y me llenó la boca de leche. Tragué lo que pude pero un poco se cayó sobre las sábanas (mis sábanas). Después me pasó la pija chorreando por mi cara para limpiarla. Casi instantáneo, tal vez por la imagen que había visto, el que me cogía sacó la pija y me tiró su descarga en mi panza.
Volvimos al comedor, donde Mariana no perdía el tiempo. Se la estaban cogiendo entre los dos haciendo una doble penetración espectacular, digno de una peli porno. Estaba desencajada la mina, pidiendo que se la cojan más fuerte.
Los flacos que estaban conmigo cuando vieron esto se sumaron de inmediato. Se acercaron y le pusieron las dos pijas semiparadas en la boca. Mariana las agarró como pudo y empezó a chuparselas. Se chocaban las manos y aplaudían entre ellos, confirmando como nos estaban usando y cogiendo como 2 putitas. Ella tenía la cara demacrada y transpirada de la garchada doble que le estaban pegando, pero no dejó de aferrarse a las dos vergas que le ofrecieron en frente.
El que estaba en la cola de Mariana se frenó cuando me vio y me llamó. Me dijo "vení, es tu turno". Eso si lo entendí. Ni lo pensé. Mariana se paró y nos empezamos a besar. Su cuerpo estaba pegajoso, igual que el mío, de tanta leche desparramada.
Lo único que pedí, es que en la cola esté el que la tenía más angosta. No dijeron más que un OK. Se acostó el pijudo y yo me acomodé arriba suyo. Empecé a cogerlo, mientras el otro escupía mi cola y me metía los dedos. Después de un poco de dilatación, fue derecho a clavarme la pija. Despacio la fue enterrando hasta que casi le tocaran los huevos.
Mariana estaba tirada en el piso con las otras dos pijas en la boca. Cuando vieron que a mi me estaban dando entre dos, uno de los que estaba con Mariana lo golpeó a su compañero y se vinieron para donde estábamos. Se acomodaron frente a mi y me metieron sus pijas en la boca. Empezaron a aplaudir y a gritar, como disfrutando el hecho de estar cogiéndose entre los 4 una putita argentina.
El que estaba en mi cola empezó a cogerme cada vez más fuerte. Yo no daba más y ya había acabado otra vez. Por suerte, no tardó mucho en sacarla y llenarme la espalda de leche. El que estaba en mi concha me hizo parar, haciendo que toda la leche de mi espalda chorreara hasta mi cola. Cuando llegó a mis cachetes me pegué dos chirlos y me la limpié.
Me hizo arrodillar y se pajeó frente a mi cara. Yo abrí la boca y saqué la lengua, rozándole la cabeza. Cuando frenó la paja, un instante después, un chorro caliente de leche se desparramaba desde la pera hasta mi frente. El resto, fue todo a la boca. La junté y cuando terminó de acabar, me metí la cabeza de su pija en la boca llena de leche y se la empecé a escupir sobre el tronco.
Yo necesitaba descanso. Mientras, Mariana seguía chupando una pija y era cogida por otra. Seguimos así toda la noche. Los pendejos eran unas máquinas que no se cansaban nunca.
Cuando salió el sol, recapacité que tenía que ir a trabajar. Obvio, primero me tenía que bañar. Los chicos se cambiaron y se fueron igual que Mariana. Cuando bajé a abrirles, justo saliendo de su departamento apareció Agustín, mi vecino.
Se quedó mirando queriendo entender que hacían una mina y 4 roperos saliendo de mi departamento a las 7.30 de la mañana. Sin decirle nada, lo miré poniendo una cara como diciendo "y si... soy bastante más puta de lo que te imaginabas".
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Nos pusimos en contacto y salimos a tomar algo luego de trabajar. Nos contamos algunas novedades (tampoco tanto, no éramos amigas, tan solo conocidas por el trabajo) hasta que llegó el tema de la orgía que habíamos echo con los negros.
Me preguntó si la había pasado bien, si lo había disfrutado. Me contó que seguía cogiendo con los chicos. Y después me dijo "espero que me organices algo parecido vos aca... tenés que ser buena anfitriona".
Yo le expliqué que ni por casualidad tenía los contactos sexuales que ella aparentaba tener alla (chongos sueltos si, pero para lo que ella quería no). "Mirá, no te pido dos negros para cada una. Pero salir y hacer una buena fiesta, que te parece? Me acompañas?".
Mariana tenía una personalidad muy avasallante. Si bien tenía unos 35 años aparentaba muchos menos y por supuesto, su experiencia llevaba por delante a todos. No me negué, aunque tenía mis dudas. Del bar donde estábamos salimos y nos fuimos a otro donde van mayoría de turistas.
Creo que Mariana no dejó de hablar con ninguno. En el idioma que sea. Hizo calentar a medio bar. Repartió besos por todos lados. Yo iba atrás y le seguía el juego. Todo terminó cuando llegamos a un grupo de australianos, que estaban en Buenos Aires por un torneo de rugby juvenil. Si si... no pasaban los 20/21 años los pendejos.
"Acá nos quedamos", dijo y yo no me opuse para nada. Estaba todo el equipo, pero nos quedamos charlando con 2 de ellos. Rubios, ojos claros, un físico descomunal. Me encantaban. Con una de sus manos rodeaba por mucho mi brazo de lo grandote que era. Esa sensación de sometimiento me excitaba.
Terminamos a los besos en un rincón oscuro del bar. Mariana se fue con el chongo suyo para el baño. Yo seguí con el mío, arrinconada contra la pared. Pasé mi pierna rodeando la suya, para franelearme en su muslo. El chico no perdía oportunidad y me metía mano por todos lados. Tenía el jean desabrochado y la remera casi a la altura de mis tetas.
Al rato llega Mariana con su chico, que había recibido un pete en uno de los baños del lugar. "Nos vamos Juli", me dijo. Mariana le dijo algo al oído a su macho. Pude ver su sorpresa en la cara.
Se acercó a mi chongo, y le dijo algo al oído que no pude entender. El chico se sorprendió, se empezó a reír y a chocar las manos entre ellos. La miré a Mariana, que solo sonreía. Yo no entendía nada, pero seguía el juego.
Los dos desaparecieron. Me acerqué a Mariana y le pregunté que pasaba. "Le dije si no había un par de amigos más que tuvieran ganas de venir con nosotras...". Yo no podía creer lo que escuchaba. Al rato caen los dos pibes con otros dos más. Algo más bajitos, pero también físicos bien marcados.
Nos fuimos los 6 para afuera. Lamentablemente, no me quedó otra que poner mi departamento para la fiestita, por lo que encaramos para mi casa. Por suerte era tarde y día de semana, así que no debía haber mucha gente despierta.
Yo no tenía más que agua o gaseosa para tomar, poco importó en ese momento. Pusimos música, pedí por favor que no subieran el volumen y nos pusimos a bailar. El chongo que me había chapado no demoró en agarrarme de la cintura de atrás.
Mariana bailaba muy perra entre los otros dos. El cuarto se acercó a mi y sin casi tocarme me comió la boca. Yo lo abracé, mientras tenía atrás al otro que empezaba a desvestirme.
En segundos terminé desnuda, arrodillada ante los rugbiers que se bajaron los pantalones y me pusieron sus pijas en la boca. El grandote que me había chapado primero tenía una pija bastante grande, pero que en su cuerpo pasaba más desapercibida. En cambio, el otro que era más petisito y menos armatoste tenía un tubo bien ancho que no me llegaba a entrar en la boquita.
Me tenían agarrada de los pelos. Yo no dominaba la situación, sino ellos. Me iban pasando de pija en pija, yo solo atinaba a abrir la boca, tomar aire y recibir carne hasta donde soportara mi garganta.
Sin soltarme del pelo, me arrastraron hasta sentarme en el sillón. El grandote abrió mis piernas y enterró su lengua en mi concha súper mojada. Mariana se había ido a mi habitación con los otros dos y ya se podían sentir sus gemidos. El de la pija ancha se paró al lado mío y me la puso en la mejilla.
Moví mi cabeza y me tragué lo que pude mientras lo pajeaba. El otro no paraba de cogerme con la lengua. Empecé a gemir cada vez más fuerte y en el momento que iba a acabar lo agarré fuerte de los pelos y lo aplasté contra mi concha. Temblé un rato hasta que me relajé y lo solté.
Se paró y sin sacarme la vista de encima con esos ojazos verdes que tenía me la clavó despacio. Mi concha estaba muy mojada y su pija se deslizó suavemente hasta dentro. Muy adentro.
Empezó a acelerar el ritmo, hasta que después de un rato estaba pegándome una cogida terrible que hizo mover el sillón de lugar. Terrible la fuerza que tenía ese pendejo. En un momento sacó su pija y casi sin tocarla, acabó encima mío.
Mientras me limpiaba la leche y evitaba que chorreara al sillón, el otro se acomodó para cogerme. Este fue más suave. Controlaba más las embestidas, aunque la sacaba por completo y me la enterraba de golpe. Me encantaba.
El otro se volvió a acomodar al lado mío. Su pija estaba aun durísima y me la ofrecía para que se la chupara. El que me cogía no aguantó mucho más y acabó otra vez en mi panza.
Me agarraron entre los dos, se dijeron algo que no entendí y me pusieron en el piso. Me hicieron arrodillar y otra vez, estaba rodeada de las dos pijas. Terrible los nenes seguían durísimos. Al rato apareció Mariana. "Esto me gusta de los pendejos, no se cansan nunca de coger!". Buscó una botella de agua y se volvió a mi habitación.
Me pusieron en 4. Levanté mi cola y sentí como me tocaban desde las piernas a la espalda. Una de las pijas se apoyó en la entrada de mi concha. Era la del pibito que me había cogido primero, la reconocí por el ancho. La metió, se acomodó y agarrándome de los pelos me pegó una cabalgada violenta que me tiró al piso.
Acostada me siguió taladrando. Yo trataba de agarrarme de algo, pero me movía para donde él quería. El otro se pajeaba al lado, mirando todo mientras esperando el turno. Cuando le tocó, me agarró de la cintura y me volvió a poner en 4 como perrita. Mi concha chorreaba mis flujos. Los sentía bajar por mis muslos. Mi respiración estaba agitada. Pero lo último que quería en ese momento es parar.
Y por suerte no paró. Pero el ritmo de este era más suave y yo estaba a punto de acabar. Me afirmé en el piso y empecé a mover mi cola para atrás con más velocidad. Cuando se dio cuenta, el pendejo dejó de bombearme para dejar que yo me moviera. Agarró mi cola bien firme y acompañaba mis embestidas.
El otro, mientras, se acercaba y me ponía su pija en la boca. Levanté una mano del piso y me aferré a su pija. Le hice un pete y una paja un rato hasta que acabó chorreándome toda la cara. Justo después de acabar yo, el pendejo sacó su pija y me acabó en la espalda.
Ahora si, sus vergas perdieron dureza pero seguían con ganas. Me agarraron y empezamos a chapar entre los 3. Yo les tocaba las pijas mojadas de leche y ellos me metían mano por todos lados. El petiso me clavó los dedos y me hizo una paja fenomenal, así de parada como estaba, que me hizo acabar de nuevo. Mis piernas temblaron tanto que caí al piso y quedé rendida tratando de recuperar el aliento.
Mariana apareció alzada entre los otros dos pendejos que la levantaban como a un trofeo. "No sabés lo que cogen estos nenes Juli, tenés que probar!". Cuando llegaron donde estaba yo, la soltaron a ella y me agarraron a mi llevándome a mi habitación. Nos estaban usando como 2 putitas.
Me soltaron tirándome en la cama. Uno de los dos me agarró de los tobillos y me arrastró hasta el borde donde estaba él. Se arrodilló encima mío con su pija ya durísima en mi cara. Como pude por la posición incómoda se la empecé a chupar. El otro se encargó de mi concha. Me hacía delirar el nene y olvidarme de la pija en mi boca.
Cuando dejaba de chupar, el chabón me agarraba de los pelos y me la volvía a meter hasta la garganta. Después de un rato, el que estaba peteando grita algo y saltando de la cama choca las manos con el otro y cambian de posición. Estaban jugando conmigo y la verdad que lo hacían muy bien.
Yo no podía participar mucho en ese jueguito porque no los entendía. Necesitaba que me hablen despacio y estar muy atenta para comprender el inglés; y no era el momento de pedir que repitiera porque no entendí la pregunta. Así que dejé que hicieran lo que quisieran conmigo.
El que estaba chupándome la concha se paró y me la puso. Así de una. Y me cogió un rato largo. Me agarró de las rodillas, me traía y alejaba de su cuerpo. Se sentía el golpe violento de mi cola contra sus piernas. Era terrible la fuerza que tenían estos pibitos.
El otro arrodillado al lado mio intentaba que se saliera su pija de mi boca. No acababan más. Supuse que Marianita se había encargado de haberles sacado un par de polvos al menos.
El que estaba peteando no me avisó que acababa y me llenó la boca de leche. Tragué lo que pude pero un poco se cayó sobre las sábanas (mis sábanas). Después me pasó la pija chorreando por mi cara para limpiarla. Casi instantáneo, tal vez por la imagen que había visto, el que me cogía sacó la pija y me tiró su descarga en mi panza.
Volvimos al comedor, donde Mariana no perdía el tiempo. Se la estaban cogiendo entre los dos haciendo una doble penetración espectacular, digno de una peli porno. Estaba desencajada la mina, pidiendo que se la cojan más fuerte.
Los flacos que estaban conmigo cuando vieron esto se sumaron de inmediato. Se acercaron y le pusieron las dos pijas semiparadas en la boca. Mariana las agarró como pudo y empezó a chuparselas. Se chocaban las manos y aplaudían entre ellos, confirmando como nos estaban usando y cogiendo como 2 putitas. Ella tenía la cara demacrada y transpirada de la garchada doble que le estaban pegando, pero no dejó de aferrarse a las dos vergas que le ofrecieron en frente.
El que estaba en la cola de Mariana se frenó cuando me vio y me llamó. Me dijo "vení, es tu turno". Eso si lo entendí. Ni lo pensé. Mariana se paró y nos empezamos a besar. Su cuerpo estaba pegajoso, igual que el mío, de tanta leche desparramada.
Lo único que pedí, es que en la cola esté el que la tenía más angosta. No dijeron más que un OK. Se acostó el pijudo y yo me acomodé arriba suyo. Empecé a cogerlo, mientras el otro escupía mi cola y me metía los dedos. Después de un poco de dilatación, fue derecho a clavarme la pija. Despacio la fue enterrando hasta que casi le tocaran los huevos.
Mariana estaba tirada en el piso con las otras dos pijas en la boca. Cuando vieron que a mi me estaban dando entre dos, uno de los que estaba con Mariana lo golpeó a su compañero y se vinieron para donde estábamos. Se acomodaron frente a mi y me metieron sus pijas en la boca. Empezaron a aplaudir y a gritar, como disfrutando el hecho de estar cogiéndose entre los 4 una putita argentina.
El que estaba en mi cola empezó a cogerme cada vez más fuerte. Yo no daba más y ya había acabado otra vez. Por suerte, no tardó mucho en sacarla y llenarme la espalda de leche. El que estaba en mi concha me hizo parar, haciendo que toda la leche de mi espalda chorreara hasta mi cola. Cuando llegó a mis cachetes me pegué dos chirlos y me la limpié.
Me hizo arrodillar y se pajeó frente a mi cara. Yo abrí la boca y saqué la lengua, rozándole la cabeza. Cuando frenó la paja, un instante después, un chorro caliente de leche se desparramaba desde la pera hasta mi frente. El resto, fue todo a la boca. La junté y cuando terminó de acabar, me metí la cabeza de su pija en la boca llena de leche y se la empecé a escupir sobre el tronco.
Yo necesitaba descanso. Mientras, Mariana seguía chupando una pija y era cogida por otra. Seguimos así toda la noche. Los pendejos eran unas máquinas que no se cansaban nunca.
Cuando salió el sol, recapacité que tenía que ir a trabajar. Obvio, primero me tenía que bañar. Los chicos se cambiaron y se fueron igual que Mariana. Cuando bajé a abrirles, justo saliendo de su departamento apareció Agustín, mi vecino.
Se quedó mirando queriendo entender que hacían una mina y 4 roperos saliendo de mi departamento a las 7.30 de la mañana. Sin decirle nada, lo miré poniendo una cara como diciendo "y si... soy bastante más puta de lo que te imaginabas".
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53 comentarios - Los rugbiers australianos
gracias por pasar!
Que buena noche de sexo
Buen relato
Sos mala...pobrecito el pendejo jaja
Pero bueno que se joda
gracias por pasar! 🙂
gracias por pasar
Tremenda historia 👏 👏 👏
Me pusiste al palo mal 🔥
Gracias por compartir 👍
Yo comenté tu post, la mejor manera de agradecer es comentando alguno de los míos...
gracias por pasar!
Yo comenté tu post, la mejor manera de agradecer es comentando alguno de los mios.
gracias por pasar!
alcanzo tus post esperando encontrarte en un scrum de sexo y lujuria
esta vez no fue la excepción.....
hermosa partuza nena
gracias por compartir y van puntos
besotes
gracias por pasar
sin palabras
....
gracias por pasar!
gracias por pasar!
gracias por pasar!
beso
gracias por pasar!
PASATE POR EL MIO:
http://www.poringa.net/posts/relatos/2758266/Me-violaron-mis-alumnas.html
Vengo con 10 puntos y mis felicitaciones a tu excelente relato! Me hiciste calentar tanto mientras lo leía, que me mojé! Perra!
Un besito!
gracias por pasar! 😉