Soy profesora de historia y esto que voy a contar me paso hace un año en un instituto en las afueras de Mendoza. Tengo 37 años, soy morocha, de ojos castaños y tengo un cuerpo que yo considero que esta muy bien.
Como iba diciendo, fui destinada a un instituto privado y me asignaron unas clases de alumnos con una media de diecinueve años. Al principio me costó hacerme de la atención de la clase, eran muy rebeldes y prestaban poca atención. En una de las clases particularmente me costaba mucho dar la lección pues había un grupito de tres amigas que eran muy inquietas y siempre armaban muchos problemas con el tema de los celulares y la cháchara permanente.
Las tres amigas eran Mónica, Paulina y Natalia.
Mónica es rubia, muy bien formada para su edad y de complexión fuerte, era la que mandaba sobre el grupo claramente, lo que ella decía las demás hacían. Paulina era morocha y con unos ojos preciosos, de color verde, era más bien tímida pero se dejaba llevar y resultaba tan mierda como las otras y Natalia era muy bonita, también morocha con unos pechos increíbles para su edad y con un aire un poco varonil, siempre con pantalones y camisa.
Un día, mientras daba la lección, las tres no paraban de molestar al resto de sus compañeros, ya les había llamado la atención varias veces y las había amenazado con enviarlas a la dirección para que las amonestaran y eso es lo que paso. Las mande salir al pasillo y salí con ellas y les dije que su actitud había acabado con mi paciencia así que las enviaba a dirección para que las suspendiera unos días, entonces de repente Mónica se acerco a mi casi juntando su nariz con la mía y me dijo con un tono susurrante y amenazador:
− Profe, te vas a arrepentir de esto…..
Estuve a punto de contestarle a su osadía, pero el tono de voz que utilizo y su mirada me intimidaron, así que entre a clase y seguí con mi trabajo. El resultado es que fueron suspendidas durante una semana por su falta de respeto hacia la clase y no las vi hasta el viernes siguiente. Con las monjas, por lo menos acá, no se jode.
Salí del instituto y me fui hacia mi departamento que había alquilado y en el cual vivía sola. Ya eran las más o menos las diez de la noche del viernes cuando sonó el timbre, fui a ver quien era y me encontré que era Paulina, estaba llorando y quería hablar conmigo, yo me quede extrañada, la hice pasar y sentarse en el sofá, le ofrecí algo para tomar y le dije que me explicara.
Me dijo que ella ya estaba harta de sus amigas, que la llevaban por mal camino, y que ella no era mala. Que quería que yo la ayudara a portarse bien en clase. Le dije que no había problema, que yo estaba dispuesta a ayudarla a cambiar si ella ponía algo de su parte. Lo que mas me extrañaba es que no paraba de mirarse el reloj. De repente me dijo que si podía traerle una aspirina porque le dolía un poco la cabeza, me levante y fui al baño a buscarla, al salir del baño noté una presión en mi boca con un fuerte olor que atravesó mi nariz y que me mareó, hasta donde supe era cloroformo del gabinete de química del Colegio. Note como se me nublaba la vista y me desmaye.
Cuando desperté me costo un poco visualizar, pero reconocí la lámpara en el techo de mi habitación, así que estaba en mi cama, en seguida note que tenia cinta aisladora ancha en la boca por lo que no podía hablar ni gritar, mis manos estaban atadas a ambos lados del respaldo de la cama con unos cinturones míos y mis piernas igual. Miré mi cuerpo y me di cuenta que solo tenia puesta las bombachitas ¡estaba atada, amordazada y semidesnuda en mi cama! Mire en la habitación, vi que el reloj marcaba las doce y cuarto de la noche, no había nadie pero oía quilombo en el comedor. Estaba asustada… ¿qué estaba pasando? Supuse que aquello era un asalto.
A los pocos minutos se abrió la puerta de la habitación y ¡entro Natalia! Así que enseguida entendí que me habían tendido una trampa.
-¡Eh chicas, la profe se despertó! − grito.
Entraron Mónica y Paulina, tenían botellas de fernet y de vodka que habrían tomado de mi mueble bar.
Mónica se acerco a mi, yo intente gritar pero no salía mas que gruñidos, me miro de arriba a abajo con una sonrisa maliciosa y lasciva a la vez me dijo:
− Bueno, profe, le dije que se iba a acordar de nosotras, así que aquí estamos y ¿sabe lo que vamos a hacer?
Le intente decir que me soltara pero solo salían gruñidos, conteste que no con la cabeza y entonces de repente agarro uno de mis pechos y apretándolo con fuerza me dijo:
− ¡Te vamos a hacer pasar una noche que nunca olvidaras, putita!
Y pasando sus dedos por unos de mis pezones y con voz suave, se acerco a mi oído y me dijo:
− Te vamos a coger, profe…vas a ver que bien lo vas a pasar.
Yo estaba alucinando, no podía creer lo que me estaba pasando,¡mis alumnas iban a violarme! Yo nunca había estado con una mujer y además nunca se me paso por la cabeza. Estaba sobreexcitada pero no sabia si era de miedo o de otra cosa, de alguna manera esta situación no me estaba disgustando del todo… Entonces Mónica hizo un ademán a Natalia que se me acerco y le dijo
− ¡Chupale la teta izquierda y vos Paulina comele la derecha! Pero primero desvístanse.
Natalia y Paulina se sacaron la ropa y se quedaron en bombachitas. Las tetas de Natalia eran impresionantes y Paulina era un bombón. Las dos tenían cuerpos de modelo, empezaron a chuparme las tetas, una cada una, yo intente resistirme pero cuando empecé a notar las lenguas recorriendo mis pechos, mi miedo empezó a transformarse en una no desada excitación, lo hacían suave, sabiendo muy bien lo que hacían y succionando mis pezones que estaban duros como piedras. Sus lenguas jugaban alrededor de ellos para luego sus dientes morderlos y dejarlos doloridos, empecé a sentir un calor en mi entrepierna y me enojaba sentir eso ante tal acontecimiento.
Mónica se acerco a mi oreja y empezó a chupame el lobulo mientras me susurraba:
− Sos nuestra, mmmmmmmm, te vamos a coger profe, tooooda la noche, estas muy buena, mmmmm, y te vamos a coger enterita.
El caso es que eso me excitaba cada vez mas, yo no quería sentir placer pero no podía evitarlo, Natalia y Mónica me acariciaban los muslos y a la vez que me chupaban los pechos con una suavidad que nunca había sentido con ningún hombre, sentia sus manos subir por las piernas.
Entonces Mónica me dijo que me iba a sacar la cinta de la boca, pero que si decía una sola palabra me la volvería a tapar, pero después me cortaría el pelo de la cabeza a cero. Me dijo que si la había entendido y le dije que si. Entonces pego un tirón de la cinta adhesiva que me hizo mucho daño, pero antes que pudiera siquiera gritar de dolor metió su lengua en mi boca y empezó a besarme como una loca. Sentí sus labios comerme los míos y su saliva entrar en mi boca mientras mis pechos estaban a punto de estallar de excitación, me contoneaba sin control y note que empezaba a mojar mis bombachitas.¡Dios, estaba acabando!
Mónica se levanto y le dijo a Natalia que se sacara las bombachitas, ella hizo lo propio dejando al descubierto una conchita perfectamente depilada, solo había un poco de pelo en el monte de Venus con forma de pirámide invertida y con unos labios vaginales prominentes y húmedos.
Mónica tomó las bombachitas de Natalia y las hizo una pelota para a continuación metermelas en mi boca. Yo sentí un sabor entre algodón y dulce, con un olor que me recordaba a mi cuando alguna vez me había masturbado, era sabor de hembra.
A continuación Mónica se desnudó también, quedándose solo con una tanguita negra que dejaba adivinar una rayita abultada, tenía unos senos muy redonditos y unos pezones muy rosados, era demasiado ancha de espaldas y bastante fuerte, la verdad es que imponía respeto. Era un chico con tetas y sin pito.
Saco de un bolsillo de su pantalón una pequeña navaja y yo me asuste, la abrió y se dirigió a mi bombacha, primero cortó un trozo del lateral derecho y después del izquierdo.
− ¡Vamos a ver que tenemos aquí! − Dijo y acto seguido tiro fuerte de ellas, yo sentí como la tela se deslizaba sobre mi raja hasta que me libero de ella.
En ese momento sentí tres miradas lascivas sobre mi, estaba totalmente desnuda a merced de la voluntad de tres adolescentes. Eso me excitaba y seguía sin entender por que. Mi monte de venus tenia bastante bello, así que Mónica dijo:
-Bueno, así no va a ver quien te la chupe así que va haber que depilarla.
Agarró con sus manos un poco de vello, el mas cercano a mis labios vaginales y lo cortó con la navajita. Yo grite de dolor pero la bombacha en mi boca ahogó mi grito.
− No te preocupes, profe, no te vamos a depilar así − dijo Paulina llevando en la mano unas tijeras, jabón de afeitar y una gillette.
Empezaron recortándome con la tijera, después me pusieron jabón y me afeitaron, pero no me hicieron daño y cuando acabaron sentí un fresquito muy agradable en toda mi entrepierna.
Yo mire el reloj, marcaba las dos de la mañana, llevaban dos horas aproximadamente con su castigo y yo estaba mas excitada que nunca en mi vida.
Paulina se sacó sus bombachas, se subió a la cama y se colocó de rodillas entre mis piernas. A continuación con sus dedos me abrió mis labios vaginales y empezó a chuparme el clítoris con una dulzura impresionante, recorriendo con su lengua todos los rincones de mi sexo chorreante.
Mónica me quito la bombacha de la boca y yo empecé a gemir sin poder evitarlo, Natalia se aproximo a mi y se puso de manera que su conchita quedaba a la altura de mi boca. O sea de rodillas entre mi cabeza y mirando hacia Paulina. Agacho su cuerpo para que le chupara la concha, pero yo me negué girando la cabeza, entonces Mónica agarró uno de mis pezones con dos dedos fuertemente y lo retorció a la vez que me decía:
− ¡Chupásela hasta que acabe o te corto el flequillo!
No tuve mas remedio que obedecer. A eso no me lo había imaginado ni en la más febril de mis fantasías, pero con una mujer, creo que menos. Empecé a chupale los labios para descubrir un sabor nuevo y que − maldito sea − también me excitaba. A la vez que sentía como me chupaban y me succionaban mis jugos.
No se cuanto duro aquello, pero se me hizo eterno y placentero, el flujo de Natalia chorreaba por mis labios y ella a la vez se manoseaba sus impresionantes tetas. Mi concha estaba hinchada de placer por aquella comida maravillosa y para colmo Mónica le estaba introduciendo sus dedos a Paulina mientras esta succionaba mi clítoris. Aquella visión aumentó mi morbo.
De repente Natalia se echó hacia delante y le arrebato mi concha a Paulina, yo estaba agotada pero note una nueva fuerza en la lengua de Natalia que me dirigía hacia un nuevo orgasmo, mientras Natalia y yo nos fundíamos en un 69. Mónica y Paulina desaparecieron para volver al rato con algunas cosas en las manos que en principio no reconocí.
− ¡Natalia, bájate de ahí y deja descansar un poco a nuestra profe, que ahora va a venir lo mejor!
Yo intente pedir clemencia pero Mónica me tapo la boca con la mano y me dijo
− Acordate, que ni una palabra o te rapo a cero, solo podes gemir como una cerda que sos.
Sabia que hablaba en serio, así que me calle, eran cerca de las cuatro de la mañana. Estaba cansada pero estas chicas sabían administrar bien el asunto para que no terminara de agotarme.
Mónica se aproximo a mi concha y empezó a acariciarla bastamente mientras Paulina me daba un trago de whisky, entonces distinguí en la mano de Natalia algo familiar. Era un pepino de mi heladera, de unos 20 o 25cm y no muy grueso, le estaba untando una crema que me pareció vaselina y después se lo dio a Mónica.
No tuve mas remedio que decir
− ¡Por favor chicas no me metan eso!
Entonces Paulina me hizo la señal de silencio con el dedo y después empezó a besarme apasionadamente como nadie me besó jamás ni mis dos ex maridos.
Note como la punta del calabacín recorría mis labios vaginales de arriba a abajo pero no llegaba a introducirse, cosa que de alguna manera me ponía nerviosa, entonces esa punta empezó a bajar aproximándose a mi culo y buscando mi agujero. Intuyendo lo que iba a pasar intente decir algo pero la lengua de Paulina penetro con fuerza en mi boca y me callo mientras Mónica me introducía el calabacín por el culo dándolo vueltas sin piedad. Yo era virgen por detrás, así que aquello empezó con un terrible dolor para convertirse al rato en un placer que jamás pensaría que me pudiera gustar. Empecé a gemir y a contonear mi culito al ritmo de las penetraciones de Mónica.
− ¡Miren la pija -dijo Natalia- ¡Si, le gusta que se la den por el culo!
Después de un buen rato así note que estaba por acabar otra vez, era increíble pero aquello me gustaba. Mónica saco el calabacín de mi culo y yo note un alivio placentero y como mi ano daba la sensación de ser tres veces más grande.
Yo entonces le pedí que me dejaran ya por favor, que no podía mas, que no volvería a castigarlas y que no contaría esto a nadie, pero Mónica insistió en que eligiera un orden en que quería ser cogida por ellas. Empecé a pensar, sabia que Mónica era un poco sado por la forma en que me trataba, Natalia era como mas masculina, así que me imaginaba que me cogería como si fuera un hombre y Paulina era delicada y dulce. Necesitaba un poco de descanso así que elegí a Paulina, después Natalia y deje para el final a la temible Mónica.
Tal como pensé, Paulina fue cariñosa conmigo, se puso a mi lado tirada y mientras me masturbaba con sus finos dedos me besaba tiernamente en la boca, cuello y tetas, cuando sus dedos estaban empapados en flujo me los daba a lamer a la vez que ella. Fue realmente maravilloso. Esto duró una media hora y me sirvió de relax, ya que sus caricias parecían masajes. Se despidió con un beso dulce y se fue hacia el comedor.
Era el turno de Natalia, cuando entro vi que llevaba un pene de látex con un cinturón adosado a su cintura. Así que adivine su desviación varonil. Me desato las piernas y me las abrió bien, para luego introducirme su pija de látex que era enorme. Empezó a cogerme introduciendo y sacandola, a la vez que me comía las tetas y me besaba con ansia. Yo estaba agotada pero como todavía no me habían introducido nada por mí la concha aquello reavivo mi excitación. Natalia se movía realmente bien, y ocurría nuevamente lo mismo: mejor que cualquier hombre con el que hubiera estado jamás, su culito subía y bajaba a un compás rítmico haciéndose mas penetrante en la bajada, como si no quisiera que mi concha desperdiciara un solo centímetro de aquello. Luego empezó a acelerar a la vez que me decía:
−¡Acabá guacha, vamos, acabá!
Y eso fue justamente lo que paso, acabé como una loca, jamás me habían cogido tan bien, estaba alucinada y asustada por lo que venia a continuación.
Mónica entro a los pocos minutos de salir Natalia, eran ya las seis de la mañana. Me dolía todo, los pechos, el culo, la concha, incluso la boca. Mónica seguía con su tanga negra y traía algo en las manos que escondía detrás de su cuerpo. Volvió a atarme las piernas a la cama y saco unas esposas como las de los policías, soltó una de mis manos y me coloco una de las esposas, la paso por el respaldo y sujeto mi otra mano. Eran unas esposas con combinación numérica, tenían tres ruedas de números que ella movió al azar después de cerrármelas.
− ¿Qué me vas a hacer Mónica, por favor no me hagas daño? − le suplique − Si me hacés daño atenete a las consecuencias. Las denuncio a las tres y van presas. Ustedes son mayores.
− ¡Eu! ¡Tranquila, ya nos vamos pero acordate que el lunes todo volverá a la normalidad, espero que no se te ocurra volver a retarnos en clase al menos claro, que quieras que esto se vuelva a repetir. …Y me parece que te gustaría. A final sos tan puta como nosotras… ¿O no?
Negué con la cabeza. Saco dos consoladores, uno grande y otro más pequeño.
Prendió al grande y la punta hacia un juego circular muy lento, me lo introdujo en la concha hasta dentro y ahí lo dejo. El chico tenia como unas protuberancias que al encenderlo se movían de arriba a abajo con rapidez y me lo metió por el ano.
− Escucha bien, putita, me dijo. Le pusimos pilas nuevas de larga duración, espero que lo disfrutes. Mañana por la mañana te llamo por teléfono. Estate atenta porque te voy dar la combinación de las esposas para que te las puedas sacar. El lunes en el instituto nos veremos pero antes quiero darte algo.
Se quito la tanga y se sentó sobre mi boca y me dijo:
-¡Cómeme el culo, puta!.
Aquello era demasiado, la mente de Mónica era retorcida, mientras aquellos consoladores trabajaban por si solos en mi concha y mi culo tuve que chuparle el ano lo que increíblemente me gusto.
Después de un rato note como acabó y me restregó la concha sobre mi boca dejándome esa mezcla de sabores en mi paladar como recuerdo. Se fueron y me dejaron esposada, desnuda, cansada, cogidada por delante y por detrás por dos consoladores que parecían no acabar nunca. Creo que me dormí. Cuando me desperté sonaba el teléfono. El consolador grande se había parado pero el pequeño seguía funcionando y trabajando mi ano. Escuche la combinación y me quite las esposas con terrible dificultad, después me saque el consolador grande y poniéndome de costado empecé a sacarme el pequeño, pero increíblemente volví a introducírmelo, y así estuve hasta que se paro.
Fue la experiencia más increíble de mi vida. Llamé a mi terapeuta y le pedí una cita urgente. Le contaba y se agarraba la cabeza. Me recomendó ir de inmediato a la fiscalía. Le dije que en realidad había gozado y destilado adrenalina como nunca además de perder la cuenta de los orgasmos. Se paró y me dijo:
− Si semejante hecho lo tomó como algo placentero, vamos a armar dos citas por semana en lugar de una. Esto es grave.
No fui más a lo de ese terapeuta. Resta decir que a mis alumnas las volví a castigar y ellas volvieron a vengarse de mí… Solo que ya no les hace falta que me aten… Entiendo que necesito ayuda.
Como iba diciendo, fui destinada a un instituto privado y me asignaron unas clases de alumnos con una media de diecinueve años. Al principio me costó hacerme de la atención de la clase, eran muy rebeldes y prestaban poca atención. En una de las clases particularmente me costaba mucho dar la lección pues había un grupito de tres amigas que eran muy inquietas y siempre armaban muchos problemas con el tema de los celulares y la cháchara permanente.
Las tres amigas eran Mónica, Paulina y Natalia.
Mónica es rubia, muy bien formada para su edad y de complexión fuerte, era la que mandaba sobre el grupo claramente, lo que ella decía las demás hacían. Paulina era morocha y con unos ojos preciosos, de color verde, era más bien tímida pero se dejaba llevar y resultaba tan mierda como las otras y Natalia era muy bonita, también morocha con unos pechos increíbles para su edad y con un aire un poco varonil, siempre con pantalones y camisa.
Un día, mientras daba la lección, las tres no paraban de molestar al resto de sus compañeros, ya les había llamado la atención varias veces y las había amenazado con enviarlas a la dirección para que las amonestaran y eso es lo que paso. Las mande salir al pasillo y salí con ellas y les dije que su actitud había acabado con mi paciencia así que las enviaba a dirección para que las suspendiera unos días, entonces de repente Mónica se acerco a mi casi juntando su nariz con la mía y me dijo con un tono susurrante y amenazador:
− Profe, te vas a arrepentir de esto…..
Estuve a punto de contestarle a su osadía, pero el tono de voz que utilizo y su mirada me intimidaron, así que entre a clase y seguí con mi trabajo. El resultado es que fueron suspendidas durante una semana por su falta de respeto hacia la clase y no las vi hasta el viernes siguiente. Con las monjas, por lo menos acá, no se jode.
Salí del instituto y me fui hacia mi departamento que había alquilado y en el cual vivía sola. Ya eran las más o menos las diez de la noche del viernes cuando sonó el timbre, fui a ver quien era y me encontré que era Paulina, estaba llorando y quería hablar conmigo, yo me quede extrañada, la hice pasar y sentarse en el sofá, le ofrecí algo para tomar y le dije que me explicara.
Me dijo que ella ya estaba harta de sus amigas, que la llevaban por mal camino, y que ella no era mala. Que quería que yo la ayudara a portarse bien en clase. Le dije que no había problema, que yo estaba dispuesta a ayudarla a cambiar si ella ponía algo de su parte. Lo que mas me extrañaba es que no paraba de mirarse el reloj. De repente me dijo que si podía traerle una aspirina porque le dolía un poco la cabeza, me levante y fui al baño a buscarla, al salir del baño noté una presión en mi boca con un fuerte olor que atravesó mi nariz y que me mareó, hasta donde supe era cloroformo del gabinete de química del Colegio. Note como se me nublaba la vista y me desmaye.
Cuando desperté me costo un poco visualizar, pero reconocí la lámpara en el techo de mi habitación, así que estaba en mi cama, en seguida note que tenia cinta aisladora ancha en la boca por lo que no podía hablar ni gritar, mis manos estaban atadas a ambos lados del respaldo de la cama con unos cinturones míos y mis piernas igual. Miré mi cuerpo y me di cuenta que solo tenia puesta las bombachitas ¡estaba atada, amordazada y semidesnuda en mi cama! Mire en la habitación, vi que el reloj marcaba las doce y cuarto de la noche, no había nadie pero oía quilombo en el comedor. Estaba asustada… ¿qué estaba pasando? Supuse que aquello era un asalto.
A los pocos minutos se abrió la puerta de la habitación y ¡entro Natalia! Así que enseguida entendí que me habían tendido una trampa.
-¡Eh chicas, la profe se despertó! − grito.
Entraron Mónica y Paulina, tenían botellas de fernet y de vodka que habrían tomado de mi mueble bar.
Mónica se acerco a mi, yo intente gritar pero no salía mas que gruñidos, me miro de arriba a abajo con una sonrisa maliciosa y lasciva a la vez me dijo:
− Bueno, profe, le dije que se iba a acordar de nosotras, así que aquí estamos y ¿sabe lo que vamos a hacer?
Le intente decir que me soltara pero solo salían gruñidos, conteste que no con la cabeza y entonces de repente agarro uno de mis pechos y apretándolo con fuerza me dijo:
− ¡Te vamos a hacer pasar una noche que nunca olvidaras, putita!
Y pasando sus dedos por unos de mis pezones y con voz suave, se acerco a mi oído y me dijo:
− Te vamos a coger, profe…vas a ver que bien lo vas a pasar.
Yo estaba alucinando, no podía creer lo que me estaba pasando,¡mis alumnas iban a violarme! Yo nunca había estado con una mujer y además nunca se me paso por la cabeza. Estaba sobreexcitada pero no sabia si era de miedo o de otra cosa, de alguna manera esta situación no me estaba disgustando del todo… Entonces Mónica hizo un ademán a Natalia que se me acerco y le dijo
− ¡Chupale la teta izquierda y vos Paulina comele la derecha! Pero primero desvístanse.
Natalia y Paulina se sacaron la ropa y se quedaron en bombachitas. Las tetas de Natalia eran impresionantes y Paulina era un bombón. Las dos tenían cuerpos de modelo, empezaron a chuparme las tetas, una cada una, yo intente resistirme pero cuando empecé a notar las lenguas recorriendo mis pechos, mi miedo empezó a transformarse en una no desada excitación, lo hacían suave, sabiendo muy bien lo que hacían y succionando mis pezones que estaban duros como piedras. Sus lenguas jugaban alrededor de ellos para luego sus dientes morderlos y dejarlos doloridos, empecé a sentir un calor en mi entrepierna y me enojaba sentir eso ante tal acontecimiento.
Mónica se acerco a mi oreja y empezó a chupame el lobulo mientras me susurraba:
− Sos nuestra, mmmmmmmm, te vamos a coger profe, tooooda la noche, estas muy buena, mmmmm, y te vamos a coger enterita.
El caso es que eso me excitaba cada vez mas, yo no quería sentir placer pero no podía evitarlo, Natalia y Mónica me acariciaban los muslos y a la vez que me chupaban los pechos con una suavidad que nunca había sentido con ningún hombre, sentia sus manos subir por las piernas.
Entonces Mónica me dijo que me iba a sacar la cinta de la boca, pero que si decía una sola palabra me la volvería a tapar, pero después me cortaría el pelo de la cabeza a cero. Me dijo que si la había entendido y le dije que si. Entonces pego un tirón de la cinta adhesiva que me hizo mucho daño, pero antes que pudiera siquiera gritar de dolor metió su lengua en mi boca y empezó a besarme como una loca. Sentí sus labios comerme los míos y su saliva entrar en mi boca mientras mis pechos estaban a punto de estallar de excitación, me contoneaba sin control y note que empezaba a mojar mis bombachitas.¡Dios, estaba acabando!
Mónica se levanto y le dijo a Natalia que se sacara las bombachitas, ella hizo lo propio dejando al descubierto una conchita perfectamente depilada, solo había un poco de pelo en el monte de Venus con forma de pirámide invertida y con unos labios vaginales prominentes y húmedos.
Mónica tomó las bombachitas de Natalia y las hizo una pelota para a continuación metermelas en mi boca. Yo sentí un sabor entre algodón y dulce, con un olor que me recordaba a mi cuando alguna vez me había masturbado, era sabor de hembra.
A continuación Mónica se desnudó también, quedándose solo con una tanguita negra que dejaba adivinar una rayita abultada, tenía unos senos muy redonditos y unos pezones muy rosados, era demasiado ancha de espaldas y bastante fuerte, la verdad es que imponía respeto. Era un chico con tetas y sin pito.
Saco de un bolsillo de su pantalón una pequeña navaja y yo me asuste, la abrió y se dirigió a mi bombacha, primero cortó un trozo del lateral derecho y después del izquierdo.
− ¡Vamos a ver que tenemos aquí! − Dijo y acto seguido tiro fuerte de ellas, yo sentí como la tela se deslizaba sobre mi raja hasta que me libero de ella.
En ese momento sentí tres miradas lascivas sobre mi, estaba totalmente desnuda a merced de la voluntad de tres adolescentes. Eso me excitaba y seguía sin entender por que. Mi monte de venus tenia bastante bello, así que Mónica dijo:
-Bueno, así no va a ver quien te la chupe así que va haber que depilarla.
Agarró con sus manos un poco de vello, el mas cercano a mis labios vaginales y lo cortó con la navajita. Yo grite de dolor pero la bombacha en mi boca ahogó mi grito.
− No te preocupes, profe, no te vamos a depilar así − dijo Paulina llevando en la mano unas tijeras, jabón de afeitar y una gillette.
Empezaron recortándome con la tijera, después me pusieron jabón y me afeitaron, pero no me hicieron daño y cuando acabaron sentí un fresquito muy agradable en toda mi entrepierna.
Yo mire el reloj, marcaba las dos de la mañana, llevaban dos horas aproximadamente con su castigo y yo estaba mas excitada que nunca en mi vida.
Paulina se sacó sus bombachas, se subió a la cama y se colocó de rodillas entre mis piernas. A continuación con sus dedos me abrió mis labios vaginales y empezó a chuparme el clítoris con una dulzura impresionante, recorriendo con su lengua todos los rincones de mi sexo chorreante.
Mónica me quito la bombacha de la boca y yo empecé a gemir sin poder evitarlo, Natalia se aproximo a mi y se puso de manera que su conchita quedaba a la altura de mi boca. O sea de rodillas entre mi cabeza y mirando hacia Paulina. Agacho su cuerpo para que le chupara la concha, pero yo me negué girando la cabeza, entonces Mónica agarró uno de mis pezones con dos dedos fuertemente y lo retorció a la vez que me decía:
− ¡Chupásela hasta que acabe o te corto el flequillo!
No tuve mas remedio que obedecer. A eso no me lo había imaginado ni en la más febril de mis fantasías, pero con una mujer, creo que menos. Empecé a chupale los labios para descubrir un sabor nuevo y que − maldito sea − también me excitaba. A la vez que sentía como me chupaban y me succionaban mis jugos.
No se cuanto duro aquello, pero se me hizo eterno y placentero, el flujo de Natalia chorreaba por mis labios y ella a la vez se manoseaba sus impresionantes tetas. Mi concha estaba hinchada de placer por aquella comida maravillosa y para colmo Mónica le estaba introduciendo sus dedos a Paulina mientras esta succionaba mi clítoris. Aquella visión aumentó mi morbo.
De repente Natalia se echó hacia delante y le arrebato mi concha a Paulina, yo estaba agotada pero note una nueva fuerza en la lengua de Natalia que me dirigía hacia un nuevo orgasmo, mientras Natalia y yo nos fundíamos en un 69. Mónica y Paulina desaparecieron para volver al rato con algunas cosas en las manos que en principio no reconocí.
− ¡Natalia, bájate de ahí y deja descansar un poco a nuestra profe, que ahora va a venir lo mejor!
Yo intente pedir clemencia pero Mónica me tapo la boca con la mano y me dijo
− Acordate, que ni una palabra o te rapo a cero, solo podes gemir como una cerda que sos.
Sabia que hablaba en serio, así que me calle, eran cerca de las cuatro de la mañana. Estaba cansada pero estas chicas sabían administrar bien el asunto para que no terminara de agotarme.
Mónica se aproximo a mi concha y empezó a acariciarla bastamente mientras Paulina me daba un trago de whisky, entonces distinguí en la mano de Natalia algo familiar. Era un pepino de mi heladera, de unos 20 o 25cm y no muy grueso, le estaba untando una crema que me pareció vaselina y después se lo dio a Mónica.
No tuve mas remedio que decir
− ¡Por favor chicas no me metan eso!
Entonces Paulina me hizo la señal de silencio con el dedo y después empezó a besarme apasionadamente como nadie me besó jamás ni mis dos ex maridos.
Note como la punta del calabacín recorría mis labios vaginales de arriba a abajo pero no llegaba a introducirse, cosa que de alguna manera me ponía nerviosa, entonces esa punta empezó a bajar aproximándose a mi culo y buscando mi agujero. Intuyendo lo que iba a pasar intente decir algo pero la lengua de Paulina penetro con fuerza en mi boca y me callo mientras Mónica me introducía el calabacín por el culo dándolo vueltas sin piedad. Yo era virgen por detrás, así que aquello empezó con un terrible dolor para convertirse al rato en un placer que jamás pensaría que me pudiera gustar. Empecé a gemir y a contonear mi culito al ritmo de las penetraciones de Mónica.
− ¡Miren la pija -dijo Natalia- ¡Si, le gusta que se la den por el culo!
Después de un buen rato así note que estaba por acabar otra vez, era increíble pero aquello me gustaba. Mónica saco el calabacín de mi culo y yo note un alivio placentero y como mi ano daba la sensación de ser tres veces más grande.
Yo entonces le pedí que me dejaran ya por favor, que no podía mas, que no volvería a castigarlas y que no contaría esto a nadie, pero Mónica insistió en que eligiera un orden en que quería ser cogida por ellas. Empecé a pensar, sabia que Mónica era un poco sado por la forma en que me trataba, Natalia era como mas masculina, así que me imaginaba que me cogería como si fuera un hombre y Paulina era delicada y dulce. Necesitaba un poco de descanso así que elegí a Paulina, después Natalia y deje para el final a la temible Mónica.
Tal como pensé, Paulina fue cariñosa conmigo, se puso a mi lado tirada y mientras me masturbaba con sus finos dedos me besaba tiernamente en la boca, cuello y tetas, cuando sus dedos estaban empapados en flujo me los daba a lamer a la vez que ella. Fue realmente maravilloso. Esto duró una media hora y me sirvió de relax, ya que sus caricias parecían masajes. Se despidió con un beso dulce y se fue hacia el comedor.
Era el turno de Natalia, cuando entro vi que llevaba un pene de látex con un cinturón adosado a su cintura. Así que adivine su desviación varonil. Me desato las piernas y me las abrió bien, para luego introducirme su pija de látex que era enorme. Empezó a cogerme introduciendo y sacandola, a la vez que me comía las tetas y me besaba con ansia. Yo estaba agotada pero como todavía no me habían introducido nada por mí la concha aquello reavivo mi excitación. Natalia se movía realmente bien, y ocurría nuevamente lo mismo: mejor que cualquier hombre con el que hubiera estado jamás, su culito subía y bajaba a un compás rítmico haciéndose mas penetrante en la bajada, como si no quisiera que mi concha desperdiciara un solo centímetro de aquello. Luego empezó a acelerar a la vez que me decía:
−¡Acabá guacha, vamos, acabá!
Y eso fue justamente lo que paso, acabé como una loca, jamás me habían cogido tan bien, estaba alucinada y asustada por lo que venia a continuación.
Mónica entro a los pocos minutos de salir Natalia, eran ya las seis de la mañana. Me dolía todo, los pechos, el culo, la concha, incluso la boca. Mónica seguía con su tanga negra y traía algo en las manos que escondía detrás de su cuerpo. Volvió a atarme las piernas a la cama y saco unas esposas como las de los policías, soltó una de mis manos y me coloco una de las esposas, la paso por el respaldo y sujeto mi otra mano. Eran unas esposas con combinación numérica, tenían tres ruedas de números que ella movió al azar después de cerrármelas.
− ¿Qué me vas a hacer Mónica, por favor no me hagas daño? − le suplique − Si me hacés daño atenete a las consecuencias. Las denuncio a las tres y van presas. Ustedes son mayores.
− ¡Eu! ¡Tranquila, ya nos vamos pero acordate que el lunes todo volverá a la normalidad, espero que no se te ocurra volver a retarnos en clase al menos claro, que quieras que esto se vuelva a repetir. …Y me parece que te gustaría. A final sos tan puta como nosotras… ¿O no?
Negué con la cabeza. Saco dos consoladores, uno grande y otro más pequeño.
Prendió al grande y la punta hacia un juego circular muy lento, me lo introdujo en la concha hasta dentro y ahí lo dejo. El chico tenia como unas protuberancias que al encenderlo se movían de arriba a abajo con rapidez y me lo metió por el ano.
− Escucha bien, putita, me dijo. Le pusimos pilas nuevas de larga duración, espero que lo disfrutes. Mañana por la mañana te llamo por teléfono. Estate atenta porque te voy dar la combinación de las esposas para que te las puedas sacar. El lunes en el instituto nos veremos pero antes quiero darte algo.
Se quito la tanga y se sentó sobre mi boca y me dijo:
-¡Cómeme el culo, puta!.
Aquello era demasiado, la mente de Mónica era retorcida, mientras aquellos consoladores trabajaban por si solos en mi concha y mi culo tuve que chuparle el ano lo que increíblemente me gusto.
Después de un rato note como acabó y me restregó la concha sobre mi boca dejándome esa mezcla de sabores en mi paladar como recuerdo. Se fueron y me dejaron esposada, desnuda, cansada, cogidada por delante y por detrás por dos consoladores que parecían no acabar nunca. Creo que me dormí. Cuando me desperté sonaba el teléfono. El consolador grande se había parado pero el pequeño seguía funcionando y trabajando mi ano. Escuche la combinación y me quite las esposas con terrible dificultad, después me saque el consolador grande y poniéndome de costado empecé a sacarme el pequeño, pero increíblemente volví a introducírmelo, y así estuve hasta que se paro.
Fue la experiencia más increíble de mi vida. Llamé a mi terapeuta y le pedí una cita urgente. Le contaba y se agarraba la cabeza. Me recomendó ir de inmediato a la fiscalía. Le dije que en realidad había gozado y destilado adrenalina como nunca además de perder la cuenta de los orgasmos. Se paró y me dijo:
− Si semejante hecho lo tomó como algo placentero, vamos a armar dos citas por semana en lugar de una. Esto es grave.
No fui más a lo de ese terapeuta. Resta decir que a mis alumnas las volví a castigar y ellas volvieron a vengarse de mí… Solo que ya no les hace falta que me aten… Entiendo que necesito ayuda.
12 comentarios - Me violaron mis alumnas, al final gustó
Espectacular historia, de lujo !!