Bueno amigos poringueros, después de un lapso prolongado de no escribir por falta de tiempo, y a veces de voluntad para hacerlo, hoy me decidí y les vuelco la experiencia de uno de los pocos viajes que hice solo a ver a mi suegra en Austria, porque generalmente lo hago en familia.
Para los que no me siguen o no han leído mis post anteriores, les recomiendo leer antes los otros para poder entender este, el cual va a ser largo como los anteriores para darle el marco adecuado y que no quede descolgado.
Bueno, empezamos. El año pasado, en el mes de mayo, mi señora Hilda recibió una llamada de mi suegra Erika, que vive en Austria, contándole que se había caído y se fracturó la pierna y que ya estaba totalmente recuperada, que no nos había avisado antes para no preocuparnos. Cuando mi esposa me lo contó me preocupé por la noticia, pero a su vez dudaba porque mi suegra es de las que siempre tiene un as en la manga.
Hilda me estuvo rompiendo las pelotas varios días con que la madre estaba sola en esa situación y que había que ir a verla, que no podía ser que no fuera después de todo lo que nos ayudó, etc. Como ella tenía que estar con nuestros hijos porque era temporada escolar, me jodió para que fuera yo y, como tenía razón en que Erika nos había dado una parte de la fortuna que cobró como indemnización del gobierno alemán, no me quedaba otra que acceder al pedido, total mi empresa funcionaba igual aunque yo no estuviera por algunos días.
Llegando al aeropuerto de Innsbruck, recibo un llamado de mi suegra diciendo que la espere que me pasa a "recoger", esta última palabra la remarcó con acento alemán y ya me dió mala espina. Minutos después me llaman por el altavoz pidiendo que me dirija a informes y ahí me encuentro con Erika, sin ningún yeso ni síntoma alguno de renguera. Me llevó hasta un helicóptero que había contratado para buscarme, sino tendría varias horas de automóvil y los problemas propios de a adaptación a la altura.
Ya en su "casita" como le dice ella, mansión le llamo yo, me explica que fue todo una pavada pero que lo hizo así sino nosotros no vamos a visitarla y que nos extrañaba mucho, "especialmente a tu amiga" metiendome la mano en la verga. Acostumbrado a sus mañas, no me extrañó en absoluto lo que hizo.
Después de comer me dijo "te tengo una sorpresa", te voy a presentar a la persona con que me entretengo mientras no puedo tener a tu "Anaconda" (así llama a mi miembro) y esta noche va a venir a cenar con nosotros y enseguida se me hizo la imagen de un tipo en pantalones hasta las rodillas al que le sobresalía parte de su "pedazo" por debajo del mismo.
A las 8 de la noche, cuando estaba hablando por teléfono con mi familia, tocan el timbre y al atender la puerta me encuentro con una joven muñeca hermosa, de unos 25 años, cuyas tetas me llegaban a la altura del mentón, que me dice con acento tirolés muy dulce que es Inga, la vecina y que Erika la había invitado para cenar. Balbuceando y sin sacarle la vista de las tetas la invito a pasar y ahí es donde noto su espléndido culo, tan parado que al pasar por al lado mio, a pesar de estar bastante separados, rozó mi verga.
Una vez adentro aparece mi suegra y me dice en español "veo que ya conociste a mi entretenedora", a lo que le contesto con los ojos desorbitados preguntándole desde cuando se hizo tortillera. Su respuesta fue "a falta de pan flauta, buenas son las tortas" y le pegó un chupón a Inga que hizo que mi verga se pusiera como si hubiera comido cemento.
Durante la cena Erika le dijo a su amiguita parte de nuestras aventuras anteriores y ambas me prometieron una noche inolvidable. Me contaron que Inga no es gay sino bisexual, como otras muchas de las mujeres que viven por ahí, a lo que se suma mi suegra, y que siendo casadas comparten la cama con quien les agrada.
Si bien mi mujer tiene un excelente cuerpo desde que éramos solteros y lo mantiene a pesar de los varios embarazos y partos que tuvo, Inga era una diosa al lado de ella, blanca, rubia y de ojos verdes, con unas curvas que tendrían que tener tatuado un cartel de "CURVAS PELIGROSISIMAS". Como hacía mucho calor nos metimos en bolas al lago y estuvimos varias horas "jugando a la preparatoria". Salimos nos duchamos, comimos muy liviano y nos fuimos a lo que mi suegra denomina "el cuarto de juegos", donde hay un sommier de 3 plazas que parece una cama elástica por como se rebota allí.
De entrada luché contra mis sentidos, porque verla a mi Erika chuparle la conchita a esa muñeca mientras ella se entretenía con mi verga me llevó a una acabada que le llenó la boca. Sin dejar caer ni una gota, se dio vuelta y la besó a mi suegra y se distribuyeron entre las dos la leche.
Con semejante espectáculo, lejos de que se me bajara me puse más loco todavía al rotarse las dos y comenzar mi suegra con el jueguito de pasársela por la concha sin meterla. Ella chorreaba flujo que parecía que tuviera una canilla mal cerrada e Inga vino y se colocó sobre mi cara para que yo siguiera con el trabajo que le había correspondido a mi madre política. Pensé que después de la legüeteada que le habían pegado tendría un poco de mal olor, para nada, y entendí por que Erika se entusiasmaba tanto en chuparla, parecía tener perfume de flores silvestres.
Como la vio tan dura, mi suegra se sentó de golpe y la mandó hasta los huevos y parte de ellos también, gimiendo y moviéndose que parecía que le estaba agarrando un ataque epiléptico, pero comprendí que estaba acabando de una manera fenomenal. Mientras ocurría eso, me entusiasmé y le di la lengua a Inga hasta que ya no la pude sacar más y también acababa llenándome la boca y la cara de su delicioso flujo. Después ambas se pusieron boca a bajo y querían probar cual aguantaba más profundo la pija en su orto, cosa que mi suegra aguantaba bastante y por lo cual empecé por ella y después salté encima de Inga, que tenía un culito apretadito pero que después dilató bastante bien y aguantó mis embates, aunque nunca se la pude meter del todo. Volví al culo de Erika y ahí sí que la metí toda y cuando ya estaba por acabar pasé a Inga y le dejé toda mi leche adentro.
Volvimos al comedor para un tentempié y después volvimos a la cama para echarnos uno más cada uno y dormir lo que quedaba de la noche.
Al otro día se repitió, pero empezamos mucho mas temprano, primero en el lago y después seguimos en el jardín. Para la noche, yo ya no daba más y mi suegra vino con un vaso de agua y una pastillita y me dijo "esto nos va a ayudar" y le dimos toda la noche, a tal punto que a "Anaconda" se le hinchó el prepucio y se puso toda colorada.
Al otro día paramos y aprovechamos para salir de paseo por las montañas de ese paraíso del edén. Los restantes cuatro días que pasé ahí me cuidé bastante porque ya me empezaban a temblar las piernas. El último día, como despedida, Inga me dijo que se la metiera toda en el culo para que ambos nos acordáramos uno el otro y estoy seguro que ella se acordó dolorosamente porque cuando terminé le sangraba bastante.
Me fueron a despedir ambas al aeropuerto y me hicieron prometer que volvería por más, cosa que me gustaba solamente de pensarlo.
De regreso a casa, después de los saludos y de comentarle lo bien que ya estaba su mamá y que una simpática vecina la cuidaba mucho, lo primero que me dijo mi mujer fue "¿qué anduviste haciendo que estás mucho mas flaco? a lo que repondí que caminé mucho por las montañas. Siiii, la montaña que vamos a hacer dentro de un rato, ¿no?.
Espero que les guste y nuevamente perdón por lo largo del escrito.
Para los que no me siguen o no han leído mis post anteriores, les recomiendo leer antes los otros para poder entender este, el cual va a ser largo como los anteriores para darle el marco adecuado y que no quede descolgado.
Bueno, empezamos. El año pasado, en el mes de mayo, mi señora Hilda recibió una llamada de mi suegra Erika, que vive en Austria, contándole que se había caído y se fracturó la pierna y que ya estaba totalmente recuperada, que no nos había avisado antes para no preocuparnos. Cuando mi esposa me lo contó me preocupé por la noticia, pero a su vez dudaba porque mi suegra es de las que siempre tiene un as en la manga.
Hilda me estuvo rompiendo las pelotas varios días con que la madre estaba sola en esa situación y que había que ir a verla, que no podía ser que no fuera después de todo lo que nos ayudó, etc. Como ella tenía que estar con nuestros hijos porque era temporada escolar, me jodió para que fuera yo y, como tenía razón en que Erika nos había dado una parte de la fortuna que cobró como indemnización del gobierno alemán, no me quedaba otra que acceder al pedido, total mi empresa funcionaba igual aunque yo no estuviera por algunos días.
Llegando al aeropuerto de Innsbruck, recibo un llamado de mi suegra diciendo que la espere que me pasa a "recoger", esta última palabra la remarcó con acento alemán y ya me dió mala espina. Minutos después me llaman por el altavoz pidiendo que me dirija a informes y ahí me encuentro con Erika, sin ningún yeso ni síntoma alguno de renguera. Me llevó hasta un helicóptero que había contratado para buscarme, sino tendría varias horas de automóvil y los problemas propios de a adaptación a la altura.
Ya en su "casita" como le dice ella, mansión le llamo yo, me explica que fue todo una pavada pero que lo hizo así sino nosotros no vamos a visitarla y que nos extrañaba mucho, "especialmente a tu amiga" metiendome la mano en la verga. Acostumbrado a sus mañas, no me extrañó en absoluto lo que hizo.
Después de comer me dijo "te tengo una sorpresa", te voy a presentar a la persona con que me entretengo mientras no puedo tener a tu "Anaconda" (así llama a mi miembro) y esta noche va a venir a cenar con nosotros y enseguida se me hizo la imagen de un tipo en pantalones hasta las rodillas al que le sobresalía parte de su "pedazo" por debajo del mismo.
A las 8 de la noche, cuando estaba hablando por teléfono con mi familia, tocan el timbre y al atender la puerta me encuentro con una joven muñeca hermosa, de unos 25 años, cuyas tetas me llegaban a la altura del mentón, que me dice con acento tirolés muy dulce que es Inga, la vecina y que Erika la había invitado para cenar. Balbuceando y sin sacarle la vista de las tetas la invito a pasar y ahí es donde noto su espléndido culo, tan parado que al pasar por al lado mio, a pesar de estar bastante separados, rozó mi verga.
Una vez adentro aparece mi suegra y me dice en español "veo que ya conociste a mi entretenedora", a lo que le contesto con los ojos desorbitados preguntándole desde cuando se hizo tortillera. Su respuesta fue "a falta de pan flauta, buenas son las tortas" y le pegó un chupón a Inga que hizo que mi verga se pusiera como si hubiera comido cemento.
Durante la cena Erika le dijo a su amiguita parte de nuestras aventuras anteriores y ambas me prometieron una noche inolvidable. Me contaron que Inga no es gay sino bisexual, como otras muchas de las mujeres que viven por ahí, a lo que se suma mi suegra, y que siendo casadas comparten la cama con quien les agrada.
Si bien mi mujer tiene un excelente cuerpo desde que éramos solteros y lo mantiene a pesar de los varios embarazos y partos que tuvo, Inga era una diosa al lado de ella, blanca, rubia y de ojos verdes, con unas curvas que tendrían que tener tatuado un cartel de "CURVAS PELIGROSISIMAS". Como hacía mucho calor nos metimos en bolas al lago y estuvimos varias horas "jugando a la preparatoria". Salimos nos duchamos, comimos muy liviano y nos fuimos a lo que mi suegra denomina "el cuarto de juegos", donde hay un sommier de 3 plazas que parece una cama elástica por como se rebota allí.
De entrada luché contra mis sentidos, porque verla a mi Erika chuparle la conchita a esa muñeca mientras ella se entretenía con mi verga me llevó a una acabada que le llenó la boca. Sin dejar caer ni una gota, se dio vuelta y la besó a mi suegra y se distribuyeron entre las dos la leche.
Con semejante espectáculo, lejos de que se me bajara me puse más loco todavía al rotarse las dos y comenzar mi suegra con el jueguito de pasársela por la concha sin meterla. Ella chorreaba flujo que parecía que tuviera una canilla mal cerrada e Inga vino y se colocó sobre mi cara para que yo siguiera con el trabajo que le había correspondido a mi madre política. Pensé que después de la legüeteada que le habían pegado tendría un poco de mal olor, para nada, y entendí por que Erika se entusiasmaba tanto en chuparla, parecía tener perfume de flores silvestres.
Como la vio tan dura, mi suegra se sentó de golpe y la mandó hasta los huevos y parte de ellos también, gimiendo y moviéndose que parecía que le estaba agarrando un ataque epiléptico, pero comprendí que estaba acabando de una manera fenomenal. Mientras ocurría eso, me entusiasmé y le di la lengua a Inga hasta que ya no la pude sacar más y también acababa llenándome la boca y la cara de su delicioso flujo. Después ambas se pusieron boca a bajo y querían probar cual aguantaba más profundo la pija en su orto, cosa que mi suegra aguantaba bastante y por lo cual empecé por ella y después salté encima de Inga, que tenía un culito apretadito pero que después dilató bastante bien y aguantó mis embates, aunque nunca se la pude meter del todo. Volví al culo de Erika y ahí sí que la metí toda y cuando ya estaba por acabar pasé a Inga y le dejé toda mi leche adentro.
Volvimos al comedor para un tentempié y después volvimos a la cama para echarnos uno más cada uno y dormir lo que quedaba de la noche.
Al otro día se repitió, pero empezamos mucho mas temprano, primero en el lago y después seguimos en el jardín. Para la noche, yo ya no daba más y mi suegra vino con un vaso de agua y una pastillita y me dijo "esto nos va a ayudar" y le dimos toda la noche, a tal punto que a "Anaconda" se le hinchó el prepucio y se puso toda colorada.
Al otro día paramos y aprovechamos para salir de paseo por las montañas de ese paraíso del edén. Los restantes cuatro días que pasé ahí me cuidé bastante porque ya me empezaban a temblar las piernas. El último día, como despedida, Inga me dijo que se la metiera toda en el culo para que ambos nos acordáramos uno el otro y estoy seguro que ella se acordó dolorosamente porque cuando terminé le sangraba bastante.
Me fueron a despedir ambas al aeropuerto y me hicieron prometer que volvería por más, cosa que me gustaba solamente de pensarlo.
De regreso a casa, después de los saludos y de comentarle lo bien que ya estaba su mamá y que una simpática vecina la cuidaba mucho, lo primero que me dijo mi mujer fue "¿qué anduviste haciendo que estás mucho mas flaco? a lo que repondí que caminé mucho por las montañas. Siiii, la montaña que vamos a hacer dentro de un rato, ¿no?.
Espero que les guste y nuevamente perdón por lo largo del escrito.
7 comentarios - Mi viaje a Austria a ver...ga a mi suegra