Continúo relatando lo que ocurrió durante nuestro primer trió con mi esposa y Nicolás, un hombre que conocimos por internet….
Después de la fenomenal acabada de Nicolás, nuestro amigo se fue al baño, y con Mariana nos abrazamos besándonos y mimándonos. Ambos nos preguntábamos mutuamente si estábamos bien, si nos había gustado, si queríamos seguir…
Los dos quisimos seguir con el juego, y cuando volvió Nicolás bebimos un poco de champagne y conversamos un rato hasta reponernos. Yo todavía no había acabado porque quería mantener mi excitación al máximo para animarme a seguir hasta el final.
De pronto Mariana tomó la iniciativa y empezó a acariciar suavemente la verga y los huevos de Nicolás, que se recostó en la cama boca arriba disfrutando de las caricias de mi esposa, hasta que su aparato empezó a reaccionar ante los mimos de mi mujer. Cuando la verga estuvo parada, ella comenzó una mamada suave, disfrutando cada centímetro de verga que se metía a la boca. La chupaba con devoción.
Después de un rato, Nicolás levantó la cabeza y me dijo, “bueno Darío, llegó la hora de que sientas la verga de un macho en tu culo ¿Te animás?”
“Sii” le dije yo, “lo estoy deseando”.
“Perfecto”, dijo el, “pero me lo vas a tener que pedir para convencerme”
“¡Quiero que me cojas!” le dije, venciendo la vergüenza que me provocaba decirlo delante de mi mujer……
“No suena del todo convincente”, dijo él con una mezcla de burla y descaro.
Tragándome nuevamente la vergüenza le dije, “quiero sentir tu verga en mi culo”
“todavía no me convence” dijo el muy descarado….
Entonces ya desechando el ultimo rastro de vergüenza que podía quedarme, lo mire a los ojo y le dije, “¿quiero que me rompas el culo como se lo rompiste a mi mujer?”
Ha ¡veo que realmente querés que te coja! me dijo riéndose, mientras le pedía a Mariana que me lubricara el culo y me empujaba suavemente mi cabeza para que ocupara el lugar de mi esposa chupándole su verga.
La sensación de sentir los dedos de mi esposa entrando en mi culo mientras yo saboreaba y tragaba la verga de nuestro macho me puso a mil, y cuando Nicolás lo creyó conveniente me dijo, “¡ahora sí vas a saber lo que es que te coja un macho!” Me indicó que me pusiera en cuatro, igual que lo había hecho con mi mujer, acomodó su verga en la puerta de mi culo, y empezó a empujar lentamente. Mariana ya me había penetrado varias veces con un vibrador de buen tamaño, por lo cual ya estaba preparado para el dolor del principio. Obviamente que hubo dolor, pero la sensación era mucho más placentera que con un vibrador. Sobre todo por la textura y el calor de una verga palpitante. Cuando sentí sus huevos chocando con mi culo, se detuvo un rato, lo cual interpreté que era una pausa para que me acostumbrara a su verga antes de seguir……
Pero no hizo más nada. Solo se quedo ahí, mientras yo veía por el espejo de la pared cómo se abrazaba con mi mujer, quien me miraba muy atenta a mis reacciones, mientras él acariciaba suavemente su concha….
Luego de unos minutos, y viendo que Nicolás no se movía, comencé a mover mi culo hacia adelante y atrás, ya que deseaba que comenzara a cogerme. Ahí nuevamente miró a mi mujer, a quien tenía abrazada a un lado y le dijo, “viste, te dije que se iba coger el solo. No hay dudas de que tu marido, además de cornudo, es un culo roto a que le encanta la verga”, y en ese instante comenzó a cogerme aumentando el ritmo llevándome a una calentura indescriptible.
Mi mujer, totalmente desbordada por la calentura que le provocaba la situación de ver a su marido enculado por otro hombre comenzó a decir, “¡Sii, rompele el culo al cornudo de mi marido cómo lo hiciste conmigo! ¿Te gusta mi amor? ¿Viste que bien coge Nicolás? ¡Nunca creí que te gustara tanto la verga! Mirá lo que vengo a descubrir de pronto, que tengo un marido cornudo y puto!!”
La verdad es que no parecía mi mujer diciendo todas esas guarradas, estaba cómo fuera de sí, pero lo cierto es que me gustaba lo que decía, me provocaba una gran calentura.
Nicolás nuevamente transgredía ese límite acordado previamente, pero controlaba tan bien la situación que lograba hacerlo de una manera que, lejos de molestarnos, nos encendía más.
Nicolás me tenía totalmente entregado, cogiéndome cómo un semental y yo gozaba lo inexplicable, no solo por la cogida que estaba recibiendo, sino también por todo el morbo de la situación.
Mariana se acercó hasta mi cara y comenzó a besarme muy tiernamente mientras yo recibía los vergazos de Nicolás, y al igual que yo lo había hecho cundo nuestro amigo la sodomizaba, se acomodó debajo de mí, y comenzó a hacerme una mamada exquisita mientras yo lamia extasiado su concha. Esto hizo que yo acabara en un orgasmo que me hizo temblar todo el cuerpo, llenando de leche la boquita de mi dulce esposa y quedando totalmente relajado a merced de un macho que me cogía como un toro en celo, reventando mi culo que ya no aguantaba tanta faena.
Por suerte, las contracciones de mi esfínter al acabar apuraron el orgasmo de Nicolás, quien nuevamente largó toda su leche en nuestras caras y bocas, terminando mi mujer y yo fundidos en un apasionado beso, saboreando la leche de nuestro macho.
Fin de la segunda parte.
Después de la fenomenal acabada de Nicolás, nuestro amigo se fue al baño, y con Mariana nos abrazamos besándonos y mimándonos. Ambos nos preguntábamos mutuamente si estábamos bien, si nos había gustado, si queríamos seguir…
Los dos quisimos seguir con el juego, y cuando volvió Nicolás bebimos un poco de champagne y conversamos un rato hasta reponernos. Yo todavía no había acabado porque quería mantener mi excitación al máximo para animarme a seguir hasta el final.
De pronto Mariana tomó la iniciativa y empezó a acariciar suavemente la verga y los huevos de Nicolás, que se recostó en la cama boca arriba disfrutando de las caricias de mi esposa, hasta que su aparato empezó a reaccionar ante los mimos de mi mujer. Cuando la verga estuvo parada, ella comenzó una mamada suave, disfrutando cada centímetro de verga que se metía a la boca. La chupaba con devoción.
Después de un rato, Nicolás levantó la cabeza y me dijo, “bueno Darío, llegó la hora de que sientas la verga de un macho en tu culo ¿Te animás?”
“Sii” le dije yo, “lo estoy deseando”.
“Perfecto”, dijo el, “pero me lo vas a tener que pedir para convencerme”
“¡Quiero que me cojas!” le dije, venciendo la vergüenza que me provocaba decirlo delante de mi mujer……
“No suena del todo convincente”, dijo él con una mezcla de burla y descaro.
Tragándome nuevamente la vergüenza le dije, “quiero sentir tu verga en mi culo”
“todavía no me convence” dijo el muy descarado….
Entonces ya desechando el ultimo rastro de vergüenza que podía quedarme, lo mire a los ojo y le dije, “¿quiero que me rompas el culo como se lo rompiste a mi mujer?”
Ha ¡veo que realmente querés que te coja! me dijo riéndose, mientras le pedía a Mariana que me lubricara el culo y me empujaba suavemente mi cabeza para que ocupara el lugar de mi esposa chupándole su verga.
La sensación de sentir los dedos de mi esposa entrando en mi culo mientras yo saboreaba y tragaba la verga de nuestro macho me puso a mil, y cuando Nicolás lo creyó conveniente me dijo, “¡ahora sí vas a saber lo que es que te coja un macho!” Me indicó que me pusiera en cuatro, igual que lo había hecho con mi mujer, acomodó su verga en la puerta de mi culo, y empezó a empujar lentamente. Mariana ya me había penetrado varias veces con un vibrador de buen tamaño, por lo cual ya estaba preparado para el dolor del principio. Obviamente que hubo dolor, pero la sensación era mucho más placentera que con un vibrador. Sobre todo por la textura y el calor de una verga palpitante. Cuando sentí sus huevos chocando con mi culo, se detuvo un rato, lo cual interpreté que era una pausa para que me acostumbrara a su verga antes de seguir……
Pero no hizo más nada. Solo se quedo ahí, mientras yo veía por el espejo de la pared cómo se abrazaba con mi mujer, quien me miraba muy atenta a mis reacciones, mientras él acariciaba suavemente su concha….
Luego de unos minutos, y viendo que Nicolás no se movía, comencé a mover mi culo hacia adelante y atrás, ya que deseaba que comenzara a cogerme. Ahí nuevamente miró a mi mujer, a quien tenía abrazada a un lado y le dijo, “viste, te dije que se iba coger el solo. No hay dudas de que tu marido, además de cornudo, es un culo roto a que le encanta la verga”, y en ese instante comenzó a cogerme aumentando el ritmo llevándome a una calentura indescriptible.
Mi mujer, totalmente desbordada por la calentura que le provocaba la situación de ver a su marido enculado por otro hombre comenzó a decir, “¡Sii, rompele el culo al cornudo de mi marido cómo lo hiciste conmigo! ¿Te gusta mi amor? ¿Viste que bien coge Nicolás? ¡Nunca creí que te gustara tanto la verga! Mirá lo que vengo a descubrir de pronto, que tengo un marido cornudo y puto!!”
La verdad es que no parecía mi mujer diciendo todas esas guarradas, estaba cómo fuera de sí, pero lo cierto es que me gustaba lo que decía, me provocaba una gran calentura.
Nicolás nuevamente transgredía ese límite acordado previamente, pero controlaba tan bien la situación que lograba hacerlo de una manera que, lejos de molestarnos, nos encendía más.
Nicolás me tenía totalmente entregado, cogiéndome cómo un semental y yo gozaba lo inexplicable, no solo por la cogida que estaba recibiendo, sino también por todo el morbo de la situación.
Mariana se acercó hasta mi cara y comenzó a besarme muy tiernamente mientras yo recibía los vergazos de Nicolás, y al igual que yo lo había hecho cundo nuestro amigo la sodomizaba, se acomodó debajo de mí, y comenzó a hacerme una mamada exquisita mientras yo lamia extasiado su concha. Esto hizo que yo acabara en un orgasmo que me hizo temblar todo el cuerpo, llenando de leche la boquita de mi dulce esposa y quedando totalmente relajado a merced de un macho que me cogía como un toro en celo, reventando mi culo que ya no aguantaba tanta faena.
Por suerte, las contracciones de mi esfínter al acabar apuraron el orgasmo de Nicolás, quien nuevamente largó toda su leche en nuestras caras y bocas, terminando mi mujer y yo fundidos en un apasionado beso, saboreando la leche de nuestro macho.
Fin de la segunda parte.
9 comentarios - Asumiendo mi papel de cornudo II
Cuando quieras me la mamas y me prestas a tu mujer, que te la dejo bien contenta.
Unos duros tú y tu mujer de realizar sus deseos! Qué fuerte que se hayan entregado juntos al mismo macho, y hasta las colas!! De quitarse el sombrero, muy valientes.