Descubriendome - Soy tu creación (Episodio 2.5)
Al día siguiente en la oficina tuve que dedicarme exclusivamente a los nuevos clientes. La empresa Endevour nos había solicitado un tratamiento especial y yo era la persona encargada de los nuevos clientes. Quienes además eran los más importantes del estudio.
Eran casi las cuatro de otra tarde de sol cuando recibí una llamada de Endevour en mi celular.
-Buenas tardes. ¿Hablo con la Dra. Hernández?
-Sí, soy yo.
-Mi nombre es María. La estoy llamando de Endevour Internacional. La Dra. Ambrossi desea comunicarse con Usted. ¿Puedo comunicarla con ella?
-¡Por supuesto! -luego de aguardar unos instantes escuché su voz del otro lado de la línea.
-¡Buenas Tardes!
-¡Buenas tardes Dra. Hernández!
-Por favor, puede tutearme si lo desea.
-Doctora. Necesito reunirme con Usted. ¿Podría venir el lunes a mi oficina alrededor de las diez?
No me tuteó. El mensaje era más que claro.
-Por supuesto Dra. Ambrossi. Allí estaré.
Luego simplemente agradeció y finalizó la llamada.
Volvió a sonar el celular, pero esta vez no era por trabajo. Era Tony. Dudé por unos segundos. Fueron varios segundos los que dudé porque el teléfono dejó de sonar cuando al fin me decidí a levantarlo del escritorio y atenderlo. A los pocos segundos volvió a sonar el tono de llamado. Nuevamente él. Sin perder un segundo atendí.
-Sé que debés estar enojado conmigo, pero tenía la cabeza en cualquier lado. Yo no quería interrumpir lo que estábamos haciendo. O sí, sí quería detenerlo, pero no pensé que... No lo sé. Simplemente sé que estás enojado conmigo.
-Primero: ¡Buen día! Segundo: No estoy enojado. Tercero: Te aferraste a la regla y eso es totalmente válido. No puedo enojarme. No puedo culparte. No puedo juzgarte en lo absoluto.
Sus palabras me habían tranquilizado. Este hombre lograba hacerme sentir tan bien, tan a gusto. Deseaba largar todo lo que estaba haciendo en este mismo instante y encontrarme con él. Entregarme a sus brazos y dejarme llevar a donde sea que quiera llevarme.
-¡Quiero verte de nuevo! Prometo que no va a volver a suceder lo que pasó la última vez.
-Yo también quiero verte. Pero temo que vamos a tener que postergarlo por unas semanas. Viajo mañana y estoy con muy poco tiempo.
-¿Te vas mucho tiempo?
-Al menos un par de semanas, quizás algo más.
-Te voy a extrañar. -le dije sin pensar.
Cuando mis palabras atravesaron el umbral de mis labios me di cuenta de lo que había hecho y de lo que había dicho. ¿Cómo podía expresar mis sentimientos así ante una persona que apenas conocía? Tenía en claro que habíamos llegado a intimar de una manera única y rara. Esto implicaba que ese marco de conocimiento que decía no tener de él no tenía sustento alguno, pues de él conocía poco de algunas cosas y mucho de otras. Casualmente de las cosas que más sabía de él (y él de mí) eran de las que muchas otras personas en el mundo tardan más en confiarle a los demás y que se confían sólo a la persona con la que se comprometió de por vida según los estándares sociales vigentes. Pero nosotros no estábamos casados ni comprometidos. De hecho yo sí, pero con Juan y él... creía que no lo estaba, pero a decir verdad no lo sabía.
-Es bueno que lo hagas. Así nuestro encuentro se vuelve muy, muy intenso.
No se dejaba ver. No podía descifrar qué sentía, qué lo motivaba o qué pretendía con esta forma de relacionarse conmigo. Eso me hacía dudar, pero me provocaba más curiosidad que dudas. Si debía esperar lo iba a hacer, aunque era consciente que me costaría mucho y que mis deseos se intensificarían proporcionalmente por el tiempo que transcurra hasta la próxima vez. Charlamos unos minutos y me prometió que me traería algo de Europa. Yo le dije que no hacía falta, que mi único interés era él y los momentos compartidos. Me dijo que era recíproco y que, de todos modos, algún regalo me traería para compensar el tiempo y la ausencia. A mi se me ocurrieron mil formas de compensación y ninguna era material.
El fin de semana sería largo. Con Juan no teníamos planes armados y ni siquiera podía pasar el tiempo pensando en Tony y en un próximo encuentro. No sabía cuando sería el próximo encuentro y eso me mortificaba aún más.
Descubriendome - Soy tu creación (Episodio 2.7) 1ra Parte
Al día siguiente en la oficina tuve que dedicarme exclusivamente a los nuevos clientes. La empresa Endevour nos había solicitado un tratamiento especial y yo era la persona encargada de los nuevos clientes. Quienes además eran los más importantes del estudio.
Eran casi las cuatro de otra tarde de sol cuando recibí una llamada de Endevour en mi celular.
-Buenas tardes. ¿Hablo con la Dra. Hernández?
-Sí, soy yo.
-Mi nombre es María. La estoy llamando de Endevour Internacional. La Dra. Ambrossi desea comunicarse con Usted. ¿Puedo comunicarla con ella?
-¡Por supuesto! -luego de aguardar unos instantes escuché su voz del otro lado de la línea.
-¡Buenas Tardes!
-¡Buenas tardes Dra. Hernández!
-Por favor, puede tutearme si lo desea.
-Doctora. Necesito reunirme con Usted. ¿Podría venir el lunes a mi oficina alrededor de las diez?
No me tuteó. El mensaje era más que claro.
-Por supuesto Dra. Ambrossi. Allí estaré.
Luego simplemente agradeció y finalizó la llamada.
Volvió a sonar el celular, pero esta vez no era por trabajo. Era Tony. Dudé por unos segundos. Fueron varios segundos los que dudé porque el teléfono dejó de sonar cuando al fin me decidí a levantarlo del escritorio y atenderlo. A los pocos segundos volvió a sonar el tono de llamado. Nuevamente él. Sin perder un segundo atendí.
-Sé que debés estar enojado conmigo, pero tenía la cabeza en cualquier lado. Yo no quería interrumpir lo que estábamos haciendo. O sí, sí quería detenerlo, pero no pensé que... No lo sé. Simplemente sé que estás enojado conmigo.
-Primero: ¡Buen día! Segundo: No estoy enojado. Tercero: Te aferraste a la regla y eso es totalmente válido. No puedo enojarme. No puedo culparte. No puedo juzgarte en lo absoluto.
Sus palabras me habían tranquilizado. Este hombre lograba hacerme sentir tan bien, tan a gusto. Deseaba largar todo lo que estaba haciendo en este mismo instante y encontrarme con él. Entregarme a sus brazos y dejarme llevar a donde sea que quiera llevarme.
-¡Quiero verte de nuevo! Prometo que no va a volver a suceder lo que pasó la última vez.
-Yo también quiero verte. Pero temo que vamos a tener que postergarlo por unas semanas. Viajo mañana y estoy con muy poco tiempo.
-¿Te vas mucho tiempo?
-Al menos un par de semanas, quizás algo más.
-Te voy a extrañar. -le dije sin pensar.
Cuando mis palabras atravesaron el umbral de mis labios me di cuenta de lo que había hecho y de lo que había dicho. ¿Cómo podía expresar mis sentimientos así ante una persona que apenas conocía? Tenía en claro que habíamos llegado a intimar de una manera única y rara. Esto implicaba que ese marco de conocimiento que decía no tener de él no tenía sustento alguno, pues de él conocía poco de algunas cosas y mucho de otras. Casualmente de las cosas que más sabía de él (y él de mí) eran de las que muchas otras personas en el mundo tardan más en confiarle a los demás y que se confían sólo a la persona con la que se comprometió de por vida según los estándares sociales vigentes. Pero nosotros no estábamos casados ni comprometidos. De hecho yo sí, pero con Juan y él... creía que no lo estaba, pero a decir verdad no lo sabía.
-Es bueno que lo hagas. Así nuestro encuentro se vuelve muy, muy intenso.
No se dejaba ver. No podía descifrar qué sentía, qué lo motivaba o qué pretendía con esta forma de relacionarse conmigo. Eso me hacía dudar, pero me provocaba más curiosidad que dudas. Si debía esperar lo iba a hacer, aunque era consciente que me costaría mucho y que mis deseos se intensificarían proporcionalmente por el tiempo que transcurra hasta la próxima vez. Charlamos unos minutos y me prometió que me traería algo de Europa. Yo le dije que no hacía falta, que mi único interés era él y los momentos compartidos. Me dijo que era recíproco y que, de todos modos, algún regalo me traería para compensar el tiempo y la ausencia. A mi se me ocurrieron mil formas de compensación y ninguna era material.
El fin de semana sería largo. Con Juan no teníamos planes armados y ni siquiera podía pasar el tiempo pensando en Tony y en un próximo encuentro. No sabía cuando sería el próximo encuentro y eso me mortificaba aún más.
Descubriendome - Soy tu creación (Episodio 2.7) 1ra Parte
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