Kary era normal, sus gustos eran inocentes e infantiles, su madre era sobre protectora, sin importar que ella ya era mayor de edad. Sus anhelos era simples, ser una gran modelo y viajar por el mundo entero. Su cuerpo estilizado y perfectamente delineado, sus pechos medios y firmes, su pelo sedoso y negro, sus manos pequeñas, sus muslos gruesos, su estatura no superaba el metro cincuenta y, en general lo que se llamaría un sexo perfecto.
Su vagina era una flor virginal, dos perfectos labios cubrían entre si a su firme clítoris y su aun virginal vulva creando un perfecto botoncillo de rosa jamas tocado por mano que no sea la suya en largas noches de frío y deseo. mas por debajo su ano apretado y deseoso de ser descubierto es rodeado por dos firmes y carnosos glúteos, cabe destacar que su dedo a sido el único que lo ah penetrado, su dedo como su mano pequeño.
Sus pezones eran dos finos bombones rosas sobre dos perfectos pechos de tamaño medio, firmes, le encantaba saborear el sabor de sus pezones, jugueteaba con su lengua y con sus labios daba pequeñas succiones sin llegar a lastimarse. Le encantaba acariciar su vagina suavemente apartando ligeramente sus labios y explorar con sus dedos cada rincón, seguido lamia su mano, su sabor la fascinaba y excitaba al punto de llegar a los orgasmos solamente al sentir su aroma o al acariciar suavemente. Amaba su cuerpo.
Su madre sabia que Kary era adicta a su cuerpo, en varias ocasiones la encontró dándose placer a si misma y en lugar de molestarse le pedía que lo hiciera mientras ella miraba, a decir verdad se sentía atraída por esa acción y por el cuerpo desnudo de su hija, amaba olfatear la ropa interior de su hija y lamerla sutilmente.
Un día cerca de las seis de la mañana su madre no lo soporto y entro a su habitación, vivían solas y la falta de sexo o el hecho de ver a su hija esa mañana solo con el brasier acostada boca abajo la incitó a darle lo buenos días que tanto anhelaba. Se acerco a su hija lentamente quitándose la blusa, al llegar a la cama comenzó a acariciar los muslos de Kary subiendo ligeramente hasta su trasero, se inclinó levemente y con sus manos aparto cada uno de los glúteos suaves de su hija dejando al descubierto el ano y gran parte de aquella hermosa vagina.
Sin pensarlo comenzó a lamer su ano lamiendo de arriba hacia abajo y en círculos comenzando a lubricar y a humedecer. Kary despertó al sentir la humedad y la lengua juguetear con su ano, miro rápidamente y miro detrás de ella a su madre degustando su apretado orificio.
-¿Madre? dijo asustada.
-Mmm hija. Tienes un sabor fenomenal. Respondió su madre. No me mires así, somos adultas y se lo mucho que te gusta el placer, anda déjame darte ese placer que deseas y te juro que no te arrepentirás. Kary la miro en silencio y levanto la colita levemente, su madre reconoció ese gesto como un si.
Los gemidos de Kary eran de placer, aquel sabroso gusto que sentía era único, su madre lamia su ano y deslizando su lengua alcanzaba la vagina saboreandola humedeciéndola. Kary gemía mas y mas sabrosamente hasta que inevitablemente se corrió en la boca de su madre, ella miraba como su ano y su vagina se contraían sabrosamente, sabia que su hija lo disfrutaba y ella tenia ese sabor que tanto deseo.
Desde entonces cada noche y cada mañana ella despierta a su hija de una manera única y especial, su desayuno, lamer el desnudo cuerpo de su hija hasta llevarla al orgasmo y así de sus jugos hacer un festín de placer y deseo.
Su vagina era una flor virginal, dos perfectos labios cubrían entre si a su firme clítoris y su aun virginal vulva creando un perfecto botoncillo de rosa jamas tocado por mano que no sea la suya en largas noches de frío y deseo. mas por debajo su ano apretado y deseoso de ser descubierto es rodeado por dos firmes y carnosos glúteos, cabe destacar que su dedo a sido el único que lo ah penetrado, su dedo como su mano pequeño.
Sus pezones eran dos finos bombones rosas sobre dos perfectos pechos de tamaño medio, firmes, le encantaba saborear el sabor de sus pezones, jugueteaba con su lengua y con sus labios daba pequeñas succiones sin llegar a lastimarse. Le encantaba acariciar su vagina suavemente apartando ligeramente sus labios y explorar con sus dedos cada rincón, seguido lamia su mano, su sabor la fascinaba y excitaba al punto de llegar a los orgasmos solamente al sentir su aroma o al acariciar suavemente. Amaba su cuerpo.
Su madre sabia que Kary era adicta a su cuerpo, en varias ocasiones la encontró dándose placer a si misma y en lugar de molestarse le pedía que lo hiciera mientras ella miraba, a decir verdad se sentía atraída por esa acción y por el cuerpo desnudo de su hija, amaba olfatear la ropa interior de su hija y lamerla sutilmente.
Un día cerca de las seis de la mañana su madre no lo soporto y entro a su habitación, vivían solas y la falta de sexo o el hecho de ver a su hija esa mañana solo con el brasier acostada boca abajo la incitó a darle lo buenos días que tanto anhelaba. Se acerco a su hija lentamente quitándose la blusa, al llegar a la cama comenzó a acariciar los muslos de Kary subiendo ligeramente hasta su trasero, se inclinó levemente y con sus manos aparto cada uno de los glúteos suaves de su hija dejando al descubierto el ano y gran parte de aquella hermosa vagina.
Sin pensarlo comenzó a lamer su ano lamiendo de arriba hacia abajo y en círculos comenzando a lubricar y a humedecer. Kary despertó al sentir la humedad y la lengua juguetear con su ano, miro rápidamente y miro detrás de ella a su madre degustando su apretado orificio.
-¿Madre? dijo asustada.
-Mmm hija. Tienes un sabor fenomenal. Respondió su madre. No me mires así, somos adultas y se lo mucho que te gusta el placer, anda déjame darte ese placer que deseas y te juro que no te arrepentirás. Kary la miro en silencio y levanto la colita levemente, su madre reconoció ese gesto como un si.
Los gemidos de Kary eran de placer, aquel sabroso gusto que sentía era único, su madre lamia su ano y deslizando su lengua alcanzaba la vagina saboreandola humedeciéndola. Kary gemía mas y mas sabrosamente hasta que inevitablemente se corrió en la boca de su madre, ella miraba como su ano y su vagina se contraían sabrosamente, sabia que su hija lo disfrutaba y ella tenia ese sabor que tanto deseo.
Desde entonces cada noche y cada mañana ella despierta a su hija de una manera única y especial, su desayuno, lamer el desnudo cuerpo de su hija hasta llevarla al orgasmo y así de sus jugos hacer un festín de placer y deseo.
1 comentarios - Kary - Buenos Días Placenteros