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Compendio II
😔
No pasa un día y ya le extraño.
☺️
¡Pero los emoticones volvieron y están buenos!
Es que las vacaciones sin él se me hacen recontra largas y todavía tengo esa penita de que se me va por tanto tiempo.
Ayer estuvo de cumpleaños y me doy cuenta que me casé con un hombre muy sencillo.
Yo quería celebrarle un cumpleaños en grande e invitar a muchas personas, pero no quiso. Solamente comimos algunas pizzas, torta y refrescos.
Incluso, teníamos deseos (Liz y yo) de jugar juntas con él la noche del sábado, para celebrarle y no sé si será porque él es muy astuto o qué, pero prefirió jugar con nosotras por separado.
😍 😍 😍
¡Las 2 creemos que esa idea fue maravillosa!
Es que a las 2 nos gusta.
Como les he dicho, él no es de esos chicos que uno ve y se enamora a primera vista. Es algo que empieza a pasar de a poquito.
Él es humilde, gentil, cariñoso y muy preocupado. Y nosotras lo vemos cuidando a las chiquititas, dándoles de comer y corriendo para mudarlas y lógico que nos hace sentir algo en el vientre, porque es muy buen papá y lo queremos en nuestras vidas.
Yo sé que tuve suerte y me casé “con uno de los buenos”, porque no tengo nada que quejarme. Es leal, no tiene vicios malos y siempre me ha tratado como una princesa y es eso lo que quiero contar esta noche.
☺️ ☺️ ☺️
Ya teníamos su buen tiempo pololeando. Él recién había cumplido sus 30 (fue en octubre de ese tierno 2012) y yo con mis 17, tirando para los 18 y a punto de salir del colegio.
😊 😊 😊
Y bueno… ninguno de los 2 seguía siendo virgen.
Y estaban organizando el baile de graduación de nuestra promoción. La verdad que yo no estaba tan interesada en ir.
1)Porque el vestido salía muy caro y
2)Porque siempre fui la “chica pajara” de mi curso.
Las amigas de verdad las conocí en la universidad y además, él ya era mi pololo. No creía necesitar más.
“¡Me habría encantado ir contigo!” nos dijo una noche, mientras tomábamos once en mi casa.
“¿Estás loco? ¿Sabes cuánto cuesta un vestido para baile de graduación?” le preguntó mi papá, siempre preocupado de la felicidad de sus hijas.
😠 😠 😠
“¡Pero es una noche especial! ¡Es el fin de una etapa y ella pasa a ser adulta!” le respondió mi pololo.
“¿Y qué tal fue la tuya?” preguntó mi mamá, muy interesada.
“¡No fue muy agradable! ¡Tuve que ir con Margarita y no la pasé tan bien!”
😳 😳 😳
En esos momentos, les prometo que me vino una plancha, porque la tal Margarita es bien linda. Pechugona, bonita de cara y para colmo, amiga de la infancia de mi marido y sabía re bien que le tenía ganas, pero afortunadamente esperaba que mi marido diera el primer paso, pero él es demasiado respetuoso para hacerlo.
Y lo miré a sus ojitos y me sonrió y me hizo una pregunta tan, tan linda, que todavía me hace sonreír.
😍 😍 😍
“Si yo te comprara el vestido, ¿Aceptarías ir conmigo?”
💓 💓 💗 💘
¡No recuerdo como respondí, pero tanto mi pololo como mi mamá estaban contentos!
¡Yo me sentía como Cenicienta, yendo al baile con el príncipe!
Pero no quería que saliera muy caro e invité a mi prima, para que me ayudara a escoger uno.
“¡No creáis que le puedes hacer guarrerías a mi prima, porque le compras el vestido, tío!” fue lo primero que le dijo esa tarde.
😊 😊 😊
Pero en realidad, ya estaba muy impresionada con él. Porque él estaba con nosotras viendo las revistas, siendo un chico y aun así, muy interesado en cómo me vería yo esa noche.
Incluso, fue él quien sugirió mi vestido.
“Pienso que te quedaría bonito. No es muy revelador y te haría ver como princesa.” Nos dio su opinión.
😮 😮 😮
Sentía el corazón en la garganta cuando lo vi: La falda de poliéster llegaba hasta debajo de las rodillas, encaje desde el pecho a la cintura y una cintita en la cintura, todo en un tono escarlata, parecido al vino, como las que usan las princesas en esas pelis.
“¡Cielos, Mari! Si mi vieja no fuera una joda, le pedía un vestido a ella.” Se lamentó Romi.
“Pero le faltan zapatos.” Observó mi marido.
“¡No hay drama, tío! ¡Le presto un par!”
“¡No, no creo que sirvan los tuyos!”
“¿Por qué no? ¿Piensas que le puedo pegar mis bichos?” preguntó mi prima, hecha una furia
“¡No, no es eso! Es que tú siempre usas zapatos de tacón y a ella nunca la he visto caminando con ellos.” Respondió, con esa mentalidad analítica que nos deja sin palabras.
😳 😳 😳
Y claro, tenía razón él, porque aparte de no poder caminar bien, me dolían los tobillos y me caía de bruces a cada rato.
😆 😆 😆
Afortunadamente, él estaba ahí para atajarme. De lo contrario, habría quedado con una nariz chata.
“Marisol, ¿Vas a querer un peinado nuevo?”
“¡Cielos, tío! ¿Le vas a poner tetas también?” protestó mi prima.
“Le pregunto, porque esta es su primera gran noche.” Respondió mi marido.
Romi y yo nos miramos. Yo ya estaba contenta con mi vestido nuevo y mis zapatitos rojos y brillantes.
Él nos dijo que esa era la última noche que me verían como su compañera y que era un buen momento para impresionarlos.
Por supuesto, fuimos solamente mi prima y yo a la peluquería.
“¡Ese tío no me da confianza, Mari! ¿Qué querrá con tanto regalo?” me preguntaba, mientras terminaban de arreglarme, disimulando a media su envidia.
Finalmente, cuando quedaban 3 horas para la fiesta, mamá, mis hermanas y mi prima estaban impresionadas con cómo me veía.
😱 😱 😱
¡Yo misma me miraba al espejo y no lo podía creer!
Por primera vez en mi vida, tenía rizos en mis hombros y mi cabello estaba trenzado en la espalda, con una cinta rosada en la base.
Mi prima se encargó de maquillarme, con lápiz labial, cremas, rubor y hasta yo pensaba que mis labios eran apetitosamente besables en esos momentos
Pero cuando llegó él, quedamos con la boca abierta.
😗 😗 😗
¡Parecía James Bond, con camisa, corbata, pantalón y chaqueta negra, con unos zapatos negros muy brillantes!
Más encima, le había pedido el auto a su papá y siempre tan elegante, me abrió la puerta para que entrara.
☺️ ☺️ ☺️
Esa noche fue maravillosa, porque ahí me di cuenta que encajaba más con alguien como mi marido, que con los chicos de mi edad.
Fue en mi misma escuela, en el gimnasio donde se hacen los eventos, pero con mayor decoración.
A todos les llamó la atención que me viera tan hermosa. Pero a mis compañeras, no les paraba de impresionar que yo tuviera un pololo y que no solo estuviera en la universidad, sino que ya trabajaba también.
😅
Por supuesto que a él no le hacía sentir orgulloso, porque nos llevamos 12 años, aunque a mí nunca me ha importado.
Siempre ha sido mi mejor amigo y me conoce bastante bien.
Y la conversación de mis compañeros ni siquiera era tan interesante: hablaban de fiestas del fin de semana anterior, de cómo se veía tal y cual chica, que tal amigo conversó con no sé qué chica y le rechazó y cosas así.
A ninguno le preocupaba la prueba de ingreso a la universidad o qué tenían planeado hacer al salir de la escuela, algo que nosotros conversábamos constantemente.
Esa noche, me di cuenta que para esas cosas, yo era más madura. Pololear con él me había hecho pensar en otras cosas más profundas y ya no estaba interesada en salir a fiestas o conocer chicos.
XD
¡Yo ya tenía ganas de casarme y tener familia! ¡Y ojala, con él!
Lo único que valió la pena mencionar de esa noche fue que la carne con papas duquesas estaba rica.
Pero esa noche la sigo recordando por otra cosita que pasó cuando empezaron a bailar.
Era reggeton y temas tropicales. Nosotros
1)No sabemos bailar bien.
2)Nos gustan los lentos y
3)Cuando bailamos, nos mostramos que nos queremos. No tenemos intención de mostrar los deseos que tenemos el uno por el otro en esos momentos.
Aprendí a cortar por lo fácil y si me pongo caliente, se lo digo, buscamos algún lugar medianamente solitario y nos desfogamos.
😤 😤 😤
Nos escabullimos entre el pasillo, subimos las escaleras a oscuras y él, solamente confiando en mi visión de gata y mi memoria, me acompaño hasta la sala donde hacía clases.
😊 😊 😊
Se veía un poco de luz desde afuera y podían distinguirse las formas, pero pude mostrarle donde me sentaba.
Me dio un poquito de vergüenza, porque me sentía como si se lo mostrara a mi mamá.
Pero él, en cambio, me entendía recontra bien.
“¡Así que aquí te sientas! ¿Te imaginas? Si yo me sentara acá, seriamos compañeros de clases y pololos.” Me preguntó, sentándose a mi lado.
😍 😍 😍
¡Por eso quería mostrárselo, porque sabía que me entendería!
Y obvio, que estábamos a oscuritas, solitos en la sala, un hombre y una mujer…
😍 😍 😍
Me tire encima suyo (lógico, porque él es un caballero y aunque lo pongamos muy, pero muy, pero muuuy caliente, se contiene como un monje y por eso a Liz y a mí nos entretiene molestarlo de esa manera XD) y me lo comí a besos.
Yo ya quería que me encajara, porque él me complementa siempre en todo y la verdad que fui tan impaciente, que casi lo boté de espalda.
XD
Pero él se contuvo y estaba con su cosita ya bullente. Me llevó al escritorio de la profe y me sentó en el borde.
😍 😍 😍
Estaba completamente regalada, con mis piernas bien abiertas y mi calzoncito en las rodillas.
😡 😡 😡
¡Pero no! ¡Él, sacando de uno de sus bolsillos de su chaqueta un sobrecito brillante que conocía bastante bien!
Lo abrió, se lo calzó en su enorme y ardiente cosa y empezó a jugar a la “gallinita ciega” con su pene y conmigo.
😆 😆 😆
Y es que ahora, como está más acostumbrado a hacerlo sin esa horrorosa cosa que me apartaba de sus juguitos, la mete fácilmente.
Pero en esos tiempos, como todavía seguíamos aprendiendo a hacer el amor, no estaba consciente de su tamaño, yo estaba más estrecha y aunque a veces ensartaba la puntita en mis labios, se movía y volvía a buscarme otra vez.
Me acuerdo que a él le gustaba que se la tocara. Se la sigo tocando, se la chupo y dejo que me la meta por dónde y cómo él quiera.
Pero como a mí me gustaba hacer el amor con él y realmente, era entre desesperante y gracioso que él no encontrara mi agujero, yo la tomaba con firmeza y la encajaba en mi rajita, un poquito impaciente.
😔 😔 😔
Y ahí, me empezaba a ensanchar.
😩 😩 😩
Si lo comparo con ahora, en esa época él era un poquito más rudo. El condón no le permitía ser tan sensible como ahora, aparte que él sabe bien cómo me gusta que me lo meta.
Pero en ese tiempo, él la metía y como que me iba rajando.
¡De verdad, no me estoy quejando! Pero quiero dejar en claro que ahora, es muchísimo mejor.
Se siente enorme. Algo rico, que te encaja y que avanza en ti, ensanchándote por donde una hace pipí.
Pero lo más rico eran sus besitos.
<3<3<3<3<3<3<3
Su lengüita buscaba la mía y podía sentir el calor de su garganta, chocando en mi boca y su saliva se sentía tan espesa, como cuando una dice que “se te hace agua la boca”.
Sus manos me tenían bien afirmada de la cintura y se deslizaban, bajando por las caderas, hacia mis pompas, pero no con la intención de agarrarlas, sino que para poder entrar más.
Me calentaba un poco más el ruido del escritorio de la profe.
😕 😕 😕
En realidad, siempre me he fijado del ruido que hacen las cosas cuando él me hace el amor.
Es que siempre he encontrado que lo hace con tanta fuerza.
La tiene tan gordita, que siento que encajamos, pero a la fuerza.
¡Y eso es magistral!
XD
Entonces, cada ruido que se escucha, yo lo interpreto que es porque él es muy fuerte y en esa noche, fue como un quejido seco y largo, de las patas de metal.
Como un “naaaac”.
😆 😆 😆
Recuerdo muy bien que esa noche, él estaba tan ansioso y que incluso, llegó a empujar el escritorio hasta la pared.
Íbamos de a poquito, pero a paso fuerte y seguro.
Naaac, naaac, naaaac…
¡Y lo más gracioso es que se llevó hasta la silla de la profe con el escritorio!
Y cuando llegó hasta la pared, se volvió impresionante.
😩 😖 😩 😖
¡Me daba como tambor! ¡Fuerte y retumbante!
Me abrazaba con fuerza e impaciencia, porque no me quería dejar ir.
“¡Ay, no!... ¡Tan rico!... ¡Ay! ¡Ay!” me quejaba, mordisqueando su hombro para no gritar fuerte.
Y el escritorio entero se zamarreaba. Incluso, llegaba a sentir que me levantaba de lo rico.
¡Me tenía que afirmar del borde, porque me iba a terminar botando!
😩 😖 😩 😖
Y hasta como que las patas del escritorio empezaron a hacer un discreto “tas… tas…” a medida que él me la metía y sacaba, porque hasta me levantaba con su fuerza.
Fueron poquitos minutos. Con suerte 10 o 12. Pero para nosotros, era todo un record.
Yo iba por mi 4ta corrida y él me seguía dando sin parar y yo apoyaba mi cara en su mejilla.
“¡Marisol… yo te amo!” me decía y yo lloraba, porque me sentía extremadamente feliz.
Y entonces él dio como un estirón intensísimo y sentí como si me metieran un golazo entre mis piernas.
😩 😩 😩
Como si su enorme y potentísimo cañón diera un tremendo balazo dentro de mí.
¡Y sentí como ese maldito condón se llenaba, con los jugos que me correspondían a mí!
😡 😡 😡
Estaba cansada y lela. Ni siquiera me acordaba de la fiesta de graduación, ni de mis compañeros.
Solamente suspiraba, sintiendo su mano tibia sobre mi espalda desnuda y esa sensación maravillosa entre las piernas.
😍 😍 😍
Mis ojitos de gata encontraron los suyos y busqué sus labios. Sabía que de todas mis compañeras que me consideraban “pajara”, era la única que tenía un pololo como él.
Y nos quedamos pegaditos y abrazados, esperando lo que siempre SE SUPONE QUE DEBE PASARNOS…
Pero pasó el rato, pasó el rato y NO PASÓ…
😓
“¡Marisol, lo siento! Pero te encuentro tan bonita y pienso que es tan excitante hacerlo en el escritorio de tu profe, en tu misma sala de clases, que no me baja.” Me dijo él, con ese tono avergonzado que conozco tan bien, en momentos que no debería darle vergüenza.
¡Fue la segunda cosa más bonita que una chica como yo podía escuchar!
Porque la primera fue…
“¿Te molestaría si lo hacemos otra vez?”
Y la segunda, fue mejor o igual que la primera. Yo pienso que mejor, porque mi cuerpo ya la tenía adentro y acostumbrada y una segunda vez significaba solamente una cosa: ¡Más adentro!
😲 😲 😲
Nos dieron otros 20 minutos más.
¡Me corrió mano por todo el cuerpo!: me agarró los pechos, me sobó la colita, acarició mi espalda...
Para el final, ya estaba súper colorada. Entremedio de mis piernas se sentía pegajoso, mojado y muuuy caluroso.
El escritorio de mi profe estaba un verdadero asco y por más que limpiábamos y limpiábamos con las toallas higiénicas que teníamos, no podíamos secarlo.
¡Y para colmo, el maldito condón parecía un globo de cumpleaños, relleno con las 2 corridas de mi marido!
👿 👿 👿
Definitivamente, eso le hizo quedarse con esa marca.
Pero yo no me daba por vencida. Esa noche, mi marido se había esforzado en que me viera bonita y me iba a quedar con sus jugos de una manera u otra.
Así que le obligué a sentarse en mi asiento y me puse de rodillas, a chupársela como yo lo sé hacer.
😤 😤 😤
Al principio, se quejaba, porque la había tenido dura por mucho rato. Pero cuando ya empecé a subir y bajar más rápido, lo empezó a disfrutar más.
“¡Oh, Marisol! ¡Qué bien lo haces!”
“¡Ah, Marisol! ¡Por favor no te detengas!” me decía, con sus ojitos medio achinados.
Y como yo también le conozco, ya sabía cuándo se iba a correr. Así que la metí hasta la punta de la garganta y empecé a estrujarle las bolitas, para que me lo diera todo.
😙 😖 😩 😋 😍
¡Me los tragué toditos y quedé súper contenta!
Él, con una cara como que le hubiese atropellado un tren… pero sonriente.
Ya eran como las 12 y se seguía escuchando la música.
Bajamos, por el mismo camino que habíamos subido y todavía estaban mis compañeros bailando.
Pensaron que me había ido y en realidad, eso quería hacer.
Y por primera vez, me fui despidiendo de beso en la mejilla de todos mis compañeros y compañeras. Me dijeron que me iban a echar de menos y cosas así, pero yo sabía bien que les importaba un maní.
Pero mientras le tomaba de la mano e iba toda cocoroca, marchando de vuelta al auto, no paraba de reírme al pensar que todos ellos quedaron con parte de los jugos que me dio mi marido.
XD
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2 comentarios - La noche de graduación.
Gracias por compartir!!