Yo se que mis lectores están acostumbrados a relatos mas directos. Pero creo que este se merece una introducción, y esta primera parte, no tendrá todo lo explícito que les gusta. Uds. juzgarán.
No estoy feliz por lo que hice.
Pero era una oportunidad que no podía ni quería desaprovechar.
Empecemos por el comienzo.
Trabajo en una empresa desde hace muchos años. Tengo un puesto gerencial que me resulta cómodo y lucrativo.
En la empresa trabajan unas 30 personas, entre hombres y mujeres. Las relaciones son cordiales y todos nos conocemos hace bastante tiempo. Alguna vez tuve un affaire con una de las compañeras de trabajo, pero fue cosa de un tiempo y quedamos amigos como siempre. De hecho, diría que mas amigos. Hoy ella tiene otra pareja y seguimos conversando como si nada hubiera ocurrido entre nosotros. Queda lugar hasta para recordar viejos tiempo en nuestras charlas, pero sin que jamás se nos hubiera ocurrido reincidir. Por ahí leí una frase muy sugestiva: “ Si el pasado te llama, no lo atiendas.... No tiene nada nuevo que decirte. “ Y es verdad. Si bien la habíamos pasado muy bien en esa etapa, ya era agua pasada y todos en paz.
Pero lo que me ocurrió fue curioso. En el archivo trabaja una morena muy bonita, menuda, pero muy sensual y atractiva, y que tiene diez años menos que mis 50. Yo le llevaba unos 15 cms. de altura. Siempre conversamos sin ninguna intención. Ella está casada y tiene dos hijos, y yo separado hace muchos años, no la veía como un prospecto interesante. La verdad que mi relación anterior me había cegado al resto de las empleadas, para evitar conflictos.
Pero un buen día, noté en ella una cierta deferencia para conmigo. Comenzamos a conversar mas asiduamente y nuestra amistad se hizo mas íntima.
Comentando con un colega de la empresa, surgió el tema de Lorena, que así se llama la archivista, y me dijo que la situación de esta mujer era un poco complicada. Su esposo tomaba mucho, hasta se drogaba algunas veces, y no le gustaba mucho trabajar, así que prácticamente ella sostenía el hogar.
Un día estábamos charlando con Lorena y se hizo un silencio espeso. Ella sentada en su escritorio, yo de pie al costado del mismo, nos miramos unos segundos, y algo pasó.
¿ Notaron ese momento en que el clima se pone denso, y un cierto magnetismo flota en el aire, acercando a dos personas, y donde parece inevitable que la situación termine en un beso ? Pues eso fue lo que noté. Sentí la excitación en el aire, pero justo cuando iba a acercarme a ella, otra compañera entró al archivo y quedamos allí estáticos, disimulando como si nada hubiera estado a punto de pasar.
Esa noche no dormí. Podría jurar que los dos sentimos lo mismo. Y al día siguiente cuando pude estar a solas con ella, le declaré que me gustaba mucho. Su gesto de sorpresa me paralizó.
- No, Diego, no puedes decirme esto.
- Pero es lo que siento Lorena, y no creo ser totalmente indiferente para ti.
- De ninguna manera. Estoy casada, tengo hijos. No puedo aceptar una declaración como esta.
- No te preocupes. Nunca mas mencionaré el tema, le dije dando media vuelta y marchándome de allí.
Quede totalmente alterado. No podía haberme equivocado tanto en lo que ella sentía, y entonces le hice una nota detallando lo que me pasaba, lo que podíamos disfrutar si ella se soltaba, y que nada de nuestras vidas cambiaría hacia los demás, pasara lo que pasare entre nosotros. No me contestó. Pero lentamente fue retomando el diálogo conmigo. Primero frente a otras personas y luego también cuando estábamos solos, aunque no se volvió a plantear este tema.
De mas está decir que me quedé excitado y enojado. Ninguna mujer me había tratado de esa manera, cuando era claro por sus acciones que yo le atraía. Pero decidí tomarlo con calma.
Ese verano, como si huyera, se fue con su familia de vacaciones a Brasil, con toda la intención de mostrar que su relación matrimonial estaba mejor que nunca y tratando seguramente de darle nuevos aires, para contrarrestar lo que estaba sintiendo en verdad.
Y de pronto, los hechos fueron modificando la situación.
El viaje, los gastos de sus hijos, el auto nuevo que adquirieron, y la falta de ingresos por parte de su marido, la fue complicando económicamente.
Cada día se veía mas nerviosa y preocupada. Sacó todos los créditos que consiguió, y luego obtuvo adelantos de sueldo en el trabajo. Yo seguía en detalle la situación, y me mantenía cerca para lo que estaba imaginando que pasaría. Y pasó.
Un buen día, entro al archivo y la veo muy nerviosa y preocupada.
- Hola Lorena, como estás?
-Bien Diego, contestó secamente.
- Pues no parece, vamos cuéntame que te preocupa.
Y entonces comenzó a relatarme su complicada situación financiera por los próximos dos meses, y la esperanza que pasada ese tiempo pudiera mejorar, pero no sabía como llegar a esa fecha.
- Y la verdad Diego que ya no sé a quien recurrir. Necesito 5000 pesos de inmediato, sino entro en mora con las cuotas del auto y los estudios de mi hijo, y luego me hará falta una cifra infinitamente mayor.
- Comprendo tu problema. La verdad que es una suma importante. Debe ser la mitad del sueldo que ganas aquí. Pero puedes pedir un adelanto, dije sabiendo de sobra que ya estaba sobregirada. Internamente me costaba simular mi inocencia.
Su rostro se ensombreció.
- Eso hice el mes pasado, y este mes me lo descuentan así que ya mi sueldo está comprometido.
- ¿ Y el trabajo de tu esposo?
- No me hables, que hace meses que no hace nada. Hay días que tengo ganas de echarlo de casa, dijo ofuscada.
- Es por eso que uno tiene siempre que tener una reserva para estos casos, dije, sin reflejar ningún sentimiento.
- ¿ Tu tienes ese dinero? Preguntó anhelante.
- Si, claro, dije calculador.
- Ay Diego, necesito que me ayudes.
Yo la miré y me quedé en silencio, sin reflejar nada en mi mirada.
- Si es verdad lo que me dijiste, entonces me ayudarás, dijo tratando de usar mis sentimientos para ablandarme.
- Supongamos que te facilito esa cifra. ¿ Qué gano yo? Dije con curiosidad.
Me miró sorprendida. Luego, de a poco, fue evaluando la situación y cayó en la comprensión de lo que yo quería decir. Su rostro se endureció.
- Me parece que no te entiendo. Creí que eramos amigos, dijo tanteando el terreno.
- Y lo somos Lorena. Y podríamos ser muchos mas si hubieras querido. Pero no quisiste. Así que dejemos los sentimientos. Estamos hablando de una cuestión comercial. Si invierto 5000 pesos, quiero saber que voy a ganar. Nada mas que eso y no te ofendas.
- Pues si me ofendes. No se que crees que soy, dijo poniéndose firme.
- Eres una hermosa mujer que tiene un problema, y tiene los medios para solucionarlo. Y si yo supiera que no sientes nada por mí, no estaría ahora haciéndote este planteo. ¿ Que voy a obtener si soy bueno y generoso y te facilito el dinero que necesitas?. Y no me vengas con que tendré tu eterno agradecimiento. Quiero algo mas tangible, que me demuestre que realmente valoras el esfuerzo que voy a hacer, dije sentándome sobre su escritorio sin dejar de mirarla.
- Me parece que fue una mala idea conversar contigo. Si me dejas voy a seguir trabajando.
- No hay problema, Lorena, yo también tengo trabajo que hacer. Y salí de allí tranquilo como si nada me importara. Por supuesto, me costó simular tanta tranquilidad, pero ahora la pelota estaba en su campo y ella tenía que decidir que iba a hacer.
Llegué a mi oficina y luego de un rato conseguí despegarme del tema y comenzar a ocuparme de mi trabajo.
Un par de horas después, unos golpes en la puerta de mi oficina me sacaron de mi tarea.
- Adelante, dije mientras continuaba tratando de armar un gráfico en la notebook.
La puerta se abrió y se cerró. Yo estaba de espaldas a la puerta así que no pude ver quien había entrado.
- Seré tuya una tarde, dijo una voz temblorosa que reconocería entre miles.
Me di vuelta lentamente y allí estaba Lorena, tan deseable como siempre, pero mas entregada que nunca.
- Repite eso, dije suavemente.
Se sonrojó y bajando la mirada repitió su frase.
- Mirame cuando hablas, dije exigente.
Me miró con algo de furia.
- Dije que seré tuya una tarde, si me ayudas.
- No se si vales tanto. Me parece que corresponden al menos 3 noches, dije aprovechando la situación. Pero aclárame ese seré tuya.
- Esto no es un remate. Piensa en lo que me estás pidiendo, y no te aproveches de mi necesidad, dijo sin levantar la voz, y suplicando con ese par de ojos verdes que le quitaban el sueño a mas de uno. Además de noche es totalmente imposible. Digo que haré todo lo que quieras, completó.
La miré de arriba a abajo.
- Esta bien. Una tarde y una noche, si es posible, de lo contrario dos tardes. Y harás todo lo que yo quiera.
Me miró con furia.
- Está bien, concedió.
- Y quiero un adelanto ahora, dije mientras me ponía de pie.
Lorena retrocedió hacia la puerta.
- ¿ Aquí? Ni se te ocurra
- No seas tan mal pensada. Solo quiero un beso. Y mañana a primera hora, tendrás el sobre con tu dinero en la mano, dije mientras me acercaba lentamente a ella. Lorena se quedó apoyada contra la puerta y me dejó hacer. Me acerqué, tome su rostro y mi boca se apoderó de la suya, luego mis brazos la rodearon y acercaron su cuerpo al mío, haciéndole sentir claramente mi verga enfurecida contra su vientre. Estuvimos así un par de minutos, y por fin la solté y me separé. Quedó allí con los ojos cerrados y sin reaccionar.
-Bueno, ahora vete que no queremos que sospechen. Mañana traigo el dinero y combinamos cuando me lo empiezas a devolver, dije, mientras me volvía a sentar en mi puesto de trabajo.
Lorena abrió la puerta y se fue.
Al día siguiente, apenas 10 minutos luego de la entrada, los golpes en mi puerta se repitieron.
- Pase
Lorena entró y se notaba tensa.
- Hola Lore, no te esperaba tan temprano.
- Tengo que salir un momento para cancelar mis obligaciones, dijo, mientras se sentaba frente a mi escritorio.
Abrí un cajón y saqué dos pagarés, cada uno por 2500 pesos, y se los acerqué, mientras sacaba del mismo cajón un sobre conteniendo el dinero prometido.
Miró los documentos.
- ¿ Qué es esto? , dijo sorprendida.
- Son dos documentos que vas a firmarme. Después de cada encuentro te devolveré uno y al final del trato tendrás los dos documentos y los 5000 pesos serán absolutamente tuyos y no me deberás nada.
Los revisó un momento, y tomando una lapicera de las mías lo firmó. En ese momento le acerqué el dinero. Tomó el sobre y se levantó.
- ¿ No vas a contarlo?
- No hace falta, me imagino, dijo seria.
-El sábado próximo, a las dos de la tarde en mi casa. Hasta las 20, serás mía, le dije con tranquilidad.
- De acuerdo, dijo acercándose a la puerta. Antes de abrirla se dio vuelta y se quedó apoyada en ella. Y me miró.
- Pensé que ibas a querer otro adelanto, dijo mirándome profundamente.
Me acerqué lentamente y acaricié su cuello con el reverso de mi mano. Jugué con sus cabellos ensortijados. Mi mano se apoderó de su cuello entonces, y lentamente mis labios presionaron los suyos. Cuando los entreabrió, mi lengua se ganó en su boca.
Luego de unos instantes, mi otra mano comenzó a acariciar sus tetas por encima de su ropa, suavemente, con deleite, sintiendo su cuerpo caliente.
Lorena se dejaba hacer, sin resistirse, pero tampoco colaborando abiertamente. Hasta que mi mano, entró por debajo de su blusa y se posicionó sobre su corpiño. Sus tetas pequeñas pero duras, vibraron al contacto tan cercano de mi mano, y su cuerpo se tensó.
Mi boca descendió por su cuello.
- Ya basta, dijo, pueden sorprendernos y no quiero que nadie piense lo que no es. Es solo un negocio, nada mas, dijo retirando mi mano de sus tetas, y liberándose, para luego abrir la puerta e irse rápidamente.
Continuará
No estoy feliz por lo que hice.
Pero era una oportunidad que no podía ni quería desaprovechar.
Empecemos por el comienzo.
Trabajo en una empresa desde hace muchos años. Tengo un puesto gerencial que me resulta cómodo y lucrativo.
En la empresa trabajan unas 30 personas, entre hombres y mujeres. Las relaciones son cordiales y todos nos conocemos hace bastante tiempo. Alguna vez tuve un affaire con una de las compañeras de trabajo, pero fue cosa de un tiempo y quedamos amigos como siempre. De hecho, diría que mas amigos. Hoy ella tiene otra pareja y seguimos conversando como si nada hubiera ocurrido entre nosotros. Queda lugar hasta para recordar viejos tiempo en nuestras charlas, pero sin que jamás se nos hubiera ocurrido reincidir. Por ahí leí una frase muy sugestiva: “ Si el pasado te llama, no lo atiendas.... No tiene nada nuevo que decirte. “ Y es verdad. Si bien la habíamos pasado muy bien en esa etapa, ya era agua pasada y todos en paz.
Pero lo que me ocurrió fue curioso. En el archivo trabaja una morena muy bonita, menuda, pero muy sensual y atractiva, y que tiene diez años menos que mis 50. Yo le llevaba unos 15 cms. de altura. Siempre conversamos sin ninguna intención. Ella está casada y tiene dos hijos, y yo separado hace muchos años, no la veía como un prospecto interesante. La verdad que mi relación anterior me había cegado al resto de las empleadas, para evitar conflictos.
Pero un buen día, noté en ella una cierta deferencia para conmigo. Comenzamos a conversar mas asiduamente y nuestra amistad se hizo mas íntima.
Comentando con un colega de la empresa, surgió el tema de Lorena, que así se llama la archivista, y me dijo que la situación de esta mujer era un poco complicada. Su esposo tomaba mucho, hasta se drogaba algunas veces, y no le gustaba mucho trabajar, así que prácticamente ella sostenía el hogar.
Un día estábamos charlando con Lorena y se hizo un silencio espeso. Ella sentada en su escritorio, yo de pie al costado del mismo, nos miramos unos segundos, y algo pasó.
¿ Notaron ese momento en que el clima se pone denso, y un cierto magnetismo flota en el aire, acercando a dos personas, y donde parece inevitable que la situación termine en un beso ? Pues eso fue lo que noté. Sentí la excitación en el aire, pero justo cuando iba a acercarme a ella, otra compañera entró al archivo y quedamos allí estáticos, disimulando como si nada hubiera estado a punto de pasar.
Esa noche no dormí. Podría jurar que los dos sentimos lo mismo. Y al día siguiente cuando pude estar a solas con ella, le declaré que me gustaba mucho. Su gesto de sorpresa me paralizó.
- No, Diego, no puedes decirme esto.
- Pero es lo que siento Lorena, y no creo ser totalmente indiferente para ti.
- De ninguna manera. Estoy casada, tengo hijos. No puedo aceptar una declaración como esta.
- No te preocupes. Nunca mas mencionaré el tema, le dije dando media vuelta y marchándome de allí.
Quede totalmente alterado. No podía haberme equivocado tanto en lo que ella sentía, y entonces le hice una nota detallando lo que me pasaba, lo que podíamos disfrutar si ella se soltaba, y que nada de nuestras vidas cambiaría hacia los demás, pasara lo que pasare entre nosotros. No me contestó. Pero lentamente fue retomando el diálogo conmigo. Primero frente a otras personas y luego también cuando estábamos solos, aunque no se volvió a plantear este tema.
De mas está decir que me quedé excitado y enojado. Ninguna mujer me había tratado de esa manera, cuando era claro por sus acciones que yo le atraía. Pero decidí tomarlo con calma.
Ese verano, como si huyera, se fue con su familia de vacaciones a Brasil, con toda la intención de mostrar que su relación matrimonial estaba mejor que nunca y tratando seguramente de darle nuevos aires, para contrarrestar lo que estaba sintiendo en verdad.
Y de pronto, los hechos fueron modificando la situación.
El viaje, los gastos de sus hijos, el auto nuevo que adquirieron, y la falta de ingresos por parte de su marido, la fue complicando económicamente.
Cada día se veía mas nerviosa y preocupada. Sacó todos los créditos que consiguió, y luego obtuvo adelantos de sueldo en el trabajo. Yo seguía en detalle la situación, y me mantenía cerca para lo que estaba imaginando que pasaría. Y pasó.
Un buen día, entro al archivo y la veo muy nerviosa y preocupada.
- Hola Lorena, como estás?
-Bien Diego, contestó secamente.
- Pues no parece, vamos cuéntame que te preocupa.
Y entonces comenzó a relatarme su complicada situación financiera por los próximos dos meses, y la esperanza que pasada ese tiempo pudiera mejorar, pero no sabía como llegar a esa fecha.
- Y la verdad Diego que ya no sé a quien recurrir. Necesito 5000 pesos de inmediato, sino entro en mora con las cuotas del auto y los estudios de mi hijo, y luego me hará falta una cifra infinitamente mayor.
- Comprendo tu problema. La verdad que es una suma importante. Debe ser la mitad del sueldo que ganas aquí. Pero puedes pedir un adelanto, dije sabiendo de sobra que ya estaba sobregirada. Internamente me costaba simular mi inocencia.
Su rostro se ensombreció.
- Eso hice el mes pasado, y este mes me lo descuentan así que ya mi sueldo está comprometido.
- ¿ Y el trabajo de tu esposo?
- No me hables, que hace meses que no hace nada. Hay días que tengo ganas de echarlo de casa, dijo ofuscada.
- Es por eso que uno tiene siempre que tener una reserva para estos casos, dije, sin reflejar ningún sentimiento.
- ¿ Tu tienes ese dinero? Preguntó anhelante.
- Si, claro, dije calculador.
- Ay Diego, necesito que me ayudes.
Yo la miré y me quedé en silencio, sin reflejar nada en mi mirada.
- Si es verdad lo que me dijiste, entonces me ayudarás, dijo tratando de usar mis sentimientos para ablandarme.
- Supongamos que te facilito esa cifra. ¿ Qué gano yo? Dije con curiosidad.
Me miró sorprendida. Luego, de a poco, fue evaluando la situación y cayó en la comprensión de lo que yo quería decir. Su rostro se endureció.
- Me parece que no te entiendo. Creí que eramos amigos, dijo tanteando el terreno.
- Y lo somos Lorena. Y podríamos ser muchos mas si hubieras querido. Pero no quisiste. Así que dejemos los sentimientos. Estamos hablando de una cuestión comercial. Si invierto 5000 pesos, quiero saber que voy a ganar. Nada mas que eso y no te ofendas.
- Pues si me ofendes. No se que crees que soy, dijo poniéndose firme.
- Eres una hermosa mujer que tiene un problema, y tiene los medios para solucionarlo. Y si yo supiera que no sientes nada por mí, no estaría ahora haciéndote este planteo. ¿ Que voy a obtener si soy bueno y generoso y te facilito el dinero que necesitas?. Y no me vengas con que tendré tu eterno agradecimiento. Quiero algo mas tangible, que me demuestre que realmente valoras el esfuerzo que voy a hacer, dije sentándome sobre su escritorio sin dejar de mirarla.
- Me parece que fue una mala idea conversar contigo. Si me dejas voy a seguir trabajando.
- No hay problema, Lorena, yo también tengo trabajo que hacer. Y salí de allí tranquilo como si nada me importara. Por supuesto, me costó simular tanta tranquilidad, pero ahora la pelota estaba en su campo y ella tenía que decidir que iba a hacer.
Llegué a mi oficina y luego de un rato conseguí despegarme del tema y comenzar a ocuparme de mi trabajo.
Un par de horas después, unos golpes en la puerta de mi oficina me sacaron de mi tarea.
- Adelante, dije mientras continuaba tratando de armar un gráfico en la notebook.
La puerta se abrió y se cerró. Yo estaba de espaldas a la puerta así que no pude ver quien había entrado.
- Seré tuya una tarde, dijo una voz temblorosa que reconocería entre miles.
Me di vuelta lentamente y allí estaba Lorena, tan deseable como siempre, pero mas entregada que nunca.
- Repite eso, dije suavemente.
Se sonrojó y bajando la mirada repitió su frase.
- Mirame cuando hablas, dije exigente.
Me miró con algo de furia.
- Dije que seré tuya una tarde, si me ayudas.
- No se si vales tanto. Me parece que corresponden al menos 3 noches, dije aprovechando la situación. Pero aclárame ese seré tuya.
- Esto no es un remate. Piensa en lo que me estás pidiendo, y no te aproveches de mi necesidad, dijo sin levantar la voz, y suplicando con ese par de ojos verdes que le quitaban el sueño a mas de uno. Además de noche es totalmente imposible. Digo que haré todo lo que quieras, completó.
La miré de arriba a abajo.
- Esta bien. Una tarde y una noche, si es posible, de lo contrario dos tardes. Y harás todo lo que yo quiera.
Me miró con furia.
- Está bien, concedió.
- Y quiero un adelanto ahora, dije mientras me ponía de pie.
Lorena retrocedió hacia la puerta.
- ¿ Aquí? Ni se te ocurra
- No seas tan mal pensada. Solo quiero un beso. Y mañana a primera hora, tendrás el sobre con tu dinero en la mano, dije mientras me acercaba lentamente a ella. Lorena se quedó apoyada contra la puerta y me dejó hacer. Me acerqué, tome su rostro y mi boca se apoderó de la suya, luego mis brazos la rodearon y acercaron su cuerpo al mío, haciéndole sentir claramente mi verga enfurecida contra su vientre. Estuvimos así un par de minutos, y por fin la solté y me separé. Quedó allí con los ojos cerrados y sin reaccionar.
-Bueno, ahora vete que no queremos que sospechen. Mañana traigo el dinero y combinamos cuando me lo empiezas a devolver, dije, mientras me volvía a sentar en mi puesto de trabajo.
Lorena abrió la puerta y se fue.
Al día siguiente, apenas 10 minutos luego de la entrada, los golpes en mi puerta se repitieron.
- Pase
Lorena entró y se notaba tensa.
- Hola Lore, no te esperaba tan temprano.
- Tengo que salir un momento para cancelar mis obligaciones, dijo, mientras se sentaba frente a mi escritorio.
Abrí un cajón y saqué dos pagarés, cada uno por 2500 pesos, y se los acerqué, mientras sacaba del mismo cajón un sobre conteniendo el dinero prometido.
Miró los documentos.
- ¿ Qué es esto? , dijo sorprendida.
- Son dos documentos que vas a firmarme. Después de cada encuentro te devolveré uno y al final del trato tendrás los dos documentos y los 5000 pesos serán absolutamente tuyos y no me deberás nada.
Los revisó un momento, y tomando una lapicera de las mías lo firmó. En ese momento le acerqué el dinero. Tomó el sobre y se levantó.
- ¿ No vas a contarlo?
- No hace falta, me imagino, dijo seria.
-El sábado próximo, a las dos de la tarde en mi casa. Hasta las 20, serás mía, le dije con tranquilidad.
- De acuerdo, dijo acercándose a la puerta. Antes de abrirla se dio vuelta y se quedó apoyada en ella. Y me miró.
- Pensé que ibas a querer otro adelanto, dijo mirándome profundamente.
Me acerqué lentamente y acaricié su cuello con el reverso de mi mano. Jugué con sus cabellos ensortijados. Mi mano se apoderó de su cuello entonces, y lentamente mis labios presionaron los suyos. Cuando los entreabrió, mi lengua se ganó en su boca.
Luego de unos instantes, mi otra mano comenzó a acariciar sus tetas por encima de su ropa, suavemente, con deleite, sintiendo su cuerpo caliente.
Lorena se dejaba hacer, sin resistirse, pero tampoco colaborando abiertamente. Hasta que mi mano, entró por debajo de su blusa y se posicionó sobre su corpiño. Sus tetas pequeñas pero duras, vibraron al contacto tan cercano de mi mano, y su cuerpo se tensó.
Mi boca descendió por su cuello.
- Ya basta, dijo, pueden sorprendernos y no quiero que nadie piense lo que no es. Es solo un negocio, nada mas, dijo retirando mi mano de sus tetas, y liberándose, para luego abrir la puerta e irse rápidamente.
Continuará
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