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Semana de amantes (3) Mordeme el hombro y acabame adentro

Aprovecho los primeros párrafos para pedirles mil disculpas por la demora, entre inconvenientes de laburo, corrección de la historia (tiene una carga dramática/sentimentalista muy densa en una parte, pero es para que cmprendan próximas entregas de forma más dinámica), y cuestiones de conexión (gracias Arnet, te aprecio mucho, pero le haría un fisting a tu vieja); quería comunicarles unas cositas, si sólo querés leer el relato salta hasta el título en letra grande (un poquito más abajo)

En la edición anterior, la 2º parte de esta serie Semana de amantes: Estoy mojada y me quema un usuario me dijo “que manera de cortar una frase” y lo entendí. En el momento más caliente deje el relato, tanto en lo literario como en la redacción: ¡NO DABA MÁS! Tenía la película Ratatouille (la película del ratoncito que cocina) adentro, era una plaga de pasiones, placeres, sensaciones…

Recordar esta historia en particular, es como que me deja muy prendido fuego. Espero esto pueda apreciarse en la letra, que es la intención de escribirla también de a poco, dedicarle un tiempo a cada escena, procurar recuperar los detalles que me calentaron y compartirlos con ustedes. Es por eso que procuro dosificar un poco la historia, además de las obligaciones claro está, con lo que el tiempo se me ve a veces un poco limitado.

Por si no leíste la primera parte, para entender mejor todo, te recomiendo que pases por Semana de amantes (1) "esperaba estas mordidas hace años", mientras acá va el resumen de las últimas líneas:

Subió de más su cintura haciendo el intento de que la cabeza coincidiera para penetrarse ella misma ante mi indefensión, con mis manos sobre la cabeza ya, que me las seguía agarrando fuerte por más que quería quedar bien forcejeando aunque sin mucha resistencia.
- Quiero que entre… - volvió a intentarlo, pero resbalaba ante tanta lubricación.
- No tenemos forros, sé que te encanta coger sin nada, piel con piel, pero no quiero hijos, sorpresas, nad… - y en eso se me cortó la respiración, sintiendo como un calor intenso, casi ardiendo rodeaba el glande, la humedad de su concha, de los labios rodeando el prepucio, de la poca resistencia que ofrecía su concha para comenzar a entrar.
- Tomo pastillas...
- Igual…
- Si respiro bien hondo, sabés que ese suave y sutil movimiento ya va hacer que entre, no te resistas más - y mirándome a los ojos, sus pupilas dilatadas y ojos brillosos, respirando entrecortadamente, ya evidentemente no resistiendo más, me agarró la cara y a pesar de la situación dijo lo más firme que le permitió su tono de voz afectado - aún mojada me quema, y quiero prenderme fuego con vos...
Era difícil abandonarme a tan agradable estímulo.



Mordeme el hombro y acabame adentro

Sabía por charlas viejas que habíamos tenido por facebook y whatsapp que le encanta garchar sin forro, siente más, lo disfruta por el hecho de saber que está sin plástico de por medio que separe la pija de su concha, ese mínimo pero intenso extra del calor y roce al natural, pelo a pelo, crina limpia, las mucosas desnudas en íntimo contacto corporal.
Y era difícil, créanme, por más que disponía de la fuerza física para revertir la posición, ponerme en papel de dominante y sacar mis brazos de arriba de la cabeza, donde me tenía agarrado de las muñecas, pero... lo que faltaba era fuerza de voluntad. Y decidí cortar con ese estrés que me tenía la cabeza de arriba, más aún la de abajo, a punto de explotar: con un rápido movimiento de cintura, al sentir su suave movimiento de caderas que me hacía rozarla entre medio de sus labios, empujé fuerte y lo más profundo que pude.

Ese movimiento permitió que mi pija se introduzca lo suficiente para que los sentidos la abandonaran, cierre sus ojos entornados en blanco y se deje caer acabándose, mojándome, apretando ya incontenible sus músculos vaginales y comenzando un delirio de hormonas que hacían hormiguear la extensión de su piel, enrojeciendo sus zonas más sensibles. Y mi respiración y piernas temblaron, pero le sin querer marcarla para evitar reclamos, no pude resistir el instintivo reflejo de morder un hombro. Eso creo que la hizo acabar de nuevo, se estremeció completa, y volvió a entorpecer su ya agitado ritmo de respiración.

Yo me quedé quieto, procuraba disfrutar del momento, agradeciendo a Afrodita el haber asistido a mi ruego ente respiraciones forzosamente pausadas, al no haber acabado tan pronto. Pero sentía esa fiesta sexual que se genera en la anatomía, en la circulación de todo tipo de sustancias que nuestro cuerpo fabrica, del sudor que ambos habíamos expulsado, del calor de nuestras pieles rozándose, del resbalar de nuestros órganos sexuales húmedos por de más, y donde mi erección continuaba uniéndonos en este pecado consciente.

- ¡Me mordiste!
- Perdón, no pude resistirme
- ¡Me encantó HDP! - y mientras movía suave su cintura, en una penetración muy lenta pero profunda, ella me hablaba al oído en un volumen bajo, el tono de voz excitado, y hasta le podría adivinar una sonrisa entre pícara y excitada postorgasmo.
- No quería dejar evidencia de esto, es mordida va a durar más de una semana marcada. Pero tanto la pediste, ahora tratá de que no te acabe adentro, seguimos sin…
- FORRO! sos un forro, pero no me importa nada ya, sólo disfrutarte. Tanto me decías de buscarlos en el auto y me la mandaste hasta el fondo, me acabé completa - ya en un tono sofocado terminando la frase, separándose un poco, me soltó las manos y se acomodó sobre mi, para montarme con sus manos apoyadas en mi pecho.

A esta altura poco nos íbamos a fijar en lo que para cuidados terminaba siendo un detalle, pero a deliciosas sensaciones lo era todo. Aunque siempre sostengo que el coger sin forro es un placebo, no vamos a negar que el amor también lo es, y se disfruta mucho. Por eso, me dejé llevar entre miradas fijas, sonrisas, muecas graciosas y sonrisas pícaras, con mis manos ya libres rodeando su cintura y también acariciando el contorno del torso, casi llegando al lateral de sus tetas que bien blancas, pezones duros y parados, invitaban a ser amasadas, sabiendo que muy sensibles y dulces a los besos serían una caricia bien recibida, pero quería hacerla desear, que poco a poco esa situación de dominancia planteada en el comienzo por ella se revierta, sutilmente, para tener más efecto.

Ella se movía rítmicamente, separando nuestras pelvis, elevando la cola con la cadera quebrada, sobresalía a la imagen y ofrecía un roce diferente. Su humedad hacía ruido en el choque y roce de mis textículos, los labios de ella rodeando la pija, toda esa sensación de fluidos calientes, el chocar de los cuerpos unidos, las manos errantes, y los besos que esperaban volver a ser tenidos en cuenta…

- Como me haces mojar, tantas ganas tenía, no te imaginas como estaba de ganosa y a la vez dubitativa todo el viaje, los mil kilómetros… de a ratos me daba calores, en otros duda por no gustarte, porque no tuviéramos química… y me chupa un clítoris mi novio, el cornudo seguro hamacando la nena en la plaza, se cague por no cogerme, sabiendo que soy re putita, que necesito pija regularmente…

La escuche tratando de no escucharla, quería gozar esas palabras, el logro y el orgullo que me generaban, pero sin distraerse ante sus movimientos más fuertes y profundos, los latidos de mi pija que tocaba fondo, que mis manos amasaban su cola procurando descargar parte de la energía que se me iba acumulando en los huevos, cargados de toda la leche que guardé desde aquel primer mensaje de hace años, y también más desde el que hizo de comienzo a esta semana.

- No sea mala putita, no me hagas que me enamore de tu concha, porque vos volvés con él, y yo me quedo aca extrañando como me mojás y apretas.
- No me iría, ¡te juro!, sabés que virgen no me queda nada - sonrisa muy pícara de por medio, continuó la frase - sabés que el cornudo este me cogía re bien, pero estoy dudando si de todas las pijas que sentí, no me gusta más la tuya.
- La tengo chiquita - dije como para provocarla, sabiendo que mis 17cm no eran nada despreciables ante la competencia a la cual nos referíamos.
- PERO VOS SABES USARLA, provocás, hacés que… - y a este ritmo, iba ser complicado de contenernos - y me voy a acabar toda de nuevo. Sí… siento como estoy preparándome, las cosquillas que me suben, la adrenalina, el calor… ACABEMOS JUNTOS, dame leche - y los movimientos aumentaban, en un ritmo exponencial, desorganizado, pero más violento.
- ¡Ahh… violame hija de puta, que ya no aguanto más!
- Mordeme las tetas - bajó su cuerpo más sobre el mío, sin modificar el ritmo de la cogida, y ya sin poder resistir más, notándose que sería un fuerte orgasmo y además compartido, gritaba y gemía preparándose, temblando, hasta que después de una inspiración muy profunda, grito a viva voz - ¡mordeme el hombro y acabame adentro! Marcame, no me importa nada, quiero sentir la leche adentro…


Subir las escaleras, los dos desnudos, después de un relax extendido entre mimos ya más tiernos en el sillón, fue una imagen hermosa. La ducha caliente se prolongó entre besos de enamorados, como si de una luna de miel se tratara, y caricias mutuas enjabonándonos con la esponja y mucha espuma en mano.

Cambiados, ya para una noche de novios más que de amigos que garcháramos violentamente, vistieron su cuerpo con un vestidito negro hasta las rodillas, breteles finitos, escote cuidado, sin brillos más que el de unos aros discretos, su mirada y la sonrisa. Un maquillaje más bien sobrio y unas chatitas en combinación. El pelo lacio - que alguna vez le dije me provocaba a Morticia Adams, salvando las diferencias - suelto sobre los hombros y un tapado sintético muy agradable al tacto para pasar el frío típico de las sierras por la noche. Sí, todo un párrafo para describirla, es que después de tanta desnudez quería destacar también su belleza y buen gusto para andar en la calle como una dama. ¿Y yo? Jean azul, remera blanca, saco sport-elegante, zapatillas discretas, colgantito de plata y cadenita, bien peinadito, perfume de hombre, sonrisa y buena onda. ¡Para qué más!

- Ahora nos portamos bien - dijo sonriendo y comiéndome la boca, con su brillo de cereza en los labios, perfume que me embriagaba de agradables sensaciones de sensualidad y cosquillas extrañamente placenteras, que muy diferente a las mariposas son. Mientras, me agarraba del escote de mi saco, atrayendome, y yo le digo forzando la voz para intentar hacerla un tono más grave y sensual:
- Hasta me besas levantando la patita, como las películas románticas - se ruboriza, parece ser que fue un reflejo involuntario.

Esa noche, después de pasear por la costanera sin tener un lugar pre-elegido para cenar, después de reírnos y mirarnos mil veces embobados, terminó en un hermoso bar ubicado en un piso 13, en el edificio más alto de la segunda ciudad del país más concurrida en la temporada de verano, edificio que alberga el único shopping de Carlos Paz, con una impresionante vista de 360º a toda la ciudad: sus luces, la silueta de las montañas apenas visibles por reflejo de la luna. En el interior luces tenues, algunas velas pequeñitas para ambientar sobre las mesas, y un sillón apartado,que pedimos especialmente a la chica que nos atendió y entendió todo a la primera mirada.


Semana de amantes (3) Mordeme el hombro y acabame adentro

No importaría mucho a los detalles lo que comimos, confiamos en la sugerencia de quien nos atendió y podría concluir que era algo afrodisíaca, de buen gusto, liviana y a la vez sabrosa, sin exceso en los condimentos para no opacar el acompañamiento de besos y sonrisas que debían ser protagonistas.

Al postre si prestamos más atención: base tibia de frutos rojos en reducción de vino dulce con licor de cereza, bochas de crema americana helada, y una cubierta en cerezas en almíbar con contraste de caramelo y chocolate que decoraban y acompañaban. Esto último lo comimos entre besos, dándonos románticamente en la boca de a cucharadas, entrecruzando los brazos y miradas cómplices, muy cerquita uno del otro, y sintiendo esa sensación de que terminamos ahí, pero todo iba a continuar.

- Hace cuánto que no salía así, romántico, íntimo, comer rico, entre los besos y la comida… - dijo en un tono bajo, pero para que se escuchara, como un pensamiento en voz alta, casi como un reproche a ella misma, también como una reflexión del desgaste en una relación, un poco en lamento. Eso pude notar, y continuó - o sea, tenemos nuestros momentos y salida, vacaciones de familia, pero no es igual. Como que hay amor, pero ya no me coge igual, no me sonríe tanto, no tenemos la misma privacidad siendo padres.
- No te lamentes, ya va a pasar, quizás es un tiempo. ¿Acaso no te pasó cuando vos estabas acá estudiando y él se quedaba allá, lejos, distancia por medio?
- Pero era distinto, estábamos a medio país de distancia, no estábamos peleados ni de novios furiosamente enamorados. Yo lo cago amando, pero en esos tiempos como que no quedaba otra, era estudio, estaba con la obligación esa, y ahora más allá de esto temporal que vivimos, es más una elección el distanciamiento, provocado por tooooda una situación.
- Ya va a pasar, vas a volver, te va a extrañar, te va a romper toda, te va a coger fuerte como te gusta, prenderte fuego en la cama y - entre besos procuraba acomodar las incómodas palabras, más de compromiso que de consuelo, y ella miraba la nada, el horizonte nocturno.
- No se por qué pienso en él… en verdad sí, extraño a mi hija un poco, ahora que estamos tranquilos me dió un poquito de melancolía materna, pero lo de el es como raro.

Estábamos en el balcón que tiene este piso 13, vista de 360 grados a toda la ciudad, de noche. El aire frío de las sierras se combinaba con el invierno que había comenzado, pero no importaba. El aire frío y menos contaminado que en la gran ciudad, seguro nos iba a ayudar a ambos en aclarar la cabeza.

- Besame fuerte - me dijo poniéndose contra la baranda, y agarrándose por detrás de mi cintura, en un abrazo que confundía el afecto con el retomar las ganas de seguir cogiendo - mordeme la cara, quiero olvidarme de esto, porque hoy estoy con vos, la paso bien, ya habrá tiempo para volver a la rutina de mal cogida, de madre, de trabajo. Quiero volver a sentirte, cogeme de nuevo.
Besándonos, procurando no desvestirnos de ropa, ya no sentíamos tanto frío. Sus pezones duros por la combinación de clima y clima se mostraban duros y marcados en la ropa, y fué la definición de tomar nuevamente rumbo al departamento, que nos esperaba desordenado del polvo anterior, y donde quería volverme a imponer sobre ella, a pedido de sus mordidas.

¿Si nos importó el desorden? La verdad que no, pasamos directo a la habitación, había tiempo para recoger la ropa que había volado por sobre los muebles, el olor a sexo que había quedado. Al costado de la escalera tengo un hornito aromatizador, elegí la esencia de vainilla y lo prendí. Dicen, quienes conocen de aromaterapia, que fomenta el deseo sexual, y si bien no hacía falta agregar más leña al fuego, mal no venía.

- ¿Me esperás desnudito en la cama? - preguntó juguetona - Me voy a poner más cómoda, paso al baño.
Pensé: sí, andá, yo también me voy a poner cómodo y te la voy a poner cómodo. Me desnudé, perfume de varón en el pecho y bajo vientre, sólo conservé el boxe.
Salió con la ropa interior que ya me ponía loco de verla: un conjunto negro de encaje, muy sugerente, demasiado aún siendo lencería de calidad.
- Estoy con más ganas ahora que cuando me diste hace un rato, no se… como que estoy más tranquila después de que hablamos y aclaramos las cosas, y… - mientras se acercaba moviéndose sensualmente, presumiendo la cintura de un lado al otro, hablaba acomodando el conjunto, como mirándose las tetas. Las tenía hermosas: blancas, de buen tamaño, que la maternidad casi no se percibe y rellenan cualquier prenda - como que ¡estoy re mojada! no me hagas esperar más.
Entre besos la hice ponerse boca abajo, acostada, le até las manos en la espalda con una media, y apoyándole la pija dura en el orto paradito, le separé con mi rodilla derecha las piernas, subiendo hasta que entró en contacto con el vértice caliente que las unía en una tanga discreta, pero muy sensualmente calada, que contrastaba su negro con la piel clara.
- Hijo de puta, sabés qué me re calienta, hasta mis puntos débiles… hasta sabés algunas cosas que ni mi noooo… - la corté con la presión y movimiento sugestivo de mi rodilla, presionando su concha, tela de la tanga por medio. No quería que pronunciara de nuevo a su novio, por varios días la iba a convertir definitiva y completamente en MI amante y propiedad sexual, una combinación de deseos de ambos, un placer mutuo.
- ¿No? o ibas a volver a nombrar al cornudo ese que no te coje hace un montón, y consiguió que vengás a pedir pija después de cruzar medio país - y agarrándola del pelo, apoyando la pija asomando por el boxer, ya sobre la parte trasera del muslo, para que sintiera más directamente el contacto, el calor...
- Cogeme, ¡sentí como me late en la pierna!
- TE VOY A COGER CUANDO QUIERA - en tono de imponer, aunque volumen bajo, cerca de la oreja, y exagerando mi respiración excitada.
- POR FAVOR - ya pronunció ella elevando la voz, casi entre lamentándose, rogando, agitada, y a la vez queriendo revertir los roles que ahora establecía yo.
- CUANDO QUIERA - y cambiando mi postura, le solté una nalgada sonora, que cuando uno sabe pegar el chirlo sólo con los dedos, hace ruido, se siente, pero no lastima…

- Ah… - confundiendo un gemido y una queja - ¡siii! me haces mojar hijo de puta… rozame la concha fuerte y comprobá como est… ¡aaahhh! - esta vez el chirlo fué sobre la concha, tanga de por medio, y se contrajo como de una corriente eléctrica recorriendo el cuerpo.
- Vas a ser mi sumisa, vas a aprender a lo que es ser bien cogida, vas a acabar mil veces, y vas a tener pija cuando yo diga, ¿se entendió?
- Si… ¡ahhh! - ahora fué una lamida en la espalda, la que desató su gemido, después lo culminó en un profundo suspiro, una inhalación desordenada pero profunda, aire que necesitaba para equilibrar lo que estaba sintiendo.
- Abrí las piernas y levanta la cola. Para el orto putita, mas de lo que ya te dió la naturaleza, eso… quebrá la cola, deja expuesta la concha, así.
- Quiero pija…
- Me chupa un huevo lo que vos quieras.
- LO NECESITO
- Te dije que me chupa un huevo, elegí si es literal me los chupas, sino te la bancás.
- No me gusta chupar hue… - le tiré el pelo, girando la cabeza, le mordí suavemente la boca para provocarla y le dije con voz segura:
- No pregunté, eso en primer lugar. Y segundo, te gusta chupar pija, lo sé, pero esta vez vas aprender a lamerme los huevos y el culo, a mí eso me excita, me hace gozar…


Continuará...
Prometo que pronto, me queda poco y la corrección

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