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¿Quien lo diría?

La imaginación libera y da paso a una creatividad exacerbada por nuestras propias fantasías. ¿Pero cómo describir sensaciones, olores, sentimientos? ¿Cómo explicar aquellas cosas que te acercaron a un éxtasis cercano a la muerte?
Las vacaciones en el sur son época de fuga. Solo los menos afortunados se quedan observando; mientras una caravana intermitente busca lugares más cálidos y divertidos. Queremos ruido, multitudes que van y vienen risueñas, cines, teatros. Para contemplar montañas y naturaleza tenemos todo el año.
Una de las cosas buenas del internet es que se hacen conocidas y conocidos por todas partes. Es casi imposible llegar a un lugar y no tener un contacto. Esto resulta ameno, divertido y hasta placentero.
Lo que jamás se me hubiera ocurrido es que unas lindas y relajantes vacaciones, podrían convertirse en un tour sexual.
Solo quien vive en la Patagonia; o tuvo la oportunidad de recorrer sus caminos entiende lo que son las distancias. Y esas distancias recorremos con tal de pasarlo bien unos días. Y así fui conociendo gente.
Fabiana es, literalmente, una muñequita. De delgado talle y armoniosas formas, no debe superar el metro cincuenta. Todo en ella antoja a perfección y frescura. Cuando la observaba con más detenimiento, resultaban fuera de lugar esos pechos ampulosos y sus caderas redondas.
Solo su rostro revelaba a la mujer de mil batallas con la vida; aunque eso se borrara con una encantadora sonrisa y su natural simpatía.
Fue casi un accidente que nos conociéramos. Un amigo y compañero de trabajo nos puso en contacto; se trataba de ayudarla con un par de temas; y así comenzaron nuestras largas charlas via mail. Nada del otro mundo, solo charla inteligente y estimulante con una profesional; un alma afín.
Fabiana vive cerca de Viedma; y dado que mi viaje me llevaba por las cercanías, mi amigo me hizo unos encargos, lo que me daba la oportunidad de conocerla en persona. Todo fue muy agradable; conocer a su familia, divertirnos en el río o en un balneario cercano. Pero lo más interesante eran sus escapadas matutinas de mate y charla. Todo hacía que quisiera esconderla en un bolsillo y me la robara. Es que muy lentamente; casi imperceptible, surgían esos pequeños gestos que delatan una proximidad que va más allá de la simple amistad. Un deseo latente que se expresaba en abrazos demasiado tiernos, una mano que tomaba la mía. Sin embargo, nada pasó. A los pocos días continué mi viaje, no sin antes ser invitado a pasar unos días en un balneario cercano a Bahía blanca.
Y hacia el norte marcho, mi norte lleno de metáforas promesas. Villa Carlos Paz era el destino. El viaje fue entretenido, cada tanto llegaban mensajes de Fabiana. Al principio llenos de floridos galanteos; luego de sutiles confesiones. ¿Por qué a la gente le resulta más fácil decir las cosas por mensaje que en persona? Necesitaría un psicólogo para entenderlo.
Lo cierto es que en VCP me esperaba Inés. Una cuarentona cordobesa a la que conocía desde hace mucho tiempo. Inés es hermosa por donde la mires, inteligente; con un sentido estético y artístico admirable. Conoce de mundo por sus numerosos viajes.
Por algún motivo, el encuentro no fue lo que esperaba. Veía tensión; no percibía esa libido que se enciende entre dos personas que han compartido sus sentimientos más profundos. Sorpresas negativas diría.
Una tarde pasó a buscarme para dar un paseo; me mostró las zonas y propiedades a la venta. Finalmente me llevó a su alojamiento; por allá es muy común alquilar tu casa a los turistas y alojarte en algún departamentito barato. Charla va, charla viene, de repente me espeta:
-te traje pensando en dejarte hacerme lo que quieras!
Caramba, tenía ante mí una mujer hermosa; 1,75 de altura, pelo muy largo y cuidado, unos pechos descomunales sin la mácula de la cirugía. Estaba allí dispuesta a entregarse y regalar todos sus dones. ¿Qué pasó? ¿Qué demonio maldito invadió ese cuarto con su halo miserable? Lo cierto fue que ese momento fue mi mayor vergüenza y derrota. Hasta el día de hoy las preguntas giran en mi cabeza. Lo cierto es que mi amigo se negó rotundamente a hacer su trabajo; fue como sacarse el quini 6 y preferir vivir en una lata. Lo cierto es que nada fue lo mismo; los teatros eran aburridos; la gente me molestaba; y mientras tanto mensajes más insistentes llegaban de Fabiana.
No con poca vergüenza y cierto alivio me despedí de Inés, de VCP y literalmente me fui como un refugiado.
Esos eran mis pensamientos rehaciendo el camino al sur. La ruta se extendía lentamente; casi con penosa tristeza. Al llegar a medio camino recordé a Viviana, mi amiga de Río tercero; es cierto que habíamos hecho buenas migas por la red, incluso tonteamos un poco por la webcam. ¿Por qué no visitarla? Finalmente, la llamada provocó tremenda alegría e inmediata invitación.
No era la primera vez que la veía, por lo menos había recibido un adelanto en webcam; tenía ante mí una mujer grandota; robusta, pero no obesa. Bastante común al promedio; colita redonda y buenos pechos. Ni linda, ni fea.
Después de la alegría inicial y acompañarme a un alojamiento que me recomendaba; la llevé caballerosamente a su casa (registrando religiosamente el lugar en el gps mental). Me mostró su amplia casa y los lugares en donde había hecho su tremendo desnudo en la cam. Cuando me despedía prometiendo volver en unas horas, no pudimos evitar intercambiar un jugoso beso.
Después de dormir un buen rato y tomar una cena liviana; pensé que era hora de ir a ver a mi amiga. Quisiera ser franco, todavía me pesaba la mala experiencia con Inés, por lo que se trataba de averiguar el verdadero problema.
Viviana vivía con su hijo pequeño, el cual ya dormía apaciblemente; aunque mucho debió tranquilizarme sobre lo profundo que dormía; más tarde comprobaría lo cierto de sus dichos. En verdad estaba encantadora; había puesto mucho esmero en el arreglo personal; vestida con un encantador deshabillé, que medio ocultaba y medio revelaba aquellos encantos de los que se suponía orgullosa.
No hubo mucho preámbulo, en la penumbra del recibidor comenzaron los besos y caricias; de un ligero tirón la tenue tela dejó al aire dos suculentos pechos; grandes, sabrosos, con un ligero sabor la traspiración que la excitación provocaba. Todo sucedía en cámara lenta; tomándome de la mano me condujo a su habitación.
Sin mediar palabra se sentó en la cama, desprendió el botón y el cierre del pantalón; para mi sorpresa mi amigo estaba rígido como lanza de granadero en plena carga. A la renovada confianza se sucedió una de las fellatio más increíbles que haya sentido en carne propia; la boca jugaba y se movía; la lengua era una anguila que se contorsionaba a todo lo largo del tronco. Sin el más mínimo pudor estrujaba suavemente mis testículos, mientras que con la otra mano se masturbaba frenéticamente.
La verdad es que ya no podía más; si la dejaba continuar esa manipulación bucal iba a tener la última eyaculación de mi vida. Por eso mismo la empujé sobre la cama; arrancando una tanga demasiado grande, abrí sus piernas; mas pensaba en reponerme y ganar tiempo que en otra cosa. Pero todavía me llevaría una sorpresa.
Viviana tenía EL clítoris más grande que yo haya visto en mi vida, y he visto unos cuantos. Rosado, suave, redondo; rígido por la excitación partía en dos los labios vaginales; y lo cierto que lamberlo y comerlo fue uno de los placeres más grandes que he experimentado.
Mi trabajo provocó uno de los escándalos más ruidosos que tenga conocimiento. Viviana jadeaba, lanzaba alaridos, a veces exclamaba felicidad y otras me insultaba con madre y todo. Mientras tanto mi lengua lambía ese manjar, hora giraba en toda la circunferencia, hora actuaba como una cucharita o, finalmente daba suaves mordiscos a esa cereza rígida y sumamente hinchada.
No tengo conciencia del tiempo, pero mi boca se llenó repetidamente de flujos; al meter los dedos fue como deslizarlo en un tubo aceitoso. Y Vivi ya no quería o podía hacer más nada que dejar brincar su vientre. Cuando vi que la victoria era completa me alcé y contemple ese cuerpo rendido y palpitante; mi cara estaba bañada de jugos; pero lo más importante era que mi amigo seguía preparado para la lucha.
Con no poca facilidad logré acomodarla en la cama, estaba laxa y entregada; al abrir sus muslos y doblar sus rodillas pareció reaccionar, miraba fijamente mi pene acercarse a su hermosa rendija; a modo preliminar comencé a frotar el glande contra esa enorme cereza que me fascinaba. Y otra vez comenzó el escándalo; el reclamo para que la metiera, sus caderas se arqueaban y empujaban; con eso solo lograba alargar la agonía de su placer. Finalmente, la barra resucitada comenzó a deslizarse suavemente en ese nido resbaladizo.
¿Cómo explicar una experiencia que jamás volvió a repetirse? La vagina de Viviana era sorprendentemente chica para una mujer tan corpulenta y ya madre. Podía sentir las paredes vaginales contraerse y apretar todo el tronco. Tanto flujo facilitaba el mete y saca, pero no evitaba el ardor del calor que ese cuerpo emanaba.
De manera elástica sus caderas se elevaban y descendían; era como hacerle el amor a una ola enloquecida. Mientras subía y bajaba; respondía empellones; lamía como desesperada sus propios jugos de mi cara y me decía todas las barbaridades que se le ocurrían. Con un alarido final, en el que gritó:
-Hija de putaaaaaaaaaaaaaaa, como me gustaaaaa!
Y exploto en otro jugoso orgasmo. Lo que me apresuró a eyacular, rendido y triunfante. Que viniera ahora Ines a verme!!!!
Considerando las cosas más que cumplidas, me levanté al baño y, para mi sorpresa, veo la puerta de la habitación del nene entre abierta (en verdad el nene dormía profundo). A mi vuelta, ya higienizado, me tiro desnudo junto a esa ninfa del placer; no podía estar más equivocado si pensaba que ese había sido el final.
Con actitud ronronean te, Viviana bajó su boca a mi pene y comenzó ese juego que tanto me había excitado. Juro ante el santo que me pidan, esa mujer puede pararle la verga a un muerto; y cuando lo logró me dijo:
-Me gusta hacerlo en cuatro. ¿Me la das?
Y así comenzó una nueva, y más violenta batalla amorosa; Vivi se agarró del cabecero de hierro de la cama y abrió las piernas hasta dejar pene y vagina perfectamente alineados. Acaricié sus blancas nalgas; estiré una mano para tomar su pelo; y de un solo empujón penetré en esa caliente funda. Un grito ahogado y salvaje estalló en su garganta; dando comienzo a una danza salvaje en que cada uno representaba un papel distinto. Ella era la yegua indómita que subía y bajaba sus nalgas, refregaba su vagina contra mi pelvis. Yo era el jinete que sujetaba y tiraba de su cabello cual riendas; estrujaba y hostigaba su nalga; hasta que finalmente encontré el punto débil: embadurnando en sus jugos dos de mis dedos los enterré de un golpe en su culo.
Viviana dio un grito de lamento y casi de súplica; “por el orto nooooo” decía; y comprendí en ese momento, y a simple vista que ese orificio estaba intacto. Sin importarme en lo más mínimo, siempre me consideré un sexópata considerado, continué con el mete y saca por los dos orificios, hasta que Viviana se rindió y entregó un nuevo orgasmo; y yo me limité a retirar los dedos y meter el pene en ese culo virgen. Fue la primera vez que alguien se lo llenaba de leche.
Esa noche fue extenuante y muy satisfactoria. Al otro día retiré mis cosas del alojamiento; y por unos cuantos día fui invitado de Vivi. Hasta que la razón se impuso y emprendí el camino al sur.
Pero esa es otra historia.

10 comentarios - ¿Quien lo diría?

viciosomdq
Ah! Bueno.... Ese si que fue un viaje de placer!!!
Excelente relato, muy bien contado amigo!!! 👏 👏 👏
Lady_GodivaII
wow!!! se nota el entusiasmo en la narración
Pervberto
El peregrino debe cultivar el desprendimiento, aunque también es verdad que no está nada mal prenderse un ratito a lo que es bueno...
InvisibleT
Muy bueno Nicolas! espero que la pequeña Fabiana reciba lo que merece!!!
KaluraCD
¿Quien lo diría?

Muy buen relato...

Gracias por compartir 👍
mdqpablo
muy buena experiencia , lo felicitamos , no siemprte se gan y no siempre se pierde , gracias por el aporte van pts
elledany
" Mi trabajo provocó uno de los escándalos más ruidosos que tenga conocimiento. " capo ..... así es lindo leer ... con entusiamo y con soltura . Felicitaciones .
lincecba
ines realmente existe??