No sé si el desarrollo de la evolución como animal del hombre hizo de su lengua uno de sus sentidos básicos para su subsistencia. Creo que lejos estaba del pensamiento primitivo el uso de la lengua como un “instrumento de caricia”.
Así llegamos a consagrar como uno de los aliados insustituibles para el hombre de la histórica Minetta, cunnilingus o chupada de concha como lo quieran llamar.
Debemos destacar dos funciones básicas y son la primera el carácter sexual de su actividad, su suavidad papilar que da caricias al clítoris femenino o al pezón de una manera que ninguna parte del cuerpo masculino puede dar, después de la pija, cosa que por obvio no me detengo a comparar. Pero la segunda, es sacarnos del apuro. La lengua nos permite más allá de la erección o la posibilidad de eyacular seguir dándole a la mujer una maravillosa caricia donde es posible provocar orgasmos en ella a repetición.
Supongo, y solo desde mi mirada masculina, que la felatio, o chupada de pija es algo que a la mujer le gusta. Pero sea como sea en su criterio lo primero es lo primero. Y salvo algún caso excepcional la penetración es superior a cualquier otra caricia que le podamos inducir.
Rescato entonces el papel de la lengua, eficaz colaboradora del placer, portadora de una humedad y suavidad difícilmente no elogiable por una mujer, y cuyos movimientos dan alivio a la ansiedad de nuestras exigencias de superar nuestra fanática necesidad de transmitir genes. O sea el simple eyacular.
Larga o corta, estará siempre ahí a la lengua (por no decir a mano), para nuestra ayuda en donde el fragor de un encuentro es superado por nuestra propia capacidad.
Un verdadero elogio, no a nuestras capacidades, sino a nuestros recursos.
Así llegamos a consagrar como uno de los aliados insustituibles para el hombre de la histórica Minetta, cunnilingus o chupada de concha como lo quieran llamar.
Debemos destacar dos funciones básicas y son la primera el carácter sexual de su actividad, su suavidad papilar que da caricias al clítoris femenino o al pezón de una manera que ninguna parte del cuerpo masculino puede dar, después de la pija, cosa que por obvio no me detengo a comparar. Pero la segunda, es sacarnos del apuro. La lengua nos permite más allá de la erección o la posibilidad de eyacular seguir dándole a la mujer una maravillosa caricia donde es posible provocar orgasmos en ella a repetición.
Supongo, y solo desde mi mirada masculina, que la felatio, o chupada de pija es algo que a la mujer le gusta. Pero sea como sea en su criterio lo primero es lo primero. Y salvo algún caso excepcional la penetración es superior a cualquier otra caricia que le podamos inducir.
Rescato entonces el papel de la lengua, eficaz colaboradora del placer, portadora de una humedad y suavidad difícilmente no elogiable por una mujer, y cuyos movimientos dan alivio a la ansiedad de nuestras exigencias de superar nuestra fanática necesidad de transmitir genes. O sea el simple eyacular.
Larga o corta, estará siempre ahí a la lengua (por no decir a mano), para nuestra ayuda en donde el fragor de un encuentro es superado por nuestra propia capacidad.
Un verdadero elogio, no a nuestras capacidades, sino a nuestros recursos.
3 comentarios - Elogio de la lengua
avanti con la lengua"