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Luna

En este relato, lo que me importa no es el sexo, sino todo lo que pasa antes... Que lo disfruten



Elena estaba sentada en la parada del bus. En su ciudad las casillas para esperar son vallas publicitarias (con un pequeño techo de acrílico translúcido que te protege un poco cuando llueve, y te cocina cuando hay sol, cual hormiguita bajo una lupa) cuyos elocuentes avisos son tapados por carteles de mascotas perdidas y avisos de odontología gratuita, adornados con frases de rotulador tales como “mirá para atrás que te violo”.
Eran las 9 y media de la mañana. Yo estaba sentado en mi mesa trabajando en ese momento, no podía ver a Elena y no conocía la ubicación de la parada del bus, así que no pregunten cómo sé lo que estoy contando.
No se había percatado de lo que sucedía a su alrededor, en parte porque era lo mismo de todas las mañanas: muchos autos pasan, se escucha alguna escoba barriendo una vereda, pasa una moto cuyo conductor es proporcionalmente viril al ruido de su motocicleta, se escuchan las ruedas de un carrito de la compra que es arrastrado enérgicamente por una anciana; pero también porque estaba casi metida dentro de su teléfono celular. Pero algo que notó con el rabillo del ojo le desconcentró. Veía una espalda ancha que le tapaba el sol, con una camisa a cuadros grandes, un jean oscuro bastante nuevo y unos borsegos muy gastados. El pelo corto castaño oscuro, una mochila de cuero negro y un porte que denotaba seguridad.
-Ey!, dijo Elena. La figura se giró, aún le daba algo de sombra por lo que pudo distinguir una tez muy clara, escondida tras unos grandes lentes de sol espejados. Se distrajo un poco con su reflejo, cosa rara porque pocas veces lo hacía, se vio (y se sintió) atractiva. Eso la empujo a seguir hablando: -Anoche tuve un sueño, en ese sueño estabas vos. ¿Cómo puede ser que ahora estés acá?
-No sé. La que soñó fuiste vos. Luego sacó un cigarro armado del bolsillo de su camisa a cuadros. De uno de los fondillos de la mochila sacó un mechero de esos que se ven en las películas de Holywood, metálico, pesado, con algunas marcas y raspones. Al moverlo se abrió la tapa haciendo un click, y el fuego salió sin titubeos. Hizo una calada mientras Elena observaba con atención pero tratando de que no se notara demasiado. -¿Fumás?, dijo a Elena mientras le ofrecía el cigarro, lo había tomado con el dedo pulgar y el mayor. Ella se tomó su tiempo para responder, mientras miraba que la mano aparentaba ser suave y los dedos, aún con lo finos que eran, escondían un poco el brillo rojo del cigarro y parecía que el humo saliera mágicamente de entre ellos.
Estaba por decirle que no cuando se dio cuenta de que sin querer ya había estirado el brazo, se desconcertó. Rozó sin querer la mano. Sí, era suave (demasiado quizá). Agarró el cigarro al tiempo que decía –no, en realidad no fumo…
Ya era tarde, lo tenía y lo observaba. Se dio cuenta de que estaba manchado de pintalabios rojo oscuro. Por un momento pensó que ya había fumado y ni siquiera había sido consciente de eso… pero ella no se maquillaba para ir a la facultad. Elena levantó la mirada al ver que la sombra se quitaba los lentes para decirle –Ah, okey.
Fue entonces cuando la vio. –Hola de nuevo, dijo mientras le devolvía el cigarro. –Sin los lentes sos otra persona, siguió diciendo mientras se levantaba del banco donde tan cómoda estaba.
-Sí, ya sé. Me llamo Luna.

El bus llegó. Luna apagó el cigarro contra la puerta abierta del coche y lo guardó de nuevo en su camisa a cuadros. Elena subió detrás aunque ella había llegado primero a la parada. Luna se fue a los asientos del fondo. Elena también…

Cinco días después…

Las dos están sentadas en un piso de parqué de un octavo piso, sobre unos almohadones. Toman té de jengibre con miel y las dos agarran sus tazas con ambas manos. Escuchan el murmullo de la ciudad que ha despertado hace unas horas pero recién ahora comienza a hacer ruido… -¿Esto es un sueño? ¿O será el mismo sueño y nunca me desperté? Pregunta Elena.
-Si fuera un sueño yo te habría besado primero, dijo Luna, porque eso era lo que vos querías…

1 comentarios - Luna

Rickelrojo
Ey, muy buen relato! Y raro para P! Seguí subiendo.