You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

Tetas pequeñas (1)

Bueno hoy les dejo esto de rápido por motivos de trabajo no e podido subir relatos pero recién acabe este se divide en varias partes espero y le guste y ya saben se vale dejar puntos y comentarios sobre si les gusto o no y como siempre digo: FELICES PAJAS!!



Siempre he deseado a una chica que vive cerca de mi trabajo. Cada vez que camino por su casa y ella está a la puerta, no puedo contenerme. Yo soy un hombre mayor y ella es muy joven, por lo tanto nunca me atreví a hablarle, pero nunca perdí la esperanza de llevarla a la cama y cumplir en su cuerpo todas las fantasías que me provoca. Se llama Jazmín.

Tengo, por otra parte, una compañera de trabajo que también es más joven que yo y que llama mi atención porque tiene un cuerpo muy delgado, unas tetas pequeñitas y una colita respingona muy deseable. Lizette, que es su nombre, anda en los treinta y tiene los labios carnosos y deseables y además tiene en los dientes esos pequeños ganchillos metálicos con alambre para alinearlos que me producen la fantasía de tenerla mamando mi instrumento corriendo el riesgo de ser lastimado en la operación.

Ayer por la tarde, gracias a un tremendo aguacero quedamos atrapados ella y yo en la escalera que conduce a la salida de los almacenes de materia prima. No podíamos salir, pues ninguno de los dos estábamos preparados con ropa de cubierto para semejante tormenta y debimos esperar a que amainara el temporal. Mientras tanto, gracias a estar aislados del resto del personal tuve oportunidad de decirle que deseaba llevarla a mi cama. Ella me miró un poco sorprendida por mi atrevimiento. A mi edad uno no les invita a las chicas a tomar un café; se va directo al grano.

Le miré a los ojos y le dije que deseaba que pasáramos una tarde agradable; que haría lo necesario para hacerla sentir bien conmigo y que era un asunto puramente sexual. Espera un momento, voy por mi auto, dije finalmente como no dando opción a una negativa. Escapé cruzando el estacionamiento a grandes sancos y subí al vehículo conduciéndolo hasta la puerta y abriendo desde el interior la puerta le invité a subir.

En el camino a mi departamento le pregunté si conocía a Jazmín, porque viven en la misma zona. Primero dijo no conocerla, pero luego supo de quien se trataba. Me gusta mucho, le dije. Tengo la fantasía de tenerte a ti y a ella en mi cama. Lizette me dijo que era yo muy atrevido; pero repliqué en mi defensa que sí, que efectivamente lo era, pero que sólo había una forma de cumplir mi fantasía, porque mientras ellas no lo supieran, eso no sería posible.

Acordamos que pasaría la tarde conmigo, solos ella y yo, por esta ocasión. Teniéndola en mi habitación, la desnudé. Siempre calza unos vaqueros muy ajustados de tiro pequeñito y una camiseta de algodón y zapatillas deportivas. Primero levanté su camiseta dejando a la vista un sostén que pretendía sostener unas tetas pequeñitas, muy bien levantadas y firmes. Solté el broche y dejé esos pequeños encantos a la vista. Ella se sintió muy segura de lo que mostraba y me lancé a comerlas. Mientras me ocupaba de ellas, mi mano se apresuraba a soltar los broches de los vaqueros. Tuve que detenerme porque estaban tan ajustados que requería ambas manos para liberar el resto de ese delgado y blanco cuerpo. Le mandé tumbarse en la cama, desanudé las zapatillas y saqué las calcetas dejando un par de lindos piesitos que llevé a mis labios llenándolos de besos y después de muchos trabajos conseguí liberar los vaqueros pitillos y pude descubrir unas lindas piernas muy bien formadas sin ser excesivamente delgadas. Lo que saltó a la vista fue el hueso de la pelvis y no se porqué razón llamó tanto mi atención.

Me desnudé completamente con cierta torpeza pues apenas podía contener el deseo de lamer la flor oculta en una pequeña selva de oscuros cabellos. Me senté en el suelo y separando totalmente sus piernas entré directo a su raja húmeda con mi lengua. Estaba escurriendo miel que disfruté por largo tiempo excitándome más con sus gemidos. Mi verga enhiesta quería llegar a su destino, pero me contuve alargando el juego erótico.

Cuando sus gemidos se aceleraron me retiré abruptamente y me levanté tomándola de las muñecas y la puse de pie frente a mí. Cómeme la verga le pedí. Se hincó y con sus manos delgadas la empuñó apasionada y la metió entre sus labios. Imaginé quedar ensartado en un gancho de alambre mientras ella me hacía sentir mucho placer. La succionaba con fuerza como tratando de sacarle lo que hubiera dentro y sus carnosos labios se movían en un diestro vaivén muy placentero.

La tomé de los cabellos y la levanté del suelo. Es tan delgada que no fue difícil elevarla por la cintura y colocarla sobre mi verga que entró suavemente al colocarla en su rajita mientras sus piernas se engarzaban a las mías. Así estuvimos meciéndonos en un ritmo cachondo que mantenía esos puntiagudos pezones erguidos frente a mí mientras mi mano escapaba buscando el culo por el que introduje un dedo. Lizette gemía cada vez más fuerte y su respiración agitada anunciaba el clímax en el que estalló ruidosamente y me sentí exultante al conseguir que ella lo disfrutara.

La coloqué con suavidad sobre mi cama y la llené de besos agradecido. Eres exactamente ardiente como te imaginaba. Su mirada orgullosa confirmó lo dicho.

Nos sentamos frente a frente en la cama y le volví a contar mi fantasía con Jazmín. Nunca he estado con otra chica, me dijo y no creo que me guste. No es un asunto de urgencia, pero si lo consigues, te aseguro que será casi tan bueno como hoy. ¿Casi? Cuestionó. Bueno, hoy estuvo muy bien, pero tú sabes que en el sexo no siempre se consigue lo que se busca; especialmente porque estaría Jazmín. Claro que estoy seguro que tú la motivarás, porque la quiero para mí, no para ti. Es decir, las quiero penetrar a las dos.

Pasaron unos días y ambos continuamos en el trabajo con el mismo trato formal de siempre, aunque yo no podía dejar de imaginarla con mi verga dentro y esas pequeñas tetas de oscuros y puntiagudos pezones apuntándome.

Una mañana cuando llegó a trabajar pasó por mi escritorio y me dejó un pedazo de papel doblado, mientras fingía interesarse en un formato de trabajo. Se retiró y yo cuidadoso, desdoblé el papel. “Jazmín dice que si, pero tú y ella solos”. Abajo estaba escrito un número telefónico.

Salí al patio y llamé desde mi móvil. Una voz suave respondió: Hola, ¿eres tú? Si, dije un poco sorprendido de que esperara mi llamada; el tono cordial me hizo sonreír. Sí Jazmín soy Ricardo; me da gusto saber que aceptas mi invitación. Bueno. Dijo ella un poco reservada. Quiero platicar contigo, porque Lizette me contó lo que quieres, pero a mi no me gustaría. Bien. La tranquilicé. Cuándo puedo pasar por ti. Acordamos los detalles para la mañana siguiente, pues ella tiene el turno de la tarde en su trabajo. Yo me tomé la mañana.

Estaba inquieta mirando para todos lados cuando me aparecí en el auto. Abrí la puerta y subió apresurada. Vámonos, dijo. Llegamos a mi apartamento en un par de minutos y pude apreciar que me había dado gusto en su vestimenta. Le pedí que se pusiera los pantaloncitos cortos que acostumbra en su casa, una camiseta y que no usara nada abajo. Entramos y ahí mismo la desnudé; un cuerpo esbelto bien proporcionado. Las tetas pequeñas a mi gusto y las nalgas apenas levantadas sustentadas en un largo par de piernas estéticamente formadas. La levanté en mis brazos y la llevé a la cama. Me desnudé y antes de que hiciera cualquier movimiento tomó mi verga entre sus manos y jugueteándola la puso en su boca introduciéndola hasta su garganta. Su mano se movía rápidamente masturbándome mientras sus ojillos traviesos me buscaban la mirada, como si esperase mi aprobación. Lo haces maravillosamente, sigue. Dije, imaginando todo lo que podría enseñarle a una mujer dispuesta a aprender que lo mejor del sexo, es hacerlo durar. Hoy dejamos el relato aquí y prometo contarles la segunda parte. Ellas dos y yo

2 comentarios - Tetas pequeñas (1)

pacovader
Muy bueno, aunque me sorprende la rapidez de algunos para levantarse minitas..^^