En mi barrio, para Navidad y Año Nuevo, es una costumbre cortar algunas calles y armar fiesta. Pero fiesta en serio. Primero iban solo los vecinos, pero después se empezó a correr la voz y venían de todos lados. Cada uno con sus botellitas para tomar y ganas de disfrutar.
Ese año, fui con mi hermano para la fiesta. Luego de brindar en familia, agarramos una botella de champagne y nos fuimos. Yo iba muy de verano. En ojotas, una pollerita media tableada bastante suelta y una musculosa. Como sabrán quienes viven en Rosario, en esas fechas el calor es realmente asfixiante.
Cuando llegamos, ya había mucha gente. Toda la cuadra repleta. Encontramos a un chico que iba conmigo al gimnasio, cuando yo vivía en Rosario. Mi hermano se fue con otros chicos conocidos del barrio y yo me quedé con este pibe charlando.
Si bien nunca había pasado nada, siempre que nos cruzábamos o hablábamos se notaba una tensión sexual interesante. Esa noche, con la alegría del nuevo año y el alcohol que habíamos tomado desde temprano, nos empezamos a soltar más.
Empezamos a hablar del gimnasio, me contó algunos chismes, todo muy lindo; hasta que me preguntó si estaba yendo al gimnasio en Buenos Aires. Pero no precisamente así. Básicamente, me preguntó si estaba yendo a volver locos a los porteños con mis calzas.
Yo me quedé mirando como diciendo "qué decís"... pero él ni se inmutó. Me miraba de arriba a abajo sin decir nada con una sonrisita en la boca. "Así que mirás mis calzas", le dije. "Yo solo no... todos" me respondió. Le pregunté qué les llamaba la atención de mis calzas. La respuesta ya la sabía y era obvia. Mi culo.
Sin pensarlo, me di vuelta, aplasté mi pollera contra la cola y arqueando la espalda, le dije "este?". Cuando me di vuelta, lo tenía encima mío. Me agarró la cabeza y me comió la boca, sin darme la chance de escapar. Seguimos un rato chapando, mientras él me empujaba de a poco contra la pared de una casa. Alrededor la gente estaba en cualquiera, y eso favoreció a que no prestaran atención a lo que se venía.
Aprovechando mi vestimenta, puso sus manos en mis muslos y levantándolas subió también mi pollera, dejando mi cola al aire. "Que chiquitita es esta tanguita", me dijo mientras recorría la pequeña porción de tela que quedaba a la vista. Yo bajé mis manos por su espalda, y cuando llegué a su cintura las llevé para adelante.
Él me miraba expectante esperando que terminara el recorrido en su pija. Pero no. Metí mis dedos por adentro del short, y recorrí su cintura tocando el boxer, así como él hacía conmigo en mi tanguita.
Después, empezó a meter su mano en mi cola, y con sus dedos trataba de llegar a mi concha. Mi cuerpo se estremecía, dándole a entender que me gustaba. Yo le respondí moviendo mis manos hacia adelante, agarrando su bulto. Tenía la pija durísima. Lo miré y puse mi mejor cara de sorpresa, como si no entendiera porqué pasó algo así. Subió sus manos por mi espalda. El roce de sus dedos con mi piel me mojaban cada vez más.
Yo no sacaba mi mano de su pija. Lo pajeaba por encima del short, hasta que me paró, y se la acomodó para que asomara un poco por abajo. Me reí y lo empecé a pajear. Cuando quiso llevar sus manos a mis tetas, reaccioné. Lo paré y solté su pija, diciéndole que no daba andar haciendo esas cosas ahí (encima, con mi hermano dando vueltas). Si bien estaban todos borrachos y en otra, no daba hacer espectáculos en el barrio.
Me agarró de la mano, y me metió en el pasillo de su casa. Apenas entramos, cerró la puerta dejando la llave puesta. Me acomodó de frente a la pared, dándole la espalda. Yo abrí mis piernas y saqué cola. "No sabés las veces que soñé con tenerte así", me decía mientras con sus manos acariciaba las curvas de mi culo. Me di vuelta, me arrodillé y casi al mismo tiempo le bajé el short y me metí su pija en mi boca.
La agarré de la base de sus huevos y empecé a tragármela toda. La metía y sacaba despacito, sintiendo cada centímetro de su pija clavarse hasta mi garganta. El pibe retrocedió unos metros y se apoyó contra la otra pared. Yo me moví casi arrastrándome con su pija en la boca y seguí con mi trabajo. Lo pajeaba, mientras se la chupaba y sus manos se apoyaban en mi cabeza, acompañando el movimiento.
Sentía como su pija se ponía cada vez más dura. Estaba por acabar. Por eso, calculo que me hizo levantar y me tiró contra la pared. Se paró en frente mío y llevó su mano directamente a mi concha. Mi tanguita estaba empapada. La corrió a un costado y empezó a jugar con mis dedos.
Mis piernas se aflojaron cuando sus dedos rozaron mi clítoris. Sin previo aviso previo me metió uno. Después otro. Me cogía con los dedos, metiendo solo la puntita, pero me volvía loca. Yo me agarraba de sus hombros para no caerme.
Empecé a gemir cada vez más fuerte. Me hizo señas de que no haga mucho ruido, pero no podía callarme. Entonces, me tapó la boca con la otra mano. Ahí me solté y di rienda suelta a mi locura: pegué un grito que se ahogó en su mano. Cuando estuve al borde de un orgasmo, sacó los dedos y me dio vuelta.
Me hizo apoyar las manos contra la pared y apuntando su pija en mi concha me penetró. Pegó su cuerpo al mío, y con sus dedos seguía tocándome el clítoris masturbándome mientras metía y sacaba su verga. Me volvía loca. Sentía que en cualquier momento me caía de cómo me estaban temblando las piernas. Instintivamente arañaba la pared para sostenerme. Efectivamente, cuando acabé, casi me caigo. El flaco me agarró con sus brazos de la panza para mantenerme en pie, sin dejar de cogerme en ningún momento.
Siguió un rato más penetrándome hasta que sentí como la clavó al fondo y se detuvo. "Ya acabaste?" le pregunté. Con su respiración agitada y con un tono entrecortado me dijo que si. "Malo.. quería lechita yo", le dije mientras me volvía a arrodillar para chupársela. Todavía la tenía dura y podía sentir el gusto de su leche en la puntita.
- Quería lechita en la colita - le dije, arrodillada, mientras seguía pajeandolo. - Tanto te gustaba mi cola y no la ensuciaste - ahora le hablaba haciéndole pucherito. Su pija pegó un salto al escucharme. Se notaba agitado y nervioso esperando que su verga le responda en ese momento, que había soñado tanto tiempo.
- Sos mejor de lo que me imaginaba... sos un infierno nena - me levantó y me puso contra la pared.
Quedamos frente a frente, nuestros labios se rozaban mientras él levantaba una de mis piernas y me la clavaba. Sus movimientos eran cortos y profundos, por la incomodidad del lugar y la posición. Me agarró la otra pierna, alzándome. Yo me colgué de su cuello. Estaba sentada en el aire, sostenida por su pija clavada en mi concha. Me empezó a mover con fuerza, poniéndomela hasta el fondo. Se podía sentir el ruido de nuestros cuerpos chocando, lo que hacía la escena aún más caliente.
Cuando sus brazos no dieron más, me bajó al piso. Me dio vuelta, yo esperaba el lechazo en la cola, pero antes, me pegó una cogida salvaje que me hizo estampar la cara contra la pared. Me agarraba fuerte de la cola pegando chirlos suavecitos y me acariciaba desde la cintura a los muslos.
Cuando no pudo más, sacó su pija y me largó dos chorros espesos de leche en mi cola. Con su pija la empezó a distribuir por todos mis cachetes. "No te jode eso, no?", me preguntó. Me reí y le dije que si no lo hacía él lo iba a hacer yo.
Me acomodé la tanguita y la pollera. Sentí un chorro de leche caer por mi pierna. Me limpié un poco, y salimos de nuevo a la calle. Ya había menos gente. Cuando miré mi celu, tenía un mensaje de mi hermano avisándome que se había ido a dar unas vueltas con los amigos. Le pedí al flaco si me podía acompañar a mi casa, que estaba a unas cuadras.
Cuando llegamos a la puerta, ya estaba amaneciendo. Nos despedimos con un beso, aunque él fue un poco más y me estampó contra la puerta de mi casa. Lo miré con cara de "acá no" y lo paré. Aunque no podía negar, que tenía ganas de otro polvito con el pibe, pero no daba. A mi casa no lo iba a hacer entrar, en cualquier momento se levantaban mis viejos o llegaba mi hermano. "Cuando llegues, mandame un mensaje" le dije y me metí en casa.
Me fui a la cama con el celu. Al rato, cae un mensaje del flaco este. Empezamos a calentarnos por mensajes, a tal punto que terminé tocándome, mientras él (según dijo) también se pajeaba. "Esto no va a quedar así", fue mi último mensaje antes de dormirme. La semana siguiente, volví a Rosario con el solo objetivo de volvernos a ver, pero lejos del pasillo de su casa o de la puerta de la mía. Nos encerramos en un hotel a recibir el año como corresponde.
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Ese año, fui con mi hermano para la fiesta. Luego de brindar en familia, agarramos una botella de champagne y nos fuimos. Yo iba muy de verano. En ojotas, una pollerita media tableada bastante suelta y una musculosa. Como sabrán quienes viven en Rosario, en esas fechas el calor es realmente asfixiante.
Cuando llegamos, ya había mucha gente. Toda la cuadra repleta. Encontramos a un chico que iba conmigo al gimnasio, cuando yo vivía en Rosario. Mi hermano se fue con otros chicos conocidos del barrio y yo me quedé con este pibe charlando.
Si bien nunca había pasado nada, siempre que nos cruzábamos o hablábamos se notaba una tensión sexual interesante. Esa noche, con la alegría del nuevo año y el alcohol que habíamos tomado desde temprano, nos empezamos a soltar más.
Empezamos a hablar del gimnasio, me contó algunos chismes, todo muy lindo; hasta que me preguntó si estaba yendo al gimnasio en Buenos Aires. Pero no precisamente así. Básicamente, me preguntó si estaba yendo a volver locos a los porteños con mis calzas.
Yo me quedé mirando como diciendo "qué decís"... pero él ni se inmutó. Me miraba de arriba a abajo sin decir nada con una sonrisita en la boca. "Así que mirás mis calzas", le dije. "Yo solo no... todos" me respondió. Le pregunté qué les llamaba la atención de mis calzas. La respuesta ya la sabía y era obvia. Mi culo.
Sin pensarlo, me di vuelta, aplasté mi pollera contra la cola y arqueando la espalda, le dije "este?". Cuando me di vuelta, lo tenía encima mío. Me agarró la cabeza y me comió la boca, sin darme la chance de escapar. Seguimos un rato chapando, mientras él me empujaba de a poco contra la pared de una casa. Alrededor la gente estaba en cualquiera, y eso favoreció a que no prestaran atención a lo que se venía.
Aprovechando mi vestimenta, puso sus manos en mis muslos y levantándolas subió también mi pollera, dejando mi cola al aire. "Que chiquitita es esta tanguita", me dijo mientras recorría la pequeña porción de tela que quedaba a la vista. Yo bajé mis manos por su espalda, y cuando llegué a su cintura las llevé para adelante.
Él me miraba expectante esperando que terminara el recorrido en su pija. Pero no. Metí mis dedos por adentro del short, y recorrí su cintura tocando el boxer, así como él hacía conmigo en mi tanguita.
Después, empezó a meter su mano en mi cola, y con sus dedos trataba de llegar a mi concha. Mi cuerpo se estremecía, dándole a entender que me gustaba. Yo le respondí moviendo mis manos hacia adelante, agarrando su bulto. Tenía la pija durísima. Lo miré y puse mi mejor cara de sorpresa, como si no entendiera porqué pasó algo así. Subió sus manos por mi espalda. El roce de sus dedos con mi piel me mojaban cada vez más.
Yo no sacaba mi mano de su pija. Lo pajeaba por encima del short, hasta que me paró, y se la acomodó para que asomara un poco por abajo. Me reí y lo empecé a pajear. Cuando quiso llevar sus manos a mis tetas, reaccioné. Lo paré y solté su pija, diciéndole que no daba andar haciendo esas cosas ahí (encima, con mi hermano dando vueltas). Si bien estaban todos borrachos y en otra, no daba hacer espectáculos en el barrio.
Me agarró de la mano, y me metió en el pasillo de su casa. Apenas entramos, cerró la puerta dejando la llave puesta. Me acomodó de frente a la pared, dándole la espalda. Yo abrí mis piernas y saqué cola. "No sabés las veces que soñé con tenerte así", me decía mientras con sus manos acariciaba las curvas de mi culo. Me di vuelta, me arrodillé y casi al mismo tiempo le bajé el short y me metí su pija en mi boca.
La agarré de la base de sus huevos y empecé a tragármela toda. La metía y sacaba despacito, sintiendo cada centímetro de su pija clavarse hasta mi garganta. El pibe retrocedió unos metros y se apoyó contra la otra pared. Yo me moví casi arrastrándome con su pija en la boca y seguí con mi trabajo. Lo pajeaba, mientras se la chupaba y sus manos se apoyaban en mi cabeza, acompañando el movimiento.
Sentía como su pija se ponía cada vez más dura. Estaba por acabar. Por eso, calculo que me hizo levantar y me tiró contra la pared. Se paró en frente mío y llevó su mano directamente a mi concha. Mi tanguita estaba empapada. La corrió a un costado y empezó a jugar con mis dedos.
Mis piernas se aflojaron cuando sus dedos rozaron mi clítoris. Sin previo aviso previo me metió uno. Después otro. Me cogía con los dedos, metiendo solo la puntita, pero me volvía loca. Yo me agarraba de sus hombros para no caerme.
Empecé a gemir cada vez más fuerte. Me hizo señas de que no haga mucho ruido, pero no podía callarme. Entonces, me tapó la boca con la otra mano. Ahí me solté y di rienda suelta a mi locura: pegué un grito que se ahogó en su mano. Cuando estuve al borde de un orgasmo, sacó los dedos y me dio vuelta.
Me hizo apoyar las manos contra la pared y apuntando su pija en mi concha me penetró. Pegó su cuerpo al mío, y con sus dedos seguía tocándome el clítoris masturbándome mientras metía y sacaba su verga. Me volvía loca. Sentía que en cualquier momento me caía de cómo me estaban temblando las piernas. Instintivamente arañaba la pared para sostenerme. Efectivamente, cuando acabé, casi me caigo. El flaco me agarró con sus brazos de la panza para mantenerme en pie, sin dejar de cogerme en ningún momento.
Siguió un rato más penetrándome hasta que sentí como la clavó al fondo y se detuvo. "Ya acabaste?" le pregunté. Con su respiración agitada y con un tono entrecortado me dijo que si. "Malo.. quería lechita yo", le dije mientras me volvía a arrodillar para chupársela. Todavía la tenía dura y podía sentir el gusto de su leche en la puntita.
- Quería lechita en la colita - le dije, arrodillada, mientras seguía pajeandolo. - Tanto te gustaba mi cola y no la ensuciaste - ahora le hablaba haciéndole pucherito. Su pija pegó un salto al escucharme. Se notaba agitado y nervioso esperando que su verga le responda en ese momento, que había soñado tanto tiempo.
- Sos mejor de lo que me imaginaba... sos un infierno nena - me levantó y me puso contra la pared.
Quedamos frente a frente, nuestros labios se rozaban mientras él levantaba una de mis piernas y me la clavaba. Sus movimientos eran cortos y profundos, por la incomodidad del lugar y la posición. Me agarró la otra pierna, alzándome. Yo me colgué de su cuello. Estaba sentada en el aire, sostenida por su pija clavada en mi concha. Me empezó a mover con fuerza, poniéndomela hasta el fondo. Se podía sentir el ruido de nuestros cuerpos chocando, lo que hacía la escena aún más caliente.
Cuando sus brazos no dieron más, me bajó al piso. Me dio vuelta, yo esperaba el lechazo en la cola, pero antes, me pegó una cogida salvaje que me hizo estampar la cara contra la pared. Me agarraba fuerte de la cola pegando chirlos suavecitos y me acariciaba desde la cintura a los muslos.
Cuando no pudo más, sacó su pija y me largó dos chorros espesos de leche en mi cola. Con su pija la empezó a distribuir por todos mis cachetes. "No te jode eso, no?", me preguntó. Me reí y le dije que si no lo hacía él lo iba a hacer yo.
Me acomodé la tanguita y la pollera. Sentí un chorro de leche caer por mi pierna. Me limpié un poco, y salimos de nuevo a la calle. Ya había menos gente. Cuando miré mi celu, tenía un mensaje de mi hermano avisándome que se había ido a dar unas vueltas con los amigos. Le pedí al flaco si me podía acompañar a mi casa, que estaba a unas cuadras.
Cuando llegamos a la puerta, ya estaba amaneciendo. Nos despedimos con un beso, aunque él fue un poco más y me estampó contra la puerta de mi casa. Lo miré con cara de "acá no" y lo paré. Aunque no podía negar, que tenía ganas de otro polvito con el pibe, pero no daba. A mi casa no lo iba a hacer entrar, en cualquier momento se levantaban mis viejos o llegaba mi hermano. "Cuando llegues, mandame un mensaje" le dije y me metí en casa.
Me fui a la cama con el celu. Al rato, cae un mensaje del flaco este. Empezamos a calentarnos por mensajes, a tal punto que terminé tocándome, mientras él (según dijo) también se pajeaba. "Esto no va a quedar así", fue mi último mensaje antes de dormirme. La semana siguiente, volví a Rosario con el solo objetivo de volvernos a ver, pero lejos del pasillo de su casa o de la puerta de la mía. Nos encerramos en un hotel a recibir el año como corresponde.
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32 comentarios - Recibiendo el año
gracias por pasar!
Cuando dijiste que querías lechecita en la cola, pensé que te referías a sexo anal.
gracias por compartir!!
gracias por pasar!
Saludos besos,linda
gracias por pasar! 😉
gracias por pasar!
besos hermosa!!!
gracias por pasar!
mientras imagino las mil formas en las que te daria placer...
van 10 muñeca
gracias por pasar!
gracias por pasar
gracias por pasar!
gracias por pasar!
aah vaya genial esode tu ciudad, creo que donde vivo antes se hacia algo asi pero por los 50s o 70s... luego ya nope XD
que cosa rara lo de las calsas jajjaja si son geniales jajajaj
"sacó su pija y me largó dos chorros espesos de leche en mi cola. Con su pija la empezó a distribuir por todos mis cachetes." que rico ❤️
aca ya no se hace mas. al menos en mi barrio. despues que un año mataron a uno. total normalidad en ciudad juarez 😛 jaja
aah entiendo aca fue de la nada por lo que se, creo que hasta se hacia corzo en carnavales...