La esposa del Gerente
Trabajo con una empresa en forma externa. A pesar de que tengo trato con todos los sectores, mi relación de trabajo es con el Gerente, Alberto.
Alberto tiene a mas de 50 empleados bajo su poder, 40 años y está casado con Eloisa unos 10 años menor, que trabaja en la misma empresa en el sector contable.
Mi relación es cordial con ambos.
En cierta ocasión Alberto me vino a ver a mi oficina para charla de algunos temas de trabajo, como solía hacerlo siempre.
Esta vez fue distinto, ya que la trajo a su esposa, Eloisa. Yo pensé que tal vez de aquí se irían a otro lado, ya que del tema que charlaríamos, poco tenia que ver con su sector.
La reunión ser desenvolvió como siempre. Eloisa, estuvo callada todo el tiempo, aunque cruzamos miradas cordiales o sonrisas. En un momento ella me interrumpió y me pidió permiso para pasar al baño. Yo la acompañe, dejando a Alberto en mi oficina para mostrarle donde quedaba. Al llegar a la puerta me hizo una caricia en el brazo y me agradeció con una sonrisa.
Volví a mi escritorio y seguimos la reunión con Alberto.
Eloisa se demoró, pero al volver, algo había cambiado, se había pintado los labios de un color bien rojo y su camisa, tenia desprendido un botón mas dejando asomar un poco mas unos lindos pechos.
Alberto no lo noto, de hecho ni la miraba. Solo me miraba a mi y las hojas de trabajo.
A mi ya me costaba seguir la charla sin mirarla y cuando lo hacia, notaba cierta sonrisa picara de ella hacia mi. "Me esta seduciendo pensé".... pero no, no podía ser. El esposo estaba al lado. Seguramente era todo imaginación mía.
Cuando terminamos la reunión, nos levantamos y los acompañé a la puerta y ella le dijo a su esposo, "Alberto, anda yendo a la empresa que yo quiero hablar algo con el Señor...", Yo me sorprendí.... no me esperaba algo así. Además en la oficina ya no quedaba nadie, solo nosotros. Alberto también pareció sorprenderse y noté un dejo de molestia en su rostro.
"Pero, que tenes que hablar?" le preguntó Alberto y ella le contestó, "yo no tengo que darte explicaciones, es tu tema personal".
Como sentí que se venia una discusión matrimonial, los dejé solos, me despedí y volví a mi oficina.
Podía sentir que discutían, pero no lograba escuchar lo que decían.... Alberto hablaba muy bajo, casi lloriqueaba y solo podía escuchar la voz de Eloisa que cada vez subía mas el tono, que decía "... esto ya lo hablamos Alberto, vos aceptaste mis condiciones...."
Y Alberto le contestó "... pero tiene que ser con él, a quien yo conozco? y con quien yo trabajo... por que siempre me humillas de esa manera?".
Así siguieron discutiendo hasta que se escucho cerrar la puerta. Pensé, "al fin se fueron".
A continuación sentí unos pasos, era Eloisa, que se apareció por mi oficina y con una sonrisa me dijo "que pesado Alberto!.. bueno ya podemos charlar en privado....". Se sentó frente a mi escritorio y me pidió un vaso de agua.
Así que fui a buscarle el agua y al volver la encontré sentada sobre el escritorio dejando ver buena parte de sus piernas, con otro botón mas de la camisa desabrochado mostrando mas sus pechos y con un detalle que mató: sobre la silla había dejado su bombachita, para que quedara bien claro todo. (por si hacia falta).
Me quede helado, parecía un sueño. Quedé petrificado con el vaso de agua en la mano.
-"Acércate que no muerdo", dijo.
-"Pero Alberto?" le dije, apoyando el vaso sobre el escritorio.
-"Alberto ya tiene claras las cosas... no le gustan pero las acepta... el año pasado yo ya le plantee las cosas... seguimos juntos, pero yo soy demasiado mujer para un solo hombre". "Así que cuando alguien me gusta simplemente lo tomo". "Vos te vas a dejar tomar?". "Yo siento que te gusto".
Me acerque, nos abrazamos y nos besamos profundamente. Me olvide del trabajo, de Alberto, de que esto era una locura. Como miraría a Alberto después de esto. Me dejé llevar por su deseo y por el mío. Eloisa siempre me había atraído.
Así, hicimos el amor sobre el escritorio o sobre mi silla giratoria o en otros rincones de la oficinas, cambiando de distintas posiciones.
Ella cada tanto repetía cosas como, "soy demasiado mujer para un solo hombre"... "yo no soy de nadie..." ... "pocos hombres me pueden seguir el tren...", "soy demasiado puta, para una solo pija...".
Una vez que lo hicimos varias veces, nos quedamos charlando y me contó que ella tenia sus aventuras con distintos hombres, algunos desconocidos de una sola vez y otros con cierta continuidad. Y que Alberto lo sabia, pero era el precio que pagaba para que ella siguiera viviendo con él. Eran "recreos que ella se tomaba para tomar aire".
Ella me dijo que seguiríamos viéndonos si yo también quería. La única condición que le puse es que Alberto no lo supiera... podía sospecharlo, pero que no lo supiera. Ella lo acepto.
Así que seguimos viéndonos y hacíamos el amor en la oficina cada vez que ella me llamaba y combinábamos un horario.
Durante años, yo seguí trabajando con Alberto y ambos hacíamos de cuenta que nada pasaba. Pero de vez en cuando su esposa me convocaba para que tuviera sexo con ella.
Claro que siempre quedó claro que yo no era el único y que amigos como yo, tenia unos cuantos.
Trabajo con una empresa en forma externa. A pesar de que tengo trato con todos los sectores, mi relación de trabajo es con el Gerente, Alberto.
Alberto tiene a mas de 50 empleados bajo su poder, 40 años y está casado con Eloisa unos 10 años menor, que trabaja en la misma empresa en el sector contable.
Mi relación es cordial con ambos.
En cierta ocasión Alberto me vino a ver a mi oficina para charla de algunos temas de trabajo, como solía hacerlo siempre.
Esta vez fue distinto, ya que la trajo a su esposa, Eloisa. Yo pensé que tal vez de aquí se irían a otro lado, ya que del tema que charlaríamos, poco tenia que ver con su sector.
La reunión ser desenvolvió como siempre. Eloisa, estuvo callada todo el tiempo, aunque cruzamos miradas cordiales o sonrisas. En un momento ella me interrumpió y me pidió permiso para pasar al baño. Yo la acompañe, dejando a Alberto en mi oficina para mostrarle donde quedaba. Al llegar a la puerta me hizo una caricia en el brazo y me agradeció con una sonrisa.
Volví a mi escritorio y seguimos la reunión con Alberto.
Eloisa se demoró, pero al volver, algo había cambiado, se había pintado los labios de un color bien rojo y su camisa, tenia desprendido un botón mas dejando asomar un poco mas unos lindos pechos.
Alberto no lo noto, de hecho ni la miraba. Solo me miraba a mi y las hojas de trabajo.
A mi ya me costaba seguir la charla sin mirarla y cuando lo hacia, notaba cierta sonrisa picara de ella hacia mi. "Me esta seduciendo pensé".... pero no, no podía ser. El esposo estaba al lado. Seguramente era todo imaginación mía.
Cuando terminamos la reunión, nos levantamos y los acompañé a la puerta y ella le dijo a su esposo, "Alberto, anda yendo a la empresa que yo quiero hablar algo con el Señor...", Yo me sorprendí.... no me esperaba algo así. Además en la oficina ya no quedaba nadie, solo nosotros. Alberto también pareció sorprenderse y noté un dejo de molestia en su rostro.
"Pero, que tenes que hablar?" le preguntó Alberto y ella le contestó, "yo no tengo que darte explicaciones, es tu tema personal".
Como sentí que se venia una discusión matrimonial, los dejé solos, me despedí y volví a mi oficina.
Podía sentir que discutían, pero no lograba escuchar lo que decían.... Alberto hablaba muy bajo, casi lloriqueaba y solo podía escuchar la voz de Eloisa que cada vez subía mas el tono, que decía "... esto ya lo hablamos Alberto, vos aceptaste mis condiciones...."
Y Alberto le contestó "... pero tiene que ser con él, a quien yo conozco? y con quien yo trabajo... por que siempre me humillas de esa manera?".
Así siguieron discutiendo hasta que se escucho cerrar la puerta. Pensé, "al fin se fueron".
A continuación sentí unos pasos, era Eloisa, que se apareció por mi oficina y con una sonrisa me dijo "que pesado Alberto!.. bueno ya podemos charlar en privado....". Se sentó frente a mi escritorio y me pidió un vaso de agua.
Así que fui a buscarle el agua y al volver la encontré sentada sobre el escritorio dejando ver buena parte de sus piernas, con otro botón mas de la camisa desabrochado mostrando mas sus pechos y con un detalle que mató: sobre la silla había dejado su bombachita, para que quedara bien claro todo. (por si hacia falta).
Me quede helado, parecía un sueño. Quedé petrificado con el vaso de agua en la mano.
-"Acércate que no muerdo", dijo.
-"Pero Alberto?" le dije, apoyando el vaso sobre el escritorio.
-"Alberto ya tiene claras las cosas... no le gustan pero las acepta... el año pasado yo ya le plantee las cosas... seguimos juntos, pero yo soy demasiado mujer para un solo hombre". "Así que cuando alguien me gusta simplemente lo tomo". "Vos te vas a dejar tomar?". "Yo siento que te gusto".
Me acerque, nos abrazamos y nos besamos profundamente. Me olvide del trabajo, de Alberto, de que esto era una locura. Como miraría a Alberto después de esto. Me dejé llevar por su deseo y por el mío. Eloisa siempre me había atraído.
Así, hicimos el amor sobre el escritorio o sobre mi silla giratoria o en otros rincones de la oficinas, cambiando de distintas posiciones.
Ella cada tanto repetía cosas como, "soy demasiado mujer para un solo hombre"... "yo no soy de nadie..." ... "pocos hombres me pueden seguir el tren...", "soy demasiado puta, para una solo pija...".
Una vez que lo hicimos varias veces, nos quedamos charlando y me contó que ella tenia sus aventuras con distintos hombres, algunos desconocidos de una sola vez y otros con cierta continuidad. Y que Alberto lo sabia, pero era el precio que pagaba para que ella siguiera viviendo con él. Eran "recreos que ella se tomaba para tomar aire".
Ella me dijo que seguiríamos viéndonos si yo también quería. La única condición que le puse es que Alberto no lo supiera... podía sospecharlo, pero que no lo supiera. Ella lo acepto.
Así que seguimos viéndonos y hacíamos el amor en la oficina cada vez que ella me llamaba y combinábamos un horario.
Durante años, yo seguí trabajando con Alberto y ambos hacíamos de cuenta que nada pasaba. Pero de vez en cuando su esposa me convocaba para que tuviera sexo con ella.
Claro que siempre quedó claro que yo no era el único y que amigos como yo, tenia unos cuantos.
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