La Amiga Gabriela
(continuacion del relato "la Amiga Alejandra";)
Según parece mi esposa (Susana), seguía planeando nuevos juegos en los que me podía incluir. Pero esta vez el juego le cayó sin que ella lo esperara o planeara.
A la semana, de este encuentro, mi esposa y Alejandra, fueron a tomar un café con Gabriela.
Gabriela, era una mujer muy linda, rubia, ojos claros, rondaba los 40 años como mi esposa y Alejandra. Pero Gabriela, a diferencia de Ale, estaba casada hace como 15 años y tenia una vida que parecía armónica junto a su marido. De hecho, cada tanto salíamos los cuatro. Yo no era amigo del marido de Gaby, pero en las salidas podíamos charlar los 4 o cuando ellas hablaban sus cosas de mujeres también podíamos hablar los dos sin problemas. Siempre me resulto atractiva Gabriela y mi esposa lo sabia.
En la charla como al pasar Alejandra le menciono nuestro encuentro de la semana anterior.
Gabriela al principio no entendió y pidió detalles, Ale se dio cuenta que había metido la pata, pero a esta altura, tuvieron que contarle, pidiéndole las reservas del caso.
Sin entrar en detalles le dieron un pantallazo del encuentro. Esto pareció dar por terminado el tema.
Pero al día siguiente Gabriela, llamó a mi esposa, y le planteo que le había dejado intrigada ese encuentro y le cuestionaba el porqué incluir a Alejandra y no tenerla en cuenta a ella.
Mi esposa le contestó que la situación de Ale era distinta a ella. Que había sido una forma de sacarla del pozo.
Gabriela, le planteo que ella también quería tener esa clase de experiencia y ahí le planteo sin rodeos su situación:
"Eduardo (su esposo), es un cavernícola, no tiene el mas mínimo tacto para tratar a una dama, y lo que cuentan ustedes del encuentro con tu esposo, me pareció tan erotico, tan cariñoso, tan.. sumiso y servicial, yo quiero probar algo así… "
"Además", agregó, "yo se que le gusto a tu esposo, yo se como me mira. Me doy cuenta que se pone nervioso cuando hablamos por teléfono cuando pido hablar con vos o cuando se tiene que dirigir a mi en una charla. Yo se que lo intimido, que lo caliento".
Susana, sabía que así era yo. Que una mujer que me atraía me inhibía, me hacia tartamudear y sonrojarme.
Por eso le empezó a maquinar la idea del encuentro. Sería otra prueba para mí y una forma de divertirse con mis reacciones y lucirse ante su amiga.
El tema era Eduardo (el esposo de Gaby), que no debía saber nada.
Cuando Susana, me lo planteo a mí, le dije que era una locura, que Ale era un caso distinto.
Esa misma noche antes de ir a dormirnos, ya en la cama, Susana comenzó a tocarme el pene y al oído me dijo "quiero que te cojas a Gabriela", "yo sé que la deseas", "quiero que después ella me llame y me cuente todo lo que le hiciste".
Yo le dije que no, que Eduardo podría enterarse. Ella seguía en la oscuridad tocándome el pene e insistía. Claro que cada vez estaba más excitado.
Entonces Susana me dijo, "quiero que me beses y pienses que estas besándola a ella", nos besamos y fue una hermosa fantasía, Gaby era una mujer madura muy hermosa.
Y claro, me convenció. Mientras hacíamos el amor en la cama, me hizo prometerle que accedería al juego. Ya no podía negarme.
Esta vez el juego que planearon Susana y Gabriela fue distinto.
La idea era que cuando volviera de trabajar el viernes fuera a casa, me bañara y con Susana fuéramos a la casa de Gabriela. Eduardo estaba de viaje, ellas habían planeado todo.
Llegamos en auto a la casa de Gabriela y Susana, me dio las instrucciones en la puerta. "Ahora vas a entrar, ella te va a estar esperando". "Vas a atenderla como se merece, no vas irte hasta que ella acabe todas las veces que ella desee". Me miró a los ojos y me dijo con firmeza "Pero OJO, vos no vas a poder acabar ni una sola vez". "Si eso pasara, no solo me voy a enojar con vos, sino que además, conmigo no vas a poder coger por un mes". Esto me intimidó pero a la vez me excitó mucho.
Gabriela, me abrió la puerta, estaba hermosa con su rubio cabello suelto. Vestía un vestido más bien corto. Tenía un pequeño escote. La saludó de lejos a Susana, que se fue con el auto.
Gaby cerró la puerta y me llevó al comedor. Ella no sabía por dónde empezar, se sentó en el sillón y cruzó sus hermosas las piernas. Yo sin decir nada, me arrodillé ante ella y comencé a besarlas. Su reacción no se hizo esperar, ya que agarro mi cara, abrió sus piernas y me llevó a su concha, que para mi sorpresa no llevaba bombacha.
Así le hice sexo oral hasta que acabo y con delicadeza me aparto.
Yo seguía vestido, ella se levanto y me dijo que se iría a lavar.
Desde el baño me dijo "desnúdate y veni".
Yo no lo dude, me desvestí, y fui. Gabriela estaba en la ducha.
"Vení y bañamé", me dijo, mientras me daba el jabon y la esponja.
Yo tenía una erección importante y ella lo sabía y ya que cada tanto, como sin querer me rozaba mientras yo la lavaba cada parte de su figura.
La bañera era grande como para dos personas y tenía un lugar para sentarse. Una vez que terminé de lavarla, me indicó que me sentara y ella de espaldas a mi, se sentó sobre mi pija y la puso bien adentro suyo y empezó a ponerla y sacarla. Yo la agarraba por la cintura, pero todo el trabajo lo hacia ella.
Varias veces mientras cogíamos ella, me decía "ojo, que no podes acabar, mira que sino Susana se enoja". A ella parecía gustarle el hecho de esa prohibición que me habían impuesto.
Así siguió hasta que le rogé por favor que parara. A ella eso le hizo gracias que le rogara, pero respeto mi pedido. Pero eso no implicaba que no tuviera ganas de más. Así que me dejo sentado, se paro y coloco su concha en mi boca apoyando una pierna en la pared de la bañera y la otra en el piso y refregó su concha contra mí, mientras yo la adoraba de la mejor manera posible. Ella se desesperaba y decía cosas como "chupa perrito", "que bien que comes, hijo de puta", "estas bien enseñado chupa conchas…".
Así acabo y se apartó de mí. Estaba muy cansada, se recostó en el piso de la bañera. Estaba tan linda con su pelo rubio mojado, toda desnuda. Ella notó que la miraba y me sonrió, mirando mi pija que seguía dura. "Pobrecito, no podes acabar…" y comenzó a rozar uno de sus pies sobre mi pija. Yo gemía de deseo, eso parecía gustarle, el deseo de lo prohibido, tenerme al borde del placer.
Entonces se acerco y comenzó a besarme el pene, lo hacia despacito y cada tanto me decía "no podes acabar, no te olvides". Así lamia la cabeza y disfrutaba de provocarme esa tortura.
Yo le rogaba que pare, no podía dejarme llevar. A ella le gustaba el juego. "Pobrecito, tiene ganas… me encanta…", decía.
Así fue que jugó un buen rato con mi deseo. Cuando se cansó me dijo, "bueno, tenes que irte, Susana ya esta por venir a buscarte, vestite".
Gabriela se fue, yo me duché siempre con la pija dura y salí con la toalla, ella ya estaba vestida y me dijo que Susana llegaría en un ratito. Me vestí rápidamente.
Susana, me vino a buscar, lo primero que hizo ante de arrancar fue verificar que tan caliente estaba acariciando mi pene sobre la ropa.
Arrancó el auto y cada tanto, acariciaba mi pene a ver si todo estaba "en orden". Así fue que llegamos a casa.
Una vez en nuestra cama, ella estaba tan caliente por la situación que quería tener sexo conmigo, yo me disculpé diciéndole que estaba a punto de acabar. Pero ella no iba a quedarse con las ganas.
Me hizo desnudarme y ella también se desnudó.
Así que me hizo acostar boca arriba y se sentó sobre mi boca y me refregó todo el tiempo que necesito para acabar. Cada tanto acariciaba mi pene, el que siempre estaba al "filo de la navaja".
Justo cuando ella estaba a punto de acabar, metió mi pene en su boca y acabamos juntos. Susana siguió succionando el pene hasta la última gota.
Luego se acercó a mi boca y me besó de una manera muy apasionada, con el sabor de varias horas de calentura en sus labios.
(continuacion del relato "la Amiga Alejandra";)
Según parece mi esposa (Susana), seguía planeando nuevos juegos en los que me podía incluir. Pero esta vez el juego le cayó sin que ella lo esperara o planeara.
A la semana, de este encuentro, mi esposa y Alejandra, fueron a tomar un café con Gabriela.
Gabriela, era una mujer muy linda, rubia, ojos claros, rondaba los 40 años como mi esposa y Alejandra. Pero Gabriela, a diferencia de Ale, estaba casada hace como 15 años y tenia una vida que parecía armónica junto a su marido. De hecho, cada tanto salíamos los cuatro. Yo no era amigo del marido de Gaby, pero en las salidas podíamos charlar los 4 o cuando ellas hablaban sus cosas de mujeres también podíamos hablar los dos sin problemas. Siempre me resulto atractiva Gabriela y mi esposa lo sabia.
En la charla como al pasar Alejandra le menciono nuestro encuentro de la semana anterior.
Gabriela al principio no entendió y pidió detalles, Ale se dio cuenta que había metido la pata, pero a esta altura, tuvieron que contarle, pidiéndole las reservas del caso.
Sin entrar en detalles le dieron un pantallazo del encuentro. Esto pareció dar por terminado el tema.
Pero al día siguiente Gabriela, llamó a mi esposa, y le planteo que le había dejado intrigada ese encuentro y le cuestionaba el porqué incluir a Alejandra y no tenerla en cuenta a ella.
Mi esposa le contestó que la situación de Ale era distinta a ella. Que había sido una forma de sacarla del pozo.
Gabriela, le planteo que ella también quería tener esa clase de experiencia y ahí le planteo sin rodeos su situación:
"Eduardo (su esposo), es un cavernícola, no tiene el mas mínimo tacto para tratar a una dama, y lo que cuentan ustedes del encuentro con tu esposo, me pareció tan erotico, tan cariñoso, tan.. sumiso y servicial, yo quiero probar algo así… "
"Además", agregó, "yo se que le gusto a tu esposo, yo se como me mira. Me doy cuenta que se pone nervioso cuando hablamos por teléfono cuando pido hablar con vos o cuando se tiene que dirigir a mi en una charla. Yo se que lo intimido, que lo caliento".
Susana, sabía que así era yo. Que una mujer que me atraía me inhibía, me hacia tartamudear y sonrojarme.
Por eso le empezó a maquinar la idea del encuentro. Sería otra prueba para mí y una forma de divertirse con mis reacciones y lucirse ante su amiga.
El tema era Eduardo (el esposo de Gaby), que no debía saber nada.
Cuando Susana, me lo planteo a mí, le dije que era una locura, que Ale era un caso distinto.
Esa misma noche antes de ir a dormirnos, ya en la cama, Susana comenzó a tocarme el pene y al oído me dijo "quiero que te cojas a Gabriela", "yo sé que la deseas", "quiero que después ella me llame y me cuente todo lo que le hiciste".
Yo le dije que no, que Eduardo podría enterarse. Ella seguía en la oscuridad tocándome el pene e insistía. Claro que cada vez estaba más excitado.
Entonces Susana me dijo, "quiero que me beses y pienses que estas besándola a ella", nos besamos y fue una hermosa fantasía, Gaby era una mujer madura muy hermosa.
Y claro, me convenció. Mientras hacíamos el amor en la cama, me hizo prometerle que accedería al juego. Ya no podía negarme.
Esta vez el juego que planearon Susana y Gabriela fue distinto.
La idea era que cuando volviera de trabajar el viernes fuera a casa, me bañara y con Susana fuéramos a la casa de Gabriela. Eduardo estaba de viaje, ellas habían planeado todo.
Llegamos en auto a la casa de Gabriela y Susana, me dio las instrucciones en la puerta. "Ahora vas a entrar, ella te va a estar esperando". "Vas a atenderla como se merece, no vas irte hasta que ella acabe todas las veces que ella desee". Me miró a los ojos y me dijo con firmeza "Pero OJO, vos no vas a poder acabar ni una sola vez". "Si eso pasara, no solo me voy a enojar con vos, sino que además, conmigo no vas a poder coger por un mes". Esto me intimidó pero a la vez me excitó mucho.
Gabriela, me abrió la puerta, estaba hermosa con su rubio cabello suelto. Vestía un vestido más bien corto. Tenía un pequeño escote. La saludó de lejos a Susana, que se fue con el auto.
Gaby cerró la puerta y me llevó al comedor. Ella no sabía por dónde empezar, se sentó en el sillón y cruzó sus hermosas las piernas. Yo sin decir nada, me arrodillé ante ella y comencé a besarlas. Su reacción no se hizo esperar, ya que agarro mi cara, abrió sus piernas y me llevó a su concha, que para mi sorpresa no llevaba bombacha.
Así le hice sexo oral hasta que acabo y con delicadeza me aparto.
Yo seguía vestido, ella se levanto y me dijo que se iría a lavar.
Desde el baño me dijo "desnúdate y veni".
Yo no lo dude, me desvestí, y fui. Gabriela estaba en la ducha.
"Vení y bañamé", me dijo, mientras me daba el jabon y la esponja.
Yo tenía una erección importante y ella lo sabía y ya que cada tanto, como sin querer me rozaba mientras yo la lavaba cada parte de su figura.
La bañera era grande como para dos personas y tenía un lugar para sentarse. Una vez que terminé de lavarla, me indicó que me sentara y ella de espaldas a mi, se sentó sobre mi pija y la puso bien adentro suyo y empezó a ponerla y sacarla. Yo la agarraba por la cintura, pero todo el trabajo lo hacia ella.
Varias veces mientras cogíamos ella, me decía "ojo, que no podes acabar, mira que sino Susana se enoja". A ella parecía gustarle el hecho de esa prohibición que me habían impuesto.
Así siguió hasta que le rogé por favor que parara. A ella eso le hizo gracias que le rogara, pero respeto mi pedido. Pero eso no implicaba que no tuviera ganas de más. Así que me dejo sentado, se paro y coloco su concha en mi boca apoyando una pierna en la pared de la bañera y la otra en el piso y refregó su concha contra mí, mientras yo la adoraba de la mejor manera posible. Ella se desesperaba y decía cosas como "chupa perrito", "que bien que comes, hijo de puta", "estas bien enseñado chupa conchas…".
Así acabo y se apartó de mí. Estaba muy cansada, se recostó en el piso de la bañera. Estaba tan linda con su pelo rubio mojado, toda desnuda. Ella notó que la miraba y me sonrió, mirando mi pija que seguía dura. "Pobrecito, no podes acabar…" y comenzó a rozar uno de sus pies sobre mi pija. Yo gemía de deseo, eso parecía gustarle, el deseo de lo prohibido, tenerme al borde del placer.
Entonces se acerco y comenzó a besarme el pene, lo hacia despacito y cada tanto me decía "no podes acabar, no te olvides". Así lamia la cabeza y disfrutaba de provocarme esa tortura.
Yo le rogaba que pare, no podía dejarme llevar. A ella le gustaba el juego. "Pobrecito, tiene ganas… me encanta…", decía.
Así fue que jugó un buen rato con mi deseo. Cuando se cansó me dijo, "bueno, tenes que irte, Susana ya esta por venir a buscarte, vestite".
Gabriela se fue, yo me duché siempre con la pija dura y salí con la toalla, ella ya estaba vestida y me dijo que Susana llegaría en un ratito. Me vestí rápidamente.
Susana, me vino a buscar, lo primero que hizo ante de arrancar fue verificar que tan caliente estaba acariciando mi pene sobre la ropa.
Arrancó el auto y cada tanto, acariciaba mi pene a ver si todo estaba "en orden". Así fue que llegamos a casa.
Una vez en nuestra cama, ella estaba tan caliente por la situación que quería tener sexo conmigo, yo me disculpé diciéndole que estaba a punto de acabar. Pero ella no iba a quedarse con las ganas.
Me hizo desnudarme y ella también se desnudó.
Así que me hizo acostar boca arriba y se sentó sobre mi boca y me refregó todo el tiempo que necesito para acabar. Cada tanto acariciaba mi pene, el que siempre estaba al "filo de la navaja".
Justo cuando ella estaba a punto de acabar, metió mi pene en su boca y acabamos juntos. Susana siguió succionando el pene hasta la última gota.
Luego se acercó a mi boca y me besó de una manera muy apasionada, con el sabor de varias horas de calentura en sus labios.
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