Descubriendome - Soy tu creación (Episodio 2.2)
Pasaron dos días de nuestro encuentro. Había recibido al menos cinco llamados de Tony, pero no quise atenderlos. Tenía tantas ganas de averiguar más sobre él y sobre el por qué de la coincidencia de su frase con aquella de mi sueño, como dudas sobre si era prudente saber más. Tenía ganas de verlo. Tenía miedo de verlo.
Eran ya casi las cinco de la tarde de un miércoles aburrido cuando en mi celular entró un mensaje de texto: "¡No te puedo olvidar!", era de Tony. Lo cierto es que yo tampoco podía hacerlo. Decidí responderle: "Aunque quisiera yo tampoco puedo hacerlo." Esperaba una respuesta inmediata, pero no fue así. Fue como una hora después, ya casi terminando mi jornada laboral, que volvió a sonar mi teléfono por un mensaje entrante: "Si eso sucede es por una razón. Ambos la conocemos y aunque queramos obviarla sería imposible." Su respuesta me generó aún más dudas. ¿Cuál es la razón que él conoce? ¿Sabe algo de lo que me está pasando? Era necesario comenzar a responder todas mis dudas y para eso lo que debía hacer era volver a verlo a pesar de mis dudas, a pesar mis miedos. Acordamos vernos al día siguiente luego del trabajo.
***
Le había dicho a Juan que esa noche saldría con mis amigas: Claudia y Agustina. Juan sólo conoce a Claudia, así que por las dudas la llamé y le conté mis planes. Con Clau nos conocemos desde la secundaria y si había alguien en este mundo en quien confiar sería en ella. Aunque dudaba mucho que se comunicara con ella, no quería corres riesgos. Clau me hizo la gamba no sin antes sermonearme un poco sobre lo que estaba haciendo, no porque estuviese en contra de que Yo tenga una aventura, sino por hacerlo con alguien a quien hacía muy poco tiempo conocía. Además me hizo darle el número de celular de Tony. Me pidió la dirección de su casa o del lugar a donde iríamos, pero yo no la sabía, así que se tuvo que conformar con el teléfono. Yo le advertí que aunque hacía muy poco que nos conocíamos, lo que significábamos el uno para el otro era mucho más profundo aún. Además necesitaba saber más. Cada vez me convencía más que esto no era una simple casualidad.
Tomé las llaves de mi auto, un abrigo y la cartera y bajé por el ascensor. Cuando subí al auto abrí la cartera y guardé allí un profiláctico que tomé prestado de la mesa de luz de mi hijo. Esteban tenía 17 años y su novia solía a quedarse a dormir en casa, en su cuarto. Desde hacía ya unos años que Yo le compraba los preservativos. Prefería mil veces que se quedaran en casa a hacer el amor a que se metieran vaya uno a saber en qué tugurio a garchar. Cada vez que iba a la farmacia le compraba y tenía montones, así que el hecho que le faltara uno no se notaría. Encendí el auto y me dirigí hacia la casa de Clau. Allí me pasaría a buscar Tony en su auto y yo dejaría el mío frente a su casa para evitar sospechas. Al llegar no tuve más que estacionar el vehículo que noté que Tony había estacionado unos 30 metros delante del mío. Me bajé y caminé hacia su auto mientras le enviaba un mensaje de texto a Claudia para avisarle.
Subí al auto y me recibió con un hermoso y efusivo beso. Luego de unos instantes separamos nuestros labios y estiró su brazo izquierdo para alcanzar un par de pequeños paquetes de regalo que estaban en el asiento trasero.
-Tomá. Podés abrir ahora el pequeño. El más grande es para después.
El paquete más grande tenía el tamaño de una caja de botas largas. Abrí el más pequeño y encontré un estuche de terciopelo negro debajo del envoltorio. Abrí el estuche y me encontré con un colgante con su medalla. Eran de oro. El colgante era la representación de un candado con con forma de corazón y tenía engarzados unos brillantes.
-¡Es hermoso! -exclamé. -¡Gracias!
-Es oro y las piedras son brillantes.
¿Nos vemos recién por tercera vez y ya me regala esto? ¡Guau!
-¿Adónde vamos?
-Vamos a mi casa. Tengo algunas sorpresas para vos.
-¿Más sorpresas? No dejás de sorprenderme. ¡Dame pistas, dame pistas!
-Es sor-pre-sa. Nada de pistas. Espero que hayas comido, porque no vamos a cenar.
-¿Y qué vamos a hacer?
-Nos vamos a descubrir mutuamente.
Este tipo sí que sabía intrigar. Decidí no preguntar más. con cada pregunta surgían dos o tres más. Yo quería respuestas. Estaba buscando respuestas.
Llegamos a su casa en un barrio privado. Estacionó su vehículo sobre la calle y se bajó del auto para dar la vuelta y abrirme la puerta. Bajé con la caja grande bajo el brazo. El colgante ya me lo había colocado. Me tomó del brazo y caminamos de esa forma hasta la entrada. Allí nos abrío la puerta una mujer de unos sesenta y tantos años. Lo único que dijo fue: "Bienvenidos. Buenas noches". Cerró la puerta una vez que ingresamos y nos acompañó sin emitir sonido ni realizar gesto alguno. Él me dirigió directamente al piso superior por una hermosa escalera con peldaños de vidrio. Cuando llegamos al descanso superior nos detuvimos. Tomó la caja y mi cartera y se la dio a la mujer. Me miró con una sonrisa y me ordenó que me desvistiera. Lo miré sorprendida y el sostuvo su mirada, miré a la mujer
y estaba inmutable mirando más allá de las paredes. Lo volví a mirar y me saqué el saco y se lo di a la mujer. Esperé a ver si había entendido bien y ninguno de ellos se movió ni dio señal alguna de conformidad. Fue entonces que me quité los zapatos y el vestido. Me encontraba en ropa interior y ellos continuaban en la misma postura.
-¿Más? -pregunté.
No sabía exactamente qué es lo que quería. Sin respuesta más que la sonrisa que mantenía dibujada en su rostro desde el principio, decidí darle el gusto y me quité la ropa interior. Fue entonces que él abrió la caja y sacó de allí dentro un conjunto de lencería de vinilo negro. El conjunto parecía una triquini. Tenía aberturas a la altura de los pezones y en el área púbica. Era un provocación, una invitación. Colocármelo me costó bastante y no obtuve ningún tipo de ayuda de ellos. La mujer en cuanto le entregué mi ropa interior se retiró y quedamos solos con Tony. cuando terminé Tony me dio un par de brazaletes de cuero algo raras. Eran gruesas y tenían argollas de metal cosidas en los laterales. Él me ayudó a ajustarlas. Luego me acompañó por el pasillo. Me señaló la última puerta de la derecha. Caminé hasta allí. Al llegar abrió la puerta y me invitó a entrar. Al ingresar me encontré en una antesala. Había un cortinado de terciopelo bordó que separaba el resto de la habitación. Nos quedamos allí mientras él cerró la puerta detrás nuestro. Al cerrar esa puerta la antesala quedó totalmente a oscuras. Luego abrió el cortinado y me hizo pasar. La habitación estaba en penumbras. Sólo se vislumbraban unas figuras amorfas que recortaban las paredes, eran como gargantas que contenían luces de led rojas. La escasa iluminación no me permitía ver demasiado. Sólo algunas siluetas indescifrables. No parecía tener ventanas.
-¿Dónde estamos? -pregunté algo preocupada.
-¡Donde querés estar!
Nuestras palabras no reverberaban en el lugar. Las paredes no rebotaban las ondas de sonido. me dio la sensación que las paredes estaban alfombradas o recubiertas por algún material que amortiguaba el sonido. Escuché in "click" y una iluminación difusa comenzó a colorear el techo en un toco ámbar muy cálido. La intensidad iba en aumento, como si un sistema atenuador de energía permitiese aumentar la cantidad de luz que emitían esos artefactos. Lo que la nueva iluminación develó me sobresaltó, casi tanto como lo que logró excitarme. Las paredes estaban revestidas de un capitoné color beige (o al menos ese era el color que aparentaba con esta luz). Este revestimiento era interrumpido por esas gargantas de iluminación roja que las "quebraban" sin forma definida y por unos soportes de metal que servían para colgar diferentes cosas. La decoración era totalmente austera, salvo por este revestimiento y un par de mesas de madera lustrada en wengue. La cama era rectangular y no tenía respaldo. Estaba ubicada exactamente en el centro de esa habitación que debía tener unos 6 x 6 metros. Colgado del techo sobre la cama había un artefacto que en un primer momento pensé que era una "araña" o candelabro gigante, pero luego me percaté que sólo era una estructura metálica con ganchos, aros y algunas roldanas de las que colgaban cuerdas. Cuerdas que en un extremo estaban anudadas a algunos de los ganchos de las paredes. De los demás ganchos colgaban diversos elementos, desde arneses, dildos, y cuerdas hasta aquellos que se usan para prácticas de sadomasoquismo. Es por esto que supe que ese artefacto que colgaba del techo sobre la cama era para ese tipo de juegos. Me inquietada... pero me excitaba también todo aquello.
Me invitó a subir a la cama y arrodillarme sobre las sábanas. Él se arrodilló delante de mí. Tomó con sus dedos índice y pulgar mi barbilla y me besó dulcemente los labios. Cerré los ojos un instante, pero reaccioné rápidamente y los volví a abrir. Quería ver su actitud, su expresión. Quería poder entender qué es lo que le pasaba por la cabeza en ese momento. Él se encontraba con los ojos cerrados inmerso
en ese beso que nos prodigábamos. Eso me alivió bastante. Volví a cerrar mis ojos mientras duró ese beso. Cuando separó sus labios de los míos me miró fijamente a los ojos y me dijo:
-Tengo intenciones de experimentar con vos todo aquello que no nos hayamos atrevido alguna vez a disfrutar. Intuyo que tus fantasías deben contarse de a miles al igual que las mías y creo que juntos podemos vivirlas. Nadie va a salir lastimado, nadie. Este es un juego delicioso e inofensivo, pero puede llegar a tornarse peligroso si no se tienen recaudos necesarios.
-¿Y cuáles son esos recaudos? -pregunté mientras lo miraba con un nivel de timidez que no era frecuente en mí.
-¿No querés saber primero de qué se trata el juego?
-¡Sé de qué se trata! -Él simplemente sonrió y prosiguió.
-Ok. Los recaudos son simples. En realidad es uno sólo y se basa en una palabra, en una palabra clave, una contraseña. Esta será la palabra que detendrá el juego. Dentro del juego no habrá más límite que la palabra. No habrá preguntas válidas ni respuestas. Todo lo que se diga podrá o no ser tenido en cuenta. Todo dependerá de los jugadores, de nosotros. Sólo una palabra tiene el poder de acabar el juego.
-Eso significa que si estamos jugando y yo digo "basta" no significa basta. ¿Es así?
-¡Correcto! Si "basta" no es la palabra clave el juego continúa sea lo que sea que se esté haciendo en ese momento. Se juega por turnos. Algunas veces uno de los dos será quien dirigirá el juego mientras la otra persona tomará una actitud más sumisa.
-¿Sumisa significa pasiva?
-No. No necesariamente. Se puede ser una persona sumisa, acatando las indicaciones de la otra persona, pero eso no significa que sus actos sean pasivos. Se puede ser sumiso y activo a la vez.
-¿Va a doler? -pregunté sabiendo la respuesta.
-¿Qué es el dolor? Es una reacción de tu sistema nervioso. ¿Es malo, es bueno? Eso depende de vos, de mí, de cada uno de nosotros. Si somos conscientes de que el dolor es el camino a la satisfacción plena, al éxtasis total; entonces seguro que malo no es.
Me quedé en silencio unos segundos al igual que él. Como no dije nada prosiguió:
-Llegué a este punto porque si te lo proponía antes dudaba que accederías a llegar a esta instancia. Sin embargo algo me dice que tengo muchas chances de que me digas que sí.
Tenía ganas, pero si lo razonaba sabía que no tenía argumentos convincentes para continuar con esto. Sin embargo sabía que era la única forma de saber qué relación tenía esto con mi sueño. Esto se parecía mucho a mi sueño. En el me preguntaban por una password o contraseña, que es lo mismo que una palabra clave. En el me sometían a un juego sadomasoquista del que no quise participar, pero que sin embargo disfrutaba y mucho. Lo medité unos instantes y respondí:
-¿Cuál es la palabra clave?
Sonrió y su sonrisa se extendió de un lado a otro de sus mejillas. Mi respuesta es lo que él esperaba y su alegría me resultaba contagiosa.
-¡Honkytonk!
-¿Honkytonk? Es por el tema de los Rolling Stones ¿no?
-Exactamente.
-Ok. ¡Me gusta!
Sin decir nada más el hurgó en el bolsillo trasero de su pantalón y extrajo una tira de tela que parecía ser seda. Era de color negro. Con esa tela vendó mis ojos y desde ese momento no pude ver nada más. "Sin el sentido de la vista vas a poder experimentar sensaciones diferentes ya que vas a tener que poner en alerta al resto de tus sentidos", me dijo. Llevó mis manos por encima de mi cabeza y sentí como enganchaba las muñequeras de cuero a uno de los mosquetones que colgaban de la estructura metálica superior. Él bajó de la cama. Pude sentir cómo sus movimientos se transmitían por el colchón bajo mis rodillas. Aflojé mis brazos y los hice bajar un poco. Pude darme cuenta así que no estaba atada, o si lo estaba la soga no estaba tensa aún.
-¿Te vas? -pregunté.
-No. Sólo estoy haciendo los arreglos preliminares.
-¿Arreglos? ¿Qué arreglos?
En ese momento sentí como tiraban de mis muñecas. Tuve que estirar por completo mis brazos por sobre mi cabeza. Él siguió tensando la cuerda obligándome a ponerme de pie sobre la cama. De fondo comencé a escuchar música clásica. Estaba musicalizando el momento. Inspiré profundamente y esperé. Salvo por la música no podía escuchar ningún otro sonido. La música sonaba con un volumen bajo, si él hacía ruido seguro lo escucharía. Unos segundos después comencé a escuchar el sonido de piezas metálicas que chocan entre sí, como si fuese una cadena de pocos eslabones. El sonido de acercaba a mí. Tomy tomó mi pierna izquierda por detrás de la rodilla y la flexionó, obligándome a sostener gran parte de mi peso sobre la otra pierna; el resto de mi peso corporal lo soportaba con mis brazos. Colocó algo suave, de textura similar a las muñequeras, alrededor de mi muslo, justo por encima de la rodilla. Escuché como se deslizaba una cuerda entre roldanas. El sonido provenía de la estructura superior. Un click a la altura de mi rodilla me dio la señal inequívoca de que esa cuerda había sido enganchado en eso que tenía en mi pierna. De hecho unos segundos después de que él dejara de trabajar en mi pierna pude sentir como algo tiraba de ella obligándola a flexionarse nuevamente hasta llegar a la altura de mi abdomen. Volvió a repetir el proceso con mi otra pierna. Ahora estaba colgada literalmente de la estructura del techo. Mi cuerpo se sostenía de mis muñecas y de mis piernas. Las cuerdas de estas últimas además tiraban de mis muslos hacia los lados, obligándome a tener una apertura que era una invitación a mi sexo.
-La imaginación es una herramienta preciosa. La imaginación te lleva a lugares tan inexplorados como deseados. ¿Cuántas veces usaste tu imaginación para crear experiencias que no te animarías a experimentar en la realidad? Seguramente más de mil veces. A partir de hoy vamos a poner en práctica tu imaginación. Vamos a imaginar juntos, vamos a recrearla juntos...
Mientras él explicaba lo que haríamos juntos yo simplemente sonreía.
Descubriendome - Soy tu creación (Episodio 2.4)
Pasaron dos días de nuestro encuentro. Había recibido al menos cinco llamados de Tony, pero no quise atenderlos. Tenía tantas ganas de averiguar más sobre él y sobre el por qué de la coincidencia de su frase con aquella de mi sueño, como dudas sobre si era prudente saber más. Tenía ganas de verlo. Tenía miedo de verlo.
Eran ya casi las cinco de la tarde de un miércoles aburrido cuando en mi celular entró un mensaje de texto: "¡No te puedo olvidar!", era de Tony. Lo cierto es que yo tampoco podía hacerlo. Decidí responderle: "Aunque quisiera yo tampoco puedo hacerlo." Esperaba una respuesta inmediata, pero no fue así. Fue como una hora después, ya casi terminando mi jornada laboral, que volvió a sonar mi teléfono por un mensaje entrante: "Si eso sucede es por una razón. Ambos la conocemos y aunque queramos obviarla sería imposible." Su respuesta me generó aún más dudas. ¿Cuál es la razón que él conoce? ¿Sabe algo de lo que me está pasando? Era necesario comenzar a responder todas mis dudas y para eso lo que debía hacer era volver a verlo a pesar de mis dudas, a pesar mis miedos. Acordamos vernos al día siguiente luego del trabajo.
***
Le había dicho a Juan que esa noche saldría con mis amigas: Claudia y Agustina. Juan sólo conoce a Claudia, así que por las dudas la llamé y le conté mis planes. Con Clau nos conocemos desde la secundaria y si había alguien en este mundo en quien confiar sería en ella. Aunque dudaba mucho que se comunicara con ella, no quería corres riesgos. Clau me hizo la gamba no sin antes sermonearme un poco sobre lo que estaba haciendo, no porque estuviese en contra de que Yo tenga una aventura, sino por hacerlo con alguien a quien hacía muy poco tiempo conocía. Además me hizo darle el número de celular de Tony. Me pidió la dirección de su casa o del lugar a donde iríamos, pero yo no la sabía, así que se tuvo que conformar con el teléfono. Yo le advertí que aunque hacía muy poco que nos conocíamos, lo que significábamos el uno para el otro era mucho más profundo aún. Además necesitaba saber más. Cada vez me convencía más que esto no era una simple casualidad.
Tomé las llaves de mi auto, un abrigo y la cartera y bajé por el ascensor. Cuando subí al auto abrí la cartera y guardé allí un profiláctico que tomé prestado de la mesa de luz de mi hijo. Esteban tenía 17 años y su novia solía a quedarse a dormir en casa, en su cuarto. Desde hacía ya unos años que Yo le compraba los preservativos. Prefería mil veces que se quedaran en casa a hacer el amor a que se metieran vaya uno a saber en qué tugurio a garchar. Cada vez que iba a la farmacia le compraba y tenía montones, así que el hecho que le faltara uno no se notaría. Encendí el auto y me dirigí hacia la casa de Clau. Allí me pasaría a buscar Tony en su auto y yo dejaría el mío frente a su casa para evitar sospechas. Al llegar no tuve más que estacionar el vehículo que noté que Tony había estacionado unos 30 metros delante del mío. Me bajé y caminé hacia su auto mientras le enviaba un mensaje de texto a Claudia para avisarle.
Subí al auto y me recibió con un hermoso y efusivo beso. Luego de unos instantes separamos nuestros labios y estiró su brazo izquierdo para alcanzar un par de pequeños paquetes de regalo que estaban en el asiento trasero.
-Tomá. Podés abrir ahora el pequeño. El más grande es para después.
El paquete más grande tenía el tamaño de una caja de botas largas. Abrí el más pequeño y encontré un estuche de terciopelo negro debajo del envoltorio. Abrí el estuche y me encontré con un colgante con su medalla. Eran de oro. El colgante era la representación de un candado con con forma de corazón y tenía engarzados unos brillantes.
-¡Es hermoso! -exclamé. -¡Gracias!
-Es oro y las piedras son brillantes.
¿Nos vemos recién por tercera vez y ya me regala esto? ¡Guau!
-¿Adónde vamos?
-Vamos a mi casa. Tengo algunas sorpresas para vos.
-¿Más sorpresas? No dejás de sorprenderme. ¡Dame pistas, dame pistas!
-Es sor-pre-sa. Nada de pistas. Espero que hayas comido, porque no vamos a cenar.
-¿Y qué vamos a hacer?
-Nos vamos a descubrir mutuamente.
Este tipo sí que sabía intrigar. Decidí no preguntar más. con cada pregunta surgían dos o tres más. Yo quería respuestas. Estaba buscando respuestas.
Llegamos a su casa en un barrio privado. Estacionó su vehículo sobre la calle y se bajó del auto para dar la vuelta y abrirme la puerta. Bajé con la caja grande bajo el brazo. El colgante ya me lo había colocado. Me tomó del brazo y caminamos de esa forma hasta la entrada. Allí nos abrío la puerta una mujer de unos sesenta y tantos años. Lo único que dijo fue: "Bienvenidos. Buenas noches". Cerró la puerta una vez que ingresamos y nos acompañó sin emitir sonido ni realizar gesto alguno. Él me dirigió directamente al piso superior por una hermosa escalera con peldaños de vidrio. Cuando llegamos al descanso superior nos detuvimos. Tomó la caja y mi cartera y se la dio a la mujer. Me miró con una sonrisa y me ordenó que me desvistiera. Lo miré sorprendida y el sostuvo su mirada, miré a la mujer
y estaba inmutable mirando más allá de las paredes. Lo volví a mirar y me saqué el saco y se lo di a la mujer. Esperé a ver si había entendido bien y ninguno de ellos se movió ni dio señal alguna de conformidad. Fue entonces que me quité los zapatos y el vestido. Me encontraba en ropa interior y ellos continuaban en la misma postura.
-¿Más? -pregunté.
No sabía exactamente qué es lo que quería. Sin respuesta más que la sonrisa que mantenía dibujada en su rostro desde el principio, decidí darle el gusto y me quité la ropa interior. Fue entonces que él abrió la caja y sacó de allí dentro un conjunto de lencería de vinilo negro. El conjunto parecía una triquini. Tenía aberturas a la altura de los pezones y en el área púbica. Era un provocación, una invitación. Colocármelo me costó bastante y no obtuve ningún tipo de ayuda de ellos. La mujer en cuanto le entregué mi ropa interior se retiró y quedamos solos con Tony. cuando terminé Tony me dio un par de brazaletes de cuero algo raras. Eran gruesas y tenían argollas de metal cosidas en los laterales. Él me ayudó a ajustarlas. Luego me acompañó por el pasillo. Me señaló la última puerta de la derecha. Caminé hasta allí. Al llegar abrió la puerta y me invitó a entrar. Al ingresar me encontré en una antesala. Había un cortinado de terciopelo bordó que separaba el resto de la habitación. Nos quedamos allí mientras él cerró la puerta detrás nuestro. Al cerrar esa puerta la antesala quedó totalmente a oscuras. Luego abrió el cortinado y me hizo pasar. La habitación estaba en penumbras. Sólo se vislumbraban unas figuras amorfas que recortaban las paredes, eran como gargantas que contenían luces de led rojas. La escasa iluminación no me permitía ver demasiado. Sólo algunas siluetas indescifrables. No parecía tener ventanas.
-¿Dónde estamos? -pregunté algo preocupada.
-¡Donde querés estar!
Nuestras palabras no reverberaban en el lugar. Las paredes no rebotaban las ondas de sonido. me dio la sensación que las paredes estaban alfombradas o recubiertas por algún material que amortiguaba el sonido. Escuché in "click" y una iluminación difusa comenzó a colorear el techo en un toco ámbar muy cálido. La intensidad iba en aumento, como si un sistema atenuador de energía permitiese aumentar la cantidad de luz que emitían esos artefactos. Lo que la nueva iluminación develó me sobresaltó, casi tanto como lo que logró excitarme. Las paredes estaban revestidas de un capitoné color beige (o al menos ese era el color que aparentaba con esta luz). Este revestimiento era interrumpido por esas gargantas de iluminación roja que las "quebraban" sin forma definida y por unos soportes de metal que servían para colgar diferentes cosas. La decoración era totalmente austera, salvo por este revestimiento y un par de mesas de madera lustrada en wengue. La cama era rectangular y no tenía respaldo. Estaba ubicada exactamente en el centro de esa habitación que debía tener unos 6 x 6 metros. Colgado del techo sobre la cama había un artefacto que en un primer momento pensé que era una "araña" o candelabro gigante, pero luego me percaté que sólo era una estructura metálica con ganchos, aros y algunas roldanas de las que colgaban cuerdas. Cuerdas que en un extremo estaban anudadas a algunos de los ganchos de las paredes. De los demás ganchos colgaban diversos elementos, desde arneses, dildos, y cuerdas hasta aquellos que se usan para prácticas de sadomasoquismo. Es por esto que supe que ese artefacto que colgaba del techo sobre la cama era para ese tipo de juegos. Me inquietada... pero me excitaba también todo aquello.
Me invitó a subir a la cama y arrodillarme sobre las sábanas. Él se arrodilló delante de mí. Tomó con sus dedos índice y pulgar mi barbilla y me besó dulcemente los labios. Cerré los ojos un instante, pero reaccioné rápidamente y los volví a abrir. Quería ver su actitud, su expresión. Quería poder entender qué es lo que le pasaba por la cabeza en ese momento. Él se encontraba con los ojos cerrados inmerso
en ese beso que nos prodigábamos. Eso me alivió bastante. Volví a cerrar mis ojos mientras duró ese beso. Cuando separó sus labios de los míos me miró fijamente a los ojos y me dijo:
-Tengo intenciones de experimentar con vos todo aquello que no nos hayamos atrevido alguna vez a disfrutar. Intuyo que tus fantasías deben contarse de a miles al igual que las mías y creo que juntos podemos vivirlas. Nadie va a salir lastimado, nadie. Este es un juego delicioso e inofensivo, pero puede llegar a tornarse peligroso si no se tienen recaudos necesarios.
-¿Y cuáles son esos recaudos? -pregunté mientras lo miraba con un nivel de timidez que no era frecuente en mí.
-¿No querés saber primero de qué se trata el juego?
-¡Sé de qué se trata! -Él simplemente sonrió y prosiguió.
-Ok. Los recaudos son simples. En realidad es uno sólo y se basa en una palabra, en una palabra clave, una contraseña. Esta será la palabra que detendrá el juego. Dentro del juego no habrá más límite que la palabra. No habrá preguntas válidas ni respuestas. Todo lo que se diga podrá o no ser tenido en cuenta. Todo dependerá de los jugadores, de nosotros. Sólo una palabra tiene el poder de acabar el juego.
-Eso significa que si estamos jugando y yo digo "basta" no significa basta. ¿Es así?
-¡Correcto! Si "basta" no es la palabra clave el juego continúa sea lo que sea que se esté haciendo en ese momento. Se juega por turnos. Algunas veces uno de los dos será quien dirigirá el juego mientras la otra persona tomará una actitud más sumisa.
-¿Sumisa significa pasiva?
-No. No necesariamente. Se puede ser una persona sumisa, acatando las indicaciones de la otra persona, pero eso no significa que sus actos sean pasivos. Se puede ser sumiso y activo a la vez.
-¿Va a doler? -pregunté sabiendo la respuesta.
-¿Qué es el dolor? Es una reacción de tu sistema nervioso. ¿Es malo, es bueno? Eso depende de vos, de mí, de cada uno de nosotros. Si somos conscientes de que el dolor es el camino a la satisfacción plena, al éxtasis total; entonces seguro que malo no es.
Me quedé en silencio unos segundos al igual que él. Como no dije nada prosiguió:
-Llegué a este punto porque si te lo proponía antes dudaba que accederías a llegar a esta instancia. Sin embargo algo me dice que tengo muchas chances de que me digas que sí.
Tenía ganas, pero si lo razonaba sabía que no tenía argumentos convincentes para continuar con esto. Sin embargo sabía que era la única forma de saber qué relación tenía esto con mi sueño. Esto se parecía mucho a mi sueño. En el me preguntaban por una password o contraseña, que es lo mismo que una palabra clave. En el me sometían a un juego sadomasoquista del que no quise participar, pero que sin embargo disfrutaba y mucho. Lo medité unos instantes y respondí:
-¿Cuál es la palabra clave?
Sonrió y su sonrisa se extendió de un lado a otro de sus mejillas. Mi respuesta es lo que él esperaba y su alegría me resultaba contagiosa.
-¡Honkytonk!
-¿Honkytonk? Es por el tema de los Rolling Stones ¿no?
-Exactamente.
-Ok. ¡Me gusta!
Sin decir nada más el hurgó en el bolsillo trasero de su pantalón y extrajo una tira de tela que parecía ser seda. Era de color negro. Con esa tela vendó mis ojos y desde ese momento no pude ver nada más. "Sin el sentido de la vista vas a poder experimentar sensaciones diferentes ya que vas a tener que poner en alerta al resto de tus sentidos", me dijo. Llevó mis manos por encima de mi cabeza y sentí como enganchaba las muñequeras de cuero a uno de los mosquetones que colgaban de la estructura metálica superior. Él bajó de la cama. Pude sentir cómo sus movimientos se transmitían por el colchón bajo mis rodillas. Aflojé mis brazos y los hice bajar un poco. Pude darme cuenta así que no estaba atada, o si lo estaba la soga no estaba tensa aún.
-¿Te vas? -pregunté.
-No. Sólo estoy haciendo los arreglos preliminares.
-¿Arreglos? ¿Qué arreglos?
En ese momento sentí como tiraban de mis muñecas. Tuve que estirar por completo mis brazos por sobre mi cabeza. Él siguió tensando la cuerda obligándome a ponerme de pie sobre la cama. De fondo comencé a escuchar música clásica. Estaba musicalizando el momento. Inspiré profundamente y esperé. Salvo por la música no podía escuchar ningún otro sonido. La música sonaba con un volumen bajo, si él hacía ruido seguro lo escucharía. Unos segundos después comencé a escuchar el sonido de piezas metálicas que chocan entre sí, como si fuese una cadena de pocos eslabones. El sonido de acercaba a mí. Tomy tomó mi pierna izquierda por detrás de la rodilla y la flexionó, obligándome a sostener gran parte de mi peso sobre la otra pierna; el resto de mi peso corporal lo soportaba con mis brazos. Colocó algo suave, de textura similar a las muñequeras, alrededor de mi muslo, justo por encima de la rodilla. Escuché como se deslizaba una cuerda entre roldanas. El sonido provenía de la estructura superior. Un click a la altura de mi rodilla me dio la señal inequívoca de que esa cuerda había sido enganchado en eso que tenía en mi pierna. De hecho unos segundos después de que él dejara de trabajar en mi pierna pude sentir como algo tiraba de ella obligándola a flexionarse nuevamente hasta llegar a la altura de mi abdomen. Volvió a repetir el proceso con mi otra pierna. Ahora estaba colgada literalmente de la estructura del techo. Mi cuerpo se sostenía de mis muñecas y de mis piernas. Las cuerdas de estas últimas además tiraban de mis muslos hacia los lados, obligándome a tener una apertura que era una invitación a mi sexo.
-La imaginación es una herramienta preciosa. La imaginación te lleva a lugares tan inexplorados como deseados. ¿Cuántas veces usaste tu imaginación para crear experiencias que no te animarías a experimentar en la realidad? Seguramente más de mil veces. A partir de hoy vamos a poner en práctica tu imaginación. Vamos a imaginar juntos, vamos a recrearla juntos...
Mientras él explicaba lo que haríamos juntos yo simplemente sonreía.
Descubriendome - Soy tu creación (Episodio 2.4)
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