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Compendio II
😊 😊 😊
¡Esto de recordar y escribir ha sido muy lindo! ¡Y nuestras pequeñitas cumplieron un año!
😚 😚 😚
Las fuimos a ver a la hora que ellas nacieron (un cuarto para las 7 de la mañana) y me daba risa que ellas ni siquiera se dieran cuenta. Nosotros, muertos de frio, viéndolas dormir y soñar y ellas, tranquilitas y tapaditas. Sin preocuparse de nada.
Y su primer regalo de cumpleaños fue el pecho de mami y abrazos y besos de papi y ellas, muy contentas. Como si fuera un día común y corriente.
😆 😆 😆
Fue un día muy ocupado para él, pero yo no tuve mucho que ver y preferí celebrarlo escribiendo y dándole un respiro para un rato más.
De cualquier manera, la verdadera fiesta será el fin de semana.
Pero lo que quería contar yo era sobre lo intenso que fue ese 2013 y que no quiero olvidar.
Pasaron muchas cosas: compartí navidad y año nuevo con su familia, entré a la universidad, salí de vacaciones con él y su familia (que también pasaron cositas ricas y agradables) y “sobreviví al fin del mundo”.
XD
Pero una de las cosas más importantes fue que mis papás se fueran al norte.
😖 😖 😖
Los finales de febrero se veían terribles. A papá le había salido ese ascenso y quería llevarnos a todas, incluyéndome a mí.
Mamá y yo estábamos complicadísimas, porque yo había quedado en la universidad y me habían aceptado las becas. Pero papá era intransigente.
“¿Acaso me ves hecho de plata, Marisol? ¿Cómo piensas que te voy a mantener a ti acá?”
😡 😡 😡
¡Me las tiró sin endulzantes!
“Pero Sergio, ¿No ves que ella se esforzó?” le decía mi mamá.
“¿Y a mí, qué? ¿Crees que voy a mantenerla sola? ¡La casa se arrienda, (nombre de mi mamá) y yo no voy a gastar ningún peso por ella!”
😡 😡 😡
Papá no me tenía confianza y para él, todas nosotras teníamos signos de pesos.
Por eso, preferíamos a mi marido. Porque a él, lo que menos le importaba era el dinero.
“¿Y si me la arrienda a mí, don Sergio?” le preguntó mi príncipe azul.
😍 😍 😍
“¿A ti? ¿Para qué?” se burló de mi pololo.
“Porque quiero empezar a vivir solo… y alguien tiene que cuidar a Marisol.”
😡 😡 😡
“¡No me hagas reír! ¡Vives a 5 casas de aquí!” le dijo mi papá, burlándose de él.
“Pero puedo pagarle. Usted sabe que estoy trabajando.”
😡 😡 😡
Lo que más me molestaba era que a mi papá le cambiaba al tiro la cara cuando le hablaban de pagarle.
Por el precio que mi marido le ofreció, aceptó a arrendarle solamente la casa.
Ningún mueble.
👿 👿 👿
Solamente nos dejaron las camas y los colchones (después que mamá y yo le suplicáramos un montón).
Cocina, refrigerador, sillones.
¡Todo lo demás se lo llevó!
😕 😕 😕
Así fue cómo se marcharon.
Mamá le dio un fuerte abrazo y le pidió que me cuidara.
Sabía que constantemente teníamos relaciones (yo se lo contaba), pero le tenía mucha confianza, respeto e incluso, lo amaba y me envidiaba un poco y él no dejaría que yo pasara hambre o me sintiera incomoda.
😩 😩 😩
Mi hermanita me sonrió y podía ver en su mirada esa promesa inconclusa que se lo prestara como novio. Pero ella nunca me lo pidió.
😢 😢 😢
Mi hermanita pequeña me pidió que fuera una niña buena y que lo cuidara, porque nos iba a echar de menos.
😭 😭 😭
Finalmente, papá me dio un abrazo frio y se preocupó más que mi novio tuviera claro el número de la cuenta para hacerle el deposito.
😔 😔 😔
Quedamos nosotros solos.
😖 😖 😖
Me acuerdo que estaba asustada. No sabía que iba a pasar.
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Pero él era bueno. Me decía que no me preocupara. Que todo iba a estar bien.
¡Y fuimos pobres!
😆 😆 😆
¡Fuimos miserablemente pobres!
Pero fue una experiencia increíble.
😍 😍 😍
Los poquitos ahorros que él tenía se acabaron rápidamente, con remodelar la cocina, comprar un comedor y un televisor.
Mis suegros nos querían ayudar, dándonos ropa y muebles.
“¡No, no, no!” se rehusó él. “¡Quiero arreglármelas solo, para vivir con Marisol!”
😍 😍 😍
¡Si yo tenía miedo, se me iba cuando él decía eso!
¡Era mi hombre! ¡Mi Urashima- Sempai!
😍 😍 😍
Y me acuerdo que vivía nerviosa, porque recién me daba cuenta de lo difícil que es mantener una casa.
☺️ ☺️ ☺️
Son pocas las veces que le he visto cansado. Él trabajaba y luego iba a la nocturna por su Magister en la universidad, donde nos encontrábamos y hacíamos el amor un poquito, antes que entrara a clases.
Yo lo esperaba en casa y no sé cómo no se aburría de mis fideos. Siempre se los comía con muchas ganas y después, me preparaba el almuerzo para la universidad.
A veces, se tomaba la molestia de cocinar algo más, para variar un poco el menú.
¡Y por la noche, nos íbamos a acostar juntos!
😍 😍 😍
También quiero contar de la primera vez que dormimos juntos en la casa. Pero esta vez que me acordé fue simplemente especial.
Era principios de junio. Faltaba un poquito más para que empezara toda su aventura de “seis por ocho”.
Y éramos pobres, pobres. Mis suegros nos prestaron un par de sabanas y unas frazadas, pero la casa era muy helada.
¡Y eso era muy rico!
😍 😍 😍
“Marisol, ¿Me dejas abrazarte?” me preguntó esa noche.
¡Teníamos que dormir abrazados, para pasar el frio y a mí me encantaba!
Podía sentir su cosita enorme rondando mi colita (Si hubiese sabido lo rico que es el sexo anal en esa época 😌 ) y me ponía muy caliente.
Como todo un caballero, me abrazaba y me ponía las manos en la cintura y me besaba el cuellito.
¡Me daba vergüenza decirle que me ponía de ganas con todo eso!
“Amor, ¿Estás muy cansado?” le pregunté, agarrando ese enorme bastón de carne.
“¡Para nada! ¿Quieres hacerlo?” preguntó muy contento.
“¡Sí! ¡Para pasar el frio!” le mentí yo.
Tomó un preservativo y se lo iba a poner.
“¡Espera! ¿Me dejas probarla un poquito?” le pregunté.
😳 😳 😳
Puso así unos ojos.
“¿Quieres probarla?”
“Es que… me gusta su sabor… y bueno… con el preservativo… ¡Tú sabes!”
Ya era adicta a su semen.
😳 😳 😳
Si pudiera describir la sensación que me causa, la admiro como un tótem.
La encuentro imponente.
Capaz de tapar el sol y hacer sombra.
😎 😎 😎
Es gordita, olorosa y rosadita.
Es una de las cosas más tiernas que él tiene, aparte de su corazón.
Además, él hace unos suspiros de alivio que me ponen la piel de gallina cuando la pruebo.
Las primeras veces me ahogaba, porque era mucha carne.
La besaba por sus lados y chupeteaba su cabecita, como si fuera un biberón grueso.
La escondía en mis mejillas. La masticaba despacito.
Y a él, le daba escalofríos. Me daba cuenta por los músculos de sus piernas, que se estremecían en nerviosismo.
Yo sabía que la quería más adentro y yo también quería acomodarla mejor. Pero me asustaba no poder respirar.
Me encanta su olorcito y se la lamía, para probar.
😊 😊 😊
Luego de unos minutitos de inspiración, tragar un poquito de sus nutritivos jugos aromáticos y verlo con esa carita más relajada y sonriente, les diré que hice mi mejor esfuerzo por beberla toda esa vez.
Las mejillas las tenía hinchadas como una ardilla y el aroma a ese líquido caliente me llegaba hasta la nariz.
Él quería sacarla de mi boca, pero era el único tapón que impedía que ese majestuoso líquido escapara de mis labios, por lo que tuve que pedirle un par de segundos, para tragarla y después, limpiarla con mi lengua.
“¡Te la tragaste de nuevo!” me miraba impresionado.
Pero ese líquido era delicioso y mi cuerpo ya lo ansiaba en mí. Si mi rajita no podía tenerlo, al menos que mi estómago probara ese manjar.
Me puse impaciente, porque su cosita otra vez se iba a esconder y se la lamí, chupando sus juguitos incesantemente, hasta que volvió a endurecer.
Entonces, tomó el preservativo.
😳 😳 😳
Y cuando la vi envuelta en el rollito de látex, mi corazón dio un brinco: ¡Iba a entrar! ¡Otra vez!
En esa época, él se quedaba abajo y yo lo cabalgaba.
Para mí, era una operación delicada: no quería cargarme demasiado, porque me preocupaba que se la fuera a doblar y no quería que me doliera mucho.
Así que me ponía de rodillas, en posición de misionero.
😖 😖 😖
Todavía no entraba entera, pero no nos preocupaba. Con lo que se sentía, la pasábamos bien y se sentía rico.
Y empezaba a subir y a bajar, despacito.
☺️ ☺️ ☺️
Nuestro dormitorio (en realidad, el dormitorio de mis padres) era muy helado, pero todo ese nerviosismo me tenía con la sangre ardiendo.
No sentía frio y verlo a él, tomándome de la cintura y disfrutando de cómo me movía tan sensual, me llenaba de más vergüenza y de calor.
¡Era delicioso y a medida que empezaba a ganar más ritmo, me acostaba sobre él!
😍 😍 😍
Sus besitos eran tiernos y adorables y lo único que él hacía era afirmarse de mi trasero, para ayudarme a mantener el ritmo.
Me acuerdo que se agarraba de mis muslos, más abajo de mi trasero.
Ni siquiera los pellizcaba o los forzaba, como lo hace ahora.
☺️ ☺️ ☺️
Él solamente los afirmaba, como si asegurara que yo estaba ahí y entonces, sentía el preservativo llenarse nuevamente.
😡 😡 😡
¡Yo quedaba frustrada!
Pensaba en lo cerquita que estaba de darme sus juguitos y esos malvados preservativos me robaban el placer.
😊 😊 😊
Pero al ver su sonrisita satisfecha y al escucharle decirme que me amaba, mis pucheros se desvanecían.
“¡Ven! ¡Acuéstate conmigo y no te pases de frio!” me decía cuando lo liberaba.
☺️ ☺️ ☺️
Dormíamos acurrucados y él me abrazaba fuerte.
Con el tiempo (y mucho esfuerzo), la casa la fuimos arreglando y arreglando, hasta que volvió a ser cómoda otra vez.
Pero siempre disfruté el periodo de ser pobre a su lado. Fue en esos momentos que supe en mi corazón, que con él, ni yo ni mis hijos pasaríamos hambre.
Y con el tiempo, mi felicidad inundaría a toda mi familia y la traería de regreso a mi lado.
(Salvo a mi papá, claro).
XD
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6 comentarios - Y también, fuimos pobres…