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Viviendo con mi cuñada 3

Hola gente de P!, agradezco la buena recepción del relato así como sus comentarios y puntos. Aquí la penúltima parte de este relato de gente de la red. Ojalá lo disfruten.

Viviendo con mi cuñada 3


En el avión, sentado uno junto al otro, no separamos nuestras piernas y manos en todo el viaje, y alternamos nuestra conversación con interminables morreos. Aún en el taxi, de camino a nuestras respectivas casas, mientras nos deseábamos buen fin de semana y hablábamos como si tal cosa, tenía mi mano completamente manoseando su encharcado coño y ella acariciaba mi polla con su mano dentro del pantalón. Cuando llegamos a su portal, ya en Madrid, nos despedimos retirando con malestar nuestras manos y dándonos un simple beso en la mejilla nos emplazamos hasta el domingo de vuelta.

Me dió el tiempo justo de serenarme durante el trayecto de taxi hasta el chalet en el que vivimos en las afueras, aunque al llegar a casa, cuando mi mujer me abrió la puerta en pijama, con un dedo en sus labios para indicarme que nuestros hijos ya estaban dormidos, no me resistí tras saludarla y en volandas la llevé hasta el salón, me saqué la polla del pantalón y, sabiendo en que la puta de ella no usaba bragas en casa de común acuerdo conmigo, la follé allí tirada en la alfombra hasta que conseguí arrancarle un orgasmo entre gritos y yo explotar dentro de ella toda la tensión acumulada durante el viaje.

—Ya veo que tenías ganas cariño —comentó mi mujer con una sonrisa, sin saber el origen de mi calentura.

Al igual que el anterior fin de semana en Madrid, y a pesar de que mi mujer se desfogó con con ganas de nuestra falta de sexo, no conseguí calmar la ansiedad por la separación física con mi cuñada y cuando llegó el momento de volver al aeropuerto al que su novio le llevaría directamente mi cuerpo entero hervía de intensidad por volver a sentirla. La esperé en la puerta, y acompañada de su novio se acercó y me dió un leve beso en la mejilla. Sus ojos sin embargo delataban que su tensión interna la descolocaba. A penas cruzamos la puerta de embarque y su novió desapareció, agarró su mano a la mía tan fuerte como pudo y se abrazó a mí estrujándome entero. Yo no me quedé atrás, y como siempre sin cruzar ninguna palabra al respecto, rodeé su cintura con mis brazos y palpé sin importarme el resto de viajeros su culo a discrección.

Viviendo con mi cuñada 3


Ya no nos separamos más durante el resto del viaje, nos metíamos mano cuando nadie nos observaba mientras nos contábamos qué tal el fin de semana. Al aterrizar nuestra calentura iba en aumento, en el coche nos costó contenernos y claro, nada más cruzar la puerta de la casa y cerrar la puerta, nos desatamos. Sin ni siquiera encender la luz, la abracé por detrás y ella giró la cabeza y desesperadamente, más que besarnos, nos comimos la boca el uno al otro. Su lengua jugaba con la mía a discreción mientras mis manos ya habían subido su camiseta por encima de la cintura y la metía mano a placer en su coño completamente empapado. Ella se contorneaba sin parar, restregando su culo contra mi polla y hábilmente y con mi ayuda logró quitarme el cinturón, bajarme la bragueta y liberar mi polla. Seguíamos todavía de pié, ella moviéndo las piernas para liberarse de sus vaqueros y bragas mientras nos besábamos con mi polla enterrada entre los cachetes de su culo.

Se giró para quedar frente a mí pero no dejamos de besarnos. La cogí por el culo y la levanté mientras ella rodeaba con sus brazos mi cuello, la separé las piernas cada una a un lado de mi cintura y la apoyé contra la pared. En cuanto nos apoyamos mi polla quedó apoyada en la entrada de su coño, y tras un rápido movimiento de ella hacia arriba se la metió de golpe gimiendo.

La follé con todas mis fuerzas allí apoyada contra la pared, cuanto más fuerte la follaba más le gustaba, y supongo que por toda la excitación que teníamos acumulada, ambos estábamos a punto de corrernos al poco tiempo. No habíamos follado ni siquiera un par de minutos. Sus jadeos fueron en aumento y le susurré al oído:

—No más.

En ese momento me corrí, para los dos breve pero muy intenso, acabé en un par de embestidas con toda mi leche en su coño y algo fuera de él resbalando por sus piernas. Fue tal liberación que allí mismo en la entrada de la casa nos derrumbamos juntos en suelo con sus piernas abiertas rodeando mi cintura, nuestras manos acariciando ambos cuerpos mientras nos besábamos aún con pasión.

—Sí, no más —respondió inteligente Alicia.

No más. No nos separaríamos más. El anhelo de nuestros cuerpos juntos era mucho mayor de lo que estábamos dispuestos a soportar y no volveríamos a separarnos para viajar a Madrid. Allí tirados en el suelo, todavía a medio vestir comprendimos que tanto ella como yo esacrificaríamos lo que hiciera falta expecto nuestra intensa convivencia. No sabíamos si aquella situación duraría un mes más o toda la vida, pero mientras durara queríamos más y más sin tener nunca suficiente.

Los días de la semana parason igual que la semana anterior, iguales entre sí, aunque para nosotros cada día al llegar a casa era una satisfacción constante. Al llegar el fin de semana, los dos apenas dando explicaciones en casa de por qué no íbamos, nos animamos a salir el sábado por la noche con los compañeros de Alicia del hotel. Todo el mundo, incluidos ella y yo, supusimos que era su novio de España y pasamos la noche como una pareja más. Sin embargo, no estábamos a gusto allí con tanta gente alrededor y muy pronto marchamos a casa. En cuanto llegamos, nos desvestimos y tras fundirnos en un abrazo, cuando apuré la punta mi polla dentro de ella, ambos suspiramos satisfechos y ya calmados.

Volvimos a salir al día siguiente, y muchos más días, pero solos ella y yo. Salíamos a cenar o a tomar unas cervezas, mientras una conversación entre ambos y estar al menos cerca el uno del otro era suficiente. Seguíamos sin hablar ni una sola palabra de lo que nos había pasado, ni siquiera incluso cuando, al llegar el jueves de esa semana, mientras estábamos ambos viendo una película, desnudos por supuesto llamó su novio. Ella, ya como costumbre cada vez que llamaba él, se colocaba de tal forma que pudiera recibir mi polla. Ese día, con mi polla dura por los manoseos y besos que me había estado propinando durante la película, se levantó y abriendo sus piernas para dejar las mías entre ellas, con la mano que tenía libre se acercó la polla a la entrada de su coño y poco a poco bajó hasta quedarse completamente empalada. Apoyó su espalda sobre mi pecho y mientras jugaba con mis dedos en su clítoris, pude oír perfectamente la conversación con su novio:

—No entiendo que te pasa Alicia —le reprochaba él al otro lado de la línea—. Desde hace unos meses estás muy distante, cuando vienes a Madrid no dejas ni que te toque y ahora me dices que por ahora no vas a volver porque tienes mucho trabajo.

—Ya… ahhh —respondió mi cuñada sin poder reprimir un gemido cuando notó mis dedos acelerando sobre su coño al oír que no dejaba que su novio la tocara.

—Mira, mañana viernes me cojo un avión y paso este fin de semana en Amsterdam para hablar todo esto. ¿Vale? —le preguntó.

—Como quieras —le respondió mi cuñada tan rápido como pudo, lanzando el móvil al otro lado del sofá, sin molestarse en apagarlo, sintiendo que un orgasmo de los que yo sabía más le gustaban: intenso, mi polla a punto de explotar dentro de ella, apenas sin moverse y con mis dedos resbalando por su encharcado coño, directamente en su clítoris. Se corrió sin pudor gritando y gimiendo durante un par de minutos eternos. Cuando consiguió relajarse, se sacó mi polla de dentro de ella y en esa misma posición, comenzó a hacerme una maravillosa paja, moviendo de arriba a abajo su mano, enloqueciéndome cada vez que rozaba mi capullo contra su coño. Cuando notó las embestidas de mi leche apuntó la polla hacia su vientre y coño y me corrí sobre ella hasta que apuró la última gota. Se quedó así, sobre mí, restregándose mi semen por encima de su coño hasta llegar a sus tetas y relamer el sabor en sus labios. Agotados, nos subimos a la cama tal cual, como siempre.

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Durante ese viernes, ni al despertar ni durante el día, ninguno de los dos habló sobre los planes de su novio de venir el fin de semana. Yo no sabría qué haría ella o cómo actuar en casa cuando estuviera él, pero la verdad es que no importaba. Dentro de mí sabía que cómo hasta ahora ambos actuaríamos conforme a nuestro deseo y por ello, y a pesar de la extraña situación, en ningún momento durante el día sufrí de la temible ansiedad que me había entrado al viajar a Madrid y saber que estaría sin ella.

Salí tarde de trabajar, muy tarde porque las reuniones se habían retrasado, y por eso cuando llegué a casa pasadas las diez de la noche no esperaba encontrarlos allí. Estaban en el sofá, algo distanciados, con cara de estar hablando algo importante.

—Hola cuñado, ¿qué tal el día? —preguntó Alicia ahora con cara de felicidad al verme.

—Bien, hoy un poco tarde porque los problemas en el servidor se están multiplicando —contesté con toda la normalidad del mundo.

Dada nuestra costumbre, me sorprendió ver a mi cuñada con ropa en casa y enseguida me encontré incómodo y acalorado yo también por mantener el traje en casa.

—¿Qué tal el viaje Miguel? —pregunté a mi cuñado mientras me servía una cerveza en la cocina.

—Bien, un poco repentino. Gracias por dejar que me quede en tu casa un par de días. Quería venir a hablar con Alicia y ya ves, reconoce que le está pasando algo pero que no sabe muy bien el qué —comentó su novio con toda la confianza del mundo—. ¿Tú has notado algo desde que vives con ella?

No sabía que contestar a esa pregunta.

—No, la verdad es que yo veo a Alicia perfectamente, de hecho mucho mejor que cuando llegó a Holanda —contesté como pude—. ¿Habéis cenado ya algo?

—No, te estaba esperando como siempre —se le escapó a mi cuñada con naturalidad usando el singular sin incluir a su novio.

—Pues venga, preparo un poco de cena —les animé—. ¿No os importa si me quito el traje que hace muchísimo calor?.

—No, estás en tu casa —dijo el ignorante de mi cuñado—. Yo tenía más calor antes, pero ahora en bermudas estoy mejor.

Me quité el traje cómo quién no quiere la cosa, seguí por mi camisa y, hablando con ellos sobre Amsterdam, Holanda, fútbol y otras trivialidades, acabé únicamente con los calzoncillos encima. Mi cuñado, me miró extraño y buscaba la mirada de su novia Alicia para encontrar explicación.

—No os importa, ¿no? Es que llevo un día durísimo—les dije en respuesta a la sorpresa de Miguel.

—No tranquilo, es tu casa cuñado —contestó Alicia quitándole importancia—. ¡Yo también estoy muerta de calor! —exclamó entre risas para que su novio no alucinara cuando se sacó el vestido que llevaba y se quedó en sujetador y bragas.

—¡Joder! —saltó Miguel cuando la vió así—. ¿No te has pasado un poco? Coño, ¡qué está tu cuñado aquí!.

—Anda hombre, que no pasa nada cariño, que es como estar en biquini y estoy mejor así. La casa está muy bien, pero sin aire acondicionado coge demasiado calor —contestó mi cuñada mientras me dedicaba una sonrisa morbosa sin que él pudiera verla—. Si quieres quitarte tú algo…

—No, así estoy bien —respondió su novio en voz baja alzando sus hombros dándose por convenido.

Mientras preparaba la cena mi cuñada se vino a la cocina a ayudarme y Miguel seguía sentado en el salón. Allí, en la cocina, cómplices los dos rozábamos nuestros cuerpos como tantas otras vez lo habíamos hecho. Mientras, Miguel nos hablaba de vez en cuando o miraba la televisión. Nuestra cocina comunicaba por medio de una barra americana alta y cuando mi cuñada apoyó sus manos en la barra para dirigirse a su novio no pude resistirme y alcancé mi mano sobre su culo. Estábamos allí los dos, frente a su novio, hablando con mi mano ya entre los cachetes de su culo y uno de mis dedos repasando su coño. Estaba muy mojada.

Cuando nos sentamos a cenar, lo hicimos los dos juntos con Miguel en frente. La situación empezaba a ser demasiado caliente para nosotros y demasiada incómoda para el novio de Alicia. Casi desnudos, con nuestras piernas pegadas y hablando con toda la naturalidad, excluyendo poco a poco a Miguel en la conversación. Y es que, a medida que fue pasando la cena, empezó a quedar claro que allí sobraba él. Alicia acariciaba mi mano y al rato las mantuvimos unidas. Mi mano al principio acarició su espalda y al rato, mientras le desabrochaba el sujetador:

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—Quítate el sujetador cuñada, que te está dejando marca —le dije serenamente.

Mi cuñada ayudó a quitárselo y a pesar de su cara de asombro, Miguel no dijo nada. Y aquello fue su fin. Hasta el final de la cena, mi cuñada y yo nos desinhibimos y no reparamos en caricias el uno al otro. Ya en el postre, cuando se me cayó un poco de helado en el bóxer, fue directamente mi cuñada la que me me indicó que me lo quitara. Mi cuñado nos miraba alucinado, sin saber qué decir o hacer. Éramos nosotros los que manteníamos la conversación como si nada. Ella tardó poco con sus bragas encima porque al levantarse a por café a la cocina se las sacó por los tobillos.

Con la cafetera en la mano se acercó a su novio y le preguntó:

—¿Quieres café cariño? —le dijo ahora con un tono cálido como era costumbre en casa.

—No —fue todo lo que Miguel contestó, seco.

Entonces, se acercó a mí y me dijo:

—¿Como siempre cuñado?.

—Sí, por favor, como siempre —le contesté mientras le acariciaba el culo.

Me sirvió el café y al acabar se sentó en mis piernas. Continuamos hablando, ahora ya ella y yo solos, decidiendo qué película ver aquella madrugada ya. Mientras, ante la mirada asesina de su novio, me acariciaba la polla con su mano. Como todas las noches, tras la cena, nos sentamos en el sofá aunque mi cuñado no consiguió levantarse de la silla presa de su asombro. Nada más encenderse la televisión, a la que Miguel ni siquiera miraba de espaldas, mi cuñada decidió dar el paso definitivo y como muchas otras veces se arrodilló frente a mí, dándome la espalda y apoyando sus brazos en la mesa baja del salón. Con su culo a mi disposición y ante la impasividad de su novio, dirigí mi polla hacia su coño y apoyándola en la entrada y me quedé quieto. Ella, como muchas otras veces fue echando para atrás su culo, metiendose la polla poco a poco. Estaba tan mojada que entró hasta el fondo sin dificultad.

Gemía descontrolada, más aún si cabe que otras veces ante la presencia de su novio. Se contorsionaba en busca de mi polla, se arqueaba para sentir mi pecho en su espalda y giraba su cara para encontrarse con mis labios y comerme la boca. Se corrió muy rápido para lo que se había convertido en normalidad entre nosotros. Mientras su novio nos miraba con la cara enfurecida pero paralizado por las emociones que le corrían por las venas. Una vez disfrutó de su orgamo gritando tan alto que hasta los vecinos hubieran podido oirla, mi cuñada se derrumbó sobre la mesa, con sus tetas aplastadas sobresaliendo en los costados de su pecho y giró su cabeza para encontrarse con la mirada de su novio.

Poseído por la lujuria, aceleré mis embestidas y la follé desatado. Abusaba de su culo como muchas otras veces había hecho y sabía a ella le gustaba, azotando sus nalgas de vez en cuando para mantener la tensión de su cuerpo. Cuando me vino una embriagador orgasmo pude ver en los ojos de Alicia satisfacción plena y un atisbo de ruego a su novio de comprensión ante lo que veía. Mi cuñada, cuando acabé, agarrándome un mano no me dejó salirme de dentro de ella y como muchas otras veces, nos derrumbamos juntos sobre la alfombra, dedicándonos caricias y manoseos.

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Distraídos ambos por la pasión asaltada, solo alcanzamos a oír el portazo de su novio cuando se largó de casa. Seguimos allí tirados, descansando, como siempre sin cruzar una palabra sobre lo sucedido. Subimos a dormir como todas las noches juntos, desnudos ambos y tras dormir hasta el mediodía, pasamos el resto del fin de semana todavía más unidos mentalmente que antes, como si la huída de su novio nos hubiera liberado de una carga invisible. Ambos sabíamos que aún restaba una variable en la ecuación de nuestra vida pero lo dejamos como siempre al devenir de las situaciones.

CONTINUARÁ...

10 comentarios - Viviendo con mi cuñada 3

falo-preto
el sistema no me deja dar puntos!!!
kramalo
muy bueno....!! espero que no sea un exnovio raro, y vaya con la mariconada de contarle algo a tu jermu...jajajaaa!! esperaré el cuarto....
passwd
cada vez que voy leyendo esta historia me caliento aun mas y me masturbo y gimo como perra. Muy buen relato
pacovader
me está gustando mucho. Te dejé mis cinco de hoy. 😀
elchicotito
Te dejo 10 puntos espero las demas continuaciones saludos
ultramiron
uff que delicia de relato, te deje punto. Esperamos la continuación.
machotemotero
+5 mis ultimos de hoy, muy bueno en todo, gran narrativa, y una lectura de calidad, mis felicitaciones...