María me pide que escriba sobre una fantasía bisexual. Empiezo “Dejando la copa de champán, Adriana, semidesnuda, pronta para compartir la cereza que tiene en la boca, gatea por la cama acercándose a María que la espera boca arriba, con la respiración agitada, ansiosa, perdida…”.
– ¡No, no, no! – me interrumpe – En el cuento, vos sos bisexual.
¿Yo? ¿Bisexual? ¿El último militante straight only? María me recuerda que eso no es tan así, que ya hubo un hombre en mi cama, que me gusta que las nenas me den por el culo, que saboreo mi leche, que soy tremendamente pajero. ¿O uno mismo no es de su propio sexo?
– ¿Ves? Sos muy homosexual – Lógico. Y agrega: Tengo un premio muy especial si me gusta...
Sabiéndola tan creativa en la cama, decido arriesgarme. ¡Será su culpa si es un viaje sin retorno!
“Visito brevemente la ciudad donde vive Mali, que no sigue con Paulão sino que vive con otra pareja, Raffael. Acepto su invitación a quedarme con ellos. En un momento de privacidad, le pregunto a Mali si Raffael sabe de nuestra breve pero fulgurante historia. ‘Algo’, es su respuesta enigmática pero reconozco un brillo insensato y lúbrico en sus ojos. Le pido detalles.
– Sí, sabe que hubo un caso fugaz allá en la playa. Por cierto, cuando me acuerdo, se me paran los pezones [¿Más? Voy a salir de adelante...] y, al mismo tiempo, me divierte que nos hayas hecho o, mejor dicho, que me hayas hecho cambiar de planes y que me hayas cogido tan lindo.
Se excita pero sigue contándome, entre sutiles toqueteos de deseo y afecto. Aun con Paulão, ella salía con Raffael y terminaron viviendo juntos en una relación de a tres, es decir, totalmente de a tres. Después, Paulão, aunque siguen muy amigos, se enamoró de otra y se fue a otro país.
– Como te volvés a casa mañana, ¿querés pasarla bien esta noche? – me invita, siempre picante.
Claro que sí, incluso me encantaría un trío pero ¿estoy pronto para experiencias homosexuales?
– No va a pasar nada que no quieras – me promete Mali y sus besos vencen mi resistencia.
Después de mis obligaciones, en la casa de Mali y Raffael hay luz tenue, suave música y escasa ropa. Me pongo a tono rápido y Mali nos somete a deliciosas rutinas de besos, caricias, pellizcos y mamadas. Bailamos desnudos, Mali al medio. La penetramos por un lado y por el otro, sin apuro, sin esfuerzo, lánguidamente, con apasionados gemidos y sucias palabras. Estoy atrás y adentro de Mali (¡como “A través de la ventana”!) cuando Raffael le trae un arnés. Se lo pone hábilmente sin sacarme de dentro y comienza a penetrarlo. Más tarde me tocará a mí, anticipo, y me excito mucho. ¡Y mucho más cuando sucede, con Raffael atrás de ella y ella atrás de mí! La noche se va entre pausadas pasiones; ambos cogemos a Mali y Mali posee nuestros culos. La fatiga y la satisfacción nos vencen y nos quedamos dormidos. Siento apenas a Mali despedirse suavemente al irse al trabajo y me duermo de nuevo, boca abajo. Me despierta el peso de otro cuerpo sobre el mío. Es Raffael, claro, que intenta ponérmela. No me resisto. Decido probar:
– Cogeme, puto – le digo y arqueo mi cuerpo hacia atrás para hundirme su pija. Entra más fácil de lo esperado y me gusta más de lo debido, dominado por perversas sensaciones cuando él me serrucha con ganas. Lo empujo y me le siento encima para eyacular en su pecho mientras él se vacía en mi interior. Más tarde, en el avión, sonrío porque me arde el culo. Heridas de guerra.”
– ¿Y entonces? – le pregunto a María – Si te gustó, quiero mi muy especial premio.
– Me encantó – dice, y me da un besito en la frente.
– ¡No, no, no! – me interrumpe – En el cuento, vos sos bisexual.
¿Yo? ¿Bisexual? ¿El último militante straight only? María me recuerda que eso no es tan así, que ya hubo un hombre en mi cama, que me gusta que las nenas me den por el culo, que saboreo mi leche, que soy tremendamente pajero. ¿O uno mismo no es de su propio sexo?
– ¿Ves? Sos muy homosexual – Lógico. Y agrega: Tengo un premio muy especial si me gusta...
Sabiéndola tan creativa en la cama, decido arriesgarme. ¡Será su culpa si es un viaje sin retorno!
“Visito brevemente la ciudad donde vive Mali, que no sigue con Paulão sino que vive con otra pareja, Raffael. Acepto su invitación a quedarme con ellos. En un momento de privacidad, le pregunto a Mali si Raffael sabe de nuestra breve pero fulgurante historia. ‘Algo’, es su respuesta enigmática pero reconozco un brillo insensato y lúbrico en sus ojos. Le pido detalles.
– Sí, sabe que hubo un caso fugaz allá en la playa. Por cierto, cuando me acuerdo, se me paran los pezones [¿Más? Voy a salir de adelante...] y, al mismo tiempo, me divierte que nos hayas hecho o, mejor dicho, que me hayas hecho cambiar de planes y que me hayas cogido tan lindo.
Se excita pero sigue contándome, entre sutiles toqueteos de deseo y afecto. Aun con Paulão, ella salía con Raffael y terminaron viviendo juntos en una relación de a tres, es decir, totalmente de a tres. Después, Paulão, aunque siguen muy amigos, se enamoró de otra y se fue a otro país.
– Como te volvés a casa mañana, ¿querés pasarla bien esta noche? – me invita, siempre picante.
Claro que sí, incluso me encantaría un trío pero ¿estoy pronto para experiencias homosexuales?
– No va a pasar nada que no quieras – me promete Mali y sus besos vencen mi resistencia.
Después de mis obligaciones, en la casa de Mali y Raffael hay luz tenue, suave música y escasa ropa. Me pongo a tono rápido y Mali nos somete a deliciosas rutinas de besos, caricias, pellizcos y mamadas. Bailamos desnudos, Mali al medio. La penetramos por un lado y por el otro, sin apuro, sin esfuerzo, lánguidamente, con apasionados gemidos y sucias palabras. Estoy atrás y adentro de Mali (¡como “A través de la ventana”!) cuando Raffael le trae un arnés. Se lo pone hábilmente sin sacarme de dentro y comienza a penetrarlo. Más tarde me tocará a mí, anticipo, y me excito mucho. ¡Y mucho más cuando sucede, con Raffael atrás de ella y ella atrás de mí! La noche se va entre pausadas pasiones; ambos cogemos a Mali y Mali posee nuestros culos. La fatiga y la satisfacción nos vencen y nos quedamos dormidos. Siento apenas a Mali despedirse suavemente al irse al trabajo y me duermo de nuevo, boca abajo. Me despierta el peso de otro cuerpo sobre el mío. Es Raffael, claro, que intenta ponérmela. No me resisto. Decido probar:
– Cogeme, puto – le digo y arqueo mi cuerpo hacia atrás para hundirme su pija. Entra más fácil de lo esperado y me gusta más de lo debido, dominado por perversas sensaciones cuando él me serrucha con ganas. Lo empujo y me le siento encima para eyacular en su pecho mientras él se vacía en mi interior. Más tarde, en el avión, sonrío porque me arde el culo. Heridas de guerra.”
– ¿Y entonces? – le pregunto a María – Si te gustó, quiero mi muy especial premio.
– Me encantó – dice, y me da un besito en la frente.
11 comentarios - Décadas de sexo (21): Fantasía bisexual
María también es MI ídola...