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Relato erótico: Buscando intimidad

Relato erótico: Buscando intimidad



Buscando intimidad



No hace mucho, mi novio Diego y yo nos fuimos de viaje por el norte de Europa. Hasta que el dinero nos lo pudo permitir, dormíamos en habitaciones privadas, pero llegó un momento en el que los precios se ponían por las nubes y no tuvimos más remedio que decir adiós a nuestra intimidad y compartir cuarto con más personas.


La habitación la ocupaba únicamente una pareja más, pero la mala fortuna quiso que, por la mañana, ellos fueran los últimos en marcharse y, por la noche, cuando llegábamos, ellos ya estaban allí. Nuestros deseos más carnales no podrían sino postergarse.


La segunda noche que pasamos allí, Diego y yo veníamos un poco alegres tras tomar unas cuantas cervezas. Me decía que estaba cachondo y cruzábamos los dedos para que nuestros compañeros no hubieran llegado aún a la habitación. No era nuestra intención hacerlo hasta el final (o quizás, sí) pero, al menos, unos arrumacos subiditos de tono sí que daban tiempo.


Nos los encontramos dormidos, de modo que yo me fui a lavar los dientes un poco refunfuñando porque, de nuevo, se nos hubieran adelantado. Cuando me estaba enjuagando en el lavabo, sentí a Diego que me cogía por la cintura y presionaba contra mi trasero su miembro erecto. Me incorporé, me giré y nos empezamos a besar acaloradamente. Él me empotró contra el lavabo y me sobó los pechos mientras cerraba lentamente la puerta del baño. Le toqué ese bulto en la entrepierna que me acorralaba y lo acaricié. No habíamos ni entrado en materia y hasta el más mínimo atisbo de respiración se oía e inundaba toda la habitación, en silencio, donde la pareja dormía en su litera. Creíamos que podríamos follar sigilosamente pero nos estaba resultando imposible, así que desistimos en nuestro empeño. Todavía empalmado, Diego me dio un beso de buenas noches y nos fuimos a dormir.


El despertador sonó como cada mañana a las 9.00 horas. Estaba tan dormida que ni me percaté de que nuestros compis estaban recogiendo sus cosas. Me fui directamente a la ducha y entorné la puerta. Me quité el pijama y, cuando estaba desnuda frente al espejo, apareció Diego. “¿A que no sabes quiénes se han ido?”, me susurró maliciosamente mientras me pasaba la lengua por el cuello.


Le bajé los calzoncillos y masajeé su pene, que ya estaba a tono para darme los buenos días. Agarré su trasero y atraje su cuerpo hacia mí para que su miembro pudiera deslizarse por los labios externos de mi vagina. Mordisqueé su cuello mientras él se movía sobre mi sexo ansioso de abrirse para él.


En un santiamén me sentó en el lavabo, sacó un preservativo y me penetró. Apoyé los pies en la pared y me afiancé a su espalda. Él se perdía en mis senos y también en mi interior. Pellizcaba mis pezones sin parar de follarme. Su pene salía y entraba convulso de mí y yo intentaba atraer su cuerpo lo más posible a mí para poder disfrutar más sus embestidas.


Su excitado miembro se hundía en mi ser pero, por instantes, salía al exterior, chorreando por mis fluidos, para restregarse con mi clítoris. Y, de nuevo, volvía a entrar con fuerza, enloqueciéndome.


Me sujetó por la cintura, fuera de sí, para regalarme sus últimas penetraciones y, entonces, se derrumbó sobre mis pechos bañados en sudor. Tenía las piernas adormecidas de la presión que había ejercido con ellas contra la pared. El erótico momento que habíamos tenido unos minutos antes, bien compensaba las agujetas que me esperaban.

6 comentarios - Relato erótico: Buscando intimidad

luliibera
no dejes de tener sexo yo en tu lugar lo ago delante de la otra pareja ellos también lo desearían
profezonasur
Bien, como decia mi abuela ¨sarna con gusto no pica¨.
patochmuco
sos vos la de la foto? estas buena lily
jotadelax
Hermosa mujer.
Hermosa escritora.
Te dejo puntos y besos!