De antemano anuncio que es mi primer relato y tengo la impresión de que no le gustará a mucha gente, es algo extenso y para muchos lento... es un texto de tres capítulos, este es el primero, justamente el con menos sexo y más erotismo-preambulo.
A lo que quiera pasar a algo más concreto pueden ir directo al capítulo 2 o el capítulo 3.
Sin más justificación, les dejo el texto. Espero que les guste.
Hace unos días fui a la casa de una amiga, una muy buena amiga. Siempre hablábamos hasta tarde por teléfono de cómo había sido el día, cómo iba la universidad, cómo estaba su novio, la familia… cosas banales de todos los días.
Era una amiga del trabajo, nos conocimos hace seis meses y nos hemos llevado muy bien.
Con los amigos del trabajo nos juntamos en su casa, la que queda bastante lejos, por lo que varios se quedarían a dormir, entre los que me cuento. Finalmente la fiesta resultó bastante bien, reímos mucho y conversamos lo bueno y malo del trabajo. Cuando llegó la hora de acostarse o irse, la mayoría decidió irse, sólo dos nos quedamos a dormir.
Yo y un amigo nos quedamos, al principio íbamos a dormir en el sofá, pero mi amiga nos dijo que durmiéramos en su pieza, había espacio. Los dos fuimos, ella ya estaba con pijama y se veía muy linda. Era un pijama en dos partes: un pantalón corto y una remera manga larga. Más adelante se las describiré, con ropa no se deja ver todos sus maravillosos atributos, lo digo por experiencia.
En la pieza hay una cama de plaza y media, nos recostamos los tres ahí. Yo quedé al lado derecho, mientras que mi amigo quedó a la izquierda y mi amiga quedó al centro de la cama. Todo bien. Estaba recostado de lado mirando a mi amiga y ella estaba de lado quedando frente a mí. Conversamos un rato mientras mi amigo ya dormía, nada del otro mundo, sólo una charla anodina para pasar el rato antes de dormir.
Durante la noche me desperté varias veces, mi amiga tiene problemas para dormir y a veces sufre de insomnio, por lo que solemos hablar en horarios poco comunes. Cuando ella despertaba, sus ligeros movimientos me despertaban y le hacía compañía. En una de estas despertadas todo empezó.
Aún no eran las 5 de la mañana cuando ella se despertó por tercera vez, yo la acompañé y le pregunté por qué había despertado, no había sido nada en especial, recordé algo que mi padre me hacía para quedarme dormido cuando pequeño, un suave movimiento con sus dedos indice y pulgar por mi cara, pasando por el lado de mis ojos hasta llegar a mi mentón siguiendo las curvas de mi cara. Le conté lo que hacía mi padre y se lo hice a ella. Me di cuenta que nunca antes la había tocado más allá de un abrazo.
De forma delicada empecé a recorrer su rostro, desde la frente hasta su mentón, sintiendo las curvas de su cara y lo suave de su piel. Recorrí una y otra vez, hasta que sus ojos no se abrieron y su respiración se hizo débil y constante. Se había quedado dormida. Se veía bella. Su piel suave y clara, sus pestañas delineadas y negras, sus labios rosados. Me estaba empezando a fijar en ella. Me quede dormido mientras la veía.
Al rato desperté y tenía el brazo derecho dormido por estar tanto tiempo sobre él. Al intentar acomodarme mi amiga se despertó y me dijo que me acomodara, al hacerlo, acostarme con la espalda en la cama, la empujé a ella lo que hizo que quedara acostada sobre mí, ella me abrazó y yo a ella. De inmediato nos dormimos.
De repente me desperté y estaba solo en la cama, no había luz y busqué torpemente mi celular para ver la hora. Eran las 6:53 am. No había señal de mí amiga ni de mi amigo. Me detuve a escuchar y oí a la familia de mí amiga preparandose para salir, era día laboral pero nosotros estábamos de vacaciones. Varias personas conversan y distingo la de mi amiga entre ellas. Al rato escucho la puerta principal cerrarse y alguien sube por las escaleras. Despacio abre la puerta mí amiga, la miro y hablamos:
–Hola ¿Qué pasó?
–Lo siento ¿Te desperté?
–No, me desperté hace un rato ¿Qué pasó? ¿Y Roberto?
–Es que se tenía que ir temprano y más tarde va a salir mi hermana en el auto, así que mi papá lo podía dejar en el bus ahora.
Básicamente, nos habíamos quedado solos en la pieza, y en un par de horas nos quedaríamos solos en la casa.
Ella se acostó a mi lado y buscó quedar igual que antes, que la abrazara y ella pudiera quedar ligeramente sobre mí.
–Estuviste muy incomoda en la noche– Le pregunté cuando ya nos abrazábamos cómodamente.
–No, para nada, tampoco fue tanto rato.
–Yo estaba con el brazo dormido.
–Jajajajajaja, si me di cuenta, por eso te dije que te acomodaras. Ahora estoy con frío, abajo está helado. Mira que estoy helada.
Su manos busca mi mano que la toma de la cintura y la conduce hasta su espalda, justo sobre su trasero, metiendo mi mano bajo su remera y llevando mi mano a su piel. Estaba helada, suavemente la acaricio con mi palma y mis dedos, hago un recorrido con el reverso de mi mano. Siento su piel, su cuerpo…
–Estás helada, tienes que calentarte– Le dije mientras frotaba suavemente su piel con mi mano.
Con su cara apoyada en mi hombro me mira y sonríe. Mi mano sale de debajo de su ropa y le tapo la espalda. La froto rápido sobre sus ropas y la aprieto contra mí.
–Que raro lo de Roberto– Me dice mi amiga. Resulta que la novia de Roberto podría estar embarazada, pero no lo saben porque ella no se quiere hacer un simple test de embarazo.
–Si, es muy rara su novia, por qué no querer saber y además estar tan despreocupada.
–Si, aunque sería lindo tener un pequeño Roberto por ahí dando vueltas.
–Jajajajajaja, si, los bebes son lo máximo.
–¿Tu quieres tener hijos?
–Yo, si, eventualmente si encuentro a alguien, o si no encuentro a alguien también– Resulta que no tengo mucha suerte con las chicas, he tenido sólo una novia y el resto han sido grandes rechazos, varios de ellos por "es que te quiero como amigo", lo peor.
–¿Cómo si no encuentras a alguien?
–Me gustaría adoptar, ser padre soltero no me molestaría, yo quiero ser padre si o si.
–Que bien, nunca había escuchado eso.
–Bueno, soy raro…
–Jajajajajajajajajajajaja no lo eres.
–Si, lo soy, lo reconozco, por eso me va mal con las chicas, aunque creo que son lo máximo.
–¿Por qué?
–¿Por qué son lo máximo?
–Si.
–Porque hay algo mágico en ellas. Esto podría parecer una pequeña contradicción en mí, si bien soy muy racional, creo que las mujeres son algo mágico…
–Jajajajajaja ¿Por qué tanto?
–Porque dan vida, por más que le den una explicación de como se fecunda el ovulo y esas cosas, no deja de ser algo mágico ese proceso. De verdad, aún con mi valoración de la racionalidad, la vida que da la mujer es algo mágico.
–Podría ser.
–Lo que siempre me ha cautivado de las mujeres es su vientre, porque es donde se produce la vida, es como estar acariciando el origen de otro ser humano. Las mujeres son las más poderosas, yo creo que perfectamente podrían vivir sin hombres…
–Jajajajajajaja.
–De verdad. Me relaja mucho tocar el vientre de una mujer, es como un lugar seguro del que todos venimos, una especie de conexión con algo previo, algo relajante, seguro y simple.
Ella sólo me mira mientras hablo, parece encontrarme un ingenuo o un tonto. Pero me gusta, me hace sentir una complicidad con ella. Mi mano se mueve suavemente sobre su cintura, la acaricio levemente. Ella gira y queda recostada con su espalda en la cama y con mi brazo que la rodea por su espalda. Ella cierra los ojos.
En mi cabeza ya está la imagen de ella como una chica preciosa que me gusta, todo en sólo un par de horas. Pasó de ser una gran amiga a un gran amor. Mi cabeza dice que debo preguntarle si puedo acariciar su vientre, pero al mismo tiempo pasa por mi cabeza que puede ofenderse. No puedo decidirlo. Mi corazón late rápido, espero que ella no lo sienta. De mi boca no salen palabras. Pero…
–¿Te puedo acariciar la barriga?– Sólo se desprendieron de entre mis labios.
Ella abre los ojos y me mira, sonríe. Su mano acaricia la mía, las dos sobre su cintura.
–Por qué no te dejaría…
–No sé, quizás te incomoda.
–De ti, no, para nada.
Mi mano izquierda lentamente empieza a acariciar su barriguita, todo sobre su remera. Siento el borde de su pantalón, las onda de su abdomen, el agujero de su ombligo… sólo me atrevo a llegar ahí, ni más abajo, ni más arriba.
Mi mano se mueve lentamente con toda la palma apoyada y las puntas de mis dedos suavemente reconociendo su cuerpo. Mis dedos se mueven aplicando presión de distintas formas sobre su barriguita, como si tocase las teclas de marfil de un antiguo piano.
Con su mano ella levanta suavemente su remera y mi mano, que se levantó por el movimiento de la tela, ahora se posa sobre la cálida y suave piel de mi amiga. Mi palma tapa su ombligo y mis dedos se dividen y vuelven a juntar, acariciando con las yemas ese lugar del que podría crecer vida.
–¿Nunca has pensado lo mágico que es la vida?– Le pregunto mientras siento su piel.
–No, para nada.
Mi mano baja y el borde de ésta choca con el pantalón de mi amiga, acaricio su vientre y le hablo.
–Aquí se juntan dos mitades de ADN para formar una célula, una célula que después será un ser humano… nosotros lo fuimos. Durante nueves meses fuimos parte de nuestras madres, como si fuésemos un órgano más que al madurar se desprende del cuerpo y se transforma en un ente autónomo.
Ella sólo me mira y sonríe, sus ojos cada vez están más pegados en los míos. No logro distinguir si es nostalgia, comprensión, amor… o estoy simplemente haciendo el ridículo y ella siente lastima por mí.
Mi mano recorren su vientre de lado a lado, desde su cintura empiezo a avanzar suavemente con la línea de su pantalón como limite y riel que me conduce al otro extremo, siento como se mueve cuando respira, las curvas que toma su cuerpo, paso junto a su ombligo y sigo hasta encontrar su cintura. Mis dedos tocan y sienten la tibia piel, que al no estar cubierta se ha erizado con el frío que asoma. Subo un poco mi mano y me encuentro con su ombligo.
–Por aquí estabas conectada a tu madre antes de ser un ser independiente, hasta cierto punto. Dejaste de ser una parte física de tu madre cuando te cortaron el cordón umbilical, naciste. Lo mismo será con tus hijos, todo se desarrollara dentro de ti hasta que estén listos para salir.
Mi mano empieza a subir lentamente por su cuerpo mientras la miro todo el tiempo a los ojos, no puedo despegarme.
–El sistema digestivo, cubierto de músculos y piel.
Mi mano acaricia su cuerpo mientras sube lentamente hasta llegar al comienzo de su tórax. Me detengo. Acaricio el hueso que tiene marcado en el centro de su pecho y empiezo a bajar por el borde de sus costillas.
–Tus pulmones, protegidos por huesos que juntos forman una armadura en tu tórax.
Llego a su última costilla, justo al final de su cintura. Mi mano delinea una a una sus costillas, desde abajo hacia arriba empiezo a subir sintiendo su piel, su respiración que expande su pecho, su cuerpo.
Dejo de hablar y sólo la miro. Llego a la costilla que empieza en su boca del estomago y sube siguiendo al curva de su seno hasta llegar a la espalda cerca de su axila. Llego a la mitad del recorrido de esa costilla y comienzo con la otra mitad de su cuerpo. Desde la costilla de más abajo. Nada nos apura, nada nos molesta, sólo nos miramos.
Llego nuevamente hasta su boca del estomago, siento lo duro de su esternón y empiezo a subir por éste, aplicando presión sobre su piel voy sintiendo las imperfecciones de su hueso. No lleva sujetador y el camino está despejado. Cada uno de mis dedos sigue al que va adelante, en fila avanzan por entre sus senos, sintiendo los bordes de estos que se alzan sobre el cuerpo de mi amiga.
Me detengo cuando sus latidos mueven mis dedos, está sobre su corazón, se levantan y bajan sobre su cuerpo al ritmo que bombea sangre al cuerpo.
–El corazón es una de las primeras cosas que se desarrolla de un ser humano, bombeando sangre a todo tu cuerpo para que funcione. Cuando estás en estado de alerta o agitada éste late más fuerte para que un mayor flujo de sangre llegue a tus órganos y con ello oxigeno. Permite que tu cerebro pueda tomar decisiones más rápidas y tu cuerpo esté listo para eventos que no esperas. Tu corazón está latiendo muy rápido y fuerte.
Ella sólo se sonríe y se sonroja. Cuando empece el recorrido y le pedí si podía acariciar su vientre jamás pensé que llegaría hasta aquí.
Mis dedos siguen el ritmo de los latidos de su corazón, pequeños movimientos marcan la frecuencia. Me detengo y acaricia la zona que palpita. Con movimientos circulares siento el comienzo de sus senos y vuelvo hacia al centro de su pecho.
Su piel es suave y cálida, su respiración es profunda y expande su pecho, su corazón late rápido y fuerte, sus ojos me miran fijamente. Sus ojos cafés, sus pupilas negras dilatadas. De a poco empiezo a subir, lentamente.
–Desde tus pulmones el dióxido de carbono va camino a salir de tu cuerpo, protegido por tu esternón…
Se acaba su esternón y mis dedos bajan levemente por la hendidura de su traquea. Mi antebrazo acaricia su pecho mientras mi mano se estira para acariciar su cuello.
–Si alguna vez te intentan hacer algo debes pegar aquí en el cuello.
Mis dedos la acarician juntándose todos sobre su garganta, para luego volver a expandirse hasta cubrir su cuello.
–Pero debes tener cuidado, puedes matar a alguien si le pegas de forma correcta y con la fuerza suficiente, que no es tanta.
–Jajajajajaja. Me estás enseñando a matar–. Me responde mientras se muerde el labio inferior y sus pómulos toman un color rosa más cercano al tono de sus labios que el de su piel.
Mi cabeza vuela entre muchos pensamientos. Es muy bella. La deseo mucho, es una gran chica. Tiene novio. Qué estoy haciendo. Se irá a sentir incomoda si hago algo más. Si pasa algo que va a pasar con su novio. Que hago después, sólo me voy y no volvemos a hablar de lo que está pasando. Le gustaré o sólo es lastima. Se va a enojar. Todo chocaba dentro de mi cabeza mientras mi mano seguí subiendo por su cuerpo, al mismo tiempo que cada vez levantaba más su remera, ya que mi brazo iba por debajo de ésta.
Mis dedos llegan a la parte baja de su mentón, sigo la curva de su mandíbula hasta encontrarme nuevamente con su cuello y bajo hasta encontrarme con su clavícula, sigo la forma de sus huesos hasta el centro de su cuello y vuelvo a subir. Esta vez no me detengo en su mandíbula.
Uno de mis dedos acaricia casi sin tocar sus labios, mientras los otros rodean su boca y acarician su rostro junto al movimiento del dedo que sigue la figura de sus labios. Algo partidos, húmedos, rosados y delineados. Abre levemente su boca y mi dedo incursiona tímidamente en la separación de sus labios.
Cierra los ojos y mi mano continúa, rodeo su nariz. Uno de mis dedos dibuja el lado derecho, otro va por encima y otro dibuja el lado izquierdo. Tres de mis dedos rodean su nariz y avanzan hasta volver a encontrarse justo en la división de sus ojos.
–Hasta que no naces y sales del vientre de tu madre no sabes lo que es respirar, nunca has respirado y una vez que lo haces ya no lo puedes detener hasta tu muerte. Otro factor mágico, que además marca quizás la primera independencia del bebe respecto de su madre, al igual que al cortar el cordón umbilical. Ya no eres parte biológica de alguien, pasas a ser alguien. Abres por primera vez los ojos.
Mis dedos se dividen, el que está a la derecha se abre hacia ese lado rodeando el ojo de mi amiga por debajo de su ceja, mi otro dedo hace lo mismo, mientras el dedo que estaba al centro empieza a bajar por su nariz, junto al resto de mi mano. Llego nuevamente a su mentón y la acaricio, sus pómulos, su mandíbula, su oreja, sus labios. Mi brazo a levantado tanto su remera que uno de sus senos se asoma temeroso.
Lentamente empiezo a bajar, siguiendo el mismo recorrido utilizado para llegar a sus rostro. Su mentón, su cuello, su esternón, pasando por entre sus senos, su barriguita, su ombligo, su vientre. Me detengo al chocar la palma de mi mano con el borde de su pantalón. Ella no ha abierto los ojos desde que los cerró cuando empecé a acariciar sus labios.
–Duermes– Le pregunto mientras mi mano empieza a acariciar su barriguita a los ancho de su cuerpo, siguiendo el borde de su pantalón como las líneas del tren.
–No.
La tomo de la cintura con la mano que la acariciaba, mientras con la otra, que siempre estuvo bajo su espalda, la libero para bajar su remera y cubrir su piel. Me mira, se sonríe y se da la vuelta. Su cuerpo queda pegado al mío, su cara muy cerca de la mía y mi mano sobre su espalda.
No pierdo un instante y mis dedos se dividen para acariciarla. Recorro lo ancho de su espalda a la altura baja, justo sobre su trasero y, aún, siguiendo el borde de su pantalón como guía para recorrerla.
–Todo tu cuerpo se irgue por tu columna. Cada una por separado, como un juego de legos, se unen para levantar tu cuerpo.
Mis dedos se concentran en cada una de sus vértebras, de a una empiezo a acariciarlas con movimientos circulares a su alrededor. Voy subiendo de a poco, levantando su remera, pero esta vez voy observando el avance de mis manos. Su piel clara con tono rosado va quedando al descubierta mientras avanzo.
–Todas tus vértebras trabajan en conjunto.
Subo lentamente por su espalda, sin dejar de acariciar ni una vértebra. Siento su musculatura, la hendidura que se forma en el medio de su espalda a la altura de sus omoplatos. Su columna corre como entre dos pequeñas lomas. Mi mano se descarrila y mi palma recorre sus omoplatos, siento los músculos que lo forman y el inicio de sus costillas en la espalda.
–Desde aquí se distribuyen tus costillas para proteger tus pulmones y el corazón.
Vuelvo a tomar su columna como guía, vuelvo a la vértebra en que me desvíe y continúo mi recorrido. Mi mano se estira y la tomo del cuello, estoy llegando al final de su columna. Mis manos se vuelven a juntar para terminar en su nuca.
En silencio ella sólo me mira, mira como la veo. Su espalda desnuda me llama. Muchas cosas, como ya comenté, pasan por mi cabeza, pero las obvío y me agacho para besar la mitad de su espalda. Mi mano empieza a bajar rápidamente y haciendo presión sobre su columna, llego hasta su pantalón y no me detengo, lo empujo un poco hasta llegar a su coxis. Ella no hace nada.
–Acá termina tu columna, en el último vestigio de que el ser humano en algún punto tuvo cola.
Baje un poco su pantalón, logro ver el comienzo de sus nalgas. Beso nuevamente su espalda y empiezo a recorrer el mismo camino que hicieron mis dedos, pero esta vez con mis labios. Cada vértebra es una pausa y un beso. Un total de 10 besos le di hasta llegar a tu nuca. Mi cabeza bajo su remera y mis labios recorriendo su cuello, mientras mi mano acaricia la parte alta de su trasero a la altura del coxis.
Ella se levanta un poco, cruza sus brazos delante de ella, toma su remera y se la quita. La deja a un lado de la cama y se vuelve a recostar.
–Sigue.
No podía creerlo, estaba frente a mi una mujer bellísima, una gran amiga, pidiendo que siguiera incursionando su cuerpo con mis labios y mis manos. Era para no creerlo.
De su nuca mis labios siguieron a su oreja, no pude evitar morderla y tirarla, mientras apoyaba mi frente en su cabeza. Seguí la línea de su mandíbula y bajé a su cuello, todo al tiempo que mi cuerpo se posicionaba sobre ella y mis manos se aferraban con fuerza a su cintura. Mi pene, ya erecto, rozaba su muslo y su trasero. Mis labios ya buscaban los labios de ella.
Gira levemente y embisto contra su labios, ella lo estaba esperando. Nuestros labios juntos se movían al mismo ritmo, sus labios húmedos se juntaban con los míos. Sentía su nariz en mi mejilla y la mía en la de ella, tenía los ojos cerrados y mi boca se abría y cerraba junto a la de ella.
Me detengo y me alejo, mi cabeza me dice que tiene novio, la miro sorprendido por la situación a la que habíamos llegado. Su mira se vuelve triste, su sonrisa desaparece y oculta su cara en la almohada. Su tórax se expande por su respiración profunda y agitada. Mi corazón está a mil, siento que va a explotar, mis piernas están tensas y mis mano soltaron la cintura de mi amiga, sólo están apoyadas en su cuerpo.
Giro y quedo mirando el techo, ella no levanta la cabeza de la almohada. Mis ojos buscan los de ella sin éxito, observo su pelo negro, largo que está casi todo inclinado hacia el lado izquierdo de su cabeza.
–Eres lo máximo sabes. Eres inteligente, simpática, amistosa, preocupada, realente preciosa… aunque tienes problemas para dormir, ese es un error de fabrica, quizás haya que devolverte.
Escucho su risa y gira la cabeza para mirarme.
–Eres una gran mujer.– Le insisto.
Aprieta sus labios y recuesta su cabeza en la almohada mirándome a los ojos.
–Tu eres un gran hombre, no creas lo contrario.– Me responde con ojos tristes, ya no los que me miraban hace un rato mientras recorría su cuerpo.
–No lo soy, mi estatura es promedio, tengo un amigo que es bastante alto.
–Jajajajajajaja. Tonto.– Me dice al mismo tiempo que sus ojos vuelven a brillar.
Su mano se posa sobre mi barriga y se mueve hasta afirmarse de mi cadera. Su otra mano levanta mi brazo y ella se acomoda sobre mí, bajando mi brazo para que la abrace. Bajo mi mano desde su hombro hasta su cintura y la apego a mi cuerpo. Los dos cerramos los ojos, pero sólo ella se queda dormida. Mi cabeza no deja de pensar.
¿Cómo llegamos a esto?¿Estará dispuesta a terminar con Felipe por mí?¿Si no me hubiera detenido habríamos tenido sexo?¿Qué estará pensando ella?¿Podré acariciar su espalda?¿Por qué no se puso su remera de nuevo?¿Querrá tener sexo conmigo?¿Tendrá condones, porque no ando con ni uno?¿Voy a ser amante?¿De verdad me gusta o sólo es calentura?¿Le gustaré a ella?
Su cara en mi pecho, sus manos en mi cuerpo, las mías en el de ella, su torso desnudo… no hago más que observarla. Como respira, como su boca está ligeramente abierta, como su piel se eriza por el frío y mis manos la rodean. Definitivamente la quiero.
Se escucha la puerta de la casa, mi corazón late rápido, quizás nos vayan a ver. Un portazo fuerte, el ruido del motor del auto… la hermana ya se va, ahora no hay nadie en la casa, sólo nosotros y tenemos todo el día por delante.
Espero que les haya gustado, de igual forma comenten sugerencias y qué les pareció. Ya dejo el próximo capítulo en unos minutos y pongo el enlace acá.
A lo que quiera pasar a algo más concreto pueden ir directo al capítulo 2 o el capítulo 3.
Sin más justificación, les dejo el texto. Espero que les guste.
I. Piel.
Hace unos días fui a la casa de una amiga, una muy buena amiga. Siempre hablábamos hasta tarde por teléfono de cómo había sido el día, cómo iba la universidad, cómo estaba su novio, la familia… cosas banales de todos los días.
Era una amiga del trabajo, nos conocimos hace seis meses y nos hemos llevado muy bien.
Con los amigos del trabajo nos juntamos en su casa, la que queda bastante lejos, por lo que varios se quedarían a dormir, entre los que me cuento. Finalmente la fiesta resultó bastante bien, reímos mucho y conversamos lo bueno y malo del trabajo. Cuando llegó la hora de acostarse o irse, la mayoría decidió irse, sólo dos nos quedamos a dormir.
Yo y un amigo nos quedamos, al principio íbamos a dormir en el sofá, pero mi amiga nos dijo que durmiéramos en su pieza, había espacio. Los dos fuimos, ella ya estaba con pijama y se veía muy linda. Era un pijama en dos partes: un pantalón corto y una remera manga larga. Más adelante se las describiré, con ropa no se deja ver todos sus maravillosos atributos, lo digo por experiencia.
En la pieza hay una cama de plaza y media, nos recostamos los tres ahí. Yo quedé al lado derecho, mientras que mi amigo quedó a la izquierda y mi amiga quedó al centro de la cama. Todo bien. Estaba recostado de lado mirando a mi amiga y ella estaba de lado quedando frente a mí. Conversamos un rato mientras mi amigo ya dormía, nada del otro mundo, sólo una charla anodina para pasar el rato antes de dormir.
Durante la noche me desperté varias veces, mi amiga tiene problemas para dormir y a veces sufre de insomnio, por lo que solemos hablar en horarios poco comunes. Cuando ella despertaba, sus ligeros movimientos me despertaban y le hacía compañía. En una de estas despertadas todo empezó.
Aún no eran las 5 de la mañana cuando ella se despertó por tercera vez, yo la acompañé y le pregunté por qué había despertado, no había sido nada en especial, recordé algo que mi padre me hacía para quedarme dormido cuando pequeño, un suave movimiento con sus dedos indice y pulgar por mi cara, pasando por el lado de mis ojos hasta llegar a mi mentón siguiendo las curvas de mi cara. Le conté lo que hacía mi padre y se lo hice a ella. Me di cuenta que nunca antes la había tocado más allá de un abrazo.
De forma delicada empecé a recorrer su rostro, desde la frente hasta su mentón, sintiendo las curvas de su cara y lo suave de su piel. Recorrí una y otra vez, hasta que sus ojos no se abrieron y su respiración se hizo débil y constante. Se había quedado dormida. Se veía bella. Su piel suave y clara, sus pestañas delineadas y negras, sus labios rosados. Me estaba empezando a fijar en ella. Me quede dormido mientras la veía.
Al rato desperté y tenía el brazo derecho dormido por estar tanto tiempo sobre él. Al intentar acomodarme mi amiga se despertó y me dijo que me acomodara, al hacerlo, acostarme con la espalda en la cama, la empujé a ella lo que hizo que quedara acostada sobre mí, ella me abrazó y yo a ella. De inmediato nos dormimos.
De repente me desperté y estaba solo en la cama, no había luz y busqué torpemente mi celular para ver la hora. Eran las 6:53 am. No había señal de mí amiga ni de mi amigo. Me detuve a escuchar y oí a la familia de mí amiga preparandose para salir, era día laboral pero nosotros estábamos de vacaciones. Varias personas conversan y distingo la de mi amiga entre ellas. Al rato escucho la puerta principal cerrarse y alguien sube por las escaleras. Despacio abre la puerta mí amiga, la miro y hablamos:
–Hola ¿Qué pasó?
–Lo siento ¿Te desperté?
–No, me desperté hace un rato ¿Qué pasó? ¿Y Roberto?
–Es que se tenía que ir temprano y más tarde va a salir mi hermana en el auto, así que mi papá lo podía dejar en el bus ahora.
Básicamente, nos habíamos quedado solos en la pieza, y en un par de horas nos quedaríamos solos en la casa.
Ella se acostó a mi lado y buscó quedar igual que antes, que la abrazara y ella pudiera quedar ligeramente sobre mí.
–Estuviste muy incomoda en la noche– Le pregunté cuando ya nos abrazábamos cómodamente.
–No, para nada, tampoco fue tanto rato.
–Yo estaba con el brazo dormido.
–Jajajajajaja, si me di cuenta, por eso te dije que te acomodaras. Ahora estoy con frío, abajo está helado. Mira que estoy helada.
Su manos busca mi mano que la toma de la cintura y la conduce hasta su espalda, justo sobre su trasero, metiendo mi mano bajo su remera y llevando mi mano a su piel. Estaba helada, suavemente la acaricio con mi palma y mis dedos, hago un recorrido con el reverso de mi mano. Siento su piel, su cuerpo…
–Estás helada, tienes que calentarte– Le dije mientras frotaba suavemente su piel con mi mano.
Con su cara apoyada en mi hombro me mira y sonríe. Mi mano sale de debajo de su ropa y le tapo la espalda. La froto rápido sobre sus ropas y la aprieto contra mí.
–Que raro lo de Roberto– Me dice mi amiga. Resulta que la novia de Roberto podría estar embarazada, pero no lo saben porque ella no se quiere hacer un simple test de embarazo.
–Si, es muy rara su novia, por qué no querer saber y además estar tan despreocupada.
–Si, aunque sería lindo tener un pequeño Roberto por ahí dando vueltas.
–Jajajajajaja, si, los bebes son lo máximo.
–¿Tu quieres tener hijos?
–Yo, si, eventualmente si encuentro a alguien, o si no encuentro a alguien también– Resulta que no tengo mucha suerte con las chicas, he tenido sólo una novia y el resto han sido grandes rechazos, varios de ellos por "es que te quiero como amigo", lo peor.
–¿Cómo si no encuentras a alguien?
–Me gustaría adoptar, ser padre soltero no me molestaría, yo quiero ser padre si o si.
–Que bien, nunca había escuchado eso.
–Bueno, soy raro…
–Jajajajajajajajajajajaja no lo eres.
–Si, lo soy, lo reconozco, por eso me va mal con las chicas, aunque creo que son lo máximo.
–¿Por qué?
–¿Por qué son lo máximo?
–Si.
–Porque hay algo mágico en ellas. Esto podría parecer una pequeña contradicción en mí, si bien soy muy racional, creo que las mujeres son algo mágico…
–Jajajajajaja ¿Por qué tanto?
–Porque dan vida, por más que le den una explicación de como se fecunda el ovulo y esas cosas, no deja de ser algo mágico ese proceso. De verdad, aún con mi valoración de la racionalidad, la vida que da la mujer es algo mágico.
–Podría ser.
–Lo que siempre me ha cautivado de las mujeres es su vientre, porque es donde se produce la vida, es como estar acariciando el origen de otro ser humano. Las mujeres son las más poderosas, yo creo que perfectamente podrían vivir sin hombres…
–Jajajajajajaja.
–De verdad. Me relaja mucho tocar el vientre de una mujer, es como un lugar seguro del que todos venimos, una especie de conexión con algo previo, algo relajante, seguro y simple.
Ella sólo me mira mientras hablo, parece encontrarme un ingenuo o un tonto. Pero me gusta, me hace sentir una complicidad con ella. Mi mano se mueve suavemente sobre su cintura, la acaricio levemente. Ella gira y queda recostada con su espalda en la cama y con mi brazo que la rodea por su espalda. Ella cierra los ojos.
En mi cabeza ya está la imagen de ella como una chica preciosa que me gusta, todo en sólo un par de horas. Pasó de ser una gran amiga a un gran amor. Mi cabeza dice que debo preguntarle si puedo acariciar su vientre, pero al mismo tiempo pasa por mi cabeza que puede ofenderse. No puedo decidirlo. Mi corazón late rápido, espero que ella no lo sienta. De mi boca no salen palabras. Pero…
–¿Te puedo acariciar la barriga?– Sólo se desprendieron de entre mis labios.
Ella abre los ojos y me mira, sonríe. Su mano acaricia la mía, las dos sobre su cintura.
–Por qué no te dejaría…
–No sé, quizás te incomoda.
–De ti, no, para nada.
Mi mano izquierda lentamente empieza a acariciar su barriguita, todo sobre su remera. Siento el borde de su pantalón, las onda de su abdomen, el agujero de su ombligo… sólo me atrevo a llegar ahí, ni más abajo, ni más arriba.
Mi mano se mueve lentamente con toda la palma apoyada y las puntas de mis dedos suavemente reconociendo su cuerpo. Mis dedos se mueven aplicando presión de distintas formas sobre su barriguita, como si tocase las teclas de marfil de un antiguo piano.
Con su mano ella levanta suavemente su remera y mi mano, que se levantó por el movimiento de la tela, ahora se posa sobre la cálida y suave piel de mi amiga. Mi palma tapa su ombligo y mis dedos se dividen y vuelven a juntar, acariciando con las yemas ese lugar del que podría crecer vida.
–¿Nunca has pensado lo mágico que es la vida?– Le pregunto mientras siento su piel.
–No, para nada.
Mi mano baja y el borde de ésta choca con el pantalón de mi amiga, acaricio su vientre y le hablo.
–Aquí se juntan dos mitades de ADN para formar una célula, una célula que después será un ser humano… nosotros lo fuimos. Durante nueves meses fuimos parte de nuestras madres, como si fuésemos un órgano más que al madurar se desprende del cuerpo y se transforma en un ente autónomo.
Ella sólo me mira y sonríe, sus ojos cada vez están más pegados en los míos. No logro distinguir si es nostalgia, comprensión, amor… o estoy simplemente haciendo el ridículo y ella siente lastima por mí.
Mi mano recorren su vientre de lado a lado, desde su cintura empiezo a avanzar suavemente con la línea de su pantalón como limite y riel que me conduce al otro extremo, siento como se mueve cuando respira, las curvas que toma su cuerpo, paso junto a su ombligo y sigo hasta encontrar su cintura. Mis dedos tocan y sienten la tibia piel, que al no estar cubierta se ha erizado con el frío que asoma. Subo un poco mi mano y me encuentro con su ombligo.
–Por aquí estabas conectada a tu madre antes de ser un ser independiente, hasta cierto punto. Dejaste de ser una parte física de tu madre cuando te cortaron el cordón umbilical, naciste. Lo mismo será con tus hijos, todo se desarrollara dentro de ti hasta que estén listos para salir.
Mi mano empieza a subir lentamente por su cuerpo mientras la miro todo el tiempo a los ojos, no puedo despegarme.
–El sistema digestivo, cubierto de músculos y piel.
Mi mano acaricia su cuerpo mientras sube lentamente hasta llegar al comienzo de su tórax. Me detengo. Acaricio el hueso que tiene marcado en el centro de su pecho y empiezo a bajar por el borde de sus costillas.
–Tus pulmones, protegidos por huesos que juntos forman una armadura en tu tórax.
Llego a su última costilla, justo al final de su cintura. Mi mano delinea una a una sus costillas, desde abajo hacia arriba empiezo a subir sintiendo su piel, su respiración que expande su pecho, su cuerpo.
Dejo de hablar y sólo la miro. Llego a la costilla que empieza en su boca del estomago y sube siguiendo al curva de su seno hasta llegar a la espalda cerca de su axila. Llego a la mitad del recorrido de esa costilla y comienzo con la otra mitad de su cuerpo. Desde la costilla de más abajo. Nada nos apura, nada nos molesta, sólo nos miramos.
Llego nuevamente hasta su boca del estomago, siento lo duro de su esternón y empiezo a subir por éste, aplicando presión sobre su piel voy sintiendo las imperfecciones de su hueso. No lleva sujetador y el camino está despejado. Cada uno de mis dedos sigue al que va adelante, en fila avanzan por entre sus senos, sintiendo los bordes de estos que se alzan sobre el cuerpo de mi amiga.
Me detengo cuando sus latidos mueven mis dedos, está sobre su corazón, se levantan y bajan sobre su cuerpo al ritmo que bombea sangre al cuerpo.
–El corazón es una de las primeras cosas que se desarrolla de un ser humano, bombeando sangre a todo tu cuerpo para que funcione. Cuando estás en estado de alerta o agitada éste late más fuerte para que un mayor flujo de sangre llegue a tus órganos y con ello oxigeno. Permite que tu cerebro pueda tomar decisiones más rápidas y tu cuerpo esté listo para eventos que no esperas. Tu corazón está latiendo muy rápido y fuerte.
Ella sólo se sonríe y se sonroja. Cuando empece el recorrido y le pedí si podía acariciar su vientre jamás pensé que llegaría hasta aquí.
Mis dedos siguen el ritmo de los latidos de su corazón, pequeños movimientos marcan la frecuencia. Me detengo y acaricia la zona que palpita. Con movimientos circulares siento el comienzo de sus senos y vuelvo hacia al centro de su pecho.
Su piel es suave y cálida, su respiración es profunda y expande su pecho, su corazón late rápido y fuerte, sus ojos me miran fijamente. Sus ojos cafés, sus pupilas negras dilatadas. De a poco empiezo a subir, lentamente.
–Desde tus pulmones el dióxido de carbono va camino a salir de tu cuerpo, protegido por tu esternón…
Se acaba su esternón y mis dedos bajan levemente por la hendidura de su traquea. Mi antebrazo acaricia su pecho mientras mi mano se estira para acariciar su cuello.
–Si alguna vez te intentan hacer algo debes pegar aquí en el cuello.
Mis dedos la acarician juntándose todos sobre su garganta, para luego volver a expandirse hasta cubrir su cuello.
–Pero debes tener cuidado, puedes matar a alguien si le pegas de forma correcta y con la fuerza suficiente, que no es tanta.
–Jajajajajaja. Me estás enseñando a matar–. Me responde mientras se muerde el labio inferior y sus pómulos toman un color rosa más cercano al tono de sus labios que el de su piel.
Mi cabeza vuela entre muchos pensamientos. Es muy bella. La deseo mucho, es una gran chica. Tiene novio. Qué estoy haciendo. Se irá a sentir incomoda si hago algo más. Si pasa algo que va a pasar con su novio. Que hago después, sólo me voy y no volvemos a hablar de lo que está pasando. Le gustaré o sólo es lastima. Se va a enojar. Todo chocaba dentro de mi cabeza mientras mi mano seguí subiendo por su cuerpo, al mismo tiempo que cada vez levantaba más su remera, ya que mi brazo iba por debajo de ésta.
Mis dedos llegan a la parte baja de su mentón, sigo la curva de su mandíbula hasta encontrarme nuevamente con su cuello y bajo hasta encontrarme con su clavícula, sigo la forma de sus huesos hasta el centro de su cuello y vuelvo a subir. Esta vez no me detengo en su mandíbula.
Uno de mis dedos acaricia casi sin tocar sus labios, mientras los otros rodean su boca y acarician su rostro junto al movimiento del dedo que sigue la figura de sus labios. Algo partidos, húmedos, rosados y delineados. Abre levemente su boca y mi dedo incursiona tímidamente en la separación de sus labios.
Cierra los ojos y mi mano continúa, rodeo su nariz. Uno de mis dedos dibuja el lado derecho, otro va por encima y otro dibuja el lado izquierdo. Tres de mis dedos rodean su nariz y avanzan hasta volver a encontrarse justo en la división de sus ojos.
–Hasta que no naces y sales del vientre de tu madre no sabes lo que es respirar, nunca has respirado y una vez que lo haces ya no lo puedes detener hasta tu muerte. Otro factor mágico, que además marca quizás la primera independencia del bebe respecto de su madre, al igual que al cortar el cordón umbilical. Ya no eres parte biológica de alguien, pasas a ser alguien. Abres por primera vez los ojos.
Mis dedos se dividen, el que está a la derecha se abre hacia ese lado rodeando el ojo de mi amiga por debajo de su ceja, mi otro dedo hace lo mismo, mientras el dedo que estaba al centro empieza a bajar por su nariz, junto al resto de mi mano. Llego nuevamente a su mentón y la acaricio, sus pómulos, su mandíbula, su oreja, sus labios. Mi brazo a levantado tanto su remera que uno de sus senos se asoma temeroso.
Lentamente empiezo a bajar, siguiendo el mismo recorrido utilizado para llegar a sus rostro. Su mentón, su cuello, su esternón, pasando por entre sus senos, su barriguita, su ombligo, su vientre. Me detengo al chocar la palma de mi mano con el borde de su pantalón. Ella no ha abierto los ojos desde que los cerró cuando empecé a acariciar sus labios.
–Duermes– Le pregunto mientras mi mano empieza a acariciar su barriguita a los ancho de su cuerpo, siguiendo el borde de su pantalón como las líneas del tren.
–No.
La tomo de la cintura con la mano que la acariciaba, mientras con la otra, que siempre estuvo bajo su espalda, la libero para bajar su remera y cubrir su piel. Me mira, se sonríe y se da la vuelta. Su cuerpo queda pegado al mío, su cara muy cerca de la mía y mi mano sobre su espalda.
No pierdo un instante y mis dedos se dividen para acariciarla. Recorro lo ancho de su espalda a la altura baja, justo sobre su trasero y, aún, siguiendo el borde de su pantalón como guía para recorrerla.
–Todo tu cuerpo se irgue por tu columna. Cada una por separado, como un juego de legos, se unen para levantar tu cuerpo.
Mis dedos se concentran en cada una de sus vértebras, de a una empiezo a acariciarlas con movimientos circulares a su alrededor. Voy subiendo de a poco, levantando su remera, pero esta vez voy observando el avance de mis manos. Su piel clara con tono rosado va quedando al descubierta mientras avanzo.
–Todas tus vértebras trabajan en conjunto.
Subo lentamente por su espalda, sin dejar de acariciar ni una vértebra. Siento su musculatura, la hendidura que se forma en el medio de su espalda a la altura de sus omoplatos. Su columna corre como entre dos pequeñas lomas. Mi mano se descarrila y mi palma recorre sus omoplatos, siento los músculos que lo forman y el inicio de sus costillas en la espalda.
–Desde aquí se distribuyen tus costillas para proteger tus pulmones y el corazón.
Vuelvo a tomar su columna como guía, vuelvo a la vértebra en que me desvíe y continúo mi recorrido. Mi mano se estira y la tomo del cuello, estoy llegando al final de su columna. Mis manos se vuelven a juntar para terminar en su nuca.
En silencio ella sólo me mira, mira como la veo. Su espalda desnuda me llama. Muchas cosas, como ya comenté, pasan por mi cabeza, pero las obvío y me agacho para besar la mitad de su espalda. Mi mano empieza a bajar rápidamente y haciendo presión sobre su columna, llego hasta su pantalón y no me detengo, lo empujo un poco hasta llegar a su coxis. Ella no hace nada.
–Acá termina tu columna, en el último vestigio de que el ser humano en algún punto tuvo cola.
Baje un poco su pantalón, logro ver el comienzo de sus nalgas. Beso nuevamente su espalda y empiezo a recorrer el mismo camino que hicieron mis dedos, pero esta vez con mis labios. Cada vértebra es una pausa y un beso. Un total de 10 besos le di hasta llegar a tu nuca. Mi cabeza bajo su remera y mis labios recorriendo su cuello, mientras mi mano acaricia la parte alta de su trasero a la altura del coxis.
Ella se levanta un poco, cruza sus brazos delante de ella, toma su remera y se la quita. La deja a un lado de la cama y se vuelve a recostar.
–Sigue.
No podía creerlo, estaba frente a mi una mujer bellísima, una gran amiga, pidiendo que siguiera incursionando su cuerpo con mis labios y mis manos. Era para no creerlo.
De su nuca mis labios siguieron a su oreja, no pude evitar morderla y tirarla, mientras apoyaba mi frente en su cabeza. Seguí la línea de su mandíbula y bajé a su cuello, todo al tiempo que mi cuerpo se posicionaba sobre ella y mis manos se aferraban con fuerza a su cintura. Mi pene, ya erecto, rozaba su muslo y su trasero. Mis labios ya buscaban los labios de ella.
Gira levemente y embisto contra su labios, ella lo estaba esperando. Nuestros labios juntos se movían al mismo ritmo, sus labios húmedos se juntaban con los míos. Sentía su nariz en mi mejilla y la mía en la de ella, tenía los ojos cerrados y mi boca se abría y cerraba junto a la de ella.
Me detengo y me alejo, mi cabeza me dice que tiene novio, la miro sorprendido por la situación a la que habíamos llegado. Su mira se vuelve triste, su sonrisa desaparece y oculta su cara en la almohada. Su tórax se expande por su respiración profunda y agitada. Mi corazón está a mil, siento que va a explotar, mis piernas están tensas y mis mano soltaron la cintura de mi amiga, sólo están apoyadas en su cuerpo.
Giro y quedo mirando el techo, ella no levanta la cabeza de la almohada. Mis ojos buscan los de ella sin éxito, observo su pelo negro, largo que está casi todo inclinado hacia el lado izquierdo de su cabeza.
–Eres lo máximo sabes. Eres inteligente, simpática, amistosa, preocupada, realente preciosa… aunque tienes problemas para dormir, ese es un error de fabrica, quizás haya que devolverte.
Escucho su risa y gira la cabeza para mirarme.
–Eres una gran mujer.– Le insisto.
Aprieta sus labios y recuesta su cabeza en la almohada mirándome a los ojos.
–Tu eres un gran hombre, no creas lo contrario.– Me responde con ojos tristes, ya no los que me miraban hace un rato mientras recorría su cuerpo.
–No lo soy, mi estatura es promedio, tengo un amigo que es bastante alto.
–Jajajajajajaja. Tonto.– Me dice al mismo tiempo que sus ojos vuelven a brillar.
Su mano se posa sobre mi barriga y se mueve hasta afirmarse de mi cadera. Su otra mano levanta mi brazo y ella se acomoda sobre mí, bajando mi brazo para que la abrace. Bajo mi mano desde su hombro hasta su cintura y la apego a mi cuerpo. Los dos cerramos los ojos, pero sólo ella se queda dormida. Mi cabeza no deja de pensar.
¿Cómo llegamos a esto?¿Estará dispuesta a terminar con Felipe por mí?¿Si no me hubiera detenido habríamos tenido sexo?¿Qué estará pensando ella?¿Podré acariciar su espalda?¿Por qué no se puso su remera de nuevo?¿Querrá tener sexo conmigo?¿Tendrá condones, porque no ando con ni uno?¿Voy a ser amante?¿De verdad me gusta o sólo es calentura?¿Le gustaré a ella?
Su cara en mi pecho, sus manos en mi cuerpo, las mías en el de ella, su torso desnudo… no hago más que observarla. Como respira, como su boca está ligeramente abierta, como su piel se eriza por el frío y mis manos la rodean. Definitivamente la quiero.
Se escucha la puerta de la casa, mi corazón late rápido, quizás nos vayan a ver. Un portazo fuerte, el ruido del motor del auto… la hermana ya se va, ahora no hay nadie en la casa, sólo nosotros y tenemos todo el día por delante.
Espero que les haya gustado, de igual forma comenten sugerencias y qué les pareció. Ya dejo el próximo capítulo en unos minutos y pongo el enlace acá.
6 comentarios - De amigos a amantes I