Parte I
En un pequeño pueblo de Menorca no hay mucho más que hacer cuando eres adolescente que escaparte a algún sitio paradisíaco y beber y fumar. El problema es que si no tienes coche, y nosotros no siempre disponíamos de alguien que tuviera edad y carnet, te has de ver confinado a la típica rutina de calle, o, si tienes suerte, a algún pequeño local o garaje donde poder hacer botellón o fumar un poco de maría. En el juego archiconocido del flirteo y los primeros encuentros sexuales, el local servía perfectamente de picadero. En mi caso, mi primo disponía del local donde antes vivía su hermano mayor. Tenía una sala grande donde estaba la televisión con los videojuegos e internet, un sofá y un sillón, la habitación contigua contaba con una cama grande, y a continuación había un baño con ducha incluida. Era algo sencillo, más bien cutre, pero nos servía para las tardes aburridas.
Mi primo y yo nos hemos criado juntos. Es muy salado, me río mucho con sus gamberradas, pero no es el típico bobo, también tiene su parte sensible. Sus amigos también son majos, pero él es un poco más listo, más gracioso, y realmente vale más la pena. En cambio yo soy prácticamente la única chica de mi edad del pueblo, lo cual significa que, cuando las hormonas afloran, aunque no seas un bellezón, los chicos inevitablemente se fijan en ti con deseo. No obstante, modestia aparte, soy una chica atractiva; de cuerpo delgado y curvas sinuosas, mi pelo castaño y mis ojos marrones y traviesos siempre han cautivado a los amigos de mi primo. No sé si era la situación de vivir en un marco tan cerrado, pero siento que soy una persona muy sexual, con un gran apetito, y éste se deja notar cuando no eres un crío y sabes ver lo que busca una mujer.
Cuando era nuestro día de suerte, íbamos en coche a alguna playa genial para pasar todo el día jugando dentro y fuera del agua. Casi siempre que esto ocurría iba con mi primo y algún amigo suyo. Un día, no obstante, fuimos solos él y yo. Nos llevó un amigo de su hermano, pues le pillaba de camino para ver a su novia. A la vuelta nos recogería.
Era un día fantástico de julio. Hacía calor pero era soportable; el agua estaba fresquita y no había casi nadie. En este tipo de playas, dada su situación recóndita y el carácter de la isla, ir desnudo o no es algo arbitrario. Una playa es nudista en el momento en que la gente va desnuda. No hay más norma que la de la voluntad de la gente. Yo con mi primo tengo confianza, pero de todos modos siento cierta vergüenza, así que no me quité el bikini. Él tampoco se quitó el bañador. Estuvimos bañándonos y tomando el sol en una colchoneta inchable que habíamos traído, lo cual conllevaba necesariamente tener que estar alerta de “los tiburones” que te asaltaban desde debajo, tirándote al agua con un susto de muerte.
Así estuvimos todo el día, haciéndonos aguadillas y forcejeando por subir a la colchoneta. Era muy divertido. Cuando descansamos para comer el bocadillo estábamos exhaustos, por lo que decidimos hacer la digestión, tumbados debajo de un pequeño recoveco que había bajo una gran roca y que proyectaba un poco de sombra. La verdad es que pasábamos casi desapercibidos para alguien que no se parase a mirar detenidamente a aquel rincón. Estábamos completamente llenos de arena por todos lados de habernos revolcado por la orilla para conquistar la colchoneta, y ciertamente se hacía incómodo comer y descansar con todo el culo lleno de arena.
-Esto es una mierda Clara, estoy lleno de arena. De hecho no paro de masticar arena con el bocata. Creo que me voy a quitar el bañador y lo voy a aclarar en el agua. Ahora vengo.
Se fue. A lo lejos veía cómo se desnudaba. No era para mí algo raro verle desnudo, ya que prácticamente convivíamos juntos. Sin embargo nunca me había fijado en su cuerpo, y en aquel instante algo dentro se me movió; un pequeño impulso eléctrico anterior incluso a lo que sería la excitación sexual. Fue más como una llamada de atención, un arrebato de curiosidad. Y mientras se acercaba, me coloqué mis gafas de sol y contemplé su cuerpo venir. Mi primo empezó a ir al gimnasio este año, y lo cierto es que empezaba a definir sus abdominales y pectorales. La verdad es que era bastante guapo. Yo siempre pensé que tendría mucho éxito con las chicas, además siendo tan divertido daban ganas de estar con él. Cuando llegó a mi lado me fijé en su polla, y la verdad es que me quedé bastante asombrada. No había visto todavía una polla de tan cerca. Era más bien grande, pensé, y el pubis con el pelo recortado me excitó todavía más. Pensé que mi primo se preocupaba por estas cosas, y esto debía significar que estaba ya muy atento al sexo. Yo como no me lo había planteado todavía, simplemente seguía el modelo de depilación más cómodo para mí, esto era, afeitarme cuando me duchaba.
-¿Tú no tienes arena?- esto me lo preguntó, yo creo, debido al rubor que sentía de estar desnudo delante de mí y que yo estuviera vestida.
-Pues la verdad es que sí.
-¿Y por qué no aclaras tu bikini? ¿Por qué no te aclaras, Clara? ¿Eh, eh?- y me lanzó un trozo de pan. Estaba de buen humor y ya se le había pasado la vergüenza. Eso era lo que me gustaba de él, que siempre podía salvar las situaciones embarazosas con esa sana forma de reírse incluso de sí mismo.
- Bah, da igual.
-Así que soy el único que se va a quedar desnudo aquí. Y mientras tú disfrutas de verme desnudo tú te quedas ahí con toda la arena. Qué morro tienes.
-Es que me da… no sé… me da cosa.
-¿Pero qué dices?
-Sí, no sé.
-No veré más de lo que ya he visto.
-Pero si tú nunca me has visto desnuda.
-Bueno, lo que llevas tampoco deja mucho espacio a la imaginación.
-Ya…Bueno va, pero no te me quedes mirando, cabrón, que seguro que al final ni me mirarás a la cara.
Me levanté y fui a la orilla. Me quité el bikini. La verdad es que nada es comparable a estar desnuda, y más en aquel paraíso con el mar besando tus pies y el sol tostando tu piel. La vergüenza entonces pasó a ser un estúpido miedo a toda aquella libertad que experimentaba ahí de pie frente al infinito. El mundo se me abría como una flor y la brisa acariciaba mi cuerpo. No podía ser más feliz. Así que cuando volví donde mi primo, estaba radiante, casi riéndome.
-¿Qué te pasa? ¿Por qué estás tan contenta?
-No sé… porque estoy desnuda, supongo, jajaja.
-Ah, pues qué bien.
-No lo entiendes.
- Pues no, pero también lo celebro jajaja.
-Imbécil.- y le devolví la miga de pan, que le dio en toda la cara.
-Tienes buen cuerpo, prima. Menos mal que mis colegas no están aquí. Esos orangutanes no pararían de mirarte las tetas.
-Tampoco son para tanto, no son tan grandes.
-Son perfectas, la verdad que sí, aunque yo prefiero tu culo.
-¡Ay, calla!- me empecé a sentir más incómoda, pero más que por las observaciones de mi primo, que en el fondo sabía que eran desinteresadas, me sentía de repente con la sensación de que mi cuerpo ya no era algo inocente, y que caía sobre mí la responsabilidad de la sexualidad, toda de vez, como si mi cuerpo ya fuera algo con una carga mayor que la de sentir la felicidad sensual de aquel paisaje tan vital y pasara a ser un objeto que produce placer.
-Bueno, creo que me voy a echar una pequeña siesta.
-Buena idea, yo también. Pero oye, ¿no se te va a quemar el pene si duermes boca arriba? Jajaja.
-Ostia, pues nunca lo había pensado. Pero si duermo boca abajo se me aplastan las pelotas.
-¡Venga ya!
-Que sí joder, te lo juro. Que luego me duele como aquí en las inglés de estar apretujadas.
-No las tienes tan grandes.
-Eso da igual. Creo que me pondré crema en la polla. ¡Pásamela, anda!
Se la acerqué. Se puso un poco en la mano y se la empezó a extender por la polla, frotándola de abajo a arriba, de modo que, sin querer, se le empezó a poner dura.
-¡Uy! Jajaja.
-¿Qué? ¿Qué pasa?
-Se te está poniendo dura jajaja.
-Jajaja, ya…es tu culpa.
-¿Mi culpa? Venga ya… Eso es de tocártela con la crema. ¿O es que te ponen cachondo mis tetas? Jajaja.
-¡Calla! Que lo vas a empeorar.- Dani se la miraba sonriendo, fascinado por su tamaño (típico entre los tíos que se vanaglorien del tamaño de su polla). Se empezó a reír por la situación y por la alegría intrínseca a la excitación sexual. Esperó unos segundos más a que llegara a su culmen. -¿Qué te parece? Jajaja.-
-Joder, ahora sí que no vas a poder dormir boca abajo, o llegarás al centro de la tierra. Jajaja.
-¿Sabes cuánto me mide?-dijo orgulloso, con la infantilidad que le caracterizaba.
-Por lo menos dos metros. No sé, ¿cómo quieres que lo sepa?
-Adivina.
-Pff… ¿20 cm.?
-Más.- fue entonces cuando me di cuenta de que su polla era realmente grande. Además, como por arte de magia, cada vez que decía un número, crecía más, del mismo modo que crecía el ego de Dani.
-¡24!
-Sí jeje. ¿No está mal, eh?
-No sé lo que es normal.
-Pues de 13 a 18, más o menos.
-¡Felicidades!- no hay nada mejor que burlarse de la polla de un tío, pues le demuestras de inmediato que el orgullo de su sexualidad no vale nada. Que la verdadera sexualidad se encuentra totalmente alejada de su polla, y que cuanto menos interviene ésta, más excitante es todo.
Nos dormimos un rato. Y cuando desperté lo primero que vi fue que la polla de Dani seguía tiesa sobre su vientre. Le miré pero tenía el sombrero de paja en la cara. Entonces no sé por qué, pero de repente se me ocurrió que si aquella polla no fuera suya podría subirme encima y follármela. Me entró un escalofrío tremendo porque aquello se me hubiera pasado por la cabeza. ¡En qué estoy pensando! ¿Qué cojones me pasa? ¿Estoy loca o qué? Y me empecé a descojonar. Sin embargo no se me quitó de la cabeza ese pensamiento: esa polla ahora mismo no era de nadie. Así que me empecé a tocar un poco inconscientemente, descubriendo para mi asombro que estaba un poco mojada. Miré mis dedos impregnados de mi flujo y humedecí con ellos la punta de la polla de Dani, sin llegar a tocársela más que con el propio flujo. Me volvió a entrar la risa, así que le arrebaté el sombrero de la cara y lo puse encima de su polla. Él se despertó desconcertado.
-¿Qué coño haces, Clara?
-Que tu periscopio te va a quitar toda la sangre del poco cerebro que tienes. Jajaja.
-Mierda, es que estaba soñando.
-Pues menudo sueño, siento haberte despertado. ¿Y con qué soñabas D’Artagnan? ¿A quién le clavabas tu gran espada?
-Soñaba con Laura.
-Esa tía yo creo que es imbécil.
-Sí, tiene sus cosas, pero está buena, y tiene unas tetas impresionantes.
-Eres más simple que el mecanismo de una escoba.
-Sólo la quiero para follar, ¿qué hay de malo en eso?
-En fin, me voy al agua con la colchoneta.
Y allí seguimos hasta que nos recogieron. Aunque ahora estábamos desnudos. Y entre tanto forcejeo alguna mano fue a parar a donde no debía.
-La próxima vez que me toques el culo te cojo de los huevos.
-Jajaja. ¡PLAS!- exclamó mientras me daba otro cachete en la nalga.
-Hijo de puta, te vas a enterar.- y fui directa a sus partes.
Él se agachó para cubrirse y nuestros rostros se quedaron prácticamente pegados. Al no hacer pie en el agua, nos quedamos en aquella postura. En aquel momento, se me pasó por la cabeza besarle, de rabia, por jugar, por descubrir todas las posibilidades de aquella tarde. Creo que él lo notó, porque en seguida se puso nervioso y empezó a balbucear intentando zafarse de mí. Al final no pasó nada, pero es cierto que en aquel momento sentí un deseo de verdad de explotar aquel cuerpo, de fundirme con él en un arrebato de fuerza y pasión, jugando violentamente en una lucha por ver quién dominaría a quién. Mi primo, como parte masculina de mí misma, me excitaba en esa competición sexual por la victoria de un sexo sobre otro. Más que un deseo sexual, lo que sentía era un impulso casi irrefrenable de unirme con esa otra parte de mí, que, en cambio, se encontraba tan lejana y era tan misteriosa, seduciéndome poderosamente. Mi primo era mi “yo” masculino, y en ese momento de lucha subacuática, me di cuenta de que quería conquistar esa otra parte de mí misma.
Parte II
Normalmente mi primo y sus amigos van al local a fumar porros por las tardes. Tienen la Play y juegan al fútbol o a juegos de coches. Yo alguna vez me acerco, pero la verdad es que es un poco aburrido. A veces me acompaña Ana, mi amiga, pero tampoco le prestan atención. Ana verdaderamente no es guapa; es regordeta y no tiene una cara muy bonita. Es muy buena persona. A mí me ayuda mucho en el instituto y puedo hablar de todo con ella. Estamos realmente unidas. No obstante, no le conté todo aquello que sentí en la playa con Dani.
Un día fui al local. Estaban jugando al fútbol como de normal. Estaban Dani, Luis y Jorge. A ambos les gustaba, lo notaba, pero eran muy pardillos. Mientras Luis era más guaperas y simplón, Jorge siempre me escuchaba atentamente cuando le hablaba y tenía una mayor sensibilidad; lamentablemente, no era muy guapo. Ambos no me caían mal, pero a su lado, Dani era con diferencia una compañía mucho mejor.
Dejaron el fútbol y sugirieron mirar tías por Facebook. Como el ordenador estaba conectado a la pantalla, podían ver todos perfectamente desde el sofá.
-¿A ver qué te parecen estas chicas?- me dijo Luis con una sonrisa pícara. –Danos tu opinión.
Así que se dedicaron a pasar de tía en tía, bajo el criterio de un pecho que asomaba bajo una camiseta, o una foto en bikini. Era bastante triste. Pero lo entiendo, son las típicas chorradas que hacen los tíos para excitarse mínimamente y seguir este juego estúpido de las hormonas. Parece como si no interesarse por el sexo opuesto fuera síntoma de aburrimiento. Todas estas conductas estaban súper estandarizadas. Si realmente quisieran disfrutar del sexo y explotar todo ese deseo que tienen, deberían montárselo entre ellos mismos aquí en el local; pero claro, eso sería homosexualidad, y aquí eso está prohibido moralmente. Si realmente tuvieran una libertad, la aprovecharían. Pero la sexualidad es casi un mecanismo para que la estupidez persista, a través de formas estipuladas de comportamiento, que te anclan en una personalidad banal (todo esto lo pensé yo mucho tiempo después, pero entonces ya tenía esa intuición de que por mucho que parecían fascinarse por la mujer y desear echar un polvo, si en ese momento yo me hubiera bajado las bragas, se habrían cagado de miedo).
Siguieron fumando y el ambiente se fue caldeando, hasta que decidieron poner porno. A mí aquello me resultó más patético todavía, pero en el fondo me hacía gracia, así que me hice la tonta.
-¿Has visto porno alguna vez?- me preguntó Luis, deseando que me excitara para poder follarme y pensando que yo no me daba cuenta.
-Pues no. No me interesa mucho.
-¿Quieres verlo? ¿Qué te gustaría ver?
-Pues no sé, como nunca he visto…poned lo que queráis.
Vi cómo ellos se relamían, pensando en que aquello para mí iba a ser una experiencia reveladora. Dani me sonreía, más consciente de que yo estaba jugando con ellos que ellos conmigo; Jorge estaba nervioso, entrecruzando sus manos y sonriendo con el corazón yéndole a mil; en cambio, Luis se mostraba como el típico seductor estúpido que se piensa que te va a descubrir América.
Después de un surtido de vídeos donde las tías se sometían a todo tipo de fantasías masculinas que a mí me dejaban fría e incluso de mala hostia, empecé a notar como comenzaba a asomar un bulto en los pantalones de los tres. Sus pollas estaban ansiosas por salir entre la marihuana y el porno. Aquello aún me creó más curiosidad. Sabía perfectamente que en el fondo el porno no les excitaba, lo que les excitaba era estar excitados, y aquella era una oportunidad de oro.
-¿No estás cachonda después de ver esto?
-Pues no, la verdad. Las chicas no nos excitamos así, pero veo que vosotros estáis a tope. Vuestros pantalones deben haceros daño.- aquello les volvió locos, pues se percataron de cómo les observaba, y no hay nada que le guste más a un hombre que ver cómo su polla excita a una mujer.
-¿Quieres vernos las pollas?- preguntó Luis, ya fuera de sí de la excitación.
-Jajaja. No, por favor, no podría parar de reír.- este comentario también hizo reír a Dani, que también se había percatado de que Luis y Jorge estaban a punto de correrse encima. Él también estaba excitado, sobre todo por el porro, pero no era tan estúpido como los otros dos.
-Me voy. Machacárosla a mi salud, que veo que si no, vais a explotar.
-¡No, no te vayas…!- dijo Luis, pero yo ya salía por la puerta.
…………………………..
Días más tarde fui con Dani al local.
-¡Cómo os pusisteis el otro día eeh!
-Ya, es que estos dos están obsesionados por follar. Yo, como estoy con Laura, no estoy tan desesperado.
-La verdad es que pensaba que esa tía era tonta del culo, pero no me cayó tan mal el otro día.
-Ya, es que a veces se comporta de una forma que me da un poco por culo, pero la tía es maja.
-Bueno, ¿y con ella qué tal?
-Bien. ¿Por? ¿A qué te refieres?
-Bueno, ya sabes.- sentía gran curiosidad, más que nada por poder compartir esa experiencia con mi primo, pues su experiencia, en cuanto me la contara, también sería como si la hubiera vivido yo.
-Todavía no lo hemos hecho.
-Debes tener ganas.
-La verdad es que sí. Por eso el otro día también me puse. Además, joder, tú también, aunque seas mi prima, estás muy buena, y verte con esa mirada, burlándote de estos dos capullos, me puso un poco.
-Ya lo vi. Por eso me fui, para que os la pudierais machacar tranquilamente. La verdad es que después de irme pensé que ya no me hace tanta gracia sentarme en estos sofás.
-Jajaja, ya…
-Déjame sentarme en el sillón, que sé que tú siempre te sientas ahí. ¿Os la peláis muy a menudo?
-Todos los días.
-¿Todos los días?
-Ah, ¿aquí? No, aquí alguna vez.
-¿Todos juntos?
-Sí, pero cada uno a lo suyo. No nos miramos.
-¿Y no tienes curiosidad? ¿Nadie nunca ha propuesto chupárosla o daros por el culo?
-¡Pero qué dices! ¡Qué va! No somos maricones. Yo no siento esa curiosidad. Les veo las pollas, igual que cuando nos duchamos después de los entrenos. Pero no me atraen lo más mínimo. Además, yo soy el que la tiene más grande jojojo. ¿No quieres fumar un poco?
-Trae.- y le di varias caladas al porro.
- ¿Qué quieres hacer? ¿Quieres ver una peli?
Así que vimos una peli. Me dio a escoger y escogí una sobre una ninfómana que se había descargado mi primo con la esperanza de que pudiera masturbarse viéndola. La película era malilla, pero la escogí para ver si a alguien en esto del cine se le había ocurrido hacer algo distinto a la mierda del porno, pero resultó ser una visión bastante masculina también, pese a que había escenas, que al no mostrar mucho, te hacían imaginarte el resto. En un momento de la peli hubo una escena realmente erótica, y en la comodidad de estar con mi primo y bastante fumada, me pude poner cachonda, sentada en el sillón tranquilamente.
-Joder, me he vuelto a poner cachondo.
-Normal, yo también.
Seguimos viendo la peli, pero me di cuenta de que Dani se estaba acariciando bajo el pantalón.
-¿Te estás tocando?
-Jajaja, sí, un poco, me la estoy acomodando, porque si no, me duele. ¿Te importa si me la toco un poco?
-No, no, haz lo que quieras. Además si te duele…
-¿Tú no quieres masturbarte? Así no me dará tanta vergüenza a mí.
-No, de momento no.- aunque de hecho, como tenía las rodillas levantadas, ya me había empezado a acariciar.
Al poco rato, Dani no pudo contenerse más.
-Oye Clara, me la voy a sacar porque así no puedo más. ¿No te importa, no? Además, ya me la viste en la playa.
-Tú mismo…- y se sacó su polla enorme del calzoncillo, empezando ya a masturbarse en serio.
-Buff, estoy a mil.- dijo casi entre susurros.
-Ya te veo ya…
-Joder si no fueras mi prima… ¡lo que te haría ahora mismo!
-Me lo puedo imaginar, jaja.- la risa se me ahogó por la oleada de fuego que me sacudió el pecho. En el momento en que él se corriera me correría yo también. Y no sé por qué pero sabía que se correría mucho.
En efecto, mientras en la pantalla se oían débilmente los jadeos de la protagonista, Dani acabó sobre sus abdominales y yo sigilosamente me corrí desde el sillón, contemplando a mi primo exhausto, con los ojos cerrados y con la polla dando saltitos de placer al mismo tiempo que se desprendía de la últimas gotitas de semen cada vez que, suavemente, él subía y bajaba su mano. Intentando mantener la compostura y procurando que mi voz sonase como si no me hubiera corrido, le dije:
-¡Guau! Muy bien campeón. Buena corrida.
-Gracias, ha sido la hostia.
-Espera, te traigo papel, que parece que no te puedes ni mover.- aunque a mí también me costaba ponerme de pie, y, camino al baño, me temblaban tanto las piernas que me entró la risa floja.- Bueno, ¿al final se casan o qué? Vaya peli más mala.
-Ya jaja, yo creo que esto es para lo único que sirve.- murmuró para sí mientras se miraba la polla y terminaba de limpiar el estropicio seminal.
Parte III
La verdad es que la relación entre Dani y yo no se vio perjudicada lo más mínimo por esto (además, sabía a ciencia cierta que no se lo diría a nadie, y menos a sus amigos), de hecho, nuestra relación se hizo más íntima, más cercana. Nos sentíamos muy cómodos el uno al lado del otro. A mí me gustaba ir con él a solas al local a ver pelis, comíamos palomitas, nos reíamos, bebíamos cerveza y fumábamos hierba. Normalmente yo me sentaba en el sillón y él se sentaba en el sofá, pero a veces, sobre todo durante aquel invierno, entre que se hacía oscuro pronto y que hacía frío, nos sentábamos los dos en el sofá y nos tapábamos con una manta. En más de una ocasión nos volvimos a poner cachondos, y entonces él se empezaba a tocar hasta que se quitaba la manta y se masturbaba delante de mí, mientras yo hacía lo propio discretamente. En alguna ocasión incluso me vio masturbarme también a mí, lo cual le hacía sonreír y provocarme.
-¿Tú también te están masturbando, eh, cabrona?
-¿Qué te piensas? ¿Qué sólo te lo vas a pasar bien tú?
-Bien, bien. Oye, avísame cuando te vayas a correr y nos corremos juntos.
-Tranquilo, casi siempre termino cuando veo que te corres.
-¿Ah, sí? ¡Qué guardado te lo tenías! ¿Así que te pone ver cómo me corro?
-Sí, me gusta mucho verte cuando eyaculas. Te veo tan excitado que yo también me excito.
-¿Me miras la polla entonces?
-Claro. Como para no mirarla, con lo enorme que es.- esto último lo dije porque sabía que sería definitivo para que se corriera ipso facto. Y efectivamente, el semen empezó a emanar a raudales de su polla. Yo no me corrí, preferí no hacerlo. Además así le haría entender que realmente su polla me daba igual.
-¡Dios, qué cerda eres! ¡Cómo me has puesto de cachondo!
-Es que eres muy simple. En cuanto te dicen algo de tu polla te vuelves loco.
-Ya, jaja. Es que cuando me quiero pajear este tipo de cosas son recursos fáciles. Pero luego en la realidad, con Laura, no tiene nada que ver. Valoro más una mirada suya que cualquier guarrada que me pueda decir, es justamente lo que no dice, lo que esconde lo que me pone cachondo. El otro día me empezó a besar casi sin tocarme los labios y casi me corro. Pero en estas situaciones en las que lo único que quieres es correrte, pues vas a lo fácil, al porno, al comentario barato, etc. Es “corrida rápida” jaja, corrida McDonald’s.
- Te entiendo, pero a mí no me suele pedir el cuerpo algo tan rápido. Sé decir que no a esa ansia de que sea ya. Cuanto más espero mejor es luego el orgasmo. Es que también estás más excitada. Si no, te corres sin estar casi excitada, y eso es una mierda. Es por puro aburrimiento. Pero bueno, contigo me siento cómoda, es como un juego, nos apetece y nos masturbamos. Es divertido.
-Eres genial Clara, creo que no tendré nunca con ninguna chica la confianza que tengo contigo. Eres como yo en chica. De hecho hay veces que pienso que tú y yo no somos chico y chica, sólo que tenemos polla y coño y ya está, es la única diferencia. Pero joder, es una diferencia que marca un montón, porque normalmente yo no puedo ser así con los chicos.
-Ni yo con las chicas. Pensarían que soy una guarra si supieran que hago esto contigo.
-Mis amigos fliparían. Pensarían que soy un cabrón con suerte, tan cabrón que tiene relaciones con su prima. Pensarían que soy un obseso y un pervertido, pero me envidiarían.
Se quedó un momento pensando. Y continuó diciendo:
-Es una lástima que haya normas sociales.
-¿A qué te refieres?
-A que tú y yo no podamos ir más allá de tocarnos a nosotros mismos. Si yo te masturbase a ti ya sería un dramón familiar.
-Ya… Bueno, pero así está bien. De hecho pone más jajaja.
-Jaja, tienes razón, si te tocase ya se perdería toda la tensión. Lo que pasa es que la cabra tira para el monte.
-¿Tienes ganas de follarme?
-Sí y no. ¿Y tú?
-Hmm… No lo había pensado.
-¡Venga ya!
-Te lo juro, simplemente disfrutaba de estos momentos, sin más.
-¿Y ahora que lo has pensado?
-No lo sé… por una parte tengo curiosidad, pero por otra el cuerpo no me lo pide. Si me lo imagino y pienso en romper el tabú y tal me excita mucho. Pero es algo mental, es la perversión lo que me pone. Pero no noto, yo qué sé, que mi coño se vuelve loco, ¿sabes?
-Ya, a mí me pasa igual. Es más un deseo mental. De hecho, la fantasía de follarte me excita más que imaginarme de verdad que te estoy follando. Si me imagino de verdad que te follo empiezo a dudar y a ponerme más nervioso e inseguro. En cambio en mi mente es todo fácil y todo da un placer inimaginable jaja.
-Sí, pero luego en la realidad no es tan fácil. Y más con la pedazo polla que te gastas jaja. Que a mí eso no sé si me entraría. No sé si incluso me entraría en la boca…
-Calla tía, qué ahora me va a entrar la curiosidad.
-Jajaja vale, vale.
Dos días después me acerqué al local y estaba Dani con sus amigos, pero luego ellos se marcharon a pillar hierba. Le propuse a Dani de ver una peli pero le vi apagado.
-Si prefieres vemos una serie.
-Es que no me apetece, estoy rayado.
-¿Por? ¿Qué pasa?
-Es que Laura no quiere venir al local. Piensa que si me la follo luego se enterará todo el mundo, empezando por mis amigos, y que luego todo el mundo lo irá diciendo por ahí.
-Ya, es que este pueblo es una mierda y te enteras de todo. Por suerte nosotros tenemos privacidad, además, yo delante de tus amigos no muestro interés por vuestras guarradas, así que nadie piensa que hacemos lo que hacemos jaja. ¿Estás muy cachondo o qué?
-Bastante, además con los porros me caliento más. El otro día le dije a Laura que me la chupara y me dijo que era demasiado grande.
-A lo mejor deberías comerle el coño tú primero.
-No te creas que no lo intento, pero es que es un lío, porque se tiene que quitar los pantalones. Y ella dice que si se quita los pantalones ya va a ser inevitable que follemos.
-Ahí tiene razón. Pues que se ponga una falda, como la que llevo yo hoy, que me he comprado.
-Es muy bonita.
-Gracias.- y me acerqué y le di un abrazo y un beso muy sonoro en la mejilla. -¿Vemos una peli entonces?
-Vale.
-Va, pongamos una que te levante el ánimo, alguna así más guarrilla, que hoy he venido con falda para masturbarme mejor.
-Jajaja, no jodas. Ya, la verdad es que es más cómodo. ¿Estás cachonda hoy tú también?
-Sí, hoy me he despertado un poco puta jajaja. Estaba deseando que se fueran tus amigos para estar contigo tranquilamente y podernos masturbar. En mi casa es una mierda con mi madre rondando arriba y abajo todo el tiempo.
Elegimos una peli de esto que llaman postporno, que a mí no me excita tampoco mucho pero por lo menos es más elegante que el porno normal. La fotografía era muy buena, y eso, quieras o no, te hace sentir más cómoda. El argumento, en cambio, era una basura, como siempre.
-¿Te pone esto?
-Seh, no sé, estoy tan acostumbrado al porno que a veces es como si me faltase algo, supongo que me tengo que esforzar más en excitarme, pero las imágenes son bonitas, y los tíos son guapos, que eso también cuenta. En el porno normal los tíos sólo son una polla. Ahora que lo veo contigo, también pienso en qué les gusta a las chicas. Me gusta saber que a ti también te puede poner cachonda, porque si no, siento que no disfrutas tanto, que te tienes que conformar con una escena de mierda y mientras imaginarte otras cosas.
Momentos después, Dani ya había levantado la manta y se masturbaba libremente. Yo, por primera vez, hice lo propio: retiré la manta, me subí la falda y me empecé a tocar por debajo del tanga. Era un tanga blanco, por lo que se transparentaba perfectamente mi mano. De esto me di cuenta cuando Dani me miró. Entonces me percaté de que se veía absolutamente todo, la forma de mis labios, el movimiento de mis de dedos, etc.
-Bua prima, me encanta tu coño. Buff, no sé si podré aguantar hoy eeh…
-Jaja, tonto…
-Es que tengo la polla que me va a estallar, pero estoy tan cachondo que no me corro jeje y me empiezan a doler los huevos.
-¿No te puedes correr?
-No, es que me has puesto…demasiado. Estoy tan nervioso que no puedo.- me fijé en cómo temblaba y casi me preocupé.
-Si quieres me tapo.
-No, no, si es problema mío, tú disfruta prima. Creo que me voy a la habitación a darme una ducha fría.
-Jajaja, ok.
Al rato, volvió con una toalla rodeando su torso. No hizo falta que dijera nada para saber que no había funcionado. El inmenso bulto de la toalla delataba que la erección seguía vigente.
-Nada tía. Me voy a tumbar en la cama, quizás me quede dormido y entonces se me baje.
-¿Puedo hacer algo para ayudarte?
-Nooooo, no, mejor no, porque todo lo que se me ocurre que puedes hacer es lo que impide que esto baje.
-Jajaja. ¿Todo esto es por mí?
-No lo sé, es mi cuerpo que está descontrolado. ¡Houston, Houston!
Yo hacía rato que había dejado de tocarme y seguía viendo la peli por interés. Pero tras un cuarto de hora sola decidí asomarme a la habitación.
-¿Qué? ¿Cómo va eso?- la escena lo decía todo. Dani estaba tumbado boca arriba con su polla enhiesta como un mástil.
-Me duelen los huevos. ¡Voy a morir! Jajaja
- La verdad es que es normal que Laura se asuste. Tienes una polla que impresiona.
-Esto me lo dices para ayudarme a que me corra, ¿no?
-Jaja, sí. Y más cuando te veo ahí sufriendo. No me imagino lo que debe ser tener tanta presión ahí. Es tan grande que no podría ni rodearla con la mano.- todo esto lo dije por pura diversión. Estaba totalmente entregada a la fantasía mental; mi imaginación se desbordaba a partir de su polla. Pero él se deshacía cada vez que se la mencionaba.
-Prueba.- me dijo él ya sabiendo que el desenlace de todo aquello estaba próximo, pues se correría en breves.
Así que le cogí la polla, primero con una mano, luego con las dos. Y empecé a deslizarlas suavemente arriba y abajo.
-Quizás te hago daño al tocarte, ¿no te rozo demasiado?
-Échale saliva.- Dani ya sabía lo que esto podía implicar.
Entonces todo se aceleró repentinamente. Toda la excitación acumulada de aquellos dos días surgió como un géiser. Al tener su polla entre mis manos, como si fuera mía, me dieron ganas de darle todo el placer posible, sintiendo que todo lo que le pudiera ofrecer a él se vería repercutido en mí, como si su placer y el mío fueran el mismo. Así que acerqué mi boca a su polla y comencé a chuparla y mi cuerpo, ya no mi mente, fue el que se desató. Empecé a tocarme debajo de la falda mientras se la chupaba y masturbaba con mi mano libre. Dani gemía de placer y no se creía lo que sentía. Yo le miraba con mi cara más lasciva y entonces él, en un arrebato, se incorporó y me arrancó el tanga, dejándome completamente expuesta, las piernas abiertas, a que me comiera el coño. Y así hizo, pasando su lengua de mi ano a mi coño y masturbándome al mismo tiempo. No soportando más placer le cogí del culo y le apreté contra mí, hundiendo su polla en mi interior. Como no podía estar más mojada, aquello entró sin problemas, y en menos de un minuto estábamos los dos rozando el éxtasis, así que en el momento en que él fue a eyacular, la sacó, frotándome el clítoris con ella, repitiendo el movimiento hacia adentro y hacia afuera, que a él le estimulaba igual. Me empecé a correr esta vez yo primero con el roce de su polla y a los pocos segundos empecé a notar su semen caliente salpicando mis tetas y mi tripa.
-¡Dios esto ha sido fantástico!- exclamé llena de alegría.
Dani me besó tiernamente y me sonrió.
-Ya me encuentro mejor la verdad jajaja. Eres maravillosa.
Se tumbó a mi lado, abrazándome. Yo seguía debatiéndome entre las convulsiones del orgasmo, y el calor de su cuerpo me hacía estremecer por el contraste del frío de la habitación. Dani me besaba el cuello fruto del cariño y como recompensa a su placer, y eso evitaba que se me fuera el efecto del orgasmo. Él, a su vez, en el calor de mi cuerpo y el tacto de mi culo se encontraba sumergido en una sensualidad que era un regalo y que también prolongaba su sensación de bienestar y placer. Al final logró pronunciar algo:
-¿Y cómo terminaba la película? Jajaja.
-¿Y a quién le importa? La realidad supera a la ficción.
En un pequeño pueblo de Menorca no hay mucho más que hacer cuando eres adolescente que escaparte a algún sitio paradisíaco y beber y fumar. El problema es que si no tienes coche, y nosotros no siempre disponíamos de alguien que tuviera edad y carnet, te has de ver confinado a la típica rutina de calle, o, si tienes suerte, a algún pequeño local o garaje donde poder hacer botellón o fumar un poco de maría. En el juego archiconocido del flirteo y los primeros encuentros sexuales, el local servía perfectamente de picadero. En mi caso, mi primo disponía del local donde antes vivía su hermano mayor. Tenía una sala grande donde estaba la televisión con los videojuegos e internet, un sofá y un sillón, la habitación contigua contaba con una cama grande, y a continuación había un baño con ducha incluida. Era algo sencillo, más bien cutre, pero nos servía para las tardes aburridas.
Mi primo y yo nos hemos criado juntos. Es muy salado, me río mucho con sus gamberradas, pero no es el típico bobo, también tiene su parte sensible. Sus amigos también son majos, pero él es un poco más listo, más gracioso, y realmente vale más la pena. En cambio yo soy prácticamente la única chica de mi edad del pueblo, lo cual significa que, cuando las hormonas afloran, aunque no seas un bellezón, los chicos inevitablemente se fijan en ti con deseo. No obstante, modestia aparte, soy una chica atractiva; de cuerpo delgado y curvas sinuosas, mi pelo castaño y mis ojos marrones y traviesos siempre han cautivado a los amigos de mi primo. No sé si era la situación de vivir en un marco tan cerrado, pero siento que soy una persona muy sexual, con un gran apetito, y éste se deja notar cuando no eres un crío y sabes ver lo que busca una mujer.
Cuando era nuestro día de suerte, íbamos en coche a alguna playa genial para pasar todo el día jugando dentro y fuera del agua. Casi siempre que esto ocurría iba con mi primo y algún amigo suyo. Un día, no obstante, fuimos solos él y yo. Nos llevó un amigo de su hermano, pues le pillaba de camino para ver a su novia. A la vuelta nos recogería.
Era un día fantástico de julio. Hacía calor pero era soportable; el agua estaba fresquita y no había casi nadie. En este tipo de playas, dada su situación recóndita y el carácter de la isla, ir desnudo o no es algo arbitrario. Una playa es nudista en el momento en que la gente va desnuda. No hay más norma que la de la voluntad de la gente. Yo con mi primo tengo confianza, pero de todos modos siento cierta vergüenza, así que no me quité el bikini. Él tampoco se quitó el bañador. Estuvimos bañándonos y tomando el sol en una colchoneta inchable que habíamos traído, lo cual conllevaba necesariamente tener que estar alerta de “los tiburones” que te asaltaban desde debajo, tirándote al agua con un susto de muerte.
Así estuvimos todo el día, haciéndonos aguadillas y forcejeando por subir a la colchoneta. Era muy divertido. Cuando descansamos para comer el bocadillo estábamos exhaustos, por lo que decidimos hacer la digestión, tumbados debajo de un pequeño recoveco que había bajo una gran roca y que proyectaba un poco de sombra. La verdad es que pasábamos casi desapercibidos para alguien que no se parase a mirar detenidamente a aquel rincón. Estábamos completamente llenos de arena por todos lados de habernos revolcado por la orilla para conquistar la colchoneta, y ciertamente se hacía incómodo comer y descansar con todo el culo lleno de arena.
-Esto es una mierda Clara, estoy lleno de arena. De hecho no paro de masticar arena con el bocata. Creo que me voy a quitar el bañador y lo voy a aclarar en el agua. Ahora vengo.
Se fue. A lo lejos veía cómo se desnudaba. No era para mí algo raro verle desnudo, ya que prácticamente convivíamos juntos. Sin embargo nunca me había fijado en su cuerpo, y en aquel instante algo dentro se me movió; un pequeño impulso eléctrico anterior incluso a lo que sería la excitación sexual. Fue más como una llamada de atención, un arrebato de curiosidad. Y mientras se acercaba, me coloqué mis gafas de sol y contemplé su cuerpo venir. Mi primo empezó a ir al gimnasio este año, y lo cierto es que empezaba a definir sus abdominales y pectorales. La verdad es que era bastante guapo. Yo siempre pensé que tendría mucho éxito con las chicas, además siendo tan divertido daban ganas de estar con él. Cuando llegó a mi lado me fijé en su polla, y la verdad es que me quedé bastante asombrada. No había visto todavía una polla de tan cerca. Era más bien grande, pensé, y el pubis con el pelo recortado me excitó todavía más. Pensé que mi primo se preocupaba por estas cosas, y esto debía significar que estaba ya muy atento al sexo. Yo como no me lo había planteado todavía, simplemente seguía el modelo de depilación más cómodo para mí, esto era, afeitarme cuando me duchaba.
-¿Tú no tienes arena?- esto me lo preguntó, yo creo, debido al rubor que sentía de estar desnudo delante de mí y que yo estuviera vestida.
-Pues la verdad es que sí.
-¿Y por qué no aclaras tu bikini? ¿Por qué no te aclaras, Clara? ¿Eh, eh?- y me lanzó un trozo de pan. Estaba de buen humor y ya se le había pasado la vergüenza. Eso era lo que me gustaba de él, que siempre podía salvar las situaciones embarazosas con esa sana forma de reírse incluso de sí mismo.
- Bah, da igual.
-Así que soy el único que se va a quedar desnudo aquí. Y mientras tú disfrutas de verme desnudo tú te quedas ahí con toda la arena. Qué morro tienes.
-Es que me da… no sé… me da cosa.
-¿Pero qué dices?
-Sí, no sé.
-No veré más de lo que ya he visto.
-Pero si tú nunca me has visto desnuda.
-Bueno, lo que llevas tampoco deja mucho espacio a la imaginación.
-Ya…Bueno va, pero no te me quedes mirando, cabrón, que seguro que al final ni me mirarás a la cara.
Me levanté y fui a la orilla. Me quité el bikini. La verdad es que nada es comparable a estar desnuda, y más en aquel paraíso con el mar besando tus pies y el sol tostando tu piel. La vergüenza entonces pasó a ser un estúpido miedo a toda aquella libertad que experimentaba ahí de pie frente al infinito. El mundo se me abría como una flor y la brisa acariciaba mi cuerpo. No podía ser más feliz. Así que cuando volví donde mi primo, estaba radiante, casi riéndome.
-¿Qué te pasa? ¿Por qué estás tan contenta?
-No sé… porque estoy desnuda, supongo, jajaja.
-Ah, pues qué bien.
-No lo entiendes.
- Pues no, pero también lo celebro jajaja.
-Imbécil.- y le devolví la miga de pan, que le dio en toda la cara.
-Tienes buen cuerpo, prima. Menos mal que mis colegas no están aquí. Esos orangutanes no pararían de mirarte las tetas.
-Tampoco son para tanto, no son tan grandes.
-Son perfectas, la verdad que sí, aunque yo prefiero tu culo.
-¡Ay, calla!- me empecé a sentir más incómoda, pero más que por las observaciones de mi primo, que en el fondo sabía que eran desinteresadas, me sentía de repente con la sensación de que mi cuerpo ya no era algo inocente, y que caía sobre mí la responsabilidad de la sexualidad, toda de vez, como si mi cuerpo ya fuera algo con una carga mayor que la de sentir la felicidad sensual de aquel paisaje tan vital y pasara a ser un objeto que produce placer.
-Bueno, creo que me voy a echar una pequeña siesta.
-Buena idea, yo también. Pero oye, ¿no se te va a quemar el pene si duermes boca arriba? Jajaja.
-Ostia, pues nunca lo había pensado. Pero si duermo boca abajo se me aplastan las pelotas.
-¡Venga ya!
-Que sí joder, te lo juro. Que luego me duele como aquí en las inglés de estar apretujadas.
-No las tienes tan grandes.
-Eso da igual. Creo que me pondré crema en la polla. ¡Pásamela, anda!
Se la acerqué. Se puso un poco en la mano y se la empezó a extender por la polla, frotándola de abajo a arriba, de modo que, sin querer, se le empezó a poner dura.
-¡Uy! Jajaja.
-¿Qué? ¿Qué pasa?
-Se te está poniendo dura jajaja.
-Jajaja, ya…es tu culpa.
-¿Mi culpa? Venga ya… Eso es de tocártela con la crema. ¿O es que te ponen cachondo mis tetas? Jajaja.
-¡Calla! Que lo vas a empeorar.- Dani se la miraba sonriendo, fascinado por su tamaño (típico entre los tíos que se vanaglorien del tamaño de su polla). Se empezó a reír por la situación y por la alegría intrínseca a la excitación sexual. Esperó unos segundos más a que llegara a su culmen. -¿Qué te parece? Jajaja.-
-Joder, ahora sí que no vas a poder dormir boca abajo, o llegarás al centro de la tierra. Jajaja.
-¿Sabes cuánto me mide?-dijo orgulloso, con la infantilidad que le caracterizaba.
-Por lo menos dos metros. No sé, ¿cómo quieres que lo sepa?
-Adivina.
-Pff… ¿20 cm.?
-Más.- fue entonces cuando me di cuenta de que su polla era realmente grande. Además, como por arte de magia, cada vez que decía un número, crecía más, del mismo modo que crecía el ego de Dani.
-¡24!
-Sí jeje. ¿No está mal, eh?
-No sé lo que es normal.
-Pues de 13 a 18, más o menos.
-¡Felicidades!- no hay nada mejor que burlarse de la polla de un tío, pues le demuestras de inmediato que el orgullo de su sexualidad no vale nada. Que la verdadera sexualidad se encuentra totalmente alejada de su polla, y que cuanto menos interviene ésta, más excitante es todo.
Nos dormimos un rato. Y cuando desperté lo primero que vi fue que la polla de Dani seguía tiesa sobre su vientre. Le miré pero tenía el sombrero de paja en la cara. Entonces no sé por qué, pero de repente se me ocurrió que si aquella polla no fuera suya podría subirme encima y follármela. Me entró un escalofrío tremendo porque aquello se me hubiera pasado por la cabeza. ¡En qué estoy pensando! ¿Qué cojones me pasa? ¿Estoy loca o qué? Y me empecé a descojonar. Sin embargo no se me quitó de la cabeza ese pensamiento: esa polla ahora mismo no era de nadie. Así que me empecé a tocar un poco inconscientemente, descubriendo para mi asombro que estaba un poco mojada. Miré mis dedos impregnados de mi flujo y humedecí con ellos la punta de la polla de Dani, sin llegar a tocársela más que con el propio flujo. Me volvió a entrar la risa, así que le arrebaté el sombrero de la cara y lo puse encima de su polla. Él se despertó desconcertado.
-¿Qué coño haces, Clara?
-Que tu periscopio te va a quitar toda la sangre del poco cerebro que tienes. Jajaja.
-Mierda, es que estaba soñando.
-Pues menudo sueño, siento haberte despertado. ¿Y con qué soñabas D’Artagnan? ¿A quién le clavabas tu gran espada?
-Soñaba con Laura.
-Esa tía yo creo que es imbécil.
-Sí, tiene sus cosas, pero está buena, y tiene unas tetas impresionantes.
-Eres más simple que el mecanismo de una escoba.
-Sólo la quiero para follar, ¿qué hay de malo en eso?
-En fin, me voy al agua con la colchoneta.
Y allí seguimos hasta que nos recogieron. Aunque ahora estábamos desnudos. Y entre tanto forcejeo alguna mano fue a parar a donde no debía.
-La próxima vez que me toques el culo te cojo de los huevos.
-Jajaja. ¡PLAS!- exclamó mientras me daba otro cachete en la nalga.
-Hijo de puta, te vas a enterar.- y fui directa a sus partes.
Él se agachó para cubrirse y nuestros rostros se quedaron prácticamente pegados. Al no hacer pie en el agua, nos quedamos en aquella postura. En aquel momento, se me pasó por la cabeza besarle, de rabia, por jugar, por descubrir todas las posibilidades de aquella tarde. Creo que él lo notó, porque en seguida se puso nervioso y empezó a balbucear intentando zafarse de mí. Al final no pasó nada, pero es cierto que en aquel momento sentí un deseo de verdad de explotar aquel cuerpo, de fundirme con él en un arrebato de fuerza y pasión, jugando violentamente en una lucha por ver quién dominaría a quién. Mi primo, como parte masculina de mí misma, me excitaba en esa competición sexual por la victoria de un sexo sobre otro. Más que un deseo sexual, lo que sentía era un impulso casi irrefrenable de unirme con esa otra parte de mí, que, en cambio, se encontraba tan lejana y era tan misteriosa, seduciéndome poderosamente. Mi primo era mi “yo” masculino, y en ese momento de lucha subacuática, me di cuenta de que quería conquistar esa otra parte de mí misma.
Parte II
Normalmente mi primo y sus amigos van al local a fumar porros por las tardes. Tienen la Play y juegan al fútbol o a juegos de coches. Yo alguna vez me acerco, pero la verdad es que es un poco aburrido. A veces me acompaña Ana, mi amiga, pero tampoco le prestan atención. Ana verdaderamente no es guapa; es regordeta y no tiene una cara muy bonita. Es muy buena persona. A mí me ayuda mucho en el instituto y puedo hablar de todo con ella. Estamos realmente unidas. No obstante, no le conté todo aquello que sentí en la playa con Dani.
Un día fui al local. Estaban jugando al fútbol como de normal. Estaban Dani, Luis y Jorge. A ambos les gustaba, lo notaba, pero eran muy pardillos. Mientras Luis era más guaperas y simplón, Jorge siempre me escuchaba atentamente cuando le hablaba y tenía una mayor sensibilidad; lamentablemente, no era muy guapo. Ambos no me caían mal, pero a su lado, Dani era con diferencia una compañía mucho mejor.
Dejaron el fútbol y sugirieron mirar tías por Facebook. Como el ordenador estaba conectado a la pantalla, podían ver todos perfectamente desde el sofá.
-¿A ver qué te parecen estas chicas?- me dijo Luis con una sonrisa pícara. –Danos tu opinión.
Así que se dedicaron a pasar de tía en tía, bajo el criterio de un pecho que asomaba bajo una camiseta, o una foto en bikini. Era bastante triste. Pero lo entiendo, son las típicas chorradas que hacen los tíos para excitarse mínimamente y seguir este juego estúpido de las hormonas. Parece como si no interesarse por el sexo opuesto fuera síntoma de aburrimiento. Todas estas conductas estaban súper estandarizadas. Si realmente quisieran disfrutar del sexo y explotar todo ese deseo que tienen, deberían montárselo entre ellos mismos aquí en el local; pero claro, eso sería homosexualidad, y aquí eso está prohibido moralmente. Si realmente tuvieran una libertad, la aprovecharían. Pero la sexualidad es casi un mecanismo para que la estupidez persista, a través de formas estipuladas de comportamiento, que te anclan en una personalidad banal (todo esto lo pensé yo mucho tiempo después, pero entonces ya tenía esa intuición de que por mucho que parecían fascinarse por la mujer y desear echar un polvo, si en ese momento yo me hubiera bajado las bragas, se habrían cagado de miedo).
Siguieron fumando y el ambiente se fue caldeando, hasta que decidieron poner porno. A mí aquello me resultó más patético todavía, pero en el fondo me hacía gracia, así que me hice la tonta.
-¿Has visto porno alguna vez?- me preguntó Luis, deseando que me excitara para poder follarme y pensando que yo no me daba cuenta.
-Pues no. No me interesa mucho.
-¿Quieres verlo? ¿Qué te gustaría ver?
-Pues no sé, como nunca he visto…poned lo que queráis.
Vi cómo ellos se relamían, pensando en que aquello para mí iba a ser una experiencia reveladora. Dani me sonreía, más consciente de que yo estaba jugando con ellos que ellos conmigo; Jorge estaba nervioso, entrecruzando sus manos y sonriendo con el corazón yéndole a mil; en cambio, Luis se mostraba como el típico seductor estúpido que se piensa que te va a descubrir América.
Después de un surtido de vídeos donde las tías se sometían a todo tipo de fantasías masculinas que a mí me dejaban fría e incluso de mala hostia, empecé a notar como comenzaba a asomar un bulto en los pantalones de los tres. Sus pollas estaban ansiosas por salir entre la marihuana y el porno. Aquello aún me creó más curiosidad. Sabía perfectamente que en el fondo el porno no les excitaba, lo que les excitaba era estar excitados, y aquella era una oportunidad de oro.
-¿No estás cachonda después de ver esto?
-Pues no, la verdad. Las chicas no nos excitamos así, pero veo que vosotros estáis a tope. Vuestros pantalones deben haceros daño.- aquello les volvió locos, pues se percataron de cómo les observaba, y no hay nada que le guste más a un hombre que ver cómo su polla excita a una mujer.
-¿Quieres vernos las pollas?- preguntó Luis, ya fuera de sí de la excitación.
-Jajaja. No, por favor, no podría parar de reír.- este comentario también hizo reír a Dani, que también se había percatado de que Luis y Jorge estaban a punto de correrse encima. Él también estaba excitado, sobre todo por el porro, pero no era tan estúpido como los otros dos.
-Me voy. Machacárosla a mi salud, que veo que si no, vais a explotar.
-¡No, no te vayas…!- dijo Luis, pero yo ya salía por la puerta.
…………………………..
Días más tarde fui con Dani al local.
-¡Cómo os pusisteis el otro día eeh!
-Ya, es que estos dos están obsesionados por follar. Yo, como estoy con Laura, no estoy tan desesperado.
-La verdad es que pensaba que esa tía era tonta del culo, pero no me cayó tan mal el otro día.
-Ya, es que a veces se comporta de una forma que me da un poco por culo, pero la tía es maja.
-Bueno, ¿y con ella qué tal?
-Bien. ¿Por? ¿A qué te refieres?
-Bueno, ya sabes.- sentía gran curiosidad, más que nada por poder compartir esa experiencia con mi primo, pues su experiencia, en cuanto me la contara, también sería como si la hubiera vivido yo.
-Todavía no lo hemos hecho.
-Debes tener ganas.
-La verdad es que sí. Por eso el otro día también me puse. Además, joder, tú también, aunque seas mi prima, estás muy buena, y verte con esa mirada, burlándote de estos dos capullos, me puso un poco.
-Ya lo vi. Por eso me fui, para que os la pudierais machacar tranquilamente. La verdad es que después de irme pensé que ya no me hace tanta gracia sentarme en estos sofás.
-Jajaja, ya…
-Déjame sentarme en el sillón, que sé que tú siempre te sientas ahí. ¿Os la peláis muy a menudo?
-Todos los días.
-¿Todos los días?
-Ah, ¿aquí? No, aquí alguna vez.
-¿Todos juntos?
-Sí, pero cada uno a lo suyo. No nos miramos.
-¿Y no tienes curiosidad? ¿Nadie nunca ha propuesto chupárosla o daros por el culo?
-¡Pero qué dices! ¡Qué va! No somos maricones. Yo no siento esa curiosidad. Les veo las pollas, igual que cuando nos duchamos después de los entrenos. Pero no me atraen lo más mínimo. Además, yo soy el que la tiene más grande jojojo. ¿No quieres fumar un poco?
-Trae.- y le di varias caladas al porro.
- ¿Qué quieres hacer? ¿Quieres ver una peli?
Así que vimos una peli. Me dio a escoger y escogí una sobre una ninfómana que se había descargado mi primo con la esperanza de que pudiera masturbarse viéndola. La película era malilla, pero la escogí para ver si a alguien en esto del cine se le había ocurrido hacer algo distinto a la mierda del porno, pero resultó ser una visión bastante masculina también, pese a que había escenas, que al no mostrar mucho, te hacían imaginarte el resto. En un momento de la peli hubo una escena realmente erótica, y en la comodidad de estar con mi primo y bastante fumada, me pude poner cachonda, sentada en el sillón tranquilamente.
-Joder, me he vuelto a poner cachondo.
-Normal, yo también.
Seguimos viendo la peli, pero me di cuenta de que Dani se estaba acariciando bajo el pantalón.
-¿Te estás tocando?
-Jajaja, sí, un poco, me la estoy acomodando, porque si no, me duele. ¿Te importa si me la toco un poco?
-No, no, haz lo que quieras. Además si te duele…
-¿Tú no quieres masturbarte? Así no me dará tanta vergüenza a mí.
-No, de momento no.- aunque de hecho, como tenía las rodillas levantadas, ya me había empezado a acariciar.
Al poco rato, Dani no pudo contenerse más.
-Oye Clara, me la voy a sacar porque así no puedo más. ¿No te importa, no? Además, ya me la viste en la playa.
-Tú mismo…- y se sacó su polla enorme del calzoncillo, empezando ya a masturbarse en serio.
-Buff, estoy a mil.- dijo casi entre susurros.
-Ya te veo ya…
-Joder si no fueras mi prima… ¡lo que te haría ahora mismo!
-Me lo puedo imaginar, jaja.- la risa se me ahogó por la oleada de fuego que me sacudió el pecho. En el momento en que él se corriera me correría yo también. Y no sé por qué pero sabía que se correría mucho.
En efecto, mientras en la pantalla se oían débilmente los jadeos de la protagonista, Dani acabó sobre sus abdominales y yo sigilosamente me corrí desde el sillón, contemplando a mi primo exhausto, con los ojos cerrados y con la polla dando saltitos de placer al mismo tiempo que se desprendía de la últimas gotitas de semen cada vez que, suavemente, él subía y bajaba su mano. Intentando mantener la compostura y procurando que mi voz sonase como si no me hubiera corrido, le dije:
-¡Guau! Muy bien campeón. Buena corrida.
-Gracias, ha sido la hostia.
-Espera, te traigo papel, que parece que no te puedes ni mover.- aunque a mí también me costaba ponerme de pie, y, camino al baño, me temblaban tanto las piernas que me entró la risa floja.- Bueno, ¿al final se casan o qué? Vaya peli más mala.
-Ya jaja, yo creo que esto es para lo único que sirve.- murmuró para sí mientras se miraba la polla y terminaba de limpiar el estropicio seminal.
Parte III
La verdad es que la relación entre Dani y yo no se vio perjudicada lo más mínimo por esto (además, sabía a ciencia cierta que no se lo diría a nadie, y menos a sus amigos), de hecho, nuestra relación se hizo más íntima, más cercana. Nos sentíamos muy cómodos el uno al lado del otro. A mí me gustaba ir con él a solas al local a ver pelis, comíamos palomitas, nos reíamos, bebíamos cerveza y fumábamos hierba. Normalmente yo me sentaba en el sillón y él se sentaba en el sofá, pero a veces, sobre todo durante aquel invierno, entre que se hacía oscuro pronto y que hacía frío, nos sentábamos los dos en el sofá y nos tapábamos con una manta. En más de una ocasión nos volvimos a poner cachondos, y entonces él se empezaba a tocar hasta que se quitaba la manta y se masturbaba delante de mí, mientras yo hacía lo propio discretamente. En alguna ocasión incluso me vio masturbarme también a mí, lo cual le hacía sonreír y provocarme.
-¿Tú también te están masturbando, eh, cabrona?
-¿Qué te piensas? ¿Qué sólo te lo vas a pasar bien tú?
-Bien, bien. Oye, avísame cuando te vayas a correr y nos corremos juntos.
-Tranquilo, casi siempre termino cuando veo que te corres.
-¿Ah, sí? ¡Qué guardado te lo tenías! ¿Así que te pone ver cómo me corro?
-Sí, me gusta mucho verte cuando eyaculas. Te veo tan excitado que yo también me excito.
-¿Me miras la polla entonces?
-Claro. Como para no mirarla, con lo enorme que es.- esto último lo dije porque sabía que sería definitivo para que se corriera ipso facto. Y efectivamente, el semen empezó a emanar a raudales de su polla. Yo no me corrí, preferí no hacerlo. Además así le haría entender que realmente su polla me daba igual.
-¡Dios, qué cerda eres! ¡Cómo me has puesto de cachondo!
-Es que eres muy simple. En cuanto te dicen algo de tu polla te vuelves loco.
-Ya, jaja. Es que cuando me quiero pajear este tipo de cosas son recursos fáciles. Pero luego en la realidad, con Laura, no tiene nada que ver. Valoro más una mirada suya que cualquier guarrada que me pueda decir, es justamente lo que no dice, lo que esconde lo que me pone cachondo. El otro día me empezó a besar casi sin tocarme los labios y casi me corro. Pero en estas situaciones en las que lo único que quieres es correrte, pues vas a lo fácil, al porno, al comentario barato, etc. Es “corrida rápida” jaja, corrida McDonald’s.
- Te entiendo, pero a mí no me suele pedir el cuerpo algo tan rápido. Sé decir que no a esa ansia de que sea ya. Cuanto más espero mejor es luego el orgasmo. Es que también estás más excitada. Si no, te corres sin estar casi excitada, y eso es una mierda. Es por puro aburrimiento. Pero bueno, contigo me siento cómoda, es como un juego, nos apetece y nos masturbamos. Es divertido.
-Eres genial Clara, creo que no tendré nunca con ninguna chica la confianza que tengo contigo. Eres como yo en chica. De hecho hay veces que pienso que tú y yo no somos chico y chica, sólo que tenemos polla y coño y ya está, es la única diferencia. Pero joder, es una diferencia que marca un montón, porque normalmente yo no puedo ser así con los chicos.
-Ni yo con las chicas. Pensarían que soy una guarra si supieran que hago esto contigo.
-Mis amigos fliparían. Pensarían que soy un cabrón con suerte, tan cabrón que tiene relaciones con su prima. Pensarían que soy un obseso y un pervertido, pero me envidiarían.
Se quedó un momento pensando. Y continuó diciendo:
-Es una lástima que haya normas sociales.
-¿A qué te refieres?
-A que tú y yo no podamos ir más allá de tocarnos a nosotros mismos. Si yo te masturbase a ti ya sería un dramón familiar.
-Ya… Bueno, pero así está bien. De hecho pone más jajaja.
-Jaja, tienes razón, si te tocase ya se perdería toda la tensión. Lo que pasa es que la cabra tira para el monte.
-¿Tienes ganas de follarme?
-Sí y no. ¿Y tú?
-Hmm… No lo había pensado.
-¡Venga ya!
-Te lo juro, simplemente disfrutaba de estos momentos, sin más.
-¿Y ahora que lo has pensado?
-No lo sé… por una parte tengo curiosidad, pero por otra el cuerpo no me lo pide. Si me lo imagino y pienso en romper el tabú y tal me excita mucho. Pero es algo mental, es la perversión lo que me pone. Pero no noto, yo qué sé, que mi coño se vuelve loco, ¿sabes?
-Ya, a mí me pasa igual. Es más un deseo mental. De hecho, la fantasía de follarte me excita más que imaginarme de verdad que te estoy follando. Si me imagino de verdad que te follo empiezo a dudar y a ponerme más nervioso e inseguro. En cambio en mi mente es todo fácil y todo da un placer inimaginable jaja.
-Sí, pero luego en la realidad no es tan fácil. Y más con la pedazo polla que te gastas jaja. Que a mí eso no sé si me entraría. No sé si incluso me entraría en la boca…
-Calla tía, qué ahora me va a entrar la curiosidad.
-Jajaja vale, vale.
Dos días después me acerqué al local y estaba Dani con sus amigos, pero luego ellos se marcharon a pillar hierba. Le propuse a Dani de ver una peli pero le vi apagado.
-Si prefieres vemos una serie.
-Es que no me apetece, estoy rayado.
-¿Por? ¿Qué pasa?
-Es que Laura no quiere venir al local. Piensa que si me la follo luego se enterará todo el mundo, empezando por mis amigos, y que luego todo el mundo lo irá diciendo por ahí.
-Ya, es que este pueblo es una mierda y te enteras de todo. Por suerte nosotros tenemos privacidad, además, yo delante de tus amigos no muestro interés por vuestras guarradas, así que nadie piensa que hacemos lo que hacemos jaja. ¿Estás muy cachondo o qué?
-Bastante, además con los porros me caliento más. El otro día le dije a Laura que me la chupara y me dijo que era demasiado grande.
-A lo mejor deberías comerle el coño tú primero.
-No te creas que no lo intento, pero es que es un lío, porque se tiene que quitar los pantalones. Y ella dice que si se quita los pantalones ya va a ser inevitable que follemos.
-Ahí tiene razón. Pues que se ponga una falda, como la que llevo yo hoy, que me he comprado.
-Es muy bonita.
-Gracias.- y me acerqué y le di un abrazo y un beso muy sonoro en la mejilla. -¿Vemos una peli entonces?
-Vale.
-Va, pongamos una que te levante el ánimo, alguna así más guarrilla, que hoy he venido con falda para masturbarme mejor.
-Jajaja, no jodas. Ya, la verdad es que es más cómodo. ¿Estás cachonda hoy tú también?
-Sí, hoy me he despertado un poco puta jajaja. Estaba deseando que se fueran tus amigos para estar contigo tranquilamente y podernos masturbar. En mi casa es una mierda con mi madre rondando arriba y abajo todo el tiempo.
Elegimos una peli de esto que llaman postporno, que a mí no me excita tampoco mucho pero por lo menos es más elegante que el porno normal. La fotografía era muy buena, y eso, quieras o no, te hace sentir más cómoda. El argumento, en cambio, era una basura, como siempre.
-¿Te pone esto?
-Seh, no sé, estoy tan acostumbrado al porno que a veces es como si me faltase algo, supongo que me tengo que esforzar más en excitarme, pero las imágenes son bonitas, y los tíos son guapos, que eso también cuenta. En el porno normal los tíos sólo son una polla. Ahora que lo veo contigo, también pienso en qué les gusta a las chicas. Me gusta saber que a ti también te puede poner cachonda, porque si no, siento que no disfrutas tanto, que te tienes que conformar con una escena de mierda y mientras imaginarte otras cosas.
Momentos después, Dani ya había levantado la manta y se masturbaba libremente. Yo, por primera vez, hice lo propio: retiré la manta, me subí la falda y me empecé a tocar por debajo del tanga. Era un tanga blanco, por lo que se transparentaba perfectamente mi mano. De esto me di cuenta cuando Dani me miró. Entonces me percaté de que se veía absolutamente todo, la forma de mis labios, el movimiento de mis de dedos, etc.
-Bua prima, me encanta tu coño. Buff, no sé si podré aguantar hoy eeh…
-Jaja, tonto…
-Es que tengo la polla que me va a estallar, pero estoy tan cachondo que no me corro jeje y me empiezan a doler los huevos.
-¿No te puedes correr?
-No, es que me has puesto…demasiado. Estoy tan nervioso que no puedo.- me fijé en cómo temblaba y casi me preocupé.
-Si quieres me tapo.
-No, no, si es problema mío, tú disfruta prima. Creo que me voy a la habitación a darme una ducha fría.
-Jajaja, ok.
Al rato, volvió con una toalla rodeando su torso. No hizo falta que dijera nada para saber que no había funcionado. El inmenso bulto de la toalla delataba que la erección seguía vigente.
-Nada tía. Me voy a tumbar en la cama, quizás me quede dormido y entonces se me baje.
-¿Puedo hacer algo para ayudarte?
-Nooooo, no, mejor no, porque todo lo que se me ocurre que puedes hacer es lo que impide que esto baje.
-Jajaja. ¿Todo esto es por mí?
-No lo sé, es mi cuerpo que está descontrolado. ¡Houston, Houston!
Yo hacía rato que había dejado de tocarme y seguía viendo la peli por interés. Pero tras un cuarto de hora sola decidí asomarme a la habitación.
-¿Qué? ¿Cómo va eso?- la escena lo decía todo. Dani estaba tumbado boca arriba con su polla enhiesta como un mástil.
-Me duelen los huevos. ¡Voy a morir! Jajaja
- La verdad es que es normal que Laura se asuste. Tienes una polla que impresiona.
-Esto me lo dices para ayudarme a que me corra, ¿no?
-Jaja, sí. Y más cuando te veo ahí sufriendo. No me imagino lo que debe ser tener tanta presión ahí. Es tan grande que no podría ni rodearla con la mano.- todo esto lo dije por pura diversión. Estaba totalmente entregada a la fantasía mental; mi imaginación se desbordaba a partir de su polla. Pero él se deshacía cada vez que se la mencionaba.
-Prueba.- me dijo él ya sabiendo que el desenlace de todo aquello estaba próximo, pues se correría en breves.
Así que le cogí la polla, primero con una mano, luego con las dos. Y empecé a deslizarlas suavemente arriba y abajo.
-Quizás te hago daño al tocarte, ¿no te rozo demasiado?
-Échale saliva.- Dani ya sabía lo que esto podía implicar.
Entonces todo se aceleró repentinamente. Toda la excitación acumulada de aquellos dos días surgió como un géiser. Al tener su polla entre mis manos, como si fuera mía, me dieron ganas de darle todo el placer posible, sintiendo que todo lo que le pudiera ofrecer a él se vería repercutido en mí, como si su placer y el mío fueran el mismo. Así que acerqué mi boca a su polla y comencé a chuparla y mi cuerpo, ya no mi mente, fue el que se desató. Empecé a tocarme debajo de la falda mientras se la chupaba y masturbaba con mi mano libre. Dani gemía de placer y no se creía lo que sentía. Yo le miraba con mi cara más lasciva y entonces él, en un arrebato, se incorporó y me arrancó el tanga, dejándome completamente expuesta, las piernas abiertas, a que me comiera el coño. Y así hizo, pasando su lengua de mi ano a mi coño y masturbándome al mismo tiempo. No soportando más placer le cogí del culo y le apreté contra mí, hundiendo su polla en mi interior. Como no podía estar más mojada, aquello entró sin problemas, y en menos de un minuto estábamos los dos rozando el éxtasis, así que en el momento en que él fue a eyacular, la sacó, frotándome el clítoris con ella, repitiendo el movimiento hacia adentro y hacia afuera, que a él le estimulaba igual. Me empecé a correr esta vez yo primero con el roce de su polla y a los pocos segundos empecé a notar su semen caliente salpicando mis tetas y mi tripa.
-¡Dios esto ha sido fantástico!- exclamé llena de alegría.
Dani me besó tiernamente y me sonrió.
-Ya me encuentro mejor la verdad jajaja. Eres maravillosa.
Se tumbó a mi lado, abrazándome. Yo seguía debatiéndome entre las convulsiones del orgasmo, y el calor de su cuerpo me hacía estremecer por el contraste del frío de la habitación. Dani me besaba el cuello fruto del cariño y como recompensa a su placer, y eso evitaba que se me fuera el efecto del orgasmo. Él, a su vez, en el calor de mi cuerpo y el tacto de mi culo se encontraba sumergido en una sensualidad que era un regalo y que también prolongaba su sensación de bienestar y placer. Al final logró pronunciar algo:
-¿Y cómo terminaba la película? Jajaja.
-¿Y a quién le importa? La realidad supera a la ficción.
3 comentarios - Inseparables
gracias