Mi primer experiencia lesbica con mi mejor amiga

En este relato van a leer mi primer experiencia lesbica con mi mejor amiga.

Ana y yo nos conocimos en el colegio secundario en el año 2007, era un colegio privado de barrio, ella era la chica nueva del curso así que me acerque a ella el primer día de clases y rápidamente nos hicimos muy amigas.

Durante el año nos veíamos todos los días en el colegio y generalmente nos sentábamos juntas. Ambas éramos las “chicas ñoñas” nos gustaba participar en clase y solíamos estar al día con todas las materias.

Nuestra relación empezó a mejorar durante el año, nos veíamos luego de clases, generalmente yo iba a su casa o nos juntábamos en uno de los bares del barrio a tomar una coca, mientras fumábamos descaradamente nos pasábamos horas hablando de chicos, de salidas y de primeros encuentros sexuales.

Al cabo de un tiempo empezamos a tener mucha mas confianza, nos contábamos todo, llegaba un punto en donde éramos inseparables, si una tenia que ir supermercado la otra la acompañaba, nos esperábamos para entrar al colegio juntas por la mañana. Si yo no iba, entonces ella tampoco iba sin mí. Nos juntábamos a la tarde a mirar la novela o a tomar mates y a veces hasta me quedaba a dormir si se hacia de noche.

Ana era mucho mas experimentada sexualmente que yo, cuando la conocí ya había tenido su primera vez con un chico y también había probado estar con chicas, cosa que a mi me tomo un tiempito mas.

Hablábamos mucho de sexo entre nosotras creo que todo el día, pero lo que ella no sabia hasta ese momento era lo mucho que me calentaba cada vez que me hablaba de todas las cosas que hacia con los tipos con los que salía. Y a mi obviamente me encantaba escucharla. Y de paso aprendía para cuando me tocara a mí tener mi primera vez.

A medida en que iba aumentando nuestra confianza Ana se empezó a poner cada vez mas “cariñosa” cuando estábamos en clase o en el colectivo o en su casa me pedía que le tocara el pelo o que le acariciara la espalda con la yema de mis dedos, que eso le gustaba y cada vez que me lo pedía yo lo hacia sin chistar.

Comenzó a ser cotidiano esto de estar acariciándonos una a la otra todo el tiempo, las piernas, la espalda, el cuello, el ombligo y cada parte del cuerpo que imagine, pero sin llegar a más, solo eran caricias suaves y tiernas.
Podía oír su respiración como iba aumentando el ritmo y sentir perfectamente que ella también se mojaba al igual que yo.

Una noche que nos juntamos a estudiar y que se hizo tarde, Ana me propuso quedarme a dormir en su casa y de paso ambas iríamos juntas al colegio al otro día, puesto que yo accedí sin problema alguno. Ella compartía la habitación con su hermano menor de 14 años. Así que en una cama dormía el, y nosotras dos en otra.

Una vez acostadas una al lado de la otra y tapadas hasta el cuello Ana empezó a acariciarme la panza en forma de circulo, iba y venia alrededor de mi ombligo, subía rozándo mis pequeñas y delicadas tetas con sus dedos y bajaba hasta llegar a la pelvis, yo me quedaba quieta y me hacia la dormida. Pero estaba bien despierta y más mojada que nunca. Luego de unos minutos paso a tocarme con mas intensidad, comenzó a pasar su mano entera por encima de mi tanga, sentía perfectamente lo mojada que estaba. Iba y venia así por todo el cuerpo lo hacia de una forma muy sutil, sublime, tan suave que me ponía los pelos de punta.

Yo ya no aguantaba mas la calentura me brotaba por las pestañas, así que gire la cabeza lentamente, le acerco mi boca a su cara y enseguida nos empezamos a besar, chocábamos nuestras lenguas y nos chuponibamos como dos putitas desesperadas. En ese mismo instante ella me corre la tanga y empieza a meter sus dedos en mi conchita virgen, se re dio cuenta que estaba muy mojada y que me estaba encantando todo lo que me estaba haciendo, no tarde dos segundos en hacer lo mismo. Y ahí estaba pasando eso que yo deseaba desde hace meses, nos estábamos cogiendo una a la otra. Se sintió tan excitante y tan placentero a la vez. Creo que no tardamos mucho en acabar e inmediatamente nos quedamos dormidas.

Transcurrieron los meses y luego de hablar de esta calentura que nos desbordaba a ambas nos propusimos a que esto no arruinaría nuestra amistad. Así que ese fue solo el comienzo por que de ahí en más empezamos a transar, a coger y lamernos nuestras conchitas en cada lugar donde estuviéramos juntas, en el colegio durante el recreo, en el baño de la estación de servicio de la esquina, en el boliche, en el auto del padre o en mi casa cuando mi familia dormía y en cualquier lugar donde imaginen...