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Compendio II
Él andaba tenso.
Lizzie se tomó la tarde libre y como me ayudó a estudiar, quise darle un masaje.
“¡Déjame tranquilo!” reclamó, porque le dan cosquillas.
“¡Estás tenso! ¡Y es para darte las gracias!”
<3<3<3
Le acaricié los hombros y él se dejaba. Es muy lindo.
Son hombros amplios y bien gruesos, pero suaves.
“¡Solamente quiero sacarte la camisa, para masajearte mejor!” le mentí.
Él lo sabía, porque me conoce.
Compre unos aceites, sin que lo supiera. Huelen rico.
A hierbas, como las cosas que le gustan.
Me unté las manos y empecé a acariciarlo.
¿Por qué será que los hombres siempre están calientitos y las mujeres somos más heladitas?
Me encanta que duerma de cucharita conmigo. Él es un calentador gigante que me envuelve.
Empecé a bajar por su espalda, por su cintura…
¡A veces, me dan ganas de morder su traserito!
😊 😊 😊
Pero no. Me aguanto.
Los muslos, las rodillas, sus tobillos…
“¡Dese vuelta, por favor!”
Sabe que estoy jugando.
XD
Soy su masajista personal.
Él sonríe y me mira con sus ojitos.
Su pecho, sus tetillas…
“¡No, ahí no!” se queja cuando le acaricio la barriga, porque le dan cosquillas.
Le sonrío, pero ya tengo ganas de probársela.
Los muslos, las rodillas, las pantorrillas…
Él lo sabe y me sonríe.
No se lo voy a negar. Son unas ganas enormes…
“¡Tiene mucha tensión ahí!” le apunto con mi dedo.
“¿Usted cree?”
Yo solamente muevo la cabeza, muy contenta.
Se descubre y le doy una larga lamida, tomando mi pelo para que no me moleste.
Él se ríe y se la beso.
Es rosadita. Un delicioso bocado para finalizar el día.
Subo y bajo, disfrutando su sabor.
Tengo una relación especial con ella.
Pienso que es como un vino, porque cada vez que la pruebo, me gusta más su sabor.
Además, es su parte más sensible y lo hace más feliz.
Y siempre la mantiene limpia, porque sabe que me gusta probarla.
☺️ ☺️ ☺️
Por las noches, luego de hacerme la cola, va al baño.
Las primeras veces, pensé que era porque tenía ganas de hacer pipí.
Pero no es eso. Va a la ducha y se lava, para que por las mañanas me pueda dar el desayuno sin que me enferme.
“¡Si, Marisol! ¡Sigue así! ¡Sigue así!”
XD
Soy rápida.
Soy buena.
😤 😤 😤
Ante sus ojos, soy la mejor.
La limpio con posesión. Es mía. La voy a extrañar por una semana.
Otra chica la tendrá y tratará de atenderla tan bien como yo.
“¡Te toca!” le digo, cuando termino de limpiársela.
Él, más que contento.
Me desabrocha el sostén y se coloca a mi lado.
😊 😊 😊
¡Me da una palmada en la cola!
XD
“¡Es para estimular el flujo sanguíneo!” me dice.
Yo me rio. Sé que lo hace por mí.
Pero cuando me masajea, lo hace mejor que yo.
Es delicado con mis hombros y me desata los nudos de tensión.
Pero le gusta mi espalda. Mi cuerpo.
“¿No me va a echar aceite?”
Dio un fuerte suspiro…
“¡Hueles tan rico!” me dijo. “Este olor lo voy a extrañar…”
😳 😳 😳
Se echó loción en las manos y las pasó por mi espalda y mis hombros.
Entre caricias, me daba besos.
“¡No puedes ver la cintura que tienes, Marisol!” me dice, palpando mi trasero con delicadeza. “¡No tienes nada que envidiar a tu prima!”
Siento algo entre mis piernas. No sirve de nada disimularlo, porque él conoce su olor y me conoce a mí.
Pero prosigue en su labor de masajeo.
Muslos. Rodillas. Pantorrillas…
“¡Dese vuelta, por favor!”
😳 😳 😳
Me volteo con vergüenza.
Sé que cuando lo hice, estaba jugando.
Pero cuando lo hace él, es más serio.
Se queda mirando mis pechos desnudos…
😳 😳 😳
Definitivamente, él no es como los otros hombres.
Me puse nerviosa, porque los estudiaba.
Él sonreía, contando mis lunares.
Los acariciaba. Los apretaba con suavidad.
Y también los masajeaba de verdad…
XD
Pero comprendí que quería recordarlos para su viaje.
Se untó nuevamente loción en las manos.
“¡Mi esposa! ¡Mi mujer!” me dijo, besándome en los labios.
Solamente alguien como él puede transformar un juego en algo romántico.
Mi cintura. Mis muslos. Mis pantorrillas.
Pero yo también estaba tensa ahí abajo…
“¡Creo que necesita relajarse!”
😍 😍 😍
¡Su manera de lamer es espectacular!
Lo siento en mí y él lame como si yo tuviese miel en mi interior.
Me muerdo los labios y cierro los ojos, mientras que mis pezones están duros como diamantes y yo mantengo su hermosa cabeza lamiéndome con gran intensidad.
Veo estrellas. Veo puntos.
Un placer interminable entre mis piernas, que él se rehúsa a abandonar…
Cuando termina de lamer, ya no me quedan tensiones…
“¿Quieres hacer el amor conmigo?” me pregunta.
Soy su esposa.
¿Cómo podría decirle que no?
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4 comentarios - Masajes
me excitaste sobremanera!
te invito a leer los mios, beso!