No es que yo fuese mal estudiante, al contrario, solo me habían quedado dos o tres asignaturas como a cualquier otro alumno. Como a muchos otros chicos de mi edad, las hormonas nos alteraban un poco y era difícil concentrarse en clase si a la chica que se sentaba delante tuyo se le asomaba un poco el tanga por encima del pantalón.
Mi rutina durante aquél verano había sido pasarme la mañana en la piscina de mi urbanización bañándome y jugando al fútbol. Por las tardes, después de comer y ver un poco la televisión, tenia que estudiar tal y como le había prometido a mi madre para sacarme las asignaturas que me quedaban pendientes.
La verdad es que lo que tenía que estudiar no era demasiado difícil, así que me podía permitir el lujo de pasarme la mayor parte del tiempo de estudio distrayendome con otras cosas. Leía cómics, jugaba con videojuegos y sobretodo, como os podréis imaginar, me masturbaba casi cada día. Ese era mi pasatiempo favorito desde que había descubierto los placeres del onanismo hacía apenas un año.
A mi padre se le habían acabado las vacaciones y se pasaba casi todo el día fuera de casa trabajando. Mi madre a esa hora estaba medio dormida en el sofá viendo la televisión y luego se ponía a hacer las tareas de la casa. Así que disponía de un buen rato para disfrutar machacandomela en mi habitación sin que nadie me molestase, ya que mi madre nunca entraría sin llamar antes.
Tenía a mano los ejemplares de Interviú que mi padre solía comprar cada semana. Yo me esperaba a que mi madre los pusiese en la bolsa donde estaban el resto de periódicos y revistas para su posterior reciclaje. Antes de ser lanzadas a la basura, me apropiaba de las revistas y las guardaba en mi habitación en un lugar seguro sin que nadie se diera cuenta.
Como muchas otras tardes aquél mes de agosto, el día de los hechos que os quiero narrar y que definitivamente cambiaron mi vida para siempre, yo ya tenía un ejemplar de Interviú sobre mi mesa. Estaba abierto justo donde se mostraban las fotografías de la famosilla televisiva de turno en estado de semi-desnudez. Yo ya estaba excitado y el bulto de mi polla se notaba debajo del bañador que aún llevaba puesto de por la mañana.
No necesitaba mucho más para excitarme. Ya venía bastante caliente después de haber pasado la mañana en la piscina contemplado las chicas y mujeres que tenía como vecinas en la urbanización. Me encantaba verlas en bikini, aunque ellas seguro que no se hubiesen mostrado así ante mi si hubiesen sabido los pensamientos lascivos que recorrían mi mente al verlas.
Con la sangre fluyendo rápidamente hacia mi pene, me dispuse a bajarme ligeramente el bañador y dejar mi miembro viril saltar libremente. Sin apartar la vista de la guarrilla de la revista, empecé a masturbarme suavemente. No llevaba apenas ni dos minutos cuando oí que llamaban a la puerta.
-Javi, ¿puedo pasar?- escuché reconociendo sin duda la voz de mi madre.
"Mierda", pensé mientras volví a subirme el bañador rápidamente y a esconder la revista entre los apuntes de la asignatura.
-Si, si, pasa mamá- le contesté intentando calmar los nervios del momento.
Inmediatamente mi madre entró y no vio otra cosa que a su querido hijo estudiando como un buen alumno aplicado.
Por aquel entonces, mi madre tenía 43 años. No la podría describir de otra manera que no fuese la de la típica cuarentona bien conservada. Le gustaba mucho el deporte y eso le había dejado un cuerpo duro y macizo. Que yo, al igual que con las otras mujeres de la piscina, había podido disfrutar contemplando.
Recuerdo sobretodo un bikini que solía ponerse. La tela era fina y de color claro y se transparentaba mucho cuando estaba mojado. Claramente podías verle sus grandes y marrones pezones y los negros y abundantes pelos de su coño. Tenía un par de tetas increíbles, grandes y bien colocadas. El vientre prácticamente plano y un culo gordo pero perfectamente tonificado por muchas horas de aerobic.
Me sorprendió verla ahí en mi habitación, ya que nunca entraba mientras yo estaba estudiando. Su aspecto era bastante menos seductor que en la piscina, ya que estaba cubierta por la bata ancha abotonada por delante que solía ponerse para estar más cómoda en casa. Su morena y ondulada melena estaba recogida con una practica coleta.
-¿Qué, como lo llevas?- dijo acercándose a la mesa. Se colocó justo a mi lado, su cara acercándose a la mía y mirando mis apuntes.
-Eh... bien, bien... - contesté yo un poco preocupado por si mi madre pudiese descubrir la revista que se ocultaba bajo mis apuntes.
-Tu no te preocupes hijo, ya verás como lo apruebas todo- dijo intentando tranquilizarme.
Mi madre siempre se había preocupado mucho por que yo fuese un buen estudiante. Aquél curso, el hecho de que yo hubiese suspendido tres a final de curso le había disgustado bastante ya que era la primera vez que debía recuperar algo en septiembre. Se había pasado todo el verano insistiendo mucho en que le dedicase las horas necesarias al estudio, aunque su tono en ese momento era más bien conciliador. Muy distinto a como me había hablado en días anteriores.
-Ven un momento, siéntate conmigo aquí en la cama. Tenemos que hablar- me pidió cogiéndome de la mano.
Me levanté y en ese momento el bulto en mi bañador era bastante evidente. Me sonrojé un poco al comprobar que mi madre se había dado cuenta e hice lo que pude para taparme con las manos. Me senté a su lado en la cama y esperé expectante a lo que me tenía que decir.
-Mira Javi, he estado pensando... bueno, es que ya tienes una edad... - parecía que le costaba encontrar las palabras - Te vas haciendo mayor, y un chico de tu edad va sintiendo cosas nuevas y bueno, empieza a tener unas necesidades que antes no tenía...
En ese momento yo no tenía ni idea de que quería decirme mi madre, y la miraba sorprendido. Ella lo volvió a intentar.
-Bueno, es que esta mañana en la piscina... me he dado cuenta de como mirabas a las mujeres en bañador. Ya te estas haciendo todo un hombre y es normal que empieces a ver a las chicas de esa manera.
-Yo, es que... bueno... no puedo evitar mirarlas, no lo hago con mala intención - intenté disculparme pensando que mi madre me estaba echando la bronca.
-No, no. Si no pasa nada porque mires. No te preocupes mi niño, ese no es el problema - contestó ella acercándose a mi y pasándome una mano por encima del hombro -. Lo que pasa es que ahora es muy importante que estudies y todas esas cosas te pueden desconcentrar.
-Bueno mamá, pues no iré más a la piscina. Me quedaré aquí estudiando.
-No, no es eso. Lo que te estoy diciendo es que tienes que aprender a descargar todos esos sentimientos que tienes cuando estás en la piscina.
Ahí si que ya me perdí y miré a los ojos a mi madre bastante confundido. Ella hizo un esfuerzo final y me habló lo más claro que me había hablado nunca.
-Javi, ¿tú sabes lo que es una paja?
Me quedé de piedra. No me podía creer que me acabase de preguntar eso. Me asusté un poco pensando que mi madre descubriría lo de las revistas Interviú y se enfadaría mucho, así que le mentí.
-No, no. No sé lo que es- dije mirando al suelo avergonzado.
Supongo que ella me creyó, y no era de extrañar ya que seguía viéndome como a un niño y estoy seguro que creía que yo no era capaz de masturbarme aún.
Se quedó pensativa unos instantes y finalmente me dijo:
-Ahora mismo, a tu edad, tienes las hormonas a tope y necesitas darte un pequeño alivio de vez en cuando. Ya verás como después de hacerte una paja estarás mucho más relajado y podrás concentrarte mejor para estudiar- La lógica de mi madre era aplastante.
-A ver, ¿tú sabes como se hace una paja?- me preguntó y yo ni siquiera contesté de pura vergüenza que tenía.
-¿No?- se quedó callada por unos instantes - Bueno, yo te enseño la primera vez. Pero luego tendrás que hacerlo tu solito, ¿vale?
-Venga Javi, quítate el bañador- me pidió.
Sin rechistar la obedecí y me levanté. Dejé caer el bañador al suelo y mi verga asomó dura apuntando hacía el techo.
-Mira, si no me extraña. Como te vas a concentrar si tienes toda la sangre del cerebro ahí abajo- dijo mi madre sumamente sorprendida por el grado de erección que ya tenía mi miembro-. Ven, siéntate, que ya verás lo relajado que te quedas después.
Me senté y mi madre me ayudó a quitarme la camiseta que llevaba puesta. Luego me hizo tumbarme. Se inclinó un poco a mi lado y se quedó mirando mi polla, que palpitaba dando pequeños toques en mi estómago. No me podía creer lo que estaba a punto de hacerme, aquello parecía un sueño.
Por fin su mano agarró firmemente mi pene erecto y empezó un suave masaje masturbatorio. La sensación de su mano en mi pito era genial, era la primera vez que una mujer me tocaba ahí y aquello era gloria bendita. La paja era suave pero a un buen ritmo, como la haría toda una experta.
-La tienes muy grande y dura para tu edad- dijo con orgullo, tal vez pensando en lo mucho que podía llegar a crecer aún.
-¿Te gusta la paja Javi? Tu cierra los ojos y disfruta.
-Si mamá...- contesté con un hilo de voz.
Pero la verdad es que no podía cerrar los ojos. Ver a mi madre haciéndome una paja me ponía más cachondo aún. Sus ojos no apartaban la vista de mi miembro y su mano se movía sin descanso. Pero lo mejor era ver sus pechos bamboleándose debajo de la bata debido al movimiento de su brazo. Los primeros botones estaban desabrochados y tenia una buena vista de su canalillo. Claramente se podía apreciar que no llevaba sujetador.
No puede evitar empezar a gemir levemente, aquello me estaba encantando. Mi madre respondió acelerando un poco el ritmo lo que hizo que aún sintiese más placer.
-Me gusta mucho mami, no pares por favor- susurré gimiendo.
Mi madre sonreía satisfecha de ver a su hijo disfrutar tanto gracias a ella. Volvió a acelerar el ritmo agarrando fuertemente mi polla, seguramente a sabiendas de que no me faltaba mucho para eyacular.
El ritmo de la paja era cada vez más rápido y yo ya empezaba a sentir la tensión en mis huevos. La descarga era inminente.
-¡¡Aaaah!! ¡¡¡Aaaaaaaaaah!!!- grité cuando grandes chorros de semen salieron disparados hacia mi cuerpo.
Fue una corrida brutal. Creo que hasta ese momento nunca me había corrido con tal abundancia. Tenía el pecho y el estómago cubiertos de lefa caliente. Algunos chorros incluso habían llegado a impactar en mi madre, manchando su bata y su brazo. Ajena a ello, mi madre seguía exprimiendo mi polla hasta que logró sacar la última gota de semen. Yo estaba totalmente extasiado, cerré los ojos y pude escuchar los fuertes latidos de mi corazón.
-No te muevas, no quiero que manches la cama- dijo mi madre volviéndome a la realidad-. Voy a limpiarte esto con algo.
Se levantó y miró a su alrededor buscando un pañuelo o algo. Yo cogí mi camiseta e hice ademán de irme a limpiar con ella pero mi madre me lo impidió.
-No seas guarro Javi, con eso no. Espera.
Acto seguido metió sus manos por debajo de la bata y se empezó a bajar las bragas. Ver sus braguitas deslizándose por sus ricos muslos fue una visión sumamente erótica. Luego se acercó con su improvisado trapo y empezó a limpiarme el semen pegado a mi cuerpo. Apenas le presté atención a eso ya que no podía dejar de pensar que en ese instante mi madre estaba totalmente desnuda debajo de la bata.
-Bueno, pues esto ya está. ¿A que te has quedado relajadisimo? - yo asentí sonriendo.- Ahora vístete y ponte a estudiar. Ya verás como ahora estás mucho más concentrado. Yo me voy a duchar, estoy sudando.
Me dio un beso en la comisura de los labios y salió de mi cuarto con las bragas empapadas de semen en la mano.
Aún confundido por lo que acababa de sucederme, me levanté y me fui a sentar a la silla sin ni siquiera vestirme. No me podía quitar de la cabeza la visión de mi madre haciéndome una paja. Tan excitante había sido que mi pene seguía en estado de erección. Intenté concentrarme y ponerme a estudiar pero en mi cabeza rondaba una idea perversa.
-¡Mamá!¡Mamá! - grité para que me pudiese oír desde el baño. -¡Ven un momento!
Al minuto apareció mi madre envuelta en una toalla de baño que cubría lo justo. Se había soltado el pelo y su melena lucía preciosa.
Yo estaba ahí sentado con las piernas separadas y mi polla en alto. Al verme así mi madre sonrió, seguramente anticipándose a lo que le iba a decir.
-Mira mamá, esto todavía esta así. ¿Porqué no me haces otra paja de esas a ver si se me queda más tranquila?- dije mirando al suelo con mucha timidez.
-A ver Javi, es que no podemos pasarnos toda la tarde así. Tienes que estudiar que los exámenes son la semana que viene- se acercó y se quedó un poco pensativa mientras miraba mi verga -. Mira, vamos a hacer una cosa. Tu sigue aqui sentado estudiando que yo me quedo a tu lado haciéndote cositas, ¿vale?
Sin esperar mi respuesta se arrodilló y empezó a meneármela otra vez. Yo intenté concentrarme en los apuntes pero era imposible con semejante hembra a mis pies dándome placer. Mi madre me pajeaba con ritmo intenso y yo no podía dejar de mirarla. En un momento dado, ella miró hacia arriba y me vio ahi embelesado.
-Oye, que te he dicho que estudies- dijo sonriendo-. Tu a lo tuyo y yo a lo mío.
Siguió un poco más pero volvió a mirar hacia mi y dijo:
-Esta claro que así no vas a estudiar. Lo mejor va a ser que saques toda la leche ya y así luego sigues más tranquilo. Voy a probar una cosa, ya verás como te gusta.
Acto seguido mi madre le dio un par de sacudidas más a mi polla y se la metió en la boca. La rodeó con su lengua y bajó hasta metérsela por completo. En otras palabras, que mi madre empezó a chupármela como una auténtica puta. En ese momento sentí como una descarga eléctrica recorriendo mi espalda, y no me corrí justo al instante porque hacía menos de cinco minutos que había soltado la mayor corrida de mi vida.
Sin dejar de agarrarme la polla con su mano derecha, la cabeza de mi madre subía y bajaba recorriendo todo mi falo. Su caliente saliva ayudaba a facilitar el deslizamiento.
-¿Pero qué me haces mamá? ¿Qué me haces?-. Gemí yo totalmente sumergido en placer.
Mi madre solo respondió con gemidos y acelerando el ritmo de su mamada. Con la otra mano me agarraba los huevos. Lo más increíble era que mi madre parecía estar disfrutando casi más que yo.
Cuando ya parecía que aquello no podía mejorar mi madre separó su boca de mi verga. Me miró a los ojos sonriendo, su mirada brillaba de alegría. Mi polla, reluciente cubierta de saliva, apuntaba hacía ella más dura que nunca.
-¿Te está gustando mi niño?-. Preguntó ella, aunque la respuesta era obvia -Pero parece que ahora te está costando correrte más que antes... a ver, vamos a probar con esto.
Entonces se quitó la toalla y por primera vez pude ver a mi madre totalmente desnuda. Ahí de rodillas en el suelo frente mi, contemplé sus preciosas y enormes tetas y su rico y peludo coño. El tono rosado de su raja se distinguía claramente entre la mata de pelo negro. Sin duda estaba tan excitada como yo.
Se acercó un poco más a mi, agarró mi polla y se la puso suavemente entre sus tetas. Empezó a masturbarme haciéndome una deliciosa cubana que solo había visto hacer en películas porno. Mi polla se deslizaba fácilmente gracias a la saliva y el liquido preseminal que la cubría.
¿A que te gustan las tetas de mami? ¿A que si?-. Dijo mientras aceleraba el movimiento -Pues ahora las vas a probar...
No me lo creí cuando se levantó y acercó sus melones a mi cara. Casi por instinto, los agarré con la mano y empecé a chupar sus pezones mientras ella me apretujaba la cabeza contra ella.
-Mmmmmm siii... chúpale las tetas a mamá... me gusta... mmmmmm...
Noté como su mano acariciaba suavemente mi polla y parecía querer acercarla hacia ella. Me separé de sus tetas y me fijé en que parecía que mi madre quería meter mi pene en su coño.
-Mamá... no podemos hacer eso. Soy tu hijo.
-Mira Javi, ya va siendo hora de que te hagas un hombre. Luego me lo agradecerás.
Sin rechistar más, fue pasando la punta del glande por su rajita húmeda. Sus pelos me hacían cosquillas. Ella gemía suavemente. Lentamente fue introduciendo mi polla hasta que se acomodó dentro de su vagina. Luego empezó un lento movimiento de su culo. Mi madre me estaba follando sentada encima de mi.
Yo estaba paralizado sin saber que hacer mientras ella seguía moviéndose. Me abrazaba y gemía a mi oído. Me besó suavemente en la mejilla. Yo, increíblemente, aguantaba sin correrme aunque esa era la primera vez que estaba dentro de una mujer. Mi madre cogió mis manos y las puso en su culo. Fui consciente de lo que me estaba pasando y agarré fuerte de sus nalgas y acompañando sus movimientos le clavaba la polla lo más hondo que podía dentro de su coño.
-Mmmmmmm... así muy bien Javi... que rico... Estás aguantando como un machote...
Me dio un ligero pico en los labios y se levantó. Pero aquello no había acabado, se dio la vuelta y me ofreció su precioso culo. Con la mano me ayudó a volver a meter la polla dentro. Apoyándose con los brazos en la mesa movía su culo follándome mientras yo seguía sentado en la silla.
Aquello era increíble. Su generoso culo moviéndose encima de mi polla. Sus gemidos, cada vez más fuertes, me volvían locos. Yo la agarraba por las caderas e intentaba clavar mi polla con fuerza pero en aquella postura era difícil moverse. Decidí levantarme y reclinar a mi madre un poco más encima de mi mesa. Mi madre aceptó un poco sorprendida y así, en esa postura, empecé a bombear lo más fuerte que pude.
-¡¡¡¡Oooooh siiiii!!!! Dame así Javi... siii, que rico...- Gemía ella desesperada mientras que yo, como poseído, la follaba sin parar.
Como podía, mi madre se agarraba de la mesa. Sin querer ella iba moviendo mis apuntes del colegio hasta que en un momento dado, al mover un poco una carpeta, apareció la revista Interviú debajo. De golpe, mi madre paró y se separó de mi.
-Pero bueno Javi, ¿ qué hace esto aquí?- me preguntó enseñándome la revista. Yo estaba avergonzado y pensaba que la aventura con mi madre iba a acabar por haberla mentido antes. -Yo pensando que aún eras un niño y tu con estas cosas... ¿a que te estabas haciendo una paja cuando he entrado antes en la habitación?
Yo contesté que si con la cabeza y muerto de la vergüenza me tapaba el pene aún erecto con las manos. Mi madre me miró y se rió.
-Si no pasa nada, soy yo la tonta por haberme pensado que aún eras un niño. Pero me acabas de demostrar que ya no lo eres. Ven, vamos a terminar esto para que puedas seguir estudiando- dicho esto me agarró el pene y me dio un beso en la boca, metiéndome la lengua. -Ven, vamos a la cama- y sin soltarme la polla me guió hasta allá.
Se tumbó con las piernas abiertas ofreciéndome su coño mojado y abierto. Yo me puse encima suyo y sin esperar un segundo se la metí y empecé a follarmela. Sabía que iba a aguantar poco tiempo más antes de correrme.
-¡¡Oooooh siiiiiii... follame Javi, follame!! Que tu padre hace 3 meses que no me folla... follame Javi. ¡¡Lo necesitooo!! -gritó desesperada.
¿Como podia ser tan estúpido mi padre como para dejar sin sexo a semejante hembra caliente durante 3 meses? La verdad es que no me importaba mucho. Ahora era yo el que estaba follando con mi puta madre. Me alcé un poco con los brazos para tener mejor vista. Los pechos de mi madre se movían al ritmo de mi follada, ella estaba gozando como una loca. Ya casi estaba a punto de correrme, empecé a sentir la presión del semen subiendo por mis huevos.
-No puedo más mamá... me voy a correr ya...
-No te corras dentro Javi, sácala...
Rápidamente saqué la polla, le di un par de sacudidas y un gran chorro de semen salió escupido con fuerza. Tanta que llegó hasta la cara de mi madre. Los siguientes chorros fueron saliendo con igual de energía cayendo por todo su cuerpo mientras yo gemía de gusto. Mi madre también gimió al sentir la lefa caliente en su cuerpo.
Acto seguido caí rendido al lado de mi madre. Ella se reía por como la había dejado. No me fijé mucho, pero debía ser algo digno de ver. Mi madre completamente cubierta por la leche de su propio hijo. Se estiró hasta alcanzar la toalla que estaba en el suelo y se limpió un poco.
-Vaya corrida Javi... más que la primera vez-. Dijo mientras se tumbaba a mi lado y me cogía del brazo. -¿Te ha gustado, verdad?
Yo asentí con la cabeza y entonces nos besamos. Estuvimos morreandonos un buen rato, los dos desnudos en la cama. Pasados unos minutos mi madre se levantó, haciéndome volver a la realidad.
-Bueno, me voy a duchar. Tu ponte a estudiar.- Me dio un pico y se fue.
Yo me quedé dormido mientras escuchaba el ruido del agua en la ducha.
Una media hora después me desperté. Me vestí y salí al salón. Mi madre estaba en la cocina preparando la cena. Volví a mi cuarto y me puse a estudiar tal y como había prometido a mi madre.
Aquella fue mi primera vez, pero no la última que me follé a mi madre...
Mi rutina durante aquél verano había sido pasarme la mañana en la piscina de mi urbanización bañándome y jugando al fútbol. Por las tardes, después de comer y ver un poco la televisión, tenia que estudiar tal y como le había prometido a mi madre para sacarme las asignaturas que me quedaban pendientes.
La verdad es que lo que tenía que estudiar no era demasiado difícil, así que me podía permitir el lujo de pasarme la mayor parte del tiempo de estudio distrayendome con otras cosas. Leía cómics, jugaba con videojuegos y sobretodo, como os podréis imaginar, me masturbaba casi cada día. Ese era mi pasatiempo favorito desde que había descubierto los placeres del onanismo hacía apenas un año.
A mi padre se le habían acabado las vacaciones y se pasaba casi todo el día fuera de casa trabajando. Mi madre a esa hora estaba medio dormida en el sofá viendo la televisión y luego se ponía a hacer las tareas de la casa. Así que disponía de un buen rato para disfrutar machacandomela en mi habitación sin que nadie me molestase, ya que mi madre nunca entraría sin llamar antes.
Tenía a mano los ejemplares de Interviú que mi padre solía comprar cada semana. Yo me esperaba a que mi madre los pusiese en la bolsa donde estaban el resto de periódicos y revistas para su posterior reciclaje. Antes de ser lanzadas a la basura, me apropiaba de las revistas y las guardaba en mi habitación en un lugar seguro sin que nadie se diera cuenta.
Como muchas otras tardes aquél mes de agosto, el día de los hechos que os quiero narrar y que definitivamente cambiaron mi vida para siempre, yo ya tenía un ejemplar de Interviú sobre mi mesa. Estaba abierto justo donde se mostraban las fotografías de la famosilla televisiva de turno en estado de semi-desnudez. Yo ya estaba excitado y el bulto de mi polla se notaba debajo del bañador que aún llevaba puesto de por la mañana.
No necesitaba mucho más para excitarme. Ya venía bastante caliente después de haber pasado la mañana en la piscina contemplado las chicas y mujeres que tenía como vecinas en la urbanización. Me encantaba verlas en bikini, aunque ellas seguro que no se hubiesen mostrado así ante mi si hubiesen sabido los pensamientos lascivos que recorrían mi mente al verlas.
Con la sangre fluyendo rápidamente hacia mi pene, me dispuse a bajarme ligeramente el bañador y dejar mi miembro viril saltar libremente. Sin apartar la vista de la guarrilla de la revista, empecé a masturbarme suavemente. No llevaba apenas ni dos minutos cuando oí que llamaban a la puerta.
-Javi, ¿puedo pasar?- escuché reconociendo sin duda la voz de mi madre.
"Mierda", pensé mientras volví a subirme el bañador rápidamente y a esconder la revista entre los apuntes de la asignatura.
-Si, si, pasa mamá- le contesté intentando calmar los nervios del momento.
Inmediatamente mi madre entró y no vio otra cosa que a su querido hijo estudiando como un buen alumno aplicado.
Por aquel entonces, mi madre tenía 43 años. No la podría describir de otra manera que no fuese la de la típica cuarentona bien conservada. Le gustaba mucho el deporte y eso le había dejado un cuerpo duro y macizo. Que yo, al igual que con las otras mujeres de la piscina, había podido disfrutar contemplando.
Recuerdo sobretodo un bikini que solía ponerse. La tela era fina y de color claro y se transparentaba mucho cuando estaba mojado. Claramente podías verle sus grandes y marrones pezones y los negros y abundantes pelos de su coño. Tenía un par de tetas increíbles, grandes y bien colocadas. El vientre prácticamente plano y un culo gordo pero perfectamente tonificado por muchas horas de aerobic.
Me sorprendió verla ahí en mi habitación, ya que nunca entraba mientras yo estaba estudiando. Su aspecto era bastante menos seductor que en la piscina, ya que estaba cubierta por la bata ancha abotonada por delante que solía ponerse para estar más cómoda en casa. Su morena y ondulada melena estaba recogida con una practica coleta.
-¿Qué, como lo llevas?- dijo acercándose a la mesa. Se colocó justo a mi lado, su cara acercándose a la mía y mirando mis apuntes.
-Eh... bien, bien... - contesté yo un poco preocupado por si mi madre pudiese descubrir la revista que se ocultaba bajo mis apuntes.
-Tu no te preocupes hijo, ya verás como lo apruebas todo- dijo intentando tranquilizarme.
Mi madre siempre se había preocupado mucho por que yo fuese un buen estudiante. Aquél curso, el hecho de que yo hubiese suspendido tres a final de curso le había disgustado bastante ya que era la primera vez que debía recuperar algo en septiembre. Se había pasado todo el verano insistiendo mucho en que le dedicase las horas necesarias al estudio, aunque su tono en ese momento era más bien conciliador. Muy distinto a como me había hablado en días anteriores.
-Ven un momento, siéntate conmigo aquí en la cama. Tenemos que hablar- me pidió cogiéndome de la mano.
Me levanté y en ese momento el bulto en mi bañador era bastante evidente. Me sonrojé un poco al comprobar que mi madre se había dado cuenta e hice lo que pude para taparme con las manos. Me senté a su lado en la cama y esperé expectante a lo que me tenía que decir.
-Mira Javi, he estado pensando... bueno, es que ya tienes una edad... - parecía que le costaba encontrar las palabras - Te vas haciendo mayor, y un chico de tu edad va sintiendo cosas nuevas y bueno, empieza a tener unas necesidades que antes no tenía...
En ese momento yo no tenía ni idea de que quería decirme mi madre, y la miraba sorprendido. Ella lo volvió a intentar.
-Bueno, es que esta mañana en la piscina... me he dado cuenta de como mirabas a las mujeres en bañador. Ya te estas haciendo todo un hombre y es normal que empieces a ver a las chicas de esa manera.
-Yo, es que... bueno... no puedo evitar mirarlas, no lo hago con mala intención - intenté disculparme pensando que mi madre me estaba echando la bronca.
-No, no. Si no pasa nada porque mires. No te preocupes mi niño, ese no es el problema - contestó ella acercándose a mi y pasándome una mano por encima del hombro -. Lo que pasa es que ahora es muy importante que estudies y todas esas cosas te pueden desconcentrar.
-Bueno mamá, pues no iré más a la piscina. Me quedaré aquí estudiando.
-No, no es eso. Lo que te estoy diciendo es que tienes que aprender a descargar todos esos sentimientos que tienes cuando estás en la piscina.
Ahí si que ya me perdí y miré a los ojos a mi madre bastante confundido. Ella hizo un esfuerzo final y me habló lo más claro que me había hablado nunca.
-Javi, ¿tú sabes lo que es una paja?
Me quedé de piedra. No me podía creer que me acabase de preguntar eso. Me asusté un poco pensando que mi madre descubriría lo de las revistas Interviú y se enfadaría mucho, así que le mentí.
-No, no. No sé lo que es- dije mirando al suelo avergonzado.
Supongo que ella me creyó, y no era de extrañar ya que seguía viéndome como a un niño y estoy seguro que creía que yo no era capaz de masturbarme aún.
Se quedó pensativa unos instantes y finalmente me dijo:
-Ahora mismo, a tu edad, tienes las hormonas a tope y necesitas darte un pequeño alivio de vez en cuando. Ya verás como después de hacerte una paja estarás mucho más relajado y podrás concentrarte mejor para estudiar- La lógica de mi madre era aplastante.
-A ver, ¿tú sabes como se hace una paja?- me preguntó y yo ni siquiera contesté de pura vergüenza que tenía.
-¿No?- se quedó callada por unos instantes - Bueno, yo te enseño la primera vez. Pero luego tendrás que hacerlo tu solito, ¿vale?
-Venga Javi, quítate el bañador- me pidió.
Sin rechistar la obedecí y me levanté. Dejé caer el bañador al suelo y mi verga asomó dura apuntando hacía el techo.
-Mira, si no me extraña. Como te vas a concentrar si tienes toda la sangre del cerebro ahí abajo- dijo mi madre sumamente sorprendida por el grado de erección que ya tenía mi miembro-. Ven, siéntate, que ya verás lo relajado que te quedas después.
Me senté y mi madre me ayudó a quitarme la camiseta que llevaba puesta. Luego me hizo tumbarme. Se inclinó un poco a mi lado y se quedó mirando mi polla, que palpitaba dando pequeños toques en mi estómago. No me podía creer lo que estaba a punto de hacerme, aquello parecía un sueño.
Por fin su mano agarró firmemente mi pene erecto y empezó un suave masaje masturbatorio. La sensación de su mano en mi pito era genial, era la primera vez que una mujer me tocaba ahí y aquello era gloria bendita. La paja era suave pero a un buen ritmo, como la haría toda una experta.
-La tienes muy grande y dura para tu edad- dijo con orgullo, tal vez pensando en lo mucho que podía llegar a crecer aún.
-¿Te gusta la paja Javi? Tu cierra los ojos y disfruta.
-Si mamá...- contesté con un hilo de voz.
Pero la verdad es que no podía cerrar los ojos. Ver a mi madre haciéndome una paja me ponía más cachondo aún. Sus ojos no apartaban la vista de mi miembro y su mano se movía sin descanso. Pero lo mejor era ver sus pechos bamboleándose debajo de la bata debido al movimiento de su brazo. Los primeros botones estaban desabrochados y tenia una buena vista de su canalillo. Claramente se podía apreciar que no llevaba sujetador.
No puede evitar empezar a gemir levemente, aquello me estaba encantando. Mi madre respondió acelerando un poco el ritmo lo que hizo que aún sintiese más placer.
-Me gusta mucho mami, no pares por favor- susurré gimiendo.
Mi madre sonreía satisfecha de ver a su hijo disfrutar tanto gracias a ella. Volvió a acelerar el ritmo agarrando fuertemente mi polla, seguramente a sabiendas de que no me faltaba mucho para eyacular.
El ritmo de la paja era cada vez más rápido y yo ya empezaba a sentir la tensión en mis huevos. La descarga era inminente.
-¡¡Aaaah!! ¡¡¡Aaaaaaaaaah!!!- grité cuando grandes chorros de semen salieron disparados hacia mi cuerpo.
Fue una corrida brutal. Creo que hasta ese momento nunca me había corrido con tal abundancia. Tenía el pecho y el estómago cubiertos de lefa caliente. Algunos chorros incluso habían llegado a impactar en mi madre, manchando su bata y su brazo. Ajena a ello, mi madre seguía exprimiendo mi polla hasta que logró sacar la última gota de semen. Yo estaba totalmente extasiado, cerré los ojos y pude escuchar los fuertes latidos de mi corazón.
-No te muevas, no quiero que manches la cama- dijo mi madre volviéndome a la realidad-. Voy a limpiarte esto con algo.
Se levantó y miró a su alrededor buscando un pañuelo o algo. Yo cogí mi camiseta e hice ademán de irme a limpiar con ella pero mi madre me lo impidió.
-No seas guarro Javi, con eso no. Espera.
Acto seguido metió sus manos por debajo de la bata y se empezó a bajar las bragas. Ver sus braguitas deslizándose por sus ricos muslos fue una visión sumamente erótica. Luego se acercó con su improvisado trapo y empezó a limpiarme el semen pegado a mi cuerpo. Apenas le presté atención a eso ya que no podía dejar de pensar que en ese instante mi madre estaba totalmente desnuda debajo de la bata.
-Bueno, pues esto ya está. ¿A que te has quedado relajadisimo? - yo asentí sonriendo.- Ahora vístete y ponte a estudiar. Ya verás como ahora estás mucho más concentrado. Yo me voy a duchar, estoy sudando.
Me dio un beso en la comisura de los labios y salió de mi cuarto con las bragas empapadas de semen en la mano.
Aún confundido por lo que acababa de sucederme, me levanté y me fui a sentar a la silla sin ni siquiera vestirme. No me podía quitar de la cabeza la visión de mi madre haciéndome una paja. Tan excitante había sido que mi pene seguía en estado de erección. Intenté concentrarme y ponerme a estudiar pero en mi cabeza rondaba una idea perversa.
-¡Mamá!¡Mamá! - grité para que me pudiese oír desde el baño. -¡Ven un momento!
Al minuto apareció mi madre envuelta en una toalla de baño que cubría lo justo. Se había soltado el pelo y su melena lucía preciosa.
Yo estaba ahí sentado con las piernas separadas y mi polla en alto. Al verme así mi madre sonrió, seguramente anticipándose a lo que le iba a decir.
-Mira mamá, esto todavía esta así. ¿Porqué no me haces otra paja de esas a ver si se me queda más tranquila?- dije mirando al suelo con mucha timidez.
-A ver Javi, es que no podemos pasarnos toda la tarde así. Tienes que estudiar que los exámenes son la semana que viene- se acercó y se quedó un poco pensativa mientras miraba mi verga -. Mira, vamos a hacer una cosa. Tu sigue aqui sentado estudiando que yo me quedo a tu lado haciéndote cositas, ¿vale?
Sin esperar mi respuesta se arrodilló y empezó a meneármela otra vez. Yo intenté concentrarme en los apuntes pero era imposible con semejante hembra a mis pies dándome placer. Mi madre me pajeaba con ritmo intenso y yo no podía dejar de mirarla. En un momento dado, ella miró hacia arriba y me vio ahi embelesado.
-Oye, que te he dicho que estudies- dijo sonriendo-. Tu a lo tuyo y yo a lo mío.
Siguió un poco más pero volvió a mirar hacia mi y dijo:
-Esta claro que así no vas a estudiar. Lo mejor va a ser que saques toda la leche ya y así luego sigues más tranquilo. Voy a probar una cosa, ya verás como te gusta.
Acto seguido mi madre le dio un par de sacudidas más a mi polla y se la metió en la boca. La rodeó con su lengua y bajó hasta metérsela por completo. En otras palabras, que mi madre empezó a chupármela como una auténtica puta. En ese momento sentí como una descarga eléctrica recorriendo mi espalda, y no me corrí justo al instante porque hacía menos de cinco minutos que había soltado la mayor corrida de mi vida.
Sin dejar de agarrarme la polla con su mano derecha, la cabeza de mi madre subía y bajaba recorriendo todo mi falo. Su caliente saliva ayudaba a facilitar el deslizamiento.
-¿Pero qué me haces mamá? ¿Qué me haces?-. Gemí yo totalmente sumergido en placer.
Mi madre solo respondió con gemidos y acelerando el ritmo de su mamada. Con la otra mano me agarraba los huevos. Lo más increíble era que mi madre parecía estar disfrutando casi más que yo.
Cuando ya parecía que aquello no podía mejorar mi madre separó su boca de mi verga. Me miró a los ojos sonriendo, su mirada brillaba de alegría. Mi polla, reluciente cubierta de saliva, apuntaba hacía ella más dura que nunca.
-¿Te está gustando mi niño?-. Preguntó ella, aunque la respuesta era obvia -Pero parece que ahora te está costando correrte más que antes... a ver, vamos a probar con esto.
Entonces se quitó la toalla y por primera vez pude ver a mi madre totalmente desnuda. Ahí de rodillas en el suelo frente mi, contemplé sus preciosas y enormes tetas y su rico y peludo coño. El tono rosado de su raja se distinguía claramente entre la mata de pelo negro. Sin duda estaba tan excitada como yo.
Se acercó un poco más a mi, agarró mi polla y se la puso suavemente entre sus tetas. Empezó a masturbarme haciéndome una deliciosa cubana que solo había visto hacer en películas porno. Mi polla se deslizaba fácilmente gracias a la saliva y el liquido preseminal que la cubría.
¿A que te gustan las tetas de mami? ¿A que si?-. Dijo mientras aceleraba el movimiento -Pues ahora las vas a probar...
No me lo creí cuando se levantó y acercó sus melones a mi cara. Casi por instinto, los agarré con la mano y empecé a chupar sus pezones mientras ella me apretujaba la cabeza contra ella.
-Mmmmmm siii... chúpale las tetas a mamá... me gusta... mmmmmm...
Noté como su mano acariciaba suavemente mi polla y parecía querer acercarla hacia ella. Me separé de sus tetas y me fijé en que parecía que mi madre quería meter mi pene en su coño.
-Mamá... no podemos hacer eso. Soy tu hijo.
-Mira Javi, ya va siendo hora de que te hagas un hombre. Luego me lo agradecerás.
Sin rechistar más, fue pasando la punta del glande por su rajita húmeda. Sus pelos me hacían cosquillas. Ella gemía suavemente. Lentamente fue introduciendo mi polla hasta que se acomodó dentro de su vagina. Luego empezó un lento movimiento de su culo. Mi madre me estaba follando sentada encima de mi.
Yo estaba paralizado sin saber que hacer mientras ella seguía moviéndose. Me abrazaba y gemía a mi oído. Me besó suavemente en la mejilla. Yo, increíblemente, aguantaba sin correrme aunque esa era la primera vez que estaba dentro de una mujer. Mi madre cogió mis manos y las puso en su culo. Fui consciente de lo que me estaba pasando y agarré fuerte de sus nalgas y acompañando sus movimientos le clavaba la polla lo más hondo que podía dentro de su coño.
-Mmmmmmm... así muy bien Javi... que rico... Estás aguantando como un machote...
Me dio un ligero pico en los labios y se levantó. Pero aquello no había acabado, se dio la vuelta y me ofreció su precioso culo. Con la mano me ayudó a volver a meter la polla dentro. Apoyándose con los brazos en la mesa movía su culo follándome mientras yo seguía sentado en la silla.
Aquello era increíble. Su generoso culo moviéndose encima de mi polla. Sus gemidos, cada vez más fuertes, me volvían locos. Yo la agarraba por las caderas e intentaba clavar mi polla con fuerza pero en aquella postura era difícil moverse. Decidí levantarme y reclinar a mi madre un poco más encima de mi mesa. Mi madre aceptó un poco sorprendida y así, en esa postura, empecé a bombear lo más fuerte que pude.
-¡¡¡¡Oooooh siiiii!!!! Dame así Javi... siii, que rico...- Gemía ella desesperada mientras que yo, como poseído, la follaba sin parar.
Como podía, mi madre se agarraba de la mesa. Sin querer ella iba moviendo mis apuntes del colegio hasta que en un momento dado, al mover un poco una carpeta, apareció la revista Interviú debajo. De golpe, mi madre paró y se separó de mi.
-Pero bueno Javi, ¿ qué hace esto aquí?- me preguntó enseñándome la revista. Yo estaba avergonzado y pensaba que la aventura con mi madre iba a acabar por haberla mentido antes. -Yo pensando que aún eras un niño y tu con estas cosas... ¿a que te estabas haciendo una paja cuando he entrado antes en la habitación?
Yo contesté que si con la cabeza y muerto de la vergüenza me tapaba el pene aún erecto con las manos. Mi madre me miró y se rió.
-Si no pasa nada, soy yo la tonta por haberme pensado que aún eras un niño. Pero me acabas de demostrar que ya no lo eres. Ven, vamos a terminar esto para que puedas seguir estudiando- dicho esto me agarró el pene y me dio un beso en la boca, metiéndome la lengua. -Ven, vamos a la cama- y sin soltarme la polla me guió hasta allá.
Se tumbó con las piernas abiertas ofreciéndome su coño mojado y abierto. Yo me puse encima suyo y sin esperar un segundo se la metí y empecé a follarmela. Sabía que iba a aguantar poco tiempo más antes de correrme.
-¡¡Oooooh siiiiiii... follame Javi, follame!! Que tu padre hace 3 meses que no me folla... follame Javi. ¡¡Lo necesitooo!! -gritó desesperada.
¿Como podia ser tan estúpido mi padre como para dejar sin sexo a semejante hembra caliente durante 3 meses? La verdad es que no me importaba mucho. Ahora era yo el que estaba follando con mi puta madre. Me alcé un poco con los brazos para tener mejor vista. Los pechos de mi madre se movían al ritmo de mi follada, ella estaba gozando como una loca. Ya casi estaba a punto de correrme, empecé a sentir la presión del semen subiendo por mis huevos.
-No puedo más mamá... me voy a correr ya...
-No te corras dentro Javi, sácala...
Rápidamente saqué la polla, le di un par de sacudidas y un gran chorro de semen salió escupido con fuerza. Tanta que llegó hasta la cara de mi madre. Los siguientes chorros fueron saliendo con igual de energía cayendo por todo su cuerpo mientras yo gemía de gusto. Mi madre también gimió al sentir la lefa caliente en su cuerpo.
Acto seguido caí rendido al lado de mi madre. Ella se reía por como la había dejado. No me fijé mucho, pero debía ser algo digno de ver. Mi madre completamente cubierta por la leche de su propio hijo. Se estiró hasta alcanzar la toalla que estaba en el suelo y se limpió un poco.
-Vaya corrida Javi... más que la primera vez-. Dijo mientras se tumbaba a mi lado y me cogía del brazo. -¿Te ha gustado, verdad?
Yo asentí con la cabeza y entonces nos besamos. Estuvimos morreandonos un buen rato, los dos desnudos en la cama. Pasados unos minutos mi madre se levantó, haciéndome volver a la realidad.
-Bueno, me voy a duchar. Tu ponte a estudiar.- Me dio un pico y se fue.
Yo me quedé dormido mientras escuchaba el ruido del agua en la ducha.
Una media hora después me desperté. Me vestí y salí al salón. Mi madre estaba en la cocina preparando la cena. Volví a mi cuarto y me puse a estudiar tal y como había prometido a mi madre.
Aquella fue mi primera vez, pero no la última que me follé a mi madre...
6 comentarios - Mi madre me ayuda a estudiar