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Mi reflejo en el espejo




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Compendio II


A mí me encanta que escriba. Pienso que han pasado tantas cosas en tan poquito tiempo, que no quiero olvidarlas.
Por las mañanas, me miro al espejo y me sonrió: llevo 4 años con él, estoy casada, soy mamá, estoy en la universidad y viviendo en otro país.
Es como si estuviera viviendo un sueño: yo, la chica otaku, enamorada de ese muchacho al que nunca me atreví a hablarle, ¿Casada con él y madre de sus hijas?
Todavía recuerdo esa tarde. Yo ya lo amaba en silencio y la respiración se me cortaba cuando lo veía.
¡Tan tímida para poder hablarle! ¡Incluso, cuando la señora Rocío me decía que era un chico bueno!...
Y es por eso que quiero contar esto: cómo llegamos hasta acá, porque aún no lo creo.
Hablar del “antes”, desde el principio...
Desde el momento que nos volvimos amigos y que lentamente, esa amistad se convirtió en amor.
Sé que no voy a olvidarlo. Hay muchos momentos gratos.
Pero como me pasa con él, pienso que tengo que compartirlo.
¡Son momentos tan lindos! 😃
Esa tarde, me volví un atado de nervios: subió al mismo bus en el que regresaba yo de la escuela.
Él volvía de la universidad y el bus iba lleno. No me había visto, pero me fui el camino mirándolo en silencio, pensando qué hablarle…
Pero yo era una niña. Lo único que sabía era de animé y de libros…
¿Y si no le gustaba? ¿Si me encontraba “aburrida y tonta”?
Entonces, presionó el botón de la parada…
¡No sabía que hacer! 😮
¿Bajar en la parada siguiente o con él?
Esos segundos fueron larguísimos…
Pero decidí bajarme.
Total, él no me conocía…
Y nos bajamos por puertas diferentes. La mía se desocupó rápido, pero él se atrasó.
¡Les prometo que el corazón se me paraba!
Mi amor secreto, a unos pasos, caminando detrás de mí…
El corazón latía con mucha fuerza…
¡Tun-tun! ¡Tun-tun!
Y yo, muerta de vergüenza. Porque mi bolso estaba lleno de chapas de las series que me gustaban y él podía verlas.
¿Pensaría que era una niña? ¿Creería que era rara?
Y entonces… ¡Dijo mi nombre!
“¡Marisol!... ¡Marisol!...”
¡Sabía cómo me llamaba!
<3<3<3
¡Era increíble!
Traté de ponerme lo más seria, porque estaba segura que si miraba esos ojos, o me desmayaba o me moría.
“¡Hola!... ¡Soy tu vecino!… ¡No sé si me conoces!… pero me llamo…”
¡Por supuesto que sabía cómo se llamaba y quién era! ¡Era el chico que mi hermana y yo espiábamos!
“¿Eres otaku?” Preguntó, mirando mi mochila. “¡Excelente! ¡Pensé que era el único!”
¡Me habría hecho pipí de felicidad por haberlo escuchado!
¡Y nos pusimos a conversar!... ¡Y me miraba a los ojos!...
Estaba cansada esa tarde. Me había tocado gimnasia.
Pero conversar con él me quitaba toda la flojera.
¡Era tan divertido!
Y me dijo que estudiaba Ingeniería… XD
¡Lo hizo de una manera tan graciosa!
Empuñó su mano y cerró los ojos, como cuando los otros chicos meten goles… y yo me reí… y le dije que tenía espíritu de lucha.
Y entonces, me miró impresionado…
¡Yo, la “niña pájara de mi curso”, hice que él, un universitario, se impresionara!
¡Podría haber muerto feliz ese día!
Y se volvió mi amigo. ¡Fue mi primer amigo hombre!
Tenía compañeros que me hablaban en la escuela. Pero sentía que fingían ser lindos conmigo.
Él, no. Me conversaba de mangas y anime y me sentía contenta, porque lo notaba alegre y entretenido conmigo.
Entonces, empezamos a hablar de libros.
De cuál era nuestro autor favorito. De qué trataban las historias que más no gustaban.
¡Me sentía tan bien! ¡Me encontraba una persona interesante!
XD
Yo le miraba, tratando de decirle lo que sentía, pero él no me entendía.
Aun así, yo no perdía las esperanzas. Porque él me contaba todo y no tenía más amigas en su vida…
Y entonces, entró a trabajar. 😞
Me visitaba menos, pero me decía que se sentía bien. Que no ganaba tanto dinero, pero estaba trabajando en una empresa de minería.
¡Yo lo extrañaba! ¡Era mi amigo! ¡Lo que me alegraba el día!
Y me contó de ella. De su compañera de trabajo…
En esa época, yo era egoísta y muy celosa.
Porque mi amigo era especial. Me hacía sentir bien y conversábamos cosas que no podía hablar con mis amigas, mi hermana, mi mamá o mi prima.
Y sentía esa desesperación, que lo estaba perdiendo.
¡Tenía que pensar algo! ¡Algo, que me dejara mostrarle lo que sentía!
¡Y se me ocurrió lo de la prueba universitaria!
Yo no pensaba entrar a la universidad. Fue la única excusa que se me ocurrió para llamar su atención.
Mis ensayos no eran buenos, pero había preguntas de física (que es algo que le encanta) y pensaba que si le pedía ayuda, vendría a verme.
Además, papá no iba a pagarme la universidad. Con suerte, un instituto. Por lo que lo hacía por capricho, más que nada.
¡Y aceptó!
Mamá sabía que me gustaba y le agradaba el chico que hoy es mi esposo, porque era distinto. Era educado y caballeroso y podía ver que no había intereses raros para hacerme clases.
¡La que tenía intereses raros era yo! XD
Y pasó el tiempo, pasó el tiempo… ¡Y le di mi primer beso!
Estaba sorprendido. No se lo esperaba y pensé que lo había arruinado… que lo había hecho mal y que no iba a volver…
😞
Y entonces… ¡Me besó él!...
😮
¡Sus labios eran tibios y su saliva tenía un sabor dulce! ¡Su lengua era cálida e intrusa!
Y yo quedé en las nubes, mientras que él hablaba que mis labios sabían a limón… y me besaba una y otra y otra vez.
Yo era jovencita. Nos llevamos 12 años de diferencia y en esa época, él tenía 28.
Pero en eso, él era tan inocente como yo. También le avergonzaba besarme y yo quería que me besara y me besara, porque me sentía tan bien.
Pero él es muy responsable o tal vez, sabía que no pasaría mucho para que tuviésemos relaciones.
Ese sábado, llegó muy nervioso y lo que me llamó la atención fue que habló con mi mamá en la cocina.
“¡Señora, quiero pedirle permiso para pololear con su hija!”
😮
¡Quedé con la boca abierta!
Porque ¿Quién hace eso?
¡Sentía como si me estuviera pidiendo la mano!
Las mejillas me ardían tanto… XD
“¿Y por qué necesitas mi permiso?” le preguntó mi mamá.
Yo ya le había dicho que nos habíamos besado, porque sabía que me gustaba.
Le respondió que era por nuestra diferencia de edad y que lo hacía como “Gesto de buena fe, en caso que algo más pasara…”
Mamá aceptó su petición, porque mi marido era un chico honesto y diferente…
¡Y entonces, nos asustó!…
“¿Por qué le vas a avisar a mi papá?” le pregunté.
“¡Porque tiene que saberlo, ruiseñor!” me dijo, mirándome a los ojos y haciéndome cariño para tranquilizarme.
Yo me derretía como mantequilla…
Y las 3 (mamá, mi hermana y yo) lo seguimos hasta la puerta del cuarto de mi papá.
Estaba leyendo el diario y tomando cerveza y llegó mi “pololo” a hablarle.
“¡Me parece bien!” le dijo mi papá, apenas levantando una ceja. “¡Si nos significa que cobrarás menos por sus clases!”
Esa tarde, fue la primera vez que me enojé con papá. Él nunca había cobrado por sus clases. Lo hacía por simple amistad e incluso, a veces nos traía golosinas para que comiéramos.
Y entre besos y caricias, llegó un día que nos encontró almorzando.
Mamá le ofreció comida, pero él ya había almorzado. Mi papá se notaba más contento por eso.
“Quería preguntarles si ya han pensado cómo pagar los estudios de Marisol…” les dijo mi pololo.
“¿De qué hablas? ¡Si tú no cobras!” le respondió papá, muy enojado.
“No me refería eso. Estoy preguntando si saben cómo pagar la universidad…”
Mamá, mi hermana y yo quedamos con la boca abierta y mi papá montó en cólera.
“¿Quién dice que Marisol va a ir a la universidad? ¡Es muy caro!” le gritó mi papá.
“Pero hay otras opciones…” le respondió y miró a mi mamá. “Yo he visto sus puntajes y creo que puede ingresar. Me he conseguido unos folletos, para que Marisol postule a becas y así puedan pagar los estudios.”
“¡Si tanto te interesa que Marisol estudie, págale tú los estudios!” le gritó mi papá, largándose hastiado.
Pero mi mamá le miraba preocupada…
“¿De verdad piensas que Marisol puede entrar?”
“Sí.” le respondió él. “Yo le pagaría los estudios, pero estoy ahorrando para más adelante. Por eso, le he visto la posibilidad de optar a una beca. He ido al Ministerio de Educación y hablé en mi facultad y creo que cumple los requisitos.”
“Pero… ¿Lo hiciste por ella?” le preguntó mamá, asombrada.
“¡Si, tía!” le respondió mi pololo, con mucho orgullo. “Su hija es empeñosa y tiene talento. Yo creo que puede lograrlo y por eso, quiero darle una mano…”
¡Él creía en mí! ¡A pesar de todas mis tonteras, tenía esperanzas en mí!
Y empecé a estudiar con más esfuerzo. El sueño de estudiar con mi novio, en la universidad, cobraba más fuerza…
Y al poquito tiempo, dejamos de ser vírgenes juntitos…
😃
Entonces, me presentó su familia. Me trataron bien, porque mi marido era el menor y nunca había tenido novia.
Solamente, mi suegra estaba un poco celosa (que por cierto, mi marido les ha regalado una segunda luna de miel por Europa, para compensarle las veces que no le ha llamado por teléfono), porque él era su hijo regalón.
Pero me gané su cariño y me trató siempre muy bien y conociendo su familia pude entender por qué él era así.
Porque mis suegros son cariñosos, como lo somos nosotros. A veces, mi suegro le trae un regalito a mi suegra, bailan o salen a comer.
Para ellos, el dinero (o la falta de) no es problema, porque se quieren mucho.
Sin embargo, la sexualidad la fui descubriendo con mi hermana, en lugar de mi novio.
A las 2 nos gustaba, pero a ella le incomodaba más que a mí decirle lo que sentía.
Además, ya lo había “hecho oficial”, cuando se lo pidió a nuestros padres.
¿Cómo podía decirle que también le gustaba?
Por las noches, me preguntaba cómo nos besábamos y practicábamos, para demostrarle. Me preguntaba si me tocaba la cintura o los senos, porque ella tenía ese deseo que la tocaran y me lo fue pegando a mí, transmitiéndoselo a mi pololo.
Creo que todos salimos ganando de eso, porque él siempre se preocupó de mantener mi inocencia y muchas veces, se aguantó sus antojos.
Una noche, estábamos viendo televisión en casa y me acosté en su regazo.
Me acariciaba el pelo, pero lo sentía inquieto y a ratos, tenía que acomodarse.
“¿Pasa algo?” le pregunté, la tercera vez que se acomodó.
“¡No, nada importante!” me respondió, pero no me miraba para no preocuparme.
Y entonces, vi su bulto en el pantalón.
“¿Qué te pasa? ¿Te sientes enfermo?” le pregunté.
Aun así, seguía siendo muy inocente. Pensaba que los hombres y las mujeres eran iguales para tener relaciones.
Que el pajarito les crecía cuando se besaban y se abrazaban mucho.
“¡No, Marisol! ¡No te preocupes!” decía, tratando de acomodarse el pantalón.
“¡Déjame ayudarte!” le dije, bajando la cremallera.
¡Y entonces, salió su amigo!…
Estaba mojadito, pegajoso y bien parado…
“¡Discúlpame, Marisol!... ¡Es que te acomodaste así y me empecé a excitar!...” me respondió, con mucha vergüenza.
“¿Quieres… hacerlo aquí?” le pregunté, sintiendo por primera vez ese olorcito a carne.
😛
“¡No, Marisol!... ¡No es eso!...”
Ese olorcito me vuelve loca y provenía de él.
“¿Lo puedo ver?” le pregunté, porque lo había sentido muchas veces en mí, pero nunca me lo habían presentado.
Él estaba nervioso. Pero yo tenía curiosidad y era su novia.
“Si quieres…” respondió él.
Le acaricie la puntita, que se veía tan rara.
“¿Te duele?” le pregunté, preocupada por su cara.
“¡No es eso!... son tus manos… las tienes suaves…”
Me pidió que lo estrujara. Que subiera y bajara mi mano…
XD
¡Era la primera vez que masturbaba a un chico!
Se veía tan gracioso. Suspiraba y se sentía aliviado.
“¿De verdad te gusta que te haga esto? ¿No me estás mintiendo?” le decía yo, sorprendida con que sacudiéndosela así se sintiera tan bien.
“Si, Marisol… me siento de maravilla…”
Y le pasaba la mano y se volvía más pegajosa.
¡Y ese olorcito rico se hacía más fuerte!
“¡Uh, Marisol!... ¡Me voy a correr!... ¡Me voy a correr!...” empezó a decir él, tratando de contenerse.
Y yo, sin un preservativo a mano.
¿Qué hacer? ¿Qué hacer?
¡Y pienso que fue el destino o el instinto, porque usé mi boca!
XD
Esa sensación, como que me faltaba el aire, mientras sentía mis mejillas hincharse…
Y ese sabor, con ese líquido tan misterioso y ardiente… 😛
¡Tenía que tragármelo! Porque de lo contrario, mancharía el sillón y no dejarían que se quedara más noches viendo películas conmigo.
¡Y me encantó el sabor! ¡Saladito y con ese olorcito rico!
Después, me la metí en la boca y le pasé la lengua, sacando todos los restos que quedaban.
Él se veía hermoso…
“¡Te la tragaste!” me miraba sorprendido.
Y yo, me sentía orgullosa y como me gustaba que me mirara así, me la tragaba siempre.
Pero lo mejor lo viví cuando empezamos a vivir juntos y me enseñó la “erección matutina”.
Para mí, se ha vuelto como un regalo sorpresa de todas las mañanas, con ese aroma a nosotros que me encanta y su sabor, tan saladito.
Y para finalizar, la primera vez que tuvimos relaciones al aire libre.
Fue uno de los primeros días que entramos a la universidad y me sentía contenta, porque estudiaríamos juntos.
“¡No te pongas así! ¡Aquí no se puede!” le dije esa vez.
Estábamos en una sala de clases desocupada de su carrera y me besaba y me agarraba con claras intenciones.
Ya no éramos tan inocentes. Incluso, lo hacíamos cada vez que podíamos, porque su trabajo y mis clases nos mantenían separados y si quería verlo, tenía que esperarlo en la universidad.
“¡Por favor, Marisol! ¡Tengo clases hasta tarde y no podré verte!”
“¿De verdad?”
“¡Sí! ¡Tengo clases hasta las 10!”
Y esa vez, me encantó, porque por primera vez, tomó la delantera.
Fue él quien desabrochó mi pantalón, me bajó las pantaletas, sin parar de besarme.
Yo ya tenía antojos de hacerlo sin preservativo, a pesar que tomaba mis pastillas. Pero lo habíamos discutido y como estaba estudiando, él no quería arriesgarse a que cortara mis estudios si quedaba embarazada…
¡Y aun así, pasó igual!
Todavía me acuerdo cómo se sentía la fría muralla en mi trasero, mientras él, desesperado, me la metía.
Me besaba el cuello, me agarraba la cintura y más encima, me decía.
“¡Marisol, te siento tan rica ahora! ¡Deberíamos haberlo hecho hace tiempo!”
Y se nos volvió un hábito.
Él salía del trabajo a las 6 y yo a las 5 ya estaba mojadita y ansiosa y no podía concentrarme. Llegaba a las 6 y media y siempre me decía que sus clases empezaban a las 7.
¡Sufríamos deliciosamente con sus clases de Magister!
“¡Tengo que apurarme!” me decía. “¡Voy a llegar atrasado de nuevo!”
Pero era tan intenso, que no podíamos parar antes.
Al final, acabábamos alrededor de las 7 y cuarto y nos besábamos y aprovechábamos de conversar, mientras esperábamos que pudiera despegarse.
Por fortuna, en la nocturna son más comprensivos y no les importaba tanto que mi pololo llegara atrasado 10 o 20 minutos, porque era un alumno responsable.
En cambio yo, a veces me lavaba. Pero prefería ponerme las pantaletas y tomar el bus con nuestros jugos.
Sonreía e iba calmada, flotando en mi nube, mientras que las otras personas iban cansadas, enojadas y más tristes.
Esto era lo que quería contar, porque me miro al espejo y no me creo: tengo la misma cara de 4 años atrás, mis pechos han crecido mucho y veo el anillo de delfín y pienso que es un sueño.
Porque para esa niñita tímida otaku era tan imposible que el chico que le gustaba se enamorara de ella; tan complicado que pudiera entrar a la universidad; tan improbable que se casara tan joven y fuera de todos los sueños posibles que saliera a vivir al extranjero, se convirtiera en mamá y aprendiera otro idioma, viviendo con la persona que más ama y disfrutando de algunos lujos.
Y por eso, todas las mañanas me sonrió a mi reflejo en el espejo.
Porque me veo y no lo creo. XD



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5 comentarios - Mi reflejo en el espejo

ErnesColecio
Muy buena historia, hace recordar los años maravillosos que aveses olvidamos.
metalchono
¡Por eso quería recordarlo! Cada día, me siento más feliz. ¡Imaginate! ¡Tenerlo a él, esperándote con las pequeñas, obstinado a enseñarles a caminar! 😊 ¡Cada día, lo adoro un poquito más!
Pilar_Leff
Que linda tu historia ! Me gusto mucho 😉
metalchono
¡Muchas gracias! Con él, me siento princesa de cuentos. 😉
dorasanchez52090
muy bueno
gracias por compartirlo
metalchono
¡De nada y muchas gracias! 😊
profezonasur
Muy buen relato con un cuidado especial por los detalles. Un abrazo
pepeluchelopez
Eres la mitad que le faltaba! Muy buenos recuerdos, saludos y gracias x pasarme el link igual revisando creo me falto alguno de las gemelas, volvere a checar. Abrazos