En las costas de Pineda del Mar, una ciudad dormí cerca de Barcelona llegue en un BMW rojo de mi acompañante Montserrat. Ella me había recogido en el aeropuerto de Barcelona. Llevábamos años hablando por chat y existía una tensión crítica en conocernos. Eso nos llevó de mayor a menor de pasar desde el simple abrazo efusivo de bienvenida, hasta profundos besos de lengua que fueron apenas un recordatorio que luego de dos años de chat lo que había entre nosotros era un poco de fuego. Montserrat, me llevo hasta un café cerca de la Playa y me invito una croissant con un voluminoso café con leche, ella comió un pamb amb tomaquet y un vaso con leche tibia, como un típico desayuno catalán rodeando la cara superior del pan de un oloroso aceite de oliva.
La tensión existía y dado que era temprano, nos fuimos a tranzar al estacionamiento donde estaba el BMW.
Entre besos acariciaba sobre la ropa sus tetas enormes, y sus manos buscaban apretar mi pija sobre los pantalones.
Intente parar la efusividad ya que no había motivos para seguir cuando el lugar donde estábamos no daba espacio para nada, pero fue imposible. Bajo el cierre de mi jean y expuesta mi pija a pleno se la llevo a la boca dándome una mamada espectacular que me saco la leche en poco tiempo.
Ni corto ni perezoso pague su favor dándole en el auto una terrible masturbación que la revelo como una mujer multiorgasmica.
Me llevo a comer a una casa de comidas típicas catalanas, almorzamos y luego de ello quedo el vacío, ¿dónde me alojaría?
Montserrat una mujer clase media y docente de Catalunya no encontró mejor lugar que fuera a su casa. Debo confesar que sabía que estaba casada, y que tenía un hijo adolescente.
Ante la duda me deje llevar por su seguridad y así fue como fuimos a su casa que me presento como un amigo de internet, y su marido con la más amplia sonrisa me recibió y me presento a su hijo Joan, fruto de su matrimonio con ella.
Durante mucho tiempo pensé que había cometido un error enorme, y por supuesto, estaba muy incómodo. Más cuando la pareja me ofreció su cama matrimonial para que durmiera después de la cena.
Era mucho para mí, no podía aceptar bajo ningún concepto. El marido me dijo “¿ya sabes cómo es ella? Tenía razón pero no podía ceder a ese requerimiento porque me hubiera metido en un contexto muy loco. Mucho más de lo que ya estaba.
Luego de cabildeos me ofreció la cama de su hijo y que mandaría al adolescente a dormir a casa de los abuelos. Me parecía más fácil aceptar esto y accedí, aunque quería salir como un desaforado en el clima que me había metido.
No pude dormir con el peso de la situación que vivía, así que me levante y fui hasta el escritorio de la casa a fin de sobrellevar el desvelo.
Cuando sintió mis movimientos Montserrat me siguió hasta el mismo y comenzó a besarme. Me resistí ya que no me animaba a tener sexo con ello pieza de por medio con su marido durmiente.
Salte del sillón donde estábamos y dije me voy a caminar. Y ella se puso ropa de gimnasia y me acompaño. El Mediterráneo estaba lleno de bruma y la mañana gris de otoño estaba tibia si uno caminaba, ni intentar detenerse ya que sino el frio húmedo de mar calaba hasta los huesos.
Al llegar a un grupo de pinos del Mediterráneo muy abroquelados nos pusimos a franelear y ahí pude por primera vez penetrarla. Amplio recibimiento y sexo realmente bueno. No puedo dejar de destacar sus maneras de chupar la pija, la miraba como quien mira un icono de un dios pagano.
Cuando la penetre, fui recibido de una manera amplia y generosa, y luego me puso de espaldas y me cabalgo en la certeza de que con el “crescendo” se llevaría toda mi leche.
Fue así, estaba impactado por el efecto maravilloso de haber tenido casi durante un año una relación por internet y que al llegar a consumarla todo lo imaginado se concretaba tal como en el sueño que uno se había conformado.
Eso sí, no podía resistir como estaba alojado. Luego del regreso a la casa y el desayuno, y con los refunfuños de Montserrat, podría decir, que hui de la casa. Volví a Barcelona y me fui a Madrid. Venía desde Milán, así que a la noche pague la multa y cambie el pasaje a Buenos Aires.
Es el día de la fecha donde esta circunstancia es un acontecimiento que no puedo borrar de mi vida. Jamás volví a ver a esa mujer, ni por internet ni por ningún medio respondió a mis llamados.
Cosas de la vida, todo pasa.
La tensión existía y dado que era temprano, nos fuimos a tranzar al estacionamiento donde estaba el BMW.
Entre besos acariciaba sobre la ropa sus tetas enormes, y sus manos buscaban apretar mi pija sobre los pantalones.
Intente parar la efusividad ya que no había motivos para seguir cuando el lugar donde estábamos no daba espacio para nada, pero fue imposible. Bajo el cierre de mi jean y expuesta mi pija a pleno se la llevo a la boca dándome una mamada espectacular que me saco la leche en poco tiempo.
Ni corto ni perezoso pague su favor dándole en el auto una terrible masturbación que la revelo como una mujer multiorgasmica.
Me llevo a comer a una casa de comidas típicas catalanas, almorzamos y luego de ello quedo el vacío, ¿dónde me alojaría?
Montserrat una mujer clase media y docente de Catalunya no encontró mejor lugar que fuera a su casa. Debo confesar que sabía que estaba casada, y que tenía un hijo adolescente.
Ante la duda me deje llevar por su seguridad y así fue como fuimos a su casa que me presento como un amigo de internet, y su marido con la más amplia sonrisa me recibió y me presento a su hijo Joan, fruto de su matrimonio con ella.
Durante mucho tiempo pensé que había cometido un error enorme, y por supuesto, estaba muy incómodo. Más cuando la pareja me ofreció su cama matrimonial para que durmiera después de la cena.
Era mucho para mí, no podía aceptar bajo ningún concepto. El marido me dijo “¿ya sabes cómo es ella? Tenía razón pero no podía ceder a ese requerimiento porque me hubiera metido en un contexto muy loco. Mucho más de lo que ya estaba.
Luego de cabildeos me ofreció la cama de su hijo y que mandaría al adolescente a dormir a casa de los abuelos. Me parecía más fácil aceptar esto y accedí, aunque quería salir como un desaforado en el clima que me había metido.
No pude dormir con el peso de la situación que vivía, así que me levante y fui hasta el escritorio de la casa a fin de sobrellevar el desvelo.
Cuando sintió mis movimientos Montserrat me siguió hasta el mismo y comenzó a besarme. Me resistí ya que no me animaba a tener sexo con ello pieza de por medio con su marido durmiente.
Salte del sillón donde estábamos y dije me voy a caminar. Y ella se puso ropa de gimnasia y me acompaño. El Mediterráneo estaba lleno de bruma y la mañana gris de otoño estaba tibia si uno caminaba, ni intentar detenerse ya que sino el frio húmedo de mar calaba hasta los huesos.
Al llegar a un grupo de pinos del Mediterráneo muy abroquelados nos pusimos a franelear y ahí pude por primera vez penetrarla. Amplio recibimiento y sexo realmente bueno. No puedo dejar de destacar sus maneras de chupar la pija, la miraba como quien mira un icono de un dios pagano.
Cuando la penetre, fui recibido de una manera amplia y generosa, y luego me puso de espaldas y me cabalgo en la certeza de que con el “crescendo” se llevaría toda mi leche.
Fue así, estaba impactado por el efecto maravilloso de haber tenido casi durante un año una relación por internet y que al llegar a consumarla todo lo imaginado se concretaba tal como en el sueño que uno se había conformado.
Eso sí, no podía resistir como estaba alojado. Luego del regreso a la casa y el desayuno, y con los refunfuños de Montserrat, podría decir, que hui de la casa. Volví a Barcelona y me fui a Madrid. Venía desde Milán, así que a la noche pague la multa y cambie el pasaje a Buenos Aires.
Es el día de la fecha donde esta circunstancia es un acontecimiento que no puedo borrar de mi vida. Jamás volví a ver a esa mujer, ni por internet ni por ningún medio respondió a mis llamados.
Cosas de la vida, todo pasa.
2 comentarios - Adiós Catalana