En su cumpleaños cuarenta y nueve le comenzó a asustar el medio siglo. Aun así, era hermosa. Sus ojos andaluces y sus morrillos rosados, le daban el lujo de una mora nívea que me esperaba en un Hostal de Microcentro para vestida de flamenco compensarme una vieja alegría.
Recuerdo que me mando a comprar cigarrillos y galletitas a un súper chino al lado. Mientras fui y volví estaba ella con su vestido rojo a lunares, sus zapatos de taconeo, su mantilla, y una peineta que le recogía el cabello rematado en un rodete perfecto.
Con la suavidad de su baile me llevo hasta la cama y se soltó el pelo dejando la mantilla tirada a los pies de la cama y me comenzó a desvestir. Era verano y andaba muy liviano de ropa por lo que no tardo en lograrlo.
Expuesto desnudo ante su alegría mi pija mostraba la excitación del momento y acerco su lengua gruesa y redonda como castañuela y comenzó a chupármela.
Poco a poco se fue perdiendo en la acción y al cruzar miradas del embelecamiento supe que lo que quería era que acabara en su boca. Ya que no tenía intención de desvestirse y su garganta profunda había creado un nicho tan oleoso y húmedo en su boca que parecía realmente una concha empapada.
Lo que me queda de ese éxtasis es sus ojos mirándome fijo como para desafiarme a que se la dé. Y su vehemencia en que la pija lograra su clímax.
Solo se recostó sobre la cama y yo casi de rodillas tomándola de la nuca empecé a cavar en su boca a un ritmo desenfrenado.
Levanto sus faldones y corriendo con su mano su tanga empezó a masturbarse y nos perdimos.
Debo confesar que no me imagine nunca que en esta acción de las mil y una noches llegaríamos a terminar juntos.
Mientras se masturbaba llego el orgasmo de ella y a la par su boca incontenible recibía mi leche completa dentro de su boca.
Casi de inmediato y en los primeros segundos de refractariedad me mostro la acabada llena en su lengua y se la trago.
Este sueño andaluz que narro no tiene parangón en mi historia personal y tampoco esa forma de llegar junto con ella.
Ahora con el paso de los años, queda ese viejo recuerdo de una sevillana hermosa y de un momento magistral.
Recuerdo que me mando a comprar cigarrillos y galletitas a un súper chino al lado. Mientras fui y volví estaba ella con su vestido rojo a lunares, sus zapatos de taconeo, su mantilla, y una peineta que le recogía el cabello rematado en un rodete perfecto.
Con la suavidad de su baile me llevo hasta la cama y se soltó el pelo dejando la mantilla tirada a los pies de la cama y me comenzó a desvestir. Era verano y andaba muy liviano de ropa por lo que no tardo en lograrlo.
Expuesto desnudo ante su alegría mi pija mostraba la excitación del momento y acerco su lengua gruesa y redonda como castañuela y comenzó a chupármela.
Poco a poco se fue perdiendo en la acción y al cruzar miradas del embelecamiento supe que lo que quería era que acabara en su boca. Ya que no tenía intención de desvestirse y su garganta profunda había creado un nicho tan oleoso y húmedo en su boca que parecía realmente una concha empapada.
Lo que me queda de ese éxtasis es sus ojos mirándome fijo como para desafiarme a que se la dé. Y su vehemencia en que la pija lograra su clímax.
Solo se recostó sobre la cama y yo casi de rodillas tomándola de la nuca empecé a cavar en su boca a un ritmo desenfrenado.
Levanto sus faldones y corriendo con su mano su tanga empezó a masturbarse y nos perdimos.
Debo confesar que no me imagine nunca que en esta acción de las mil y una noches llegaríamos a terminar juntos.
Mientras se masturbaba llego el orgasmo de ella y a la par su boca incontenible recibía mi leche completa dentro de su boca.
Casi de inmediato y en los primeros segundos de refractariedad me mostro la acabada llena en su lengua y se la trago.
Este sueño andaluz que narro no tiene parangón en mi historia personal y tampoco esa forma de llegar junto con ella.
Ahora con el paso de los años, queda ese viejo recuerdo de una sevillana hermosa y de un momento magistral.
2 comentarios - Sueño Andaluz
gracias por compartir el relato