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Relato Real –San Telmo II, Parte 3-

SIGUE…

Relato Real –San Telmo II, Parte 3-

Sinceramente, ¿para qué negarlo?, Jose me volvía loco y creo que era mutuo. En los días sucesivos destinábamos al menos uno por semana para estar juntos fuera de la oficina, tomar algún trago, a veces cenar y siempre, absolutamente siempre, coger; los tragos o la cena las hubiéramos podido obviar. Siempre nos encontrábamos en un restaurante o bar para iniciar la noche y terminarla en algún hotel o, más adelante, en mi departamento. Así estuvimos un par de meses profundizando esta relación cómplice, conociéndonos cada vez más. En el sexo mejorábamos día a día animándonos a nuevas posiciones cada vez más locas y hasta llegamos a compartir la cama con algún “juguete”. Recuerdo con nostalgia cómo se ponía cuando le apoyaba el vibrador en el clítoris o las dobles penetraciones que hacíamos entre “el amigo” y el juguete de silicona…
No sé si llamarlo “amor” pero entre nosotros había más que buena onda, sintonizábamos perfectamente. A pesar de que por nuestras edades podría ser mi hija y de su resistencia -que jamás entendí del todo y no compartí en absoluto- a terminar con el pelotudo de Mario, muchas veces me planteé la posibilidad de iniciar una relación seria, compartiendo una casa, salidas, vacaciones y amigos, por supuesto, despertando en ellos la más profunda de las descarnadas envidias. Me hinchaba bastante las pelotas eso de vernos a escondidas…
Hasta que un día se lo propuse y dudó. La posibilidad quedó flotando, pero con el trascurrir del tiempo seguía dudando al mismo ritmo que mis bolas se iban hinchando…
“¿Sabés qué? –recapacité para mis adentros una noche en que estaba solo, aburrido y con tres whiskies adentro desparramado en la cama- Metete a Mario en el orto y hacé tu vida… Yo me abro…”.
Afortunadamente, mi profesión me dio la posibilidad de hacerme de varios contactos y empecé a tirar líneas hasta que pude concretar algo. Un viejo conocido que tenía un puesto importante en el área administrativa de una empresa de salud me ofrece ir a trabajar con ellos coordinando el sector de Desarrollo de Sistemas y felizmente renuncié dejando tranquila a Jose con su amado forro de Mario.
Pasaron algunos meses en los cuales volvimos a hablar un par de veces por teléfono, pero nunca volvimos a vernos.

Como todo ser humano masculino que se precie de tal, al poco tiempo y añorando aquello, daba la vida por coger cualquier cosa femenina, pero no estaba dispuesto a pagar por sexo.
Así es que aquí comienzo una serie de relatos –todos absolutamente reales (con algunos nombres cambiados)- de situaciones que se fueron sucediendo…

CAPÍTULO I.

-Buen día, Juan. –saludó Manuel con cara de feliz cumpleaños-.
-Hola Gallego. –respondí-.
Habitualmente yo era el primero de los tres en llegar a la oficina y esperaba a Manuel y Ricardo con el mate a punto, listo para acompañarnos durante la charla de trabajo que teníamos a primera hora de la mañana.
-Buenasss… -apareció Ricardo con su inquebrantable buen humor y el paquete de bizcochos 9 de Oro, como todos los días-
-Les tengo que contar lo de anoche, fue increíble… –apuró Manuel-
-No leí el Olé, ¡No me digas que ganó Ferro! –Interrumpió Ricardo con su mejor cara de boludo-
-No, pelotudo –siguió Manuel, maduro solterón empedernido-. Conocí una abuelita que me dio vuelta la cabeza…
-Eso de increíble no tiene nada… Lo increíble sería que un jovato de cuarenta y largos como vos hubiera salido con una pendeja de veinte… -se burló Ricardo-
-Dejame contarles. Hace unos días vi en los clasificados de Clarín que hay un número al que vos llamás y entrás en un chat telefónico; no les conté nada antes porque no tenía ganas de bancarme las gastadas. Una noche estaba al pedo, como tantas, y llamé. Está bueno porque es súper confidencial. Cuando entrás empezás a escuchar uno tras otro los mensajes que deja la gente que está conectada: hay hombres, mujeres, muchos serios y otros no tanto, pendejos, putas, putos, travas, de todo… Por ahí escuchás algún mensaje que parece interesante y podés responderle, y si se da y del otro lado te aceptan quedás hablando en privado con esa persona. Así di con esta veterana, viuda, con una nietita, que parecía más caliente que una pava; nos pasamos los teléfonos, hablamos un par de veces y anoche nos conocimos. Se pueden imaginar, estamos a fin de mes y contando las monedas apenas llegaba a ponerle algo de nafta al auto, invitarla a una pizza y pagar el telo…
-¡Piojo!
-No nos conocíamos ni por foto –continúa el Gallego consustanciado en el relato- solamente nos habíamos pasado nuestras descripciones. Quedamos en encontrarnos a las 9 en una esquina de la Plaza Serrano. Cuando llegué, nueve menos diez, estaba ahí parada, rogaba que fuera ella porque no lo podía creer… El asunto es que la veterana, de 55 pirulos, era un avión, una máquina: rubia de rulos, bronceada, delgada y con unas gomas para el infarto…
-¿En serio?
-En serio, un hembrón.
-¿Y qué hacía una mina así, si está tan buena como decís, pelotudeando en ese chat?
-¡Qué sé yo!
-¿Entonces…?
-Sigo. Me ahorré la pizza porque me invitó a cenar a uno de esos resturantes chetitos del Soho, comimos, charlamos un rato largo, muy simpática la jovata, y la hago corta: Cuando íbamos por el café me pregunta “¿En tu casa, en la mía o en un hotel?”.
-¿Así, de primera?
-¡De una! –exclámó Manuel chocando las palmas de sus manos en el aire-.
-Canchera la viejarda…
-Si, espectacular… Sin perder tiempo salimos, subimos al auto y nos metimos en el telo de Juan B. Justo, ahí, a la salida del puente de Córdoba… Es al pedo que les cuente todos los detalles, pero les aseguro que fue de los mejores polvos de los últimos años…
-¡Qué bueno! –exclamé verdaderamente sorprendido-.
-Che, en serio –averiguaba Ricardo mientras encendía el segundo cigarrillo-, ¿No te cobró?
-No, boludo. Te digo más, creo que hasta se enamoró.
-¡Andá a cagar!
-Y esta noche me espera a…
La musiquita de su celular lo interrumpió con un mensaje de texto que nos mostró: “Hola amor, cómo empezaste el día? Espero que tan bien como lo terminé yo ayer. Besos.”.
-… me espera a cenar en su casa.
-¡Qué grande! Mi amigo es un langa, que aunque no se la conozca apuesto que tiene una poronga de 30 centímetros…
-Si, dormida –apuntó Manuel-.
-¿Y vas a ir? Mirá si se enamora en serio…
-¡Voy como que mi viejo nació en Oviedo! Y después de todo no está tan mal como para noviar un tiempo…
-¡Cagamos! Se me cae un ídolo, se nos casa el Gaita. –inesperadamente, Ricardo parecía serio-.
-No, boludo, pará… La conocí ayer y no voy a tirar a la mierda mi récord de casi 50 años de soltería en dos días de calentura.
-Qué bueno, Gallego, -lo alenté-. ¿Y no podrá presentarme a la nieta?
-Jaja! Pelotudo! Vas a tener que esperar como diez años para que por lo menos, como dice Ricardo, sepa cruzar la calle sola… Es una beba…

Desde que había dejado de encamarme con Jose -hacía entonces unos cuatro o cinco meses- que no me había relacionado con ninguna mujer, todo ese tiempo lo dediqué a organizar mi nueva vida de soltero, acomodar mi nuevo departamento –junté unos mangos y me mudé- y a trabajar mucho para hacer algún mango de diferencia.
Pero tanto tiempo de abstinencia sexual, para cualquier mortal, sea humano o insecto, convengamos que es mucho, muchísimo. Tampoco tenía muchas posibilidades de relacionarme: no me gusta ni sé bailar así que descartados los boliches, casi todos mis compañeros de trabajo son hombres y con las pocas mujeres no hay chance, no me llevan ni atado a una de esas reuniones de “Solas y Solos”… Quizás Manuel tenga la solución.

Al fin del día encaré.
-Che , Gallego –lo llamé por detrás apoyándole la palma en el hombro-.
-Si, Juan, ¿Qué pasa? –dijo girando la silla-.
-Nada… Che, lo de la viejita, ¿es posta?
-No le faltes el respeto al amor de mi vida –respondió entre risas Manuel- Si, boludo, es reposta. ¿Por?
-No sé, no estoy seguro… ¿Me pasás el número de ese chat?
-¡Claro! Anotá…
Arranqué una hoja vieja del taco y tomé nota del número que Manuel leía en su celular. Lo doblé al medio y lo guardé en la billetera.
-Gracias Gaita. Si me animo, llamo.
-¡Llamá y dejate de romper las bolas! En serio, vas a ver qué bueno está…

CONTINÚA…

3 comentarios - Relato Real –San Telmo II, Parte 3-

ElMkGod
q pase el relato q sigue!
ale_bsso
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