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Relato real -San Telmo II, parte 2-

CONTINUACIÓN…

Mientras descansamos, con el whisky en mano que ella me trajo y recorriéndole la espalda con la mirada cuando iba al frigobar a buscar su gaseosa, sin dejar de detenerme en su culo al agacharse para abrir la puerta, le refresco:
- ¿Te acordás que vinimos con la condición de no quitarnos la ropa interior?
- Qué boba… Pero me siento muy extraña a la vez que una extrema felicidad corre dentro de mi… -dijo sentándose a mi lado-.
No quise interrumpir.
- … Me hacés muy bien, pero me siento mal. –bajando la vista acariciaba mi pierna-.
- ¿Cómo es eso?
- Por primera vez me sentí mujer, -alzó la cabeza desafiante- pero aún así siento que estoy defraudando a Mario…
- Jose, -no la dejé seguir- Mario es un pelotudo incapaz de hacerte llegar a un orgasmo…
- Si, lo sé, y no sólo eso…
- ¿Hay más? –me apuré-.
- Nunca me besó más abajo que los pechos.
- ¿Nunca te chupó la concha? –fui más allá-.
- Nunca
- ¿No será puto? –pregunté bromeando aunque planteándolo seriamente-.
- Jaja! No… También es mi culpa. Nos iniciamos juntos y como verás, no tenemos muchos kilómetros andados.
- Te prometo recuperar terreno. –arriesgué al tiempo que apoyaba mi mano en la parte interna de su muslo, aún más tibio que lo normal- Sólo debés dejarme que esta noche piloteé yo y desandemos mucho camino.
- ¿Es que aún tenés ganas de manejar? –ironizó-.
- Imaginate que estamos yendo a Mar del Plata. Esta es solamente una parada en Atalaya…
- Jajaja! ¡Qué loco!
Le quité la latita de la mano y comencé a besarle el cuello. Se relajó reposándose sobre el respaldo ofreciéndome todo el cuerpo. Me detuve en sus pechos, particularmente en sus pezones, los besaba, lamía y mordisqueba al tiempo que se endurecían. Su cuerpo era hermoso pero sus tetas, créanme, una belleza de perfección. No me detuve. Llevé mi mano a su pubis, ofreciéndome más al separar sus piernas. Con sus propios jugos mojé mis dedos para humedecer su cola. Apretó un poco sus glúteos como evitando la situación. No insistí, seguí acariciando su vagina para pronto volver al tan preciado tesoro. Ya menos tensa, aceptó las caricias.
- ¿Te gusta? –susurré-
- Mmmm… -murmuró complacida completamente entregada mientras suavemente me masturbaba-
Introduje apenas una punta del dedo y un “Ahhh!” placentero me abrío las puertas a más. Puse otro dedo en su vagina y empujé un poco más adentro el del ano.
- Ay!
- Relajate, gozá…
- Si, seguí… Despacito…
Un poco más y palpé su recto; era suave, blando, caliente…
- ¿Te gustaría tenerla ahí? –le propuse-.
- Me va a doler….
- Si me dejás y me hacés caso, te juro que no. No quiero lastimarte.
- Confío en vos…
Me acomodé de forma tal de tener su culo a la altura necesaria para una penetración recta, de modo tal que sólo la sienta entrar con el mínimo de dolor. Lubriqué todo bien con mucha saliva y apoyé la punta de mi pene en la entrada de su culo haciendo una leve presión.
- Relajate. –le pedí-. Confiá en mi.
Un poco más de fuerza y media cabeza ya estaba dentro.
- ¡Me duele!
- Tranquila… -suavicé retirando apenas el miembro-.
Muy despacio volví a empujar separando con mis manos sus glúteos y sentí esta vez que había menos rechazo. Sus músculos del esfínter estaban casi completamente laxos y con otro pequeño empellón entró toda la cabeza hasta el cuello del glande.
- ¡Ahhhh! ¡Por Diosssss! –exclamó vaciando sus pulmones-.
Me hubiera quedado así toda la vida. Sentir la presión que ejercía su ano alrededor de mi pija me llenaba de gozo.
- ¡Dame más! ¡Metela toda, por favor! ¡Qué placer, Dios mío!
Empujé hasta fondo complaciéndola. Ella cerraba los puños apretando bien fuerte el tapizado de los almohadones. La saqué un poco, escupí sobre mi pija para lubricarla y comencé a bombear cada vez más fuerte. Nada me gusta más que coger en esta posición, contemplando la concha mientras hago un culo. Ella sacudía la cabeza con violencia hacia un lado y luego hacia el otro con un ritmo constante; en uno de esos sacudones sus anteojos salieron disparados.
- ¡Ayyy, Juan, que placer!!!
Sin detenerme, noté que de su vulva emanaba un hilo de fluido vaginal, a lo que ayudé y acompañé frotando su clítoris. No tardó en llegar un nuevo orgasmo…
- ¡Ahhhhhhhhhhhhhh! ¡Por el amor de Diossssss! ¡Mi amorrrrrr!!!
Su concha se daba vuelta como una media, sus labios internos se asomaban haciendo fuerza entre los labios externos, teñidos de un vivo color rosa fuerte brillante. Sus fluidos brotaban a borbotones como si fuese lodo espeso. Se derramaban por su entrepierna hasta llegar al ano y lubricar así más la penetración. No detuve el bombeo. El ruido era como si mi pija “chapoteara” en su culo. Estaba a punto de llegar y quería hacerlo adentro.
- Voy a acabar…
- Por favor… -suplicó con un hilo de voz-.
Eyaculé una buena cantidad de semen dentro de su culo. Con la última gota mi pene comenzó a ponerse fláxido y lo retiré. Se hizo como sopapa y de su culo brotó un chorro de una mezcla de leche y fluidos que tomé entre mis dedos y le dí a probar acercándoselos a sus labios. Aceptó gustosa poniéndolos en su boca para limpiarlos con la lengua.
- Ay, Juan… No lo puedo creer…
- ¿Cómo estás? –pregunté con pocas fuerzas queriendo ser caballero-
- Me arde un poco. Pero no sé… siento como si estuviera flotando en el aire…
- ¡Qué linda sos! ¿Te gustó?
- ¡Me fascinó!

SIGUE…

3 comentarios - Relato real -San Telmo II, parte 2-

sirio23
Grande grande a ver como sigue...
vaan28
🤘 sin palabras. Excelente!!!